Antropólogo Social y Periodista, profesor de la Universidad La República de Chile
"La conclusión podría ser que el problema político, ético, social y filosófico de nuestros días no es tratar de liberar al individuo del Estado y de las instituciones del Estado sino liberarnos de ambas, del Estado y del tipo de individualización que está ligada a éste. Debemos promover nuevas formas de subjetividad a través del rechazo de este tipo de individualidad que nos ha sido impuesta durante siglos". Foucault
Introducción
El ex Primer Ministro de Suecia, Olof Palme, refiriéndose a la sociedad post industrial señalaba, que de no lograrse un equilibrio de la sociedad democrática, es decir, si no se conseguía acomodar la democracia económica y la cultural al mismo nivel de amplitud que la política, está iba a ser dominada por agentes instrumentistas del poder, por elementos intermediarios, mediante la sectorización y la aplicación de conocimientos específicos.
La democracia entonces estaba en peligro, porque se delegaba el poder popular a manos de los expertos, de los mediadores, de los negociadores, administradores cívicos y con esto se abrían las puertas a un nuevo tipo sofisticado de fascismo.
Esta visión de Palme, respecto de la sociedad intermediada o sociedad de elites funcionales, es la que nos sirve de hipótesis básica de orientación, para pesquisar su posible ocurrencia en las sociedades emergentes y fundamentalmente en los países estructurados del llamado Primer Mundo como también indagar por medio de la acumulación de data, análisis de contrastación de datos y de la verificación empírica de ellos, las posibles consecuencias que éste fenómeno podría causar en las sociedades donde se aplique.
Las sociedades de la era post contemporánea, fundamentalmente de Europa, han ido cambiando progresivamente su ethos funcional, a partir de la crisis del petróleo en 1973. La llamada "crisis de la OPEP", que surgió cuando los países más importantes que vendían su producción de hidrocarburos en el mercado internacional decidieron establecer una organización que los agrupara, para lograr remontar los precios del producto que desde inicios de la crisis deflacionaria mundial, 1929, se habían mantenido por debajo de los 20 dólares el barril de crudo, desató una nueva crisis de proporciones en la economía mundial.
En 1973, los países integrados a la OPEP, a través de un acuerdo aumentaron en más de tres veces el valor del barril de crudo. Al mismo tiempo, para evitar la acción mediatizadora de las grandes empresas internacionales en los procesos productivos, tras el control de los precios, nacionalizaron las concesiones.
El impacto del shock generado por la acción de la naciente Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP , originó un desequilibrio en la estabilidad de las, hasta entonces, sostenidas y aún crecientes economías de los países desarrollados.
Este fenómeno, aparentemente circunstancial, fue el detonante que desencadenó un largo período de recesión y estancamiento, en todo el mercado mundial, especialmente, a raíz del alza de los precios del petróleo, la aparición de procesos inflacionarios en los países estructurados, el aumento de las tasas de desempleo, la pérdida de los viejos mecanismos de ajuste y equilibrio del mercado internacional y la carencia de confianza que afectó a las políticas económicas de las naciones ricas.
Ésta situación, a pesar de no haber desembocado en un colapso como a comienzos de la década del 30, se ha transformado, de alguna forma, en un proceso persistente de inestabilidad que se proyecta hasta nuestros días y que sigue generando nuevas crisis.
Un segundo terremoto petrolero se volvió a registrar en 1989/90 con la guerra entre Irak e Irán y una tercera crisis sacude el año dos mil las vacilantes economías mundiales, sometida a una nueva etapa de vaivenes y desequilibrios.
Estos procesos de contracción que causan serias averías a los proyectos de desarrollo de casi la totalidad de las economías del mundo estructurado y de los países infraestructurados, tiene una cantidad de factores constitutivos que fragilizan sus organicidades y por ello, sobretodo a partir de la primera crisis petrolera, se dio inicio a un proceso de reacomodo, a una etapa de modificación revisionista de sus modelos y entramados orgánicos.
En el caso de los países industrializados, este fenómeno se ha manifestado, en la aplicación sucesiva de medidas restrictivas de orden económico, social y político que han ido afectando a sus estamentos sociales, debido al paulatino desmantelamiento de las estructuras de bienestar construidas en el período de la postguerra que les permitía fomentar proyectos de vida más democráticos e igualitarios.
En los países nórdicos, por ejemplo, que aplicaron el modelo desarrollado originalmente por Suecia y más conocido como capitalismo de estado, el rol que le correspondía al estado era de propugnar políticas regulativas con un definido contenido social, aplicando mecanismos de estabilidad económicos por intermedio del aseguramiento de una equivalencia en el trato de los géneros, la aplicación de escalas impositivas de carácter progresivo, el derecho inalienable al tiempo libre, y la asignación legalizada de salarios dignos, etc.
El progresivo desmantelamiento de los aparatos de bienestar, después de un largo período de crisis ha cambiado el ethos funcional de esas naciones, hacia la aplicación de sistemas desiguales en lo económico, político y social, dando paso a estructuras de elites que basan su sustentación en el liberalismo fundamentalista, heredado de las corrientes conservadoras del período Reagan/thatcherista; y en lo económico en las políticas sociales de mercado.
La irrupción de éste fenómeno a escala continental ha dado origen a una creciente ola de corrientes chauvinistas y xenófobas que han ido aumentando su caudal de adherentes en forma paulatina.
En Europa en, Alemania, Francia, Rusia, los países nórdicos, la ex Yugoslavia, han aumentado en forma contundente las expresiones neo/nazifacistas. En los Estados Unidos, cada vez es mayor el número de sectores que se oponen a los inmigrantes y a suscribir acuerdos que favorezcan los intereses de los países del Tercer Mundo.
El desarrollo de estos acontecimientos ha dado origen a una sociedad altamente tecnificada y elitista que no se orienta hacia la igualdad sino que hacia la diferencia lo que en términos de globalidad pone en peligro la estabilidad democrática mundial y nos sume en una nueva etapa de incertidumbre de carácter mundial.
1 La fragmentación orgánica de la sociedad post-industrial
Los grandes cambios que ha experimentado la humanidad después del desaparecimiento de la Unión Soviética, han dado origen a una sociedad mundial que tiende a estructurarse cada vez más en una fragmentaria orgánica de elites funcionales, que recurren a la referencia formal, que representa el liberalismo y su paradigma dominante: el mercado y sus crisis sostenidas
En el caso de Chile, con el advenimiento de la democracia, la influencia de las corrientes del liberalismo imperante en el mundo desarrollado y la herencia de la plantilla ideológico-económica del autoritarismo, se ha ido pasando paulatinamente de una sociedad segmentada y jerárquica de clases a una sociedad de elites.
Es decir, donde el poder está compartido entre los detentores de la riqueza, por un lado, y por los grupos funcionales de expertos, tecnócratas y administradores de la función pública por el otro.
En esta esquemática realidad, la movilidad social y económica está sometida a niveles estrictos de control y lealtad y por lo tanto existe una rígida estructura jerárquica en lo social y una severa conformación piramidal en lo económico. Este modelo se sustenta además en el apoyo ideológico que le brinda el fundamentalismo católico y la penetración confesional que éste ejerce sobre las expresiones culturales del pueblo chileno.
2 La Guerra Fría: prolegómenos de la sociedad intermediada
El comienzo de la Guerra Fría para los más acuciosos investigadores sobre el tema, se habría producido en junio de 1947 cuando Josep Stalin declinó aceptar la oferta hecha por el Presidente norteamericano Harry Truman de permitir la aplicación del Plan Marshall en la Unión Soviética.
Aunque para los Estados Unidos, la Unión Soviética constituyó desde los primeros momentos un elemento abierto de tensión, durante la última fase de la Segunda Guerra Mundial, esta rigidez disminuyó en virtud de la labor conjunta que desarrollaron las fuerzas militares de ambas naciones para derrotar al nazismo. Si Truman había ofrecido ayuda a través del Plan Marshall a una gran parte de Europa, para restaurarla económicamente en su infraestructura, proyectos y tecnológicamente, se vio obligado también a extender su generosa oferta a su poderoso adversario del este europeo.
Los propósitos norteamericanos, con la introducción del plan en la URSS, eran desarticular desde dentro el proyecto soviético, minando el poder de sus instituciones y obligando a sus líderes a un pacto de cooperación a largo plazo. La URSS de Stalin estaba sumamente alicaída al final de la II Guerra, el conflicto había deteriorado los objetivos planteados en los tres últimos planes quinquenales y se hacía difícil pensar que el futuro le fuera a ser fácil. Solamente en reconstrucción se estimaba que la URSS necesitaba casi la misma cantidad de millones de dólares que Estados Unidos invertiría en toda Europa occidental.
La URSS, al mismo tiempo, continuaba adelante con declarado voluntarismo su empresa de expansión territorial e ideológica. Asimismo una gran parte de los países pobres comenzaron a ver en forma positiva el camino soviético para salir de sus desventuras de pobreza y dependencia. Asia y Africa, continuaban en gran parte, sometida a la regencia de los viejos imperios coloniales o luchando por su independencia.
En Latinoamérica, el fracaso de los frentes populares (Argentina, Méjico, Chile, Brasil) llevó a los grupos intelectuales y las dirigencias de los partidos proletarios a mirar también hacia la URSS. En el otro gran número de naciones del continente, los empeños tras la búsqueda de modelos de desarrollo eran abortados por gobiernos corruptos o dictaduras militares.
En este mismo sentido los esfuerzos hechos durante los largos y angustiosos años de la II Guerra, por muchos grupos estadounidenses para "salvar la democracia" parecieron en vano El rechazo soviético se sintió fuerte en los Estados Unidos y decididamente, el gobierno y Estado norteamericanos, asumieron entonces que no quedaba otro camino que una lucha frontal, pero no en el campo de batalla. Al mismo tiempo con el término de la Segunda Guerra Mundial y con el comienzo de la Guerra Fría aumentó el prestigio y poder de los estamentos militares en los Estados Unidos.
Durante ésta época la clase militar deja de ser un segmento de las entidades de seguridad y resguardo nacional frente a un peligro externo, asumiendo al mismo tiempo el rol de aparato que salvaguarda la seguridad interior. El peligro que dentro de las fronteras de la victoriosa superpotencia, existieran adversarios o enemigos potenciales a su proyecto geopolítico mundial, la existencia de sofisticados medios de guerra atómicos que pudiesen ser transferidos por caminos secretos a otros regímenes y la puesta en marcha de un modelo de expansión preglobal en la economía le entregaron un inusitado poder y con ello prestigio a los líderes militares.
A partir de esta fecha, todas las grandes decisiones que se adoptarán, en el futuro, en Estados Unidos, se harán a puertas cerradas y tendrán solamente tres fuentes de origen: La Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono.
Si bien es cierto, en otro tipo de decisiones participarán otros estamentos de la comunidad nacional, las decisiones finales tendrán que pasar necesariamente por la criba de los departamentos de seguridad. No será difícil, para los estamentos de control y resguardo encontrar colaboradores en la clase política y sus segmentos subalternos. Es justamente en esta época cuando surge, el senador republicano Joseph R. McCarthy, quien salta a la palestra para transformarse en el inquisidor más enconado de la edad moderna. Mc Carthy implantó un conjunto de medidas persecutorias y complotativas para descubrir y defenestrar profesionalmente a miles de personas que se consideraba sospechosas de ser simpatizantes comunistas, o de tener puntos de vista o ideas antagónicas a las del estado norteamericano representado por el gobierno de H. Truman.
A través de un procedimiento de listas negras se puso en un estado de interdicción y se persiguió a políticos, intelectuales como la escritora Lillian Hellman, y su pareja, el escritor Dashiell Hammet, el científico Alger Hiss, al dramaturgo alemán Bertolt Brecht y a una cantidad de personas vinculadas a Hollywood como los casos de, Abraham Polonsky, Charles Chaplin, Edward Dmytryk, Larry Parks, Whittaker Chambers, Walter Bernstein y el director John Houston.
Todo este desenfreno concluyó en 1954 con la ejecución de los esposos Julius y Ethel Rosenberg quienes fueron sentenciados por haber entregado secretos nucleares a la Unión Soviética.
Es en este clima de caza de brujas con el advenimiento de la Guerra Fría cuando al mismo tiempo se comienza a vivir una época de surplus en lo económico, en virtud de la reestructuración que afecta a Europa y la dinámica expansión alcanzada por los EE.UU. durante y en el período inmediatamente posterior a la II Guerra.
Los llamados regulacionistas económicos sostienen que la Depresión del año 1929 ayudó a determinar el levantamiento de las "regulaciones monopólicas" que permitieron un crecimiento más estable después de la Segunda Guerra.
Así, en su conjunto, la acumulación intensiva y la regulación monopólica "Fordismo," en un período de persistencia y de estabilidad económica, en plena detente entre las superpotencias, es decir, entre la Segunda Guerra y hasta la crisis deI petróleo en 1973, permitieron un clima de estabilidad para el mercado capitalista. Esto, a su vez, permitió un marcado crecimiento e integración del mercado capitalista mundial, con el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevas industrias nacionales y transnacionales, que alcanzó en este período un nivel de crecimiento uniforme y sostenido.
Es justamente en este espacio de tiempo cuando surgen las bases de un verdadero proceso de globalización de la economía para los países que solidifican sus niveles de desarrollo, aplicando diferentes modelos para alcanzar altos índices de crecimiento y bienestar.
Es fundamentalmente en este período de expansión de la economía capitalista, cuando Estados Unidos adquiere definitivamente el rango de país líder, en el concierto de las naciones ricas del globo y de estado hegemónico para dirimir conflictos en su vasta esfera de influencia geopolítica, en su calidad de potencia nuclear avanzada.
Son los dólares norteamericanos, la divisa internacional que se ocupará y dará seguridad en los mercados "as good as gold." Será el poderío militar de esta superpotencia la que determinará políticas y guerras.
El 28 de agosto de 1949: la Unión Soviética detonará su primera bomba atómica, Estados Unidos había hecho explotar la suya en Alamogordo, New México, el 16 Julio de 1945. En sólo cuatro años se equipara el poderío atómico mundial y la Guerra Fría establecerá su nuevo escenario y un nuevo lenguaje será el que exprese el rigor de los acontecimientos.
La ampliación de los procesos de democratización y la incorporación de
las masas al consumo
Desde mediados del siglo XX, coincidente con el término de la Segunda Guerra Mundial, las diferentes corrientes de opinión que avalaban el sistema democrático, preferencialmente en Europa occidental, sostuvieron que los problemas de las democracias de los países desarrollados sólo podían superarse otorgándoles mayores espacios a los procesos de ensanchamiento democrático, es decir, con una participación de las masas más evidente y contundente, en el terreno político, social y también en el económico. A partir del inicio de la Guerra Fría (1947) comienza a cambiar el modelo.
Según Shumpeter (1957: 179) el crecimiento económico se asocia a la difusión de un número contundente de nuevas tecnologías y productos que invaden el mercado por todos sus contornos y generan expectativas que determinan las conductas sociales. Esta nueva era de expansiones, políticas, sociales, culturales y económicas está relacionada con la difusión de nuevos productos y fuentes de energía. Es justamente en este período cuando cobra fuerza el uso generalizado de la energía eléctrica, aparecen los materiales sintéticos, tales como los plásticos, las fibras textiles, la gabardina, se utilizan procesos más sofisticados en la producción, los motores turbo comienzan a desplazar a los motores a hélice, se experimentará abiertamente en cohetería con fines científicos y militares.
La industria de aviación genera nuevos prototipos, se hacen más sofisticados los armamentos que ahora tiene un carácter de destrucción masiva e intercontinental, surge una diversidad de productos de uso deméstico, mecanizados o electrónicos, la televisión se transforma en el ícono generador de íconos Se optimiza el uso de procesos tecnológicos, se implanta la producción en serie en las grandes empresas que a su vez internacionalizan su actividades productivas, trasladándose a la periferia del mercado para abaratar costos. La penicilina, se transforma en la medicina que curará males hasta ese entonces incurables y endémicos. La estandarización (taylorismo) y la producción en masa provocarán una alza de la productividad.
La puesta en la escena de los fenómenos relacionados con el mejoramiento de nuevas tecnologías, el aumento de los niveles salariales de las grandes masas y los sofisticados procesos de difusión harán posible el consumo masivo y alcanzará su esplendor entonces, la sociedad de consumo.Las grandes masas incorporadas a los procesos productivos, expuestas ahora a avances tecnológicos y a la aplicación de políticas keynesianas, es decir racionalización de políticas económicas por parte del Estado a través de la introducción de mecanismos correctores para disminuir las desigualdades, permitieron a la gente incorporarse al consumo y a gozar de un mayor tiempo libre.
¿Cuáles fueron las causas que motivaron o dieron pie a estos cambios cualitativos?
Aumentan índices de participación de las masas respecto de las
contingencias nacionales e internacionales. (cultura de masas).
Aumentan los niveles de expansión económica del capitalismo (se consolida la globalización del mercado capitalista, y se integran las masas al consumo)
La televisión revoluciona las comunicaciones. Comienza la era de la
imagen masificada
Surgimiento de los modelos de bienestar en las economías desarrolladas.
Mejoran las condiciones laborales y salariales (empleo pleno)en los países
ricos
Efectivización de las burocracias. Se especializan los sistemas de
administración.
Utilización de nuevas tecnologías en la producción y en los servicios (comienza la era de las ordenadores)
8 Nueva y consistente migración del campo a la ciudad.
9. Las mujeres se incorporan masivamente al proceso productivo
10. Mejoramiento de los sistemas educativos y sanitarios.
11. No hay períodos de crisis sostenidas en los países desarrollados.(proceso
de acumulación sostenida).
12.Utilización de nuevas fuentes energéticas en la producción y a nivel masivo
(nuclear, eólica).
En términos reales, el mejoramiento de los estándares de vida, el proceso de masificación de oportunidades y derechos, la vertebración y multiplicación de los aparatos de servicio, el ascenso de grandes grupos de personas a múltiples tareas bien remuneradas, el acceso de las mayorías a bienes de consumo, la estandarización de la cultura de masas serán elementos o fenómenos que intermediarán la vida ordinaria de los individuos.
La televisión como señala J. Habermas (1990: 137) es otro de los fenómenos que nos enfrenta a una multiplicidad de experiencias y acerca lo distante a nuestra intimidad, a través de un proceso de transversalidad. La televisión no sólo nos envuelve en su universo iconológico, también mediatiza la concepción que hasta ese momento teníamos y que tendremos del mundo que nos rodea, al reestructurar las relaciones entre lo público y lo privado.
Samuel Huntington en su libro El choque de las civilizaciones", (1989: 76) que se refiere a las relaciones internacionales en el mundo actual señala que "la política mundial está siendo reconstituida de acuerdo con los límites culturales y de las civilizaciones. Lo que los occidentales consideran una integración global benigna, como la proliferación de los medios de comunicación, la constitución de Internet otros lo perciben como el avance desmedido de la opresión de occidente".
En pleno vigor de la Guerra Fría, en éste sórdido período de "impaciente" tranquilidad se había logrado, sin mayores problemas racionalizar la pobreza, atribuyéndola a factores endémicos, casi raciales.
Los países ricos habían adoptado una actitud de culpa puritana, pero que, sin embargo no les quitaba el sueño, el hambre del llamado Tercer Mundo que se hacía incontrolable por la explosión demográfica. Se le atribuía un carácter casuístico y peculiar a la crisis energética: un grupo de jeques atrevidos en una afán de soberbia musulmana, desafiaban al histórico Occidente. Una simple pedrada de un nuevo David que golpeaba a Goliat, pero que no lo tiraba al suelo.
De la misma forma espontaneísta se trataba de explicar los períodos de sequía, las inundaciones y a otras catástrofes recurrentes. Se le atribuía un carácter cíclico y manejable a los desequilibrios económicos internacionales, debido a factores de imprevisión y sobreacción. La ineficiente y defectuosa aplicación de la técnica generaba los daños al medio ambiente y se morigeraba las enfermedades psíquicas y psicosomáticas como expresiones que corresponden a los niveles de desorden que puede generar el progreso .
El crecimiento acumulativo mundial experimentado por las economías fuertes del mundo habilitado en los años de comprendidos entre el inicio de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín hizo variar substancialmente la relación de poderío en el mundo.
El colapso de la Unión Soviética y del "bloque socialista" puso término abruptamente a la Guerra Fría y de esta forma desmanteló el eje de equilibrio de fuerzas entre la URSS y los Estados Unidos, lo que trajo como consecuencia el epílogo de la confrontación de bloques: este-oeste. Este nuevo escenario surgido en forma súbita generó una secuela de hechos relevantes tanto políticos, económicos, sociales y geopolíticos en el mundo entero, que significó, y aún provoca incidencias, un reordenamiento de las relaciones transhemisféricas y geopolíticas mundiales. En este escenario transfigurado, Estados Unidos quedó como única potencia militar del mundo post industrial.
Las características de la primera petrocrisis: 1973
La llamada "crisis de la OPEP", que surgió cuando los países petroleros más importantes que vendían su producción de hidrocarburos en el mercado internacional decidieron establecer una organización que los agrupara con el propósito de remontar los precios del producto, que desde inicios de la crisis deflacionaria mundial, 1929, se habían mantenido por debajo de los 20 dólares el barril de crudo, esta medida desató una nueva etapa de desequilibrio de proporciones en la economía mundial.
En 1973, los países integrados a la OPEP, a través de un acuerdo aumentaron en más de tres veces el valor del barril de crudo. Al mismo tiempo, para evitar la acción mediatizadora de las grandes empresas internacionales, en los procesos productivos, tras el control de los precios, nacionalizaron las concesiones.El impacto del shock generado por la acción de la naciente Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, originó un desequilibrio en la estabilidad de las, hasta entonces, sostenidas y aún crecientes economías de los países desarrollados Las características que particularizan la crisis fueron:
Abarratomiento de mercancías por escasez de mercado (estancamiento).
Multiplicación del precio del oro (veinte veces su valor en la década).
Primeros indicios de una crisis bursátil seria (las colocaciones disminuyeron).
Los precios del petróleo alcanzan niveles exhorbitantes y por ende los
valores de la energía en general.
Adopción de medidas proteccionistas en países industrializados, para hacer
frente a la crisis.
Caída del sistema de empleo pleno de las economías fuertes del mundo.
Desequilibrios inflacionarios en la totalidad de las economías desarrolladas.
Crisis monetaria y de convertibilidad de las monedas por exceso de
especulación en los mercados y por desplazamientos gigantescos de dinero
de un país a otro.
Decrecimiento de las inversiones en los mercados por crisis de confianza.
Inicio del desmantelamiento de las estructuras de las sociedades de
bienestar
Cuadruplicación de los precios de las materias primas en el mercado
Internacional.
Pánico generalizado en los centros financieros ante una hecatombe
económica que pueda derivar en una nueva guerra mundial.
Primera reacción de consciencia pública sobre la finitud de los recursos
naturales y de la capacidad del mercado como elemento reparador de
desequilibrios.( hace más de doscientos años Adam Smith había reparado
en éste fenómeno).
Los efectos de la crisis generan una predisposición, en ciertos sectores de la administración elitista de los estados industriales a controlar las márgenes del desarrollo y a cederle espacio, en las determinaciones centrales del aparato económico, a los grupos económicos de mayor relevancia y a otros clanes de expertos y burócratas de la adiministración, con el fin de reequilibrar los niveles de desarrollo. No obstante la aplicación de estas políticas de cesión, subsiste la pugna, con una fuerte carga axiológica, entre los sectores vinculados a los estamentos populares, tratando esencialmente de mantener el rumbo de sus proyectos modales de desarrollo social.
El temor a colapsar de las administraciones gubernamentales de los países industrializados, obliga a claudicar a las cúpulas políticas ante la presión de las elites económicas. La disyuntiva entonces es, o mantener el ritmo creciente de los modelos de bienestar que son cada vez más difíciles de sostener por los estados ante la merma que han sufrido los presupuestos nacionales debido a la crisis, o aplicar medidas restrictivas que significan, entre otras cosas, entrar en una política de coadministración con los detentores del aparato productivo, financista y especulativo.
Las primeras medidas que aplican los gobiernos en este sentido, a finales de la década de los setenta y a comienzos de la de los ochenta, consisten en aligerar la carga impositiva a los empresarios, aumentar los regímenes de prestaciones a la pequeña, mediana y industria, disminuir los aportes sociales, corrección de los padrones cambiarios, lo que en términos reales significó devaluación de las monedas nacionales, para hacer más competitiva la producción local en el mercado internacional.
A contrario sensu de lo que se esperaba, una gran parte de las naciones industrializadas aplicaron políticas restrictivas respecto a productos extranjeros. La aplicación de estas medidas generó una profundización de la crisis en el mercado internacional, porque adquirió matices que la asemejaron a la gran debacle deflacionaria de finales de los años veinte Esta situación coyuntural generó un serio revés a las políticas regulares de los partidos políticos tradicionales, vinculados a los intereses de los grupos subalternos de la sociedad. Sus estructuras basales entraron en conflicto con los sectores regentes al permitir compromisos supuestamente beneficiosos para los estados, pero perjudiciales para los equilibrios sociales.
Las grandes masas comenzaron a perder, poco a poco, la confianza en los proyectos políticos propagados por los partidos tradicionales, debido a que en lugar de asegurar las bases del desarrollo, tranzaban abiertamente con los agentes del gran capital financiero internacional. Durante más de un siglo los socialdemócratas europeos habían sentado una tradición de lucha en contra de los sectores monopolistas y financieros del viejo continente.
Si bien es cierto que después de la Segunda Guerra Mundial entraron en compromisos con los dueños del aparato productivo, en aquellos países donde lograron tener acceso a los niveles de decisión del gobierno, en estos proyectos, hasta finales de la década de los setenta, siempre estuvieron presente las demandas en pos de la consecución de una sociedad de bienestar y posteriormente la mantención de ella. Por lo general, en casi todos estos países se llegaron a acuerdos entre las tres partes básicas que integran el aparato productivo, el Estado, los empresarios y los trabajadores.
La percepción apocalíptica que tenían una gran parte de los tratadistas del pasado, influenciados por la Escuela de Frankfort, respecto a la destrucción social debido a que los individuos respondían al modelo de una persona desintegrada que no podía prolongarse en el tiempo por escisión psicológica y que terminaba conduciendo a un inevitable colapso mundial, comenzó a perder fuerza en virtud de los cambios que operaron en la humanidad a partir de la década de los 60. Ya a finales de ese período comenzaba a entronizarse una nueva época en este tipo de relaciones, donde las cúpulas dirigentes, los sectores regentes, los grupos de expertos, los estamentos especializados de los estados, se comenzaban a poner de acuerdo entre sí, tras la búsqueda de soluciones temporales.
La dinámica del mercado, los vaivenes de las bolsas de valores y la volatilidad de las colocaciones y el trasiego dislocado de los capitales de un país a otro, provocaban un clima de permanente incertidumbre en las superestructuras por lo que comenzó a ser imposible adoptar políticas de largo plazo, y de proyección duradera y definida
Esta exagerada circunstancialidad de los hechos desarticuló los viejos artificios y entramados políticos y sociales, sin embargo, dio paso a que en la búsqueda de soluciones parciales y tecnicistas se arribará a imperativos continuos y generalizantes que dieron paso a un incipiente ánimo de globalización.
Como señala Jost Herbig en su libro "La evolución del conocimiento del pensamiento mítico al pensamiento racional" (1996. 98) :"En ese mercado, que hace del conocimiento una mercancía intercambiable a conveniencia por dinero y, dentro de ciertos límites, acumulable, el que se produzcan esas conexiones globalizadoras sorprenden menos que la saña con que los especialistas se empeñan en ignorarlas"
5. Diversificación y valor de intercambio
La diversificación del sistema productivo y la especialización de las armazones burocráticas, a partir de la llamada Golden Age, Edad Dorada del capitalismo, que se intensifica con el comienzo de la Guerra Fría, fundamentalmente en los países industrializados determinó que el valor de uso fuera reemplazado por el valor de cambio y este a su vez en la expresión cualitativa y conceptual que tiene el valor de intercambio. Es decir, en este período queda claro entonces que el mercado es el ente regente superior, que determina el verdadero valor de las cosas y no la necesidad real que se tiene de ellas.
El consumidor se transforma en consumista y ha quedado preso en los entramados de las entidades conceptuales, por no decir directamente, en las trampas que le ha tendido el mercado y los organismos que lo sustentan, lo promueven y lo proyectan.
Es en este período también cuando la familia se transforma en una entidad productiva menor, que funciona como una célula social más en un gran tejido societal que esa determinado por la conceptualidad y regencia de un mercado capitalista moderno y vigoroso en plena expansión.
6. Sociedad estandarizada y cultura social
En la cultura industrial según la visión de T. Adorno y M. Horkheimer (1994:178 y 199) el individuo se transformó en una simple ilusión por la estandarización de los medios de producción. Su aceptación dependía al mismo tiempo de la forma como mantenía, su completa identificación con el sistema, sin cuestionarlo.
Por ello entonces es que el principio de individualidad, como dicen los mismos autores, siempre ha estado lleno de contradicciones. Por una parte respecto a una búsqueda de identidad en relación con el grupo y por otro lado a responder a los requerimientos impuestos por la maquinaria del consumo.
Lo concreto es que la individuación nunca ha sido alcanzada realmente porque el individuo al mismo tiempo que siente la necesidad de identificación con un grupo, con una especie, con una etnia ha debido renunciar a ciertos automatismos animales, a caprichos pulsionales y a una gran dosis de barbarie para funcionar en la sociedad que prospera.
A partir de estas exigencias y en el camino de la auto preservación, en el sentido de grupo, cada uno de nosotros ha debido adecuarse o aceptar, en la sociedad en que vivimos, la incorporación a diferentes niveles de estratificación y a asumir una función especificante que más que otorgar dignificación nos permite actuar socialmente.
El desarrollo de la tecnología y con ello, el avance de las necesidades que se plantea el individuo, como persona privada o como grupo ha determinado la generación de una sociedad más intrincada en cuanto a su armazón.
Sin embargo, la sociedad en su conjunto ha seguido manteniendo claros rasgos de fragilidad e indefinición para la mayoría en cuanto a los motivos que constituyen sus propósitos de esencia y de existencia.
El sistema democrático es el coeficiente resultante de una cantidad innumerable de experimentos que no tuvieron por objetivo el resultado óptimo que favoreciera a la totalidad o la gran mayoría de sus individuos sino el más adecuado. "La democracia no es perfecta, pero perfectible y preferible" señalaba, FD Roosevelt , refiriéndose a las irregularidades y desequilibrios que ésta tiene en relación con los individuos que la conforman.
Por ello que la definición meramente funcional de la democracia la expone como:
1. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
Sobre los valores democráticos tradicionales, igualdad, participación y desarrollo individual Peter Bachrach (1973: 28) opina que la teoría elitista exagera al suponer que, por todo lo expuesto, no es posible otra forma de gobierno democrático. El autor confía en las bondades del sistema democrático, el que a su manera de ver la realidad política de las naciones contemporáneas, se antepone de plano al elitismo.
Esta visión del mundo corresponde a un compacto set de valores, creencias, actitudes que forman o conforman la percepción de la elite de gobierno y previene la ocurrencia de profundas divisiones.
Los miembros de la elite se ponen de acuerdo sobre los postulados básicos respecto del sistema de la libre empresa tomando en cuenta profits, la propiedad privada, la distribución desigual de los réditos del capital y sobre el uso de los recursos obtenidos por el aparato estatal para atender la salud, tiempo libre y educación de la población. La concentración del capital y las ganancias quedan en manos de un grupo diferenciado conocido como the private economic power.
Una investigación hecha en 1994 por el catedrático Thomas Dye de la Universidad de Florida y publicada en su libro Who's Running America? The Clinton Years (1995) dio resultados que sin bien es cierto son sorprendentes por las cifras que arrojan, corresponden a una realidad que hasta ser conocida en cifras era un secreto a voces. El 54 por ciento de los líderes corporados top y el 42 por ciento de los más destacados miembros de la clase política norteamericana recibieron su educación profesional en doce de los más relevantes centros de enseñanza superior, entre los que se cuenta a Yale, Harvard, Princeton, Stanford, UCLA etc.
En la regencia absoluta del sistema democrático de clases, la democracia no era necesariamente el tipo de gobierno más equitativo y representativo de los intereses populares ya que para alcanzar ese necesitaría de un equilibrio, no sólo en lo político, sino que también en lo económico, en lo socio cultural y respecto a las oportunidades que tiene el individuo en el todo social.
Como concepción extrapolar el elitismo, como concepción política, vendría a ser el gobierno de una minoría considerando que elite sería un término que designa a un grupo minoritario o estrato que ejerce influencia, autoridad o poder determinante sobre otros grupos.
En términos de mi propia concepción elite funcional vendrían a ser, las capas o grupos que integran a los sectores más competentes de líderes, formales e informales, los que en virtud a su capacidad de decisión, manejo o intermediación tienen una gran influencia en la estructura social, política, administrativa, económica y cultural y que están en condiciones de elaborar, determinar, propagar o aplicar, normas, conductas, o/y valores dentro del todo social, a nivel local, nacional o internacional.
La acción de las elites en la sociedad diferenciada, no es la misma que tenía la elite en la sociedad tradicional, ya sea ésta, la de la etapa feudal, agraria, preindustrial, industrial o urbana/moderna, que está vinculada fundamentalmente al poder, su ejercicio y perpetuación. Las elites funcionales están motivadas también por el interés común.
Sobre este particular Bachrach reflexiona asumiendo la postura tradicionalista para definir el papel de la elite y contraponerla a la democracia. El elitista - según esta visión- tomaría sólo en consideración la opinión de una minoría, como la más coherente, responsable e importante mientras que el demócrata sometería la suya a la voluntad de la mayoría.
La concepción tradicionalista del elitismo desde Jefferson en adelante identificaba la aplicación del bien común con la opinión de una minoría superior y responsable. La elite tradicional imponía su jerarquía, por la fuerza de la decisión o por la fuerza instrumental.
Para Bachrach, (1973 : 68) el valor de la igualdad sigue siendo el elemento que más diferencia a los elitistas de los demócratas. No obstante eso, el tratadista se quedó con una visión tradicionalista respecto del antagonismo elite v/s democracia.
Bachrach no vio como el desarrollo de las sociedades del período de la alta mecanización y de la superproducción industrial devinieron en democracias con complejos entramados burocráticos y normativos, lo que significó que los expertos, los intermediarios, los asesores de la administración y los agentes fiscalizadores y de control se transformaran en elites funcionales.
La regencia de elites comienza en esta etapa de excesiva burocratización, es decir con la compleja maraña institucional e ideológica que envuelve al régimen democrático para adoptar, implementar y ejecutar sus decisiones, es decir el mismo sistema que se contrapuso, por razones de totalitarismo, a la generación de entes jerarquizantes, buscando su propio perfeccionamiento en el equilibrio de los intereses que permitieran una mayor participación de los individuos y de los grupos en los procesos de estado, abrió camino a la conformación de las elites funcionales.
El autor hace una serie de reflexiones en torno a la interrogante sobre qué se entiende por política en sí. Respecto a este punto, el analista citado establece que si la política atañe solamente al dominio de las decisiones de gobierno, hay que darle la razón a los elitistas, porque aquí es importante la tarea específica que realizan los especialistas, los intermediarios del poder, quienes cumplen una labor interpretativa, específica que no puede llevar a cabo cualquiera persona sin la peculiaridad de ciertos conocimientos. Bachrach propugna la iniciativa vigente de que estos mandatarios pueden ser elegidos en forma periódica por el sistema de simples mayorías, sin que se alteren los proyectos de representatividad democrática con esta medida.
Por otro lado, si la política se toma desde el punto de vista de la determinación y puesta en ejecución de decisiones, que tienen su impacto en la sociedad en general, en un sentido colectivo, entonces habría que adoptar un criterio que sirva para normar y definir los valores y el sentido que se le otorgará a la jerarquización instrumental de su aplicación en el plano real.
Los viejos esquemas elitistas, vinculados preferencialmente a la elite del poder político/económico intentaba reducir el ámbito político a la gestión de gobierno. En un contexto tan reducido y pedestre, la política se relacionaba con la dictación de normas relacionadas con el modus operandi de como se tomaban las decisiones, teniendo como sustrato conceptualizador el truismo de que la masa no tiene la capacidad para ser parte de esta etapa constructiva: tomar decisiones.
El desarrollo y amplitud del marco democrático en una sociedad que adopta los principios de la modernidad en sus instituciones, exige que el poder tenga una expresión participativa real entre sus individuos para que éstos no sólo tengan la posibilidad de elegir o ser elegidos sino que también sean actores informados a cabalidad de lo que acontece y se planea en esa realidad.
Esa calidad de ser informado constituye el mecanismo mínimo de poder de que puede estar dotado cada individuo en sí y que le permitirá ser un personaje que dilucida y decide libremente y que colabora a hacer democracia diariamente.
7. El espacio ciudadano
El espacio compartido por los grupos que conforman una sociedad es otro de los tópicos que preocupan a los analistas sociales modernos Habermas por ejemplo propone un sistema ético donde se subsanen las diferencias a través de su entelequia a la que denomina acción comunicativa y también mediante su ética del discurso. Al igual que Marcuse, Habermas sostiene que mediante la utilización de la ciencia y la tecnología se puede alcanzar la liberación del ciudadano.
Los elementos correctivos de carácter político o ético, que proponen algunos autores para supuestamente superar las diferencias no son suficientes debido a la contracción permanente que ha sufrido el espacio público, es decir la reversión social que continúan generando los sistemas de dominación que ejercen los grupos de poder y en especial las elites funcionales.
Debido a la excesiva privatización de los espacios públicos, como consecuencia de la mercantilización de la sociedad, sobretodo con posterioridad a la Revolución Industrial, y como corolario de éste proceso, la ramificación de los aparatos sociales, llámense sistema burocrático, cuerpos legales, entidades públicas y privadas etc. el individuo ha perdido su locus territorialis y ha tenido que contreñir su amplitud geográfica y social.
Es decir, ha tenido que transformar su ethos en la reducción del espacio social, en la disminución de hábitat y las fronteras a las que se le somete, no han sido pactadas, ni democráticamente definidas. Muy por el contrario, han sido determinadas primero bajo el arbitrio del poder feudal, posteriormente en virtud de los primeros tratos del mercantilismo colonial, tanto en las capitales como en los arrabales geográficos y finalmente, en nuestros días, bajo la férula del mercado monopolista y acumulador del siglo XX.
Hay algunos autores que hablan de la necesidad de aumentar los procesos de desfronterización, con un marcado ánimo acrático, es decir derribar los muros, tanto institucionales como conceptuales, que encierran a las sociedades post industriales. Habría que desencadenar a los individuos de cripta y volverlos a transformar en individuos de ágoras, en un sentido más que metafórico.
Supuestamente el ejercicio de la ciudadanía involucraría una suerte de artilugio conceptual que permitiría homogeneizar las diferencias, ya que en la sociedad post industrial o tecnológica, debería haberse expresado también el desarrollo que la sociedad logró en cuanto a avances técnicos y científicos.
Lo cierto es que de alguna forma ha ocurrido lo contrario, porque si bien es cierto que se reconoce parcialmente el ejercicio de la diversidad, en los archivos conceptuales y en la visión paradigmática que la misma sociedad tiene sobre sí y mantiene, en la mayoría de los casos no se reconocen los espacios donde está debería ser ejercida, debido a la contracción del espacio individual
En el seno de la sociedad post industrial la ciudadanía se circunscribe más que nada a una expresión electoral donde el individuo común ejerce una periódica e hipotética posibilidad de manifestarse públicamente a través del sufragio. Sin embargo, cada vez más su rol ciudadano está supeditado a ciertas arquetipos normativos que están determinados por la acción de maquinarias políticas sujetas a su vez al poder y sus diferentes formas y articulaciones.
Maier por su lado expresa buscando una fórmula que alquile un espacio extra a la expresión multiforme de la ciudadanía que ello "significa reafirmar los compromisos con la inclusividad cívica y no simplemente con la etnicidad; evitar refugiarse en el proteccionismo; fomentar proyectos y lealtades internacionales comunes más allá de una afinidad étnica o incluso cultural" (p. 63).
Balibar por otro lado asume esta tarea como un esquema formal ejemplar de la subjetividad política. Para él debe existir una bipolaridad de sometimiento y resistencia porque el individuo no es sólo aquel que convoca la ley, sino que también conválida la ley (p 11).
Arditi establece que la referencia a lo universal es ineludible si se quiere establecer un terreno propicio para consensuar y someter a arbitrio colectivo el intercambio o la negociación política entre grupos particulares.
Negociar, señala Arditi presupone, por un lado, que hay una disputa que divide a las partes y, por otro, que esa disputa no impide lograr un acuerdo respecto a sus respectivas reclamaciones.
Esto indica, según sus conceptualizaciones sobre la aplicación de lo ciudadano que antes que nada, aún tomando en cuenta la disputa, la división entre las partes es irreductible, con lo cual es imposible pensar o en la pretensión de llegar a una sociedad reconciliada. Toda negociación obliga a invocar un espacio compartido que debe ser construido en el proceso de negociación.
O sea, consensuar involucra incorporar algunos elementos que van más allá del ámbito de las particularidades, tanto de los sujetos como de los temas aludidos. Asimismo, deja de manifiesto que no son ajenos a la consensualidad, la orientación y magnitud de las normativas o discursos utilizados en proceso de intercambio entre los sujetos comprometidos en un contexto ciudadano definido.
8. Weber y la teoría de la dominación
Weber vio claramente que muchos de las características de la Sociedad Occidental, estaban siendo socavadas por la racionalización o estaban siendo conducidas hacia los propósitos de la racionalización.
Al definir la base teórica de sus postulados Weber se encontró con que habían ciertos elementos generales que podían extraerse de la aplicación de la acción social, allí encontró que la dominación era un soporte basal: "dominación, en un sentido general es uno de los elementos fundamentales de la acción social. Por supuesto, no todas las formas de acción social revelan una estructura de dominación, Sin embargo, en una gran parte de la variedad social, donde se aplica la acción de dominación, tiene un rol decisivo, aún cuando no sea perceptible a simple vista".
Los postulados teóricos de Weber tienen dos facetas importantes, por un lado, el desarrollo de las categorías universalistas que son aplicables a todas tipo de sociedades y por otro, la indicación de diferenciaciones, entre estructuras históricas y contemporáneas que ayudan a esclarecer las características distintivas de ellas mismas.
En cuanto a las relaciones que establece el individuo con su entorno están se desarrollan en el seno de una comunidad que está determinada o es el propio estado. Sobre este tópico Weber sostiene que "un estado es una comunidad humana que detenta el monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio determinado".
"Como en el caso de las instituciones políticas precedentes históricamente, el estado es la relación de hombres que dominan a otros hombres, una relación que se sostiene por medio de la legitimación de la violencia". (Weber, 1970: 78).
En un comienzo Weber definió la dominación o Herrschaft como la "probabilidad de que una orden, con un contenido especial, sea obedecida por un grupo determinado de personas"./ Weber (1978:53)."
El mismo autor en otro acápite fundamental de su teoría del poder expresa que "lo medular está en el hecho de que en un caso determinado, la exigencia particular de legitimidad es de una gran relevancia y en base a su naturaleza, tratada como válida.
Este hecho confirma así la posición de las personas que demandan autoridad y ayuda a determinar la elección de medios para su ejercicio" (Weber, in Runciman, 1978: 214).
En términos de la aplicación y la hipotética validez de los mecanismos de dominación podemos articular por nuestra parte, que la guerra no sólo viene a ser un mero acto de carácter político sino que también un instrumento de política fáctica como lo diría Von Clausewitz, refiriéndose a la continuidad que tendría el llamado "comercio político", durante un período de hostilidades, donde se hace uso de cualquier medio para alcanzar los objetivos propuestos por los bandos combatientes.
9, Monopolio en el uso "legítimo" de la fuerza
"El derecho de dominación en nombre de la autoridad establecida puede hacer uso de la fuerza o de violencia en caso de necesidad, ya sea para mantener el orden interno con las ventajas que estas acciones traigan consigo, o para defender la comunidad frente a una amenaza externa". (Freund, 1968: 221).
Weber en la construcción de su teoría de dominación sostiene que, "Herrschaft no significa que una fuerza superior se hace valer asimismo, de uno u otro modo: más bien se refiere a una contundente interrelación entre las ordenes dadas y quienes las obedecen, para que pueda ser calculado el efecto de las expectativas de la acción orientada hacia ambos lados". (Weber, in Runciman 1978: 1378).
En un sentido globalizante, casi todos los sistemas éticos pueden dividirse en dos grandes grupos, de acuerdo a la visión weberiana. Sobre este particular sostiene lo siguiente :
Existe la ética heroica que impone a los hombres exigencias de principios, respecto de los cuales, ellos, por lo general no son capaces de hacer justicia, excepto en ciertos niveles preponderantes de sus vidas, pero que les sirve como hito que demarca el camino de lucha sempiterna del individuo.
También existe la ética de los significados, cuyo contenido acepta la naturaleza diaria de los hombres como una posición máxima de las exigencias que ellos pueden hacer .
Brubaker señala por su parte, que tanto en la teoría weberiana, como en los planteamientos éticos de Nietzche, son escasos los individuos que tienen éxito de llegar a ser creadores de sus propias personalidades, en materias de alto significado humano y en términos de dignidad respecto de sus vidas, porque todo queda empantanado en un flujo irresoluto de lo meramente natural. En ambos casos la redención no existe.
Se hace necesario desarrollar una teoría que tome en cuenta los factores sicológicos que afectan la realidad social donde se desenvuelve el individuo para evitar que todos aquellos elementos que distorsionan sus potencialidades y su desarrollo, permitan el antojadizo ejercicio de entramados de dominación, que apuntan a satisfacer los intereses de poder de uno o varios grupos en la sociedad, por sobre los requerimientos individuales.
Los individuos de cualquier comunidad, fundamentalmente las modernas, están expuestos a factores y mecanismos funcionales, tales como rutinas, prácticas, ejercicios que generan dependencia materiales, sociales o sicológicas que hacen posible que la verticalidad de las relaciones sean más aceptadas que la simetría del poder.
La aplicación de los diferentes modelos de dominación en los individuos, como grupos o comunidades generan conductas distorsionadas que alteran el desarrollo de la sociedad misma. Según Connerton, esto trae como consecuencia una concepción de emancipación, que encierra un proceso de auto-reflexión, en individuos y grupos, orientada a conseguir la liberación de los esquemas de dominación.
Lo contradictorio, es que las elites conformadas por los sectores más individualistas de la sociedad son aquellas que aplican modelos más restrictivos a las mayorías que quedan bajo su designio. Estas jerarquizan, verticalizan su acción para someter y restarle movimiento o posibilidades a los grupos subalternos.
Desde una perspectiva existencial, la dominación, debe dejar en claro la dualidad existente entre uno mismo y la experiencia.
La identidad se concreta sobre la reflexión que se hace de la experiencia. Si nos enfrentamos al individuo como una dualidad entonces, este no se preocupará de reconstruir el mundo de manera de sostener una identidad que asegure un sólido sentido de sí mismo.
"Cuando la existencia social es tomada desde el punto de vista empírico como una realidad dual, la separación del individuo de la sociedad genera una orientación de carácter instrumental, material en la cual las relaciones sociales son tratadas como un recurso de auto-aseguramiento" (Knights & Willmott, 1983: 41).
Louis Althusser desarrolló una propuesta ideológica más elaborada de la teoría de la base y superestructura (theori de la base-superstructure ) para explicar las causas que impidieron que se dieran las condiciones para una revolución como las concibió Marx en la sociedad industrial, tomando como base las contradicciones que genera, el sistema de clases sociales a partir del modo de producción capitalista que permite la apropiación de plusvalía.
Althusser le dio preponderancia a la relación causa-efecto entre ideología y la base económica de la sociedad, donde una clase impone sus propios valores sobre la otra, En estos términos Althusser redefinió la ideología como un continuo conjunto de prácticas donde todos los grupos y clases participan.
Este modelo de participación que surge de la visión gramsciana de la hegemonía difiere de él en que hace aparecer el cambio social como poco probable, aunque no imposible.
La teoría de Gramsci que se basa en el alcance de grandes acuerdos consensuales entre los grupos más comprometidos con el cambio social a través de un compromiso histórico le asigna, sin embargo un papel de mayor preponderancia a la resistencia respecto de las influencias dominantes que ejercen los grupos hegemónicos sobre los estamentos subordinados de la sociedad.
"La división de los poderes y toda la discusión emanada alrededor de su realización, así como la dogmática normativa legal surgida de su advenimiento, son el resultado de la lucha entre la sociedad civil y la sociedad política, en una determinada coyuntura histórica, con un cierto equilibrio inestable de clases, determinado por el hecho de que ciertas categorías de intelectuales (al servicio directo del Estado, en especial la burocracia civil y militar) están aún demasiado ligadas a las viejas clases dominantes.
O sea, se materializa al interior de la sociedad lo que Crocce llama <perpetuo conflicto entre Iglesia y estado> donde el aparato confesional es considerado el representante de la sociedad civil en su conjunto y el Estado el paradigma de toda tentativa de concretar en forma permanente una determinada etapa de desarrollo, una determinada situación.
En este sentido la Iglesia puede devenir en Estado y el conflicto puede manifestarse entre la sociedad civil laica y laicizante y el Estado Iglesia" GRAMSCI: Hegemonía y división de poderes"
Al hablar de la correlación de fuerzas Gramsci hace tres distinciones considerables:
Una correlación de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura, objetiva,
independiente de la voluntad de los hombres.
La correlación de las fuerzas políticas, es decir la valoración del grado de
homogeneidad, de autoconciencia y organización alcanzado por los diversos grupos
sociales.
La correlación de las fuerzas militares, inmediatamente decisivo en cada caso.
Gramsci reconoce la posibilidad de que se lleve a cabo el cambio social en el sistema capitalista. (Fiske, 176-178).
Foucault señala que el poder es una red múltiple de relaciones donde los individuos lo ejercitan y se someten a él indistintamente.
Las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de las redes sociales. No hay espacio imaginable donde no alcance la extensión del poder. Las relaciones que establece la aplicación de éste fenómeno están entretejidas entre sí, con otro tipo de relaciones como son las productivas, sociales, funcionales u orgánicas.
Todas estas relaciones se entrecruzan mutuamente, de allí que como dice Foucault no es posible entonces encontrar, una postura claramente dual o una dialéctica que nos ayude entender la relación entre dominadores y dominados. No hay posibilidades de sustraerse, de su acción totalizante, ni siquiera si se pretende adoptar una vía marginal como en el caso del deviante.
No obstante estas consideraciones, intentar colocarse fuera de las márgenes funcionales de las estructuras del poder no infiere ningún tipo de resistencia, sino sólo una forma de evitar confrontarse de manera directa y reconocer que se está permeado por él.
De acuerdo con éstos postulados donde existe la aplicación fáctica y operativa del poder siempre habrá la posibilidad de que se produzca resistencia. La resistencia surge por lo tanto como consecuencia del poder.
Foucault señala a este respecto que en la actualidad no es la clase dominante la que tiene el control absoluto sobre los medios de producción, porque son los expertos del poder, los que tienen el conocimiento, quienes comparten con otros grupos el control del entramado social.
Thomas Hobbes en su estudio de la función del poder se refirió a la teoría del contrato estatal, para definir las márgenes de entendimiento que debía surgir entre el estado y los individuos. Esta concepción considera que el individuo actúa por propio interés al ayudar a construir un estado poderoso.
En este sentido, la teoría de Hobbes expresa que el estado mismo se encarga por su parte de controlar a los individuos, usando la fuerza si fuere necesario o impidiendo de que éstos se dañen o destruyan a sí mismo.
Los individuos en tales circunstancias, aceptan la función, poderosa y benevolente del propio estado, partiendo del supuesto que tienen más que ganar, en esta coexistencia pacífica, que establecer una lucha perenne tras la consecución de una libertad sin límites.
La teoría del contrato social de Hobbes difiere de la propuesta de John Locke en el rol del regente "ruler". Mientras Locke sostiene que el gobierno es parte del contracto y puede ser depuesto si rompe con los términos del mismo, Hobbes se mantiene en la línea de que el gobierno está liberado de estas severas obligaciones contractuales con la gente. El "contrato" Hobbesiano pone el acento en la gente, que debe ajustarse y aceptar los dictados de su regente escogido o elegido, aún si este cae, o se desvía hacia en el autoritarismo.
En su famoso libro Leviatán, Hobbes tiene una visión esencialmente negativa de la naturaleza humana a la que describe como un estado de violento conflicto, producido por la pasión y animosidad que mueve a los seres humanos.
Su teoría del rol de los individuos en la sociedad está contaminada por el mismo tipo de valores. Según su concepción los individuos actúan juntos, por propio interés, sólo para soslayar o evitar que se plasmen las tendencias destructivas que ellos llevan consigo.
Por ello es que según Hobbes no es ninguna elección difícil, para ellos, renunciar a una parte importante de su libertad, frente a la seguridad que les proporciona el poder del estado: "debe someter su voluntad a la soberanía del estado" ( edic. Altschull, pág. 47).
10. Elementos que permitieron la estructuración social moderna:
a)Urbanización,
b) Educación,
c) Industrialización,
d) Aplicación de metodologías tecnológicas
e) Desarrollo económico
f) burocratización de los aparatos
g) Especificidad del Conocimiento
11 La sociedad jerarquizada y los factores que fomentan la división
de clases.
Habría comenzar diciendo en este segmento de la investigación, con mero afán de acuciosidad, que Marx consideraba la sociedad capitalista como una sociedad jerarquizada donde existían tres componentes básicos:
"Toda historia es la historia de la lucha de clases"
La última fase de la sociedad de clases es el capitalismo
El capitalismo encierra en su seno la semilla de su propia destrucción ("Das Kapital").
Según la visión estructuralista de Poulantzas, el estado no es una colección de instituciones y funciones sino un sistema de relaciones entre clases y sociedad (p.37 Ham and Hill).
Poulantzas sostiene que el estado está determinado ampliamente por las estructuras de la sociedad más que las posiciones que ocupan las personas en el poder estatal. De allí que las clases no deben ser consideradas como simples fuerzas económicas que existen fuera y en forma independiente del estado y capaces de manipular como instrumento debido a su influencia política
La influencia de ellas y de sus fracciones depende en parte de la estructura institucional del estado y de los efectos del poder del estado. Según su propuesta, la lucha de clases no queda confinada sólo a la sociedad civil, tomando como base la concepción gramsciana, sino que también se reproduce en el seno del mismo aparato estatal.
Poulantzas, sostiene al igual que Gramsci que la dominación política de clases en la sociedad capitalista descansa en una muy singular combinación de un consenso activo y debidamente articulado con diversas formas de coerción institucional.
El fraccionamiento económico de la burguesía, agrega, sólo es alcanzable a través de una acción coordenada y persistente del estado que puede ayudar a desarticular su unidad de clase y la de sus fracciones componentes.
Según el autor las funciones estatales: ideológica, represiva y económica están signadas de contradicciones, debido a que la lucha de clases tiene lugar en medio del núcleo estatal, aunque la clase dominante trate de imponer su hegemonía rectora.
Refiriéndose a las clases sociales Marx dice en la Ideología Alemana (p.60,61): "Los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos a otros, hostilmente, en el plano de la competencia.
Por otro lado, la clase se sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la forman, de tal modo que éstos se encuentran con que la clase les asigna su posición en la vida y, con ello, la trayectoria de su desarrollo personal; se ven absorbidos por ella".
Ahora bien, la afirmación, entre otros de Schelsky que aún existirían clases porque en la sociedad existen aparatos coordinadamente dominantes, imperativos que funcionan en una estructura piramidal y estratificada, tales como las iglesias, el estado, las instituciones empresariales, el poder de las corporaciones armadas. Todos estos entramados presuponen una relación entre grupos que están definidos en su actuar por relaciones de autoridad y poder
Según Helmut Schelsky las clases sociales están en un permanente relación de conflicto debido a la existencia de una distribución desigual de la autoridad, del poder, entre los grupos que integran una sociedad.
El mismo autor establece que aún persiste una distribución desigual en los aparatos de la sociedad post-industrial, no obstante, esta afirmación de ningún modo establece tanto la aplicabilidad de la teoría de clases y la diferencia tajante en todo sentido de calificar a la sociedad actual como sin clases.
Según la teoría marxista las clases sociales y los conflictos de clases están presentes o surgen dondequiera que se aplique en forma desigual la autoridad respecto de los estamentos sociales que componen una sociedad.
Las clases sociales en base a la teoría marxista son grupos multiformes inmiscuidos en intensos y violentos conflictos orientados hacia el cambio estructural y a un nuevo orden que les permita a los individuos alcanzar una igualdad en términos de oportunidades, económicas, sociales, culturales y recreativas.
Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que los análisis que se hacen a la sociedad post industrial en cuanto a su composición de clases dejan de lado una serie de factores que tienen que ver con el desarrollo experimentado por ella, fundamentalmente en el último siglo.
Quienes aplican el análisis marxista tradicional y ven la sociedad post industrial aún como una sociedad estrictamente clasista toman en cuenta solamente las categorías que caracterizan a este modelo.
Es decir, el conflicto entre capital y trabajo, las tensiones entre dominadores y explotados, la apropiación de la plusvalía por parte de los dueños del capital etc. dejando de lado, por lo general, las relaciones que han surgido, entre los diferentes grupos que componen la realidad, a partir del desarrollo que ha experimentado la sociedad en términos de avances tecnológicos, económicos, científicos y fundamentalmente en el proceso de ensanchamiento de las pautas de democratización.
1 En la sociedad inglesa el sigo XIX, el poder que tenían los dueños del capital, es decir los inversionistas, los industriales, los terratenientes, devenían automáticamente en poder político.
En Alemania sin embargo, debido a factores de carácter ideo-religiosos y al inveterado peso de la tradición, los dueños del capital, se mantenían constreñidos, por lo general, al ejercicio de sus empresas. El espacio público y político lo detentaban las elites políticas tradicionales.
2. Es difícil de definir como una nueva clase dominante (la capitalista) pudo o puede reclutar a los que pasarán a formar parte de ella sin movilidad social, sin movilidad entre las diferentes clases.
Parafraseando a Marx habría que señalar al mismo tiempo que a hasta mediados del siglo XX el aumento de conflictos en la sociedad capitalista se vio incrementado por la superimposición de autoridad y otros factores de status social, especialmente los derivados de las diferencias de salarios
Una forma de dominación en el sistema capitalista se establece a través de la diferencia salarial y la imposición que tiene el asalariado de sujeción laboral al existir una escasez de oferta laboral.
En las sociedades involutivas el trabajador acepta fundamentalmente las condiciones de trabajo en una seria desventaja, respecto a lo que sucede en una sociedad desarrollada donde existen leyes y acuerdos que lo protegen. Aquí, en este tipo de sociedades hay una clara correlación entre la distribución de autoridad y la estratificación social.
Un elemento característico de conflicto en las sociedades capitalistas tradicionales, no sólo proveniente de la extrema jerarquización y de la imposición de un sistema de status social estratificante, fueron la escasa mobilidad social, el difícil acceso a la propiedad privada, el autoritarismo, la yuxtaposición de conflictos y la ausencia de mecanismos y formas de mejorar los padrones y estructuras en vigencia.
Asimismo, se saturaban los caminos que pudiesen abrir las compuertas de la mobilidad social, económica y cultural ya que los grupos dominantes en la industria eran al mismo tiempo los grupos dominantes en el estado ya sea in persona, a través de miembros de familia u otro tipo de agentes intermediarios de las elites regentes.
Con el advenimiento de los cambios tecnológicos y la democratización de la sociedades desarrolladas los grupos subjetivados de la industria han desaparecido formalmente de la esfera de la autoridad política, aunque no totalmente desde el punto de vista de su influencia orgánica.
La empresa privada mantiene una relación de intimidad con los niveles de decisión estatal y para-estatales, lo que le permite incidir en las determinaciones que adopten estas entidades.
Este razonamiento todavía es aplicable a una parte importante de la sociedad capitalista involutiva tomando como base algunos de los niveles superiores de la división internacional de trabajo, cuya clasificación nos ayuda a esclarecer los registros estructurales de como la sociedad post industrial, aún mantiene una fuerte jerarquización debido a esta división laboral.
Sin embargo, es necesario definir que la división del trabajo en la sociedad tecnológica, no es de carácter meramente funcional sino, ocupacional y además geográfica.
Según la idea tradicional de la sociedad jerarquizada en clases, la lucha de clases surge cuando se fomentan o explicitan las siguientes condiciones:
Ausencia de mobilidad social, económica, o cultural. (Estratificación
severa)
(b) Jerarquización extrema y abusiva de los niveles de autoridad
(c) Difícil acceso a la propiedad privada,
(d) Los medios de producción están en manos de una minoría, que usufructúa
de los beneficios que proporciona su detención-
En las sociedades altamente estratificadas, fundamentalmente en los países infraestructurados se mantiene de alguna forma las distinciones tradicionales de rango, a pesar de que esas distinciones no guarden ninguna relación o correlación con funciones estrictamente económicas.
12. El trabajo improductivo que promueve la productividad del trabajo productivo.
La sociedad capitalista, sin lugar a dudas, es el sistema más dinámico y perdurable que ha tenido el siglo XX y que ha logrado preponderar por sobre cualquier otro modelo frente a las crisis que ha enfrentado y que padece aún la economía mundial desde la Revolución Industrial en adelante.
Los elementos constitutivos del capitalismo, sus mecanismos de funcionamiento, medios de producción, la producción, la circulación, el crédito, la puesta en el mercado etc. no están exentos de verse afectadas de anomalías o disfuncionalidades, por problemas de diversa índole, que a veces son difíciles de prevenir, detectar o evitar.
Lo cierto es que, cuando algunas o varias de sus partes se salen del proceso normal de funcionamiento, debido a un proceso de excesiva acumulación, suelen existir mecanismos reguladores de ajuste que lo vuelven a sincronizar y equilibrar su marcha.
Es la aplicación de estas medidas correctivas la que constituye la crisis en sí. El desajuste inicial, se va a reflejar posteriormente en cambios en la tasa de ganancias. Las características de estos cambios varían dependiendo de las condiciones coyunturales que enfrenta el proceso de acumulación.
La sobreacumulación y la crisis son dos elementos de tensión de carácter estructural que generan procesos acelerados de antagonismo social y competencia desigual en el mercado capitalista.
Los detentores de los medios de producción o de gran parte del aparato productivo, en situaciones como ésta, optan por reducir sus plantillas de trabajadores, desactivan los mecanismos de crédito y con ello reducen el endeudamiento.
Con la aplicación de estas herramientas de defensa, generan grandes desniveles en aparato productivo mismo como por ejemplo, retracción del mercado, escasez de circulante, reducción de inversiones, notables cifras de desempleo y un aumento de los márgenes de competitividad entre los propios trabajadores.
Sin embargo, en muchos casos los antagonismos no se expresan en forma abierta, sino que veladamente y tienen una resonancia en los niveles superiores de la estructura social a través de las mermas que sufren, primero sus economías y luego su propia sociabilidad. (conexión transversal).
13. Las teorías elitistas y su inserción en la sociedad de clases
Elite:
Usado para designar a un grupo minoritario o estrato que ejerce influencia, autoridad o poder determinante.
Elite : Según el diccionario de humanismo; elite es la más selecta, distinguida capa de líderes informales que se destaca dentro de cada grupo social o corporación, y que elabora y divulga valores éticos, estéticos, etc. y normas de conducta social dentro de su grupo.
El concepto circulación de las elites, en un sentido tradicional, pertenece a la autoría de Vilfredo Pareto, el investigador y politicólogo italiano de comienzos del siglo XX, quien sostiene que las elites son grupos autárticos ( fundamentalmente proveniente de las aristocracias locales) que no logran una prolongación indefinida en el tiempo. Todas ellas, producto de su propio desarrollo y de las pugnas que se suscitan tras la mantención en el poder, se ven afectadas, tarde o temprano, por el síndrome de la decadencia, relativamente rápida.
En su personalísimo enfoque Pareto intenta entregar algunas indicaciones para evitar, de algún modo, el decaimiento de estas instituciones, respecto a este tópico sostiene: "las aristocracias no pueden, por consiguiente, subsistir más que por medio de la eliminación de elementos degenerados y por la aportación de otros nuevos" (p. 33)" V. Pareto. "Escritos Sociológicos", Alianza Editorial, Madrid, España, 1987."
14. Las elites tradicionales
El modelo elitista tradicional de una sociedad supone la configuración de una estructura piramidal en la aplicación del poder. En el extremo superior se encuentra condensado
el poder, la toma de decisiones, es decir los niveles de mando de la sociedad. En la base de ésta pirámide están las masas subordinadas, que no tienen ningún poder de decisión.
Aquí se encuentran aquellos grupos que instrumentan, realizan o ejecutan las determinaciones emanadas de los niveles superiores o intermedios.
En las sociedades tradicionales es impracticable la ascensión a la parte superior de la pirámide por la densa e impermeable estratificación social.
La teoría elitista sostiene que las decisiones más importantes en las democracias liberales las toma y determina una sola elite regente y de ninguna manera es el resultado de una enconada lucha competitiva entre los diferentes grupos que componen la sociedad.
Según estos criterios, la teoría elitista establece que:
Dentro de todas las sociedades hay una o algunas articulaciones de elites contraloras del poder (powerful controlling elites). Al margen de cual sea la naturaleza del gobierno o del sistema económico, siempre existe una oligarquía que impone sus visión del mundo y su forma de hacer las cosas. Las masas no pueden y ni son capaces de gobernarse a sí mismas .
Esto significa que las elites siempre son una minoría, que controla una inmensa cantidad de recursos y que por su misma condición de regentes están bien organizadas y tienden a cohesionarse para detentar el poder. Por ello el poder está centralizado y dirigido por los miembros superiores de la elite regente.
Las elites emplean por lo general todos los medios necesarios para proteger y preservar el poder y para otorgarle relevancia a cada uno de sus actos que ratifican y legitiman esa autoridad. Las elites comparten en poder con otros grupos sólo y cuando es para propio beneficio. Nunca abandonan el poder en forma voluntaria
Para ejercer su dominio y regencia las elites emplean una variada gama de técnicas. Dominan el aparato económico, hacen uso de los aparatos represivos de estado: fuerzas policiales y militares, manipulan el sistema educacional y las mass media. Controlan por, concomitancia o coincidencia dominante el sistema judicial y generan estamentos que se encargarán de eliminar, activa o pasivamente a sus oponentes. También generan modificaciones conceptuales que favorezcan sus intereses si así fuese necesario.
Las elites señala R. Michels (Power in Modern Society, Westview Press, Oxford, 1962) usan todos los medios a su alcance para mantener su status de poder y satisfacer sus propios intereses o los intereses de sus estamentos agentes.
15. El poder tradicional en la sociedad piramidal de clases
Esta forma de poder que surge de la acción transversal de las elites, que enfrentamos diariamente en nuestro quehacer como individuos sociales, nos obliga a identificarnos en el todo social, estigmatizándonos, determinándonos en nuestra propia individualidad al imponernos una relación de causa-efecto que estamos obligados a reconocer y al mismo tiempo otros deben reconocer en nosotros.
Es como diría Foucault " una forma de poder que construye sujetos individuales. Hay dos significados de la palabra sujeto; sujeto a otro por control y dependencia y sujeto como constreñido a su propia identidad, a la conciencia y a su propio autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que sojuzga y constituye al sujeto".
16. La desaparición del elitismo tradicional
Govanni Sartori en su libro Teoría de la Democracia (Alianza, Madrid, 1988) sostiene una visión extrema respecto incluso de trabajos previos sobre el tema de la democracia. Adaptándose a los criterios formales de la teoría democrática de Dahl que plantea la democracia como una poliarquía. Sartori expresa que en una democracia no son justamente las minorías las que gobiernan sino las elites de la competencia.
Las elites tradicionales desaparecen con el desarrollo y la especificidad de funciones que demanda la sociedad industrial y comienzan a ser reemplazadas paulatinamente por elites funcionales que cumplen un rol específico en los diferentes estamentos de la sociedad contemporánea.
En un comienzo serán las oligarquías, terrateniente, industrial y financiera, las que conformarán la elite de las sociedades del pasado.
Sin embargo es conveniente observar la adaptación que sufrirán las oligarquías, en este proceso de desarrollo basado en la destrucción de su peculiaridad como clase tradicional y como estructura de poder. ¿Cuáles son los factores que incidirán en este cambio?
1 El crecimiento de la industria redujo la importancia de la oligarquía terrateniente
2 Readaptación de la base económica.
3 Mercado Común sirvió para alejar a los europeos de USA y de su plan Marshall.
17. S. Mills y la generación de las elites.
Según Wrigth Mills en su análisis de la función generativa que tienen las elites, éstas ocupan los puestos de comando superior en una sociedad. Esta posición le otorga a los detentores de estos niveles de mando una enorme autoridad por encima de no justamente los niveles gubernamentales, sino financieros, educacionales, sociales, cívicos, culturales y de otro tipo de instituciones funcionales. Un pequeño grupo puede y es capaz de tomar decisiones fundamentales que conciernen a la mayoría.
El poder del sistema de elite se ve realzado por la estrecha colaboración que se establece con el resto de la estructura social: o sea todo el aparato organizado de una sociedad que comprende sus organizaciones políticas, empresariales, educacionales, sociales, religiosas y militares.
18. Las teorías más recientes sobre la democracia
En la década de los 60 uno de los tópicos más recurridos en las grandes manifestaciones públicas de los jóvenes estudiantes, tanto en Francia, Alemania, Estados Unidos e Inglaterra era el de participación. Las exigencias estaban orientadas a ensanchar los espacios públicos y a dar le más cabida a los grupos marginados de la cosa pública. Es decir se pedía la masificación de la política, la democratización del poder y la socialización de los medios de producción.
En Francia y Alemania Rudy el Rojo exigía en las barricadas parisinas del Barrio Latino 'participación' y democratización de las estructuras. Durante varios días del épico mayo del 68, el gobierno de De Gaulle quedaba sitiado en el Elíseo, encerrado en el hermético y viejo orden bourgeois. Los ingleses rodeaban de nuevo Trafalgar Square y las estrechas avenidas de Berkeley, en California, se transformaban en escenario de humeantes barricadas .
Las revueltas estudiantiles tuvieron más relación con los textos subvertidores de Sartre, Merlo Ponty y las tesis de Mao que con las verdaderas exigencias surgidas de las masas populares. Las armazones políticas e ideológicas de la Europa Occidental y de los Estados Unidos, siguieron incólumes como columnatas de templos griegos
A finales de los 60 la expresión intelectual de la Guerra Fría había llegado a las calles de las ciudades más importantes de los países estructurados y se temía que el clima de confrontación se hiciera generalizado y alcanzara también a los sectores laborales. En las esferas teóricas de la democracia liberal urgía entonces llevar a cabo una revisión de los viejos paradigmas teóricos sobre la democracia.
Sin embargo las teorías que de allí surgieron no pudieron evitar mantener la esencia de la confrontación que dejó como impronta la Guerra Fría y la bipolaridad que de ella brotó, como necesidad reduccionista entre democracia y totalitarismo.
El connotado libro de Joseph Schumpeter Capitalismo, Socialismo y Democracia (1943) fue escrito antes del período de enfrentamiento Este- Oeste, y surgió como una revelada necesidad de equilibrio democrático en pleno fragor de la II Guerra.
El eje central del análisis de Schumpeter está basado en la noción de encontrar una visión democrática formal y utilitaria, es decir una teoría de los medios y de los fines. La democracia que el concibe, aún así, es una propuesta que no se relaciona con ningún fin específico.
Para él la democracia es un método político, o sea, un tipo de entramado institucional para alcanzar, complementar y consensuar términos y decisiones políticas, administrativas, sociales y legislativas.
Algunos consideran que el método falla al no comprometerse con fines altruistas o morales como la aplicación igualitaria de la justicia.
Schumpeter formuló su teoría de la democracia con la intención de estatuar un modelo que el mismo denominó como doctrina clásica de la democracia, como una forma de poder hacer análisis crítico de su estructura y poder detectar sus falencias y de esta misma manera encontrar soluciones mejores en su aplicación formal.
Las mayores críticas que se le pueden hacer al modelo Schumpeteriano están relacionadas con el papel que juega la gente en su función como decision makers y también respecto de la utilización de los espacios de participación ciudadana ya que ambas propuestas están basadas en entelequias irreales que no tienen asidero empírico.
De esta manera, Schumpeter reajustó sus primeras propuestas y sobre este respecto entregó una nueva definición del método democrático "armazón institucional para alcanzar compromisos políticos en los cuales los individuos adquieren la capacidad de decidir a través de los medios de la competencia, el voto popular (p. 269).
En esta definición Schumpeter hace énfasis en que es la competencia por el liderazgo lo que representa el rasgo distintivo de la democracia, y aquel que además nos permite distinguir el método democrático de otros métodos políticos, menos convencionales o antidemocráticos.
Tomando como referente a Berelson, los teóricos anteriores sostuvieron ya que en una verdadera y genuina democracia se requiere una ciudadanía políticamente homogénea en cuanto a actitudes y conductas, para que sea funcional y amplia.
El fracaso de la República de Weimar, que había logrado concertar una contundente participación de masas, en su colapsado intento de ampliar los cimientos de la democratización a comienzos del siglo XX, dio paso al régimen nazi alemán.
El espectro del totalitarismo ayudó a explicar la realidad respecto de las condiciones necesarias que deben existir en las sociedades modernas para la mantención y reproducción de la estabilidad democrática. Bunge
Al mismo tiempo quedó claro que este fenómeno no sólo era un problema que podña afectar a las naciones infraestructuradas sino también a aquellas que tenían estructuras aparentemente sólidas y bien desarrolladas.
Las investigaciones empíricas realizadas en el periodo de post guerra en los países estructurados de Europa reflejaron que las actitudes y conductas evidenciadas por una mayoría de los ciudadanos de status socio económico bajo de estas naciones señalaban un claro desinterés en la política y al mismo tiempo una fácil propensión a aceptar doctrinas o proyectos antidemocráticos o autoritarios. Carole Pateman
19. Sociedad de elites
La posición que ocupan entre sí los diferentes grupos de individuos que componen una sociedad está condicionada por el modo en que se estos ejerzan influencia, autoridad o poder determinante en relación a otros segmentos superiores o subalternos de la sociedad.
En la sociedad de elites ya no son los dueños de los medios de producción los que determinan en forma absoluta las relaciones de producción, aunque siguen teniendo una incidencia notoria en el modo de producción, en ella entran otros grupos, factores e incidencias a definir también, tales como, los expertos, los intermediarios, los hermeneutas, los burócratas, los grupos de influencia política, social, económica, religiosa, militar, intelectual, cultural, gremial etc.
La interpretación de las relaciones de poder que se hacen en los entramados burócratas de los países desarrollados puede tener una influencia decisiva en la forma como se van a desarrollar el fenómeno de las relaciones entre los individuos y los grupos que componen la sociedad.
La sociedad post industrial o de la era tecnológica en los países superestructurados está permeada por la acción constante de las diferentes tipos de elites que ejercen su influencia en las relaciones que se dan en la superestructura. La acción de estos grupos tendrá a la vez una influencia determinante en las características que cobrará la infraestructura que deberá aceptar los cambios que estos impongan.
Las caraterísticas fundamentales son:
1) El sistema productivo y el armazón social han sufrido una diversificación y un alto
grado de especialización que permite que sean varios los grupos que controlan el
todo social.
2) Del desarrollo de sistema capitalista surge el concepto de cultura de elites, que a
su vez ha desarrollado una nueva forma de estratificación social - a diferentiated
culture sistem.
3) Son las elites funcionales las que ejercen el control operativo de la sociedad,
aunque los medios de producción esten en manos de una minoría. Para que operen
las fuerzas productivas tiene que existir un consenso entre las diferentes tipos de
elites. Las masas en tanto están sometidas a la regencia de estos grupos
funcionales: elite culture.
Las propias elites, en la búsqueda de consenso funcional, son las instancias que
ejercen un control de equilibrio en la sociedad.
5) Los procesos productivos requieren de menor cantidad de personas, debido a la
tecnificación robótica y datorizada de los sistemas lo que genera a su vez una
mayor especificidad y especialización de conocimientos.
6) Los padrones de consumo patterns of consumption
20. ¿Qué elementos caracterizan a las elites funcionales?
1.- Tienen un claro sesgo multifuncional, lo que quiere decir que no están referidas a
un sólo tipo de entorno, aunque tienen por lo general un campo de acción
definido, sea este político, económico o social.
2.- El ejercicio de su poder es transversal. Por ejemplo, la elite burocrática ejerce un
poder sobre los individuos en general, pero así mismo sobre las entidades sociales,
civiles y públicas.
3.- Ejercen una acción de poder inmediata y otro diferido
4.- Son jerárquicas, aunque no necesariamente jerarquizantes, individualización".
5.- Están relacionadas con el conocimiento, la competencia, la calificación y otorgan
privilegios a sus miembros.
6.- Son relativistas, porque coaccionan y limitan el poder de otras instancias de poder
en la sociedad.
En las sociedades altamente estratificadas y vinculadas a un eje monopolizador internacional, llámese a este mercado capitalista o integración globalizante de la economía, la estructura política cohesiona la cultura con la ocupación y localización geográfica.
En el armazón de la economía mundial globalizante la primera presión se ejerce en contra de la estructura de estado de los grupos locales o de carácter nacional, con la finalidad de afiatar la funcionalidad de estructura eje. Las elites funcionales generan pautas de homogeneización cultural que responden a esos padrones axiales.
Las elites funcionales locales revitalizan la identidad cultural nacional sirviéndose de elementos que estereotipan, es decir, fijan mediante la repetición frecuente de ciertos padrones homogeneizantes, conductas sociales que responden a sus intereses.
De esta forma se uniforman los criterios orgánicos, se consensuan los parámetros funcionales de la cultura y se evita la diversidad.
Es en este entorno donde la función de la organización social del trabajo, amplifica y legitima la habilidad de ciertos grupos dentro del sistema para mantener la sociedad dividida en una cantidad de segmentos sociales que se interrelacionan en diferentes planos de dependencia y jerarquización.
Estos grupos en su especificidad y especialización, colaboran entre sí, y aunque están subordinados por razones orgánicas a la hegemonía de la elite económica que es la dueña de las vías creativas de bienes y servicios, detentan una gran parte del dominio institucional o del poderío instrumental de la sociedad ya que gozan de facultades para mandar o ejecutar una cantidad de funciones o para modificar o hacer cesar una variedad de ellas.
21. Bibliografía
ARDITI, Benjamín, "La Mutación de la política. Un escenario político posliberal", Nueva Sociedad, No. 150, Caracas, julio-agosto de 1997, pp. 10-18.
BACHRACH, Peter, Crítica de la teoría elitista de la democracia. Amorrortu, Buenos Aires, 1973.
BECK, Ulrich, ¿Qué es la globalización? : falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Paidós, Barcelona,1998
BELL, Daniel, El fín de las Ideologías, Tecnos, Madrid, 1964; El advenimiento de la sociedad postindustrial y las contradicciones culturales del capitalismo, Alianza, Madrid, 1976.
BERLÍN, Isaias., El fuste torcido de la humanidad , Península
BOLLON, Pierre, Rebeldía de la máscara, Espasa Calpe, Madrid, 1992.
BUNGE, Mario, Seudociencia e Ideología, Alianza, Madrid, 1985
BURTON, Michael G. y John Higley, "Invitation to Elite Theory, Newbury Park, CA: Sage, 1987, pp. 133-143;
BURTON, Michael G.y John Higley, "Elite Settlements," American Sociological Review (June 1987), pp. 295-307.
CHATELET, François , Historia de las Ideologías, 2 Vols, Zero, Madrid, 1978
DAHL, Robert A., La democracia y sus críticos, Editorial Paidós, 1995.
GINER, Salvador. Carta sobre la democracia, Ariel, Barcelona, 1996.
HABERMAS, Jürgen, Conocimiento e interés, Taurus, Madrid, 1982; Ciencia y técnica como ideología, Tecnos, Madrid, 1984;
La reconstrucción del materialismo histórico, Taurus, Madrid, 1981;
Teoría de la acción comunicativa.2 Vols. Taurus, Madrid, 1990; Ibid. Complementos y estudios previos, Cátedra, Madrid, 1989
HELD, David, Modelos de democracia, Alianza, Madrid, 1991
HORKHEIMER, Max, Crítica de la razon instrumental, Ed. Sur, Buenos Aires, 1973 Teoría crítica, Seix Barral, Barcelona, 1973 (tb. Amorrortu, B.Aires, 1974
HUGHES, H. Stuart, Conciencia y sociedad, Aguilar, Madrid, 1972
KELSEN, Hans, Esencia y valor de la democracia, Editora Nacional. México, 1974.
KOFLER, Leo, La racionalidad tecnológica y el capitalismo tardío, Aguilar, 1981; Contribución a la historia de la sociedad burguesa, Amorrortu, Buenos Aires, 1974.
LACLAU, Ernesto y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista, Siglo XXI, Madrid 1987.
LENK, Kurt. (ed.) El concepto de ideología, Amorrortu, Buenos Aires, 1982
LUKÁCS, Georg, Historia y conciencia de clase, Grijalbo, Barcelona, 1969; El asalto a la razón, Grijalbo, Barcelona, 1973
LYOTARD, Jean-François, La condición postmoderna. Cátedra, Madrid, 19841984,
MAIER, Charles S.), "Democracy and its discontents", Foreign Affairs, Vol. 74.pp. 48-64 1994.
MARCUSE, Herbert, El final de la utopía, Planeta-Agostini, Barcelona, 1986;
Eros y civilización, Seix Barral, Barcelona, 1968 (reed. varias);
El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Seix Barral, Barcelona, 1968
MARX, Karl, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, 2 Vols.,Siglo XXI, Madrid,1972;
Contribución a la crítica de la economía politica, Alberto Corazón, Madrid,1978 ;
MARX, KARL Y ENGELS, F. La ideología alemana, Grijalbo, México, 1970.
MICHELS, R. Michels, R., (1962) [Original publicado en 1911] Political Parties, Free Press, New York, Power in Modern Society, Westview Press, Oxford, 1962)
MILLS, C. Wright, La élite del poder. F.C.E., México, 1973
OLIVÉ, León, Conocimiento, sociedad y realidad, F.C.E., México, 1988;
La explicación social del conocimiento, UNAM, México, 1985
OLSEN, M., Marger, M., Power in Modern Societies, Westview Press, Oxford 1993
ORTEGA Y GASSET, José, La rebelión de las masas, Revista de Occ. , Madrid, 1930
PARETO, Vilfredo, Forma y equilibrio sociales, Rev. de Occidente, Madrid, 1967
POPPER, Karl R., La sociedad abierta y sus enemigos, Paidos, Barcelona, 1981;
La miseria del historicismo, Alianza, 1983
RORTY, Richard. "Habermas y Lyotard sobre la posmodernidad" en "Habermas y la Modernidad" Varios autores, Cátedra, Madrid, 1988, pp.253-276
ROSS, Alf, ¿Por qué democracia?, C.E.C, Madrid, 1989.
RICOEUR, Paul, Corrientes de la investigación en las ciencias sociales, 4 Vols., Unesco/Tecnos, Madrid, 1982
Ideología y utopía, Gedisa, Barcelona, 1989
SARTORI, Giovanni, Teoría de la democracia (2 tomos), Alianza, Madrid, 1988.
SCHELSKY, Helmut, El hombre en la civilización científica y otros ensayos, Ed. Alfa Buenos Aires, 1966
SCHUMPETER, Joseph A., Capitalismo, Socialismo y Democracia, Aguilar, Madrid, 1968.
SCHUTZ, Alfred, Fenomenología del mundo social, Paidos, Buenos Aires, 1972; El problema de la realidad social, Amorrortu, Buenos Aires, 1974; Estudios sobre teoría social, Amorrortu, Buenos Aires, 1974
SHUTZ y LUCKMANN, Las estructuras del mundo de la vida, Amorrortu, B.Aires, 1975
SIMMEL, Georg. El individuo y la libertad: ensayos de crítica de la cultura, Península. Barcelona, 1998
SIMMEL, Georg, Sociología. Estudios sobre las formas de socialización, 2 Vols, Revista de Occidente,Madrid, 1977
SPENGLER, Oswald, La decadencia de occidente, Espasa-Calpe, Madrid, 1966; El hombre y la técnica, Espasa-Calpe, Madrid, 1967
TOURAINE, Alain, ¿Qué es la democracia?, Editorial Temas de Hoy, Madrid, 1994
TOURAINE, Alain, La sociedad post-industrial
WEBER, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Península, Barcelona, 1977, Economía y Sociedad, 2 Vols, F.C.E., México, 1964