Freud y su interpretación de la cultura
Alfredo Barragán Cabral
Universidad de Guadalajara
A un canto nuevo, un canto mejor
¡oh, amigos!, le dedico a mis desvelos.
Queremos ya aquí en la Tierra
edificar el reino de los cielos.
H. Heine.
A 65 años de la muerte de Sigmund Freud (1856-1939) su obra sigue siendo de consulta obligada, sobre todo para aquellos individuos interesados en investigar los procesos relacionados con el desarrollo de las culturas.
El aspecto que por lo tanto nos interesa destacar de la obra de Freud tiene que ver más con el Freud pensador y crítico de la cultura y menos con su contribución al campo de las ciencias naturales. Entre las principales aportaciones de Freud destacan el psicoanálisis y sus análisis sobre procesos culturales. Asimismo, a Freud se le debe la más amplia teoría sobre la psiqué. En este campo la perspectiva de Freud es la primera que permite comprender para qué sirve el cerebro: generar y procesar significados en los procesos individuales y, sobre todo, sociales. Además, en este ámbito destacan sus aportaciones sobre el inconsciente, ya que a partir de dichas contribuciones se sabe que el inconsciente tiene mayor influencia que la conciencia, que el inconsciente surge mucho antes que los niveles de conciencia y que el yo consciente posee una mínima comprensión del contenido de sus deseos y de sus actos. A partir de estas reflexiones destaca el importante papel que juega el inconsciente. Éste libera al ser humano de muchas presiones en la medida que muchas de sus actividades se realizan de manera inconsciente.
En efecto, las teorías de este libre pensador y su práctica profesional causaron revuelo en la Europa del siglo XIX, y ciertamente dicho debate continúa hasta nuestros días. Las posiciones que existen frente a la obra de este pensador podrían resumirse en dos vertientes: por un lado se puede ubicar a sus seguidores más fieles que lo consideran uno de los más grandes científicos de la medicina y descubridor de importantes aspectos de la psicología humana; por otro lado se encuentran los críticos que ven en Freud más a un pensador social y por consiguiente someten sus aportaciones a minuciosos exámenes y no aceptan la seriedad de sus planteamientos. No obstante, entre sus críticos hay quienes reconocen la influencia de Freud, ya que gracias a sus aportes se dieron importantes cambios que influyeron directamente en el derrumbe de tabúes que se encontraban fuertemente arraigados en nuestra sociedad.
De la amplia obra de Freud en este trabajo nos interesa abordar de manera especial su ensayo El malestar en la cultura (FREUD: 2004), texto publicado en 1930. Ya en 1927 había publicado El futuro de una ilusión (FREUD: 1997), y en cierta medida estas dos publicaciones guardan una relación muy estrecha debido a que en ellas se aborda el desarrollo cultural de la humanidad y los problemas intrínsecos de dicho desarrollo. El estudio El malestar en la cultura se encuentra dividido en ocho apartados, en los cuales de manera sencilla se exponen las causas e implicaciones que se originan a partir de la pertenencia a una determinada cultura. Destaca sin duda dicha sencillez, producto de la destreza del autor y de la excelente calidad literaria de su prosa.
Los numerosos trabajos que se han ocupado de El malestar en la cultura son clara muestra de que el número de seguidores de Freud es casi similar a la de sus detractores (BRAUNSTEIN: 2001/LOHMANN: 2002/BLEICHMAR: 1999/ JONES: 2003/ JUNG: 2000). El presente ensayo propone, sin embargo, retomarlo y leerlo con la perspectiva a la que invita un texto escrito hace ya 75 años. Sin lugar a dudas, podremos comprobar que a la distancia de su publicación conserva una sorprendente actualidad, en especial si se considera ese "malestar" del que diserta Freud en su ensayo. Los únicos cambios que a la distancia se encuentran en el texto se perciben solamente en las coordenadas económicas y geográficas. Un ejemplo de ello se encuentra tan solo en las primeras frases del texto: "No podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira en los demás el poderío, el éxito y la riqueza, menosprecia, en cambio, los valores genuinos que la vida le ofrece" (FREUD: 2004).
En realidad, se puede afirmar que los problemas que aquejan a las sociedades de inicio del siglo XXI pueden ser explicados todavía a partir del minucioso análisis llevado a cabo en El malestar en la cultura. Freud fundamenta su estudio en sus observaciones y en el conocimiento profundo que tiene de su propia cultura para expresar que las personas, a pesar de vivir en determinadas condiciones socioculturales, aspiran a conseguir la felicidad perpetua. Freud plantea e incluso acentúa que es imposible conseguir la felicidad de una vez y para siempre, y que en todo caso la felicidad solamente se experimenta de manera fugaz, es decir, que la felicidad es breve. Sin embargo, al parecer pocos son conscientes de lo efímero de la felicidad y por ello la gran mayoría se propone ser feliz de una vez y para siempre. Esta búsqueda de la felicidad imperecedera nos lleva a querer construir un mundo feliz, a intentar implantar en la tierra el paraíso. Pero esto, de acuerdo a Freud, no es factible. Sin embargo, procuramos de manera ingenua la felicidad, sin saber que la vida en cultura nos demanda que tenemos que ceder en parte nuestra posibilidad de ser felices y de esta manera hacer viable la vida comunitaria: "La evolución del individuo sustenta como fin principal el programa del principio del placer, es decir, la prosecución de la felicidad, mientras que la inclusión en una comunidad humana o la adaptación a la misma aparece como un requisito casi ineludible que ha de ser cumplido para alcanzar el objetivo de la felicidad; pero quizá sería mucho mejor si esta condición pudiera ser eliminada." (FREUD: 2004). Ante esta desilusión no solo se pierde el aliento, sino que los ánimos por construir el paraíso en la tierra se desvanecen. Y el mejor ejemplo de ello se encuentra en el desarrollo que ha tenido la humanidad durante siglos, ya que las diversas religiones, los diferentes modos de producción (incluidos en ellos el comunismo y el capitalismo) han fracasado en sus intentos por implantar el reino divino en la Tierra. De esta manera sólo nos queda considerar a la felicidad como un aspecto relacionado con la economía libidinal cuya solución tiene que ser buscada finalmente por cada individuo y con sus propios medios. Por consiguiente solamente nos resta luchar por obtener esa minucia de felicidad que nos corresponde o defendernos en contra del sufrimiento.
Sin lugar a dudas El malestar en la cultura es el texto más perturbador de Freud. A lo largo de sus ocho apartados expone sus puntos de vista sobre las complicaciones que resultan de la vida en la cultura y la imposibilidad de alcanzar la felicidad absoluta. La lectura de este texto nos ofrece la oportunidad de seguir paso a paso los argumentos con los que Freud sustenta su visión sobre la cultura y además es interesante confirmar la articulación que consigue el autor con el conjunto de los apartados. A pesar de que para algunos de sus críticos el primer apartado no tiene relación directa con el conjunto del texto, nosotros consideramos que este primer apartado funciona como una introducción a su disertación. No sólamente porque en esta primera parte expone a detalle y con una riqueza de ejemplos su método de trabajo, sino porque también en ella encontramos las bases de los argumentos que plantea a lo largo de la lectura y que al final desembocan en la tesis central sobre el malestar en la cultura. De la parte introductoria destacan, entre otros, los argumentos con los que Freud proyecta la diversidad existente entre las personas a la hora de elegir su modelo de vida a seguir. En principio el análisis esbozado por Freud parece demasiado simple y al mismo tiempo no poder ofrecer nada nuevo. Como ya afirmábamos anteriormente, en el momento de la publicación de El malestar en la cultura y todavía en nuestros días, es indiscutible que la mayoría de las personas admiran y desean imitar a los sujetos con poder, dinero y fama. A esta minoría poderosa y adinerada Freud contrapone otra minoría cuyas características son muy diferentes, entre ellas su sabiduría, su arte y su mínimo interés en el factor económico. Sin embargo, ésta no representa el modelo a seguir entre la mayoría de las personas, ya que será solo una minoría muy selecta la que se interese por esa minoría de individuos excepcionales. Con este ejemplo se destaca la variedad con la que está constituida la sociedad en general, al mismo tiempo que se subraya que lo más viable para la vida en la cultura no es lo que la mayoría anhela. Con seguridad se pude afirmar que el conocimiento y el arte constituirían una mejor elección para fortalecer la vida en nuestra sociedad, pero la mayoría de los individuos de una sociedad desea riqueza, poder y fama, factores que hasta nuestros días son poseídos por una minoría. Quizás esta elección de la mayoría de la población y la desequilibrada repartición de la riqueza constituyen un factor decisivo en la pesadumbre de nuestra cultura.
Otro aspecto de gran trascendencia en esta primera parte del estudio es tema de la religión. Es interesante el hecho de ser uno de lo temas nunca abordados por los estudiosos y críticos de este texto. Freud plantea minuciosamente el importante papel que jugó la religión en la conformación de la cultura y al mismo tiempo constata cómo en el presente su influencia ha disminuido considerablemente hasta el punto de transformarse en un elemento que acrecienta la irritación que se vive en la sociedad. En su escrito Freud reconoce que la religión, al igual que los sistemas filosóficos o la ciencia, forma parte del tesoro de una cultura (FREUD: 2004, 7-17). Señala que a pesar de ello ha perdido el peso que tenía a nivel social y que su validez no es eterna, con lo que se pone de manifiesto que ciertas ideas o visiones de mundo tienen validez solo por un determinado periodo de tiempo, y que después se impone reformular las visiones de mundo a la luz de los nuevos descubrimientos. Sin lugar a dudas esta es la propuesta más inquietante y provocadora en lo respecta a la religión. Asimismo, Freud manifiesta que la mayoría de las personas perciben los sistemas religiosos o los conocimientos científicos como regalos divinos y no como creaciones paulatinas de los seres humanos. Es por ello que surge la resistencia a cambiar la visión de mundo ya superada, no obstante que ya no coincide con las realidades del presente. Esto trae consigo que la visión de mundo ya superada se convierte en factor perturbador de la cultura. En efecto, Freud aborda el tema religioso en los diferentes apartados de su texto y se concentra en delinear el origen de las religiones planteando una posición que contradice las versiones tradicionales. Al mismo tiempo también reconoce que así como no se puede imponer la práctica de una religión, tampoco se pude obligar a dejar de creer en ella. Para Freud es doloroso reconocer que las religiones todavía cuentan con muchos fieles, quienes aceptan sin cuestionar el sistema doctrinario (FREUD 2004: 18) y las promisiones que de manera integral les explican los enigmas del mundo y les " aseguran que una solícita providencia guardará su vida y recompensará en una existencia ultraterrena las eventuales privaciones que sufran en ésta" (FREUD 2004: 18). Freud señala que los creyentes imaginan la providencia como un padre poderoso exaltado, ya que solo un padre con esas características es capaz de comprender sus necesidades, enternecerse ante sus ruegos y aceptar su arrepentimiento. Para este pensador dicha perspectiva es infantil y poco congruente con la realidad, por lo que concluye que esta masa de creyentes no podrá superar esta concepción de mundo. Freud manifiesta por lo tanto que es una tarea inútil el intentar cambiar su visión de mundo. Los creyentes aceptan esta ilusión sin posibilidad de hacer juicios, además de no tener libertad para elegir y adaptarse a la realidad, ya que en el contexto de las religiones se impone a todos el mismo camino para alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento: "Su técnica consiste en reducir el valor de la vida y en deformar delirantemente la imagen del mundo real, medidas que tienen por condición previa la intimidación de la inteligencia. A este precio, imponiendo por la fuerza al hombre la fijación de un infantilismo psíquico y haciéndolo participar en un delirio colectivo " (FREUD 2004: 30).
Los planteamientos de Freud pueden aplicarse al campo de los estudios culturales y en especial al sociológico, pues se advierte que la civilización engendra una anti-civilización. Debido a todo lo expuesto anteriormente es necesario prestar más atención a El malestar en la cultura para examinar que los graves problemas de nuestras sociedades están en conexión con el malestar de la civilización, lo que nos obliga a reconocer que en el principio mismo de la civilización está instalada la barbarie. Los alcances de la tesis de Freud en El malestar en la cultura son mayores a lo que él llegó a suponer. La presión civilizatoria que pudo observar se multiplicó hasta hacerse intolerable. El aspecto social del malestar se vive como bien lo suscribe Theodor Adorno: "Puede hablarse de una claustrofobia de la humanidad dentro del mundo regulado, de un sentimiento de encierro dentro de una trabazón completamente socializada, construida por una tupida red. Cuanto más espesa es la red, tanto más se ansía salir de ella, mientras que, precisamente, su espesor impide cualquier evasión. Esto refuerza la furia contra la civilización, furia que, violenta e irracional, se levanta contra ella" (ADORNO 2003: 82).
En suma, podemos observar que en la medida en que una sociedad se integra y consolida, incuba tendencias de disociación, apenas ocultas bajo la superficie de la vida ordenada y civilizada. Por consiguiente, a pesar de la búsqueda incesante del ser humano por la felicidad, ésta no es alcanzable de forma permanente dentro de la civilización. Freud señala que es el principio del placer el que impone este objetivo imposible en la vida. Con ello confirmamos que el hombre no pude ser feliz, ya que la creación no tiene como plan que el hombre sea feliz. De acuerdo con este autor se puede advertir que: "Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos (No se puede prescindir de las muletas, nos ha dicho Theodor Fontane)" (FREUD 2004:19). Freud nos habla de tres tipos de lenitivos: el primer tipo son las distracciones poderosas que reducen nuestra vida miserable en el planeta, el segundo tipo son las satisfacciones sustitutivas que la reducen y el tercer tipo son el consumo de drogas que nos hacen insensibles al dolor y a la vida pesada que llevamos. Sin embargo, así como existen tres tipos de lenitivos para hacer más llevadera la vida, Freud expone que hay tres fuentes invencibles que producen el sufrimiento: dos son naturales y uno es de orden social. La primera fuente está relacionada con el superpoder de la naturaleza que se manifiesta en los casos de terremotos, temblores, y en todos aquellos fenómenos naturales contra los que nuestra cultura no nos asegura ningún tipo de protección. La segunda fuente está relacionada con la fragilidad de nuestro cuerpo, ya que a pesar de dietas, cuidados, ejercicios y todas las recomendaciones de los especialistas e incluso la intervención de los cirujanos plásticos la decadencia y la enfermedad ponen fin al vigor de nuestro cuerpo. Finalmente, la tercera fuente se origina en la sociedad y se revela en la incapacidad de las instituciones sociales para regular y armonizar las relaciones entre la población civil, es decir, no se puede poner fin a la desigualdad económica, a la corrupción, a la injusticia, etc. Esto explica la permanente confrontación social, a veces sutil y a veces violenta. Se puede concluir, por lo tanto, que el concepto de cultura propuesto por Freud considera que la cultura no ha logrado del todo proteger al hombre frente a esas tres fuentes de sufrimiento.
BIBLIOGRAFIA:
Adorno, Theodor, "La educación después de Auschwitz" Consignas. Buenos Aires: Amorrortu, 2003
Bleichmar, Norberto/ Bleichmar, Celia, El psicoanálisis después de Freud. Teoría clínica. México: Editorial Paidós, 1999
Braunstein, Nestor A. et. al., A medio siglo de El malestar en la cultura. México: Siglo XXI, 2001
Carl Gustav Jung, Freud y el psicoanálisis. Obras completas. Volumen 4. Madrid: Editorial Trotta, 2000
Freud, Sigmund, El malestar en la cultura. Madrid: Alianza Editorial, 2004
Ders.: "El porvenir de una ilusión", en Psicología de las masas. Madrid: Alianza Editorial, 1997
Jones, Ernest, Vida y obra de Sigmund Freud. Barcelona: Editorial Anagrama, 2003
Lohmann, Hans-Martin, Sigmund Freud zur Einf´ührung. Hamburg: Junios, 2002
Ricouer, Paul, Freud, una interpretación de la cultura. México: Siglo XXI, 2004
Regresar Sincronía Verano 2005
Regresar Sincronía Pagina Principal