Sincronía
Spring 2011



Los misterios del alma humana, en el relato “Sueño profundo” de Banana Yoshimoto

 

Orlando Betancor

Universidad de La Laguna, España


 

Resumen

 

Este brillante relato describe la compleja relación sentimental que une a una joven llamada Terako con un hombre casado. En este recorrido por el universo de los sueños, esta mujer se debate constantemente entre sus miedos, dilemas y obsesiones en medio de una profunda soledad que nada logra mitigar. Igualmente, esta muchacha debe enfrentarse sin el apoyo de su mejor amiga, fallecida recientemente, a un inmenso vacío que le sumerge en un estado de absoluto abatimiento.

 

Palabras clave: Banana Yoshimoto, narrativa japonesa, muerte, amor, sueño

 

Introducción

 

Sueño profundo fue publicado por la joven escritora y ensayista japonesa Banana Yoshimoto en 1994. Este ensayo analiza el primero de los relatos que componen este volumen, el cual da título a esta obra, y al que acompañan “Los viajeros de la noche” y “Una experiencia”. En esta inquietante historia, la autora nos desvela las dudas e incertidumbres que se ciernen sobre su protagonista, Terako, una mujer enamorada de un hombre casado, cuya esposa vive postrada en un hospital, totalmente inconsciente, tras un grave accidente automovilístico. También, en este texto, esta joven debe enfrentarse por sí sola, tras la muerte de su mejor amiga, a una difícil etapa de su existencia.

Entre lo real y lo imaginario, lo racional y lo onírico, la alegría y la tristeza, este singular relato nos sumerge en un viaje por las profundidades de la mente de su protagonista, un particular mundo interior dominado por la omnipresente presencia de un hombre, al que esta mujer ha entregado su vida. Igualmente, ante la compleja realidad que le rodea, esta muchacha entra en un estado de angustia y desesperación que la dirige inexorablemente a un inmenso y estremecedor vacío. Entre los temas que aborda esta historia destacan la soledad, el peso de la existencia, la incomunicación, el amor, la amistad y la muerte.

 

El universo de los sueños

 

En este periplo por los intrincados laberintos del subconsciente, encontramos a Terako, una muchacha inteligente e intuitiva, que está enamorada de un hombre que no puede entregarse a ella totalmente. Su amante está unido en matrimonio con una mujer que está sumida en un coma profundo, de consecuencias irreversibles, en la cama de un centro hospitalario. Esta figura masculina, que le lleva seis años de diferencia, se ha convertido en el centro de su único universo y su vida gira en torno a él. La protagonista trabajaba temporalmente en el gabinete de diseño de una gran empresa, sustituyendo a un pariente, cuando conoce a este hombre. Éste ocupa un puesto de responsabilidad en dicha firma y ella sabe desde un principio que él está casado. La absorbente relación que mantiene con él le lleva a dejar su empleo y en los últimos seis meses se ha consagrado por entero a su persona. Su pareja sufraga todos sus gastos y, de esta forma, ella puede vivir con holgura: “Al principio, dudé pensando: “soy casi una mantenida”, pero mi filosofía de la vida consiste en recibir lo que se me ofrece, de modo que decidí aceptar el dinero. Total, que quizá me paso el día durmiendo porque no tengo otra cosa que hacer. No sé cuántas chicas como yo habrá en todo Japón, pero es posible que lo sean esas que te encuentras durante el día en los grandes almacenes con aire extrañamente lánguido, que ni parecen estudiantes universitarias ni personas que se dedican a una profesión liberal. Yo, que soy así, conozco muy bien este modo de andar con una mirada errática”. Por su parte, esta joven acepta estoicamente el papel de amante, mientras su supuesta “rival” se debate entre la vida y la muerte.

Desde que une su existencia a este hombre, se produce en ella una importante transformación. A partir de este momento deja de ser una chica alegre y vitalista. Su espíritu se llena de tristeza, de dolor y de una profunda soledad. Se siente vacía, desesperada y confusa en medio de la gran urbe. La complicada relación que vive con su amante le hace sentirse insegura y esto le provoca sentimientos de angustia y de zozobra. Esta joven se encuentra en una lucha incesante contra los fantasmas que dominan su mente, convertidos en sus peores antagonistas. Asimismo, la incertidumbre planea constantemente sobre la continuidad de esta relación sentimental, lo que produce en ella una gran amargura: “Sí, pese a que soy tan seria que casi me doy miedo a mí misma, tanto que, cuando imagino que este amor puede acabar, siento que me tiemblan las manos y los pies; pese a que  mis sentimientos siguen ardiendo con sosiego; y pese a que, viendo los derroteros que ha tomado, no sería extraño que esta relación acabase en cualquier momento”. Ella desea que su pareja se implique más en su relación, pero éste se mantiene siempre a una prudente distancia. Este hombre no quiere comprometerse más profundamente en esta historia de amor, mientras su esposa continúe con vida. Él ha impuesto sus reglas y no se sale del guión que tiene trazado mentalmente ni un solo instante. Ella se ha convertido en una figura en la sombra, un amor secreto, que se tiene que contentar exclusivamente con el tiempo que él quiera dedicarle. La protagonista desea una estabilidad sentimental, un vínculo afectivo que por ahora le está vedado. Se siente agotada ante esta desdichada realidad y se plantea qué lugar ocupa realmente en la vida de este hombre. Cuando está con él, se muestra siempre sumisa y complaciente, se limita a escuchar y apenas habla, convirtiéndose en una mujer sin palabras. Su angustia se acrecienta tras la muerte de su amiga Shiori, su mayor aliada y confidente, la cual siempre apostó por la relación entre la protagonista y su pareja, animándola a continuar con él.

Terako se cuestiona la naturaleza de este amor y piensa que éste es sólo un sueño, una mera ilusión que se desvanece en el aire con la llegada del nuevo día, transformándose lentamente en una mera pesadilla. Esta pasión la paraliza como un potente narcótico y no puede hacer nada por su propia voluntad. Igualmente, un miedo irracional la aprisiona entre las cuatro paredes de su apartamento, donde se siente segura ante las agresiones del mundo exterior. Cuando duerme se sumerge en una sombría realidad, un universo lleno de tinieblas: “(…) El sopor me iba inmovilizando, suave como el algodón, e iba absorbiendo toda mi vitalidad”. Esta joven se ha convertido prácticamente en “una mujer durmiente”, incapaz de hacer nada por sí misma, sumergida en un estado letárgico, un sueño profundo, que la conduce a un abismo que la arrastra sin remedio. Así, su pareja, tras una noche de amor, le deja una nota, en la que expresa estas palabras: “Parece que todas las mujeres que hay a mi alrededor estén dormidas”. Para escapar de esta angustiosa situación, necesita del apoyo de alguien que la oriente en esta difícil senda y le ayude a salir de este inmenso vacío. Frente a la imagen de Terako, vislumbramos en esta historia la intangible presencia de la esposa de su amante, una mujer con la que la protagonista no puede competir con sus mismas armas, pues, tras el accidente, ésta se mantiene totalmente apartada del mundo real. Era una chica sensible, cariñosa y de buena familia, que permanece en estado vegetativo, muerta en vida, con nulas posibilidades de recobrar la conciencia. Su esposo se muestra siempre reticente a hablar de ella, creando un muro de silencio alrededor de su figura. Cuando su marido la conoció era una joven de dieciocho años y que todavía estudiaba en el instituto. Además, este hombre considera que su consorte hubiera entendido perfectamente la relación que mantiene con Terako ante la situación irreversible en la que se encuentra.

Trascendental importancia tiene en esta historia el personaje de Shiori, la mejor amiga de la protagonista, su incondicional consejera en los momentos difíciles. Entre ambas existía una absoluta compenetración y un apoyo mutuo. Era una muchacha de aire maternal y solícita que siempre se mostraba receptiva a escuchar sus problemas: “Cuando ella aún estaba aquí, al mirar su sonrisa de pálida sombra y las arrugas que se le dibujaban en el rabillo del ojo, a veces, sin saber muy bien por qué, me daban ganas de hundir la cara en aquel pecho lleno y contárselo todo entre sollozos”. Shiori y ella habían sido compañeras en la universidad y compartieron piso hasta que ésta se convirtió en una particular “dama de compañía”, una curiosa clase de cortesana. En un principio, ella trabajaba en un bar hasta que fue descubierta por el propietario de un exclusivo club secreto. Ésta practicaba con sus acompañantes lo que denominaba el “sueño compartido”. Así, varias veces por semana, en un lujoso y confortable apartamento, ésta dormía al lado del cliente, pero con el que no mantenía relaciones íntimas. Esta singular técnica se convierte en una forma de terapia, una peculiar cura contra el insomnio que libera a su clientela de sus miedos y angustias. En la presencia de este personaje encontramos ecos lejanos de otro magistral relato de la literatura japonesa, “La casa de las bellas durmientes”[1], creación del escritor Yasunari Kawabata. El trabajo de esta muchacha, a diferencia de las narcotizadas vírgenes de este autor, consiste en permanecer despierta toda la noche y poseer una clientela más amplia y variada; pues, en el caso de la obra del autor anteriormente mencionado, sus huéspedes lo formaban exclusivamente ancianos japoneses de la clase acomodada. Shiori define su labor en los siguientes términos: “Yo ahora, ¿sabes?, por las noches no puedo dormir. Porque si la persona que descansa a mi lado se despertara durante la noche y me encontrara durmiendo a pierna suelta, ¡ya me dirás qué valor tendría mi trabajo! Eso no sería profesional, ¿entiendes? No puedo dejar que se sientan solos. Todas las personas que vienen, absolutamente todas, lo hacen recomendadas por alguien, todas son personas respetables. Y a todas las han herido de maneras muy sutiles, todas están exhaustas. Tan exhaustas que ni siquiera se dan cuenta de que lo están. Y todas estas personas, todas sin excepción, se despiertan durante la noche. Y en estos momentos es importante que, en medio de una luz suave, yo les sonría. Les ofrezco un vaso de agua helada. A veces quieren un café, o algo por el estilo, y yo voy a la cocina y se lo preparo, tal como me lo piden. Entonces, normalmente, se tranquilizan y vuelven a conciliar el sueño. Creo que lo único que quieren, todos ellos, es tener a alguien durmiendo a su lado. También hay mujeres, y extranjeros. Pero como soy una irresponsable, a veces acabo durmiéndome… Sí, sí. Cuando duermes al lado de una persona tan cansada, empiezas a acompasar tu respiración a la suya, y es una respiración tan profunda que, en fin…, es posible que acabes inhalando toda la negrura que hay en su corazón. A veces, mientras piensas que no debes dormirte, te amodorras y tienes unas pesadillas horribles. Surrealistas. Sueños donde estoy en un barco que se está hundiendo, sueños donde pierdo las monedas que he ido reuniendo poco a poco, sueños donde las tinieblas entran por la ventana y me atenazan la garganta…, y el corazón me da un vuelco y me despierto aterrada. Tengo miedo. Cuando miro a la persona que está echada a mi lado, pienso: “¡Ah! Lo que acabo de ver en la escena que hay en su corazón. ¡Qué visión tan desolada, angustiosa y salvaje!”, y tengo miedo, no sé por qué.”. Esta joven se encontraba muy absorbida por esta particular ocupación y se había convertido en una auténtica esclava de la misma. Ella retomaba el sueño de sus acompañantes y se apropiaba de sus pesadillas, angustias y amarguras. Shiori vivía a través de ellos poderosas sensaciones que la trasladaban a una realidad oscura y aterradora. Destruida psicológicamente por esta labor, ella puso fin a su vida tomando píldoras para dormir. Tras su desaparición, su imagen aparece frecuentemente en la mente de la protagonista como vía de escape ante una realidad torturada y agobiante.

            El otro vértice de este complejo triángulo sentimental está formado por el señor Iwanaga, el amante de Terako. Es un hombre impenetrable, educado y de perfectos modales. Una persona fría y controladora que desempeña perfectamente su papel de abnegado esposo que visita frecuentemente a su mujer en el hospital, mientras vive una relación paralela con su amante. Shiori calificaba la mentalidad de este personaje en los siguientes términos: “Las personas como él creen que, fuera de las reglas establecidas, no existe nada”. Además, esta muchacha definía el tipo de relación, sin ataduras ni compromisos, que éste mantenía con su amiga de esta forma: “Por eso se siente tan inseguro. Si pensase que tú le perteneces, se encontrará en desventaja. Y por eso, de momento, tú no existes, estás en la reserva, te tiene con el botón de “pausa” apretado, formas parte de su stock de mercancías, eres un apéndice de su vida”. Terako es consciente de la compleja realidad en la que se encuentra su pareja: éste no desea separarse ahora de su mujer, pues le parece la postura más correcta, y prefiere mantener las formas con su familia política. Asimismo, él no ha hablado con nadie de la existencia de su amante, su voluptuoso secreto. Además, a la protagonista nunca le ha dado detalles concretos sobre la situación en la que se encuentra realmente su esposa. Éste tampoco habla del futuro ni de planes a largo plazo con su actual pareja, pues para él sólo existe el presente. Desde el accidente, este hombre no le ha sido fiel a su consorte, ya que dedicaba los fines de semana, antes de conocer a la protagonista, para salir con otras mujeres. Igualmente, este personaje se ha convertido en uno de sus pocos vínculos que mantiene Terako con el mundo exterior.

 

Conclusiones

 

En este difícil tránsito entre el mundo de los sueños y la dura realidad, la autora nos ha mostrado los intensos sentimientos de una mujer que se aferra desesperadamente al amor de un hombre, mientras todo parece tambalearse a su alrededor. Ante estas difíciles circunstancias, esta joven se refugia en su particular mundo interior, un inexpugnable bastión, donde se entremezclan la angustia, el miedo y la soledad.

Este relato concluye con la imagen de una exhibición pirotécnica que contemplan Terako y su amante. En esos momentos, esta joven sale del oscuro túnel donde ha estado atrapada y como el ave fénix renace de sus cenizas, convertida en una mujer nueva llena de esperanzas, anhelos e ilusiones. Se produce en ella una metamorfosis, una auténtica transformación, desterrando de su mente sus antiguas dudas y temores: “Lo importante no eran los fuegos artificiales, sino estar los dos juntos, aquella noche, en aquel lugar, alzando los dos la vista al cielo. Lo importante era estar los dos con los brazos entrelazados, el rostro vuelto en la misma dirección que la muchedumbre allí congregada, oyendo el estallido de los fuegos artificiales. Presa de la excitación que reinaba en el ambiente, el corazón me latía con fuerza. A partir de cierto momento, él empezó a sentir por los fuegos un interés real, y su perfil expectante, recortado sobre el cielo, parecía haber rejuvenecido de golpe. Tuve la sensación de que, sin advertirlo, la vitalidad había vuelto a mí. Aunque esto no sea más que la pequeña historia de una resurrección, la historia de las pequeñas olas que habían embestido mi corazón por la pérdida de una amiga y por mi cansancio de la vida cotidiana, pienso que el ser humano es fuerte. No recuerdo si esto me había ocurrido con anterioridad, pero cuando me enfrenté a las tinieblas de mi corazón, cuando me sentí herida en lo más hondo y me rompí en pedazos, exhausta, de improviso emergió de mi interior una fuerza inexplicable. Nada había cambiado en mí, tampoco se había producido ningún cambio en nuestra situación, pero deseé estar con él mientras me azotaran estas pequeñas olas. Creo que ahora, de momento, ya ha pasado lo peor. (…) Lo que deseaba, en aquel momento, era recuperar el amor vivo que antes sentía por aquel hombre alto que estaba de pie a mi lado. Por aquel hombre al que adoraba. Deseaba mantenerlo sujeto con mis brazos delgados y mi débil voluntad. Deseaba parar, a toda costa, con mi cuerpo incierto, la infinidad de cosas horrorosas que vendrían en el futuro, detenerlas todas, cada una de ellas”. Finalmente, la protagonista despierta del sueño profundo en el que ha estado sumida, sale del estado de confusión en el que se encontraba y contempla el futuro con ojos nuevos. La joven termina aceptando plenamente la realidad de esta relación condicionada por la presencia invisible de la esposa de su pareja, una adversaria invencible, un obstáculo insalvable que no le permite a éste liberarse por completo de su pasado; pero, aún así, ella se considera lo suficientemente capaz, tras este periplo por su particular infierno, para mirar hacia adelante con optimismo.

Entre los temas que aborda este relato destaca especialmente la soledad, convertida en la más fiel compañera de esta joven en este viaje por el dolor, la tristeza y el desaliento: “Estoy tan sola que creo que voy a enloquecer. ¿Por qué me siento tan sola cuando estoy con él? Tal vez se deba a lo complejas que son las circunstancias en que los dos nos encontramos, o tal vez a que el único sentimiento que abrigo acerca de nuestra relación es que me gusta, o tal vez a que no tengo ninguna idea precisa sobre lo que quiero que hagamos”. Asimismo, en un pasaje de este texto, la joven expresa lo siguiente: “Lo único que he tenido claro desde el principio es que este amor se sostiene en la soledad. Entre tinieblas desiertas que parecen brillar, yacemos los dos, mudos, sin lograr sustraernos al hechizo”. Otro factor determinante en la vida de esta mujer es el amor, poderoso sentimiento que ocupa por completo su pensamiento: “Si alguien me asegurara que lo nuestro es auténtico amor, sentiría un alivio tan grande que me postraría a sus pies. Y si no lo fuera, si se tratase de algo pasajero, yo desearía seguir durmiendo como ahora y no querría volver a oír jamás el timbre del teléfono. Querría que me dejasen sola inmediatamente”. También, aspecto de singular importancia es la inquietante presencia de la muerte, una de las constantes en la narrativa de esta escritora: “Sin embargo… ¿no estaré erosionando mi vida? Últimamente, esto es lo que me viene a la cabeza en el momento de despertar. Me da un poco de miedo. No se trata sólo de que, al final, he acabado por dormir sin oír sus llamadas, sino que mi sueño es tan profundo que, en el instante de abrir los ojos, me parece haber vuelto de la muerte a la vida, tan profundo que a veces pienso que, si me contemplara desde fuera a mí misma durmiendo, quizás no vería más que un blanquísimo esqueleto. También me fascina a veces la idea de no despertar jamás, de ir pudriéndome y desaparecer en la eternidad. Tal vez esté poseída por el sueño. Igual que Shiori estaba poseída por su trabajo. Me da miedo pensarlo”. Igualmente, otros temas esenciales en este relato son: la amistad entre mujeres, que se aprecia en el afecto que une a Terako y a su mejor amiga; la incomunicación que se vislumbra en la incapacidad por parte de la protagonista de verbalizar sus verdaderos sentimiento ante su pareja; el pesado lastre de la existencia que se transforma en el agotamiento, la apatía y la profunda sensación de abandono que experimenta esta joven; la búsqueda de la propia identidad en este mar de dudas y de incertidumbres; y las relaciones de pareja, aspecto recurrente en las obras de esta autora.

La atmósfera de este relato es mágica, evanescente e irreal. Ésta se aprecia claramente en la singular visión que contempla la protagonista en un pequeño parque de la ciudad al amanecer. Esta imagen fantástica puede interpretarse como un “espíritu vivo”, la proyección en el espacio del alma de un ser humano que abandona el organismo para realizar una actividad de singular importancia, de similar naturaleza a los mencionados en el libro “Kafka en la orilla”, obra de otro autor japonés, Haruki Murakami, con el que se le compara frecuentemente a esta escritora. Este encuentro inesperado con una bella joven, una hermosa desconocida, de larga cabellera y de triste mirada condicionará su destino. La muchacha tiene la apariencia de una estudiante de bachillerato. Esta imagen fantasmal representa a la esposa de Iwanaga, cuya alma abandona su cuerpo, viaja a otra realidad y le alecciona sobre su futuro. La joven le implora que vuelva a trabajar en un tono lleno de angustia y desesperación. Poco después, esta visión se desvanece ante su vista como una exhalación. En esos momentos, la protagonista se cuestiona si esta curiosa aparición es parte de un sueño delirante, una extraña alucinación causada por su agotamiento psíquico o un acontecimiento real. Esta experiencia le induce a aceptar un empleo temporal como azafata de congresos y le ayuda a cambiar su manera de percibir el mundo que le rodea.

El estilo de esta joven escritora, una auténtica revelación en el mundo de las letras del país del Sol Naciente, es fresco, lírico, intimista y muy personal. Su lenguaje es fluido, coloquial y sin artificios. Su fascinante sentido poético se puede observar claramente en este hermoso fragmento: “Junto a mi oído, el viento se detuvo. Olía a invierno. A lo lejos, las nubes que brillaban sobre el mar se fundían con el cielo y mudaban a púrpura. A través de la palma de su mano me llegaba amortiguado el rumor de las olas. (…) Cuando, sorprendida, alcé la mirada, en el color de sus pupilas, más oscuras que el mar y que permanecían clavadas en la eternidad, creí hallar la respuesta a todas las cosas”. También, este intenso y elaborado lirismo se aprecia perfectamente en estas líneas: “(…) Cuanto más intento transmitirle mis pensamientos, más reducidas a polvo quedan las palabras y veo cómo ellas, mientras cabalgan en mis esfuerzos desesperados por comunicarme, desaparecen barridas por el viento”. Igualmente destaca la especial sensibilidad de la escritora cuando describe los sentimientos de sus personajes: “No sé por qué, pero me daba la sensación de que, a través de él, dormía con la inmensidad de la noche. Cuando no hay palabras, me da la impresión de que con quien estoy abrazada es, más que a él a su auténtico yo, sumergido en las profundidades”. Además, especial significación tiene en este texto el influjo del surrealismo, al igual que se aprecia en la narrativa de Haruki Murakami. Así, en este onírico relato, se describen sugerentes metáforas como ésta: “Con Shiori, el tiempo siempre se distorsionaba de una manera extraña. Esto se debía a que su rostro era muy dulce, pero sus ojos rasgados estaban cubiertos por un oscuro velo, como una luna azul”.

A medio camino entre el sueño y la vigilia, lo consciente y lo inconsciente, la vida y la muerte, el día y la noche, Banana Yoshimoto nos ha conducido, a través de las páginas de este texto, por un misterioso universo, un inquietante paraíso, donde se confunden la realidad y la ficción. Igualmente, la autora nos ha mostrado con brillantez los dilemas de una mujer enamorada, atrapada en una compleja situación, que emprende un viaje de descubrimiento por los profundos misterios del alma humana.

 

La autora de la novela

 

Banana Yoshimoto, seudónimo de Mahoko Yoshimoto, nació el 24 de julio de 1964 en Tokio. Es hija de Takaaki Yoshimoto, uno de los críticos y filósofos japoneses más destacados de la década de los 60. Esta autora estudió Literatura en la universidad de Nihon. La elección del nombre artístico por el que se le conoce se debe a su predilección por las bellas flores rojas del banano. Su primera novela fue Kitchen, la cual escribió cuando todavía cursaba sus estudios en la universidad y trabajaba de camarera en un club de golf. Este texto, con el que consiguió un enorme éxito, le valió el Newcomer Writers Prize en 1987. Esta obra ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones: la primera, un filme para la televisión japonesa y la segunda, una versión cinematográfica producida en Hong Kong en 1997, dirigida por Ho Yim. De este libro se han publicado más de sesenta ediciones en Japón y se ha traducido a más de una veintena de idiomas. Entre las obras de la autora destacan: N.P. (1992), Tsugumi (1994), Lucertola (1995), Amrita (1997), Sly (1998), La última amante de Hachiko (1999), Honeymoon (2000), H.H. (2001), La pequeña sombra (2002) y Presagio Triste (2003). Igualmente, esta autora ha editado varias colecciones de ensayos reunidos bajos los títulos de Songs from Banana Note (1991) e Yume ni tsuite (1994). Además, destacan sus recopilaciones de cuentos como Sueño profundo y Tokage (en inglés Lizard, 1993). Entre otros premios ha recibido en Italia el Premio Scanno, otorgado anteriormente a autores como John Updike o Mario Vargas Llosa. Esta escritora se siente atraída por la obra de Truman Capote, Isaac Bashevis Singer y algunos aspectos de la narrativa de Stephen King, entre otros. También, se la ha comparado con otras autoras como Marguerite Duras o Isabel Allende.

Los temas que aborda en su obra son esencialmente el amor, la amistad, el adulterio, la sexualidad, la muerte y la soledad. También, aspectos claves en su producción literaria son el concepto de identidad y el sueño, convertido en vía de escape a una realidad alternativa. Además, muchas de sus novelas reflejan la problemática de la juventud japonesa de su tiempo. Banana Yoshimoto se ha convertido en una de las más prestigiosas autoras de la literatura actual del país del Sol Naciente.

 

Bibliografía

 

BETANCOR, Orlando: “El sueño eterno en “La casa de las bellas durmientes”, de Yasunari Kawabata”, Espéculo [en línea]. N. 39, julio-septiembre de 2008 [citado 23 de marzo 2011]. Disponible en Internet: <http://www.ucm.es/info/especulo/numero39/seterno.html>

 

TREAT, John Whittier: “Yoshimoto Banana writes Home: Shôjo Culture and the Nostalgic Subject”, Journal of Japanese Studies, Vol. 19, n. 2, 1993, pp. 353-387.

 

YOSHIMOTO, Banana: Sueño profundo. Barcelona: Tusquets, 2006.


Sincronía
Spring 2011

 



[1] Betancor (2008).