LAS
POLEMICAS POR LA CIENTIFICIDAD EN LAS
CIENCIAS SOCIALES.
De la
neutralidad ideológica a la objetividad científica.
Guillermina
Bustos Silva
Departamento
de Sociología, CUCSH
Universidad
de Guadalajara
INTRODUCCION
La
ciencia es una empresa colectiva, siempre partimos de lo dicho o hecho antes por alguien
más y esto es lo que permite la acumulación de los conocimientos. Se avanza en el debate y en el experimento,
en la confirmación y el rechazo de las propuestas.
Por eso es adecuado conocer las nuevas polémicas así como las anteriores, y
conocer un poco el contexto en el que éstas se desarrollaron, pues tal como lo anota
Silvia Gómez de Tagle (1989:131) En última instancia el conocimiento científico
esta determinado cultural e históricamente.
El
desarrollo de la ciencia tiene antecedentes lejanos, pero el surgimiento de las ciencias
sociales es más cercano a nosotros, cuando el hombre se da cuenta que es necesario
explicarse a sí mismo y voltea la mirada hacia su entorno la reflexividad a un primer
nivel hace su aparición. Sin embargo, las ciencias sociales siempre han estado
en la polémica, y la cientificidad de las mismas aún sigue a debate por su misma llegada
tarde al escenario de la ciencia cuando ya estaba establecida la hegemonía de las
ciencias duras y el método científico.
El
presente texto tiene la intensión de hacer un seguimiento
de estas polémicas, conocer y presentar el
recorrido que a mi juicio han hecho las ciencias sociales para ser reconocidas como tales,
me refiero a los debates sobre la neutralidad y la objetividad y a últimas fechas la
referencia a la implicación del sujeto en su propio objeto de estudio. Inicio con la polémica de la neutralidad
ideológica que permeó durante el inicio de las ciencias sociales, el período de las
definiciones ideológicas y la guerra fría, me centro en la polémica objetividad
/subjetividad que está presente en la actualidad y en una de sus vertientes, la del
método y termino planteando la nueva discusión, la de la implicación del sujeto con su
objeto de estudio.
LA PROPUESTA DE LA
NEUTRALIDAD
Cuando se
inicia la ciencia social, o la sociología para ser más precisos, los primeros
sociólogos luchaban porque esta nueva ciencia fuera aceptada en el mundo científico como
válida, y trataban de que ésta cumpliera con los parámetros establecidos por las
ciencias ya reconocidas en ese momento.
La
propuesta Durkheiminiana de tratar a los hechos sociales
como cosas, tiene de fondo una intensión de separación, de alejamiento, pues una de sus
principales premisas es la exterioridad del hecho social con respecto a la persona. Durkheim traslada al método la búsqueda de la
cientificidad, y en su obra Las Reglas del Método
Sociológico publicada en 1895 propone varias reglas a seguir para que el estudio de
los hechos sociales adquiera la cientificidad. Una
de ellas, se refiere a la neutralidad del investigador,
Nuestra
regla no implica, pues, ninguna concepción metafísica, ninguna especulación sobre la
esencia última de las cosas. Lo que pide es
que el sociólogo se ponga en el estado de espíritu en que están los físicos, los
químicos y los fisiólogos cuando se aventuran en una región aún inexplorada de su
dominio científico. (Durkheim: 1989,39)
Esto es
lo que se pide de un científico social, separación, neutralidad científica.
Max Weber
(1981) también propone neutralidad aunque es la neutralidad valoral. En su conferencia dictada en 1918 en Munich, La ciencia como vocación, Weber se
refiere a la enseñanza de la ciencia y establece la neutralidad valoral que debe tener el
profesor al momento de enseñar el oficio
científico. Sin embargo, se puede
leer entre líneas la intensión de dejar fuera los molestos valores al
momento de enfrentarse al estudio de lo social. Para
Weber los valores tienen un sustento irracional, por lo tanto ciencia y valores se
excluyen mutuamente.
En ambos
casos podemos rastrear que se refieren a la neutralidad ideológica y valoral, es la
ciencia libre de valores. La
polémica corrió a lo largo del siglo XX y
aunque es interesante y posible de seguir, no es el tema base de este ensayo, así que
termino esta parte con el texto del filósofo[1] Adolfo Sánchez Vázquez,
publicado en 1976 La ideología de la neutralidad ideológica
en las ciencias sociales. Con este texto
quiero presentar la propuesta Marxista que
siempre abogó por la imposibilidad de la neutralidad ideológica y aunque está desfasado
temporalmente con los anteriores, me sirve para terminar de exponer la discusión sobre la neutralidad.
Para
Sánchez Vázquez, el inicio de esta propuesta se puede rastrear desde los neokantianos
(Windelband y Rickert), el positivismo Durheiminiano
y la ciencia libre de valores de
Weber, misma que aún continuaba en los años 60 del siglo pasado (durante la guerra
fría), cuando en Estados Unidos se proponía
la llamada para las ciencias sociales la doctrina del fin de las ideologías, la asepsia científica como un intento
de superar esta polémica, terminar con la
ideología y los valores personales tan solo con tomar la decisión de hacerlo, y dejar la
ciencia social reducida a una ingeniería o a una tecnología social. Sánchez Vázquez desenmascara esta propuesta y la
presenta como una ideología que tiende a justificar el actuar del científico sin
manifestar una responsabilidad social, moral y política, pues ella misma es una
ideología más, es la ideología de la neutralidad ideológica.
Sin
embargo, no todo está perdido, reconociendo la subjetividad inherente al sujeto
investigador, Sánchez Vázquez apuesta a la cientificidad de la ciencia social, y aunque
mantiene la idea de que la neutralidad
solo
se da fuera del sujeto, ya sea en el método que aplica o en los resultados (teorías) de
su actividad y que la ciencia no se
reduce al aspecto metodológico, aun así
la objetividad del método es sin duda, requisito indispensable en toda actividad
científica. No hay ciencia sin método objetivo
(Sánchez: 1976, 290).
Entonces la polémica ideológica dejo paso al debate por la objetividad de la ciencia
social y se traslado al método la carga de
la cientificidad. Se acepta que el sujeto no es neutral, pero puede ser objetivo.[2]
LA EXIGENCIA DE LA
OBJETIVIDAD.
En
función de lo anterior, se pasa la carga de la cientificidad de las ciencias sociales al método, y se inicia una nueva polémica ahora al
interior de las mismas ciencias sociales, el debate sobre el método más adecuado para
lograr la tan ansiada cientificidad. Pero el método no va solo, lleva consigo el dilema de la objetividad.
De
acuerdo a los cánones, la cientificidad se logra cuando el procedimiento y el resultado
del mismo son objetivos, imparciales, neutrales. El método aceptado en las ciencias
sociales que puede dar este tipo de resultados es el método positivista, aquel que cuenta
(hechos, cosas), mide, experimenta. Así el
primer desarrollo de la ciencia social busca llevar el método científico al estudio de
la sociedad y mediante técnicas de
cuantificación (de diferente profundidad según el momento histórico y el desarrollo de
la técnica), busca el resultado exacto.
Pero
primero un giro, ¿Qué es la objetividad científica? Para Hanna (2004) la objetividad
científica no es unívoca, sino que hay varios tipos de ella y elabora una clasificación
de tipos de objetividad que separa en dos grupos, la objetividad
externa y la objetividad interna.
De
entrada, la función principal de la ciencia es estudiar la realidad real, lo
que existe más allá del sujeto y es la objetividad externa la que trabaja en esta área,
Hanna señala que Hay al menos tres
distintos portadores de la objetividad externa, i) entidades o procesos; ii) clases,
constructos o magnitudes; iii) oraciones interpretadas o teorías (Hanna: 2004, 343)[3].
Para la
objetividad interna, se asume que el investigador puede ser imparcial, sin prejuicio y se
puede acercar a los hechos sin un punto de vista previo. Toma en cuenta los procesos o métodos mediante los cuales la
ciencia se acerca a investigar el mundo, también la llama objetividad metodológica. Para Hanna (2004, 341) La idea propuesta de
objetividad científica, es la efectividad en el
sentido técnico, del método efectivo.
Posteriormente,
Hanna hace otra clasificación de la objetividad como objetividad explicita y la
objetividad implícita. La primera, es en la que el investigador hace explícita mediante
el lenguaje tanto su propuesta teórica como los procedimientos y las técnicas usadas. Ya
se acepta que no hay neutralidad total, y se asume la responsabilidad del trabajo
resultante, con todas sus implicaciones.
Así,
en muchos casos se trabaja con esta objetividad explicita y se asume ésta como la
objetividad total, buscando la precisión de los instrumentos, es la objetividad
mecánica, que da tranquilidad y seguridad al investigador sobre su propio trabajo,
ya que por un lado explicita sus intereses y por el otro usa técnicas
precisas y complicadas a las que se accede cada vez con mayor dificultad por parte del
investigador novel.
En el
otro lado, se presenta la objetividad implícita, la que se convierte en una forma de
vida, es dependiente totalmente del contexto y no del todo consciente, Es el
conocer como implícito que se adquiere a través de la exposición a los
paradigmas de una práctica (Hanna: 2004), que
solo puede ser modificado a partir de una conciencia sobre el mismo. Es desde mi punto de vista, la subjetividad no consciente o no aceptada.
¿Y la
subjetividad?
Para
llegar a la exposición de la subjetividad se puede hacer por varios flancos. Uno de ellos
es la línea de la Reflexibilidad, propuesta por Giddens (1996) y retomada por Robles
(2002, 311) cuando expone que es un movimiento en la ciencia el cual cuestiona la naturaleza escéptica del conocimiento y sus formas de
producción es decir trata de la forma como construimos el conocimiento científico. Volver la mirada al propio hacer, al cómo y porque hacerlo nos lleva a la
revisión del propio sujeto, al ser.
Otra
línea la podemos seguir desde las disciplinas, como la filosofía la psicología, la
antropología y la sociología, que en diferentes grados pugnan por el reconocimiento del
sujeto y su subjetividad como productores de conocimiento, si bien es un conocimiento de
diferente índole, sí aporta conocimiento nuevo para el entendimiento del sujeto y su
entorno. Esta es otra línea interesante de
análisis, que queda para desarrollar en otro momento.
La otra
línea para acercarnos a la subjetividad, que en realidad es la forma de aproximación de
las ciencias y siguiendo el planteamiento del párrafo anterior, es hacerlo mediante los
métodos que estas ciencias usan para el desarrollo de sus trabajos científicos. Los métodos cualitativos.
LA DISPUTA POR EL
METODO.
Cuando
se traslada la disputa por la cientificidad a la forma en que se obtienen los resultados,
se traslada esta polémica al método/técnica. Y esta nueva polémica está entre el uso
del método científico o el acercamiento a tientas al objeto de trabajo. El enfrentamiento entre la numerería y la palabrería. El (los)
método(s) cuantitativo(s) y los métodos cualitativos
Por
principio, cabe explicitar la postura de que el método no es sólo la técnica utilizada,
sino que incluye la forma en que se construye el objeto de estudio, las teorías
implícitas y explicitas de las que se deriva y por supuesto, las técnicas que se usan.
El
método cuantitativo se fundamenta en la utilización del método científico, y en las
propuestas teóricas positivista y postpositivista, en las que como ya lo comenté antes,
se trabaja con los hechos que son pensados como objetos externos pero aprehensibles, se
asumen altos grados de neutralidad y objetividad por parte de investigador que se ve a sí
mismo como un observador independiente del objeto que estudia. Este método entra en lo que se ha denominado el
paradigma de la comprobación, pues busca medir, predecir, comprobar o falsear las hipótesis establecidas previamente
por el investigador así como descubrir las leyes sociales que ya están presentes en el
grupo social. Trabaja con datos, pues
las personas solo son portadoras de esos datos que el investigador necesita y cuando los
han expresado éstas dejan de ser importantes para el estudio, como los seres humanos son
homogeneizables se asume que cualquiera que pertenezca al grupo puede tener la
información que se requiere, y esta premisa se convierte en la base de la obtención de
la muestra para el estudio.
Este
modelo/método de trabajo se puso en duda como
el único posible a utilizar y como el único portador de la cientificidad en las ciencias
sociales a partir de principios del siglo XX,
con el desarrollo de planteamientos teóricos
nuevos, tales como la fenomenología, el interaccionismo simbólico, la etnometodología,
y otros más que se agregaron a los ya existentes, como la etnografía.
Esta
nueva forma de concebir los estudios sociales no solo propone otras formas de acercamiento
al objeto de estudio sino que propone una nueva forma de percibir ese objeto, de
construirlo, pues parte de bases epistemológicas diferentes. Estos métodos parten de un paradigma diferente,
que sostiene que la realidad social se construye de forma cotidiana por el grupo social y
que el pensamiento individual se construye contextualizado.
Se reconoce que se trabaja con sujetos situados histórica y socialmente en una
realidad, intersubjetiva y múltiple. Se
asume el paradigma del descubrimiento o de la construcción intersubjetiva, en contraposición al paradigma de la comprobación o de la
construcción objetiva.
El
punto principal de la polémica es el papel del
investigador y de su subjetividad. Qué tanto interviene esa subjetividad en los
resultados del estudio y si esto le quita cientificidad al mismo, sin dejar de lado que en
ciencias sociales la explicación de un fenómeno es en realidad una interpretación del
mismo, y que algunas formas de interpretación son más conscientes que otras[4]
(Kouritzin: 2002,127).
Por
otro lado, se trabaja con la subjetividad del otro, del sujeto estudiado convertido en
unidad de análisis, ahora el recorte del objeto de estudio tiene que ver con los
sentimientos, las experiencias y las prácticas del
otro, del sujeto que es parte del grupo que se estudia, o que en lo individual acepta
que el investigador indague en su vida, en sus prácticas cotidianas, en sus emociones, en
su psique.
De esta
forma, entramos en una doble subjetividad, la del otro estudiado y la propia del
investigador, o sea que el problema va más
allá de la objetividad implícita de la que habla Hanna (2004), primero hay que hacer
consciente la propia y luego enfrentarse a la subjetividad del otro. Esta es la razón por la que esta línea de
indagación es más compleja, pues requiere una mirada educada, un sujeto
formado teórica y metodológicamente además de una intensión de comprensión del
sentido de la acción del otro y sobre todo un interés por la comprensión de la vida del
otro, de aquel que abre su vida a la mirada extraña, requiere
sensibilidad por parte del estudioso y como ya lo señale, una formación teórica y
técnica de alto nivel. Pero ¿cómo hacer para retratar fielmente al otro? Kouritzin
(2002, 133) nos alerta y nos sugiere cuidar la visión de ese otro, pues aún al hacer las notas de campo seguimos
siendo nosotros quienes escribimos y creamos nuestros datos, o ¿nuestro mundo
científico?
De
hecho, la observación rebela tanto más
sobre el observador que del observado, esto es, las notas de campo son selectivas,
con un propósito, desde un ángulo, con una voz, porque estas tienen autores
(Emerson et al. 1995,p-106). Cada vez que los investigadores seleccionan una palabra o una
estructura para la oración, cada vez que usan voz activa o pasiva o hacen un informe directo o indirecto del dialogo,
cada vez que usan una estructura narrativa conocida, los investigadores crean la evidencia
que usaran luego como prueba de sus interpretaciones. El concepto de dato crudo esta
entonces a medio-hornear [5]
Acceder
a la vida del otro, a sus emociones, a su experiencia, a sus prácticas cotidianas, a su
vida, a su construcción simbólica de un tema o suceso, en fin a conocer como el otro
construye los significados de algo, tiene sus propias técnicas de acercamiento y
formas de hacer, pero eso no es tema de controversia sino de toma de
decisiones.
Entonces, si antes el debate se centraba en la
validez o no de la indagación de la
subjetividad de los sujetos de estudio, ahora
que se acepta que existe la subjetividad del investigador al momento de elegir tema de
estudio, la manera de hacer la construcción del objeto, la formulación de la pregunta y la forma en que se acerca a la respuesta, el
problema se podría tornar aun mas grave, pues ahora estamos ante una doble
subjetividad. Sin embargo, afortunadamente el mismo avance en la revisión teórica y
metodológica de la ciencia ha permitido que la polémica se haya ido diluyendo y que se
esté fortaleciendo la línea de trabajo que sostiene que los resultados obtenidos en las
ciencias sociales trabajando con esta doble subjetividad, también son portadores de
cientificidad.
Quiero
citar nuevamente a Silvia Gómez de Tagle
(1989) cuando señala que en la antropología, más que en otras ciencias sociales, se da
la unión entre objetividad y subjetividad.
Yo
sostengo la posición que en todo proceso de conocimiento, la subjetividad del
investigador (del científico) es un ingrediente fundamental, de tal suerte que es la suma
de subjetividades afines lo que permite el consenso sobre la definición de la objetividad.
En última instancia el conocimiento científico esta determinado cultural e
históricamente (Gómez de Tagle: 1989, 131).
Y en
efecto, la comunidad científica actual acepta no solo el asunto de las
subjetividades, sino que permite la irrupción de
nuevos temas, nuevos objetos, nuevas preguntas, nuevos sujetos y nuevos métodos.
Y ahora la
implicación
Actualmente
se está abriendo un nuevo debate sobre el manejo de la subjetividad cuando el
investigador es parte del grupo que estudia, por ejemplo un director de una primaria
haciendo estudios de directores de escuelas primarias, o un profesor del departamento de
sociología estudiando a los profesores del departamento de sociología. Si bien es cierto
que la cercanía y la convivencia cotidiana involucra afectivamente al sujeto y se juegan
desde tendencias políticas institucionales hasta sentimientos personales, no por eso
vamos a dejar de trabajar en la investigación social a ese nivel, y a ese respecto
planteo aquí algunas preguntas: ¿pertenecer al mismo grupo que se estudia le quita la
cientificidad al estudio?, ¿la distancia del objeto de estudio garantiza la objetividad?,
o ¿Hasta dónde el sujeto puede estar implicado en su propio objeto de estudio?, ¿Hay
grados de implicación aceptados?, en algunos casos no podemos dejarla de lado, tal es el
caso de los estudios de género (mujeres estudiando mujeres) o los estudios
institucionales (cuando se estudia la misma institución a la que se pertenece aún cuando
sea una dependencia diferente), porque creo que
siempre tenemos algunos grados de implicación y llevándolo al extremo, ¿no pertenecemos
a la misma cultura que estudiamos?, entonces la cuestión no es encontrar la forma
de reprimir la implicación afectiva, sino de su utilización instrumental
(Fernández 1998, 33), si no la podemos ignorar, entonces hay que encontrar la forma de
trabajar con ella. Aquí,
como en la mayor parte de la investigación,
juega un papel importante la vigilancia
epistemológica Bourderiana.
Por
otro lado, habría que distinguir el tipo de implicación en que se está inmerso al
momento de trabajar la investigación, ¿es una implicación de tipo cultural?, o ¿es una
transferencia de tipo emotivo?.
Esta
es la discusión que está actualmente en el tintero y hay que seguirla, sólo dejo un
escrito de Lidia Fernández que creo hay que tomar en cuenta:
la
negación del propio compromiso afectivo lejos de mejorar nuestra objetividad,
la perturba, porque permite que los significados personales evocados en nosotros por una
situación operen salidos de control y distorsionen nuestra comprensión de los hechos
llevándonos a suponer que los otros sienten y piensan las cosas que en realidad nos
suceden (Fernández: 1998, 33-34),
CONCLUSIONES
En el
presente trabajo, mi línea argumentativa fue el seguimiento de algunas de las polémicas
por las que han pasado las ciencias sociales para ser aceptadas como generadoras de
ciencia, que las han llevado a ser cuestionadas por su falta de neutralidad ideológica,
por involucrar la subjetividad de los sujetos de estudio, por trabajar con y desde la
subjetividad del investigador y actualmente por la implicación del investigador en el
mismo grupo que estudia.
De
acuerdo a lo revisado, el avance de las
ciencias sociales ha sido pausado pero constante, y han salido avante y fortalecidas en
cada una de las discusiones que reseño y en
muchas otras que no toqué. Al decir que han salido fortalecidas me refiero a que cada
polémica o cada momento de definiciones ha permitido que se asuman posiciones teóricas y metodológicas por
parte de los investigadores y que se acepte
la responsabilidad del trabajo desarrollado y de los resultados obtenidos y en muchos
casos los costos positivos o negativos que la comunidad científica en su conjunto otorga
o cobra a aquellos que se aventuran en nuevos derrotero teóricos o metodológicos.
Aceptar
que se puede hacer ciencia siendo portador de subjetividad y que el trabajo con los
sentimientos, emociones, visiones del mundo y construcciones subjetivas de los otros puede
construir conocimiento y puede ayudar en la comprensión de este mundo social en el que
estamos inmersos, no es un asunto menor. Creo que vale la pena inmiscuirse en este mundo
de búsqueda de explicaciones a las acciones humanas, en este mundo de la ciencia social.
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Max (1981) El Político y el científico. Premia
editora. México.
[1] En
tanto que marxista consecuente, para quien la teoría y la praxis son en última instancia
inextricables (Muguerza:1997,16)
[2] Aunque no
quedó superada esta polémica de una vez y para siempre ni en todos los lugares, y esto es en realidad una generalización, sigo
esta línea argumental de la parte de la comunidad científica que si dejo atrás esta
polémica.
[3] There are at least
three distinct carriers of external objective reality: namely i) entities or
processes; ii) kinds, constructs, or magnitudes; and iii) interpreted sentences or
theories.
[4] Some forms of
interpretation are merely more conscious than others
[5] In short, observation revels
as much or more about the observer as it does about the observed, that is, fieldnotes are
selective, purposed, angled, voiced, because
they are authored (Emerson at al, 1995,
p.106). Every time researchers choose a word, or a sentence structure, every time they use
active or passive voice, or direct or indirect reporting of speech, every time they use a
known narrative structure, researchers create the very evidence they will later use as
proof of their interpretations. The concept of raw data is
therefore half-baked