Sincronía Fall 2008

Sincronía Current Issue


LAS POLEMICAS POR LA  CIENTIFICIDAD EN LAS CIENCIAS SOCIALES.

De la neutralidad ideológica a la objetividad científica.

 

Guillermina Bustos Silva

Departamento de Sociología, CUCSH

Universidad de Guadalajara


 

INTRODUCCION

La ciencia es una empresa colectiva, siempre partimos de lo dicho o hecho antes por alguien más y esto es lo que permite la acumulación de los conocimientos.   Se avanza en el debate y en el experimento, en la confirmación y el rechazo de las propuestas.  Por eso es adecuado conocer las nuevas polémicas así como las anteriores, y conocer un poco el contexto en el que éstas se desarrollaron, pues tal como lo anota Silvia Gómez de Tagle (1989:131) “En última instancia el conocimiento científico esta determinado cultural e históricamente”.

El desarrollo de la ciencia tiene antecedentes lejanos, pero el surgimiento de las ciencias sociales es más cercano a nosotros, cuando el hombre se da cuenta que es necesario explicarse a sí mismo y voltea la mirada hacia su entorno la reflexividad a un primer nivel hace su aparición.  Sin  embargo, las ciencias sociales siempre han estado en la polémica, y la cientificidad de las mismas aún sigue a debate por su misma llegada tarde al escenario de la ciencia cuando ya estaba establecida la hegemonía de las ciencias duras y el método científico.

El presente texto tiene la intensión de hacer un  seguimiento de estas polémicas,  conocer y presentar el recorrido que a mi juicio han hecho las ciencias sociales para ser reconocidas como tales, me refiero a los debates sobre la neutralidad y la objetividad y a últimas fechas la referencia a la implicación del sujeto en su propio objeto de estudio.  Inicio con la polémica de la neutralidad ideológica que permeó durante el inicio de las ciencias sociales, el período de las definiciones ideológicas y la guerra fría, me centro en la polémica objetividad /subjetividad que está presente en la actualidad y en una de sus vertientes, la del método y termino planteando la nueva discusión, la de la implicación del sujeto con su objeto de estudio.

 

LA PROPUESTA DE LA NEUTRALIDAD

 

Cuando se inicia la ciencia social, o la sociología para ser más precisos, los primeros sociólogos luchaban porque esta nueva ciencia fuera aceptada en el mundo científico como válida, y trataban de que ésta cumpliera con los parámetros establecidos por las ciencias ya reconocidas en ese momento.

La propuesta Durkheiminiana de tratar a los hechos sociales como cosas, tiene de fondo una intensión de separación, de alejamiento, pues una de sus principales premisas es la exterioridad del hecho social con respecto a la persona.  Durkheim traslada al método la búsqueda de la cientificidad, y en su obra Las Reglas del Método Sociológico publicada en 1895 propone varias reglas a seguir para que el estudio de los hechos sociales adquiera la cientificidad.  Una de ellas, se refiere a la neutralidad del investigador,

“Nuestra regla no implica, pues, ninguna concepción metafísica, ninguna especulación sobre la esencia última de las cosas.  Lo que pide es que el sociólogo se ponga en el estado de espíritu en que están los físicos, los químicos y los fisiólogos cuando se aventuran en una región aún inexplorada de su dominio científico”. (Durkheim: 1989,39)

 

Esto es lo que se pide de un científico social, separación, neutralidad científica.

Max Weber (1981) también propone neutralidad aunque es la neutralidad valoral.  En su conferencia dictada en 1918 en Munich,  “La ciencia como vocación”, Weber se refiere a la enseñanza de la ciencia y establece la neutralidad valoral que debe tener el profesor  al momento de enseñar el oficio científico.   Sin embargo, se puede leer entre líneas la intensión de dejar fuera los “molestos” valores al momento de enfrentarse al estudio de lo social.  Para Weber los valores tienen un sustento irracional, por lo tanto ciencia y valores se excluyen mutuamente.

En ambos casos podemos rastrear que se refieren a la neutralidad ideológica y valoral, es la “ciencia libre de valores”.  La polémica  corrió a lo largo del siglo XX y aunque es interesante y posible de seguir, no es el tema base de este ensayo, así que termino esta parte con el texto del filósofo[1] Adolfo Sánchez Vázquez, publicado en 1976  La ideología de la “neutralidad ideológica” en las ciencias sociales.  Con este texto quiero presentar la propuesta Marxista que siempre abogó por la imposibilidad de la neutralidad ideológica y aunque está desfasado temporalmente con los anteriores, me sirve para terminar de exponer la discusión sobre  la neutralidad.

Para Sánchez Vázquez, el inicio de esta propuesta se puede rastrear desde los neokantianos (Windelband y Rickert), el positivismo Durheiminiano  y  la ciencia libre de valores de Weber, misma que aún continuaba en los años 60 del siglo pasado (durante la guerra fría), cuando en Estados Unidos  se proponía la llamada para las ciencias sociales la “doctrina del fin de las ideologías”,  la “asepsia” científica como un intento de superar esta polémica,  terminar con la ideología y los valores personales tan solo con tomar la decisión de hacerlo, y dejar la ciencia social reducida a una ingeniería o a una tecnología social.  Sánchez Vázquez desenmascara esta propuesta y la presenta como una ideología que tiende a justificar el actuar del científico sin manifestar una responsabilidad social, moral y política, pues ella misma es una ideología más, es “la ideología de la neutralidad ideológica”.

Sin embargo, no todo está perdido, reconociendo la subjetividad inherente al sujeto investigador, Sánchez Vázquez apuesta a la cientificidad de la ciencia social, y aunque mantiene la idea de que la neutralidad  “…solo se da fuera del sujeto, ya sea en el método que aplica o en los resultados (teorías) de su actividad”  y que la ciencia no se reduce al aspecto metodológico,  aun así “la objetividad del método es sin duda, requisito indispensable en toda actividad científica. No hay ciencia sin método objetivo…” (Sánchez: 1976, 290). Entonces la polémica ideológica dejo paso al debate por la objetividad de la ciencia social y  se traslado al método la carga de la cientificidad. Se acepta que el sujeto no es neutral, pero puede ser objetivo.[2]

 

LA EXIGENCIA DE LA OBJETIVIDAD.

 

En función de lo anterior, se pasa la carga de la cientificidad de las ciencias sociales al  método, y se inicia una nueva polémica ahora al interior de las mismas ciencias sociales, el debate sobre el método más adecuado para lograr la tan ansiada  cientificidad.  Pero el método no va solo,  lleva consigo el dilema de la objetividad. 

De acuerdo a los cánones, la cientificidad se logra cuando el procedimiento y el resultado del mismo son objetivos, imparciales, neutrales. El método aceptado en las ciencias sociales que puede dar este tipo de resultados es el método positivista, aquel que cuenta (hechos, cosas), mide, experimenta.  Así el primer desarrollo de la ciencia social busca llevar el método científico al estudio de la sociedad y mediante  técnicas de cuantificación (de diferente profundidad según el momento histórico y el desarrollo de la técnica), busca el resultado exacto.

Pero primero un giro, ¿Qué es la objetividad científica? Para Hanna (2004) la objetividad científica no es unívoca, sino que hay varios tipos de ella y elabora una clasificación de tipos de objetividad que separa en dos grupos, la  objetividad externa y la objetividad interna.

De entrada, la función principal de la ciencia es estudiar la realidad “real”, lo que existe más allá del sujeto y es la objetividad externa la que trabaja en esta área,  Hanna señala que “Hay al menos tres distintos portadores de la objetividad externa, i) entidades o procesos; ii) clases, constructos o magnitudes; iii) oraciones interpretadas o teorías” (Hanna: 2004, 343)[3].

Para la objetividad interna, se asume que el investigador puede ser imparcial, sin prejuicio y se puede acercar a los hechos sin un punto de vista previo. Toma en cuenta  los procesos o métodos mediante los cuales la ciencia se acerca a investigar el  mundo,  también la llama objetividad metodológica.  Para Hanna (2004, 341) “La idea propuesta de objetividad científica, es la efectividad en el sentido técnico, del método efectivo”.

Posteriormente, Hanna hace otra clasificación de la objetividad como objetividad explicita y la objetividad implícita. La primera, es en la que el investigador hace explícita mediante el lenguaje tanto su propuesta teórica como los procedimientos y las técnicas  usadas.  Ya se acepta que no hay neutralidad total, y se asume la responsabilidad del trabajo resultante, con todas sus implicaciones.

Así, en muchos casos se trabaja con esta objetividad explicita y se asume ésta como la objetividad total, buscando la precisión de los instrumentos, es la “objetividad mecánica”, que da tranquilidad y seguridad al investigador sobre su propio trabajo, ya que por un lado “explicita sus intereses” y por el otro usa técnicas precisas y complicadas a las que se accede cada vez con mayor dificultad por parte del investigador novel.

En el otro lado, se presenta la objetividad implícita, la que se convierte en una forma de vida, es dependiente totalmente del contexto y no del todo consciente, “Es el ‘conocer como’ implícito que se adquiere a través de la exposición a los paradigmas de una práctica” (Hanna: 2004),  que solo puede ser modificado a partir de una conciencia sobre el mismo.  Es desde mi punto de vista,  la subjetividad no consciente o no aceptada.

 

¿Y la subjetividad?

Para llegar a la exposición de la subjetividad se puede hacer por varios flancos. Uno de ellos es la línea de la Reflexibilidad, propuesta por Giddens (1996) y retomada por Robles (2002, 311) cuando expone que es un movimiento en la ciencia  “el cual cuestiona la naturaleza  escéptica del conocimiento y sus formas de producción es decir trata de la forma como construimos el conocimiento científico”.   Volver la mirada al propio hacer, al cómo y porque hacerlo nos lleva a la revisión del propio sujeto, al ser.

Otra línea la podemos seguir desde las disciplinas, como la filosofía la psicología, la antropología y la sociología, que en diferentes grados pugnan por el reconocimiento del sujeto y su subjetividad como productores de conocimiento, si bien es un conocimiento de diferente índole, sí aporta conocimiento nuevo para el entendimiento del sujeto y su entorno.  Esta es otra línea interesante de análisis, que queda para desarrollar en otro momento.

La otra línea para acercarnos a la subjetividad, que en realidad es la forma de aproximación de las ciencias y siguiendo el planteamiento del párrafo anterior, es hacerlo mediante los métodos que estas ciencias usan para el desarrollo de sus trabajos científicos.  Los métodos cualitativos.

 

LA DISPUTA POR EL METODO.

 

Cuando se traslada la disputa por la cientificidad a la forma en que se obtienen los resultados, se traslada esta polémica al método/técnica. Y esta nueva polémica está entre el uso del método científico o el acercamiento “a tientas” al objeto de trabajo.  El enfrentamiento entre la “numerería y la palabrería”. El (los) método(s) cuantitativo(s) y los métodos cualitativos

Por principio, cabe explicitar la postura de que el método no es sólo la técnica utilizada, sino que incluye la forma en que se construye el objeto de estudio, las teorías implícitas y explicitas de las que se deriva y por supuesto, las técnicas que se usan.

El método cuantitativo se fundamenta en la utilización del método científico, y en las propuestas teóricas positivista y postpositivista, en las que como ya lo comenté antes, se trabaja con los hechos que son pensados como objetos externos pero aprehensibles, se asumen altos grados de neutralidad y objetividad por parte de investigador que se ve a sí mismo como un observador independiente del objeto que estudia.  Este método entra en lo que se ha denominado el “paradigma de la comprobación”, pues busca medir, predecir, comprobar  o falsear las hipótesis establecidas previamente por el investigador así como descubrir las leyes sociales que ya están presentes en el grupo social.   Trabaja con datos, pues las personas solo son portadoras de esos datos que el investigador necesita y cuando los han expresado éstas dejan de ser importantes para el estudio, como los seres humanos son homogeneizables se asume que cualquiera que pertenezca al grupo puede tener la información que se requiere, y esta premisa se convierte en la base de la obtención de la muestra para el estudio.

Este modelo/método de trabajo se puso en duda  como el único posible a utilizar y como el único portador de la cientificidad en las ciencias sociales  a partir de principios del siglo XX, con el desarrollo de  planteamientos teóricos nuevos, tales como la fenomenología, el interaccionismo simbólico, la etnometodología, y otros más que se agregaron a los ya existentes, como la etnografía.

Esta nueva forma de concebir los estudios sociales no solo propone otras formas de acercamiento al objeto de estudio sino que propone una nueva forma de percibir ese objeto, de construirlo, pues parte de bases epistemológicas diferentes.  Estos métodos parten de un paradigma diferente, que sostiene que la realidad social se construye de forma cotidiana por el grupo social y que el pensamiento individual se construye contextualizado.  Se reconoce que se trabaja con sujetos situados histórica y socialmente en una realidad, intersubjetiva y múltiple.  Se asume el “paradigma del descubrimiento” o de la construcción intersubjetiva,  en contraposición al  “paradigma de la comprobación” o de la construcción objetiva.

El punto principal de la polémica es el papel  del investigador y de su subjetividad. Qué tanto interviene esa subjetividad en los resultados del estudio y si esto le quita cientificidad al mismo, sin dejar de lado que en ciencias sociales la explicación de un fenómeno es en realidad una interpretación del mismo, y que “algunas formas de interpretación son más conscientes que otras”[4] (Kouritzin: 2002,127).

Por otro lado, se trabaja con la subjetividad del otro, del sujeto estudiado convertido en unidad de análisis, ahora el recorte del objeto de estudio tiene que ver con los sentimientos, las experiencias y las prácticas del otro, del sujeto que es parte del grupo que se estudia, o que en lo individual acepta que el investigador indague en su vida, en sus prácticas cotidianas, en sus emociones, en su psique.

De esta forma, entramos en una doble subjetividad, la del otro estudiado y la propia del investigador,  o sea que el problema va más allá de la objetividad implícita de la que habla Hanna (2004), primero hay que hacer consciente la propia y luego “enfrentarse” a la subjetividad del otro.  Esta es la razón por la que esta línea de indagación es más compleja, pues requiere una “mirada educada”, un sujeto formado teórica y metodológicamente además de una intensión de comprensión del sentido de la acción del otro y sobre todo un interés por la comprensión de la vida del otro, de aquel que “abre su vida” a la mirada “extraña”, requiere sensibilidad por parte del estudioso y como ya lo señale, una formación teórica y técnica de alto nivel. Pero ¿cómo hacer para retratar fielmente al otro? Kouritzin (2002, 133) nos alerta y nos sugiere cuidar la visión de ese otro,  pues aún al hacer las notas de campo seguimos siendo nosotros quienes escribimos y creamos nuestros datos, o ¿nuestro mundo científico?

“De hecho,  la observación rebela tanto más sobre el observador que del observado, esto es, las notas de campo son “selectivas, con un propósito, desde un ángulo, con una voz, porque estas tienen autores” (Emerson et al. 1995,p-106). Cada vez que los investigadores seleccionan una palabra o una estructura para la oración, cada vez que usan voz activa o pasiva o  hacen un informe directo o indirecto del dialogo, cada vez que usan una estructura narrativa conocida, los investigadores crean la evidencia que usaran luego como “prueba” de sus interpretaciones.  El concepto de “dato crudo” esta entonces a “medio-hornear” [5]

 

Acceder a la vida del otro, a sus emociones, a su experiencia, a sus prácticas cotidianas, a su vida, a su construcción simbólica de un tema o suceso, en fin a conocer como el otro construye los significados de algo, tiene sus propias técnicas de acercamiento y “formas de hacer”, pero eso no es tema de controversia sino de toma de decisiones.

 Entonces, si antes el debate se centraba en la validez o no  de la indagación de la subjetividad de los sujetos de estudio,  ahora que se acepta que existe la subjetividad del investigador al momento de elegir tema de estudio, la manera de hacer la construcción del objeto, la formulación de la pregunta  y la forma en que se acerca a la respuesta, el “problema” se podría tornar aun mas grave, pues ahora estamos ante una doble subjetividad. Sin embargo, afortunadamente el mismo avance en la revisión teórica y metodológica de la ciencia ha permitido que la polémica se haya ido diluyendo y que se esté fortaleciendo la línea de trabajo que sostiene que los resultados obtenidos en las ciencias sociales trabajando con esta doble subjetividad, también son portadores de cientificidad.

Quiero citar nuevamente a  Silvia Gómez de Tagle (1989) cuando señala que en la antropología, más que en otras ciencias sociales, se da la unión entre objetividad y subjetividad. 

“Yo sostengo la posición que en todo proceso de conocimiento, la subjetividad del investigador (del científico) es un ingrediente fundamental, de tal suerte que es la suma de subjetividades afines lo que permite el consenso sobre la definición de la  objetividad.  En última instancia el conocimiento científico esta determinado cultural e históricamente” (Gómez de Tagle: 1989, 131).

 

Y en efecto, la comunidad científica actual acepta no solo el “asunto de las subjetividades”, sino que permite la irrupción de  nuevos temas, nuevos objetos, nuevas preguntas, nuevos sujetos  y nuevos métodos.

 

Y ahora la implicación

Actualmente se está abriendo un nuevo debate sobre el manejo de la subjetividad cuando el investigador es parte del grupo que estudia, por ejemplo un director de una primaria haciendo estudios de directores de escuelas primarias, o un profesor del departamento de sociología estudiando a los profesores del departamento de sociología. Si bien es cierto que la cercanía y la convivencia cotidiana involucra afectivamente al sujeto y se juegan desde tendencias políticas institucionales hasta sentimientos personales, no por eso vamos a dejar de trabajar en la investigación social a ese nivel, y a ese respecto planteo aquí algunas preguntas: ¿pertenecer al mismo grupo que se estudia le quita la cientificidad al estudio?, ¿la distancia del objeto de estudio garantiza la objetividad?, o ¿Hasta dónde el sujeto puede estar implicado en su propio objeto de estudio?, ¿Hay grados de implicación aceptados?, en algunos casos no podemos dejarla de lado, tal es el caso de los estudios de género (mujeres estudiando mujeres) o los estudios institucionales (cuando se estudia la misma institución a la que se pertenece aún cuando sea una dependencia diferente), porque creo  que siempre tenemos algunos grados de implicación y llevándolo al extremo, ¿no pertenecemos a la misma cultura que estudiamos?, entonces “la cuestión no es encontrar la forma de reprimir la implicación afectiva, sino de su utilización instrumental” (Fernández 1998, 33), si no la podemos ignorar, entonces hay que encontrar la forma de trabajar con ella. Aquí, como  en la mayor parte de la investigación, juega un papel importante la vigilancia epistemológica Bourderiana.

Por otro lado, habría que distinguir el tipo de implicación en que se está inmerso al momento de trabajar la investigación, ¿es una implicación de tipo cultural?, o ¿es una transferencia de tipo emotivo?.

 

Esta es la discusión que está actualmente en el tintero y hay que seguirla, sólo dejo un escrito de Lidia Fernández que creo hay que tomar en cuenta:

“la negación del propio compromiso afectivo lejos de mejorar nuestra “objetividad”, la perturba, porque permite que los significados personales evocados en nosotros por una situación operen salidos de control y distorsionen nuestra comprensión de los hechos llevándonos a suponer que los otros sienten y piensan las cosas que en realidad nos suceden” (Fernández: 1998, 33-34),

 

 

CONCLUSIONES

 

En el presente trabajo, mi línea argumentativa fue el seguimiento de algunas de las polémicas por las que han pasado las ciencias sociales para ser aceptadas como generadoras de ciencia, que las han llevado a ser cuestionadas por su falta de neutralidad ideológica, por involucrar la subjetividad de los sujetos de estudio, por trabajar con y desde la subjetividad del investigador y actualmente por la implicación del investigador en el mismo  grupo que estudia.

De acuerdo  a lo revisado, el avance de las ciencias sociales ha sido pausado pero constante, y han salido avante y fortalecidas en cada una de las  discusiones que reseño y en muchas otras que no toqué. Al decir que han salido fortalecidas me refiero a que cada polémica o cada momento de definiciones ha permitido que se  asuman posiciones teóricas y metodológicas por parte de los  investigadores y que se acepte la responsabilidad del trabajo desarrollado y de los resultados obtenidos y en muchos casos los costos positivos o negativos que la comunidad científica en su conjunto otorga o cobra a aquellos que se aventuran en nuevos derrotero teóricos o metodológicos.

Aceptar que se puede hacer ciencia siendo portador de subjetividad y que el trabajo con los sentimientos, emociones, visiones del mundo y construcciones subjetivas de los otros puede construir conocimiento y puede ayudar en la comprensión de este mundo social en el que estamos inmersos, no es un asunto menor. Creo que vale la pena inmiscuirse en este mundo de búsqueda de explicaciones a las acciones humanas, en este mundo de la ciencia social.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFIA

 

Denman, Catalina & Haro, Javier (2000). Introducción: Trayectoria y desvaríos de los métodos cualitativos en la investigación social. En C. Denman & J. Haro (Eds.), Por los rincones. Antología de métodos cualitativos en la investigación social (pp. 9-56). Hermosillo: El Colegio de Sonora.

 

Durkeim, Emilio (1989) Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales.,  traducción, introducción y notas por Santiago González Noriega. Alianza Editorial Mexicana, México.

 

Gómez de Tagle, Silvia (1989) “Subjetividad, investigación y docencia en la antropología” en Revista Nueva Antropología, pp.- 131-135, junio, año/vol. X, número 35, UNAM, México.

 

Hanna, Joseph (2004). The scope and limits of scientific objectivity. Philosophy of science, 71(3), 339-361.

 

Kouritzin, Sandra (2002) The “Half-Baked” concept of “Raw” Data in Ethnographic observation. Canadian Journal of Education, 27,1, Academic research.

 

Fernández, Lidia (1998) El análisis de lo institucional en la escuela. Un aporte a la formación autogestionaria para el uso de los enfoques institucionales, Editorial Paidós Buenos Aires.

 

Muguerza, Javier, (1997) “A modo de introducción, Adolfo Sánchez Vázquez; filosofo español en México, Filósofo mexicano en España en Sánchez Vázquez, Adolfo,  Filosofia y Circunstancia, UNAM / editorial Antrophos, Barcelona.

 

Robles, Leticia (2002). La subjetividad del investigador en sus análisis científicos. La construcción de explicaciones a partir de sus experiencias personales. En F. Mercado, D. Gastaldo & C. Calderón (Eds.), Investigación cualitativa en salud en Iberoamérica. Métodos, análisis y ética (pp. 311-326). Guadalajara: Universidad de Guadalajara/ Servicio Vasco de Salud Osakidetza/ Universidad Autónoma de San Luis Potosí/ Universidad Autónoma de Nuevo León.

 

Rosaldo, Renato  (1991). Cultura y verdad. Nueva propuesta de análisis social. México: Grijalbo.  “Subjetividad en el análisis social”, 157-190

 

Sánchez Vázquez, Adolfo (1976), La ideología del fin de las ideologías.  En Barcarcel J.L. et. al, La filosofía y las ciencias sociales, Editorial Grijalbo, colección Teoría y Praxis,  México.

 

Weber, Max (1981) El Político y el científico. Premia editora. México.



[1] “En tanto que marxista consecuente, para quien la teoría y la praxis son en última instancia inextricables “  (Muguerza:1997,16)

 

[2] Aunque no quedó superada esta polémica de una vez y para siempre ni en todos los lugares,  y esto es en realidad una generalización, sigo esta línea argumental de la parte de la comunidad científica que si dejo atrás esta polémica.

 

[3] “There are at least three distinct carriers of external objective reality: namely “i) entities or processes; ii) kinds, constructs, or magnitudes; and iii) interpreted sentences or theories”.

 

[4] “Some forms of interpretation are merely more conscious than others”

[5] In short, observation revels as much or more about the observer as it does about the observed, that is, fieldnotes are “selective, purposed, angled, voiced,  because they are authored  (Emerson at al, 1995, p.106). Every time researchers choose a word, or a sentence structure, every time they use active or passive voice, or direct or indirect reporting of speech, every time they use a known narrative structure, researchers create the very evidence they will later use as “proof” of their interpretations. The concept of “raw data” is therefore “half-baked”

 


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