Sincronía Primavera 2002


SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA Y SOCIOLOGÍA CULTURAL: LA SITUACIÓN EN ESPAÑA

Antonio Martín Cabello

Universidad Alfonso X El Sabio, Madrid.


RESUMEN: El artículo pretende recoger la situación de los estudios sobre la cultura en la sociología española, enmarcándolos en el contexto internacional. Para ello, recoge las últimas aportaciones que se han realizado en este campo de estudio.

PALABRAS CLAVE: Sociología de la cultura; sociología cultural; estudios culturales; cultura popular.

ÍNDICE: 1. Introducción; 2. Tres perspectivas sobre sociología y cultura; 3. La situación en España; 4. Conclusión; 5. Bibliografía.

1. INTRODUCCIÓN

La sociología ha venido abordando los fenómenos culturales desde dos grandes enfoques: la sociología de la cultura y la sociología cultural. El profesor Jeffrey C. Alexander (2001) mantiene que ambas posturas, que denomina respectivamente perspectiva débil y fuerte, ofrecen una visión enfrentada sobre la posición de la cultura en la explicación de la acción social y, por extensión, de las instituciones y estructura social. Ambas aproximaciones son más o menos representativas en el contexto académico e intelectual de cada sociedad. En el presente artículo se pretende explorar la situación de los estudios culturales en España dentro de este marco de referencia.

2. TRES PERSPECTIVAS SOBRE SOCIOLOGÍA Y CULTURA

Piensa Alexander que la corriente sociológica tradicional ha puesto siempre énfasis en la estructura social, en la base "real" de la sociedad, y que, por el contrario, la cultura, la ideología, ha sido considerada un hecho dependiente de esta estructura o base, por tanto, una "variable dependiente". En consecuencia, se ha tendido a reducir la estructura de significados a meras superestructuras, ideologías, falsas conciencias, sentimientos o ideas "irreales". La sociología pensaba que la explicación había que buscarla "más allá" de la cultura y, en general, era bastante insensible al significado de la acción. No obstante, en los últimos años, afirma, asistimos al resurgir del significado como variable explicativa de la realidad social, de la acción y de las instituciones sociales.

Los estudios que desde la sociología se han realizado de la cultura pueden clasificarse en tres grandes grupos (SMITH, 1998): la teoría cultural europea, estudios culturales británicos y sociología cultural estadounidense. Cada uno de ellos representa una serie de características específicas. En primer lugar, la teoría cultural europea unifica autores como Jürgen Habermas, Michel Foucault, Jean Braudillard, Jacques Derrida o Claude Lévi-Strauss. Es lo que en Estados Unidos se denomina "Alta teoría" (High Theory), dirigida a una audiencia amplia y con métodos "interdisciplinares", que combinan filosofía, semiótica o sociología. Es un debate más político, amplio y ambicioso. No suelen identificar causas y efectos, huyendo de construcciones positivistas, y tienen un tinte poco empírico.

En segundo lugar, encontramos los estudios culturales británicos. Brevemente, se puede decir que están representados por autores como Stuart Hall, Tony Jefferson, Dick Hebdige o Paul Willis. Son interdisciplinares y con carácter político. Realizan un análisis de la cultura desde la estructura social. Utilizan teorías de alcance medio poco positivistas, tienen preferencia por los medios cualitativos, y son bastante más empíricos que la teoría cultural europea. La agencia, como el actor interacciona con la cultura en un contexto dado, es analizada con el apoyo de la teoría de la hegemonía de Antonio Gramsci.

Finalmente, encontramos la sociología cultural americana. La primera generación está compuesta por autores como Clifford Geertz, Edward Shils o Robert Bellah y la segunda por Jeffrey C. Alexander o Philip Smith. Son un campo de estudios más centrado en la sociología y menos político. Las ideas de Emile Durkheim y Max Weber son más influyentes que las de Karl Marx, abogándose por una autonomía de la "esfera cultural". Trabajan con teorías de alcance medio positivistas, que tratan de analizar causas y efectos mediante métodos empíricos. Las explicaciones buscadas son multidimensionales, pudiendo hallarse causas simultáneas en la cultura, en la estructura social o en los actores individuales. El problema de la agencia se aborda con las herramientas que proporciona el pragmatismo, la historia comparada y la fenomenología.

Dejando de lado las imperfecciones que supone esta reducción, como, por ejemplo, dejar de lado todos los estudios históricos o las perspectivas que entienden la cultura como civilización; podemos aceptar que estas tres formas de entender la cultura desde las ciencias sociales, generalizando, y desde la sociología, más en concreto, son los enfoques predominantes en la actualidad. No queremos decir con esto que no existan representantes estadounidenses de los British Cultural Studies (ver, por ejemplo, FISKE, 1989 y 1987) o que en Europa no se realicen estudios culturales empíricos bajo los presupuestos de la alta teoría (ver MONOD, 1968), sino que estas son las formas predominantes de aproximarse al fenómeno.

3. LA SITUACIÓN EN ESPAÑA

Una vez contemplada esta perspectiva internacional, puede argumentarse que en España la atención prestada a la cultura desde el mundo de la sociología no ha sido tan extensa y exhaustiva como en el ámbito anglosajón. Los estudios sobre la cultura han estado tradicionalmente en manos de antropólogos, institucionalizándose la división entre estructura o acción social y cultura o mundo significativo. La sociología y la antropología han aceptado esta división, correspondiendo la estructura social a la sociología y la cultura a la antropología. No obstante, en los últimos tiempos se ha notado una creciente preocupación por la esfera cultural (que nunca desapareció del todo) y una recuperación del significado en el ámbito sociológico.

En el último Congreso Español de Sociología, que celebró su séptima edición en Salamanca, hubo una mesa dedicada a la "Sociología de la Cultura y de las Artes" coordinada por Arturo Rodríguez Morató (1996) de la Universidad de Barcelona. En el desarrollo de esta sesiones se constató una creciente preocupación por el estudio de la cultura, contando con la participación de Antonio Ariño (1997) y de Blanca Muñoz (2001, 2000 y 1995) de la Universidad Carlos III de Madrid. Es de destacar también la aportación de Xan Bouzada Fernández (1993) y de Juan Antonio Roche Cárcel (1995). Finalmente, resalta el papel de Salvador Giner de Sanjulián, de la Universidad de Barcelona, por su importante contribución tanto a este campo (2000 y 1996) como a la sociología general. Los temas tratados se centraban en torno a la identidad y los estilos de vida, las dinámicas territoriales de la cultura, las políticas culturales y las perspectivas de investigación en sociología de la cultura.

En todos ellos ya se contempla una preocupación por la cultura en un sentido etnográfico o, al menos, concreto. La cultura es contemplada tanto desde la "Alta Teoría" (High Theory) como desde estudios de alcance medio, que sitúan las variables culturales en el centro de investigación. Con ello no se pretende que todos acepten la multidimensionalidad de la explicación, ni que sitúen la cultura en plano de igualdad con otras variables explicativas, sino que dejan de considerar la cultura como una gran todo y se interesan por descomponer esa entidad en sus múltiples componentes. Parece, pues, que la sociología está recuperando el interés tanto por la acción significativa como por la estructura de los significados. Todo ello sin olvidar el papel que la estructura social ejerce en la construcción significativa de nuestro mundo.

Además de los autores citados, podemos nombrar al profesor Josetxo Beriain (1990), de la Universidad Pública de Navarra, que está trabajando sobre el concepto de representación e identidad colectiva, desde una perspectiva teórica centrada en Durkheim, Weber y Habermas. Y en un terreno más cercano a la sociología histórica y comparativa, Benjamín Oltra (2000 y 1995) analiza los conceptos de cultura y civilización, con especial referencia al mediterráneo. Amando de Miguel (1995a, 1995b y 1994, por ejemplo) no ha dejado nunca de lado las costumbres de la sociedad española, como tampoco ha hecho Francisco Andrés Orizo (1996) con los valores. Desde una perspectiva global, el sociólogo Manuel Castells (2000) -durante mucho tiempo profesor en Berkeley, hoy en la Universitat Oberta de Catalunya- presenta una visión de la cultura globalizada, desconectada de la realidad, que destruye las nociones clásicas de tiempo y espacio. En otras palabras, una "cultura virtual" que es un modo de dominación que solo puede ser contrarrestado desde las identidades comunitarias, que tal vez puedan constituir una nueva identidad, un nuevo proyecto. Tenemos, por lo tanto, dos niveles de cultura: "virtual", opresora, desconectada de la realidad, y liberadora, que surge de la realidad. El análisis de las relaciones entre diferentes culturas, en un mundo globalizado, es también el objeto de estudio del trabajo de Emilio Lamo de Espinosa (1995).

Se están haciendo intentos de recuperación de la cultura popular en diversos frentes: así, por ejemplo, el escritor Manuel Vázquez Montalbán intenta recuperar la canción popular del periodo franquista (2000); Lorenzo Díaz la cocina tradicional española, en un intento de recuperar lo que denomina "cultura material popular" (1997), las pautas de ocio y diversión (1999a) o el papel de los medios de comunicación (1999b y 1993); Pere-Oriol Costa, José Manuel Pérez Tornero y Fabio Tropea (1996), de la Universidad Autónoma de Barcelona, Andrés Canteras Murillo (2000) o Teresa Adán Revilla (1996), analizan las subculturas juveniles; Andrés Sopeña Monsalve (1994) recupera la educación del nacionalcatolicismo del periodo franquista; y Oscar Guasch nos muestra las dinámicas sociales y culturales de la comunidad gay en España (1995). Existe también una preocupación por el comic (ALTARRIBA, 2001) o por la novela popular (VVAA, 2000).

Las relaciones de la sociología de la cultura con otras subdisciplinas de la sociología u otras ciencias han de ser tenidas en cuenta. La sociología de la comunicación y del conocimiento constituye un elemento indispensable para comprender la transmisión y creación de la cultura. Destacamos en este área el trabajo de Octavio Uña Juárez (1991, 1984 y 1979, por ejemplo), de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid. Las dinámicas de comunicación intercultural son otro campo a estudiar, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que los procesos migratorios están comenzando a tener en suelo español. Francisco Oda, desde su atalaya privilegiada como director del Instituto Transfronterizo del Estrecho de Gibraltar, investiga las dinámicas del contacto, difusión y lucha intercultural (1998), y Tomás Calvo Buezas (1990 y 1993) los fenómenos de racismo y convivencia cultural. Finalmente, sin profundizar destacamos el importante papel de la antropología en el estudio de la cultura: por ejemplo, Francisco Giner Abati estudia las raíces biológicas de la cultura (1993 y 1992), los trabajos clásicos de Carmelo Lisón (1977 y 1971) sobre culturas tradicionales, o José C. Lisón Arcal (1997) que investiga la aplicación de medios audiovisuales en investigación social.

Este repaso, que no ha pretendido ser exhaustivo, muestra cuáles son los intereses principales en el estudio de la cultura en España y el grado de desarrollo o subdesarrollo en el cual se halla esta subdisciplina en España (consolidada en el Reino Unido o los Estados Unidos). Si las teorías sobre la sociedad red (CASTELLS, 2000) o sobre la posmodernidad (LYON, 1996) son acertadas, es lógico suponer que la cultura jugará un papel cada vez más importante en la construcción de nuestras sociedades y que, en consecuencia, la sociología, con su constante interés por el cambio, deberá preocuparse con más profundidad de los fenómenos culturales. Al menos en las sociedades que han venido a denominarse "industriales avanzadas", donde los mínimos vitales parecen cubiertos, la cultura se convierte en un factor de primer orden a la hora de explicar la acción social, la construcción de identidades individuales y comunitarias, e incluso puede llevar a replantearse las relaciones de causalidad entre la estructura social y la estructura significativa (sobre todo en autores de tendencia marxista).

En consecuencia, no es demasiado aventurado pronosticar un mayor desarrollo en España de aquellas ramas de la sociología que tienen una mayor relación con los códigos estructurados de significado: la sociología cultural (o de la cultura) principalmente, pero también la sociología de la comunicación, del conocimiento, del consumo y las llamadas sociologías de l a vida cotidiana.

4. CONCLUSIÓN

En las últimas décadas se está produciendo una recuperación del concepto cultura por parte de la sociología. En España este interés está creciendo, tras una primera fase de olvido momentáneo, en esfuerzos por intentar comprender la cultura y el arte, elevada y popular, y su implicación en la creación de identidades individuales y colectivas. La situación, pues, es compleja, con una gran diversidad teórica (encontramos autores trabajando en líneas similares a las tres corrientes señaladas) y poco arraigo institucional. En todo caso, estos esfuerzos fragmentarios están necesitando una unificación intelectual e institucional, adquiriendo más relevancia en los planes de estudios como tienen en los países anglosajones.

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© Antonio Martín Cabello, Madrid, 2001.


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