El
proyecto Elementos Iconográficos en los Recintos Religiosos en el Estado de
Guanajuato tiene como objetivo general salvaguardar el exvoto de la
destrucción, del robo y el descuido; este documento es de sumo valor para
reconstruir el sentir de una comunidad no sólo en su aspecto religioso sino en
su vivir cotidiano. Sus preocupaciones más íntimas, sus penas por un asalto, un
accidente, una enfermedad; en fin, lo colectivo y lo individual expresado en
una lámina de dimensiones diversas donde un pintor aficionado o especialista plasma
la vivencia del fiel en su devoción a una imagen considerada milagrosa.
El municipio de San Diego de la Unión, al que pertenece Parritas, se encuentra situado al norte del Estado de Guanajuato. La comunidad se localiza hacia el noreste de la cabecera municipal. Su extensión territorial es de 450 hectáreas[2]
San
Diego de la Unión es interesante por la variedad de devociones que tiene. En el
año de 1996 se registraron las imágenes consideradas milagrosas en: la propia
cabecera municipal con su santuario de Guadalupe, ahí se encontraron cerca de
85 promesas votivas dedicadas, además de la Virgen de Guadalupe, a San Martín
de Porres (cuando se regresó en 2001 ya no estaban); en la Ermita de la
Montañita se registraron, en ese mismo año, más de 70 exvotos, los cuales han
sido retirados por temor a los vándalos. En el 2001 se tuvo conocimiednto de la
existencia, en la comunidad de Parritas, de un niño milagroso. En efecto, en
Parritas se han registrado cerca de ochocientas promesas dirigidas al ‘Niño de
la Cruzada’.
San Diego de la Unión es uno de los municipios que tienen un alto
índice de emigración de trabajadores hacia los Estados Unidos. De ahí que El
Niño de la Cruzada represente el apoyo para todos estos migrantes, sobre todo
jóvenes, que ante la aventura incierta que emprenden acuden en demanda de apoyo
y protección. Incluso para los que allá viven, año con año regresan a ponerse
bajo su protección.
En
el municipio de San Diego de la Unión: “ La población económicamente activa
[PEA] disminuye en cada período censal desde 1980 hasta el 2000 y, según la
proyección dada, para el 2010 seguirá a la baja. […] la tendencia de
disminución de la PEA se debe en gran medida al alto comportamiento migratorio
registrado en los últimos años”<![if !supportFootnotes]>[3]<![endif]>.
Para la población, afirma Feliciano Segura “la necesidad que se tiene de cambiar de residencia con tal de mejorar las condiciones de vida de las familias es muy clara para los sujetos que tienen la necesidad de hacerlo. […] saben que el medio natural en los últimos años no les favorece para la siembra, principalmente, por falta de agua, dado que la sequía que ha abatido gran parte del territorio nacional en los últimos años ha ejercido una influencia negativa en el desarrollo de las actividades agropecuarias de la región”[4]
Las
condiciones climatológicas son otro de los factores que ha propiciado la
migración. Durante el 2000 el estado de Guanajuato vivió una sequía
devastadora, San Diego de la Unión fue uno de los 31 municipios declarados zona
de desastre. Aunado a lo anterior los bajos salarios y el encarecimiento de los
productos de primera necesidad: “[son] causa fundamental para fomentar los
flujos migratorios. Además, en los últimos años se considera que la cultura,
tradición y costumbre de la migración ha ido en aumento, los jóvenes nada más
esperan tener alrededor de 15 años para emprender el viaje”<![if !supportFootnotes]>[5]<![endif]>.
De
ahí que una imagen considerada milagrosa siempre está en actividad. Por
principio, el santuario cotidianamente es visitado, comprensible en estos
tiempos de inseguridad económica en que una de las escasas esperanzas del
desamparado es su fe. Así pues, en estas páginas se seguirá la devoción que se
profesa a esta pequeña imagen de apenas 7 centímetros de alto por 3 de ancho.
Desde
el México antiguo, el hombre ha sentido la necesidad de expresar agradecimiento
público a aquellas imágenes o divinidades que lo acompañan en la vida
cotidiana, en donde encuentra apoyo para resolver sus problemas o, simplemente,
para agradecer los bienes recibidos.
Por tanto, con la llegada del hombre occidental las estructuras
mentales de los habitantes del continente se adecuaron a la religión del
invasor, de ahí que, la manifestación de religiosidad a través de las promesas
votivas tomó nuevas formas[6]
El exvoto se difunde por el territorio del virreinato y llega como testimonio
religioso e histórico hasta la actualidad.
El exvoto es un documento rico en información, a través de él se puede
reconstruir la historia de las enfermedades, de los accidentes, de la violencia
(social y familiar). Permite percibir las diferentes manifestaciones del miedo:
ante una tormenta, un incendio; los peligros que encierra la frontera
Norte. Las distintas guerras por las que
México ha transitado.
Pero, sobre todo, aproximarse al fervor del creyente y su relación con
los habitantes celestes como los llama Jean Delumeau[7]
La manera en que, ante una angustia, se le habla a la imagen, se concibe y se
acerca a ella. Poco se sabe sobre la vida azarosa en el campo: ¿Cuáles son los
temores de los campesinos?; ¿por qué colocan a un mismo nivel la salud humana y
la de sus animales?; ¿qué significa en el campo la picadura de un animal o la
pérdida de su yunta, sus burros, una becerra parturienta? De igual forma los
mexicanos que se aventuran a un mundo hostil lleno de peligros e injusticias
son acompañados en sus miedos por sus imágenes religiosas, que los protegen,
que los ayudan<![if !supportFootnotes]>[8]<![endif]>:
“Vine
a darle gracias al niño porque me concedió regresar con mi familia ya que me
encomendé a él cuando me fui a los Estados Unidos y me supo guiar por muy
buenos caminos mi fe hacia él es tan grande como hacia la virgen Maria y todos
los santos. México D.F. Leobardo Guerrero”.
En la actualidad parecería que esta forma de devoción se quisiera hacer
desaparecer por algunos representantes de la Iglesia católica. Sin embargo, el
Tratado del Libre Comercio firmado con Estados Unidos pone a los habitantes
de México en más desventaja, de ahí que
la gente se aferré a sus santos.
El Niño de la Cruzada tiene su propia historia, como todas las imágenes
consideradas milagrosas, ya que el imaginario religioso da vida aparte a estos
seres celestes. En el estado de Guanajuato, contrario a lo que se podría pensar
(México es por excelencia mariano), predomina la figura de Jesús en sus
diferentes advocaciones.
Jesús siendo Niño ocupa un lugar privilegiado en la religiosidad
popular, será, tal vez, porque como Niño puede pedir ayuda a su madre y el
milagro tenga más posibilidades de realizarse. Guanajuato es rico en “Niños
milagrosos”[9]
,como son: el ‘De las Confianzas’, ‘De los Atribulados’, ‘Manuelito’,
‘Milagroso’, ‘Cieguito’, ‘Fidencio’, ‘De la Cuevita’, ‘Fundador’, ‘Maravillas’,
y, por supuesto, el ‘De la Cruzada’, entre otros.
El Niño de la Cruzada se encuentra en la comunidad de Parritas. La señora
Carmen Espinosa Patlán con más de sesenta años en el momento de la entrevista,
cuando se le pregunta el año de nacimiento dice: ¡Hay madre de mi vida, eso si
quien sabe, yo nada más sé, que cuando los ocultos, sabrá Dio en que año serían
los ocultos![10].
Tal vez se refiere a la guerra cristera (1926-1929)
Los recuerdos no siempre son claros, se traslapan, como lo afirma el
trabajo Las formas del olvido:
[...] “no lo olvidamos todo, evidentemente. Pero tampoco lo recordamos
todo. Recordar u olvidar es hacer una labor de jardinero, seleccionar, podar.
Los recuerdos son como las plantas: hay algunos que deben eliminarse
rápidamente para ayudar al resto a desarrollarse, a transformarse, a florecer.
Estas plantas que realizan su destino, estas plantas desarrolladas se han
olvidado en cierto modo de sí mismas para transformarse [...][11]”.
Los
olvidos de doña Carmen no son lo más importante, ya que en la actualidad, la fe
que se profesa al Niño a través de sus casi ochocientas fotografías confiere el
estatus de sagrado y, por supuesto, de legitimidad moral.
Es posible que en 1956 el Niño llegara con ella. ¿Cómo fue el primer
milagro? La señora Carmen relata que un domingo venían en una camioneta un
grupo de jóvenes tomados y uno de ellos cayó. Acusaban a su yerno: “—y,
entonces [...] me dio pesar, dije, ¡hay Niñito de la Cruzada!, me vas a hacer
el primer milagro [...] cómo va a ser posible que mi yerno lo haya aventado
[...] Si el muchacho se muere [...] no paga ni pagará con pura sangre [...] Y
se lo encomendé fuertemente”. Los días pasaron y el muchacho se recuperó.
Entonces va a su casa y le dice:
“Mira Ramón, yo
vengo a verte que si no me haces favor de que ya cuando tu puedas ir a dar una
vuelta [...] a ofrecerle al Niño los primeros pasos. Yo no te digo que le
lleves veladoras, yo no te digo que le lleves nada, él lo que quiere son tus
pasos. Que vayas a darle gracias”.
Sigue recordando
y se introduce en la importancia del Niño de la Cruzada para todos aquellos que
día a día intentan cruzar la frontera norte de México:
“Mire, cuando lo teníamos en el capelo chiquito, cuando se
iban los del norte, que yo le pedía a la merced de que me hiciera el milagro,
cuando ya llegaban allá tronaba el capelo como si alguien le hiciera, ¡tras!,
tres veces, y a los dos días [...] venían las mujeres [...] a darle gracias al
Niño”.
La comunidad de Parritas ha tenido conflictos religiosos,
de hecho, cuando se llega por vez primera, se queda sorprendido que haya tres
capillas además de la del Niño de la Cruzada. En la actualidad los conflictos
parece que no se han solucionado y la comunidad se encuentra dividida. De igual
forma doña Carmen ha pasado por un sin fin de problemas para que la Iglesia
reconozca la capilla. Sin embargo, dice, lo más importante son los seguidores
fieles al Niño:
[...] gente viene desde Guanajuato [...] de sus ranchitos
que yo conozco Dolores [...] de las orillas de Celaya, de acá de San Felipe, de
donde quiera vienen, de los ranchitos de San Diego, La Noria, las Presitas,
Providencia, Venadito, Mezquital, la Palencia, la Jaula, acá, Santo Domingo,
allá, que de la presa Lobos [...] y de Tierra Nueva, Santa María, San Luis
Potosí [...] Yo, como le digo, aunque no le traigan limosna, con sus pasos que
ofrezcan, con eso viene ganando, le digo: ‘Ai’ su limosna se la darán para su
fiesta, que ya sus hijos les manden del Norte.
“Los del Norte”, como dice Carmen, son la esperanza de las
familias y sustento, también, de una imagen considerada milagrosa:
“Ellos están en ‘Ohaio’ [...] otros, [...] dicen que en San
Diego Chiquito, [...] en Dalton en el estado de San Diego Chiquito, porque es
donde están todos [...] Y cuando vienen, le traen su ‘cinquito’ al Niño desde
Colorado [...]”.
Así termina el lamento, y pesar de esta mujer, impulsora
del culto a una imagen de escasos siete centímetros, pero que es el consuelo no
sólo de su desamparo (viuda con cuatro nietos bajo su responsabilidad como
consecuencia de la migración), sino de los que “cruzan” la frontera
prohibida.
Por tanto los flujos migratorios se dan debido a que: “Los salarios percibidos en el municipio durante el período que va de 1980 a 2000 han sido insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, ropa, calzado, salud, entre otras. Esta situación obliga a la población a buscar fuentes de empleo fuera de sus localidades en otros municipios en el estado de Guanajuato, en el interior del país y en Estados Unidos”.[12]
Como consecuencia de lo anterior la migración ha repercutido en la economía del municipio: “La industria de la construcción, el comercio y los servicios presentan un incremento de PEA en el 2000 con respecto a los períodos censales de 1980 y 1990. En los últimos años las remesas que se reciben del exterior han solventado las necesidades básicas de los familiares de migrantes y canalizado recursos para impulsar la industria, el comercio y los servicios del municipio […]”[13]
La particularidad de este santuario es que las promesas o
peticiones hechas al Niño de la Cruzada se hacen a través de fotografías,
recurso que poco a poco se encuentra presente en todos los santuarios de la
Geografía del Exvoto en el estado de Guanajuato. A partir de los años 1970,
aproximadamente, esta manifestación religiosa del exvoto se modificó y empezaron
a llevarse fotografías. En la actualidad se encuentran fotostáticas de
certificados de títulos profesionales, de boletas, prendas de vestir, trofeos,
etcétera. Otra constante en los santuarios es la gran cantidad de figuritas de
plata, cobre y a veces de oro, conocidas como “milagritos”. Éstas representan el
dolor, ya sea de ojos, brazo, cabeza, pierna. Y no pueden faltar en figurilla,
los animales, incluyendo aves, como palomitas, los perros que acompañan, ya sea
el exvoto de lámina o el retrato en busca de encontrar alivio al dolor.
Contrario a lo que se pudiera pensar, el deseo de
trascender a través de un registro siempre ha existido en la humanidad:
El retrato del objeto o del sujeto, tuvo un sentido mágico
—no del todo perdido en nuestros días— consistente en que la efigie de algo era
como parte suya, una especie de efigie del alma que servía tanto para traer el
beneficio de lo plasmado como para inmovilizar el alma[14].
Como es el deseo de esta mujer, quien al enviar la
fotografía para que se deposite en el lugar sagrado, conseguirá traspasar la
distancia y alcanzar protección:
Esta foto se la mando al niño de la Cruzada para que me
cuide en donde quiera que me encuentre María G. Mendiola.
Se plantea[15], que
desde las pinturas rupestres hasta el exvoto al óleo sobre lámina, al que, en la
actualidad, de más en más, suple la fotografía, llevan como intención encontrar
apoyo en lo que se escenifica, es decir, en el primer caso, lograr una buena
caza, una buena cosecha; en el segundo, mostrar como se fue favorecido en
cualquier acto de la vida cotidiana y en el tercero, retener un momento de
alegría, de logro, pero, sobre todo, la fotografía puesta en un santuario, queda
bajo la protección del Ser Supremo, como en el caso antes citado y los
diecinueve más en los que el texto hace alusión a: ausencia, lejanía o
inseguridad que día a día viven, particularmente, los migrantes.
El retrato significa:
La preservación de la identidad y la continuidad [...]
constituye el blasón de un estatus socioeconómico importante, el reflejo de ser
algo y alguien [...] en el hombre, estar referido a algo, sentirse parte de
algo, es de suma importancia [...][16].
De ahí la gran cantidad de fotografías tomadas en Estados
Unidos que testimonian de los “logros” alcanzados por los mexicanos que allá
viven, bien sea temporal o como residentes o ciudadanos: En Parritas se han
conservado fotografías de jóvenes y hombres, llama la atención que están
recargados o apoyados en el automóvil. Una simple
frase da constancia, la toma se detiene en el tiempo, donde queda plasmado un
hombre con su hija y la inscripción “este es el coche de Fernando”. Así se desea
que se reconozca un estatus, un logro y destacar lo que ahora se es, o tal vez,
lo que se quiere ser. Al mismo tiempo, la fotografía como exvoto pone bajo
resguardo, el bien y los que harán uso de él, ha adquirido, al ser colocada en
el santuario, la cualidad de sagrada.
El retrato es también el efecto del hombre, que se plasma,
se aquieta para darse, para permanecer, es la sombra, el reflejo del alma, es el
recuerdo que permanece vivo, sin instancia, sin tiempo[17].
Entonces, el retrato como exvoto “es el puente que une con
la divinidad, con el pasado o bien la promisoria respuesta del presente”[18].
En efecto, un presente que angustia, que deprime, que no encuentra salida, en el
que se pide auxilio desde las mismas entrañas de su ser,
Así los habitantes del municipio dejan sus lugares de
origen en busca no sólo de trabajo sino de de un mejor salario para superar los
apuros económicos.
El Niño de la Cruzada es el que ayuda y protege al que cruza la frontera norte de México. De las 762 promesas
votivas que se conservan y que se han registrado hasta el momento, ya que día a
día llegan más, casi el 24 % tienen relación con el transcurso de la
existencia en ese país. Por ejemplo, la siguiente petición, en el reverso, trae
una oración que transcribe la angustia de quien emprende el camino del que no
sabe si regresará:
Que Dios derrame su bendición sobre ti hermano migrante y
que te permita volver pronto al hogar que hoy has dejado recibe la bendición de
tu pastor para que Dios y la Virgen Santísima de San Juan de los Lagos patrona
de nuestra diócesis te proteja en tu camino, te pido Jesús hijo de Dios divino
ya estoy a bordo del camión y me dirijo a una tierra que no conozco mi ilusión
es encontrar un trabajo digno que me permita ganar honradamente lo que mi
familia y yo necesitamos para vivir como hijos tuyos te pido que me protejas
Santo Niño de la Cruzada. Juan Agustín Almendráis, papas y hermanos. La Jaula,
Guanajuato”[19]
En efecto, el significado de “trabajo digno” debería implicar un salario
decoroso pues: “Los ingresos que obtiene cada trabajador dentro del municipio se
rige por el salario mínimo general a nivel nacional. La zona de estudio está
comprendida dentro del ‘Area Geográfica C’, donde el salario mínimo para el
presente año [2004] es de 42.30 pesos por jornada laboral de ocho horas […].”[20]
Para el 2007, es decir, tres años después de la cita anterior el salario es de
47. 60 pesos; en el 2009 el salario mínimo apenas se ha incrementado a 57 pesos, según
datos de la presidencia municipal.
Por eso es que dentro de las familias no sólo en San Diego
de la Unión sino en todo el país los que las integran están obligados a
participar económicamente. “En el municipio los niños a partir de los doce años
contribuyen al gasto familiar, realizando labores en el campo en el caso de los
hombres o como empleados en algún establecimiento comercial y servicio domestico
en el caso de las mujeres”[21].
Desde la noche de los tiempos, los habitantes de este
continente realizaban un recorrido: hacia el Sur, en busca del quetzal; y hacia
el Norte, en busca de jade para los ornamentos rituales. Ello propició el ir y
venir del conocimiento, del intercambio, del comercio. Así pues, nunca se ha
dejado de hacer el recorrido al Norte, ahora persiguiendo un sueño: dejar atrás
la pobreza.
En el trabajo La experiencia migrante se plantean tres tipos de
mexicanos avecindados en Estados Unidos, “los mexicanos de origen ancestral, los
norteamericanos de origen mexicano mediato y los hijos de inmigrantes mexicanos
de origen recientes”[22].
Sin embargo, todos han sufrido y sufren el racismo en aquel país.
Es conocido que durante la
Segunda Guerra Mundial, el país del otro lado del río Bravo requirió mano de
obra mexicana, cuando ya no hizo falta, oleadas de mexicanos regresaron
provocando una crisis de desempleo. Más tarde, “[...] en 1964 concluyó el
programa bracero y se desencadenó una tercer oleada de inmigrantes ilegales a
Estados Unidos. Entre 1960 y 1990 ingresaron en forma ilegal cerca de tres
millones y medio de mexicanos [...]”[23].
Fuentes estadounidenses
afirman que en el 2004 vivían en aquel país 11.2 millones de mexicanos.[24]
Otra información maneja que en el 2006 viven en Estados Unidos 25 millones de
mexicanos ya sea nacidos allá o porque lograron nacionalizarse.
Los estados de Guanajuato, Michoacán y Zacatecas ocupan los
primeros lugares en exportar mano de obra barata. Las estadísticas arrojan la
cifra de 470 personas fallecidas en el intento de cruzar la frontera de octubre
de 2004 a septiembre de 2005: […] “la mayor parte de ellos provenientes de los
estados de México, Guanajuato, Veracruz, Oaxaca y Chiapas […]”.[25]
Una fuente para el estudio de la migración en
San Diego de la Unión, la proporcionan las fotografías del santuario del Niño de
la Cruzada, aunque, en general, los creyentes al establecer comunicación directa
con la imagen omiten los detalles, que al fin, el Niño conoce las vidas de cada
uno de ellos y la imagen fotográfica (el exvoto fotográfico) exterioriza la
petición.
Apenas quedan veinte fotografías en esta muestra, como ya
se señaló, que tienen anotado un texto en el reverso, que confirman el asunto a
tratar con la imagen sagrada: “protegerme a mis hijos”, “regresar con mi
familia”, “me ayudes a llegar con bien a Estados Unidos”, “mi esposo haya
llegado bien”, “me cuide donde quiera que me encuentre”, “recorrido del que me
decidí hacer”, “alcancé la meta”, “momentos difíciles”.
No obstante, las imágenes
plasmadas en papel dan testimonio destacando los logros obtenidos. Hay cuatro
pequeñas series que se muestran: la primera, formada por 51 fotografías, al
hombre joven, desde 17 hasta 20 años; al adulto de 30 a 40, con la misma
actitud, recargado o apoyado en los coches, mostrando el fruto alcanzado.
Algunos con sus hijos.
La segunda, corresponde a 21 fotografías en el interior de una habitación, principalmente, de una sala, de una cocina con los objetos a la vista que se han comprado, no importa que sean cuartos de dimensiones estrechas, con catres, literas en fin, sin espacios adecuados.
La tercera, formada por 40 fotografías en el exterior, ya
sea en otoño, en invierno; en el bosque, en el parque, el lago, etcétera.
La cuarta, integrada por 27 fotografías, los migrantes
orgullosos se retratan en el lugar de trabajo: cortando naranjas (dos), en un
corral, en el andamio para limpiar la chimenea, en la fábrica (cuatro), como
cocinero, trabajando de jardinero, en un taller, desempeñándose como
afanador-enfermero, etc. Al enviar su imagen al Niño, éste les ayudará a no
perder el empleo, ya que con frecuencia están durante meses desempleados, y
pronto se terminan los ahorros. Entonces envían la fotografía, y la madre, la
esposa o el hermano cumplen la segunda parte, depositar el objeto en el lugar
sagrado:
Gracias Santo Niño de la Cruzada por haber hecho el milagro
de que mi esposo haya llegado bien a los Estados Unidos y también te
pido que lo ayudes a seguir trabajando bien para pronto poder juntar lo que
deseamos para comprar una casa pequeña. Muchas gracias. Atte. Valentina Zavala y
familia.
Feliciano Segura López realizó en el 2001 una serie de encuestas en busca de respuestas a la problemática de la migración. Llegó a la conclusión de que: […] los habitantes de San Diego de la Unión que emigraron para laborar en Estados Unidos, el 69.3 % consiguió trabajo en el campo, en la construcción y reparación de cercas. En lo que respecta a las actividades primarias, se dedicaron a la recolección de frutas y hortalizas, limpieza de establos, limpiar y destazar pollos en granjas avícolas, entre otras; 21.9 % se ocupó en labores de jardinería, como obreros en alguna fábrica, ayudantes de cocina en restaurantes y en la industria de construcción; un 8.8 % se desempeñó en actividades temporales poco especificadas.”[26]
Segura concluye que lo anterior: […] refleja el perfil de
la mano de obra proveniente de San Diego de la Unión que logra colocarse en
algún empleo en Estados Unidos. Predominan los empleos en el sector primario y
le sigue el sector secundario. Esta tendencia señala que la mayoría de
trabajadores se encuentran en estos dos sectores principalmente. El sector
terciario no está suficientemente especificado […] lo que indica que las labores
para las que está preparada la población, por lo general son trabajos pesados
que no requieren algún grado de especialización”[27].
Durand señala que en la actualidad hay cuatro tipos de
trabajadores mexicanos legales:
En primer lugar los que son ciudadanos
americanos, es decir, aquellos que se naturalizaron; en segundo término los
residentes que pueden vivir y trabajar de manera indefinida en Estados Unidos,
conocidos popularmente como ‘emigrados’. En tercer lugar los que tienen visa de
trabajo: los tarjeta verde o green card, que pueden trabajar y vivir en
cualquier parte de Estados Unidos y por último los que tienen ‘mica’ o pasaporte
fronterizo, documento con el que pueden trabajar y transitar a lo largo de las
ciudades de la franja fronteriza[28].
Año 1977 doy infinitas gracias al santo Niño de la cruzada
por que me ha hecho el favor de protegerme a mis hijos Pedro, Regino y Miguel
que están para el Norte, espero me los libre de todo peligro. Esperanza
Martínez. Rancho, El Venadito.
Invocación que tranquilizará un tanto a la madre, al padre,
hermanos, quizás a los hijos, la imagen sí puede llegar a dónde se encuentren
los protegidos, es decir los migrantes:
[...] suelen distinguirse por el lugar y la modalidad del
cruce. Quizás el primer apelativo fue el de ‘mosca’, para aquellos que cruzaban
la frontera arriba de los vagones de ferrocarril: Más tarde, el término ‘mojado’
o ‘espalda mojada’ se acuñó para los que atravesaban el río Bravo rumbo a Texas;
por su parte, eran ‘alambres’ los que pasaban hacia California ya que tenían que
cruzar la malla que separaba los dos países en ciudades como Mexicali y
Tijuana[30].
Gracias por cuidar de mí y de mis hijos en el recorrido del
que me decidí a hacer un día de mi rancho a U.S.A. encomendando a mi familia al
Santo niño de la cruzada. San Luis de la Paz. Gto. 11 julio 02.
¿Cómo se lee lo anterior? “La población en el
municipio de San Diego estaba formada por 34 088 individuos en el 2000, de los
cuales las mujeres representaban mayoría con 2223 más. Lo anterior
obedece principalmente al hecho de que la población masculina, en las dos
últimas décadas, ha formado parte del flujo migratorio hacia Estados Unidos,
pero también, en los últimos años, la población femenina ha tomado parte poco a
poco en la con formación de dicho flujo”.
[31]
En la década de los ochenta: “[…] el 50% de la población
migrante femenina de San Diego de la Unión se desplazaba a las ciudades
mexicanas pero a finales de esa década y principios de los noventas, esta misma
población empieza a trasladarse hacia Estados Unidos y en el ocaso de los
noventa y los albores del siglo XXI, no sólo se da el flujo de población
femenina sino que también se dan cada vez con mayor frecuencia, los casos de
familias enteras que abandonan sus lugares de origen para trasladarse a Estados
Unidos”.[32]
Para el año de 2005 se contabilizaron los fallecidos en el
intento de cruzar la frontera: 516, de los cuales 80 eran mujeres, 117 cuerpos
no fueron identificados.[33]
En los registros de promesas de mexicanos en Estados Unidos
hay dos modalidades: la fotografía que se manda para que la esposa, madre o
hermana la lleven al santuario; y en el regreso anual, principalmente, se
deposita en persona para cumplir la promesa. Pocos anotan la fecha, 1986 la más
antigua y 2002 la más reciente; los otros años son: 1987, 1995, 1996 y 1997. En
cuanto al lugar donde se reside, para Estados Unidos, algunas señalan Dalton,
otra persona pide llegar a Texas.
Segura López afirma que: “La mayor parte de los migrantes de San Diego de la Unión se dirige a Texas y Florida principalmente, sin dejar de ser importantes los que se establecen en otros estados donde se han constituido una serie de redes sociales […] que influyen en la migración […]. Entre los migrantes que llegan a Texas, 19 % se dirige al espacio rural y 4 % al espacio urbano, mientras que en Florida 16 % trabajan en el espacio rural y 6 % en el espacio urbano. Los demás estados recibieron menos del 8 % en zonas rurales y menos del 6 % en zonas urbanas”.[34]
En esta muestra, la representación del mexicano que posee
un automóvil en Estados Unidos ocupa el mayor porcentaje. La representación de
los niños en Estados Unidos, en general, son fotografías familiares. Apenas 22
representan a niños posando en un estudio, en el hospital, en el jardín, en la
habitación. Hay una toma muy interesante en la que se muestra lo que el migrante
considera “progresar”. El bebé fue colocado ante el refrigerador que contiene
comida en abundancia y bebidas. Solo que la cultura que adquiere en aquel país
es la de comida refrigerada perdiendo así sus ancestrales hábitos de alimentos
naturales y frescos.
Durante el trabajo de campo que se realizó en Parritas se
registró, en momentos diferentes, la llegada al santuario de tres migrantes,
quienes acudieron en busca de sostén en su camino[35].
En junio de 2003 la comunidad mexicana pasó a ser la primera minoría en Estados Unidos con 38.8 millones de seres humanos. La minoría negra ahora ocupa el segundo lugar. Sin embargo, estas estadísticas no toman en cuenta a los indocumentados. De cualquier forma, el panorama es sombrío, el desempleo se ha agudizado a partir del 11 de septiembre del 2001. Las estadísticas señalan que en abril de este año el 7.2% de los mexicanos establecidos allá se encontraban sin trabajo, para junio el porcentaje aumentó a 8.2%. Si a estas cifras se sumaran la fuerza de trabajo de los indocumentados rebasaría el 10%[36]
De cualquier manera se ha visto a lo largo de este trabajo,
que es más fuerte el deseo de alejarse de la miseria y la falta de empleo en
México, que el temor al mundo extraño y sus posibles peligros. Hay que migrar
cueste lo que cueste.
Los países considerados como del primer mundo han llevado, con las políticas de la globalización, al llamado tercer mundo a: “La profunda crisis económica en que se sumergieron la mayoría de los países tradicionalmente expulsores desde los años ochenta favorece un entorno de inestabilidad económica y social que presiona negativamente sobre una población que encuentra enormes dificultades para acceder a los mínimos satisfactores. La aplicación indiscriminada de políticas económicas muy cercanas, aunque con algunas variantes, a las neoliberales de las economías altamente industrializadas, han permitido superar algunos desequilibrios económicos, pero los costos humanos han sido tan graves que dieron lugar a un mayor desempleo, aumento de la pobreza, el subempleo y descenso dramático de las condiciones de vida y de trabajo en los países expulsores”[37]
El señor David Cárdenas, originario de Parritas, vive en
Estados Unidos en espera de alcanzar la jubilación. Recuerda, la primera vez que
se fue, lo hizo “caminando”. Como todos los mexicanos allá, realizó un sin fin
de trabajos. A él lo que le valió es que se fue cuando no era tan difícil, ahora
tiene ‘papeles en regla’. Viene cada año para ponerse bajo la protección del
Niño y encontrar ánimos que le permitan enfrentarse a una vida tan dura en un
país que parecería prometer todo.
David Segura[38]
fue llevado a Estados Unidos a la edad de seis años, ahora acaba de terminar la
preparatoria (vive en Georgia). Quiere ir a la universidad. Hasta antes de
venirse trabajaba en un restaurante mexicano. Su abuelo vive en El Colorado. A
veces venía dos veces al año y una vez cuatro. David cuando llega, lo primero
que hace es pasar a ver al Niño de la Cruzada, ya que es una “tradición y fe de
mis papás [...] y más que nada, como el camino es muy largo y para manejar solo
y todo, entonces le pido ayuda [...] a que no me gane el sueño”.
David dice que es “ciudadano americano”, por eso le resulta
más fácil circular en aquel país. Aunque se siente “cien por ciento mexicano”.
Contento afirma que este año se graduaron dieciséis mexicanos y un guatemalteco
de 297 alumnos. Los mexicanos, agrega, “nomás llegan a trabajar y mucha gente se
va pequeña, de los 16, 17 empiezan a trabajar. Sin embargo, mis papás estaban
allá y luego yo llegué [...] y me metieron a la escuela y no a trabajar, bueno,
a los cinco años no iba a trabajar”, sonríe.
Se anima y reflexiona:
Tengo cuatro primos más mayores que yo, y todos están
estudiando. Uno trabaja para una compañía de ‘aseguransas’ [...] para carros
[...]; tengo otro que va a la Universidad de Georgia y, o sea, que todos van
saliendo adelante, será que eso fue lo que a mí me animó, pues como quiera, yo
también voy a salir adelante.
En la camioneta de David viene sujeto un refrigerador, que
su mamá, quien lo acompaña esta vez, trajo para la casa de aquí. Llegan por la
frontera de Laredo, y en la aduana le quitaron, esta vez, tres cajas con ropa:
“siempre han sido así, muy canijos, por cualquier cosa te quieren [...]”.
Al Colorado viene a descansar:
[...] antes que me graduara trabajaba, el único día que
descansaba era el día lunes, y estudiaba de 7:30 a las 11:45, y trabajaba de 12
a 9 de la noche, o sea, que nunca tenía tiempo para nada, nada más el lunes
[...] pero tenía que ir a la escuela al medio día [...].
La compañera de David se llama María Torres[39],
tal vez pronto se casen. La situación de ella es diferente. Hace tres años
emprendió el camino por primera vez “volver a regresar es difícil”, afirma. María pasa por
el río con una señora conocida de su familia, de hecho los pasa a todos. De ocho
hermanos, seis viven allá, además de sus papás.
La experiencia de estos seguidores del Niño de la Cruzada
plantea el afán de pertenencia tal vez dividida o mejor dicho compartida ya
que::“La ruptura con el lugar de origen, familiares y amigos, se presenta al
momento de migrar y se acrecienta con el tiempo. Los migrantes han buscado
formas para mitigar este rompimiento, una de ellas es el hecho de migrar a los
mismos pueblos o barrios citadinos de Estados Unidos, donde sus parientes y
otras personas de sus lugares de origen han emigrado con anterioridad. Otra es
visitar su lugar de origen a fin de año y emprender un nuevo viaje en los
primeros meses del año siguiente; como lo hace una parte de la población que
radica fuera del municipio de San Diego de la Unión, Guanajuato.”[40]
De esta manera: “El volumen de migrantes tiende a aumentar,
una vez que un pequeño núcleo de personas del lugar de origen se ha establecido
en el lugar de destino. La migración también origina un sentimiento de pérdida
de la identidad a causa de la necesidad de adaptarse a una nueva cultura,
incluyendo una nueva lengua […]”. Sin embargo: “La religión también es un
componente importante de la cultura, porque es un rasgo de identidad que
caracteriza a los migrantes laborales que puede o no diferir del país de origen
al país de destino. La mayoría de los migrantes mexicanos se identifican con la
religión católica y hasta donde se sabe, esto no les ha creado conflictos.
Aquellos que retornan de Estados Unidos no han dejado de serlo y generalmente
participan en las festividades religiosas que se suceden cuando visitan el lugar
de origen[41]
De tal suerte que el migrante se va con su cultura, sus
costumbres, sus raíces. María trabaja en una fábrica para empacar alfombras,
vive en Dalton. Estudió hasta tercer semestre de bachillerato y luego dejó la
escuela. Ahora se arrepiente. El regreso lo hará como de costumbre, de “espalda
mojada”, su bebé se lo llevará David.
Rubén Martínez, autor de Cruzando
la frontera, la describe así:
La línea, casi siempre invisible, que se extiende a lo largo de dos millas de frontera, cruzando arena, tierra amarilla, salpicada de matorrales, y las turbias aguas del Río Grande. Invisible, con la excepción de algunos trechos cercanos a San Diego, Nogales y el Paso, donde la noción de una frontera entre Estados Unidos y México se transforma en un objeto tangible que se expresa por medio del acero, alambradas, alambre de púas, concreto y lámparas que iluminan por la noche el árido terreno. En estos tres cruces fronterizos (San Diego es el puerto de entrada más transitado del mundo) la patrulla fronteriza ha despejado el terreno en muchas millas a la redonda, por lo que cualquier figura humana que trate de cruzar la línea resalta en descarnado relieve, proyectando su sombra. La patrulla fronteriza se traga todas las sombras que puede.[42]
La celebración de la fiesta del Niño de la Cruzada se
realiza en el mes de agosto. La participación de los migrantes en las fiestas
religiosas es importante. La mayoría considera una responsabilidad y un
compromiso social aportar dinero ya sea para la música o para el castillo. Así
Consuelo Luna Rocha, con sus ochenta años, asegura que participa desde que
inició la fiesta para el Niño. Entre treinta y cuarenta años. Toma como punto de
referencia los veintiocho años que lleva su hermana arrullando y levantando al
Niño Dios, pues es una figura de Nacimiento. Sus hijos, desde Missouri, se
encargaron de mandar el dinero para las lonas: “y todos los demás que están
‘jueras’ en Estados Unidos mandan ayuda”.
Lorenzo Rodríguez López, esposo de Consuelo, tiene setenta
y dos años, dice que el festejo empezó, no recuerda cuando, poco a poquito hasta
ir creciendo. Sus hijos se lo querían llevar a Estados Unidos a festejar sus
bodas de oro, pero no quiso, prefirió quedarse para apoyar en “organizar aquí
todos los puestos [...] el lugar para el castillo, y poner las lonas y todo lo
de la entrada, y a cargo estoy”.
Maximino Sánchez (65 años de edad) es el responsable, desde
hace 12 años, de la danza del barrio de Santiago de Tierra Nueva San Luis
Potosí. Además confecciona los trajes, los vistosos penachos y los presta a los
danzantes. Orgulloso dice: “Mire, mis hijos traen una danza en la Ciudad de
Dallas, Texas, ellos traen una danza con los chicanos, ‘antons’, yo tengo mis
papeles, para entrar [...] cuando se ofrece que me necesitan, yo voy a Estados
Unidos y les ayudo a danzar allá”. Dos de cinco residentes danzan. Hubo un
concurso en Amarillo, Texas, y ganaron el primer lugar.
Sus hijas, Marisela, de veintidós años, danza desde los
doce, y María de los Ángeles, de treinta y un años, tuvo la experiencia de
danzar en Estados Unidos, pero no le gustó la vida allá y se regresó: “‘na’ más
estuve encerrada, no salí a ningún lado, nada más cuando íbamos a ensayar en las
tardes”.
Agapito Rico Palencia es vecino del jefe de la danza, pidió
pertenecer a ella “porque me gusta la danza y porque es una cultura muy, muy
bonita de nuestro México”. Agapito, ahora es jornalero, estaba en un pueblo de
Carolina del Norte, donde tenía tres años [de estar viviendo], explica que, en
los lugares pequeños se paga poco y se acaba el trabajo. Se regresó a causa del
“ataque del once de septiembre y eso, se escaseó el trabajo, y pues estábamos
sin trabajo, y mejor nos vinimos [...] mi hermano y yo”.
Finalmente las manifestaciones de religiosidad permiten
aproximarse a la cotidianidad de un pueblo. Desde el México antiguo, el hombre
ha sentido la necesidad de expresar agradecimiento público a aquellas imágenes
que lo acompañan en la vida diaria en donde encuentra apoyo para resolver sus
problemas.
Así, el exvoto pintado, al
que, en la actualidad, de más en más suple la fotografía, lleva como intención
encontrar apoyo, como lo muestran los testimonios, en lo que se escenifica o se
escribe.
En esta aproximación al
análisis del retrato como exvoto se vio la forma en que éste “es el puente que
une con la divinidad, con el pasado o bien la promisoria respuesta del
presente”. En efecto, un presente que angustia, que deprime, que no encuentra
salida, en el que se pide auxilio desde las mismas entrañas de su ser. El
migrante que cruza la frontera, el hombre que no encuentra trabajo, por
ejemplo.
Por último, la
globalización que sin tregua irrumpe en el México actual, hace que el pueblo se
refugie en su fe, en sus creencias, en sus tradiciones. El inconsciente
colectivo busca protegerse ante los embates del acelerado cambio en el que
parecería se pierden las costumbres, los hábitos ancestrales. Sin embargo, las
páginas anteriores muestran la resistencia ante la pérdida de identidad que da
personalidad propia al pueblo mexicano.
[1]Corregido, aumentado y actualizado en algunos aspectos para esta
publicación.
[2] Obregón
Díaz, Eduardo et al. Parritas. Las haciendas de San
Diego de la Unión. León, Colegio de Estudios Científicos del Estado de
Guanajuato. Obregón, 2002. p. 36.
[3] SEGURA,
López Feliciano. Los movimientos migratorios: factores de cambio espacial en el
municipio de San Diego de la Unión, Guanajuato. Ciudad Universitaria
México, 2000.
Tesis (Licenciatura en Geografía) p.59
[4] Ibidem
p.60.
[5] Ibidem
p. 60
[6] Por lo
general las promesas votivas en Europa son austeras y el texto se labra en
mármol. Sólo en el Mediterráneo se encuentra la misma expresión artística que en
los exvotos mexicanos, incluso en Centroamérica, los exvotos que se conocieron,
los textos vienen en laminillas de oro.
[7] Ver Delumeau, Jean, Rassurer el
proéger. Le sentiment de sécurité dans I’ Occident d’ autre fois. Paris,
Fayard, 1989.
[8] Para una mejor
lectura de los
textos se actualizó la ortografía.
[9] En
diciembre de 2002, se publicó en la revista Contenido una lista de diez niños milagrosos: “Los
Santos Niños de México”, menciona los niños de: Xochimilco (Niñopan, Tamalerito,
Chiquihuite); Zacatecas (Atocha y de las Palomitas); Doctor (Tepeaca, Puebla),
Cieguito (en la misma ciudad); del Consuelo (Chalma, Estado de México); de las
Suertes, de los Sueños, de los Milagros o Futbolista y El Cautivo (en la Ciudad
de México); Nundichi (pueblo del mismo nombre en Oaxaca).
[10]
Espinosa, Patlán Carmen / Campos, Rodríguez Patricia. Parritas, agosto de 2002.
La trascripción la realizaron Ma. de la Luz Ortiz Ramírez y Carla María Pérez
Hurtado, estudiantes del segundo grado de la carrera de licenciado en Desarrollo
Regional, de la Unidad de Estudios Superiores de Salvatierra (llamada así en ese
entonces), de la Universidad de Guanajuato.
[11] Narc,
Audgé, Las formas del olvido. Barcelona, Gedisa,
1998. p. 23.
[12] SEGURA,
López Feliciano. Op. Cit. p. 68
[13] Ibidem
p. 68
[14]
Solórzano, Rivera Luz de Lourdes. “¿Por qué se retrata
la gente? Reseña del retrato mexicano”en Artes de México, no. 132, Año XVII.
México: 1970. p. 4.
[15]
Solórzano, Rivera, op. cit., p. 4.
[16]
Idem. p.
4.
[17] Ibidem
p. 5.
[18] Ibidem p. 5.
[19] Para
hacerlo legible se corrigió la ortografía.
[20] SEGURA,
López Feliciano. Op. Cit. p. 86
[21] Ibidem
p. 86
[22] Durand,
Jorge et al., “La experiencia migrante”, en Iconografía de la migración México- Estados Unidos,
México, Altexto, 2000, pp. 170-173.
[23] Ibidem
p. 174.
[24]
Escobar, Valdez Miguel. El muro de la vergüenza. México.
Grijalbo. 2006. p. 15.
[25]
Escobar, Valdez Miguel. El muro de la vergüenza Ibidem. p.
32.
[26] SEGURA,
López Feliciano. Op. Cit. p. 84
[27]
Ibidem p. 84
[28] Durand,
op. cit., p. 193.
[29] Ibidem
p. 194.
[30] Ibidem
p. 194.
[31] SEGURA,
López Feliciano. Op. Cit. P.59
[32] Ibidem
p. 64.
[33]
Escobar, Valdez Op. cit. p. 33.
[34] Ibidem
Cit. 85.
[35] La
transcripción de las entrevistas en este apartado se realizó durante el
8º.Verano de la Investigación Científica por el estudiante Rodolfo González
Rivera.
[36]
Esquivel, J. Jesús. “Desempleo: ‘se esfuma el paraíso yanki’”, en Proceso, no. 1396, México, 3 de agosto, 2003, p.27.
[37] SEGURA,
López Feliciano. p. 97
[38] David
Segura/Patricia Campos. Parritas, 27 de junio del 2002.
[39] María
Segura/Patricia Campos. Parritas, 27 de junio de 2002.
[40] SEGURA,
López Feliciano. Op. Cit. P. 122.
[41] Ibidem
pp. 122-123
[42]
Martínez, Rubén, Cruzando la frontera. La crónica
implacable de una familia mexicama que emigra a Estados Unidos. EU ó Mex,
Planeta, 2003, p. 15.