El concepto de caricatura como arte en el siglo XIX
J. Enrique Peláez Malagón
1- Introducción
2- Estado actual de la investigación
sobre el arte en la caricatura
3- El concepto de caricatura
4- Características y cualidades de la
caricatura
La
caricatura es una reducción
La
caricatura como recurso agresivo
La
caricatura como exageración
La idea
como caricatura
La
caricatura como retrato
La
caricatura como fantasía
La
caricatura como línea
La
caricatura como estenografía expresiva
La
caricatura como moralidad
La
caricatura como degradación
La
caricatura como juego
La
caricatura como síntesis visual
La
caricatura como ingenuidad
La
caricatura como código o lenguaje fisionómico
La
caricatura como posesión
La
caricatura como contenido
La
caricatura como grabado simbólico
La
caricatura como medio de masas
La
caricatura como encuentro
La
caricatura como opinión
La
caricatura como versión humorística de un personaje
5- Tipologías
de caricaturas
1)INTRODUCCIÓN
Puede
parecer extraño, a primera vista, la concepción de la caricatura como arte, no obstante,
la caricatura es un tema más interesante de lo que a primera vista pueda parecer. Ya
Azorín escribía en 1913 a propósito del humorismo: El capítulo de eutrapelia,
del divertimento espiritual es sumamente importante en la historia del desenvolvimiento
humano; haciendo la historia de la ironía y del humor, tendríamos hecha la sensibilidad
humana y consiguientemente la del progreso, la de la civilización. La marcha de un pueblo
está en la marcha de sus humoristas.[1] Baudelaire por su parte
opinaba: Sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones
con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu
nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e
importante.[2]
Por su parte Gombrich ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante
cómico: El dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más
probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el
periodista.[3]
Su interés radica, no ya sólo en la calidad de las obras (quienes siguen los vaivenes
estilísticos del momento) sino en la enorme cantidad de información que estas humildes
obras pueden proporcionarnos pudiendo asistir y revivir todos los acontecimientos, desde
los más triviales a los más importantes y además podemos hacernos una idea
perfectamente clara de la forma de pensar de aquellos individuos en aquellos momentos. Por
todo ello el humor gráfico nos proporcionaba información en tres aspectos
importantísimos: el cultural, el estilístico y el sociopolítico.
Pese a la
importancia del tema, somos conscientes que treinta años atrás no se hubiese aceptado ni
el título ni tema como objetivo de un artículo científico por el mundo académico, y
que incluso hoy, superado ya el escándalo, no faltarán quienes se pregunten ¿Es Arte el
humor gráfico?. Hace años se negaba porque
sólo se admitían las llamadas Artes mayores, Arquitectura, Escultura y Pintura, así,
por orden de tamaño y peso, y las relegadas a segundo plano como artes menores,
industriales aplicadas o decorativas (nunca se pusieron de acuerdo en los adjetivos todos
impropios), como cerámica, esmalte, orfebrería, etc. Por fortuna esto ya está superado
y el Arte es hoy mucho más y acoge aspectos que antaño se excluyeron como pobres y hasta
vergonzantes. Como dice el profesor Carlos Cid, si se toma la palabra Arte en su
etimología de algo bien hecho, con esmero y gracia, qué duda cabe que el humor tiene su
lugar en él. Y no es válida la objeción de que es imposible poner el chiste de un
periódico a la altura del Partenón o de La
Primavera de Botticelli, nadie lo pretende, porque los objetos heterogéneos son
incomparables y no son lícitas las escalas de valor entre ellos. Todo es Arte, pero
pretender tales vecindades y evaluaciones sería tan absurdo como cotejar una ballena azul
y un pino mediterráneo y averiguar cual es el más valioso, lo que no niega que ambos
sean seres vivos e importantes de maneras diferentes en sus clases.
2) ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL ARTE EN LA CARICATURA.
Históricamente ha existido un desdén
generalizado hacia la imagen humorística en la prensa o incluso a la ilustración en
general. Los historiadores de los estilos tradicionalmente han marginado este campo ya que
la mayoría no ha solido considerarlo como Arte al centrarse únicamente en las llamadas
Artes mayores, olvidando muchas veces como señala Gombrich que como clase de
imágenes, las caricaturas no están ni más ni menos encajadas en un contexto histórico
definido que los retratos oficiales o los cuadros de altar.[4]
En el caso de los historiadores de la vida cotidiana, de la llamada Nueva
Historia tampoco se ha aludido al tema ya que a pesar de la importancia que se la da
al vivir (entendiendo este término en el sentido más amplio) de una
sociedad, han olvidado con excesiva frecuencia las posibilidades que este tipo de arte
abre a la hora de estudiar las costumbres, modas, opiniones y pensamientos, opciones
ideológicas... reflejo valioso de una sociedad. Es por tanto un material a nuestro juicio
importantísimo al cual poder recurrir a la hora de realizar un estudio sobre la época
contemporánea.
Fruto de este desdén ha sido el vacío bibliográfico existente sobre la
caricatura: Nadie tomó en consideración el tema hasta que Baudelaire, desde el punto de
vista artístico, partiendo de la base de que nada que pueda hacer el hombre es frívolo a
los ojos del filósofo argumentó que algunas de estas obras contienen un elemento
misterioso, duradero y eterno que despierta la atracción de los artistas siendo digno de consideración la introducción de
este elemento (inseparable de lo bello) hasta en obras destinadas a presentar al hombre su
propia fealdad moral y física.[5] Estos postulados hicieron que
el panorama cambiase y que la caricatura entrase en escena, apareciendo de este modo una
bibliografía específica que empezó a surgir en el ultimo cuarto del siglo XIX que va
desde las obras faraónicas de Champfleury, Wright, Grand Carteret o Stephems [6] y
las no tan extensas pero significativas como las obras de Bayard y Beraldi[7]
a los estudios específicos sobre lo cómico de Bergson y Freud[8]
que aportan un bagaje teórico de gran importancia. Esta corriente también llega a
España de la mano de Ortego, Picón y Frontaura[9], cuyas obras, si bien no son
tan voluminosas como las primeras sí dejan constancia de este nuevo interés por la
imagen humorística. Interés que también aparecerá en Valencia de la mano de González
Martí.[10]
Tras este auge del tema a finales de siglo se vuelve a caer en un olvido casi
absoluto de la caricatura, olvido que se intenta romper en la década de los veinte en el
caso español con algunas obras como las de José Francés y José Ferrán[11]
que si bien son de mucha menos envergadura que las que aparecieron anteriormente, reclaman
el papel de la caricatura dentro del contexto artístico.
Volverá a aparecer un nuevo silencio bibliográfico en las décadas de los
cuarenta, cincuenta y sesenta tan sólo roto por algunas obras de más contenido gráfico
que teórico.
Pero no será hasta la década de los setenta y ochenta del siglo XX (tal vez a
consecuencia de eclecticismo que rodeará el concepto Arte) cuando empiecen a surgir
verdaderos trabajos científicos que investiguen el tema. Estos estudios como primeros de
su género están acotados (por lo que al caso español se refiere) tanto geográfica como
temáticamente, geográficamente porque sólo y salvo contadas excepciones se
circunscriben a las áreas de Madrid, La Coruña, Barcelona y Granada y temáticamente
porque se han centrado sólo en algunos aspectos o figuras determinadas de la ilustración
gráfica en general.[12]
En 1979 se intentará salir de esta situación cuando el profesor Bozal[13]
realice una visión general y de conjunto para toda la ilustración gráfica del siglo XIX
en España, intento loable pero que no va más allá ya que el hecho de que se limitase al
análisis de la prensa que se conserva en la Hemeroteca Municipal de Madrid hace que el
trabajo tenga serias limitaciones.
3) EL CONCEPTO DE CARICATURA
Caricatura, tal y como viene definida en el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua española, es:
Figura ridícula en la que se deforman
las facciones y el aspecto de alguna
persona.[14]
Síntesis problemática la que realiza la academia ya que esta definición no se
ajusta al alcance y delimitación del concepto al considerar a la caricatura tan sólo
como una deformación ridícula solamente aplicable a las personas. De esta
manera el diccionario sólo considera caricatura a la representación gráfica deforme de
una persona dejando de lado por ejemplo la caricatura político social tan importante en
un siglo XIX que utilizará este recurso como propaganda de ideas propias y críticas de
las ajenas; e incluyendo, por el contrario, cualquier tipo de deformación que se
introduzca en una figura humana aunque ésta responda únicamente a un estudio o boceto
realizado por un pintor con el fin exclusivo de analizar las posibilidades de una línea o
mancha de color como lo han venido realizando pintores de todos los tiempos.
Esta definición que no ha variado mucho desde la primera vez que se incluyó en
este diccionario:
Figura ridícula en la que se abultan o recargan
y pintan como deformes y desproporcionadas
las facciones de alguna persona.[15]
Origen de la definición que se ha mantenido hasta la fecha, haciendo partícipe de
esta idea a otros diccionarios o enciclopedias que la han repetido con más o menos
variantes pero sin cambiar o matizar el contenido de la misma, sirva como ejemplo las
referencias y definiciones de las Enciclopedias Espasa, Durvan o Larousse[16],
o los diccionarios Anaya o Casares.[17]
Y otras muchas a las que podríamos hacer referencia.
E incluso las definiciones que daban los contemporáneos no diferían mucho de
éstas, aunque si bien introducen el concepto de cosa como objeto de
caricatura que enriquece en gran medida la definición ampliando las posibilidades del
concepto al liberarlo de su adscripción humana.
Así, el Diccionario nacional de la lengua española de Ramón Joaquín Rodríguez, de 1845 la define como:
Pintura o dibujo en el que bajo
formas alegóricas y burlescas
se representa a alguna persona
o hecho que se trata de ridiculizar.[18]
O el diccionario de Gaspar Roig de 1853 que define el término como:
Pintura o dibujo que bajo formas
alegóricas y burlescas, se representa
a alguna persona o hecho que
se trata de ridiculizar[19]
Estos diccionarios contemporáneos van más allá que los de la Academia al
introducir en su definición el término hecho, circunstancia que llena de
contenido la palabra ya que abre las posibilidades a que algo caricaturesco pueda ser algo
más que una persona ridiculizada, teniendo en cuenta de este modo que las acciones,
comentarios u objetos también son susceptibles de engrosar el término definido.
Sin embargo todas estas definiciones que aparecían en los diccionarios del siglo
XIX, se circunscriben a una serie de características en común que siguen restringiendo
sobre manera el término:
a) Se circunscriben únicamente a las personas (salvedad de algunos diccionarios
contemporáneos citados)
b) La intencionalidad ridícula o grotesca como fin
c) La deformación, exageración o desproporción como medio para
llegar a ese fin.
Referente al primer punto la palabra caricatura en principio recuerda a un retrato.
Desde luego es así, pero si la caricatura llama hacia lo individual, que decir de todo lo
que se engloba bajo esa palabra con la simple adición de un adjetivo: Caricatura
política, de costumbres, social, festiva... La solución seria poseer varias palabras
para mencionar cada uno de los anteriores subgéneros, pero desgraciadamente el español
no cuenta con ninguna. Otros idiomas sí que cuentan y diferencian estos dos conceptos,
así por ejemplo en inglés caricature hace referencia a la caricatura personal y cartoon
englobaría las restantes manifestaciones de dibujo humorístico. Por todo ello hemos de
considerar la caricatura en el sentido más amplio, esto es, englobando en su nombre todos
los posibles subgéneros o como apunta Gamonal[20] distinguir entre caricatura
y lenguaje caricaturesco, de este modo se evitarían dos problemas de clasificación[21]:
El dibujo humorístico por un lado sin deformación caricaturesca con ejemplos bien
patentes en la obra de Hogarth, Tiépolo o Gavarni, y la deformación sin intención
cómica como los estudios sobre la maldad y la fealdad de Leonardo.[22]
Por lo que respecta al segundo punto, sobre la intención ridícula y grotesca como fin de la caricatura, si bien se puede dar en
la mayoría de los casos, no es definitorio de lo que hemos venido en llamar lenguaje
caricaturesco o de cualquiera de los subgéneros de la caricatura, es más, este
subgénero se sirve de un lenguaje específico y autónomo que ha sido gestado y
codificado desde el nacimiento de la prensa separándose según los casos de la caricatura
personal.
Finalmente y por lo que respecta al tercer punto, la exageración y la deformación
como medio no es un rasgo definitorio por sí sólo ya que no todo lo exagerado o
deformado se le puede llamar caricatura.[23]
Puestas así las cosas habremos de definir la caricatura, y para ello hemos de
recurrir al método fenomenológico de tal forma que analizaremos por separado las
cualidades diferentes que se dan en el concepto distinguiéndolo así y descubriendo su
identidad, no obstante siguiendo este método nos encontramos con que algunas de sus
cualidades o características pueden llegar a ser contradictorias, aceptamos esa
contradicción a priori, ya que nos es necesaria para poder conformar una definición del
término de tal forma que utilizaremos esos argumentos diferentes con el fin de producir
un choque de ideas y una contraposición de argumentos, procurando así que
las sucesivas opiniones se vayan recogiendo y enriqueciendo unas a las otras hasta hacer
aparecer lo verdadero, proponemos así una metodología dialéctica anatríptica[24]
en la que no nos planteamos como sería el caso de la doctrina de Hegel una síntesis
final que de lugar a la superación o eliminación de la contradicción sino que esa
contradicción queda latente ya que los dos principios quedarán en pugna presionando y
amenazando el equilibrio final pero mediante una posición antinómica tratando de
conjugarlos y conciliarlos.
Una vez aclarados estos puntos podemos
definir la caricatura a través de sus características tal y como proponemos a
continuación examinando 21 de sus posibles cualidades[25] como método por el cual
podamos llegar a averiguar la esencia y definitorio de lo caricaturesco.
4) CARACTERÍSTICAS Y CUALIDADES DE LA
CARICATURA
A) La caricatura es una reducción:[26]
Desde el momento en la que a través de
muy pocos trazos se logra captar la esencia
del representado. La reducción es también un juego por el que se ridiculiza el
comportamiento de un hombre. Esta reducción puede no llegar a darse, este es el caso de
lo que hemos venido llamando lenguaje caricaturesco, ya que por ejemplo en la caricatura
política se puede llegar a caricaturizar una
situación determinada a través de un texto que acompaña a la imagen de tal forma que el
dibujo se contextualiza de una forma determinada que lo convierte en crítico sin tener
que para ello deformar su apariencia.
Tenemos por tanto una característica definitoria de caricatura y su antítesis
también definiendo el concepto, ¿Cómo salir de aquí? creemos que no es solución
plantear una nueva cualidad como superación de las dos anteriores, sino más bien
dejarlas en tensión planteando así una antinomia en la que los dos elementos son
válidos como cualidades por separado, si bien juntas pueden parecer antitéticas.[27]
De este modo se puede llegar a concluir que la caricatura es una reducción que no siempre
necesita de este elemento para que se pueda llegar a dar.
Ejemplo de reducción lo podríamos encontrar en la obra del caricaturista Gavarni,
quien trata mediante la utilización de unos trazos, captar la esencia del personaje y
ejemplo de la no reducción en Daumier, para quien lo anecdótico en la representación
ocupa un papel fundamental.
B) La caricatura como recurso agresivo:
Gamonal lo califica como un recurso
básico en la caricatura[28]
por el que dirigiéndose contra personas u objetos respetables e investidos de autoridad
los degrada como objetos eminentes. De hecho esta apreciación se ajusta a la realidad desde el momento en el que
toda caricatura y todo subgénero de ésta tiene siempre como fin la crítica hacia algo,
y desde el momento en el que esa crítica siempre va acompañada de un planteamiento
degradante, bien sea en la forma o en el fondo será agresiva. Este planteamiento es
básico en la caricatura romántica del siglo XIX que utiliza la crítica agresiva como
recurso político de una realidad que intenta hacer cambiar por todos los medios.
No obstante y como en el caso anterior podemos llegar a encontrar caricaturas por
medio de una imagen que no juega un papel agresivo, ésta estaría en el arte oriental
como en el Zen o en el Zenga[29] ya que la caricatura puede
poner en evidencia un movimiento de simpatía o un juicio de aprobación.
Nos encontramos aquí con otra antinomia de la que podemos llegar a concluir que la
caricatura usa de la agresividad para conseguir sus fines, si bien este elemento no se
puede llegar a considerar imprescindible o determinante.
C) La caricatura como exageración:
Esta característica se da desde el
momento en el que el caricaturista toma uno de los rasgos del caricaturizado, normalmente
el más significativo y determinador y lo exagera convirtiéndolo en un elemento
diferenciador del personaje. Sin embargo esta cualidad es difícil de aplicar en el
lenguaje caricaturesco ya que un elemento cualquiera, por ejemplo la representación de un
animal aludiendo a un personaje político no es una exageración sino más bien un símil
de lo que se quiere representar.[30] Tal es el caso del famoso
grabado de una pera para hacer referencia a Luis Felipe de Francia realizado
por Philipon.
D) La idea como caricatura:
Por encima de una representación más
o menos real la caricatura lleva consigo la representación de una idea por encima de la
mímesis gráfica, la caricatura es ante todo algo que se quiere comunicar, desde una
crítica a un elogio, pero desde una perspectiva abstracta ya que por encima de todo se
comunica un concepto.
E) La caricatura como retrato:
Por mucha exageración, desproporción,
reducción o cualquier otro elemento que pueda existir en una caricatura, ésta siempre
deberá ser un retrato en el sentido de que esa caricatura ha de ser necesariamente
reconocible e identificable para que pueda existir, de ahí que la caricatura no pueda
detenerse en lo externo sino en lo verdaderamente característico de lo que se quiere
representar, debe de estar en la divagación psicológica como lo denomina Barros[31].
Esto es ir más allá de un simple retrato físico para poder llegar a un retrato
psicológico utilizando para ello unos medios propios característicos y definitorios.
F) La caricatura como fantasía:
Si en la anterior característica
argumentábamos de la necesidad de amarrarse a la realidad para que la caricatura pueda
ser considerada como tal, en este punto nos vamos a referir
al papel que la fantasía juega en la caricatura. de este modo hay fantasía desde
el momento en el que el caricaturista no representa la realidad tal y como ésta es, sino
que la deforma.
Desde este punto de vista parece que estamos ante una contradicción imposible de
superar, por un lado la caricatura ha de ser retrato e imitar a su manera y por el otro ha
de ser fantástica. La solución a este dilema nos la aporta Gombrich[32]
al referirse al retrato caricaturesco como el descubrimiento teórico de la diferencia
entre verosimilitud y equivalencia de tal forma que lo que se nos plantea no es una
verosimilitud entre el objeto y la caricatura de éste sino una equivalencia que nos
permite ver la realidad en términos de una imagen y una imagen en términos de una
realidad. Todo esto está haciendo referencia directamente a la formación de un lenguaje
propio que tiene que ver con la realidad sólo en cuanto se refriere a ella, pero que no
la imita.
G) La caricatura como línea:
Si la caricatura exagera, deforma o
señala determinados rasgos, todo esto lo hace por medio de la línea, elemento
sintetizador por excelencia, pero es más la caricatura se desarrolla fundamentalmente en
el grabado como medio de masas si quiere difundirse, que es como decir que se desarrolla y
difunde por la línea, G. Barros llega más lejos cuando señala que la línea y la
psicología forman el elemento característico y esencial de una caricatura[33]
incluso teóricos como Revel[34] señalan que ni siquiera
tiene cabida la línea neutra ya que la caricatura debe constituirse de tal forma que una
línea de más o de menos cambie o modifique toda la expresión del conjunto, pero en modo
alguno debe de existir algo neutro.
No obstante lo anterior también existe un tipo, aunque minoritario, de caricaturas
con volúmenes, es lo que se ha venido en llamar la caricatura aguada.[35]
Resumiendo podríamos llegar a concluir que
la caricatura es ante todo lineal, si bien no exclusivamente lineal.
H) La caricatura como estenografía
expresiva:
Esto es, como una reducción expresiva
en la que cada línea cuanto más esteneográfica sea, más expresiva convierte a esta
reducción.[36]
Así la caricatura se convierte con el adjetivo esteneográfico que se le añade en una
escritura (un contenido), pero una escritura reducida únicamente a los trazos
estrictamente necesarios.
I) La caricatura como moralidad:
Hecho que se produce cuando la
caricatura critica, circunstancia que motiva que el caricaturista se sitúe en otro plano
que el caricaturizado, convirtiéndose así en el acusador de una actitud moral en el más
amplio sentido de la palabra.[37]
J) La caricatura como degradación:
En principio la degradación se constituye como recurso básico de la caricatura de
tal forma que ésta lleva a cabo la degradación extrayendo del conjunto del objeto un
rasgo aislado que resulta cómico, pero que antes, mientras permanecía formando parte de
la totalidad, pasaba inadvertido.[38]
Esta degradación tiene una manera muy peculiar de actuar: lo hace comparando lo
sublime con lo vulgar, lo eminente con lo humilde. Se produce por la bisociación en la
que se consigue la percepción por medio de dos estructuras de referencia habitualmente
incompatibles.[39]
K) La caricatura como juego:
Desde el momento en el que el
caricaturista juega con la fisonomía humana trasponiéndola a un lenguaje determinado.
Este juego con el signo gráfico se convierte en un símbolo o ideograma, estableciendo un
juego funcional ya que reemplaza al objeto caricaturizado.
L) La caricatura como síntesis visual:
Para algunos autores es más
determinante en la caricatura que la propia exageración y consistiría en la plasmación
sobre el papel de una idea con los mínimos trazos. No obstante esta afirmación se ha de
tomar con la debida prudencia desde el momento en el que los primeros caricaturistas como
Chezzi, Rivaltz o Rowlandson realizan caricaturas muy elaboradas que crearon escuela y que
influyeron decisivamente a los caricaturistas del siglo XIX.
No podemos olvidar por otro lado, como
señala Geipel[40],
que la simplificación y sintetización de los complicados mecanismos de la vida político
social son el exponente de una depurada sofisticación intelectual.
M)La caricatura como ingenuidad:
Idea ya recogida por Gavarni[41],
quien comparaba la caricatura al dibujo de los niños. Esta idea no la podemos utilizar de
una forma absoluta desde el momento en el que la simplificación es ante todo intelectual,
pero sí parece más apropiado hacer referencia a esta característica en lo que se
refiere a su aspecto formal.
N) La caricatura como código o lenguaje
fisionómico:
Tanto en lo que es una caricatura
personal como una caricatura en cualquiera de sus posibles subgéneros, usa de unas reglas
fijas que hacen reconocible el objeto, crea por tanto un código convencional que no nace
de una imitación de la realidad, todo lo más de una similitud con ésta.
Estas reglas en lo que a la caricatura personal se refiere se originan en la
fisionómica precientífica que clasifica la cabeza, cara y gestos conforme a unas
determinadas pautas que nos hablan del personaje en cuestión, estas pautas terminan por
estandarizarse en el pensar popular que ve en la caricatura el reflejo de esta idea y la
toma como propia.
Ñ) La caricatura como posesión:
La caricatura toma los rasgos de la
víctima, en palabras del antropólogo Levi Strauss[42]
es una revisión puesta al día del Hombre de paja, el muñeco usado por el
pueblo para exteriorizar sus ataques contra la persona odiada, la caricatura entonces se
llena de elementos satíricos de tal forma que maneja a su antojo al caricaturizado, lo
lleva por donde quiere ir, lo somete a una reducción[43] como si de un sortilegio se
tratase.[44]
O) La caricatura como contenido:
Toda caricatura del tipo que sea
representa algo, un algo reproducido mediante una serie de signos reconocibles que hacen
que su comunicado sea entendido por amplias capas de la sociedad de su momento. Pese a
ello hay veces que se hace necesaria la inclusión de
un texto que proporcione un mensaje, esto se deberá a tres motivos:
a) Como parte fundamental, ya que explica la imagen.
b) Como parte única de la comicidad, convirtiéndose así la imagen en un chiste
ilustrado.
c) Como complemento de la imagen, emitiendo un juicio sobre ella que
la complementa.
P) La caricatura como grabado
simbólico:
Si el término caricatura nos hace
pensar de una forma casi automática en lo cómico, no podemos olvidar el hacer referencia
a un tipo de caricatura, la política, que en principio no tiene por que tener comicidad,
haría falta pues en castellano algún término específico que lo distinguiese, este
problema también fue abordado por Gombrich[45], introduciendo el término
de grabado simbólico para poder hacer referencia a este tipo de producción gráfica.
Q) La caricatura como medio de masas:
La caricatura está ligada a los medios
de masas, tanto es así que autores como Edward Fuch[46] señala que no se puede
hablar de caricatura en la historia hasta que no aparecen los nuevos sistemas de
reproducción en la Época contemporánea, y que incluso la excepción confirma la regla
ya que en la antigüedad no conocían las caricaturas salvo por las estatuillas de
terracota que exigían un procedimiento mecánico. Con ello queremos decir que la
caricatura por definición necesita de un contemplador que es una sociedad o amplios
sectores de esa sociedad, con lo que para ello se hace necesario un sistema de
reproducción adecuado; por otra parte la caricatura por definición es en gran medida
política, esto es, se usa como instrumento
de cambio político, con lo que para ello se han de contar con unos medios de difusión
que puedan facilitar esta labor.[47]
R) La caricatura como encuentro:
Desde el momento en el que sólo cada
persona tiene una caricatura personal, pero también en la forma en la que ésta se
realiza es también personal de tal manera que al contemplar una caricatura no sólo
reconocemos al personaje representado, sino también a la persona que la realizó, pues en
cada representación existe un estilo personal del caricaturista y así la caricatura pasa
no sólo a ser una representación psicológica del caricaturizado sino también una
representación psicológica de cómo el caricaturista ve al caricaturizado.[48]
S) La caricatura como opinión:
Señala Pasteca que Pienso y
luego dibujo una línea alrededor de mi pensamiento[49]
para definir caricatura ya que según él la caricatura es una opinión, es más, sigue
diciendo que un entrevistador refleja lo que el entrevistado dice, un caricaturista
refleja lo que él quiere.
T) La caricatura como versión
humorística de un personaje:
Definición que sobre el término daba
el caricaturista José Luis Dávila haciendo hincapié en el humor como elemento esencial
y definitorio de la caricatura.[50]
5. TIPOLOGÍAS DE CARICATURAS
Tras el análisis de todas estas características que nos permiten adentrarnos en
el concepto, corresponde en este momento tratar de resumirlas intentando una revisión del concepto y aproximarnos a una
definición para poder acotar y clarificar el término.
Visto todo lo anterior, podemos definir caricatura como: Una imagen generalmente
unida al grabado o a cualquier otro tipo de reproducción masiva que consiste en una
reducción o síntesis visual por medio de líneas de la persona u objeto que se
representa; en donde la idea de agresividad, degradación, exageración, juego fantasía o
vertiente humorística están en mayor o menor medida patentes con el fin de crear un
código por el que se pueda representar una opinión, una crítica, o en definitiva un
contenido que se quiere dar a conocer en relación a una persona, una idea o una
situación determinada.
En esta definición de la caricatura se dan una serie de tipologías que intentan
clasificar el concepto.
Por un lado tenemos la clasificación de Barros[51] para el que dentro de lo que
denomina el Arte Humorístico se encuentra la caricatura propiamente dicha, la parodia, la
fantasía y la sátira.
En el primer caso, la caricatura sería aquella que
se ciñe a lo personal y busca la comicidad de un individuo, las actitudes y su
psicología; la parodia encerraría la sátira más intencionada y cruel, la fantasía
haría alusión a aquellas imágenes exclusivamente cómicas y finalmente la sátira
sería la que ejercitando la imaginación crea lo ridículo para provocar un ataque.
Quien también intenta clarificar una serie de tipos será Carracci[52]
quien marca tres estadios para llegar a la caricatura propiamente dicha, cada uno de estos
estadios conforman un determinado tipo de caricatura, y así tenemos:
a) Algunos objetos son deformados y
alterados por la naturaleza, ridículos
y fuentes de placer cómico, nada impide
que el hombre los imite reproduciendo así este placer cómico.
b) El artista puede aún deformar más
estos objetos, en ese caso
estaríamos ante un Ritrati carichi
c) Elaborando aún más ese objetos
llegamos a la Pertftta
diformità o la Belleza della deformità.
Otro de los autores que intentarán clarificar el concepto será el mexicano Ras[53],
para quien existe una caricatura:
a) Deformativa, esto es, la que deforma
los rasgos.
b) Caracterizante, mediante por la que la
deformación intenta caracterizar un personaje
c) Simbolista, en la que se va más allá del
personaje para representar una idea.
Baudelaire también aborda
el tema, éste dividirá la caricatura conforme a las distintas categorías de lo cómico,
así tenemos:
a) Lo cómico absoluto: Es aquel humor sólo aceptado
por la intuición [54],
y por lo tanto considerablemente sutil.
b) Cómico feroz: Es lo cómico significativo llevado
a lo extremo [55]
c) Cómico inocente: Es un cómico absoluto [56]
d) Cómico significativo: Es el humor más fácilmente
comprensible por el público y
más sencillo de analizar[57]
Podríamos seguir citando diferentes posturas cada una de ellas encerrando en sí
unas ideas que clasifican la caricatura dando para sí una serie de reglas para dividir el
concepto, todas ellas son válidas desde el momento en que en sus divisiones podemos
englobar la caricatura pero fallan en lo que Ortega diría de intentar dar reglas de
división a algo que no tiene reglas ya que todas estas divisiones adolecen de que
difícilmente pueden abarcar todo lo que se engloba bajo el término caricatura y otras
porque son demasiado generales.
Puestas así las cosas podríamos dividir la caricatura de una forma pragmática
que se adecue más a la realidad, para ello hemos de hacer referencia a los diferentes
subgéneros que sobre caricatura existen, es decir abocarnos más por las diferentes
características que tienen las caricaturas que por su fin (el cual puede o no
conseguirse), por su desarrollo o por su relación con conceptos abstractos como lo
cómico.
De este modo podemos hablar de:
a) La caricatura política:
Es aquella cuyo tema gira en relación a cuestiones estrictamente políticas, desde un
nivel local o internacional; en la que no sólo se representan a diversos personajes
contemporáneos, sino que además también se representan por medio de imágenes
conceptuales, decisiones u opiniones sobre política en general.
b) La caricatura social:
Es aquel tipo de caricatura en la que
se refleja a una determinada sociedad sea en plan de crítica, burla o chanza, y tiende a
representar a una serie de personajes en situaciones de la vida contemporánea.
c) La caricatura político-social:
Hay momentos en el que es sumamente
difícil clasificar una imagen como caricatura social o política, desde el momento en el
que muchas veces representando y criticando una determinada situación social, a la vez
también se está criticando lo político que crea esa situación por lo que la diferencia
que en algunos casos se da entre estos dos subgéneros algunas veces es inexistente.
d) La caricatura costumbrista:
Sería una escena de costumbres en la
que aparece una excesiva carga de crítica o sátira que la convierte en una caricatura
dando así lugar a una observación irónica de la realidad.
e) La caricatura simbólica:
Este tipo de caricatura representa a un
objeto determinado que dentro de un contexto especial adquiere una fuerte carga política
o social.
f) La caricatura festiva:
Es aquel tipo de caricatura alegre y
desenfadada que sólo busca la comicidad como fin utilizando para ello la caricatura de
personas u otros objetos contemporáneos.
g) La caricatura fantástica:
Es aquella que recurre a lo fantástico
con el fin de poder reflejar así una idea, el ejemplo más significativo lo encontramos
en los grabados de Goya tal y como señala Baudelaire[58]
h) La caricatura personal:
Es aquella que se centra en los
personajes contemporáneos y en su representación caricaturesca bien sea sólo de la cara
o de todo el cuerpo.
[1]
Azorín, Clásicos y modernos, Renacimiento,
Madrid, 1913, p.51.
[2]
Baudelaire, Charles, Pequeños poemas en prosa.
Crítica de arte, Espasa Calpe, col. Austral, Madrid, 1968, p. 83.
[3]
Gombrich, Ernst, Meditaciones sobre un caballo de
juguete, Seis Barral, Barcelona, 1968, p.177.
[4]
Gombrich, Ernst H., Meditaciones sobre un caballo de
juguete, Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 155.
[5]
Baudelaire, Charles, Lo cómico y la caricatura,
Madrid, Visor, 1988, p. 16.
[6]*Fleury,
Jules, (Campfleury) amigo de Coubert consideraba la caricatura como un medio de
liberación del idealismo formal neoclásico. Entre sus obras destaca una Historia de la
caricatura en seis volúmenes: Historie de la caricature, 6v., París, Dentu,
1865-1874.
*Wright,
History of the caricature and grotesque in the
literature and Art, Londres, Virtue
Brother 1865 (existe reimpresión en Londres, Ungar, 1968.)
*Grand
Carteret, Les moeurs et la caricature en France,
París, Louis Michard, 1888.
*Stephems,
F.G., Catalogue of political and personal satires,
London, Brithis Museum, 1870.
[7]
*Bayard, Emile, Le caricature et les caricaturistes,
París, Delegrave, 1900.
*Beraldi, Henri, Les graveurs du XIX siecle, París, Conquet,
1881.
[8]
*Bergson, Henry, Le rire, 1899. (Traducción al
español La risa, Madrid, Espasa Calpe, 1986).
*Freud,
Sigmund, Der Witz und seine beziehung zum umbewusten,
1905. (Traducción
al español ,El chiste y su relación con el
inconsciente, Madrid, Alianza, 1986.)
[9]
*Ortego y Vereda, Francisco, Caricaturas
políticas, Madrid Imprenta García Rico ,1870.
*Picón, Jacinto Octavio; Caricatura. Historia, Madrid, Establecimiento tipográfico J.C.
Conde,1878.
*Frontaura, Carlos, Caricaturas y retratos, Barcelona, Cipriano
López, 1868.
[10]*González
Martí, Manuel, Corpus gráfico de Arte valenciano,
obra inédita que se conserva en el actual museo de cerámica de Valencia y que dedica uno
de sus tomos a la caricatura en Valencia de principios del siglo XX.
[11]
Entre sus muchas obras dedicadas a la caricatura se podrían citar:
*Francés,
José, El Arte que sonríe y castiga, Madrid, Editora Internacional ,1924.
*Francés,
José, La caricatura universal, Madrid, Editora Internacional ,1930.
*Ferrán
Torres, José, La caricatura artística, Barcelona, Molins de Rei, 1917.
[12] El caso gallego se ha ceñido casi exclusivamente
en la figura de Castelao, los casos madrileño y catalán se han reducido al análisis de
temas concretos circunscritos a una historia de las costumbres y el caso granadino, si
bien intenta dar una visión de conjunto de la ilustración gráfica de Granada, no deja
de ser una memoria de licenciatura publicada con las limitaciones que esto conlleva.
[13]
Bozal Fernández, Valeriano, La ilustración
gráfica del siglo XIX en España, Madrid, Alberto Corazón, 1979.
[14]
DRALE, 20ª ed., Madrid, Academia, 1984, voz
Caricatura, p. 276
[15]
DRALE, 13ª ed., Madrid, Academia, 1899, voz
Caricatura, p. 198.
[16]
Enciclopedia ESPASA, Madrid, Espasa, 1911, t.
11, p. 933:
Representación plástica o gráfica de una
persona o de una idea, interpretándola
voluntariamente bajo un aspecto ridículo
o grotesco.
Enciclopedia
DURVAN,
Madrid, Durvan, 1961 (1ªed., t.4, p.626:
Representación generalmente gráfica, en que se
acentúa humorísticamente las características
sobresalientes de una persona o cosa
Enciclopedia
Larousse,
Larousse, t.3. p. 270:
Deformación grotesca de una persona por la
exageración voluntaria, con intención
satírica, de los rasgos característicos
del rostro o de las proporciones del cuerpo.
[17]
Diccionario de la Lengua Anaya, Madrid, Anaya,
p. 141:
Representación gráfica o literaria
de algo, en la que se exageran
determinados rasgos con intención
cómica o satírica.
Diccionario
Casares,
citado por Pasteca, Dibujando caricaturas, Barcelona, CEAC, 1985, p. 11:
Figura dibujo o descripción en la que
se ridiculiza a alguna persona exagerando
sus facciones o su aspecto.
[18]
Rodríguez, Ramón Joaquín, Diccionario nacional
de la lengua española, Madrid, 1848, p. 343.
[19]
Gaspar y Roig, Diccionario enciclopédico de la
lengua española, Madrid, 1853, t.1, p.490.
[20]
Gamonal. op. cit. p. 11.
[21]
Cfr. Revel, Jean Francois, L´invention de la caricature en L´Oeil, París, 1964,nº 109, Enero de 1964, p.
12.
[22]
No considerados como caricaturas por Hofmann Werner, Comico e caricatura en Enciclopedia Universale dell´Arte, Venecia-Roma,
Istituto per la colaboracione culturales, 1858, p. 756.
[23]
Revel, J.F., op. cit. p. 13.
[24]
Idea como método propuesta por José María Quintana Cabanas, La pedagogía estética, Madrid, Dykinson, 1993,
p. 37 y ss.
[25]
Entendemos el término cualidad en su sentido clásico como las propiedades de los objetos
por las cuales podemos llegar al conocimiento de la esencia de los mismos, (Aristóteles
la definió como aquello por lo cual las cosas se llaman cuales).
[26]
Cfr. Roy, Claude, Espirit de la caricature en La caricature art et manifieste, Ginebra, Skira,
1974, pp. 9-24.
[27]
Cabanas Quintana, op. cit. p. 38.
[28]
Gamonal, op. cit. p. 5.
[29]
Roy, Claude, op. cit. p.21
[30]
Kris, Ernst, Psicoanálisis de lo cómico,
Buenos Aires, Paidos, 1964, p. 24 y ss.
[31]
Barros, Bernardo, La caricatura contemporánea,
Madrid, América, s.d. p. 34.
[32]
Gombrich L´esperimento della caricatura, en Arte e
ilusione, Turín, Einaudi, 1965 p. 416-418.
Hay
traducción española : Barcelona, Gustavo Gili, 1979. pp. 286-310.
[33]
Barros, op. cit. p. 53
[34]
Revel, op. cit. p. 14.
[35]
Pasteca, op. cit. p. 93.
[36]
Ravel, op. cit. p. 14.
[37]
Circunstancia puesta de manifiesto por Gamonal, op. cit. p. 5.
[38]
Freud, Sigmund, El chiste y su relación con lo
inconsciente, Madrid, Alianza, 1986, p. 187.
[39]
Hodgart, Matthew, La sátira, Madrid,
Guadarrama, 1969, p. 112.
[40]
Geipel, John, The cartoon. A short history of
graphic comedy and satire, Londres, David and Charles, 1972 p. 33.
[41]
Recogido por Revel, op. cit. p. 12.
[42]
Recogido por Geipel, op. cit. p. 93.
[43]
Gamonal, op. cit. p. 29.
[44]
Gombrich, Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 416 y
ss.
[45]
Gombrich, Meditaciones, op. cit. p. 163 y ss.
[46]
Benjamin, Walter, Historia y coleccionismo: Edward Fuch en Discursos interrumpidos, Madrid, Taurus, 1973, p.
133.
[47]
Bornemam, La caricature. Art
et manifieste (Du XVI siecle a nours jours), Ginebra, Skira, 1974, p. 45.
[48]
Pasteca, op. cit. p. 12.
[49]
Ibid, p. 27.
[50]
Entrevista a José Luis Dávila recogida por Pasteca, op. cit. p. 67.
[51]
Barros, La caricatura contemporánea, op. cit.
p. 25 y ss.
[52]
Citado y comentado por Vittorino Rubiu, La
caricatura, Florencia, Sansoni, 1973, p. 50
[53]
Ras, Caricaturigenia, Alameda, México, 1955, p.
80.
[54]
Baudelaire, CH; Lo cómico y la caricatura,
Madrid, Visor, 1988, p. 35.
[55]
Ibid..., p. 35.
[56]
Ibid..., p. 39.
[57]
Ibid..., p. 39.
[58]
Baudelaire, op. cit. p.14.