CONSIDERACIONES
TRANSCONTINENTALES
SOBRE LA IDENTIDAD
CULTURAL ALIMENTARIA
Frédéric Duhart
Ecole des Hautes Etudes en Sciences
Sociales, París
Instituto Europeo de Historia de la Alimentación, Tours
En lo más recio de las tensiones
entre Patricia, llegada de Santo Domingo, y su futura suegra, hija de Castilla, la comida
de Damian se convierte en un frente en el que repertorios alimentarios, maneras de
hacer o de servir se entrechocan : la confrontación, que I. Bollain cuenta en Flores de otro mundo, muestra la posición central
donde la alimentación se encuentra en una cultura, en una identidad (I. Bollain :
1999). Este aspecto alimentario de una identidad se materializa en productos, técnicas de
cocina, platos y modos de consumo que se consideran como propios por quienes forman parte
integrante de la cultura y como típicos por los demás ; les propongo llamarlo Identidad Cultural Alimentaria (ICA). Porque atañe a todas las dimensiones del
hombre social, la ICA presenta muchas facetas y
puede nutrir, lejos de las mesas físicas, un imaginario complejo. Como una identidad es
dinámica por esencia, una ICA se inscribe en la
contemporaneidad la más estrecha, en un instante T, pero es un milhojas cultural, el
resultado de una lenta sedimentación de innovaciones (introduciones o abandonos de
alimentos, de ademanes culinarios, etc.) y de discursos (imagenes y consideraciones
gastronómicas, libros de cocina...). Por consiguiente, un enfoque antropo-histórico me
parece muy pertinente para investigar la ICA ;
es menester que se utilize un ancho abanico de fuentes, desde los clásicos archivos y
entrevistas hasta la publicidad, y que no se destiendan las aportaciones de varias
disciplinas tales que el análisis literario o cinematográfico. Miradas cruzadas en el
Antiguo y el Nuevo Mundo, particularmente en Europa del Sur y América Latina, este
articúlo aborda varios caracteres de la ICA,
con un interés especial para su dinámica y sus manifestaciones en el imaginario.
I.
Aspectos de la Identidad
Cultural Alimentaria
Una identidad no puede existir sin la
referencia, más o menos precisa, a un otro cuya proximidad varia del no-humano al gemelo,
muy cercano pero diferente (E. Morin : 2001 ; 54 y 66). La aversión o, por lo
menos, el fuerte escrúpulo (A. Míllan : 2000 ; 123) de muchos ancianos de los
países del Adour (Sudoeste de Francia), a semejanza de una de mi abuela nacida en 1920,
para el maíz dulce en lata, se funda en el respecto de un límite con la animalidad ; en
su juventud, han consumido panes y tortas de harina de maís, comidas a cuales la nostalgia da un buen gusto,
pero no proban o con desgana los granos que se mezclan en las ensaladas, porque el maíz
entero "conviene sólo para los aves de corral". En Languedoc, las recetas de cassoulet muestran la producción de identidad por
referencia al vecino. Tres ciudades, Toulouse, Castelnaudary e Carcasona, que se pueden
reunir con una línea quebrada que tiene ochenta y cinco kilómetros de largo, poseen
sendas variantes reconocidas por la tradición gastronómica de este plato de alubias, que
pueden ser muy valorizadas : hoy día, Castelnaudary, donde una cofradía decicada a
este manjar fue creada en 1970, lo consagra una
fiesta desde 2000 y espera la Indicación Geográfica Protegida que haría de ello, la
verdadera capital del cassoulet (P.
Montagné : 1999 [1929] : 68-69 ; F. Falcou : 1986 : 21-22). Sin
embargo, a una escala más local, este manjar permite la afirmación de identidades
personales ; cuando una joven física alemana, recién llegada en Toulouse, pregunta
a sus colegas donde se puede comer el mejor cassoulet
de la ciudad, ensalzan el que hace, quién una madre, quién una tía, etc. : el
"truco que hace la diferencía" pone en relieve la pertenencia al lugar de la
familia (el "secreto hogareño" sobrentende una larga experiencia en la
realización del plato emblemático) y distingue del vecino, por un detalle que puede ser
mínimo pero que es siempre suficiente. Apodos permiten también de diferenciarse de un
grupo vecino : el de los habitantes de Yunguyo (Perú, Puno) hace alusión a su
consumo de tashui (Lupinus mutablis) (B.S. Orlove : 1987 :
491), cuando sus vecinos llaman la gente de Ondres (Francia, Landes), los Chaouches, es decir "los que remojan pan en
la sopa".
La identidad de un individuo es
polimorfa y puede considerarse desde varios puntos de vista. Las ICA profesionales se forjan según el tipo de
unidad de producción y una socio-geografia laboral : la distancia al domicilio y el
grado de aislamiento eran determinantes en la manera de comer de los hombres en el antiguo
campo andaluz, los que pueden volver cada día a casa, comían pan, tocino, embutidos,
queso y otros alimentos fríos, mientras que los jornaleros que se desplazan en radios de
unos treinta kilómetros consumen guisos calientes, a base de legumbres, arroz, etc.,
compartidos entre todos (I. González Turmo : 1997 : 109-113) ; en el
estado de Tlaxcala, si los miembros de las familias de proprietarios de ex-haciendas y sus
empleados fijos se instalan en el comedor, los peones y los pequeños proprietarios comen
en el campo para no desperdiciar tiempo de trabajo (D. Fournier : 1999 :
461-462). Las ICA profesionales dan muestras de
una gran vitalidad en las empresas contemporáneas y, en el banco como el hospital, el
alimento, a la ocasión de tiempos festivos o de descanso, contribuye con su pesada carga
simbólica a la edificación de una cultura laboral (A. Monjaret : 2001 :
9-10) ; en el caso de los empleados parisienses de la restauración rápida
tradicional o de tipo fast-food, la ICA profesional se nutre de una dietética del
trabajo (es menester que se coma sólo lo que permite la eficacia en el trabajo aunque el
restaurante ofrece un surtido más amplio), de una tensión entre placer y obligación
profesional y de la existencía de una frontera infranqueable entre el grupo de
trabajadores (Nosotros) y los clientes (Ellos) aunque coman los mismos platos en el mismo
espacio físico (F. Tamarozzi : 2001 :127-133).
Una ICA puede ser asociada, en un contexto cultural
muy preciso, a una práctica gratuita, por ejemplo, el rugby aficionado en el Sudoeste de
Francia. En estas tierras, donde el rugby es tanto un deporte como un modo de vida, la
comida interviene en la afirmación del estatus de hombre del balón oval. Los jugadores
hacen alarde de un gusto por los guisos substanciales, apoyándose en los preceptos de una
dietética popular en la que el principio de incorporación desempeña un papel
fundamental : valorizan las carnes, se reen de las ensaladas ; el uso,
irracional por la gran cantidad ingerada y la ausencia de un verdadero régimen de
acompañamento, que varios hacen de las proteínas en polvo, se integra perfectamente en
esta concepción de la nutrición : "más proteínas entran por la boca, más
músculos se fabricarán". El consumo de alcoholes, transgressiones de los usos
alimentarios (lanzamiento de alimentos, rociadas con bebidas), escenificación de la
excreción con, a veces, coprofagia, forman también parte de los rasgos de la
comensalidad rugbística ; son necesarios a la existencía del grupo y diferencian de
los demás : los "bares [de jugadores de] rugby" se distinguen en la vida
estudiantil nocturna de Burdeos (S. Darbon : 1995 : 136-139, 158-163 y
169 ; A. Saouter : 2000 : 92-96, 100-102).
Religiones tienen mucho peso en la
edificación de ciertas ICA ; enuncian
interdictos, tal el consumo de cerdo en la religión judía, pueden necesitar productos
específicos, el vino para los católicos, y marcan el calendario de varias fiestas a las
cuales, a veces, comidas rituales, o sencillamente festivas, se asocian, a semejanza del
consumo de la carne del carnero sacrificado a la ocasión del Ayd el-Kébir. Sin embargo, ICA religiosas no me parecen identificables. En
efecto, como M. H. Benkheira nota a propósito del Islam (2000 : 11-14), es necesario
que se distingua el sistema religioso del comportamiento de los individuos, puesta en
marca de esto sistema al nivel personal (grado de fe...) o de una comunidad, y es
precisamente en a esta esfera vivante y no en la de las doctrinas que existen las
identidades : la aculturación alimentaria de los judíos llegados en Israël desde
Tunicia entre 1950 y 1962, con las resistencias en las prácticas festivas, la adopción
de los productos lácteos o de otras novedades y la adaptación de su cocina al marco
alimentario israelí (rechazo del graso, reducción del uso de chile, menor empleo del
hervido) muestra que una ICA judía no existe
sino que se encuentran ICA de grupos de
confesión judía (C. Balland : 1998 : 241-261) ; mientras que la
jerarquización cerrada de la sociedad y los interdictos hinduistas, desde antes que su
debilitación permite la circulación de recetas entre las castas, no han empedido la
edificación de varias culturas alimentarias regionales : en Bengala, los brahmanes
consumían carnes (aves, cordero, cabra), lo que era inimaginable en otras regiones donde
la primera casta era estrictamente vegetariana (A. Appadurai : 1988 : 7 ;
J. Moudiappandin : 1995 : 154 ; D. Roger : 2000 : 1149-1150).
Otro ejemplo, si el catolicismo ha impuesto sus fiestas en los Andes ecuatoriales, el
plato clásico que se sirve en estas ocasiones (Navidad, Pascua, Corpus Christi, etc.), el
cobaya, se inserta en un complejo contexto ganadero, nutricional y simbólico local en el
que la religión "andinizada" es sólo un aspecto (O. Celestino :
1998 : 92-102). Hay grupos en los que el sistema religioso pesa más que en los otros
y marca profundamente sus ICA, a semejanza de
las communidades regulares. En los monasterios de benedictinas del Sacramento, una ofrenda
alimentaria hecha a la estatua de la Virgen situada en el eje de simetría de la herradura
compuesta por las mesas, en un centro simbólico, entre la priora y la subpriora,
materializa esta situación ; la lectura que "sazona" (la expresión es
empleada en la regla de san Benito) los guisos durante la comida, mantiene también la
presión del sistema religioso, como lo expresa una monja : "la lectura nos
dice : « no estaís aquí sólo para comer. »" (J. Andlauer :
1997 : 44-46) ; sin embargo, se
observan variaciones de una communidad a otra, al capricho de las reglas y sobre todo de
las adaptaciones locales (cuando contemplativas del sudoeste de Francia comen carne con
regularidad, los benedictinos de Belloc prefieren una dieta más vegetal) cuya historia
puede ser jalonada de conflictos, tal la oposición de los conventos de México y Puebla a
la reforma de la "vida común" a fines del siglo XVIII (M. J. Sarabia Viejo y I.
Arenas Frutos : 1999 : 252-259).
Las ICA se desarollan en espacios de dimensiones
variables. Las comparaciones entre naciones pueden atestiguar interesantes variaciones de
gustos, por ejemplo, los franceses, comen con más facilidad que los alemanes carnes cuyo
aspecto evoca la origen animal, como los mariscos o el vacuno poco hecho (J.-V.
Pfirsch : 1997 : 179) ; en las zonas fronterizas, variaciones en el consumo
revelan el peso de un gusto "nacional" : diferencias permanecen en la
oferta alimentaria del hipermercado Carrefour de Oyarzun (España) y la del de Anglet
(Francia) y, a unas pocas decenas de kilómetros, la gama de embutidos, de quesos, de
chocolates o de congelados siguen distinguirse fuertemente, a pesar de algunos cambios
recientes ; mientras que en el Valle de la Cerdaña (Pirineos), discrepancias
aparecen entre los comportamientos de los franceses y de los españoles, entre otras
cosas, en el consumo de carne y de pescado (H. Macbeth : 2002 : 213-214). Sin
embargo, estos costumbres, prisioneros de la inconsciencia del cotidiano, porque forman lo
"que es normal" (J. Contreras : 1999 : 25), no generan una verdadera ICA, sin el catalizador que es el contacto con el
otro : a la escala de un Estado, la mirada de los demás, a través de las imagenes
alimentarias que produce, desempeña el papel fundamental en la elaboración de la ICA. Los "nacionales" pueden rechazar o
aceptar, reivindicar y emplear a fines indentitarias o económicas estas
imagenes : si los franceses se reen del esquematismo de su imagen de froggies, asumen con altanería otras
construcciónes mentales, como el viejo tópico "Francia, país de la buena
comida", atribuyéndose a veces, un conocimiento absoluto y sui generi de la gastronomía y de la enología,
que C. Fischler presenta con humor (1999 : 135). Las referencias culinarias tienen
también una función importante en la constitución de las ICA nacionales ; pueden ser recetas empleadas
en cocinas extranjeras cuyos nombres evocan un país (el lazo puede ser histórico,
provenir de la presencia de un ingrediente o del empleo de un procediemiento, o ficticio),
a semejanza del Tournedos à la Mexicaine o de
la coupe glacée Mexicaine del Guide culinaire de Escoffier, en el caso del
tournedos es la guarnición de pimientos (dulces) y la salsa picante que justifican el
nombre, mientras que la denominación del helado a la mandarina que se sirve con pedazos
de piña aparece más fantasmagórica (1993 [1921] : 439 y 867) ; algunos guisos
regionales o de la cocina común, pueden también cambiarse, por medio del trabajo de
representación exterior o, en más pocas veces, de una voluntad interna, en referencias
culinarias, en platos emblemáticos del país, al ejemplo de la paella y de la sangría,
dos clásicos de una representación estereotipada de
España que aprecian los
turistas, como L. Silva lo recuerda con ironía en La niebla y la doncella (F.
Duhart y F. X. Medina: 2003):
Almorzamos en un
restaurante funcional, con mesas y sillas de plástico, rodeados de alemanes que zampaban
paella y bebían una sangría cuyo vivo color, entre rojo y violáceo, delataba el vino de
tetrabrik empleado en su elaboración. Tampoco el arroz parecía estar a la altura del
precio que le asignaba la carta, de modo que decidimos tomar algo de pescado y beber
cerveza.
Cuando
existe, la ICA nacional no es la suma de las
cocinas regionales, tiene, por lo menos, aspectos proprios : más allá de su
diversidad interna, Italia dispone con la
cocina a la italiana que florece en el mundo y dos emblemas de peso - la pasta y la pizza
- de "una imagen unitaria, coherente" (A. Capatti y M. Montanari :
2002 : 24), mientras que la ICA indiana se
nutre de una construcción culinaria nacional que integra la cocina cortesana Mughlai y la colonial, y de un dinamismo creativo
en Reino Unido (A. Appadurai : 1988 : 14 ; D. Bell y G.
Valentine : 1997 : 172-177).
Autorizando el estudio de las
diferencias o de las influencías entre regiones vecinas y el impacto de los discursos
nacionales, la ICA regional forma un objeto de
investigaciones muy estimulante, sin embargo, esta escala plantea el problema del recorte
del espacio porque, aquí, los límites claros de las fronteras estatales no existen. Hoy
día, dos relaciones de las ICA regionales con
el espacio se entrecruzan, en proporciones variables según los contextos
nacionales ; es menester que se consideren ambas, pues las articulaciones entre ellas
son una dimensión importante de la construcción identitaria. Las regiones culinarias son
el producto de la historia de sociedades y de sus relaciones con el sistema ecológico al
cual pertenecen, por ejemplo, en México, es posible distinguir, al norte, una zona
marcada por la especialización agrícola regional (vacuno y trigo), al sur y al este, una
región donde los ambientes naturales y los conctactos marítimos han dado una cocina de
una grande variedad y en el centro-oeste, usos culinarios ligados a una menora diversidad
ecólogica, a un pasado menos abierto a los intercambios y a un desarollo de la ganadería
(R. Ávila Palafox : 1996 : 294-295) ; sus límites no son tirados a
cordel y entre las regiones se observan más margenes, donde ciertos usos se mezclan,
que fronteras herméticas, por lo demás, su delimitación es subjectiva : en los
Alpes del Sur, según el criterio elegido para considerar las pâtes à la main, aparecen micro-regiones, usando
los nombres de variedades de pasta, o una zona donde este tipo de pasta se fabrica
frecuentemente, apoyándose en la presencia de ustensilios específicos (T.K.
Schippers : 2001 : 32-33) ; además, si límites étnicos o lingüísticos
pueden corresponder con los de regiones culinarias, como en el caso camerunés de los
antiguos Massa y de sus vecinos (I. de Garine : 1979 : 81-82), no es siempre lo
mismo : en Suiza, el röstigraben es una
quimera : los límites de la cocina de la rösti
no se conforman con los de las zonas alemánica y romanche (P. Centlivres :
1996 : 177-178). Ciertos alimentos o guisos que se producen para todo un gran
espacio, dibujan regiones cuyas imagenes, aunque un poco borrosas, son bien
sentadas ; son alimentos federadores porque
dan una unidad a la representación de los corpus alimentarios de las varias partes de una
región extensa, a la manera del foie-gras y de la carne de palmípedos cebados (confit y magret)
para un gran sudoeste de Francia.
Los límites de estas regiones
culinarias no se turban con los trazados de las circonscripciones administrativas, a
semejanza de la Huasteca partida entre los estados de San Luís Potosí, Tamaulipas y
Veracruz (J. M. Pilcher : 1998 : 51). Sin embargo, aunque, a menudo, sean
creacciones artificiales, los territorios administrativos desempeñan un papel en las
dinámicas de las ICA regionales. Por la
realización de un inventario del corpus alimentario o de las recetas, se puede cuadrar la
ICA en los límites de una circonscripción,
para una valorización económica y una reinvindicación cultural, a semejanza de Alimentos de Aragón. Un patrimonio cultural (1997)
que se publica con el apoyo de la Diputación General de la provincia. Separando el
producto auténtico de los otros, las fronteras de las denominaciones de origen dibujan
regiones esenciales en la evolución de las ICA ;
diversas acciones durante sus definiciones muestran que aquí el interés local, lo
político, pesa mucho : cuando se hacen las gestiones que llegan a la creación de la
denominación Mezcal de Oaxaca en 1995, los
productores de Santiago Matatlán hacen gestiones para que este nombre forma un conjunto
en los decretos con el del municipio de Tlacolula, cuando, más de ochenta años antes, la
definición de la Appellation dOrigine
Bordeaux, asimilando los límites del viñedo bordelés con los del departamento
Gironde, consacra la victoria de una lógica más territorial que edafológica en un campo
en el cual la palabra terroir es frecuentemente
central (J.-C. Hinnewinkel : 1999 : 10-11). En la Unión Europea, la aparición
de las indicaciones geográficas protegidas acentua la intervención de los elementos
político-administrativos en la definición de las ICA
regionales, trazando alrededor de un producto (el lechazo de Castilla y León, la Arancia Rossa di Sicilia, la Cereja da Cova da Beira, el Herefordshire cider...) fronteras vivas.
Aculturacíon, conservación de
costumbres y procesos de recreación o de dilución de la identidad caracterizan las ICA de los emigrantes. En los años 1980, los
campesinos que dejan el Alto de la Paz para la ciudad, cambian sus maneras de comer en
este nuevo medio : nuevos alimentos se substituyen a los tradicionales, por ejemplo la
sopa de arroz o de pasta reemplaza la de chuño en el desayuno, mientras que el número de
comidas aumenta, cuatro en lugar de tres, gracias al añadido de un té en el curso de la tarde (A. Franqueville
y G. Aguilar : 1988 : 110 y 115), cuando los montañeses peruvianos de San Gaban
que se implantan en la zona forestal de Inambari, hacen todo lo que pueden para conservar
un régimen semejante a sus costumbres, no utilizan todos los recursos locales (el consumo
de plátano de los adultos se limita a una de las numerosas variedades locales y las
frutas tropicales, que a los niños les gustan mucho, no conocen el mismo éxito con los
padres) y se abastecen cuando lo puedan en alimentos del monte (chuño...), al final,
aunque comen más en esta zona que sus pueblos de origen, estiman este comida de calidad
inferior : los "buenos alimentos" están en San Gaban, donde están
también la cohesión social y sus dios (J.-L. Christinat : 1985 : 89-90). A
menudo, una combinación sutil se produce, entre antiguos y viejos usos ; las
prácticas alimentarias de los hmong del Laos que viven en Francia se organizan así
alrededor de varios polos, hmong, francés, chinesco (comercial), asiático (festivo) y
tecno-occidental (J.-P. Hassoun : 1996 : 162-164). Algunos alimentos toman un
valor particular, identitario, a semejanza, en la communidad italiana de Zaragoza, de la
albahaca, del parmigiano y de la pasta, que
importa de cocer al dente - los saberes
culinarios son también marcadores de identidad (L. Cantarero Abad : 1999 :
531 y 537-538) ; la ICA de los migrantes no es
una sencilla transposición de la de su lugar de origen y, con el tiempo, diferencias
pueden saltar a la vista : olvidado en Euskadi, el ponche picón era aún en los ochenta una bebida
típica de los vascos de los Estados Unidos (F. X. Medina : 2002 : 140).
II. "La
tradición es como un río que corre y crece siempre" Madhavi Mudgal.
La construcción de una ICA, que sea de un grupo o de una nación entera,
procede de las evoluciones de las prácticas alimentarias y de las de los discursos
gastronómicos y culinarios ; un corpus alimentario y su representación son el fruto
de una historia compleja, hecha de influencias, de introducciones o de abandonos de
productos, de procesos de difusión, de fluctuaciones en la estructura de la
commensalidad, de cambios de imagen de un manjar y de el que le come. Acumulación de
modos de comer y de maneras de ver, una ICA es
una herencia cuyo destinatario aún no ha nacido : una ICA es nunca fijada, es como el baile indiano visto
por M. Mugdal, "un río que corre y crece siempre[1]".
Las difusiones del maiz a través del
continente americano y del gallo, de su nido asiático al resto del Viejo Mundo (W. C.
Galinat : 1992 : 52-53 ; R. Blench and K. C. Macdonald : 2000 :
496-498), recuerdan, con muchas otras, la antigüedad de los procesos de enrequecimiento
de los corpus alimentarios ; sin embargo, en la construcción de las ICA actuales, el cambio de
"economia-mundo" (F. Braudel : 1993 [1979] : 14-16), que empieza a
fines del siglo XV, constituye una ruptura fundamental. Su primer acontecimiento mayor es
la dobla revolución alimentaria que constituye el encuentro del Nuevo y del Antiguo
mundo ; no obstante, la nueva dimensión que la pesca del bacalao toma en esta fín
de siglo, es también muy importante, porque si la Edad Media comió bacalao, como lo
recuerda el Mesnagier de Paris, es la
explotación de los bancos de Terranova que hace poco a poco del bacalao, una comida de
gran difusión, presenta sobre las mesas de Cuaresma y en la ración de los esclavos, y,
después, un guiso emblemático en varias cocinas : Codfish and akee en la jamaicana, Stoccafisso en la ligur... (Le mesnagier... :
1994 (siglo XIV) : 698 ; F. Braudel (1993 [1979] : t . 1 :
242-247 ; J. M. Pilcher : 2000 : 1286). Desde los primeros contactos, nuevos vegetables y animales
desembarcan a montones en América : habría más de ochenta plantas
alimentarias que se llevaron desde Andalucía a esta tierra en los primeros cincuenta
años de la colonización, cuando del vacuno hasta la pintada, que se naturaliza
immediatamente en las Islas, una gran parte de la fauna domestica del Viejo Mundo
encuentra el suelo americano (A. Garrido Aranda : 1999 : 205 ; J.-P.
Digard : 1993 : 134-135). Dentro de estas novedades, muchas se vuelven, poco a
poco, elementos claves de los corpus alimentarios del continente, al capricho de las
adaptaciones regionales, a semejanza del trigo, del arroz, de los cítricos, del cerdo, de
los vacunos y de su leche, de varias verduras más discretas pero hoy esenciales como la
cebolla, el ajo, el rábano y la zanahoria (L. A. Vargas y L. E. Casillas :
1996 : 277-292 ; V. M. Patiño : 1990 : 194-195), etc. La llegada
de la caña que permite la obtención de este último producto en el Nuevo mundo pesa
mucho en la colocación de las ICA
actuales : numerosos dulces, y, claro, el ron, que constituye hoy en María Galante
una verdadera bebida identitaria (D. Rey-Hulman : 1989 : 88), son frutos de
ella, mientras que en el Viejo mundo, la producción massiva que permitió, ha provocado,
lentamente, una difusíon social del consumo de azúcar. En Europa, África y Asia, la
aportación américana desempeña un papel considerable en los corpus alimentarios
contemporáneos. Por mediación del contacto con los europeos, la yuca en la que se funda
una cocina que conoce muchas variaciones regionales, el cacahuete rápidamente adoptado
por poblaciones del Alto Senegal, el maíz que se impone en la costa oeste donde se
substitue para muchos usos al mijo y varios frutales, como el guayabo, integran la gama de
los productos alimentarios africanos (B. Roussel y D. Juhe-Beauleton : 1992 :
378-383 ; Y. Pehaut : 1992 : 401) ; cuando el gran comercio marítimo
trae en Asia, entre otras cosas, la piña et el pimiento que llegan en India desde el
siglo XVI gracias a los portugueses, el tomate y el maíz, de los cuales algunos
cientificos chinescos intentaron de "nacionalizar" el origen, dando una prueba
de la importancia que la alimentación puede ocupar en la construción de una identidad, o
el pato amizclero que llega a fines del siglo XVII en Taiwan, donde hoy día sirve mucho
para la producción de un híbrido muy apreciado (S. Velou : 1992 :
419-421 ; G. Metailie : 1992 : 413 ; R. Rouvier : 1985 :
91). Con su preparaciones a base de harina de maíz, sus sopas que incluyen patatas,
alubias, calabazas o tomates y sus embutidos aromatizados con pimiento, la dieta de la
Serra Do Caldeirão, en Portugal, recuerda la importancía de la flora llegada de América
dentro de los corpus alimentarios europeos (M. Valagão : 2000 : 48-65), que el
Nuevo mundo enriqueció también de dos aves : el pavo y el pato amizclero. En
tiempos más recientes, la incorporación de novedades en los corpus alimentarios conserva
su vitalidad : durante el siglo XX, la llegada en Brasil del búfalo (Bubalus bubalis) trae un leche y una nueva carne en
las dietas amazónicas (R. Hoffpauir : 2000 : 589-590) mientras que el cultivo
del kiwi se instala en Nueva Zelanda y, luego, en varias zonas del mundo, al ejemplo de
Chile, de California o del Sur de Europa. En esta región, la transformación del estatus
del kiwi, de fruta exótica a producto del terroir
está casi acabada en dos cuencas, la del Sperheiou y la del Adour, como lo muestra, entre
otras cosas, la obtención de una D.O.P. por la fruta griega y de la demanda de una I.G.P
por la francesa (F. Duhart: 2003: 6-7). Si la producción de avestruz es todavía una
ganadería alternativa, es posible que su carne abandone la margen de varios corpus
alimentarios regionales para normalizarse : cuando el estrutiocultura se desarolla y
se estructura, productores de los estados de Michoacán y Guanajuato han creado en 2001 la
Mexicana de Avestruz, la valorización de la
carne del peso ave juega con las "tradiciones" culinarias : un ganadero
mexicano propone fajitas marinadas y chorizo, un artesano catalán elabora un embotit curat destruç, un productor del
sudoeste de Francia fabrica gésiers confits
d'autruche... Cualquiera que sea el porvenir alimentario del avestruz, la ambigüedad
de su estatus, es un ave tratado como una carne de carnicería, que proviene de las
dimensiones de su cuerpo, hace de el un objeto de investigaciones rico.
Técnicas de transformación de
alimentos y ademanes culinarios se difunden y las cocinas mestizas del nuevo mundo
son también hijas de tales aportaciones : el arrope de la zona andina meridional o las
frituras de carne de la Nueva Galicia encuentran sus origenes en tales transferencias
culturales (G. F. Scarpa : 1999 : 100 ; R. Ávila Palafox :
1996 : 303). Como en el Viejo Mundo, la adopción de comestibles américanos fue
sobre todo un lento proceso de absorpción por los antiguos corpus alimentarios, los
ejemplos de adopción de técnicas alimentarias son casi inexistentes : las primeras
piedras chocolateras derivan del metate (T. de Aranzadi : 1920 : 173), sin
embargo, el producto que sirven para fabricar es ya mestizo, porque se incorpora azúcar.
La época contemporánea posee también su lote de transferencias de técnicas
alimentarias, con por ejemplo, la implantación del arte cervecero en México a partir del
siglo XIX (R. Ávila Palafox : 2001 : 172) o la más reciente difusión en el
norte de Navarra de la producción y de la transformación del foie-gras de pato.
El uso que los cocineros hacen de la ICA puede ser un factor importante en su dinamismo,
por variaciones alrededor de platos clásicos, como las que proponen C. Ramírez Degollado
en El Bajío[2] o V. Arrieta en el restaurante del museo Guggenheim de Bilbao
(bacalao con txangurro a la donostiarra y pil pil) y
por verdaderas creaciones a partir del corpus alimentario, como el foie-gras al cacao que prepara el chef de Les
Jardins de lOpéra, en Toulouse. Con el tiempo, algunas innovaciones de gran
cocineros, pueden naturalizarse dentro del "patrimonio culinario" de una
región ; la salade landaise, una ensalada
con aderezo caliente (mollejas de pato en confit,
etc.), que es hoy día un clásico local que se representa en postales, debe probable su
origen a la difusión de innovaciones de chefs,
tales M. Guérard y A. Daguin, en la restauración de menor nivel y después en las
prácticas hogareñas. No obstante, la invención culinaria no es el atributo exclusivo de
la gran cocina : la restauración rapida y menos elaborada puede también producir
novedades que dinamizan la ICA. En la oferta de
grandes firmas como Macdonalds, la adaptación a las variaciones de la ICA de sus clientes es a la imagen de la cadena
de producción : standardizada ; hay sólo concesiones mínimas a los contextos
religiosos (en Bombay, se utiliza otra carne que el vacuno...) y social (el
Macdonalds de Wall Street remeda un gran restaurante) y empleo de algunos tópicos
simplistas para representar las cocinas del mundo (un poco de especias hace
"Tex-mex"), no obstante, en la duración, eso produce imagenes culinarias (P.
Ariès : 1997 : 42, 50 y 58). En otras manos, el bocadillo o la hamburguesa
pueden participar a un juego más complejo con la identidad ; creado en 1995, el big Beñat es una parodia bayonesa de una famosa
hamburguesa, confectionada con jamón, queso de oveja, ensalada, tomate y
mayonesa ¡No es sólo un gag! En varias ocasiones de protestación,
especialmente contra mundilización, fue empleado localmente como un simbólo de la lucha anti-malbouffe. El kebab soporta muchos mestizajes : en varias
zonas de México se ha cambiado en una forma mutante de los tacos al pastor (J. M. Pilcher : 1998 :
136) y durante las ferias de Bayona, en agosto de 2002, hé visto un vendedor ambulante
cuya especialidad era el kebab axoa (una
preparación que asocia un aderezo inspirado de una receta vasca a la carne). La pizza
posee una fantástica capacidad de adaptación : si juega con los grandes tópicos
alimentarios fuera de una zona (en el Pizza Park de Toulouse, la mexicaine se distingue por el pimiento), ofrece
también posibilidades regionales : en un restaurante de Brantôme, en el corazón de
Périgord, se come una pizza al foie-gras, cuando en México, pizzas poblana existen (J. Super y L. A. Vargas :
2000 : 1253).
Los modos de consumo forman parte de
la ICA. Evoluciones ocuren a veces en el marco
de sus estructuras, sin cambiarlas ; Al juicio de A. James, el éxito popular en Gran
Bretaña de las comidas creolizadas de inspiración extranjera (india, chinesca, etc.) es
la paradójica continuación de la Britishness alimentaria
marcada por la economía de dinero y de tiempo (1997 : 83-84). Dinámicas dentro de
las prácticas festivas son claramente perceptibles ; varias sodas, a menudo
asociadas con bedidas alcoholizadas, se han imponido sobre las mesas festivas de la
familia Lopez, que vive en un pueblo montañés del estado de México (G. H. Pelto :
1987 : 519) como en las copas de los jovenes vascos durante las fiestas
locales : gin-Kass, kalimutxo o cuba
libre se substituyen a otras bedidas pero su función en la fiesta es equivalente.
Varios discursos desempeñan también
un papel fundamental en la constitución y la evolución de las ICA. En el siglo XVI, las prescripciones de la
Iglesia relativas a las grasas en Europa occidental, como su adaptación al contexto
américano en 1562, recuerdan el peso posible e ya evocado del discurso religioso en la
construcción de las ICA tan spatiales como
grupales (el papa acuerda también dispensas a varios potentes...). En México, las
fluctuaciones del discurso sobre el maíz y el trigo entre el tiempo de la conquista y
1992, desde la primera depreciación ideológica de la cereal indígena hasta la semana
anual del tamal, de paso por la construcción pseudo-científica de la critica del maíz
durante el porfiriato, atestiguan del peso que puede tener el ámbito político (J.-L.
Flandrin : 1983 : 388-389 ; J. M. Pilcher : 1998 : 31, 35 y
77-97).
El
discurso gastronómico, a veces impregnado fuertemente por el marco ideológico en el que
se desarolla, asume un papel fundamental en la edificación de las ICA ligadas a un espacio. Su forma moderna se
estructura en Francia al principio del siglo XIX, con Lalmanach des gourmands de A.B. Grimod de la
Reynière (1803-1812), Le cours gastronomique ou
les dîners de Manant-Ville de C. L. Cadet de Gassicourt (1809) en que el aparece una
mapa golosa de Francia o Physiologie du Goût de
A. Brillat-Savarin que celebra los cacaos de Maracaïbo, de Caracas y de Sokomusco (1982 [1825] : 117) ; la
influencía de este discurso francés es considerable en España : cuando las obras
de A. Muro se nutren de el (y particuliarmente del Grand
dictionnaire de cuisine de A. Dumas), aun el trabajo más español del famoso Doctor
Thebussem se determina en comparación con él (M. M. Martínez Llopis : 1989 :
344-345). Durante la primera mitad del siglo XX, un nuevo tipo de gastronomía que se
apoya en el automóvil se desarolla ; queda una mirada nacional en las prácticas
regionales pero el gastronómado sale al encuentro de los cocinas regionales a la
diferencia de lo que ocure en la otra forma de gastronomía : a partir de 1921, se
publica La France gastronomique. Guide des
merveilles culinaires et des bonnes auberges françaises que es el fruto de las
peregrinaciones golosas de M. Rouff y Curnonsky, cuando J. Velázquez de León recorre
varios estados mexicanos durante los cuarenta (J. M. Pilcher : 1998 : 132). Al
principio del siglo XX, en varias zonas, discursos gastronómicos regionales se
construyen, con forma de artículos de prensa o de libros, por ejemplo en
Périgord (G. Rocal y P. Balard : 1971 [1938] : 169-172). A la escala
regional, el discurso culinario revela toda su complejidad. En el sur de Francia, la
edición culinaria nace en 1830, con Le cuisinier
Durand, la obra de un chef como lo es en
1898, el Traité de cuisine bourgeoise bordelaise de
A. Bontou ; otros libros, compilaciones "educativas" de cocina burguesa
local, a semejanza de Le cuisinier landais et les
bons domestiques de 1893, constituyen un género muy diferente, que se distingue
también de la literatura sobre la "cocina tradicional" que florece a fines del
siglo XX. Además, un interés nacional por las cocinas regionales aparece durante este
siglo : A. de Croze publica en 1928, Les
plats régionaux de France. 1400 succulentes recettes traditionnelles de toutes les
provinces françaises, un corpus muy heterogéneo, mientras que J. Velázquez de León
propone a sus lectores Platillos regionales de la
República mexicana ; estas dos obras muestran la diversidad del uso de un vista
panorámica en las cocinas regionales : cuando el francés, que se inscribe en un
movimiento regionalisto, utiliza antiguas provincias que añaden complejidad a la
división territorial, el mexicano, utilizando el orden alfabético, participa a un ensayo
de construcción unitaria nacional (J. M. Pilcher : 1998 : 134).
III. Alimentos
buenos para soñar
La construcción o la reivindicación de las ICA cultiva una estrecha relación con un
imaginario espacio-temporal, a través referencias al pasado y a un espacio observado por
el prisma de los tópicos ; aquí, no se trata de historia o de geografía, sino
sentimentales. El uso de los tiempos antiguos se traduce por un juego de reconstrucción.
Algunas veces, se materializa en la creación de una leyenda, que, dando a la comida, un
creador y una fecha de nacimiento en un contexto preciso, le conforme con lo histórico en
el senso popular, con la historia hecha de acontecimientos :¡ las monjas de Puebla
crean el mole para honrar Tomás Antonio de la Cerda y Aragón mientras que el casi ciego
dom Pérignon inventa el champán (J. M. Pilcher : 1998 : 25 ; L. Logette :
1988 : 181-182) ! Para otros productos, se busca el efecto contrario : se
evoca un pasado muy lejano y impreciso que instala el alimento en la filiación de un
(imaginario) producto original ; la communación actual sobre el roquefort lleva muy
lejo este proceso, estableciendo un vínculo casi mineral entre el queso y la región de
afinación, por medio de un paralelo fotográfico entre la estructura de las cuevas y la
del queso. En el Sur de Europa, las numerosas cofradías que se dedican a un producto se
refieren a un pasado onírico, por sus trajes y los ceremoniales de sus entronizaciones,
al ejemplo de la confrérie du jambon de
Bayonne ; en esta ciudad una cofradía y una academia se dedican a un otro
alimento, el chocolate. El emblema de esta institución representa un azteca y un
bayonés, en traje de fiesta, que se apoyen en una mazorca de cacao ; muestra, como
initiativas más recientes, a semejanza de la realización de un quetzalcóatl en
chocolate, una voluntad de asociar la historia de la producción local a los primeros
tiempos de la historia global del chocolate, una operación que es, en Bayona, la
construcción de un imaginario : aquí la producción de chocolate empezó durante el
siglo XVII, sin lazos directos con el mundo azteca. Las fiestas dedicadas a una comida son
también un medio de construcción de autenticidad a través de la invención de
tradiciones : en los años 1980, en Calabria, cantidad de fiestas, desde la del pez
espada en Bagnara hasta de la ensalada en Monterosso, contribuyen a la edificación de una
memoria artificial de "buenos tiempos alimentarios" que se sustituye a la dura
realidad del pasado (V. Teti : 1989 : 418-420). Frente a recuerdos difíciles,
el olvido aparece a veces como una solución : en las Hurdes, una
"tradición" gastronómica se construyen fuera del recuerdo rechazado de la
"tierra sin pan" (M. Catani : 1997 : 103-112), mientras que en una
parte del viñedo de Languedoc, se borra el nombre de coopérative, que evoca un tinto de baja calidad,
en el frontón de los edificios (R. Lauraire : 2001 : 281). Además de la
asociación estrecha entre alimentos marcadores y un espacio regional, por ejemplo, las
recetas antillanas publicadas en la prensa femenina francesa, muestran el fantasma de una
región azucarada (casi todas las recetas son postres o dulces a base de ron o de frutas
como la piña[3]), la relación entre imaginario espacial y ICA toma otras formas ; las imagenes que
figuran en las etiquetas de varios productos, emplean tópícos de la naturaleza o de la
cultura local : cactús y tipos mexicanos aparecen en varios bocales de salsa al
chile que se venden en el sudoeste de los Estados Unidos mientras que en las etiquetas de
los quesos de una empresa del País Vasco, figuran evocaciones de la pilota, de los juegos
de fuerza o de sitios naturales famosos de la región. La representación mental se
desliza a veces hasta la elaboración de un mito alimenticio ; el tan alabado régimen
mediterráneo, es sobre todo un concepto creado por científicos anglosajones y difundido
por los media (A. Hubert : 1998 : 153-160).
La relación entre la ICA y el imaginario se establece también por el
empleo de algunos de sus aspectos en la creación artística ; las fotografías de
pulquerías realizadas por E. Weston en 1926 revelan dos dimensiones de esta relación,
porque muestran a la vez la mirada de un extranjero que efectua clichés para un libro
sobre el arte popular y los frescos que estos lugares de consumo alcohólico de gran
importancía social generan. La preparación de los tamales en el fresco de D. Ribera en
del Palacio Nacional de México como las latas de Campbells
soup de A. Warhol recuerdan que los artistas juegan a veces con la identidad
alimentaria, para provocar la reflexión. Los maestros del relato, tan escritores como
cineastas trabajan también alrededor de las ICA.
Si en las obras que invitan los lectores a viajar en el tiempo o en el espacio, se
utilizan las imagenes alimentarias para dar cuerpo al ambiente de la narración, varios
autores se interesan a los vínculos que unen la alimentación y la identidad. Pueden
servir a reforzar el contraste entre dos grupos, dos sociedades : en Kullu of the Carts, J. S. Eyton emplea una
oposición entre la cocina inglesa y la indiana, rica y picante (C. Markovits :
1993 : 345-346) mientras que en Le ventre de
Paris, E. Zola entrecruza, en la dieta de la comadre Saget, su bajo estatus social y
su manera de pensar canallesca (1984 [1873] : 276-277). Novelista gascón del
principio del siglo XX, E. Delbousquet hace mucho uso del contraste esquémático entre la
alimentación frugal de los habitantes de la landa y de la más rica de los del collado,
pero desarolla igualmente una reflexión en la relación del emigrante con las comidas de
su tierra de origen (2001 [1901] : 59) :
Les mets que lon
me sert, sils me sont envoyés dici, mettent en moi des souvenirs ;
chaque chose à son parfum, sa forme, sa couleur, mévoque des repas au coin du
grand âtre, des retours de chevauchées et des chasses, des heures damour. Et,
quand je bois des vins de mes vignes de lArmagnac, je crois voir, à travers un
couchant dor, lhorizon de la lande et des forêts brûler dans le soir.
J. Fante
subraya también en su novela corta El sueño de mamá la importancia que los emigrantes
dan a algunos platos, cuando evoca "los pimientos de papá" que la madre debía
preparar con una "precisión solemne" (2000 [1945-1950]: 256). Varias obras contemporáneas atestiguan de la importancia de
la ICA dentro de la identidad individual o
colectiva, plazandóla en el corazón del relato y invitando por la misma ocasión el
lector a un sabroso festín de papel. Como agua para
chocolate, cruzando los destinos de sus protagonistas con la preparación de varias
comidas, tales las tortas de Navidad o el chorizo norteño, insiste en el peso de la herencia
familial y del recuerdo (L. Esquivel : 1999 [1989]). Con el personaje de Carvalho,
tan detectivo como gastronómo, M. Vázquez Montalbán trata frecuentemente de las
relaciones entre pertenencia regional y alimentación ; por ejemplo, propone en El premio un "análisis" del emblemático pan con tomate (M. Vázquez Montalbán : 1996 : 151-152).
El cine juega también mucho con las ICA. Utiliza a veces la tensión primordial entre
sí y el otro, el no-humano o el gemelo : cuando Leo ve los invitados de una
recepción comer como animales furiosos (J. Boorman : 1970), un psicópata evoca su
gusto por la heineken en Blue Velvet (D.
Lynch : 1986). Algunas obras se construyen alrededor de la ICA y de las imagenes alimentarias ; el griego
P. Koutras solta una moussakás mutante y
gigante sobre Atenas (2000) y el japonés J. Itami edifica Tampopo alrededor de la sopa de tallarines (1985)
cuando J.J. Bigas Luna propone con Jamón Jamón
(1992), una tragedia sabrosa en la cual los simbólos de una cierta imagen golosa de la
España continental se mezclan debajo de un toro
Osborne muy cansado y con su Bambola (1996),
la distorsión de una imagen culinaria de Italia dentro de una orgía violenta. Poco a
poco, las películas de género edifican las ICA
imaginarias de sus personajes míticos : el cow-boy de los westernes, come
vacuno y frijoles, bebe café en el vivaque, whisky o tequila, cuando se arriesga hasta
tierras mexicanas (S. Gelsi : 2002 : 37-58 y 2000 : 158). Al capricho de
los encuentros, imagenes alimentarias de otros grupos aparecen ; en The Magnificent Seven, el contraste se produce
entre la comida ofrecida a los mercenarios (pato, arroz...) y el régimen diario de los
campesinos de Ixcatlan ; su consecuencía permite una manifestación de la bondad de
los siete duros : Vin y los otros distruyen su comida a los niños del pueblo (J.
Sturges : 1960). En La cuisine au beurre,
no es la oposición entre el sur de Francia y la Francia de la mantequilla anunciada desde
el título (volviendo a su casa después de la guerra, el chef de La
Bonne bouillabaise - Fernandel - se da
cuenta que su restaurante se ha cambiado en La sole
normande después del matrimonio de su "viuda" con un otro cocinero -
Bourvil), que presenta la utilización la más fuerte de la ICA en la comedia sino una escena de bar :
¡cuando todos los otros desean un pastis, uno
quiere un whisky (G. Grangier : 1963) ! Algunas películas participan
directamente a la edificación de mitologías alimentarias contemporáneas : Le bonheur est dans le pré difunde la imagen de un
Gers idílico alrededor de la explotación del pato cebado y el departamento, que
sostenió la realización del film, utiliza su éxito, empleando varios temas de la
ficción en su promoción (E. Chatiliez : 1995).
La identidad cultural alimentaria es el producto de una sedimentación cultural en el
tiempo largo : se funda en una rica herencia cultural interna a un grupo y en un
conjunto de representaciones de sí mismo y del otro, acumuladas al capricho de los
cambios de ideologías. La intensidad de sus relaciones con el imaginario atestigua de su
peso en la identidad socio-cultural global. El estudio de las ICA debe nutrirse de toda esta complejidad porque
arrostan los vientos de nuestra época (globalización, estandardización,
macdonalización...) arraigadas en este substrato : investigar la comida es, sobre
todo, trabajar en el corazón de la civilización.
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[1] Declaración con motivo del espectáculo Générations, Théâtre de la Ville, París, 04/2002.
[2] "La gardienne du patrimoine culinaire mexicain. ", Courrier international Hors série, n° 21, 2002, p. 68.
[3] F. Régnier, " Les constructions sociales de lexotisme en France et en Allemagne. ", Séminaire de J.-L. Flandrin, EHESS, 09/02/2001.