Para poder entender la titulación y sus procesos habrá que enmarcarla como una
manifestación del rendimiento escolar dentro de un sistema escolar, en nivel superior, en
este caso.
La educación superior se concibe como un proceso formativo disciplinario y
cultural cuya tarea social es la formación de profesionistas, investigadores y técnicos
útiles a la sociedad (Llarena de Thierry, 1991).
El rendimiento en su acepción actual, se acuñó en las sociedades industriales, y
su derivación más directa proviene del mundo laboral industrial, donde las normas,
criterios y procedimientos de medida se refieren a la productividad del trabajador. En
consecuencia, el rendimiento es un criterio de racionalidad referido a la productividad y
rentabilidad de las inversiones, de los procesos, y del uso de los recursos. Tradicionalmente su evaluación ha tenido como
principal objetivo la optimización y/o el incremento de la eficiencia del proceso de
producción y de sus resultados.
El traslado del rendimiento al ámbito educativo ha preservado su significación
económica. Está asociado con los
desarrollos teórico-metodológicos que se han dado en el campo de la planeación
educativa, desde la determinación del costo-beneficio hasta el análisis de sistemas.
En los estudios educativos el rendimiento escolar se ha definido de diversas
maneras que, sin embargo, no han podido precisar de manera unívoca la naturaleza del
problema, lo que ha originado diversas acepciones del vocablo rendimiento.
En ocasiones, se trata el término rendimiento
indistintamente con el de aprovechamiento escolar, siendo éste el nivel de conocimientos,
habilidades y destrezas que el alumno adquiere durante el proceso enseñanza-aprendizaje
y, en otras, se distingue, claramente, al rendimiento del aprovechamiento escolar,
considerando a éste último como variable o indicador de aquél.
Al rendimiento escolar debe ubicársele como una expresión valorativa particular
del proceso educativo que se da en el marco de una institución escolar. Este proceso, al incorporar el conjunto de
relaciones pedagógicas y sociales que inciden en la institución, condiciona al
rendimiento, ya que éste está subordinado a todas las variaciones, contradicciones,
cambios y transformaciones del mismo proceso.
Es en la institución escolar, al prescribir las normas, valores y criterios para
su funcionamiento, y al establecer los instrumentos, tanto para la autorregulación del
proceso escolar como para el cumplimiento de los objetivos y fines institucionales, en la
que se genera y se legitima el rendimiento. Sin
embargo, el rendimiento no es un fin institucional en sí mismo sino un medio para la
consecución de los objetivos, que adquiere significación en el proceso escolar y
repercute en el mismo, de acuerdo con la valoración que hace la institución al calificar
determinados comportamientos escolares como expresiones del rendimiento.
Esos comportamientos escolares generados y estructurados en el proceso educativo se
representan en el nivel empírico en manifestaciones específicas.
Las manifestaciones específicas del rendimiento que se pueden reconocer en el
proceso educativo, y que lo afectan en distintos grados y niveles, son: aprovechamiento
escolar, calificaciones, aprobación, reprobación, repetición, deserción, egreso,
eficiencia terminal, titulación, etc. y es indispensable precisar, sobretodo, los
comportamientos del rezago escolar y de la deserción, que son dos condicionantes del
egreso (López Villegas, 1995).
Este conjunto de manifestaciones pedagógicas, son el referente y el entorno en que
se expresa el rendimiento en el proceso escolar; algunas se refieren más al
funcionamiento de la institución escolar (por ejemplo, la titulación), mientras que
otras se relacionan, fundamentalmente, con los comportamientos escolares de los alumnos. Sin embargo, por el nivel de interconexión entre
ellas y con el proceso educativo institucional, sus referencias abarcan dos ámbitos
interdependientes: el de la institución escolar y el de la población estudiantil; así
sucede, por ejemplo, con la titulación, que en principio refleja situaciones escolares de
los alumnos mientras que la institución las traduce como indicadores de su funcionamiento
y logros, entonces el indicador de eficiencia terminal será un referente inicial para
indagar más en detalle los comportamientos académicos de las poblaciones escolares
(López Villegas, 1995).
No obstante, el rendimiento no se explicita integralmente al identificarlo con
algunas de sus expresiones (por ejemplo, rendimiento igual a número de egresados,
rendimiento igual a número de titulados), sino las manifestaciones son un recurso
analítico para acercarnos a los problemas del rendimiento desde distintos ángulos del
proceso escolar.
Es por esto que la ponderación del significado real que tienen en la comprensión
del rendimiento, es un proceso mucho más complejo que las concepciones unívocas y
lineales. Su estudio implica desde el cuidado
en la precisión cuantitativa de la magnitud de cada una de ellas, hasta el análisis
cualitativo a partir de la búsqueda de la articulación entre ellas, así como, de la
relación de éstas con otros problemas presentes en el proceso escolar.
Todo esto lleva a establecer que el rendimiento no es un objeto de investigación
aislado y formalmente acabado; es una parte integrante del proceso escolar que requiere
ser reconstruido. Es necesario, entonces,
ubicar al rendimiento en tres momentos:
a) considerarlo como parte integrante del
proceso escolar con el que interactúa bajo caracteres comunes a los otros elementos del
mismo, y que adquiere rasgos distintivos;
b) estableciendo la articulación de las
manifestaciones específicas del rendimiento entre sí y de cada una de ellas con la
totalidad de las mismas, para definir sus vinculaciones e implicaciones; y
c) estructurando analíticamente las
manifestaciones del rendimiento en la dinámica del proceso escolar.
Esta ubicación permite contextualizar al rendimiento en el proceso escolar y
determinar los elementos que lo generan y estructuran.
Dentro de las manifestaciones del rendimientos se encuentra la titulación, que es
considerada por la institución como un indicador para evaluar parte de su funcionamiento
y logros, y en particular, su eficacia como integrante del sistema educativo.
La titulación es un indicador educativo de uso corriente en los diagnósticos,
evaluaciones y procesos de planeación de los sistemas escolares. Se constituye, desde la perspectiva de la teoría
de sistemas aplicada a la educación, en un indicador de la eficiencia interna con que
funcionan y rinden las instituciones educativas, entendidas como sistemas.
La eficiencia interna, se refiere a la relación que existe entre las aportaciones
a la educación y a los productos obtenidos, y tiene su contraparte a la eficiencia
externa que se entiende como el análisis de las capacidades de los alumnos egresados en
el momento de incorporase como profesionistas al mercado de trabajo, asumiendo sus
responsabilidades sociales y políticas; ambas se derivan en un criterio valorativo más
general, la eficiencia.
La eficiencia
entendida como nivel óptimo de funcionalidad y congruencia para posibilitar la
concreción de metas con calidad. Se refiere a la coherencia entre recursos invertidos,
esfuerzos desplegados y tiempo empleado para el logro de los objetivos (Martínez Castro y
Coronado Ramírez, 2000).
Ahora bien, la eficiencia, desde el enfoque de la teoría de sistemas, es el grado
en que se usan racionalmente los medios disponibles para el logro de ciertos objetivos
educacionales, y tiene como complemento la eficacia, entendiendo por ésta, la relación
entre las metas educativas establecidas y los resultados obtenidos. Entonces, la eficacia
educativa es una medida del grado en que se logran los propósitos de una institución
educativa, y la eficiencia educativa es una medida al costo a que se alcanzaron tales
objetivos (Rosario Muñoz, 1993).
El uso de la eficiencia empieza a tener mayor difusión en México desde los años
sesenta, cuando comenzaron los esfuerzos más sistemáticos por establecer procesos de
planeación e investigación educativas que fuera más acordes con los procesos
metodológicos e instrumentales que emprenden los organismos especializados en educación
en el mundo, tales como la UNESCO (Gómez Villanueva,2001).
La eficiencia terminal se ha definido de muy
diversas maneras, desde aquella que relaciona de manera cuantitativa el número de
egresados con el número de primer ingreso en una cohorte que cubra el tiempo de duración
de una carrera, hasta aquellas que la definen en términos del producto final y los
insumos utilizados (Pérez González, 2006).
Como instrumento de medición, la eficiencia terminal es el porcentaje de alumnos
graduados en relación a los que ingresaron (López Villegas, 1995), o dicho de otra
manera, la graduación es el indicador que avala la eficiencia (Piña Osorio,1995).
En el
siguiente diagrama se ilustra la lógica, a partir de los elementos anteriores, en la que
se ubica la titulación:
Rendimiento
Titulación
Eficiencia
interna
Criterios
valorativos para Eficiencia
la evaluación de sistemas
Eficiencia
externa
escolares
según la teoría
de sistemas
Eficacia
En consecuencia, la titulación es un indicador cuantitativo de los logros
obtenidos por un establecimiento escolar y se le puede utilizar como pauta de evaluación
del funcionamiento y rendimiento de las propias escuelas.
La titulación, en un sistema educativo, como manifestación del rendimiento
escolar, permite una serie de posibilidades de análisis descriptivo en la evaluación del
rendimiento, así mismo, al expresarse en entidades observables, factibles de un estudio
de tipo cuantitativo, la primera aproximación en una investigación empírica debe ser de
éste tipo. Sin embargo, el aspecto
cuantitativo se relativiza en el momento de la interpretación y explicación de los
niveles de eficiencia, ya que éstos sólo reflejan los resultados de un proceso escolar;
la aprehensión de la eficiencia en toda su complejidad se da en la dinámica misma del
proceso que la configura, y en la que intervienen aspectos cualitativos, que no
necesariamente tienen expresiones numéricas. Con
todo, la condición de magnitud delimita las características empíricas de la eficiencia
y, además, apoya referencialmente la explicación cualitativa de la misma.
La titulación como proceso académico se ubica en el campo educativo de la
eficiencia terminal, para las IES (instituciones de educación superior), es un indicador
con implicaciones cuantitativas y cualitativas que expresa, por una parte, la relación
ingreso-egreso-titulación medido por generaciones, y por la otra, es una expresión de la
calidad del proceso de la formación académica de los estudiantes, en especial la del
proceso enseñanza aprendizaje (Rosario Muñoz,1993).
Podemos definir, operativamente, al proceso de titulación, en educación superior,
como el procedimiento mediante el cual los alumnos, que han acreditado todas las
asignaturas correspondientes al currículo de determinada licenciatura, podrán acceder a
un título profesional, mediante el cumplimiento de algunos requisitos académicos como la
prestación del servicio social, la elaboración y defensa de una tesis, la sustentación
de exámenes de capacitación profesional teóricos y/o prácticos, etc., en los tiempos
estipulados por el plan de estudios de la carrera de que se trate.
Se ha identificado que el problema de la titulación tiene su origen durante el
proceso de formación del estudiante, es decir de su trayectoria escolar (Rosario Muñoz,
1993), pero, muchas veces, sobre los requisitos académicos que se instrumentan para
lograr la titulación, pesan una serie de obstáculos que la entorpecen e impiden, por
ejemplo, la falta de un marco normativo específico que la regule, la rigidez
administrativa del proceso, el exceso de trámites burocráticos, etc.
LA TITULACIÓN EN LAS INSTITUCIONES DE
EDUCACIÓN SUPERIOR.
Se han efectuado pocos estudios referentes al fenómeno de la titulación, a lo
largo de la vida de las diferentes universidades nacionales. Podemos ubicar, dentro de este contexto, a la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde encontramos un primer antecedente
de este tipo de trabajos.
Uno de ellos, fue realizado en 1986, por Graciela Garza, investigadora del Centro
de Estudios Sobre la Universidad (CESU) de la UNAM.
En dicho trabajo, se dio seguimiento a veintiún generaciones de estudiantes
(1955-1975),desde su ingreso a la universidad hasta la obtención del grado.
Este estudio, incluye datos de doce facultades, a saber, Arquitectura, Ciencias,
Ciencias Políticas y Sociales, Contaduría y Administración, Derecho, Economía,
Filosofía y Letras, Ingeniería, Odontología, Psicología, Química y Veterinaria.
Las fuentes consultadas, para la obtención de la información, fueron las actas de
exámenes profesionales.
En la tabla siguiente (tabla # 1), podemos observar
TABLA
# 1. TITULADOS EN LA UNAM, POR FACULTAD, Y TIEMPO MEDIO TRANSCURRIDO DESDE EL EGRESO A LA
TITULACIÓN (HASTA 1981).
FACULTAD |
ALUMNOS
INGRESADOS (1955-1975) |
ALUMNOS
TITULADOS (HASTA 1981) |
PORCENTAJE |
TIEMPO
PROMEDIO |
Arquitectura |
10018 |
4030 |
40% |
8.1 |
Ciencias |
7303 |
2478 |
34% |
7.2 |
Cs. Pol. y Soc. |
4950 |
802 |
16% |
8.4 |
Cont. y Admón. |
20483 |
9978 |
49% |
7.8 |
Derecho |
19195 |
8763 |
46% |
8.8 |
Economía |
7599 |
2436 |
32% |
9.2 |
Fil. y Letras |
12276 |
1093 |
16% |
7.5 |
Ingeniería |
20500 |
7106 |
35% |
8.6 |
Odontología |
4739 |
4033 |
85% |
5.7 |
Química |
10758 |
5097 |
47% |
7.2 |
Veterinaria |
4175 |
2524 |
60% |
6.9 |
TOTAL |
121996 |
49150 |
40% |
7.8 |
Fuente: Garza, Graciela. La Titulación en la UNAM, CESU, UNAM, México,
1986.
el número de alumnos que ingresaron a dichas
facultades entre 1955 y 1975, el número de ellos que logró titularse (hasta diciembre de
1981), el porcentaje respectivo, y el tiempo, promedio, empleado en titularse.
Es importante advertir cómo la titulación fluctúa, entre las diferentes escuelas
involucradas en este estudio, del 16% al 85%, dando un promedio del 40% y , por lo que a
tiempo empleado en titularse se refiere, notamos que va de seis a nueve años, con un
promedio de ocho años.
Aunque el producto de esta investigación ofrece un conjunto de datos descriptivos
sobre la titulación no indaga sobre los factores que favorecen u obstaculizan la
titulación en las diferentes escuelas y facultades objeto de estudio.
Otra investigación, aunque más particular, es la realizada por Francisco José
Díaz Casillas en 1991, en la Facultad de Estudios Políticos y Sociales, también de la
UNAM, donde se efectuó un seguimiento de treinta y tres generaciones de licenciados en
ciencias políticas y administración pública de 1955 a 1983. En esta investigación se encontró que los
porcentajes de titulación fluctuaron entre 3.6% (generación 1955) y 28.7% (generación
1973), siendo en promedio de 15.2%.
En este mismo trabajo, Díaz Casillas, parte de la hipótesis de que la
calificación obtenida por los estudiantes determina su titulación, y, aventuradamente,
la comprueba basándose, exclusivamente, en datos descriptivos (véase la tabla # 2).
TABLA
# 2. CALIFICACIONES DE LOS ALUMNOS TITULADOS DE LA
LIC.
EN CIENCIAS POLÍTICAS Y ADMÓN. PÚBLICA
(1955-1988)
CALIFICACIÓN |
NÚMERO DE TITULADOS |
PORCENTAJE |
6 - 6.9 |
8 |
1.33% |
7 - 7.9 |
168 |
27.95% |
8 - 8.9 |
308 |
51.25% |
9 - 10 |
117 |
19.47% |
TOTAL |
601 |
100% |
Fuente: Díaz Casillas, F..J.osé, La
Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración
Pública.
Un Estudio sobre Titulación, F.C.P.y S., UNAM, México,
1991.
Aunque este estudio ya contempla las calificaciones de los egresados como un factor
que interviene en la titulación, no se profundiza lo suficiente, pues no coteja dichas
calificaciones con las de los estudiantes pasantes, para ver si existe alguna diferencia
entre ambos ni tampoco se aplican las pruebas estadísticas indicadas para el caso.
Otra aseveración de este mismo autor, es que el alumno que no logra titularse en
los primeros diez años de egresado, difícilmente logra hacerlo después.
En un estudio realizado por la Asociación Nacional de Universidades e Institutos
de Enseñanza Superior (ANUIES) en 1989, en el contexto del proyecto "Estudios sobre
los Procedimientos de Admisión y Acreditación en las Instituciones de Educación
Superior"(IES) del Programa Integral para el Desarrollo de la Educación Superior
(PROIDES), se trataron algunos problemas académicos que inciden en los bajos índices de
titulación. Dicho estudio obtuvo información referida a: a) mecanismos de titulación;
b) factores que inciden en los bajos índices; y c) opciones para incrementarlos.
Algunas de las aportaciones de este trabajo fueron las siguientes:
1. Respecto a la problemática de la titulación es frecuente que la calidad
académica de las IES, se mida a través de la eficiencia terminal y, particularmente, en
los índices de titulación, observándose que el interés por su incremento obedece más
a una intención política de la institución que a la de mejorar la calidad académica.
2. Se comprobó que hay un interés central en preocuparse por el último requisito
de acreditación que tienen que presentar los egresados para obtener su título.
3. Existe una tendencia de las IES a explicar los bajos índices de titulación a
partir de las dificultades que implica realizar una tesis (tiempo, dedicación, formación
académica sólida, asesores, recursos, etc.).
4. Las IES, coinciden en que la realización del trabajo escrito es uno de los
mayores obstáculos que enfrentan los egresados, ya que tiene que ver con: el currículum,
la formación del alumno, la falta de asesores y su inexperiencia en el campo de la
investigación, entre otros.
5. La falta de precisión sobre los requisitos necesarios en el trabajo de tesis
exigido al egresado.
6. Lo limitado de las definiciones, en las IES, del concepto de investigación, sus
diferentes paradigmas y grados de complejidad.
7. Existe una sobrevaloración social (estatus, prestigio, etc.), respecto al valor
del título profesional en el mercado laboral, del título de licenciatura y,
simultáneamente, una desvalorización del mismo, en el mercado ocupacional, debido a la
restricción de éste.
8. Existen dos formas que las IES han adoptado para tratar de incrementar sus
índices de titulación; la primera, diversificando las modalidades de titulación; y la
segunda, mediante la implementación de soluciones remediales, a través de apoyos
extracurriculares.
9. Se reconoce que la diversificación de las modalidades de titulación, por sí
mismas no han incrementado los índices de titulación, en virtud de que la mayoría exige
trabajo escrito.
El siguiente cuadro (tabla # 3), muestra la diversificación alcanzada en algunas
universidades, en cuanto a procedimientos de titulación.
TABLA
# 3. MODALIDADES DE TITULACIÓN EN ALGUNAS I.E.S.
MODALIDADES
I.E.S. |
Tesis |
titulación
por promedio |
Memoria
de prácticas |
Examen
parcial de conoc. |
Cursos
de posgrado |
Proyec.
de invest. |
Examen
Gral. de conoc. |
Seminario de titulación |
Diseño
de recursos didácticos |
Memoria
del serv. social |
U.de
G. |
X |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
IPN |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
|
X |
UABCS |
X |
|
X |
|
X |
X |
|
X |
|
X |
U.del
Sud |
X |
|
|
|
|
|
|
X |
|
|
U.de
C. |
|
X |
X |
|
|
X |
|
|
|
X |
UACH |
X |
|
X |
|
X |
X |
|
|
|
|
U.A.H. |
X |
X |
|
X |
X |
X |
|
|
X |
|
U.A.N. |
X |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
U.A.N.L. |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
U.A.Q. |
X |
X |
|
X |
X |
X |
|
X |
X |
X |
UASLP |
X |
X |
|
|
X |
|
X |
X |
|
X |
U.J.T. |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
X |
U.A.T. |
X |
X |
X |
X |
X |
|
X |
X |
|
X |
U.A.Y. |
X |
X |
X |
|
X |
|
|
|
|
X |
UAMor. |
X |
X |
X |
|
|
X |
X |
|
|
X |
UMSNH |
X |
|
|
X |
|
|
|
X |
|
|
UNAM |
X |
|
|
|
|
|
|
|
|
X |
ENEO |
X |
|
X |
X |
|
|
|
|
|
|
Fuente: U. de G.,D.D.A.,D.G.A., La Titulación en la Universidad de Guadalajara:
Diagnóstico e Intervención, Guadalajara, 1990.
Es importante hacer notar que, como pudimos
observar en el cuadro anterior, existen universidades que tienen hasta diez modalidades de
trabajos recepcionales, los casos de la Universidad Autónoma de Nuevo León y la
Universidad Juárez de Tabasco, resaltando la Universidad de Guadalajara como una de las
instituciones de educación superior más rezagadas, en cuanto a formas de titulación
ofertadas a sus egresados, quizá motivado, como veremos más adelante, a lo rígido e
inflexible de sus reglamentos.
Como ya hemos visto, la problemática de la titulación no es exclusiva de
determinadas universidades, por ejemplo, en el ciclo escolar 1991-1992, de las
universidades públicas estatales egresaron 69108 alumnos, logrando titularse 28331, es
decir, 41% de ellos; aunque, también es cierto que algunas de ellas, en los últimos
años, han incrementado su eficiencia en este rubro (véase tabla # 4).
TABLA
# 4. EGRESADOS Y TITULADOS DE ALGUNAS
UNIVERSIDADES
PÚBLICAS (1991-1992)
UNIVERSIDAD |
EGRESADOS |
TITULADOS |
PORCENTAJE |
U.A.de Aguascalientes |
647 |
578 |
89.3 |
U.A.Baja California |
2372 |
2107 |
88.8 |
U.A.Baja California Sur |
86 |
64 |
74.4 |
U.A.de Campeche |
297 |
264 |
88.9 |
U.A.del Carmen |
138 |
63 |
45.7 |
U.A.de Coahuila |
3199 |
1188 |
37.1 |
U. de Colima |
896 |
403 |
45.0 |
U.A.de Chiapas |
764 |
255 |
33.4 |
U.A.de Chihuahua |
1051 |
974 |
92.7 |
U.A.de Ciudad Juárez |
520 |
247 |
47.5 |
U.Juárez
Edo.Durango |
502 |
285 |
56.8 |
U.de Guanajuato |
972 |
779 |
80.1 |
U.A.de Guerrero |
1739 |
551 |
31.7 |
U.A.de Hidalgo |
998 |
573 |
57.4 |
U.de Guadalajara |
6408 |
2426 |
37.9 |
Fuente: SEP, ANUIES, Subsecretaría de Educación Superior e Investigación
Científica, Agenda Estadística de la Educación
Superior, Tomo I, México, 1993.
En la misma tabla, resalta la diferencia que existe entre las diferentes
universidades, en cuanto a los porcentajes de titulados, pues mientras que en algunas
instituciones como las universidades de Chihuahua, de Campeche y Baja California, el
porcentaje de titulados se encuentra alrededor del 90%, en otras universidades como las de
Guerrero, Chiapas, Coahuila y Guadalajara, el mismo porcentaje sólo sobrepasa,
ligeramente, el 30% .
Por otro lado, hay que mencionar
que en ciencias sociales, la eficiencia terminal del conjunto de disciplinas agrupadas en
esta área es de alrededor de 50%. Si revisamos los datos de los últimos años nos vamos
a encontrar que ésa es una cifra casi sin variación (Blanco,2001), aunque según otro
autor, utilizando información
de la Dirección General de Profesiones de la SEP y de los Anuarios estadísticos de la
ANUIES menciona que como promedio nacional tenemos que de 100 alumnos que ingresan a
licenciatura, 60 terminan las materias del plan de estudios cinco años después y, de
éstos, 20 se reciben (Díaz de Cossío, 1998).
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