LA IGLESIA DE CAÑADAS JALISCO, A DOSCIENTOS AÑOS DE SU
CONSTRUCCIÓN
Inusitado
panorama contemplaron nuestros ojos. Con el terreno totalmente encharcado y bajo una
llovizna tenaz nos acercamos por carretera a la entrada de Cañadas, por la calle Morelos.
Mi hermano Jorge manejaba. Mis ojos, en entera libertad, grabaron en mi corazón aquella
imagen. Fue el sábado 27 de mayo del año 2000. Eran casi las ocho de la noche. Una
semipenumbra extraordinaria conformó el espectáculo: el diminuto caserío bajo la lluvia
de perlas brillantísimas y de las lámparas color
oro en forma de chiquihuites invertidos. Al fondo, las siluetas de los cerros, y entre
éstos y el poblado, al lado derecho, un sol que parecía una desmesurada esfera de color
intensamente anaranjada y rojiza que iba diluyéndose en medio de las acuíferas perlas.
El nido de mis amores, enmarcado en tal crepúsculo me hizo añorar los entrañables
afectos, afectos que por auténticos siempre laten en mí. El corazón aumentó su ritmo,
y en ese preciso instante la conjunción de la lluvia y del Sol propició una intensa
transparencia. La estrella solar se desintegró y, lo que brevísimamente sobresalió en
el paisaje fue la Cruz iluminada de la iglesia de Nuestra Señora de la Luz.
Iglesia de Cañadas
de Obregón, fotografía cortesía del Presbítero Alberto Villaseñor Jiménez
Para la mayoría de los que nacimos en Cañadas, la iglesia de
Nuestra Señora de la Luz es el monumento cardinal del municipio; es la joya más
preciada; es el santuario al que día con día acuden los fieles a expresar su amor a la
Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz.
¡La iglesia de Nuestra Señora de la Luz! ¿Quién la diseñó?
¿Cuánto tiempo les llevó a nuestros ancestros construirla? Si vivían en condiciones
tan precarias, ¿con qué recursos pudieron financiarla? ¿Quiénes trabajaron en ella? ¿
De dónde extrajeron los materiales de construcción y por cuáles medios lograron
transportarlos?
Intentar responder estas preguntas aunque no pueda ofrecer
todas las respuestas- ha sido una tarea larga y paciente, pero también satisfactoria. La
consulta y hallazgo de fuentes documentales en los archivos de la parroquia de Cañadas
así como del Histórico del Arzobispado de Guadalajara me permite mencionar que el día
25 de agosto de 1794 el Bachiller Don José Ramón de Rojas, Cura Interino del pueblo de
Jalostotitlán, lugar al que entonces pertenecía Cañadas, señala que en el ejercicio de
su sacerdocio ha tratado por doce años continuos a los fieles del Puesto de las Cañadas,
los cuales, juntamente con los vecinos de El Húmedo, el Salitre, Catachimé y Tecameca,
solicitan la ampliación de la Capilla que tienen en el mencionado Puesto de las Cañadas.
En el seguimiento a esta petición, pude comprobar que pronto la modifican. Piden, ante la
autoridad correspondiente, la Superior licencia, para construirla de nuevo desde sus
cimientos, de tamaño competente y en el sitio que reconozcan más a propósito en el
referido lugar. Todo a costa de los vecinos del Puesto de las Cañadas, Húmedo, Salitre,
Catachimé y Tecameca.
Para llevar a cabo todos los trámites, primeramente los
solicitantes otorgaron poder al Bachiller Juan José Vallejo y Martín del Campo, nacido
en Cañadas y en ese tiempo Presbítero del Oratorio de San Felipe Neri de esta ciudad de
Guadalajara. Tal vez sus múltiples ocupaciones lo hicieron delegar tal poder en Don
Cecilio Bermúdez. Muchos fueron los obstáculos para llevar a cabo el proyecto, pero
mayores los esfuerzos y la tenacidad de los primigenios pobladores de Cañadas por tener
un Ministro que los atendiera en lo espiritual en su propia Capilla. He aquí el documento
que prueba mi decir. Cabe señalar que al hacer la tarea paleográfica actualicé la
ortografía del mismo para mayor fluidez de la lectura y comprensión del contenido.
Y. S.
(Ilustrísima Señoría.)
Los
vecinos de las Cañadas, Húmedo, Salitre, Catachimé y Tecameca, de la feligresía de
Jalostotitlán, en la mejor forma que en derecho haya lugar ante Vuestra Señoría
Ilustrísima dicen: que con las licencias necesarias, han fabricado en el citado Puesto de
las Cañadas una Capilla de piedra y cal, de cuarenta varas de largo y nueve de ancho, con
seis bóvedas y su coro. Su Sacristía con dos bóvedas, y [su] Bautisterio. Todo con la
mayor firmeza y la hermosura que les ha sido posible, a [la] que han añadido un
campanario. Y como el objeto de la citada fábrica ha sido para que en el susodicho Puesto
se establezca un Ministro que administre los Santos Sacramentos en todo el vecindario,
pueda celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, sepultar, bautizar, y poner depósito como
lo acreditan los despachos y decreto emanado de este Superior Gobierno, que con la debida
solemnidad y juramento presentan en cinco hojas útiles, pidiendo que originales se les
devuelvan. Estando la Capilla referida con la decencia necesaria en lo material y [en lo]
formal, según consta de la certificación del Cura Vicario de Jalostotitlán, que
también presentan con la misma solemnidad a Vuestra Señoría Ilustrísima, suplican se
sirva conceder su licencia para bendecirla, al Cura Párroco de esta feligresía, o a la
persona que fuere de su Superior agrado, declarándola por ayuda de Parroquia en que haya
de perpetuarse un Ministro que celebre el Santo Sacrificio de la Misa, sepulte, bautice y
tenga depósito conforme a las licencias concedidas. Pero que si en algún tiempo se quita
el Ministro no se entienda que para esos casos hacen renuncia los vecinos de la Capilla, y
que en tales casos aunque se puedan enterrar los Patronos, y los que éstos quieran, sin
perjuicio del Derecho Parroquial, pero no como en la Iglesia Auxiliar con total sujeción
al Párroco.
A Vuestra
Señoría Ilustrísima suplicamos se digne acceder a nuestra solicitud, y mandar hacer
como impetramos. Juramos Verdad.
Otro. Si se ha de
dignar la benignidad de Vuestra Señoría Ilustrísima dar su superior permiso para que en
los días de la Bendición de la Capilla se exponga a la pública adoración el
Divinisímo Señor Sacramentado por cuarenta horas.
Juan José Vallejo
Juan
José Vallejo
José Antonio Vallejo
Pedro Cristóbal
Mercado
Manuel Vallejo
Juan Antonio Macías
Valadez Juan
Antonio Vallejo
Vicente María Valadez
José María
Mercado
Francisco Alcalá
Miguel Jiménez
Miguel Gómez
Juan José Martínez
José
Fernández Rueda
Juan Álvarez Tostado
Guadalajara, enero 13
de 1809
Por presentada con
los documentos que acompaña, devuélvansele originales como se pide, y quedando agregada
a ésta la certificación del Cura en que consta hallarse la Capilla que se refiere
perfectamente acabada con todos los utensilios necesarios, despáchese en la forma de
costumbre la licencia que se solicita, insertándole en ella misma la de exponer a la
pública veneración de los fieles el Santísimo Sacramento el día de la bendición y los
dos siguientes, con tal de que se verifique con el aseo y ornato posible a tan Alta
Majestad. El Señor Gobernador de este Obispado así lo decretó y firmó.
Gómez
Lic.
José Dom. Sánchez
Recibí los
documentos
con que se instituyó
esta
pretensión en 6$.
Juan
Nepomuceno
Romero
Poco más de catorce años les llevó a nuestros antepasados
planear, tramitar y sostener la construcción del recinto de mayor significancia en
nuestras vidas: el Templo de Nuestra Señora de la Luz. ¿Cuántos de nosotros, habitantes
del natal terruño o peregrinos en otras latitudes, tenemos la certeza de que, por lo
menos desde nuestros abuelos, en este santuario mariano recibimos el Sacramento del
Bautismo y algunos otros más? Los acontecimientos de mayor trascendencia en nuestras
vidas y hasta la entrega absoluta de los cuerpos inertes de los seres que tanto hemos
amado, aquí se han llevado a cabo.
Aunque en la época cristera desventurados acontecimientos
marcaron a Cañadas como un pueblo de
sombras, la LUZ de NUESTRA SEÑORA siempre ha iluminado y fortalecido la fe de sus hijos.
¿Pruebas? Auténticos apóstoles del Cristianismo nacidos en Cañadas, como el jesuita
expulso D. José Vallejo y como el Sr. Obispo D. Leopoldo González González.
Indiscutiblemente que la
forma de ser y estar en el mundo de nuestros antepasados, quedó plasmada en esta iglesia
mariana, edificada para venerar a Nuestra Señora de la Luz, cuya imagen, grabada en
cantera, es baluarte y secular emblema del pueblo de Cañadas.
Imagen de Nuestra
Señora de la Luz, fotografía cortesía del Presbítero Alberto Villaseñor Jiménez