La mujer en la dramaturgia de Nuevo León
Rosa Ma. Gutiérrez
García
Universidad Autónoma de Nuevo León
En el año 1984 cuando fundamos el Laboratorio
de Experimentación Teatral (LET) en la Facultad de Filosofía y Letras[1]
advertimos que casi no había obras de autores locales representándose en
Monterrey, en consecuencia emprendimos la labor teatral del grupo a la
investigación, montaje y promoción de los dramaturgos que estuvieran produciendo
en la región. En ese propósito
me centro, por ahora, en el grupo Dramas Nuevo
León[2], por ser el más
representativo y consistente
en su labor creativa en la
segunda mitad del siglo XX en la región noreste del país.
El
personaje femenino es otro aspecto que determina el tema y delimita esta
investigación, ya que, en las escenificaciones que hizo LET es una presencia constante en la
mayoría de los textos, sin embargo, en esta ocasión sólo revisamos los siguientes dramas: Aquelarre norteño (1984) de Guillermo Alanís; Lucinda (1996) de Fernando Esquivel; Muñecas de Arcadia (1996) de Hernán Galindo; Las Señoritas Alcocer (2000) de Rubén
González Garza; El delfín en la ventana
(1996) de Virgilio Leos; ¡Que te parta un
rayo (2004), de Reynol Pérez Vásquez;
Donas, novias y pretextos (1998) de
Blanca Laura Uribe de Rocha; Hija de
Afrodita (2002) de Adolfo H. Torres.
Además, como estos escritores reportan una
delineación caracterológica definida tanto en el aspecto físico como en los
rasgos conductuales, advirtiéndose en ellos modelos que ejemplifican los
diversos tipos de mujeres, por lo que tenemos que revisar los personajes femeninos en su
aspecto externo e interno.
El
discurso se revela en el drama como texto literario, pues como acontecimiento
del lenguaje logra un sentido o significado que permite una interpretación de
la realidad. Y es a través de él que se puede conocer la representación de la
mujer en los textos, porque en él se descubren los modelos femeninos que el
sistema social pretende, así como, las creencias respecto a la condición, a los
roles, los espacios que ella debe ocupar en la sociedad, es decir, la ideología
en relación a ella. Tocante a esto
seguimos el concepto de ideología como la noción general de creencias, sentido
que Van Dijk le da.
Olivier
Reboul, señala que la ideología se manifiesta de diferentes maneras, por
ejemplo, mediante actos y prácticas. Una muestra de esta última encontramos en Aquelarre norteño, comedia de Guillermo
Alanís, en la que se revelan valores ideológicos y culturales. El eje temático de
la obra son las tres celebraciones más importantes en la vida de una mujer en
la cultura mexicana: su bautizo, sus quince años y la boda. En la primera
fiesta, el bautizo de la niña, como práctica cultural marcará la línea a seguir
en su vida como individuo que pertenece al género femenino:
Florecita blanca,
Esthercita de los
Ángeles,
tu venida ha
iluminado,
como un rayo
matutino,
la existencia de esta
casa,
de mis compadres
Esther y Rufino,
en tu vida todos
anhelamos,
mi Esthercita de los
Ángeles,
que
sigas por el buen camino;
ejemplo
habrás de ser,
diáfano
y prístino[3]
(Gutiérrez, 2009:19)
El
padrino de la niña expresa en sus versos lo que se espera de ella: rectitud,
pureza, dentro de la estructura moral masculina. En la niñez es donde empieza
la construcción cultural del género. Es ahí donde él y ella aprenderán, quién
tendrá la supremacía; y en esta época, el masculino subyuga al femenino.
La
sociedad presionará para que el destino cultural genérico de la mujer se siga durante
toda su vida; por ejemplo, la siguiente celebración especial de la muchacha es
la tradicional fiesta de los quince años:
Matías.-
Esthercita de los Ángeles, quince años
han pasado de la vez aquella que asombrados fuimos todos al bautizo, tiempo
corto se nos hizo... (A todos.) ¿Se
fijan hasta aquí, qué bien rimado está todo? Pasado, asombrado, bautizo, hizo...
Luz.- ¿Por qué no
le pones chorizo? También rima.
Matías.- No empieces
Luz.
María.- (A Luz.) Déjelo doña Lucita y vamos a
seguir contando a los padrinos; a ver
llevamos veintitrés con la madrina de liguero, veinticuatro madrina de faja,
veinticinco madrina de fondo, veintiséis madrina de medias...
Matías.-
Hermosa edad de las ilusiones bella,
toda llena de emociones clara, todavía sin presiones y de los caballeros,
muchas atenciones.
[...]
Matías.- A veces se llora de
alegría, a veces se llora de tristeza, pero
a los quince es la de no saberlo con certeza. (Gutiérrez, 2009:57-58)
La
mujer es depositaria del honor de la familia, o más bien del hombre, por tal
motivo se espera que ella haga un buen matrimonio. Véase en la escena de la
boda de Esthercita, la importancia de los valores morales que debe guardar la
mujer antes de contraer nupcias:
Lucita.- En primer
lugar, no se te olvide que te casas con una señorita de buena familia, que está
acostumbrada a que la traten bien; la mujer en el hogar es sagrada, los hombres
se hicieron pa’ servirla y cuidarla y aunque ella te deba obediencia, no se te
olvide que es la mujer la que manda, y que no se le debe contradecir; ahora mi
viejo está ocupado, si no él te podría hacer una demostración de cómo acatar a
la esposa.
Martín.- Sí, ya lo he
visto, no necesito una demostración especial.
Lucita.- Qué bueno
que eres de esos autodidactas que con sólo ver aprenden.
Rufino.- (Que ha escuchado los consejos de luz.) Venga pa’ acá m’ijo. (Lo jala del brazo a otra parte.) No se
crea lo que le dice la comadre, esta Lucita es el ejemplo de lo que no debe ser
una esposa; Esthercita es m’ija y la quiero como nada en el mundo, pero usté
será el hombre de la casa y su voz es ley. (Gutiérrez, 2009:76)
La
honradez y virginidad son los componentes culturales que se adicionan a la
conformación social del género femenino; son valores que la mujer deberá asumir
como subalterna del género dominante. Además, en esta escena se puede
distinguir que en las relaciones de poder entre ambos géneros, hay una lucha
por ejercerlo, unos por dominar y otros por restar poder al dominador.
El lenguaje, la palabra, es la que
marca qué significa el sexo e inaugura el género. “El género es una
construcción simbólica que contiene el conjunto de atributos asignados a las
personas a partir del sexo. Se trata de características biológicas, físicas,
económicas, sociales, psicológicas, eróticas, jurídicas, políticas y
culturales.” (Lagarde, 2001: 27). En el sistema de género se plantea la
diferencia entre los sexos y la división de papeles entre hombre y mujer, y a
partir de esa división, a cada género se le atribuyen ciertas particularidades,
habilidades, y representaciones diferenciadas. Las mujeres y los hombres que no
sigan las normas propias de su género serán excluidos. Es el caso de los
homosexuales, tanto masculinos como femeninos.
Sin embargo, en Aquelarre norteño el homosexual masculino, también deja ver
aspectos misóginos, como en Checo, el coreógrafo de la fiesta de quince años:
Checo: (Enojado.) ¡No! ¡No! ¡No! ¿Quién les
dijo que eso es gracia? Pero si parecen vacas en un corral. ¡Estamos en un
quinceaños! A ver Esthercita de los Ángeles, ven para acá (Ella se acerca.) ¿Cuántos años cumples?
[…]
Checo:
¡Ah! Es que
hay de movimientos de cadera; fíjate, fíjate cómo lo hago yo (Se contonea.)
así, con gracia y donaire; ¡triunfadora! Que
se den cuenta quién es la que cumple años. (A Esthercita.) ¿Quién es? ¿Quién?
Esthercita:
(Tímida.) Yo.
Checo:
¡No!, no es (Imitándola.)… yo; es (Triunfante.) ¡Yo! ¡Véanme! (Sigue desfilando.) ¿Podrás
hacerlo?
[…]
Checo:
(Para sí.)
Parece mentira que uno tenga que venir a
decirle a las mujeres, como ser más mujeres, en fin, ya Dios nos puso en
este camino ¡Silencio! Vamos a comenzar de nuevo. […] (Gutiérrez, 2009: 45-46)
La
escena muestra que desde su marginalidad el hombre marginado por los de su propio
género, puede ejercer autoridad sobre las mujeres. Checo, aún en situación
periférica ejerce el dominio sobre ellas, e incluso se atreve a enseñarles “a
ser más mujeres”; su poder proviene de los rasgos de la supremacía masculina. Porque
el estudio de “género no sólo es cómo las mujeres se diferencian de los
hombres, sino cómo están subordinadas; [...] más bien el género es un sistema
elaborado de dominación masculina (versus
complementariedad).” (Barquet: 21)
También,
en Muñecas de Arcadia, de Hernán Galindo,
podemos observar la misoginia del hombre excluido en el siguiente fragmento:
Pasarela. Ulises va vestido con un diseño
extravagante, Patroclo se mantiene sentado a sus pies.
Ulises.-
La casa
diseñadora Muñecas de Arcadia
presenta su última colección intitulada Mujeres en Esencia. Con ustedes Lucero.
(Entra Lucero, desfilará como modelo, no como personaje, lo mismo las demás.) Un
elegante conjunto de
falda y saco digno de los mejores cocteles, su mascada original de Noquierosabernada oculta su crucifijo
que tiene la particularidad de asomar o esconderse según las necesidades de su
dueña. La tela es abnegacionmaterna,
su bolso, una fina prenda de esposaejemplar...
sus zapatos de la marca Flotandonomeenlodo.
(Lucero se
“congela”.)
Ulises.- Ahora tenemos
a Sonia. (Entra.) Su atuendo nos recuerda las raíces bajo las flores y
en ella se dibuja lo diseminado de su cáncer. La caída de la blusa mantiene en
armonía la ausencia del seno extirpado; su elegante turbante responde a las
necesidades de la “quimio”. Nombre de la prenda: Divorcio. Un bolso Temor
y su calzado auténtico: Quisierahuir.
(Sonia idem.)
Ulises.- La gracia de
Berenice (Entra.) es subrayada por el colorido de su prenda titulada La Vida en Rosa. Por su elegancia es
funcional para las cosas verdaderamente importantes de la vida: coleccionar
muñecas Barbie, hacer té canastas,
club de jardinería y leer diariamente la sección de sociales. Las medias,
finísimas, pertenecen a la casa Algodón
de Azúcar, su bolso en rosa light de
la firma Felicidad.
(Berenice
se une a las otras dos.)
Ulises.- Para cerrar
con broche de oro, tenemos a Tamara. (Entra.) Diseño y tela son
continuidad de su carácter, modelo original del afamado Soberbia. Sombrero y cartera de la casa Dama Independiente. Realizado especialmente para esta reconocida
periodista; todo el conjunto tiene el poder de la palabra, del arma en la mano.
(Entra Galileo vestido en cuero y estoperoles.) Con ella su prenda más
íntima: Galileo, (Galileo baila alrededor de Tamara.) originario de las
playas de Guerrero; antigua profesión: barman; actividad actual: chofer;
complemento del vestuario de Tamara que definitivamente no está dispuesta a
compartir.
(Coreografía: todas hacen un cuadro plástico
alrededor de Galileo, se agregan Ulises y Patroclo. Flachazos.)
Ulises.-
Ulises
Mohamed y Patroclo les dicen ciao.
Hasta el próximo desfile de su casa diseñadora Muñecas de Arcadia. (Gutiérrez, 2005: 126-127)
La
caracterización mordaz que hace el modisto −que “va vestido con un diseño extravagante”, acotación intencionada para
subrayar que es una sátira de lo femenino en un hombre− de sus amigas,
dejar ver los diferentes tipos de mujeres y sobre todo, la animadversión que en
sí siente Ulises por las del sexo opuesto, aunque sean sus amigas.
Los
autores de Dramas Nuevo León,
frecuentemente, caracterizan a los personajes homosexuales masculinos estereotipadamente,
ridiculizando la afectación de sus movimientos y voz. La contraparte, el
lesbianismo poco se ha planteado, y generalmente, aparecen como mujeres
atormentadas. Paradigma de ello es Hija
de Afrodita, donde fársicamente se presenta la presión emocional que tiene
que vivir una un ama de casa, que se sabe diferente:
EMMA.- No sé para
que me casé... No se pueden vivir dos vidas... Lo mejor será que me encierre.
Que me aleje del mundo y de las bocas necias, de los oídos pecaminosos...
¡Entraré a un convento! Creo que mejor no, estaría rodeada de mujeres y sería
peor [...] (Gutiérrez, 2005: 361)
Emma
reproduce modelos masculinos, tanto en el discurso, como en el modo de actuar. Además,
tiene que enfrentar el sentimiento de culpa por negar su verdadera preferencia
sexual, sólo por el miedo al rechazo social.
La
categoría de género alude a la diferencia entre sexo biológico e identidad
adquirida, afirma Julia Tuñón (1995: 56-59); es una construcción social del
sexo al que se le agrega una serie de elementos culturales e históricos.
En
el siguiente diálogo se puede observar ese tipo de identidad adquirida de la
que habla Tuñon:
La luz desparece en el área del escenario, una luz
barrida azul se proyecta desde el exterior.
Voz de Erasmo.-
(Desde
la oscuridad.)
¿Otra vez
vas a salir, papá? ¿Me llevas?
¿Me llevas, papá?
Padre.-
(Sin
volverse.)
Yo voy a
la cantina. ¡Quédese con su madre!
Voz de Erasmo.-
Yo me quedo en la puerta;
no voy a molestarte, papá.
Padre.-
La cantina es para
hombres.
(Se
vuelve. No se le ve el rostro.) Ah, una cosa: no quiero
que se me ande juntando con el hijo de la Tullida, ¡peligro y se me vuelve
maricón! (Gutiérrez, 2005: 256-257)
Reynol Pérez muestra en esta pequeña
escena de la pieza ¡Que te parta un rayo!
patrones de conducta que el varón va adquiriendo para ser considerado un
hombre; evidenciando los espacios en los que ellos se pueden mover. De la misma
manera hay lugares y pautas conductuales para la mujer, predeterminadas a su
género.
Marcela Lagarde (2001) señala que en
la condición genérica de la mujer lo más importante es en torno a lo
materno-conyugal. En la sociedad mexicana, la mujer debe cumplir el requisito
de la maternidad, pero dentro del estado del matrimonio; es así como, el
principal objetivo de la mujer en edad de “merecer” será conseguir un hombre
para casarse, como sucede en Las
Señoritas Alcocer, de Rubén Gonzalez Garza (2002). Pero, si ella no procrea,
es probable que se le culpe como se puede observar en El delfín en la ventana (Covarrubias, 1998:175-220):
LUCIANO: ¡Ah,
chingao...! ¡Vieja seca! (Abre la
puerta.) Atrancas este pinche gallinero y cuidado con que le abras a
alguien o te asomes, ¿eh? (Regresa a
desconectar el teléfono.)
ALTAGRACIA:
¿Te espero a
comer? (Luciano sale sin responder.
Altagracia atranca, saca el caset de su ropa interior, lo esconde en la
azucarera, con ella en las manos explota en llanto, en su desolación lentamente
lo guarda y busca un número telefónico.) Vieja seca...vieja seca... vieja
seca... vieja seca... [...] (Covarrubias, 1998: 201)
[...]
ALTAGRACIA: Me dijo
vieja seca.
MERCEDES: No le hagas caso.
ALTAGRACIA: Soy hembra
fértil, Meche, hembra de cara al mundo; hace mucho que me lo dijo el doctor. Él
es quien está de espaldas a la prole, él es quien tiene muerto el entresijo.
Pero un día nos va a matar; a mí ya me está acabando poco a poco. (Covarrubias,
1998: 203)
Asimismo,
como se mencionó anteriormente, las cualidades del género de las mujeres en el
mundo patriarcal se realizan en torno a lo materno-conyugal, por tal motivo, el
contraer nupcias se convierte en objetivo principal en la vida de muchas
mujeres, en parte para cumplir con el rol asignado al género femenino, en su
función biológica: la procreación.
La
institución del matrimonio y la familia son nucleares en las tradiciones de la
sociedad mexicana. Este tema lo aborda Blanca Laura Uribe en la comedia Donas, novias y pretextos (Gutiérrez, 2009:375-410), desde dos puntos de vista: en uno, se presenta
como el deseo de formar una familia como máxima realización personal de la
mujer. El otro, es una manera para obtener seguridad económica.
Otro fenómeno
recurrente en las obras de
estos dramaturgos es la soltería en la mujer, ya sea por imposición paterna o de un
varón de la familia. La figura de la solterona “obligada” las encontramos en Aquelarre norteño, de Guillermo Alanís; en
¡Que te parta un rayo!, de Reynol
Pérez; en Las Señoritas Alcocer, de
Rubén González Garza. Una pequeña muestra de soltería impuesta se revela en Lucinda (Covarrubias, 1998: 221-257):
LUCINDA: [...] Mi
papá me esclavizó, como tenía esclavizada a mi mamá. Tenía que hacerle todo yo
personalmente, exactamente como mi mamá lo hacía. Desde antes de que nos
viniéramos a vivir aquí, me chantajeaba si pretendía salir: (Lo imita) "no puedes dejarme
solo... está muy reciente la muerte de tu mamá... si no comes aquí, no como...
qué va a decir la gente..." Sin embargo, yo me las ingeniaba para ver a
Nico. (Covarrubias, 1998: 245)
Fernando
Esquivel nos da ejemplo de las relaciones de poder fundadas en un orden basado
en la sexualidad. En la organización social de este tipo, la mujer no se
pertenece a sí misma, sino a los varones de la familia.
La
ideología del sistema patriarcal defiende y valida el dominio sobre el género
femenino, señorío que implica el maltrato físico o psicológico; ejemplos de
este aspecto los encontramos en ¡Que te
parta un rayo!, obra en la que Reynol Pérez nos presenta cómo son las relaciones
entre los dos sexos a través del comportamiento de Erasmo que evidencia la
posición y papel que él tiene en una sociedad en la que los patrones de
conducta son los de la desvalorización la agresión verbal hacia la mujer;
actitud manifestada contra su amante, Luz María, señalada por contravenir las
normas sociales: primero, por involucrarse sentimentalmente con un hombre más joven
que ella, y segundo, por ejercer su sexualidad fuera del matrimonio.
La
ideología se manifiesta en el lenguaje, el cual funciona como un código
sobrentendido en una sociedad, permitiéndole exteriorizar una visión del mundo
propia, de una cultura (Reboul, 1986: 17-34); en ese sentido autores que
revisamos sólo dan una mirada a nuestro entorno cultural.
En
resumen, los escritores del colectivo Dramas
Nuevo León hacen una caracterización
de sus personajes femeninos delineándolo en tres aspectos: la apariencia física
en la que establecen los cánones de belleza requeridos por la sociedad; las
actitudes y comportamiento que las mujeres deben seguir, lo cual determina un perfil
psicológico y por último, asignarle una identidad social. Estos tres aspectos
se conjugan para diseñar al personaje femenino como concretización
representativa de la mujer. Por supuesto, no podemos dejar de lado, que las
protagonistas se tienen que confrontar con el personaje masculino para poder
delinearse.
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_____ También en Cathedra. (Año 2, Mayo-agosto 2002, n°
5). México: Filosofía y Letras, UANL.111-139.
[1] Los fundadores del grupo fueron: Rosa
Ma. Gutiérrez, Armando V. Flores, Ricardo Martínez, José Luis Salazar, Petty
Maldonado, Julián Nava, Gustavo Gutiérrez, Cecilia Salazar, Cecilia Pérez, Josefina
de la Garza, Juan Delgado, Daniel Sierra, Roberto Carlos Cueva, entre otros.
[2] El grupo
fue fundado por Hernán Galindo en el año de 1992 –información dada en
entrevista hecha a Hernán Galindo en 1997 y a Blanca Laura Uribe de Rocha en el
año 2000–, y sus integrantes son Guillermo Alanís (†), Blanca Laura Uribe,
Rubén González Garza, Virgilio Leos, Reynol Pérez Vázquez y Eric Green (†).
Posteriormente se integraron al taller Fernando Esquivel, Adolfo Torres y
Javier Sancho y Josefina Alanís, José Emilio Amores. Aún continúan reuniéndose
los sábados en la casa de José Emilio Amores, y aunque Hernán Galindo, Adolfo
Torres y Reynol Pérez no asisten al taller, siguen una relación cercana con el
grupo.