Los perros del Paraíso, de Abel Posse, y el desmantelamiento del imaginario histórico.

Los perros del paraíso, by Abel Posse, and the dismantling of the historic imaginary.

Ismael Antonio Borunda Magallanes
Universidad Autónoma del Estado de Morelos (ARGENTINA)
CE: iab_site@hotmail.com ID ORCID: 0000-0002-7883-422X

DOI: 10.32870/sincronia.axxiv.n78.16b20

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Recibido: 24/02/2020
Revisado: 22/04/2020
Aprobado: 24/05/2020

RESUMEN:
La Nueva Novela Histórica Hispanoamericana, subgénero narrativo desarrollado durante la segunda mitad del XX e identificado por Seymour Menton en su obra La nueva novela histórica de la América Latina 1979-1992, muestra en sus títulos más emblemáticos la intención de reconfigurar el discurso histórico oficialista apropiado por diversas instancias autoritarias. Los perros del Paraíso, novela argentina del autor Abel Posse, se inserta en esta vertiente con la intención particular de realizar tal reconfiguración al arremeter no solo contra esa oficialidad, sino contra el imaginario forjado por diversas falacias perpetuadas en el conocimiento público de la historia. La novela se propone desmantelar este imaginario mediante las herramientas características de esta tendencia narrativa: la ironía, la parodia, la heteroglosia y la diseminación del tiempo, y abre el espacio a la reinterpretación de este imaginario, lo que a su vez permite la reflexión en torno la identidad histórica de los pueblos americanos.

Palabras clave: Nueva novela histórica. América Latina. Imaginario. Reconfiguración.

ABSTRACT
The Latin American New Historical Novel, narrative subgenre developed during the later half of the XX century and identified by Seymour Menton in his text Latin American´s New Historical Novel 1979-1992, depicts in its most emblematic titles the intent of reconfiguring the official historical discourse appropiated by different autoritarian instances. Dogs of Paradise, an argentinian novel by author Abel Posse, places itself within this literary trend with the particular intention of achieving such reconfiguration by lunging against not only this official discourse, but against the imaginary forged by several falacies perpetuated in the public understanding of history. The novel aims to dismantle this imaginary through the use of its narrative subgenere’s characteristc tools: irony, parody, heteroglossia and the dissemination of time, and openes the possibility of reinterpretation of such imaginary, which in time allows for reflecting upon the historical identity of the american peoples.

Keywords: New Historical Novel. Latin America. Imaginary. Reconfiguration.

 

Introducción
Los perros del Paraíso es una de las novelas fundacionales del argentino Abel Posse (Córdoba, 1934), denominación concedida en distintos acercamientos críticos por abordar el periodo histórico que comprende la llegada de los navegantes europeos a la actual América y su posterior colonización. Esta categorización del texto denota una diferencia notable en relación con las propuestas de otras novelas que se insertan en el subgénero literario identificado originalmente por el filólogo estadounidense Seymour Menton como Nueva Novela Histórica Hispanoamericana (en adelante NNHH), y que buscan, dicho a grandes rasgos, criticar y deconstruir los discursos históricos oficialistas a través de la novela como recurso narrativo ficcional. La novela de Posse no es ajena a este subgénero; de hecho, por razones que se exponen en este artículo, cumple más cabalmente con la definición que de éste hace Menton en La nueva novela histórica de la América Latina 1979-1992, y a la que se han añadido diversas contribuciones y observaciones teóricas a lo largo de los años, que otros textos emblemáticos como Los pasos de López, de Jorge Ibargüengoitia (México, 1984) o El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez (Colombia, 1986).
            La hipótesis a desarrollarse en este artículo es una relativamente sencilla: Los perros del Paraíso, como título perteneciente a esta tendencia literaria de finales del último siglo, se propone en particular, es decir, en contraste con otros ejemplos notables y no menos valiosos de la NNHH, desmantelar el imaginario de la historia como discurso con respecto de los hechos a los que remite, el viaje de Cristóbal Colón en busca de una nueva ruta comercial con Asia, apadrinado por el ansia expansionista de los reyes católicos de España hacia finales del siglo XV, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conjunto de acontecimientos que en el imaginario popular de la actualidad desembocan en el llamado Descubrimiento de América. Imaginario, en este caso, y no meramente narración, pues, como se descubrirá, no se trata de “corregir” la narrativa histórica como si ésta tuviera erratas que eliminar, sino de desmontar las preconcepciones de “verdad” sobre lo que los miembros de la sociedad en lo colectivo reconocen como tal.
            Por imaginario se entiende el conjunto de imágenes sensoriales y perceptuales que delinean el conocimiento de un individuo o un grupo con respecto de la realidad, como la define el psicoanálisis de Sigmund Freud y Carl Jung. Celso Sánchez lo simplifica de la siguiente manera:

El imaginario cultural remite al pasado vivido por la humanidad que, asentado, en estado virtual, en los estratos profundos y abisales de la memoria filogenética, comporta vías y conductos (arquetípicos) con los que las futuras sociedades pueden canalizar y realizar, sin suplantarlas, sus ilusiones. (2009, p. 1)

Se acota al imaginario en el caso de este artículo con el calificativo de “histórico” porque es en esa área del conocimiento a la que la NNHH en su conjunto, y Los perros el Paraíso en particular, dirige sus intenciones críticas.
            El término “desmantelamiento”, por su parte, se usa en este caso como imagen metafórica de lo que en otros contextos se refiere con el nombre de deconstrucción según Jaques Derrida, aunque la noción de desmantelar no es extraña en el análisis de discursos literarios y sociopolíticos;[1] es decir, reconstituir una estructura de pensamiento a partir de una crítica discursiva de sus implicaciones sociales, culturales e históricas. Más cercana a la concepción que de ello se desarrolla en este análisis es la noción de Paul Ricouer de refiguración, proveniente de lo que define como el círculo hermenéutico, y que corresponde a la apropiación que hace un lector del sentido de un texto, ficcional o histórico, a partir de la consideración interpretativa que hace del contraste entre la particular representación de la realidad en el texto y su experiencia vivencial en el mundo (Ricoeur, 2004).
            Een la actualidad los supuestos e implicaciones de la narrativa histórica oficialista son ya puestos en vilo con mucho mayor ímpetu político y social que veinte o treinta años atrás, tanto en la literatura como en la discusión pública en general; sin embargo, el mito histórico persiste, y textos literarios que llaman al cuestionamiento de tales mixtificaciones con respecto de la identidad histórica de América Latina ameritan aún ser traídos constantemente a la reflexión.

Breve nota filológica
La novela de Posse no ha gozado de suficiente difusión desde su original publicación en 1983, y ha contado con muy escasas reimpresiones en Latinoamérica desde 1996,[2] pese al amplio reconocimiento crítico del que ha sido objeto, lo que le valió ganar el premio Rómulo Gallegos de 1987 y aparecer en diversos trabajos de investigación sobre la NNHH (Posse, 2016). No obstante, su importancia para el desarrollo de la NNHH la vuelve un punto de referencia recurrente para quienes indaguen en los artículos y ensayos escritos al respecto. Su mera catalogación dentro de este corpus determina en parte ya algunas expectativas iniciales para con el género.
            Es notable que España, y Europa en general, han sido un espacio de recepción importante para la novela de Posse. Mientras otras de estas novelas encontraron difusión y aceptación primordialmente en sus países de origen, y en el resto de Hispanoamérica; la obra de Abel Posse, incluyendo sus otras novelas fundacionales, ha merecido atención destacada por parte de la crítica española.
            Vale notar el contrapunto que la posible falta de familiaridad con el texto por las razones dichas permite: una expectativa menos específica que en otras narraciones del subgénero, lo que, en conjunto con la naturaleza paródica, carnavalesca y metaficticia de la novela, propicia una interpretación más abierta en comparación con otras obras, y que le concede a su vez una mayor liberalidad (aunque de ninguna manera un rompimiento de tajo) con el compromiso sociopolítico más preponderante en textos como Los pasos de López o Noticias del Imperio.

La novela como desmantelamiento de la historia
Abel Posse presenta una narración en torno a un periodo histórico más lejano que los de las gestas independentistas del siglo XIX de los anteriores ejemplos. Relata, entre otras líneas temporales que aparecen y desaparecen durante la narración, las infancias de Isabel la Católica y de Cristóbal Colón a finales del siglo XV. Esta distancia le permite colocar al lector de tal manera que la apropiación del discurso histórico resulte relativamente más ajena, menos directa, como lo pretenden Ibargüengoitia o del Paso, y se conciba más como una realidad arquetípica que un hecho del pasado tangible; además, busca abrir el camino para la creación de un discurso artístico por parte del autor, que surge del historicista, pero que no excluye la exploración y crítica de la historia oficial. Justo esto es parte trascendental del artificio reconfigurante, y no solamente la mera noción de irrumpir en la historiografía como discurso institucional:

La novela histórica reciente “hereda” la tarea innovadora de una tendencia literaria que ha desarrollado procesos y prácticas narrativas que privilegian, entre otros aspectos la coexistencia de diferentes discursos y puntos de vista; el desdoblamiento de identidades y los juegos especulares; el uso de la parodia, la ironía y lo burlesco; la yuxtaposición y el entrecruzamiento de líneas temporales; y el uso de una variedad de formas narrativas y estrategias autorreflexivas. (Pons, 1996, p. 106)

La naturaleza textual de Los perros del Paraíso se inserta enteramente dentro de los parámetros de la NNHH como Menton (1993) y María Cristina Pons (1996) los han definido; específicamente, la carnavalización de la realidad y la heteroglosia, que en este texto es por demás compleja, y que consiste en no simplemente presentar distintas voces narrativas (lo cual, de hecho, no ocurre directamente en esta novela, en la que el narrador omnisciente y consciente de sí mismo es la única voz narradora que se distingue como tal), sino en construir una narración anacrónica y multifacética, en la que se reconoce y materializa en la lectura la relación entre el autor, el texto y el receptor. Los perros del Paraíso reconocen la presencia de su lector y negocia libremente con ella o él sus diversas intenciones críticas discursivas.
            La novela, por supuesto, no es un ensayo ni un diálogo abierto con su lector: es una novela, tan narrativa y ficcional como las de Ibargüengoitia, García Márquez o del Paso, pero el empleo de los recursos de la metaficción le permite distintas vías para la comunicación de sus intenciones discursivas. El diálogo con el lector, entonces, no es claramente explícito, y debe reconocerse entre las líneas como una de las significaciones que el lector intuirá en la lectura; pero tal interpelación no es tampoco críptica ni difuminada, se muestra pertinentemente conforme la novela alude a distintas realidades históricas, formula preguntas retóricas sobre su relato y luego elabora sus propios juicios.

Creían exageradamente en los signos nefastos. No comprendían la diferencia entre símbolo y realidad. […] ¿De dónde sacarían la convicción que el Sol se les moría? También en la plaza ceremonial del Cuzco, en la Huacaypata, había caído un águila fulminada a los pies del inca: pero no se debe confundir un águila infartada con el fin de un Imperio. (Posse, 1991, p. 36)

Para que este diálogo tácito con respecto del sentido del texto se dé con efectividad, sí se da por sentada una cierta familiaridad (y nótese que “cierta familiaridad” no es lo mismo que conocimiento factual, y esta distinción se mostrará trascendental en el análisis) del lector con los temas históricos que el texto toma no solo como referencia, sino como tema y objeto de crítica, así como una sensibilidad abierta a la reflexión concebida a partir de la farsa y la ironía características de esta línea literaria; es decir, se delinea un particular horizonte de expectativas.
            Los perros del Paraíso narra dos tramas principales, el desarrollo del personaje de Cristóbal Colón desde su infancia marcada por un misticismo innato y su herencia judía, lo que lo lleva a obsesionarse con (re)descubrir para la humanidad el Paraíso Terrenal, perdido desde la caída de Adán; la otra es el gobierno de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, que se desmantela en el texto y se replantea como una explosión de la pubertad implacable de los monarcas adolescentes, cuyas decisiones y acciones políticas son el resultado de su despertar y desenfreno sexual. Existe una tercera trama temporal que sirve como contrapunto y como símbolo de la resignificación del discurso histórico del descubrimiento, el imperio Azteca que, prediciendo la llegada del hombre blanco, planea su propia versión de conquista trasatlántica.
            Se muestra evidente la liberalidad con que la novela convierteen ficción los hechos históricos de los que parte, y ello sirve de puente hacia su eventual desmantelamiento. Esta divergencia para con los hechos históricos mismos, o más bien, para con la versión que de ellos han institucionalizado determinadas esferas de autoridad social, devela a ese conocimiento histórico como irrelevante, incluso distractor de lo que la narración misma pretende. La conciencia de que se está accediendo a una ficción moldeada con la materia de la historia como disciplina, pero que tal ejercicio de reinterpretación recurre al desmantelamiento de la misma, da como resultado una experiencia de reconfiguración del imaginario histórico:

Se trata de excepcional ficción, que recorre los acontecimientos y personalidades históricos que lograron construir, en el imaginario europeo, la idea de un mundo fabuloso y después inventaron un referente palpable: el continente americano. La materia histórica es el punto de partida para que la creación literaria rescate a Colón y, a través de él, evoque nuevas claves simbólicas para el fenómeno histórico del 'descubrimiento'. Para lograr tal intento, la novela opera con la parodia en triple vertiente: en la caracterización de la España del 'descubrimiento', en la confección del retrato de Cristóbal Colón y, por fin, en la elaboración de la imagen europea del Nuevo Mundo. (Costa, 1998, pp. 1-2)

La ficción de Posse busca desmantelar y redefinir la identidad americana mediante el contraste con el imaginario europeo en torno a los hechos históricos que constituyen el descubrimiento y la colonización de América. Lo que se reconfigura entonces en el texto no es principalmente la narración histórica, sino sus implicaciones en el imaginario y la cultura occidental, lo que amplía exponencialmente su margen de recepción en un marco más allá de la identidad latinoamericana. Ello explica que una novela de origen argentino cubra hechos principalmente ocurridos en Europa y en el territorio del actual México, que geográficamente (e ideológicamente en algunos casos) se asocia con América del Norte; esto aunado al ya amplio distanciamiento temporal con las fechas referidas en la trama.
            El desmantelamiento del imaginario histórico es el más importante acto de resignificación que la novela propone para el lector, ya no de los hechos y los personajes, sino de la manera en que culturalmente se han construido mitologías que persisten con respecto de la realidad de una América descubierta y conquistada por Europa. La tergiversación de la historia entonces sirve directamente para este cometido: no importan cuáles hayan sido exactamente los acontecimientos, sus motivaciones o su ilación temporal, sino cómo es percibida la realidad a partir de ellos.
            Esta intención discursiva se desenvuelve mediante diversos elementos de la narración, y el más emblemático es el que da nombre a la obra, el Paraíso Terrenal, objeto de la búsqueda del almirante genovés. Cristóbal Colón es el personaje que la narración sigue más de cerca, es él quien relaciona entre sí todos los otros aspectos de la novela, y su motivación es lo que da sentido, en este mundo posible, a que las diversas circunstancias presentadas formen parte de la misma realidad. Será primordialmente a través de la travesía y experiencia espiritual del almirante que el lector conciba un nuevo imaginario cultural. Para tales propósitos, Posse toma en cuenta un elemento sumamente representativo del discurso histórico dentro de la sociedad, la perpetuación de falacias.
            Es sabido que Colón partió hacia Occidente con la intención de establecer una nueva ruta a través del Atlántico con Asia (que en toda su amplitud era referida en occidente como las Indias), creyendo que la circunferencia de la Tierra era mucho menor de lo que lo es en realidad y, por supuesto, sin considerar que había un continente entero que le obstruiría insalvablemente el camino. El mito popular consiste, pues, en creer que el viaje de Colón tenía por misión descubrir nuevos territorios y comprobar que la Tierra era redonda, y no plana como se supone que hasta entonces aún se consideraba (lo cual también es falso, pues la circunferencia de la Tierra ya se intentaba calcular desde la antigüedad griega, y la idea de un mundo plano tiene origen e implicaciones más religiosas que geográficas, lo cual es por demás relevante por lo que se describirá a continuación). Posse retoma el mito y lo aprovecha para construir a su personaje.

ero no se demoraría ante los monarcas en estos grandes descubrimientos. Iría al grano: les explicaría algo que tendría sin duda graves consecuencias geopolíticas (como entonces no se decía). Les explicaría de qué modo, y contrariamente a la creencia de tantos, la tierra es plana. Se puede navegar hasta el fin de la mar Océana donde se realza el borde de la tierra final que como un cantero contiene las aguas. […] ¡Sólo con el coraje del que navega sabiendo que la tierra es plana ―aunque el mundo sea redondo― se podría avanzar hacia las Indias! ¡Los reyes deberían saberlo! (Posse, 1991, pp. 85-86)

En la novela, Colón vive con un ansia innata, mística, de hacerse a la mar y descubrir el lugar en que reside el Paraíso Terrenal, y ésta es la motivación de todas sus acciones, incluyendo despojar de humanidad a su esposa y rechazar la posibilidad de una vida segura y apacible. Es el mismo Colón quien apela a la idea de la Tierra plana, que responde a la cosmogonía cristiana de la antigüedad (y a ello se relaciona también la estructura de los elementos de la alquimia que da nombre a los capítulos de la novela) y sitúa al perdido Paraíso Terrenal en algún lugar secreto del plano terrestre. Esto refuerza la idea de que el mero conocimiento académico de la historia no es el código mediante el que se interpreta esta lectura. De hecho, es al conocimiento popular, mítico, de verdadera tradición oral, al que el texto recurre para la construcción de su nuevo imaginario.
            Está claro que ni el Colón histórico ni el del imaginario tradicional es compatible con la imagen que en esta cita y en todo el relato se dibuja para definir a este personaje, que sin embrago es también la personificación del discurso histórico que idealiza a la América exótica y a la España pionera de la expansión universal. La trascendencia de tal constructo imaginario hacia una ficción que exacerba su idealismo hasta la divinidad (y consecuentemente al propio Colón como el sumo sacerdote en esta tierra santa) es la pauta para el desmantelamiento del imaginario histórico. A este mismo propósito se suman la extravagancia de Isabel y Fernando, y la logística política económica de los aztecas, tan distante a las concepciones populares que identifican a éstos a veces como pueriles primitivos y otras como seres espiritualmente superiores a los habitantes del Viejo Mundo.

Su socialismo ortodoxo y oficialista, de funcionario, se resentía. Era una organización diferente de la vida (¡cómo negar la ciencia de los quipus!). Estos aztecas estaban lejos de la posibilidad de sancionar una ley como la reciente de Túpac Yupanqui referida a los mineros: seis horas por un día y cuatro meses de trabajo por año. ¡Las seis horas! (Posse, 1991, p. 37)

Esta inversión de polaridades en todos los ámbitos del imaginario histórico, como la ha señalado Heloísa Costa en la cita que se presentó más arriba, remarca lo absurdo que resulta creer que Europa dio a conocer al mundo y a la historia la existencia de civilizaciones ajenas a la carrera recorrida hasta entonces por el mundo occidental, que es la concepción típica en ambos lados del Atlántico hasta ahora y que desdeña la realidad de que Europa fue a su vez descubierta por los americanos; es decir, el descubrimiento mutuo de una realidad tan exótica la una para con la otra. En esta reconfiguración, pues, no es incoherente que los incas y aztecas discutan la posibilidad de invadir la península ibérica por sus propios medios como prevención de una catástrofe cósmica.
            Un elemento sumamente importante de la realidad contextual e histórica de Hispanoamérica es su relación con España. En su texto ¿Qué es la hispanidad?: Una conversación, Ilan Stavans e Iván Jaksić (2012) señalan que las constituciones políticas de los Estados recientemente independizados de España en el siglo XIX, en particular la redactada por Simón Bólivar, eran:

Constituciones paternalistas. […] Lo que no (se) hizo fue enarbolar un concepto de hispanidad que fuera más allá de un anhelo de igualdad entre criollos y peninsulares. No, aquello es la creación de otros líderes posteriores, que utilizaron ciertos elementos bolivarianos como la independencia y la unidad para crear un sentido de hispanidad más propiamente hispanoamericana. (p. 65).

Desde antes de las guerras independentistas de las colonias, figuras como la de Bartolomé de las Casas defendían la integridad de los antiguos habitantes americanos, las civilizaciones prehispánicas indígenas, lo cual fue también motivo ideológico para los caudillos como Bolívar y José Ma. Morelos. La definición de “lo americano” que pretende desterrar lo propiamente español (lo castizo, según Stavans y Jaksić) se ve profundamente conflictuada cuando reconoce que la cultura poscolonial no sólo involucraba a los criollos y mestizos, sino que se había hibridado con la cultura europea, y no era ya, como no es ahora, ni puramente occidental y ni puramente indígena. Ante tales observaciones, la realidad en Los perros del Paraíso implica significaciones particulares para el segmento de la población hispanoamericana que ha mostrado deseos de desligar de su identidad todo rasgo occidental (y por segmento no se señala aquí a ciertas personas o grupos, sino a una parte de la identidad colectiva con la que cada individuo comulga en mayor o menor medida), lo cual es un ideal tan absurdo como el de la España descubridora, y ello es muy evidentemente expuesto en la última parte de la novela, en la que Colón ya ha declarado la absoluta divinidad de la tierra americana. Nuevamente se explota aquí una inversión de los valores del imaginario: América ya no es ni la tierra libre e inmaculada de las civilizaciones prehispánicas ni la fuente de riqueza (material) inagotable del Nuevo Mundo. Es un lugar despojado de toda conexión con el plano existencial de lo terrestre, más cerca del éter que de cualquier otro elemento físico, en el que el tiempo ya no tiene relevancia, mucho menos la humanidad de sus habitantes, los nativos y los inmigrantes.

―¿Se da cuenta, lansquenete Nietz?: los días se hacen cada vez más largos. La red del tiempo aquí se desteje. Casi nada significa ya hablar día, de noche, de semana, de año... Esas palabras no eran más que ilusiones. Trucos para medirnos, administrarnos, doblegarnos. ¿Qué quiere decir ahora juventud, vejez, muerte? Por ejemplo, ¿qué me diría usted si le pregunto cuántos días hace que estamos aquí? (Posse, 1991, p. 288)

Lo carnavalesco es entonces una exageración obvia para el lector, que será evidenciada aún más por el final de la novela en el que ya solamente Colón es quien cree que esta tierra salvaje tiene cualquier dejo de divinidad, o incluso algún provecho para el expansionismo español. La cita anterior es refutada inmediatamente por fray Bartolomé de las Casas, cuya figura se he vuelto emblemática en la concepción popular de la historia como la del buen hombre blanco que vio por los derechos humanos de los nativos frente a la colonización; pero aún más determinante resulta que el propio padre las Casas (el histórico) es de quien se han obtenido algunas de las descripciones más importantes para la construcción del imaginario popular en cuanto al Nuevo Mundo y su descubrimiento en su célebre Historia de las Indias. Todo ello, sumado además a su condición eclesiástica, vuelve tanto más contundente su irrupción para responder a la retahíla pseudomística de Cristóbal: "―¡Cuatro años! ―interrumpió con impaciencia el padre Las Casas". (Posse, 1991, p. 288)
            Esta respuesta representa el estado de hastío que el resto de la tripulación española sentía para con este supuesto Paraíso, e incluso la decepción de los nativos, quienes tras darse cuenta de lo patéticamente humanos que son los supuestos dioses barbados, parecen más bien divertirse siguiendo el juego teatral del almirante. La novela, pues, deja desplomarse su propia versión de la América paradisíaca para demostrar su naturaleza absurda, y devolver al líder de la expedición para ser encarcelado en España, lo que tal vez no sería demasiado distinto de recluirlo en un asilo para enfermos mentales.

Diseminar el tiempo para narrar la historia 
Los perros del Paraíso, no se desocupa por entero de reestructurar la narración histórica como relato como la hacen otras obras del subgénero. Se hace presente la preocupación por dar sentido narrativo y explicación para la realidad histórica a los hechos en sí; por ejemplo, los pasajes dedicados a establecer el marco sociopolítico en el que los Reyes Católicos determinan el carácter de su gobierno, con tal influencia que son capaces de influir la elección de un nuevo Papa (Posse, 1991, p. 130). No obstante, como en toda ficción, y como ésta en particular se propone, los hechos y su ilación tienen sentido primero dentro de su mundo posible, en la novela, y luego en su yuxtaposición con el mundo real, en el cual es posible que cada lector tenga distintos elementos de información y maneras de interpretarlos.
            La trama narrativa de los reyes católicos es especialmente destacable en este sentido, pues permanece paralela a la de Colón aun cuando éste ya hubo partido en sus expediciones cuando pareciera que la construcción del mito del Paraíso es lo más importante (la segunda mitad de la novela reduce en gran medida las apariciones de Fernando e Isabel para concentrarse en el viaje y la llegada a América). La extravagancia de este gobierno complementa el cuadro completo del imaginario en la ficción, pero cumple también el propósito de dar al lector las herramientas para la reinterpretación del discurso histórico como narración, y no únicamente como el conjunto de conceptos que constituyen un imaginario.

El Papa español consolidaba el ciclo de regeneración de aquella Iglesia envilecida por curas piadosos, cultura de muerte propia y siesta conventual.
Rodrigo Borja, ya Alejandro VI, Supremo Pontífice, entró en la Plaza de San Pedro  precedido por su troupe de contorsionistas negros y la orquesta solemne con música más militar que religiosa. (Posse, 1991, p. 130)

Un último elemento importante de considerar en la ficción de Los perros del Paraíso es la diseminación del tiempo. La obra, pese a todo su barroquismo y dialéctica discursiva, desarrolla la trama de manera enteramente lineal. Todas las líneas argumentales se presentan cronológicamente, y su artificio narrativo más complejo es su paralelismo, lo cual no representa ninguna ambigüedad insalvable para los lectores. No es en este sentido que se propone una diseminación del tiempo. En cambio, lo realiza de manera directa con el lector. La dialéctica suprime la lejanía temporal entre los hechos narrados y el lector en su presente, cualquiera que este sea. Esto se logra principalmente a través de dos herramientas, el lenguaje y el anacronismo; su propósito discursivo es instaurar la idea de que la historia y la vida cotidiana constituyen una sola realidad.

(¿Cómo imaginar que aquellos adolescentes y princesas solemnes, de labios anchos y turgentes como dioses de la iconografía camboyana, terminarían de lavacopas y de camareras en el self-service “Nebraska”, “a sólo cincuenta metros de la plaza de las Tres Culturas? ¿Parking reservado”?) (Posse, 1991, p. 68)

Se observa en esta cita que se recurre no solamente al anacronismo sino hasta a referencias interculturales. El lenguaje que se usa para describir la situación es evidentemente ajeno al contexto cultural de la situación misma, pero a pesar de ello la descripción es efectiva para los propósitos de la ficción. Por otra parte, es también evidente que esta pregunta busca ligar un estado de cosas en el pasado con otro posterior, y en seguida, mediante el uso del lenguaje, con la realidad del lector. El anacronismo general de esta escena es por demás complejo, pero logra fundir el pasado y el presente en un mismo imaginario. La última frase, en la que cita un fragmento de publicidad de algún restaurante en la Ciudad de México, no es de ninguna manera literal, ni diegética ni pragmáticamente, pero es claro que cumple la tarea de interpretar el imaginario histórico en los términos de la realidad presente, intención ilocutiva que permea toda la novela.

Conclusión
Abel Posse propone un tratamiento ficcional de la historia al trastornar la naturaleza mitológica que la misma forja para sí como el resultado de procesos políticos, sociales y culturales, y ofrece un experimento literario por demás estrafalario, que, sin embargo, consigue metas del todo pertinentes a la Nueva Novela Histórica Hispanoamericana como subgénero en esta región del continente: entender esa historia más allá de su oficialidad institucional y sus supuestos populares.
            Como parte del imaginario colectivo, la historia moldea el entendimiento del presente, así como las expectativas hacia el futuro, por lo que rendirse ante una visión determinada por dinámicas que se filtran entre la necesidad de entender la realidad y discursos que no resultan provechosos para el bien de la sociedad, es a lo que la literatura responde con alternativas críticas y estéticas. Desmantelar y refigurar los baluartes de la historia es entonces una responsabilidad que trascienda a la literatura y la historia como disciplinas, y se revela como una reflexión imperiosa, irreductible, en la configuración de la identidad de los pueblos.

Referencias:
Costa, H. (1998). La novela histórica del descubrimiento: Los perros del Paraíso de Abel Posse [versión electrónica]. En Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Vol. 7, 103-109.
Jaksić, I. & Stavans, I. (2012). ¿Qué es la hispanidad? Una conversación. México: Fondo de Cultura Económica.
Menton, S. (1993). La nueva novela histórica de la América Latina, 1979-1992. México: Fondo de Cultura Económica.
Pons, M. C. (1996). Memorias del olvido. Del Paso, García Márquez, Saer y la novela histórica de fines del siglo XX. México: Siglo XXI editores.
Posse, A. (1991). Los perros del Paraíso. Madrid: Diana.
Posse, A. (2016). Los perros del Paraíso (1983). Obtenida el 19 de febrero de 2020 de http://abelposse.com/book/los-perros-del-paraiso/
Ricoeur, P. (2004) Tiempo y Narración. Vol. I, México: Siglo XXI Editores.
Sánchez, C. (2009). El imaginario cultural como instrumento de análisis social [versión electrónica]. En Alma Mater. No. 151.

[1] Para un ejemplo del uso de este término en una crítica sociológica, consúltese “El desmantelamiento del derecho a la educación: discursos y estrategias neoconservadoras”, recuperado de https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/29906/1/07%20Vin%20web.pdf

[2] Felizmente, la editorial Random House puso en circulación una edición de bolsillo en 2003, y la española Samarcanda realizó la propia en 2017, que incluye una versión digital para dispositivos electrónicos de lectura, lo que facilita significativamente su accesibilidad.