Jiwon Park Semejanzas y diferencias entre dos cuentos angelicales

Sincronía Spring 2008


Semejanzas y diferencias entre dos cuentos ‘angelicales’

 

Jiwon Park

Universidad Nacional de Seúl

simpleistrue@hanmail.net


 

Introducción

En el caso del análisis de obras literarias semejantes, especialmente cuando se trata de autores con distintos perfiles como creadores, y cuando no se tiene la certeza de la infuencia que pudo haber entre ellos, se pueden correr muchos riesgos. Aun cuando se trate del mismo tema, las obras pueden tener su propia modalidad y tomar un distinto hilo de la sociedad. En este estudio analizaremos dos cuentos que tratan sobre un mismo tema: el de los ángeles caídos, ambos con autores muy prestigiados. Uno, de Gabriel García Márquez, intitulado Un señor muy viejo con unas alas enormes, y otro de Cristina Peri Rossi, El ángel caído.

Estos dos cuentos nos presentan una imagen del ángel muy lejana del arquetipo clásico. Los ángeles que aparecen en los dos relatos de nuestro estudio son ángeles grotescos que intentan romper prejuicios y cuestionar las instituciones. Cristina Peri Rossi realizó su cuento El ángel caído con características muy originales, pero el lector puede sentir como si hubiera influencia del cuento de Gabriel García Márquez.

Para analizar lo grotesco de la figura de los ángeles vincularemos con la teoría de Mijail Bajtín en La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: El contexto de François Rabelais (1974). Analizar la figura de los ángeles nos permitirá encontrar la respuesta del por qué se han creado como imágenes distorsionadas y nos proporcionará una posibilidad para ver las diferencias y las semejanzas entre los dos cuentos.

Existe un estudio de Jesús Rodero, Sobre los ángeles: evolución del cuento fantástico latinoamericano en el siglo XX”, que analiza cuatro cuentos sobre ángeles que son El ángel caído de Amado Nervo, Un señor muy viejo con unas alas enormes de Gabriel García Márquez, El ángel caído de Cristina Peri Rossi y Moraleja para ángeles de Sonia González Valdenegro, desde punto de vista fantástico. Sin embargo, nuestro artículo se enfoca más hacia lo grotesco del cuento de García Márquez y de Peri Rossi. Por ello, lo tomaremos sólo como referencia.    

 

El arquetipo del ángel y ‘lo otro’

En el concepto general, los ángeles tienen una cualidad espiritual y la misión de mensajeros de la palabra divina. El término procede del griego ‘angelos’, literalmente ‘mensajero’. Según el Diccionario de símbolos de Cirlot: “El ángel es símbolo de lo invisible, de las fuerzas que ascienden y descienden entre el origen y la manifestación. En este caso, [...] el hecho simbólico no modifica el hecho real. En alquimia, el ángel simboliza la sublimación, ascensión de un principio volátil (espiritual), como en las figuras del Viatorium spaguricum. El paralelismo entre los órdenes angélicos y los mundos astrales ha sido expuesto por Rudolf Steiner con precisión inaudita en Les Hiérarchies spirituelles, siguiendo al seudo Dionisio Areopagita en su Tratado de las jerarquía celestes.” (Cirlot, 2000: 82)

  Por su parte, según el Diccionario de símbolos de Jean Chevalier, los ángeles “son seres intermediarios entre Dios y el mundo que se desempeñan como mensajeros de Dios; son también guardianes, conductores de los astros, ejecutores de las leyes, protectores de los elegidos, etc. Otros ven en los ángeles símbolos de las funciones divinas, símbolos de las relaciones de Dios con las criaturas” (Chevalier y Gheerbrant, 1991: 98).

   Señalamos que existe otro cuento con el mismo tema. Se trata del cuento El ángel caído de Amado Nervo, poeta mexicano conocido como escritor modernista, en donde se presenta un ángel muy cercano al arquetipo. El ángel habla la lengua angélica y su piel es translúcida y sus ojos “de un hondo azul de incomparable diafanidad con pies de nieves. Es más ligero que uno de plumas y tiene la figura noble y aristocrática con las alas como Ave del Paraíso” (Nervo, 1990: 93, 98). Sin embargo, los dos cuentos de nuestro corpus se alejan evidentemente de dicho modelo simbólico.

El ángel caído de Cristina Peri Rossi nos muestra un ángel bastante peculiar, con un color intenso y grotesco que tiene los ojos multicolores, la piel azul, las alas mutiladas y un aspecto poco feliz. Es una imagen muy lejana del modelo tradicional de los ángeles. Los personajes del cuento quieren categorizarlo con sus conceptos propios, pero el ángel no tiene edad ni sexo, tampoco tiene olor, además, no habla sino hasta el final del cuento. Es un ser incomprensible para los seres humanos:

 

-Lo más bonito son los ojos azules.

Entonces una mujer que estaba muy cerca del ángel, le contestó:

-Pero, ¿qué dice? ¿No ve que son rosados?

Un profesor de ciencias exactas que se encontraba de paso, inclinó la cabeza para observar mejor los ojos del ángel y exclamó:

-Todos se equivocan. Son verdes.

Cada uno de los presentes veía un color distinto, por lo cual, dedujeron

que en realidad no eran de ningún color especial, sino de todos.

-Esto le causará problemas cuando deba identificarse. (Peri Rossi, 1992: 10)

 

Por esta discusión el lector se da cuenta de que los personajes concluyen que el ángel no es un ser. En el caso del cuento de Gabriel García Márquez, si observamos las características de la apariencia del ángel, aparece todavía más grotesca aunque con mayor número de rasgos humanos. Tiene los ojos de anticuario, alas de gallinazo grandes y sucias, unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y pocos dientes en la boca, está viejo y habla en su propia lengua hermética:

 

Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal [...] él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante. (García Márquez, 1982: 6).

 

   Los dos ángeles tienen figura distinta, pero son iguales porque ambos están lejos del arquetipo. Son dos ángeles grotescos más que símbolos de sublimación o espiritualidad.

 

La función de las imágenes grotescas

Según Mijail Bajtín, el rasgo sobresaliente del realismo grotesco es “la degradación, o sea la transferencia al plano material y corporal de lo elevado, espiritual, ideal y abstracto” (Bajtín, 1987: 24). Los autores de los dos cuentos crearon un ser grotesco para subvertir las instituciones ya sea la burocracia o la moral cristiana para García Márquez, o el racismo y la represión para Peri Rossi.

     El ser alado de El ángel caído cae al borde de una estatua descabezada en el mismo momento en que el satélite norteamericano cayera a tierra por una falsa maniobra. Por lo tanto, la caída del ángel en el cuento de Peri Rossi se relaciona con las fallas tecnológicas del mundo moderno y la divinidad se degrada al ponerse al mismo nivel que lo creado por el ser humano. Por otro lado, el ángel de Un señor muy viejo con unas alas enormes se precipita en el fondo del patio de Elisenda y Pelayo, dueños del lugar en un tiempo de inundación. El espacio al que llega es una aldea pobre que pasa por momentos difíciles.

El punto en común es que ambos descienden de manera abrupta y poco angelical en medio de la crisis del lugar respectivo, en un ambiente bastante melancólico aunque dicha crisis se haya formado por causas distintas. La gente está hundida en una situación límite en donde la desesperación ha pasado a formar parte de lo cotidiano. El ambiente impasible de El ángel caído se ha formado por el choque de catástrofes:

 

Al principio, no llamó la atención de nadie, pues los habitantes del lugar, hartos de catástrofes nucleares, habían perdido la capacidad de asombro y estaban ocupados. (Peri Rossi, 1992: 7)

 

Por otro lado, la melancolía de Un señor muy viejo con unas alas enormes ha derivado de la crisis de la naturaleza. Al principio, Elisenda y Pelayo eran más atentos con el ángel y lo veían con tanta curiosidad mientras tuvieron mucho trabajo por la inundación:

 

Tanto lo observaron, y con tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y acabaron por encontrarlo familiar. [...] Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. (García Márquez, 1982: 6).

    

En el cuento de García Márquez, el ángel pasa a formar parte de lo cotidiano. La gente después ya no se asombra con el ángel. Lo divino se degrada al igual que en el cuento de Peri Rossi. Por lo tanto, ambos ángeles pierden su naturaleza como tales, su identidad se ve alterada porque los demás no los ven como seres sobrenaturales.

En el caso del cuento de García Márquez, Elisenda y Pelayo desconfian del ángel y lo guardan en el gallinero. La gente lo visita y lo trata con crueldad, pero Elisenda y Pelayo permanecen indiferentes porque ya se habían aprovechando de él. Después de haberle sacado provecho, empiezan a odiarle y quieren que se marche de su casa por la pestilencia que emana de su ser. El cuento nos presenta la violencia de la humanidad y burla del capitalismo por la relación que se establece entre los dueños y el ángel. La violencia de los seres humanos también se ve en el cuento de Cristina Peri Rossi. Aunque no se trate de la violencia física como la del otro cuento, la gente concluye que el ángel no es un ser, que no tiene rasgos de humano como sexo, raza o edad. Cristina Peri Rossi ironiza el racismo de la humanidad que siempre está obsesionada en dividir por categorías según su propia norma y situación creando de esta manera un ángel mudo. En este sentido, el silencio de ángel sería una especie de rebeldía contra el racismo. La gente opina varias cosas sobre el ángel caído, pero al fin, nadie le ayuda y se marcha. Queda sólo el ángel ante el debate inútil. Según destaca Jung Seung-Hee, “la única mujer que trató de ser amiga del ángel fue detenida por los militares, porque paseaba por la ciudad a pesar de una alarma que anunciaba el simulacro del bombardeo. Y el ángel, callado como en actitud de rebelión contra la gente vulgar, sólo habla para decir que nadie se preocuparía por la mujer detenida” (Jung, 2007: 316). El ángel se convierte en el profeta que anuncia la indiferencia de la sociedad en un mundo reprimido por el egoísmo.

 

Configuración de voces

Los dos cuentos adoptan el punto de vista de la tercera persona para contar la historia de modo distinto. En Un señor muy viejo con unas alas enormes, el narrador está muy lejos de los personajes sin comprometerse con nadie, pero en El ángel caído el narrador es solidario con el ángel. Mieke Bal explica dos tipos de narradores con los términos NE y NP: “Cuando en un texto el narrador nunca se refiere explícitamente a sí mismo como personaje, podremos [...] hablar de narrador externo (NE). Ya que no figura en la fábula que él mismo narra, hablaremos de un narrador vinculado a un personaje, un (NP)” (Bal, 1990: 128). En el relato de Gabriel García Márquez, el narrador externo nos explica sobre los personajes, los cuales se pueden dividir con tres grupos: los viven en la pobre aldea, los del Caribe y el ángel junto con el niño. Pelayo, Elisenda, el padre Gonzalo y la vecina parecen representar al sector capitalista que se aprovecha del ángel. Entonces, el ángel podría ser un símbolo del marginado que está luchando por su libertad. Se protege, se encierra en sí mismo con su lengua hermética. Según Carlos Rincón, los nombres de “Pelayo” y “Elisenda”, repiten los de “Pelléas” y “Mélisande” que sirvieron de título “al antidrama de Maurice Maeterlinck y a la gran anti ópera de Claude Debussy, ejemplos de la estética negativa del modernismo, en los que nada se explica ni tiene causas precisas”. Rincón agrega sobre el personaje, también grotesco, que aparece en la feria que llega al pueblo: “La mujer araña del Caribe está vinculada con el tema del castigo. El tema del castigo ha sido remitido a fuentes folclóricas, pero nadie se ha detenido en la morfología de la figura. Hay en el lenguaje popular caribeño para el sexo femenino: Yo vi una araña con pelos / en el solar de mi casa, / con rabo y en cuatro patas / y tenía cuerpo de cangrejo. // ¡La araña te va a picar! Agárrala por detrás. / La araña picó a Gustavo / Por que le tocaba el rabo.” (Rincón, 2001).

Uno de los personajes más interesantes en el relato es el niño, que sería un elemento esencial del cuento de García Márquez. No habla ni aparece con frecuencia pero es el espejo del ángel. Ambos contraen la varicela al mismo tiempo. Además, cuando el niño va a la escuela, el ángel se arrastra por toda la casa. El niño se podría plantear como un elemento para aumentar la verosimilitud del relato actuando como una réplica del ángel.

De igual modo, en el relato de Cristina Peri Rossi se presenta a una mujer de mediana edad, hombros caídos y un viejo abrigo rojo. Al final de relato nos damos cuenta de que la mujer también ‘había caído’:

 

 Después [el ángel] se preguntó si alguien echaría de menos a la mujer que había caído, antes de ser introducida con violencia en el coche blindado. (Peri Rossi, 1992: 15)

 

          En la cita anterior se ve al narrador vinculado con un personaje (NP), el ángel. Cristina Peri Rossi también presenta el personaje de la mujer para reflexionar sobre el ángel. Pero en este cuento, este narrador solidario con el ángel no define a los personajes. Salvo el ángel, podemos identificar a los demás por su propia voz. El diálogo entre los personajes nos permite identificarlos por sí mismos, así que el diálogo es muy importante en este relato:

 

-Creo que es un ángel

-Está bastante desvencijado. No creo que sirva para nada.

-Posiblemente ha pecado

-¿De qué raza es? (Peri Rossi, 1992: 8-9)

  

             Aparecen, por ejemplo, estas cuatro voces que podemos identificar por su lenguaje. Si consideramos que lo que dicen refleja lo que son, el primer observador sería un hombre inseguro, el segundo aparece como materialista, el siguiente sería un moralista o cristiano, y el último podría ser un racista. En el relato de Peri Rossi, el silencio del ángel parece ser una manifestación contra el racismo, el sexismo o cualquier discriminación injusta sobre los humanos. La autora configura un ser grotesco para confundir nuestra dicotomía y prejuicio creando un ángel híbrido.

 

Conclusión

             Hemos analizado dos cuentos sobre ángeles grotescos de dos autores conocidos. Lo que más destaca de ambos es que el ángel caído no corresponde exactamente con el prototipo del mal. En estos relatos, el mal simbolizado tradicionalmente por un ángel malo, un ángel caído, está rebasado y la representación queda aquí en manos de los humanos violentos o por la ideología que controla el ser humano. En el cuento de Gabriel García Márquez, al crear un ángel grotesco, el autor satiriza las instituciones,  como serían la moral cristiana, la burocracia y el capitalismo que explota al ángel. En el cuento de Cristina Peri Rossi, el mal es la discriminación a los extranjeros y la represión de la sociedad. Para criticar sus sociedades con un ambiente absurdo, lleno de violencia, los autores han creado unos modelos de ángeles distorsionados, con diferente nivel en términos de la degradación por lo grotesco, para cuestionar el pensamiento de los seres humanos que muchas veces se equivocan por dejarse llevar por lo visible, por las apariencias. 


Bibliografía

Bajtín, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y en la Renacimiento El contexto de François Rabelais, trad. Julio Forcat y César Conroy. Alianza Editorial, Madrid, 1987.

Bal, Mieke. Teoría de la narrativa (una introducción a la narratología) 3ª ed. Cátedra, Madrid, 1990.

Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain. Diccionario de los símbolos, 3ª ed. trad. Manuel Silver y Arturo Rodríguez. Herder, Barcelona, 1991.

Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos, 4ª. ed. Ed. Siruela, Madrid, 2000.

García Márquez, Gabriel. Un señor muy viejo con unas alas enormes, en Todos los cuentos, 7ª ed. Ed. La Oveja Negra, Bogotá, 1982.

Peri Rossi, Cristina. El ángel caído, en Una pasión prohibida, Seix Barral, Barcelona, 1992.

Nervo, Amado. El ángel caído, en Antología del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XX, ed. Oscar Hahn. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1990.

Jung, Seung-Hee, “El arte de la desorientación en la escritura de Cristina Peri Rossi”, Palabras que esperan ser diálogos. Ensayos de jóvenes críticos de Corea sobre lengua y literatura hispana e hispanoamericana, ed. Claudia Macías. Ed. Kwanaksa, Seúl, 2007, pp. 313-330. Publicado también en Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm. 24, julio-octubre 2003, Disponible desde Internet en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero24/c_peri.html, [citado el 20 de enero de 2007].

Rincón, Carlos. “Imagen y palabra en Un señor muy viejo con unas alas enormes, de Gabriel García Márquez”, Revista de Estudios de Literatura Colombiana, núm10, 2001. Disponible desde Internet en http://embera.udea.edu.co/literatura/estudios_literatura/rev10_articulo.htm, [citado el 20 de enero de 2007].

Rodero, Jesús. Sobre los ángeles: evolución del cuento fantástico latino americano en el siglo XX”, Bulletin of Hispanic studies, vol. 82, núm. 1, 2005, pp. 85- 101.


Sincronía Spring 2008