Sincronía Fall 2011


FLASH-BACKS, SIGNOS ACÚSTICOS,  LECTURA EXISTENCIALISTA Y CRÍTICA TEATRAL DE LA PUESTA EN ESCENA DE  OJOS BONITOS, CUADROS FEOS (1996), DE MARIO VARGAS LLOSA

 

 María-Elvira Luna-Escudero-Alie, PhD.

 Montgomery College, Maryland.


 

 

                                      What can I hold you with?[…]
                       I can give you my loneliness, my darkness, the
                       hunger of my heart; I am trying to bribe you 
                       with uncertainty, with danger, with defeat”.
 
                               Borges, Two English Poems II (1934)

 

           

Mario Vargas Llosa, recibió en diciembre de 2010 el Premio Nobel de Literatura. Dicho premio literario era el único que le había sido elusivo durante veinte años, pues ya desde entonces se lo merecía como el que más. Este prolífico autor que ha hecho del esfuerzo, la dedicación, y la excelencia sus banderas de batalla, nos ha llenado de regalos magníficos. En su brillante carrera literaria nos ha ofrecido relatos, novelas, ensayos de crítica literaria, artículos periodísticos, discursos políticos, seis obras de teatro, y dos adaptaciones teatrales de La Odisea y Las mil y una noche[1].

Analizamos en este ensayo, Ojos bonitos, cuadros feos (1996), la quinta obra de teatro de

 

este gran merecedor del Premio Nobel de Literatura 2010, con el cual completa su enorme colección de laureles nacionales e internacionales.

 

Patrice Pavis nos dice sobre el concepto de flash-back:

 

                        “[…] borrowed from film, describes a scene or motif

                       

                        in a play that refers us to an earlier episode. The corresponding

 

                        figure in rhetoric is the analepsis. This narrative technique

 

                        recalls the opening of a play in media res, which then refers

 

                        to the antecedents of the action […].

 

                        In theatre, the flashback may be indicated by a narrator or by

 

                        a change in lighting or dreamlike music, or by a framing motif.

 

                        […] The flashback operates according to simple dichotomies:

 

                        here/there, now/then, truth/fiction. It must always be clearly

 

                        defined by the spectator, a flashback within a flashback or series

 

                        of them would be disorienting” (151).

 

En las puestas en escena de las obras dramáticas de Vargas Llosa, el signo visual que más  se ha utilizado para indicar los saltos temporales, ha sido la iluminación. También en Ojos bonitos, cuadros feos (1996) el juego de luces ha sido fundamental para expresar el paso del tiempo. En Ojos bonitos, cuadros feos, los flash-backs ocurren por ejemplo, cuando Rubén evoca a Alicia. La música de Mahler que domina el único espacio donde sucede la obra: el departamento del crítico de pintura, es muy elocuente y contribuye a crear una atmósfera de misterio y de lejanía. 

Ojos bonitos, cuadros feos, fue estrenada en Lima el 4 de julio de 1996, en el teatro del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en San Isidro. La dirección de la obra estuvo a cargo de Luis Peirano, quien ya había dirigido, en 1986, la tercera obra dramática de MVLl: La Chunga. Ojos bonitos, cuadros feos, fue presentada por el grupo Ensayo y protagonizada por la joven actriz Mariana de Althaus, en el rol de Alicia Zúñiga, el joven actor Salvador del Solar, en el papel de Rubén Zevallos, y el experimentado primer actor Hernán Romero, interpretando a Eduardo Zanelli. La puesta en escena fue dedicada a la memoria de Lorenzo de Szyszlo (1960-1996), quien había estado colaborando con la escenografía de la obra hasta que un accidente de aviación cegara trágicamente su vida. Lorenzo era hijo del pintor peruano Fernando de Szyszlo (1925), y de la poeta Blanca Varela (1926-2009), quien fuera la primera esposa del pintor abstracto más conocido del Perú. Lorenzo de Szyszlo era también sobrino-nieto del escritor iqueño Abraham Valdelomar (1888-1919).

            Originalmente la obra fue escrita para ser un guión radiofónico en la BBC de Londres. Vargas Llosa fue contratado por la European Broadcasting Union para este

 proyecto cultural. De acuerdo a una carta personal de Vargas Llosa dirigida al director Luis Peirano, que fuera reproducida en el programa de la puesta en escena, el título de la

 obra fue inspirado por una crítica de pintura que Vargas Llosa habría leído tiempo atrás en una revista limeña. Esta crítica fue publicada en la revista Caretas en 1981 y firmada

 por Luis Lama. El título de dicha crítica consistía en un juego de palabras muy parecido al nombre que MVLl escogió para su obra. En Ojos bonitos, cuadros feos, hay un signo

 acústico muy importante que consiste en la música que sirve de trasfondo a la obra: la última sinfonía del compositor austríaco Gustav Mahler (1860-1911), titulada: “Das lied

 von der Erde” o “El canto de la tierra.” Consignamos el nexo en youtube disponible en Internet de la primera parte de esta imponente sinfonía: http://www.youtube.com/watch?v=RYIEUIjR7fc

 Vargas Llosa le explica en su carta a Peirano que la idea de incorporar la sinfonía de Mahler surgió de casualidad. Mientras visitaba Los Ángeles, conversando con el dueño

de una librería de dicha ciudad, quien le había hablado de manera muy efusiva y deslumbrada sobre cómo “Das lied von der Erde” le había transformado la vida por

completo. Fue así como Vargas Llosa, contagiado por la pasión musical de aquel librero admirador de Mahler, decidió incluir esta sinfonía en su obra teatral. En Ojos bonitos,

 cuadros feos, hay también otro referente cultural muy importante que es la pintura del artista holandés Piet Mondrian (1872-1944), quien fuera fundador del neo-plasticismo.

 

En la mentada carta de Vargas Llosa a Luis Peirano, el autor le explica:

 

            “ […] Por todo lo anterior, te repito que desde que escribí Ojos bonitos,

 

cuadros feos, he tenido la indemostrable certeza de que los principales

 

personajes de la historia no son Eduardo Zanelli, Rubén Zevallos

 

ni Alicia Zúñiga, sino esa sinfonía de Mahler y los cuadros

 

abstractos de Mondrian. Y no sabría explicarlo, pero estoy segurísimo

 

que los espectadores que vean tu montaje de la pieza, lo entenderán

 

perfectamente sin necesidad de explicación.” [2]

 

La idea de Luis Peirano de reproducir esta carta en el programa de la obra fue astuta, pues sin duda sirvió de guía a los espectadores.

 

 

Lectura existencialista de la obra.-

 

Consideramos que es posible interpretar esta obra desde el existencialismo porque encontramos en ella muchos temas característicos de esta corriente filosófica, tales

 como el suicidio, la angustia, la responsabilidad, la vida auténtica, la libertad.Alicia Zúñiga es el personaje que aparece en el escenario a través de la memoria del que

 fuera su novio: Rubén Zevallos. Este personaje ha muerto por mano propia al ver agotados sus horizontes de mundo. Alicia se rebela frente al rol que le corresponde como

mujer integrante de la clase media baja de Lima. Ella se angustia ante la única posibilidad que la sociedad parece ofrecerle y que consiste en asumir su papel de futura

 esposa y madre. Aunque ama a su novio marino, su relación con él no es lo más importante en su vida. Alicia quiere vivir una vida auténtica en la cual las decisiones

 sobre su propia vida sean hechas en libertad y sean tomadas por ella misma y no por la sociedad, su madre viuda, o sus circunstancias de hija huérfana y de pocos medios económicos.

Alicia descubre un libro sobre arte escrito por el crítico de pintura Eduardo Zanelli, y queda convencida que los postulados explicados en dicho texto encierran verdades apodícticas. Según dichos postulados, el talento no es innato y por lo tanto se puede aprender a pintar muy bien sin haber nacido con disposición para la pintura. De acuerdo al libro de Zanelli, entonces, el talento se puede despertar y adquirir en base al esfuerzo personal. Alicia se cree a pie juntillas lo que plantea el texto y se empeña en diseñarse una vida como pintora, una carrera que le posibilite escapar de los roles que le esperan de esposa, ama de casa, y madre. Alicia con mucha responsabilidad asume las riendas de su propio destino al haber escogido en libertad lo que quiere hacer de su vida. Por consiguiente, Alicia se dedica a asistir a clases  de pintura, a conferencias y exposiciones de arte, a creer todo lo dicho y escrito por el  especie de padre que se ha inventado que es Zanelli. Cuando ya se considera lista para exponer sus primeros cuadros prepara cuidadosamente su exhibición, su primer contacto entre su obra y el público, y luego expone sus pinturas. Eduardo Zanelli escribe una crítica profundamente negativa e irónica sobre la exposición de su ex-alumna a la que titula sardónicamente: Ojos bonitos, cuadros feos. Alicia queda devastada y se aleja de la pintura y también de su novio pues ella ha decidido diseñar el siguiente paso de su existencia: su final. Al cabo de un año de la exposición de sus cuadros y consiguiente crítica demoledora, Alicia le envía una carta reveladora a Rubén en la que se disculpa por haber roto con él sin explicaciones válidas. En la carta le da esas explicaciones que le debe. Desde la profunda soledad de Alicia y terminadas, al menos desde su perspectiva,  sus posibilidades de abrirse paso en el mundo del arte como pintora, Alicia no puede aceptar dedicarse a vivir una vida inauténtica. Ella se niega a ser la esposa, ama de casa  y madre que se espera de ella. Entonces Alicia, una vez más en libertad, elige su propia muerte, es decir opta por irse de este mundo en sus propios términos. Ella ve en el suicidio el único camino plausible para ella, la única alternativa decorosa para evitar ser obligada por la sociedad, las circunstancias, o su madre, a vivir la vida convencional que tanto detesta.  El tema de la responsabilidad es muy importante también en Ojos bonitos, cuadros feos. El crítico de arte Eduardo Zanelli ha actuado sin responsabilidad al criticar de una manera demoledora a una aspirante a pintora en su primera exposición. Lo que a Alicia parece haberle herido más de esa crítica fue la referencia a sus ojos porque sabe muy bien que Zanelli no se acuerda de ella ni menos de sus ojos, y por lo tanto equipara esa referencia a sus ojos como una burla a su interés por la pintura, como un capricho de una niña burguesa que se cree talentosa. Como Alicia justamente huye del estereotipo de mujer que se espera de ella, ese comentario irónico sobre sus ojos, le destroza el alma.

 Zanelli se angustia también por vivir una doble vida, no una vida auténtica sino falsa, al menos desde el punto de vista de su sexualidad. Su homosexualidad la guarda para el

 espacio privado, y en el espacio público aparenta ser heterosexual. Además, tal como le confiesa al que cree que ha sido su conquista de la noche, el joven marino Rubén Zevallos, a Zanelli le habría gustado ser pintor; pero no tenía el talento para ello y por eso se dedicó a la crítica. Zanelli también le cuenta a Zevallos que sufre de envidia cuando ve a pintores jóvenes talentosos, y considera a los limeños que siguen sus columnas de crítica de pintura, una sarta de imbéciles. La vida de Zanelli no es auténtica porque no es sincero consigo mismo y porque no actúa movido por la responsabilidad sino por la envidia, la falta de compasión, e incluso el aburrimiento. Por otro lado, Rubén Zevallos es un marino que ama a su novia Alicia y que quiere hacer todo para complacerla, incluso la  anima a seguir con su afición a la pintura que a él no le interesa ni comprende mucho.

 

Rubén vive una vida auténtica porque no engaña a nadie, y también actúa con responsabilidad porque incluso cuando amenaza a Zanelli con matarlo y así vengar el

suicidio de Alicia, usa una pistola sin balas porque en realidad solamente quiere asustar y humillar al crítico. Rubén Zevallos solamente desea que Zanelli pague por haber sido

 insensible y deshonesto con Alicia. Zevallos comprende bien que la muerte de Zanelli no le devolvería la vida a su novia, así que asesinarlo no forma parte de sus planes.

 

 

Signos acústicos.-

 

            Comentamos en este ensayo los varios signos acústicos empleados en la obra. Es pertinente, por tanto, detenernos a explicar antes el concepto de signo. El signo está

 

compuesto de tres elementos inseparables: el significado, el significante y el referente. La representación teatral es un complejo de signos de diversa naturaleza: signos auditivos,

 lingüísticos, fónicos, y visuales. El conjunto de estos signos constituye al mismo tiempo el objeto y el texto (el texto como representación).  Más adelante nos referiremos con

 ejemplos concretos a los signos acústicos usados en esta obra.

 

            El argumento de la obra en cuanto historia, no ofrece mayores complicaciones; un experimentado crítico de arte de sesenta años: Eduardo Zanelli, muy conocido en

 Lima, cede a los encantos y las insinuaciones sexuales de un apuesto joven de treinta años: Rubén Zevallos, en una <<vernissage>> de Miraflores. El crítico de arte que es  

 gay pero que no se ha declarado públicamente como tal y el atractivo joven, se retiran discretamente de la galería de arte miraflorina rumbo al estudio de Zanelli para vivir la

 aventura homosexual que prometen las sensuales miradas y los lúdicos e insinuantes guiños de ojo de Zevallos. La primera sorpresa que tendrá el crítico es que Rubén Zevallos, es un oficial de la Marina de Guerra del Perú, institución en cuyas filas, no es pública la presencia de homosexuales. La segunda gran sorpresa que se llevará Zanelli, es que su muy bien parecido invitado, no es en realidad gay como aparentaba. La última sorpresa del crítico, y el gran clímax de la obra llega cuando Zanelli se entera de que la presencia de Rubén Zevallos en el departamento del crítico no ha sido impelida por intenciones sexuales ni lúdicas. Al contrario, ha sido la venganza la que ha configurado el plan de Zevallos quien le anuncia a Zanelli que lo matará en cuanto termine la sinfonía de

Mahler. Este radical deseo de venganza de Zevallos se debe a que éste culpa a Zanelli por el suicidio de Alicia Zúniga, su novia. Alicia había sido, como hemos indicado, durante

dos años alumna de Zanelli, y también objeto de una reseña cruel y lapidaria escrita en el diario El Comercio, bajo el sardónico título de: “Ojos bonitos, cuadros feos.”

 

Desde el punto de vista temático resaltan en esta obra los siguientes tópicos: la función de la crítica teatral, el origen del talento artístico, el amor, la soledad, la muerte;

 concretamente el suicidio. En cuanto a la estructura de la obra, estamos frente a una pieza breve y compuesta por un solo acto dividido en diez escenas. En esta obra que carece de

 prólogo y es parca en didascalias, los signos acústicos son los más importantes. Quizás esto se deba a que Ojos bonitos, cuadros feos, fue concebida como radioteatro y

 pensando por tanto en un público radioescucha. O tal vez y como han comentado algunos hombres de teatro como Alonso Alegría, Luis Peirano, y Roberto Ángeles, Vargas Llosa

 está demostrando cada vez más, un manejo mayor de las técnicas dramáticas.  Dentro de los signos acústicos, es importante señalar que la monumental sinfonía de

Mahler, en tanto el signo acústico más obvio, llena con su arrolladora potencia todo el departamento de Zanelli, impregnando así el espacio escénico de una atmósfera un tanto lúgubre y sórdida. Concretamente y con respecto a los signos acústicos hay que destacar que son bastante naturales, pertinentes, y que realmente ayudan a seguir los diálogos y visualizar mentalmente, mediante la imagen auditiva que nos evocan, el desarrollo de la acción dramática. Hay más de treinta y dos signos acústicos en la obra, dentro de ellos sobresalen los siguientes: “murmullos, apagadas risas” (489), “chocan los vasos,” (490) “se ríe, burlón,” (493) “se ríe, nervioso, […] ”(496) “un silencio,” (499) “la música de Mahler sube […],” (501) “siempre riéndose,” (504) “se oye a Eduardo, sirviendo los whiskys,” (506) “Rubén manipula la botella, el vaso y los cubitos de hielo,”(528) “riéndose a carcajadas,” (536) “largo silencio en el que se va insinuado la respiración ansiosa del crítico de arte,” (541) “[…] se oye el ruido seco del gatillo del revólver al chocar contra el percutor vacío, entre los gemidos asustados del crítico de arte. No se escucha tiro alguno. Larga pausa con el castañeteo de los dientes de Eduardo Zanelli,” (552) “se abre y se cierra la puerta de la calle” (555).

 

           Consideramos que estos signos acústicos actúan como didascalias auditivas. El afiche de la exposición del pintor Mondrian, los libros y los pocos cuadros colgados de las paredes

 serían los pocos signos visuales. Estos signos visuales sólo son visibles, claro está, en la puesta en escena. Los elocuentes títulos de los diez cuadros que forman parte del único

 acto de la obra guían al lector sobre el desarrollo de la obra. Por ejemplo: II. “Rosquete decente con imbéciles,” V. “Ojos y cuadros,”  VI. “Triste y amargada,” VII. “Ruptura de

 novios” y otros. 

 

Con la excepción de las dos primeras obras de Vargas Llosa: La señorita de Tacna, y Kathie y el hipopótamo, el dramaturgo titula en forma significativa cada uno de

 los cuadros que forman parte de los actos de sus obras. De acuerdo al académico Cusato, el empleo de los títulos, que además son muy expresivos, revela una vez más la vocación

 narrativa de Vargas Llosa: “[…] Esto demuestra una vez más que, como en las piezas anteriores, Vargas Llosa sigue dirigiéndose más al lector que al espectador (teatral o

 radiofónico)” (145).

 

 

Flash-backs o saltos temporales en la obra.-

 

Los abundantes saltos temporales de la obra sirven para la escenificación de Alicia, a través del recuerdo que de ella tiene Rubén Zevallos. En esta obra, como en otras de Vargas Llosa, el empleo frecuente de los vasos comunicantes conecta los parlamentos de Alicia con los de Zanelli y Zevallos. El espacio escénico es uno solo: el departamento de Zanelli, en un barrio residencial de clase media. Este departamento está situado en un décimo piso, desde donde se aprecia una vista panorámica de la ciudad de Lima. En esta obra solamente hay tres personajes en escena. Dialogan en un mismo plano espacio-temporal, en el estudio de Zanelli, los dos hombres que se acaban de conocer en una situación equívoca. Además de Eduardo Zanelli y de Rubén Zevallos, los espectadores vemos a Alicia Zúñiga materializada en el escenario, como si estuviera de regreso de la  muerte, en tanto producto del recuerdo del marino enamorado.

Pero en la conversación entre Zanelli y Zevallos, el recuerdo de Zevallos (las

 

conversaciones con su novia muerta, Alicia) que se materializa en escena para facilitarle  al público la comprensión de los hechos, no es visto por Zanelli. El crítico solamente oirá las palabras de Alicia a través de los parlamentos de Zevallos, pues obviamente Alicia, está muerta. Por ejemplo, como bien anota Cusato (152), cuando Rubén le presenta a Zanelli la carta escrita por Alicia, los espectadores vemos a Alicia leyéndole a Rubén su propia carta. Sin embargo, después de la lectura de la carta, el insensible comentario de Zanelli dirigido a Rubén, revela que Alicia no ha estado presente en el escenario para Zanelli:

                                                            EDUARDO

 

                        Es una carta melodramática e histérica, en la que, una vez más,

se nota la espantosa influencia de las telenovelas (550).

 

Observamos que a causa del amor que Rubén le tenía a Alicia, éste hizo un gran esfuerzo por acomodarse a su vida, y por eso no podía entender las razones de Alicia para romper

 

con él.

                                                            RUBÉN

 

                        Yo no quiero ser tu amigo. Yo estoy enamorado de ti. Yo

               

te quiero. Yo sueño con que seas mi mujer. Siempre he tratado

               

de amoldarme a tus gustos, aunque a veces me costaba. ¿Alguna

               

vez me opuse a que fueras una artista, a que te dedicaras a pintar?

           

Nunca te prohibí nada, ni siquiera ir a esos talleres asquerosos donde

           

posaban hombres desnudos (536).

 

En la carta aclaratoria de Alicia, dirigida a Rubén, ella le confiesa que rompió con él por  detestar el matrimonio y la vida de casada. Como vemos en el siguiente párrafo de la

 carta, Alicia se ha dado por vencida y ha decidido no luchar más. Su angustia ha terminado porque ya no necesita seguir luchando, abriéndose camino. Desde su

 perspectiva derrotista, ya no hay más caminos abiertos para ella. Su horizonte existencial es una angostura sin salida, una oquedad, un cuadrito de Mondrian. Alicia Zúñiga, no

 disfrutará nunca más de esa vida detrás del espejo porque ya ha dejado de soñar. Y la nobleza del carácter de Alicia es impresionante porque al parecer ni siquiera le guarda

 rencor a su profesor y crítico de arte por haber sido tan sarcástico y canalla en sus comentarios sobre su primera exposición de pintura. La vida ha perdido todo sentido para

 Alicia que no pudo encontrar su espacio.  Desaparecida la pintura como un territorio salvador que le daría sentido a su vida, a la vida que ella se había diseñado, Alicia se

 retira del juego vencida. A diferencia de Sísifo, y como Aldo Brunelli, Alicia exenta de maravillas, apuesta al suicidio para descansar y finalmente ser libre.

 

                                                            ALICIA

 

                        […] Pero, es que no me podía casar, Rubén. Pese a quererte,

 

no me sentía con ánimos, con el espíritu que hace falta para

                       

tener una vida familiar, dirigir una casa, criar niños, ocuparme

                       

de mi marido, en fin, todas esas cosas que tú esperabas de mí.

                       

Todas esas cosas que te dará tu mujer, cuando te cases. Yo sé

                       

que ése es el sueño de todas las chicas, que lo que más las asusta

                       

en la vida es quedarse para vestir santos, como dicen.  A mí,

                       

en cambio, casarme no me hizo nunca ilusión; al contrario, el

                       

matrimonio me dio siempre espanto. Yo no hubiera podido ser

                       

una buena esposa, una mujer que ayudara a su marido en su

 

carrera, que le tuviera la casa como una tacita de té. ¿Eso es

 

lo que tú ambicionabas, no? A mí la sola idea de ser la esposa

 

y la mamá modelo me deprimía, Rubén […].  Tal vez por eso me

 

vino la ventolera de ser pintora. Necesitaba algo que justificara

 

mi falta de instinto familiar y maternal. Pero, una no puede

 

creerse artista simplemente porque le repele la idea de ser ama

 

de casa ¿no, Rubén? Felizmente, el doctor Eduardo Zanelli tuvo

 

la entereza de quitarme la venda de los ojos y me enfrentó a

 

la realidad a tiempo. Si no, más tarde hubiera sido muchísimo

 

peor […] (549-549).

                                               

            El referente temporal de esta obra es la época actual, y el geográfico es la ciudad de Lima. Junto a la información de los personajes, el dramaturgo hace una indicación

 escenográfica importante: en el estudio de Zanelli además de algunos cuadros, libros, discos y tocadiscos, hay un cartel de una exposición de Piet Mondrian. Como hemos

 señalado, estas indicaciones son los signos visuales de la puesta en escena.   

 

 

Crítica a la puesta en escena.-

           

La crítica a la puesta en escena limeña fue muy positiva, y tanto el director Luis Peirano, como el dramaturgo y director Alonso Alegría, así como el director de teatro

 Roberto Ángeles, y otros, coincidieron en reconocer el valor dramático de la obra y afirmaron que Vargas Llosa hace cada vez mejor teatro. Entre las críticas que se

 escribieron sobre la puesta en escena, destaca la del profesor Silvio De Ferrari Lercari escrita en el periódico Expreso: [3]

 

“[…] En línea directa, la construcción dramática de Mario

 

Vargas Llosa enfrenta diálogos en los que los personajes

 

se hablan ‘cara a cara.’ Además de agilizar situaciones

 

bien diferenciadas a través del buen uso de los tiempos.

 

Pero insistimos: una cosa es el texto y otra la manera

 

de enfrentarlo en escena. En la adecuación de estos dos

 

elementos puede encontrarse, en muchos casos, el

 

suceso de una pieza. Opinamos que es justamente este

 

factor el que ha contribuido a que la obra del gran

 

novelista llegue al público en buena alianza teatral […].”

 

La crítica a la puesta en escena de Londres, en el Courtyard Theatre, donde fue el estreno mundial de la obra, no fue tan positiva, aunque reconoció la buena actuación de

 la intérprete de Alicia: Caroline Burns-Cooke, actriz de la compañía Sho Theater. La dirección de la representación londinense estuvo a cargo de Graham Watts. La premier

 mundial fue el 14 de mayo de 1996 y la obra se presentó hasta el 8 de junio del mismo

 año. Christopher Hemblade señala en su breve nota:

 

            “[…] The players lack passion in their delivery of what should be highly

           

charged emotional exchanges. The marine (played by Daniel Devit), who

           

is decked out in beige linen suit and black shirt, looks implausible; his

           

characterization is equally unbelievable-it jars when he suddenly starts

           

barking aggressively at the art critic he holds at gunpoint.”

 

El actor que interpretó el rol de Zanelli en la puesta en escena londinense fue Stephen Ilet, y la traducción de la obra fue hecha por Bronwen Ancona.

 

Ojos bonitos, cuadros feos, se ha presentado en otros lugares del mundo, por ejemplo en Miami en diciembre de 2007, en el Teatro 8. La dirección de la puesta en

 escena de Miami estuvo a cargo de Rolando Moreno cuya adaptación fue elogiada y calificada de “creativa”. La escenografía asimismo, fue motivo de comentarios muy

 positivos. Los actores: Marcos Casanova, en el papel de Zanelli, Alexander Silva, en el rol de Rubén, y Michelle Jones, como Alicia, se lucieron en sus respectivas

 interpretaciones. (Weingast, Susana. “Ojos bonitos, cuadros feos, adaptada y dirigida por Rolando Moreno.”). [publicación en línea]. Disponible en:

 

http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2008/2008prim/teatro/ojos-bonitos-090608.asp

 

Se hizo una interesante adaptación de la obra en 2002 y fue representada por los alumnos del colegio Roosevelt, en Lima. Esta puesta en escena, que se adaptó para pasar la

 censura escolar, estuvo a cargo del profesor: José Luis Mejía. Los actores escolares que representaron muy bien sus roles fueron: Adrián Galarcep, como Eduardo Zanelli, Álvaro

 Freunt en el papel de Rubén Zevallos, y Camila Zavala, como Alicia Zúñiga.

 

(Céspedes Castro, César, Ojos bonitos, cuadros feos. Revista Cosas. No.238. Lima, 22 de febrero de 2002). 

 

            La académica Liliana Tiffert Wendorff, en su artículo titulado: “Ojos bonitos, cuadros feos: Una Realidad Trascendental,” comenta acertadamente:

 

“[…] Las preocupaciones pedestres del mundo material y el juego

 

de ideas entre los personajes constituyen las motivaciones que

 

apuntan hacia el plano trascendental. Es claro el uso de la técnica

 

de las cajas chinas, es decir, historias que contienen otras historias,

 

como las matryoshkas rusas, porque en este drama, Vargas Llosa

 

no comunica explícitamente los enigmas, sino que el público tiene

 

que participar activamente en la descodificación de lo que observa

 

en el escenario. Las acotaciones escénicas en Ojos bonitos son escasas

 

en extremo y, cuando las hay, son escuetas y no contribuyen a los temas   

principales de la pieza. Por ello, es posible considerar Ojos bonitos,

como una discusión de cuestiones abstractas en forma de diálogo  

entre los dos protagonistas interlocutores […]. Estos dos personajes

representan el enlace entre el dato escondido y la verdad de la obra[…].”

 

TIFFERT WENDORFF, Liliana. Ojos bonitos, cuadros feos: una realidad

 

trascendental. Consensus. [online]. ene./dic. 2005, vol.9, no.10, p.107-116.

 

Disponible en:

 

http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1680-38172005000100011&lng=es&nrm=iso ISSN 1680-3817.

 

Efectivamente, Mario Vargas Llosa hizo muy suyo el famoso concepto de su admirado amigo Julio Cortázar (1914-1984) y así como él, todos los escritores asociados con el

 Boom, en tanto discípulos de William Faulkner, acerca del “lector macho”, como aquel capaz de participar en forma activa en la descodificación del texto. Las obras de Vargas

 Llosa exigen un esfuerzo de interpretación no solamente por las estructuras complejas que las caracterizan, sino también por la ambigüedad que rodea los temas, y las múltiples

 interpretaciones y perspectivas que nos ofrecen.

 

Estamos de acuerdo con la académica peruana Wendorff en que la técnica de las cajas chinas está presente en Ojos bonitos, cuadros feos. También compartimos su

 afirmación objetiva sobre la escasez de didascalias en la obra. En el artículo citado, la profesora Wendorff  afirma también que: “[…] Ojos  bonitos narra eventos de las vidas de tres personas defectuosas:[4] un crítico de arte homosexual, un teniente machista y una alumna enajenada.” Con respecto a esta afirmación, no estamos de acuerdo con los adjetivos que utiliza la estudiosa para referirse a los tres personajes de la obra. Postulamos que Vargas Llosa no intenta presentar personajes estereotipados, tampoco seres perfectos pues no serían verosímiles. Su propósito es crear personajes que se asemejen a su fuente de  inspiración, los seres de carne y hueso; con virtudes y falencias, con sueños y frustraciones. Rubén Zevallos, no es en nuestra opinión “un teniente machista.”  Consideramos justo decir que Rubén Zevallos ha sido un novio paciente, y  nunca ha tratado a Alicia como si ella fuera un objeto de su posesión, ni ha pretendido que sea una mujer sumisa y sin iniciativa. Observamos que Rubén estaba enamorado de Alicia, y como todo hombre enamorado que cree en el matrimonio, deseaba casarse con ella, no para subyugarla, sino para oficializar su unión y  establecer una familia con ella como su compañera y no su esclava. Para Rubén, Alicia no era un objeto sexual, ni un trofeo de belleza que él podía mostrar a sus amigos, sino el verdadero sujeto de su sincero amor:  

     RUBÉN

                                    Por tu culpa, Alicia perdió lo mejor que tenía.

 

                                    No eran sus ojos, sino su entusiasmo. Yo me

 

                                    enamoré de ella por eso. Por su alegría de vivir,

 

                                    por su manera de exaltarse con todo lo que hacía,

 

                                    aun las tonterías, como si fuera lo más maravilloso

 

                                    del mundo (533).

 

 Como bien indica la académica alemana Rita Gnutzmann: “Rubén Zevallos, aunque militar, no se caracteriza ni por su vulgaridad ni por su brutalidad” (592).

 Es cierto que Zevallos utiliza, como señala asimismo Gnutzmann, un registro lingüístico machista para referirse a la homosexualidad de Zanelli. Sin duda, Zevallos

 intenta hacerle pasar un mal rato a Zanelli porque ha ido a su casa para amedrentarlo y humillarlo y así haciéndole creer que lo matará, cumplir su venganza. Zevallos repite una

 y otra vez los términos machistas insultantes que Zanelli detesta oír, tales como “maricón”  y “mariquita,” y evita usar el término “gay,” que es el que prefiere Zanelli,

 quien se ha declarado “un rosquete decente”; es decir, un homosexual que no se ha atrevido a <<salir del closet>>. Si Rubén Zevallos es machista, no lo es más que la

 mayoría de peruanos de su generación, y extracción social, y sin duda lo es menos que los típicos marinos del Perú.  Por otra parte, Alicia Zúñiga no es en nuestra opinión: “una

 alumna enajenada”, ni tampoco estamos de acuerdo en que: “Alicia es una persona superficial, necia y vacía, con problemas patológicos serios, que se exacerbaron cuando

 fue criticada,” como señala contundentemente la profesora Wendorff, en el artículo citado. Si bien es cierto que el dramaturgo no asevera en su obra que Zanelli sea el

 responsable directo del suicidio de Alicia,  tampoco lo exime de toda culpa. El caso de Alicia es más complejo de lo que parece. Es hija única, huérfana de padre, y si bien ama a

 Rubén, su amor no es un sentimiento apasionado ni arrebatador, y el matrimonio no le interesa en lo más mínimo, más bien la amilana y sobrecoge. Alicia que tiene entre 20 y

 25 años, es un ser humano que busca desesperadamente encontrar su sitio en el mundo, es alguien que ha tratado de diseñar su existencia, que ha querido buscarse un espacio

 existencial donde poder desarrollarse y ser feliz. La pobre Alicia, como su tocaya del país de las maravillas, sueña con una vida detrás del espejo, una más interesante que la

 convencional, donde ella pueda asumir las riendas de su destino sin sentirse obligada a hacer lo que no quiere, lo que está dictado por la sociedad para las mujeres de su

 generación. Pensamos que Alicia, nunca se enamoró de Zanelli como en algún momento creyó su prometido Rubén, presa de celos, que lo estaba. A pesar de los celos, y de su

 inseguridad, el marino no obstaculizó las aspiraciones de Alicia. Rubén no se opuso a sus clases de arte, ni a su vocación de pintora. Más bien trató, a su manera, de ayudarla

 secretamente comprando el único cuadro que se vendió en la exhibición que hizo de sus cuadros. Creemos que Alicia, dispuesta a diseñar su propia vida, a escoger a

 la manera sartreana,  al quedarse sin padre, se inventó uno: Zanelli. Este crítico de arte era para Alicia no sólo su maestro, sino también su mentor, guía, modelo, y salvador. Era

 la persona que ella más admiraba sobre la faz de la tierra.

                                                                       

             ALICIA

 

                                    “[…] Nunca he estado enamorada de él. Él ha sido para

 

mí mi modelo, mi guía, mi mentor, mi padre espiritual.

 

Lo cierto es que todo lo que soy, lo que me gusta, lo que

                                   

quiero ser en la vida, se lo debo a él. Desde que leí cuando

 

estaba en cuarto de media, cuando sólo tenía quince añitos,

 

ese libro suyo, Qué es el arte, ese que te presté y que nunca

 

terminaste. En mala hora lo fui a leer. Desde entonces, mi

 

vida ha estado modelada por las manos del doctor Zanelli.

 

He sido su hechura, su creación. Si él supiera cómo me

 

cambió, cómo me hizo soñar con ser pintora, no habría

 

escrito lo de los <<ojos bonitos>>, no hubiera cometido

 

esa crueldad […]” (525).

 

En este parlamento comprobamos la sinceridad y  también la ingenuidad de Alicia.Quizás Zanelli, aun sabiendo el efecto tan profundo que su libro y sus clases le habían

 causado a Alicia,  de todas maneras hubiera escrito esa crítica tan cáustica. Debido a la juventud y falta de experiencia de Alicia, ésta se niega a aceptar que en el mundo hay

 también seres malos, que no conocen el significado de la compasión. De hecho que el título del libro de Zanelli que tanto había impresionado a Alicia: Qué es el arte, es una

 alusión intertextual al libro de Jean Paul Sartre: Qu'est ce que la littérature? (1947).

 

Cuando Zanelli descalificó sus cuadros en forma tan despiadada, los horizontes de mundo de Alicia, se le vinieron abajo. Alicia necesitaba ser aceptada por Zanelli en tanto artista

 con talento, y así sentirse válida como ser humano en ese nuevo espacio, --ajeno a la vida matrimonial-- que estaba intentando diseñarse con empeño y terquedad. La cruel y

 mordaz crítica de Zanelli a los cuadros de Alicia significaba que su maestro le estaba cerrando el paso al cielo de los talentosos, y la estaba echando a toda celeridad, al

 infierno de los mediocres. Cuando Zanelli desaprobó la exposición que Alicia había preparado durante dos años con tanta ilusión como esfuerzo, su frágil mundo de cristal

 se le hizo añicos, como el espejo de Alicia, la del país maravilloso, como el zoológico de cristal de otro ser delicado: Laura Wingfield, el personaje inolvidable de Tennessee

 Williams, aferrada pertinazmente a su unicornio. ¿”Enajenada”, Alicia? ¡Claro que no!, frágil, muy sensible, deprimida, solitaria, marginal, y sin rumbo, eso sí.

 La profesora Wendorff afirma categóricamente en su artículo también que:

“[…] Lo esencial en Ojos bonitos se puede descodificar como sigue a

continuación: El crítico desenmascara al artista. Vargas Llosa desenmascara

al crítico. La crítica desenmascara a Vargas Llosa. Mario Vargas Llosa

indudablemente se refiere a sí mismo en esta pieza. Él es el artista que está

en conflicto con los críticos. En Ojos bonitos, entonces, se puede hablar no

de la revancha del crítico Zanelli sino de la revancha del escritor Vargas

Llosa, pues el autor es quien expone el oficio ambiguo, desagradable

y despiadado de los críticos. Viene a la mente la obra “Ruthless. Musical

Theatre” (lírica de Joal Paley y música de Marvin Laird), donde también se

ponen de relieve, de modo paródico, el mundo implacable del espectáculo

y el papel, muchas veces injusto, de los críticos […].”

Nos desconcierta mucho que Vargas Llosa sea percibido como un autor que usa su obrapara vengarse de los críticos. Es cierto que los críticos, sobre todo peruanos, le han hecho

 algunas críticas negativas a MVLl, como a cualquier otro escritor, pero tal vez más a él por ser el más famoso de todos. Que un autor a quien solamente le faltaba el Premio Nobel, cuando el artículo de la profesora Wendorff fue pubicado, para adornar su colección de condecoraciones y reconocimientos, esté resentido con algunos críticos al punto de escribir una obra para vengarse de ellos, no tiene, en nuestra  opinión, el menor asidero objetivo. Zanelli reconoce en la obra que bien hubiera preferido ser pintor; pero que su inteligencia y lucidez le hicieron darse cuenta que no tenía el talento suficiente para pintar, y por descarte se dedicó a la crítica de los cuadros de otros. En medio de los tragos de whisky reconoce que es un pintor frustrado y amargado y

que envidia en otros el talento que él no posee. Vargas Llosa, sin embargo, es un autorconsagrado que no puede sentirse como Zanelli, frustrado profesionalmente, pues a

 diferencia de éste, ha realizado su vocación de escritor a plenitud.  Y si Vargas Llosa ha hecho crítica ha sido por vocación propia y no por descarte, como el frustrado pintor

 Eduardo Zanelli.

 

En Ojos bonitos, cuadros feos, se desarrolla toda una teoría de arte. El dramaturgo le hace decir a Zanelli que el talento no se crea, que no es sólo producto del esfuerzo, que

 es innato. Sin embargo en sus clases de arte, Zanelli dirá a sus estudiantes que con empeño, persistencia, y aplicación es posible desarrollar el talento. Alicia fue una de las

 víctimas del engaño de Zanelli.

 

        Sin duda, en Ojos bonitos, cuadros feos, el tema de la narración es también muy importante porque será a través del diálogo, de la palabra llevada al escenario mediante conversaciones y monólogos, que el mundo de los recuerdos y las fantasías, es decir, la subjetividad humana se escenificará. Zanelli y Zevallos conversan, recuerdan, y discuten, y así los recuerdos del marino Zevallos evocarán a su novia suicida Alicia, quien será vista,  como hemos señalado, por los espectadores pero no por Zanelli. Más que acción

dramática abundan en las obras de Vargas Llosa narraciones de acciones y de recuerdos.

 

En esta obra de teatro hay una tensión dramática muy importante y momentos de alto suspenso cuando Zanelli cree que será asesinado por Zevallos en una suerte de

 ceremonia de venganza. De acuerdo al primer actor peruano Hernán Romero, quien interpretó al crítico Eduardo Zanelli en la puesta en escena realizada en Lima por Luis

 Peirano en 1996, el personaje Zanelli es muy complejo y con muchos matices y representarlo fue un reto para Romero, a pesar de su experiencia en las tablas. En el

 siguiente nexo de <<youtube>> podemos oír y ver al propio Hernán Romero hablando de su difícil rol como Eduardo Zanelli. Este nexo está disponible en:

 

http://www.youtube.com/watch?v=mxco1IdgTY0

 

       

Conclusión.-

 

            Es evidente que la estructura temporal es una preocupación muy importante entoda la obra de Mario Vargas Llosa. En efecto, en toda su obra de ficción, incluida su

 obra dramática, desde luego, MVLl pone especial atención a la estructuración del tiemponarrativo, y del tiempo escénico. En sus ensayos literarios, también se ha ocupado de

 analizar esta estructura temporal, por ejemplo en su obra sobre García Márquez, en Cartas a un joven novelista, en su estudio sobre Gustave Flaubert, y en su análisis de la

 obra de Onetti, para mencionar los más importantes.

 

            En varias entrevistas, y en los prólogos de sus obras dramáticas, Vargas Llosa ha declarado que incluso en la primera obra teatral, aquella escrita en sus años adolescentes:

 La huída del inca, ya tenía la preocupación por la estructura temporal. Fue ahí cuando empezó a usar los juegos temporales donde se escenifica el recuerdo. En estas

 declaraciones y entrevistas este dramaturgo ha dejado constancia de que en sus años adolescentes, antes de escribir La huída del inca, le había impactado muchísimo la puesta

 en escena de La muerte de un viajante, de Arthur Miller. En esta obra comprobó que para contar historias en el teatro también se podían hacer las yuxtaposiciones temporales  

que tanto le fascinaban. [5]   

 

            El teatro de Vargas Llosa emplea en sus dramas, sobre todo, el tiempo psicológico, el interno, el de nuestras fantasías y sueños, para escenificar los recuerdos, y

 a través de ellos mostrar a los personajes de una manera más completa, no como estereotipos, sino como personajes redondos, casi independientes de su creador.

 

            La mayor parte de las obras dramáticas de MVLl sucede en el recuerdo, y por eso algunos estudiosos como Domenico Cusato, afirman que sus obras dramáticas son obras narrativas, donde hay un narrador-generador, o varios, que a través del diálogo, en algunos casos a través de la evocación, o simplemente la fantasía, se refieren a una

historia, y esa historia que vive en el recuerdo, en la nostalgia, y la fantasía, es la que MVLl quiere escenificar. De esta manera podemos decir que en el escenario conviven

 varios tiempos: el del presente escénico, y el del recuerdo con todas sus variantes, y otros. En otros casos como en La Chunga, por ejemplo estaríamos frente a un tiempo circular,

 donde todo se repite. Cada noche de borrachera, los inconquistables vuelven a las mismas preguntas sobre la desaparición de Meche. Es como si el tiempo se congelara, como que

 no existiera. Y es también como que indagar sobre la desaparición de la bella fuera un simple pretexto para abrir la caja de Pandora de las fantasías transgresoras de cada

 inconquistable. De alguna manera y prestándonos el título de la obra de Marcel Proust, es como si el dramaturgo Vargas Llosa, estuviera tratando de encontrar en sus dramas, “el

 tiempo perdido”.

 

            Vargas Llosa se vale del flash-back; una técnica de los cómics y del cine para presentarnos ese pasado que en algunos casos se contamina con las fantasías y los deseos

 de quien evoca, ese pasado de la nostalgia, como en Las tres hermanas de Chéjov, por ejemplo. De hecho, como hemos expuesto, el flash-back se ha empleado a lo largo de toda la obra: Ojos bonitos, cuadros feos. La iluminación ha servido para indicar esos cambios temporales tan importantes en la obra.

 

Muchos de los personajes de la obra dramática de Vargas Llosa son personajes transgresores, y marginales como los de su narrativa. Además de ser trasgresores los personajes vargallosianos no son seres felices, al menos no lo son en el mundo objetivo, en su  cotidianeidad. El profesor Aldo Brunelli de El loco de los balcones, y la aspirante a

pintora Alicia Zúñiga, de Ojos bonitos, cuadros feos, la obra que nos ocupa, parecen personas felices hasta que sus ilusiones se quiebran, sus horizontes de mundo se desploman, y se sienten tan profundamente desgraciados y fracasados en sus sueños y empresas personales que optan por el suicidio porque no soportan la crueldad del mundo objetivo que al abrumarlos y rechazarlos, los impele a rendirse frente a sus proyectos artísticos y existenciales.  

Vemos entonces que tras la fachada de simpleza y despreocupación, cada personaje vive su propio Calvario, y sólo consiguen aproximarse a la felicidad en el espacio construido

 por ellos mismos; el de la nostalgia, los sueños, fantasías, esperanzas. Pueden ser felices solamente en ese mundo paralelo que se inventan para soportar la cruda realidad objetiva

 que los agobia, rechaza, e incluso los atormenta hasta el punto de buscar el suicidio como único escape, como en los casos señalados de Alicia Zúñiga en Ojos bonitos, cuadros

 feos y de Aldo Brunelli en El loco de los balcones. En La señorita de Tacna, Kathie y el hipopótamo, y en Al pie del Támesis, también encontramos ejemplos claros y

 convincentes de esta carencia de felicidad en el mundo objetivo de los personajes vargasllosianos. Al mencionar el mundo objetivo tratándose de seres de la ficción 

 literaria, nos estamos refiriendo al mundo objetivo que viven en la ficción, es decir a la forma como actúan en la parte de la ficción -de la que forman parte- que corresponde al

 mundo exterior, al mundo cotidiano, no al de la subjetividad y los sueños. Por ejemplo,el Chispas, de Al pie del Támesis, es por su parte y en apariencia un ejecutivo muy exitoso;  pero luego descubrimos que tiene también algunos tormentos interiores como su homosexualidad, que sólo guarda para el espacio de sus fantasías personales, al igual que el Eduardo Zanelli de nuestra obra Ojos bonitos, cuadros feos, quien además de homosexual que no se atreve a “salir del closet”, es un pintor fracasado que se dedicó a la crítica de arte por descarte.

Aunque ninguna de las seis obras de teatro de Vargas Llosa es una tragedia, y solamente podemos considerar tragicomedia a dos de ellas: El loco de los balcones y Ojos bonitos,

 cuadros feos, no encontramos personajes felices; todos esconden algún trauma, alguna frustración, algún secreto doloroso, alguna humillación de la cual huyen. Todos también

 buscan su espacio existencial, aquel donde puedan lograr un poco de felicidad. Solamente dos personajes se dan por vencidos, se rinden ante sus aciagas circunstancias, y por

 consiguiente, ven el suicidio como un espacio de salvación, como su única salida frente a un mundo que los echa a las márgenes de manera brutal y despiadada.

 

       Alicia se suicida en la plenitud de su juventud, y Aldo Brunelli intenta también hacerlo cuando ya es una persona mayor; pero su suicidio no se llega a consumar, pues las

 maderas del balcón escogido para la muerte no resisten su leve peso.Porque no hay personajes felices y sí muchos angustiados y frustrados, porque estos

 personajes sufrientes tratan de diseñar su propio espacio existencial, intentan vivir una vida auténtica, como decía Sartre, imaginándose en la libertad de su subjetividad, esa 

vida que les hubiera gustado tener, hemos analizado la visión del mundo que se desprende de Ojos bonitos, cuadros feos, desde una perspectiva existencialista.

 

      Aunque lejano está el tiempo en que Vargas Llosa era conocido por sus amigos universitarios como “el sartresillo valiente”, por su gran afición a la obra de Jean-Paul

 Sartre, postulamos que todavía es posible percibir en sus obras la influencia de este pensador francés, y también la de Camus. Estos dos filósofos, desde luego fueron

 discípulos, por decirlo así, de Martin Heidegger.

 

            En cuanto a la estructura de las obras dramáticas de Vargas Llosa, como hemos señalado, es muy importante la dimensión temporal, así como los juegos con el tiempo

 que abundan también en su obra narrativa. Recordemos incluso que en su libro de memorias: El pez en el agua (1993), MVLl intercala capítulos de su niñez, del pasado más lejano, con los correspondientes al pasado más reciente que sería la campaña  presidencial de 1990.

 

          Además de tener en común los juegos temporales y sus correspondientes flash-backs, las obras de teatro de MVLl también comparten con su narrativa, otros elementos técnicos

 cruciales como: las cajas chinas, los vasos comunicantes, el dato escondido, los saltos de nivel espacio-temporal y de nivel de realidad, la polifonía, los diálogos muy calculados

 que nos informan no sólo lo que los personajes dicen, sino que nos muestran también cuál es la idiosincrasia de estos personajes, su clase social, nivel de educación, y demás.

 Vargas Llosa dice que busca un teatro que juegue de lleno “la teatralidad”, es decir que cuestione el mismo hecho de la ficción, la leve o no leve distancia entre la realidad y la

 fantasía.

 

            Ojos bonitos, cuadros feos, es una obra dramática sumamente interesante que logra envolver al espectador en todo lo que sucede en el escenario: en el suspenso, los actos equívocos, los recuerdos, ilusiones, y fantasías transgresoras de los personajes. Los signos acústicos son muy útiles en la obra para presentar en las tablas una atmósfera acorde con el tema de la historia que fluye desde el recuerdo. La sinfonía de Mahler inunda el departamento de Zanelli y es el signo acústico más importante de la obra. El choque de las copas, el movimiento del hielo en las copas, el sonido del gatillo del revólver vació de Zeballos, etc, son otros signos acústicos importantes que le dan una connotación muy especial al ambiente que se quiere recrear en el escenario.

Consideramos que el mundo del teatro es cada vez más importante para Vargas

 

Llosa,  y también para sus lectoras y lectores, así como para sus espectadoras y espectadores. Prueba de esta afirmación es la cantidad de puestas en escena, en diferentes

 partes del mundo, de sus obras, los seis dramas publicados, el reconocimiento en el Perú a este dramaturgo, que ya tiene un teatro con su nombre, el mismo hecho de que Vargas

 Llosa esté adaptando libros de la literatura universal como La Odisea y Las mil y una noches, donde él mismo, acompañado de actrices de la talla de la española Aitana

 Sánchez-Gijón, se ha subido a las tablas para leer su texto. Debemos señalar también quejunto a los críticos literarios y directores de teatro que todavía no están convencidos de

 las cualidades dramáticas del teatro de MVLl, también hay otros estudiosos como Domenico Antonio Cusato, que aunque califican al teatro de Vargas Llosa de drama

 narrativo, no le otorgan a este calificativo una connotación negativa.

 

Esperamos haber contribuido con este análisis de Ojos bonitos, cuadros feos, a dar a conocer un poco más la obra dramática del autor Mario Vargas Llosa. Sin duda el ganador del Nobel 2010 es más famoso por su obra narrativa; pero consideramos que su obra de teatro es también muy destacable y merece asimismo ser más estudiada.

   

 

 

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[1] En estas dos adaptaciones teatrales, Mario Vargas Llosa se ha subido a las tablas para actuar.

[2] La carta que MVLl le enviara a Luis Peirano en 1996, fue reproducida en el programa de la puesta en escena de Ojos bonitos, cuadros feos, dirigida por Peirano.

[3] Agradecemos muchísimo a Rosario Muñoz-Nájar de Bedoya por habernos enviado los recortes periodísticos de las críticas a las puestas en escena de las obras de MVLl. 

[4] El subrayado es nuestro.

[5] La huida del Inca de hecho, empezaba en la época actual con una conversación entre un joven de estos tiempos  y un viejo indígena que le refería al joven la leyenda del Inca.


Sincronía Fall 2011