Sincronía Winter 2011


 

Notas sobre semántica: Los determinantes en el análisis literario

 

Claudia Macías de Yoon

Universidad Nacional de Seúl


 

Resumen

El estudio del componente semántico de la lengua ha sido el menos atendido si se compara con el que se ha realizado en los componentes sintáctico y fonológico. Existe la certeza de que los significados se encuentran organizados y es posible dar evidencias de la existencia de las reglas semánticas, al igual que ocurre con las de sintaxis. Sin embargo, el hecho de querer describir con puntualidad una lexemática (semántica estructural) no agotaría la totalidad de significados expresados por una lengua. El presente trabajo comprende una revisión de los aspectos del componente semántico que se han considerado en algunos modelos de análisis literario y propone un acercamiento al inicio de los discursos literarios con atención a la función de los determinantes (artículos definidos) en la semántica del relato que inauguran.

 

Palabras claves: semántica, determinantes, análisis literario, semiótica

 

 

 

Adquisición de la lengua: capacidad de un ser creativo. Utilización del sistema de la lengua: capacidad de un ser creativo. Salirse del patrón cotidiano es signo de la creatividad del hombre. La creatividad se refleja tanto en el uso cotidiano de la lengua como en la manifestación artística. La creatividad lingüística se aplica al texto literario y significa, según Geoffrey Leech, “una ruptura real de las ataduras conceptuales con que el lenguaje nos sujeta”, centrando su definición en el significado del texto (Leech, 61). Es decir, la posibilidad de imprimir al significado un carácter que algunos llamarían irracional o ilógico, principalmente en la escritura literaria.

El estudio del componente semántico de la lengua ha sido el menos atendido si se compara con el que se ha realizado en los componentes sintáctico y fonológico. Existe la certeza de que los significados se encuentran organizados y es posible dar evidencias de la existencia de las reglas semánticas, al igual que ocurre con las de sintaxis. Según afirma César González al estudiar la semántica de Jakobson, entre las razones que han dilatado la elaboración de dichas reglas está el hecho de querer describir con puntualidad una lexemática (semántica estructural), la cual no agotaría la totalidad de significados expresados por una lengua. Otra razón sería lo extenso del trabajo, pues la descripción de la totalidad de significados de una lengua implicaría describir todos los contenidos culturales que se expresan a través de dicha lengua (González, 71). Ya sean esas las razones u otras, lo cierto es que desde hace medio siglo ha aumentado el interés por el estudio de dicho campo, prueba de ello son los trabajos de Frege, Austin, Grice, Searle, Ducrot, entre otros, que han permitido abrir nuevos caminos para el estudio de la semántica.

Con respecto al estudio semántico del texto de creación literaria, los modelos que se han propuesto adolecen de limitaciones. El presente trabajo comprende una revisión de los aspectos de la semántica que se han considerado en algunos modelos de análisis literario.

 

I

Louis Hjelmslev habla del origen del término ‘semántica’, en el siglo XX, aunque señala que el estudio no era nuevo, pues durante la época de los griegos, de los romanos y en la Edad Media los estudios que se realizaban eran predominantemente semánticos. En 1897 Michel Bréal, profesor de Gramática comparada en el Colegio de Francia, publicaba una obra intitulada Essai de Sémantique en la que ponía los cimientos de la semántica como rama de la lingüística. Stephen Ullmann señala el año de 1883 como fecha de introducción del nuevo término en los estudios lingüísticos con la publicación de “Les lois intellectuelles du langage”, en L’Annuaire de l’Association pour l’encouragement des études grecques en France, donde Michel Bréal bautiza a la nueva área con el nombre de semántica, término derivado del griego y que comprende el estudio de las formas lingüísticas, incluyendo el contenido semántico de las palabras. Hjelmslev señaló que la obra de Bréal rompía con el pasado e iluminaba una senda para el futuro, ya que Bréal pensaba elaborar una forma aplicada de la lingüística que fuera paralela a la teórica, mediante el estudio del contenido semántico de las formas lingüísticas. Lo anterior era posible gracias a la estructura de la lengua que permite formar nuevos signos con los componentes del mismo signo, y con base en la arbitrariedad que existe en la relación entre forma y sustancia, y entre contenido y expresión. De esa manera se podían ‘manipular’ tanto la forma del contenido lingüístico como el sistema semántico lingüístico. A propósito, Hjelmslev cita un párrafo de El poder del lenguaje sobre el pensamiento, de Esaias Tegnér, profesor de la Universidad de Lund:

 

El movimiento del aire, expresado en nuestra escritura por las dos letras ga y en latín por una solitaria y diminuta i, carece tal vez de energía suficiente para agitar una pluma. Pero puede transportar a un ser humano o a todo un ejército hasta los confines de la tierra. Y si las ondas sonoras toman la forma de las palabras: país, libertad, honor, y si en el momento oportuno llegan a oídos propicios, las ondas pueden [...] trocarse en tormenta que derribe tronos y cambie el destino de las naciones. (Tegnér apud Hjelmslev, 123-124)

 

Solo en casos concretos y en determinados niveles se conoce cómo funciona la estructura del significado, pero gracias a los desarrollos retóricos, estilísticos y de análisis literario ha sido posible descubrir la riqueza de formas que se pueden utilizar para expresar todo tipo de ideas. Además, la “lingüística del texto” creada entre las dos o tres últimas décadas del siglo XX se ha dedicado a trabajar unidades mayores a la oración para explicar su significado y la trama del discurso. La colaboración de la lógica matemática en los estudios lingüísticos ha destruido “muchos errores y falacias teóricas de la lingüística” con la definición del significado de “cuantificadores, determinantes, clasificadores lingüísticos y de otros elementos”, permitiendo con ello la explicitación formal de un gran número de tipos de oraciones (Garza Cuarón, 624).

 

En cuanto a la semántica del texto, se puede afirmar sin temor equivocarnos que en un texto literario todo significa, pero lo complicado está en indicar cómo se producen esos efectos de significación. Los modelos de análisis fonológico y sintáctico no han logrado

revelar el mecanismo del significado. César González piensa que el error está en que la identificación de las unidades semánticas ha partido únicamente de los aspectos del significante, siendo que la base de esta identificación o diferenciación tiene que ser

semántica. Por otra parte, la denominación del trabajo de Hjelmslev, “Para una semántica

estructural”, explicita la intención de comprobar que las significaciones forman también una estructura clasificable. González recuerda la idea de Saussure sobre la palabra como unidad integrada a una estructura mayor, y señala que, por consiguiente, no es completamente válido que el análisis semántico se limite al estudio del significado de esas unidades menores. Si la semántica es la ciencia del contenido, tendría que ocuparse tanto de la forma del contenido como de los límites de dicho contenido, además de describir las unidades, su composición y sus posibilidades de combinación. A lo antes expuesto podemos agregar la idea de Hjelmslev donde afirma que “la descripción semántica debe, pues, consistir ante todo en un acercamiento de la lengua a las otras instituciones sociales”

(Hjelmslev, 142). Por su parte, Jakobson señala:

 

La poésie met en relief les éléments constructifs de tous les niveaux linguistiques, en commençant par le réseau des traits distinctifs et jusqu’ à l’agecement du texte entier. Le rapport entre le signifiant et le signfié fonctionne à tous les niveaux linguistiques et acquiert une valeur particulière dans le vers où le caractère introverti de la fonction poétique atteint son apogée. C’est, pour le dire en termes baudelairiens, une complexe et indivisible totalité, où tout demeure significatif, réciproque, converse, correspondant et où un croisement perpétuel du son et du sens établit entre les deux une connexion tantôt paronomastique et anagrammatique, tantôt figurative (parfois onomatopoétique). (Jakobson, 487)

 

La concepción de la semántica de Jakobson y de Hjelmslev están muy cerca de la de Saussure, según afirma César González, al tiempo que critica a los dos primeros de confundir el valor con la significación. No obstante, está de acuerdo con otros lingüistas en la necesidad de tomar en cuenta los esquemas sintácticos para obtener el significado de un signo, es decir una semántica sintagmática.

Volviendo al texto literario, la idea es encontrar un modelo de análisis semántico que permita dar cuenta de la manera en la que se produce la significación de ese texto, pensando en él como el ‘mensaje’. Si el interés es llegar a la organización semántica profunda, se podría tomar la hipótesis de Bernard Pottier que propone “el desglose del texto en secuencias de enunciados narrativos” para determinar las estructuras del contenido, ya que “el establecimiento de las clases paradigmáticas de significación tiene evidentemente por objeto extraer los ejes semánticos según los cuales se organizan los contenidos” (Pottier, 69-70). La semantización de todos los niveles lingüísticamente analizables del mensaje poético es una de las invariantes propias de la lengua poética. Ello confiere al mensaje una especial complejidad de significados. Todo aquello que en cualquier otro tipo de mensaje lingüístico serviría solo como medio de transmisión, adquiere significación, esto es la causa de que el contenido del mensaje poético sea inseparable de su forma.

Margarita Pease Cruz presenta un estudio en donde sostiene que es mejor utilizar un método de análisis por niveles, sin olvidar que el texto funciona como totalidad, teniendo presente siempre la idea de que el aspecto semántico es el más importante porque cubre cada una de las “subestructuras textuales”. Y al recalcar el aspecto semántico, determina tres niveles de estudio: a) nivel fonosemántico, b) nivel morfosintáctico-semántico, c) nivel lógico-semántico” (Pease, 93-94).

Tomaremos solo un aspecto de dicho análisis al estribillo del poema de San Juan de la Cruz ,“vivo sin vivir en mí”, en donde se presenta un problema ideológico complejo porque la vida en ese caso no posee los rasgos típicos de la lengua natural, sino los rasgos que corresponden a ‘morir’. En este sentido, se remite a la acepción cultural cristiana, según la

cual la muerte traerá consigo la vida verdadera. Al decir “vivo sin vivir en mí” se ha introducido un nuevo código que hace que esta predicación, aparentemente ilógica, sea posible y significativa. Pero el significado que le es propio hay que aprehenderlo de un tercer sistema, ideológico o cultural, que explica en qué sentido preciso “vivo sin vivir en se debe interpretar (Pease, 104). En este estudio se muestra que hay una intención semántica en los niveles fonológico, morfosintáctico y lexicológico del mensaje, de manera que los significados son más asequibles para un lector competente luego de haber realizado el análisis.

En este momento resulta oportuno recordar el concepto de semantización de Pascual Buxó: “capacidad que poseen tanto los componentes mínimos del signo (los fonemas) como los signos llamados sincategoremáticos (los morfemas gramaticales) y las matrices sintácticas del sistema de la lengua natural para ‘impregnarse’ de valores semánticos que se establecen en correlación con los componentes de los demás niveles discursivos en aquella clase de textos construidos conforme al principio del paralelismo (Buxó, 57). La definición coincide con la idea expuesta por Pease, y Buxó señala que cuando ocurre dicha semantización de los elementos extrasemánticos, en lugar de darse una delimitación de esos elementos se produce un entrecruzamiento complejo.

Resulta evidente que tanto Buxó como Pease se basaron en Iouri Lotman, quien dice además que como todos los elementos de un texto artístico son “elementos semánticos”, entonces, el concepto de texto es idéntico al concepto de signo, sin implicar que el texto literario deje de ser un ‘texto’ por el hecho de ser un solo signo (Lotman, 53). Entonces, considerando que un texto es el entretejido de unas redes sintácticas que sujetan la coherencia de un sentido que es abarcadoramente semántico, un texto coherente sería aquél que comprendiera en sus redes sintácticas en correspondencia con las semánticas la dispersión de los elementos léxicos, de las frases y de las oraciones que se desplazan discursivamente en la realización del lenguaje articulado.

 

II

 

En su Tratado de semiótica general, Umberto Eco habla sobre el relieve semiótico del texto lingüístico, señalando las razones que validan la atención hacia el uso estético del lenguaje:

 

Un texto estético supone un trabajo particular, es decir, una manipulación de la expresión; dicha manipulación provoca (y es provocada por) un reajuste del contenido; esa doble operación, al producir un tipo de función semiótica profundamente idiosincrásica y original, va a reflejarse de algún modo en los códigos que sirven de base a la operación estética con los que provoca un proceso de cambio de código; toda esa operación, aunque se refiera a la naturaleza de los códigos, produce con frecuencia un nuevo tipo de visión del mundo.” (Eco, 416).

  

Y cuando se refiere a las figuras retóricas dice que al usarlas de modo creativo no sirven solo para embellecer un contenido ya dado, sino que contribuyen a delinear un contenido diferente. Bernard Pottier habla de una semiótica que se expresa en la elección de las clases a la que se refiere lo definido, que jerarquiza los rasgos semánticos a imagen de nuestra descripción del mundo y que nos restituye la definición sinonímica. Esta semiótica es también la de una civilización y de una lengua particulares, es decir, da cuenta de las dificultades de una reducción y de las diferencias de ideología entre los pueblos (Pottier, 227).

   Benveniste afirma a propósito de la noción de ‘nivel’: “nos parece esencial en la determinación del procedimiento de análisi”, agrega que solo dicha noción de nivel “es adecuada para hacer justicia a la naturaleza articulada del lenguaje y al carácter discreto de sus elementos; ella sola puede permitirnos, en la complejidad de las formas, dar con la arquitectura singular de las partes del todo.” (Benveniste, 118). Aquí nos interesa atender al nivel semántico del análisis semiótico, y al hablar de ello debemos responder al menos a dos preguntas: ¿cómo significa un texto? (pregunta de tipo formal), ¿qué significa? (pregunta de carácter sustancial).

   Los aspectos semánticos formales responden a la significación que desde el punto de vista lingüístico tienen las frases que aparecen en un texto, dejando de lado los problemas de connotación, metaforización, etc. Sabemos la importancia que para el estudio de las obras de la literatura tiene la organización significante del discurso y su significación profunda. Actualmente se distingue entre los procesos de significación -en donde un significante evoca un significado- y el de simbolización -en el que un primer significado simboliza un segundo. Gottlob Frege demostró que existe algo más que la sola referencia en el significado, y ese algo sería el sentido que puede variar según se trate de estilo directo o indirecto, de enunciados simples o compuestos.  

Por otra parte, los aspectos semánticos sustanciales nos llevarían al significado de la obra para saber en qué medida el texto refleja el mundo, a qué referente(s) remite, aunque dicha referencia no sería una copia de lo que el texto podría representar. Entramos así en discusión sobre lo verdadero y lo verosímil, lo real o verdadero en literatura que se da cuando existe una adecuación entre lo puesto de manifiesto en el texto y los hechos extraliterarios. Todorov dice que el aspecto semántico del relato es lo que se representa y se evoca, los contenidos más o menos concretos que aporta. Morris señala que la semántica estudiaría la significación de los signos tanto en su situación independiente (semántica léxica) como en sus combinaciones (semántica contextual). Con base en todo lo anterior, el análisis semiótico propone un modelo de análisis semántico que comprende tres perspectivas distintas interrelacionadas entre sí: la simbólica, la social y la dialéctica (Romera, 61). Trataremos de explicitarlas brevemente.

 

Lo simbólico

En toda obra literaria es evidente que tras lo que el autor-creador está exponiendo existe un alusión constante en forma de símbolos, imágenes o mitos a otro significado que estaría registrado en un nivel más profundo que el discurso no nos permite percibir en una primera lectura. Ese sentido profundo existe en una serie de elementos simbólicos que aparecen expresados en unas palabras que producen identificaciones con figuras o elementos reales. Los elementos simbólicos (hechos históricos o ficticios, personajes, acciones) permiten acceder a una realidad más profunda, la cual no se encuentra escindida de su contexto o naturaleza propiamente históricos sino que, por el contrario, permiten acceder y comprender de manera más cabal la realidad del hombre. Como señala Mircea Eliade, la función del símbolo es justamente “la de revelar una realidad total, inaccesible a los demás medios de conocimiento”, ya que el simbolismo añade un nuevo valor a un objeto o a una acción, sin que por ello queden afectados sus valores propios e inmediatos: “aplicándose a un objeto o a una acción, el simbolismo los <abre>” (Eliade, 63-64). El signo literario, al no poder encerrar en sí mismo a la vez todos los sentidos o significados, actúa simbólicamente, por lo que cuantificar y tratar de encontrar sus multivalencias serían el objeto de estudio en el análisis literario.

 

Lo social

Se ha definido este apartado diciendo que existe una homología entre literatura y sociedad, y si entendemos por sociedad la totalidad de relaciones que se producen dentro de ella (grupo, clase, individuos que viven en relación o en lucha, en oposición o en paz, pero siempre en relación), veremos que la obra literaria es un reflejo de la materialización de estas relaciones.

 

Lo dialáctico

El escritor como intelectual debe hacer un análisis de la dialéctico de la sociedad que trata de reflejar. A la literatura no le toca solo mostrar sino que le corresponde también decir, nombrar, transformar la palabra en acto. La anterior afirmación tiene su base en la teoría de J. L. Austin, quien habla de la expresiones lingüísticas:

a) expresiones que no describen ni registran nada, y que no son verdaderas ni falsas;

   b) el acto de expresar la oración es realizar una acción, o parte de ella, acción que a su vez no sería normalmente descrita como consistente en decir algo.

Austin en su clásico ejemplo, “Al decir ‘sí, juro’, no estoy informando acerca de un juramento, lo estoy prestando”, propone la denominacion de “oración realizativa o expresión realizativa o, para abreviar, un realizativo” para este tipo de expresión que indica que “emitir la expresión es realizar una acción y que esta no se concibe normalmente como el mero decir algo” (Austin, 45-47). En semiótica se habla, entonces, de convertir la palabra, en un enunciado realizativo ya que al formular tal enunciado es efectuar la acción. Así, la tarea sería dilucidar qué nos presenta el texto literario y cuáles son las intenciones que subyacen en el mismo.

 

III

Edmon Cros toma como base de sus reflexiones sobre la semántica textual el concepto de Lotman acerca de la correspondencia texto-signo, en lo referente al entrecruzamiento complejo de los elementos semánticos por la semantización de los elementos extrasemánticos. Cros deduce que el texto genera su propia semántica que desplaza y homogeneiza la significación de todos sus elementos inscritos. Cros pone como ejemplo de lo anterior, La muerte de Artemio Cruz en donde el referente que da origen a la ficción es muy sencillo: un anciano que agoniza recuerda, frente a un espejo, lo que ha sido su vida. Parece muy sencillo, señala, pero “este elemento, el espejo, focaliza y semantiza toda la producción de sentido: desdoblamiento del narrador, que se proyecta como el objeto de su propia mirada, desdoblamiento sistemático de todos los personajes, difracción del tiempo en un presente, un pasado, un futuro, juegos correlativos de los pronombres personales (Yo, Tú, Él), imágenes dislocadas, contradictorias o complementarias de los hechos, fragmentación del relato, modulaciones de la temática del reflejo...” (Cros, 126). El espejo funciona en este contexto como el “signo icónico” de la conciencia y como la metáafora del presente narrativo. De esta manera, los elementos extrasemánticos están semantizados, no directamente sino a través del foco del espejo.

Para Cros lo que caracteriza la semántica textual es que no está inscrita dentro de los signos individuales, sino en las relaciones que estos signos mantienen entre sí fuera, más allá o por encima de los encadenamientos sintagmáticos. De este modo, el texto de ficción codifica una primera sintaxis de mensajes y en este marco, el signo instituye su significación en una “zona de coincidencia balizada por oposiciones y contigüedades que multiplican sus posibilidades expresivas” (Cros, 129). Cuando relaciona el concepto de texto con el de signo Cros deduce que existe una estructura del significante autónoma con respecto de la estructura del significado que es portadora de lasignificación. Además, de acuerdo con Lotman, en la transformación de un texto a un solo signo o como a una cadena de signos organizados, Cros supone que ese conjunto de signos debe organizarse, en un nivel distinto del sintagmático, de manera autónoma con respecto de las convenciones y del significado, en forma de encadenamientos de significación específica. Para percibir lo que también dice el significante, fuera de toda relación con el enunciado, rompe con la semántica contextual y reduce el concepto texto/signo a palabras/signos.

Sin duda, el análisis sociocrítico ofrecía un modelo que nos llevaba, en primer lugar, a la comprensión del texto literario y, en segundo lugar, a la explicación de la génesis de la estructura que permitía interpretar de manera coherente el conjunto del texto estudiado. En el primer momento se limitaba al texto en sí mismo. En el segundo momento, acudía a datos exteriores sociopolíticos, socioculturales, y se ha mantenido sobre esta propuesta en la última publicación de Edmond Cros, La sociocrítica (2003). Pero nuevamente es necesaria la confrontación de estos principios de análisis semántico del lenguaje artístico, en este caso, con lo que supone realmente el estudio semántico del lenguaje.

 

IV

La aplicación de los estudios lingüísticos a la literatura no es asunto nuevo, solo que en esta ocasión se trata de sugerir un camino para iniciar la lectura y, en la medida de lo posible, acercarnos al mecanismo de la significación (semántica) en el texto literario. Las ideas han sido tomadas de los trabajos de investigación sobre el sentido de las frases sustantivas del español, en cuanto a su función referencial, y del análisis de rasgos de los elementos léxicos siguiendo la propuesta de Josefina García Fajardo (Un estudio del significado, INAH, 1989; “El significado de los determinantes espanoles”, Nueva revista de filología hispánica, 39 (2), 1991; “Los demostrativos. Funciones y valores referenciales”, en Sintaxis histórica de la lengua española, 2 (1), 2006) sobre el componente semántico.. Estas sugerencias tienen como límite el análisis de la literatura en español como idioma de origen del texto y el que de momento solo pueden funcionar en los casos de acercamiento a ciertos momentos del análisis textual. Las premisas en las que se basan los ejercicios siguientes están tomadas de los textos teóricos de García Fajardo y son:

 

1. Las reglas sintácticas solo nos indican cómo combinar las formas léxicas y no cómo combinar sus significados para intepretar la oración completa.

2. Reconocemos que independientemente del significado léxico existe otro tipo de significado, y que este depende exclusivamente del conocimiento compartido del sistema de la lengua y no solo de la experiencia personal en relación con la conceptualización de cada elemento lógico.

3. El significado de una expresión compleja es una función del significado de sus partes y de la forma en que estas partes han sido estructuradas para construir la expresión compleja.

4. El registro de los significados léxicos y los mecanismos de su combinación, basados en el sistema de la lengua que todo hablante conoce consciente o inconscientemente, producen el sentido, siguiendo a Frege en este concepto, de las expresiones lingüísticas. Mediante dicho sentido es posible relacionar cada expresión lingüística con su referente

en cada situación particular de uso.

5. Al combinar el significado del núcleo de la frase sustantiva con el significado de un adjetivo, la delimitación de la extensión depende de dos factores; el primero es el lugar que ocupa el adjetivo con respecto al sustantivo; el segundo es el tipo de determinante de la frase.

6. El adjetivo delimita la extensión de la frase con descarte de miembros (mediante la exigencia de que estos cumplan con la propiedad que se mencione a través del adjetivo), únicamente en el caso de que el adjetivo esté pospuesto al sustantivo. Esta forma de delimitar la extensión es propia no solo de los adjetivos léxicos pospuestos, sino de cualquier estructura pospuesta al sustantivo que sea modificadora de este. (Serían excepción en este caso las oraciones relativas explicativas y en general las aposiciones explicativas que funcionan semánticamente en parte como los adjetivos antepuestos).

7. Cuando el adjetivo antecede al sustantivo no funciona como delimitador de la extensión; la propiedad que se menciona mediante el adjetivo, en este caso, se relaciona con el conjunto como totalidad expresando la presuposición de que en el universo del discurso el conjunto entero al que se refiere el sustantivo tiene la propiedad en cuestión.

8. Una vez delimitada la extensión de la frase, por procesos originados en el sistema mismo de la lengua, al interactuar la extensión con la información del contexto, en el uso de la expresión, se llega al referente de la frase.

9. Los distintos elementos léxicos de una misma categoría comparten en su significado algo que saldrá a la luz al combinarse el significado de uno de estos elementos dentro de la

estructura semántica de una expresión mayor. Si se enfoca el significado de cada elemento léxico y no el significado de construcciones mayores, pasará inadvertido que dentro del significado de un artículo definido, por ejemplo, existe un sentido que origina en el sentido de una frase la presuposición de unicidad y el sentido de conjunto, que a su vez, originaría en la oración dos tipos de predicación.

10. Los rasgos semánticos diferentes no impiden la relación entre significados. Estos rasgos nos permiten saber a qué referente se nos remite, y si está o no dentro de la concepción de nuestro mundo o de otros mundos posibles.

 

     Durante el análisis literario de cualquier texto es frecuente encontrarse con ciertos significados cuyo mecanismo no es posible explicar cayendo, entonces, en la opinión subjetiva sobre dichos significados. Si la intención es dilucidar el sentido diferenciado, el sentido de la interpretación personal del texto, tendríamos a la mano ciertos instrumentos que, si bien no llegan a conformar un método, serían de gran valor en el análisis semántico de los textos artísticos. Presentamos a continuación unos ejercicios breves de la aplicación del análisis semántico de los determinantes e indefinidos en fragmentos de obras literarias.

 

(1) El reino de este mundo, Alejo Carpentier:

De pronto el negro se detuvo, respirando hondamente. Un chivo, ahorcado, colgaba de un árbol vestido de espinas. El suelo se había llenado de advertencias: tres piedras en semicírculo, con una ramita quebrada en ojiva a modo de puerta. Más adelante, varios pollos negros, atados por una pata, se mecían, cabeza abajo, a lo largo de una rama grasienta. Por fin, al cabo de los Signos, un árbol particularmente malvado de tronco erizado de agujas negras, se veía rodeado de ofrendas. (Carpentier, 74)

 

De la cita anterior tomaremos el primer sintagma nominal: ‘el negro’. El artículo definido ‘el’ da sentido de unicidad y delimita la extensión del sustantivo; se sabe que ‘el negro’ es el protagonista Ti Noel, sin necesidad de nombrarlo, porque lo más importante y lo que interesa destacar es la característica racial del sustantivo al que modifica, ‘negro’. La relación que se establece entre este sintagma con los subsiguientes está en términos del mismo campo semántico: un rito de magia negra.

Los artículos indefinidos ‘un’ (chivo), ‘un’ (árbol), ‘una’ (ramita), ‘varios’ (pollos), ‘una’ (pata), no remiten a un referente específico sino a cualquier elemento del género, con lo cual se simboliza el carácter generalizado de dicha práctica ritual. En cambio, ‘una’ rama ‘grasienta’, aun diciendo que puede tratarse de cualquier rama, tiene la restricción de ser ‘grasienta’ delimitando su extensión dentro del género. De igual modo ‘un’ árbol particularmente ‘malvado’ restringe la selección a un árbol con esa cualidad. Nos detendremos en esta última frase: “árbol particularmente malvado de tronco erizado de agujas negras”. ¿Cómo es posible que puedan combinarse dos elementos como árbol y malvado? Si comparamos algunos de sus rasgos semánticos veremos:

 

1. árbol / materia – materia vegetal – genera vida

2. malvado / cualidad – cualidad humana – el hombre también genera vida

3. maldad / provocar muerte – antónimo – vida

 

Con el último rasgo en común de que ambos pueden generar vida, entonces ambos también pueden generar muerte. Si el árbol había sido utilizado para un ritual de muerte, por su concordancia con el hombre (generar vida o muerte) puede recibir el calificativo de malvado.

 

(2)  Rayuela, Julio Cortázar, fragmento:

La página contiene una sola frase: “En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay.” La frase se repite a lo largo de toda la página, dando la impresión de un muro, de un impedimento. No hay puntos ni comas ni márgenes. [...] Pero hacia abajo y a la derecha, en una de las frases falta la palabra lo. (Cortázar, 420)

 

   1. el fondo / profundidad – abstracto

   2. no lo [el fondo] hay / ausencia – abstracto

   3. lo [el fondo] / correspondencia

   4. falta la palabra lo / ausencia total

 

Pondremos nuestra atención en el determinante ‘lo’, que funciona aquí como un pronombre anafórico; su antecedente es ‘más allá’ y es correferencial con esta frase. Al faltar ‘lo’ significa -se simboliza- la ausencia de un más allá. Cortázar destaca con cursivas el último ‘lo’ acentuando su importancia en el sentido de la frase que remite a una cuestión ontológica: no hay más allá.

 

(3) La casa de los espíritus, Isabel Allende, fragmento:

El funeral del Poeta se convirtió en el acto simbólico de enterrar la libertad.

(Allende, 343)

   1. El funeral / concreto – ritual – comunidad

   2. del Poeta / concreto – animado – humano

   3. el acto simbólico / abstracto – ritual

   4. enterrar / concreto – ritual - comunidad

5. la libertad / abstracto – cualidad de animado

6. funeral // enterrar – analogía 1

7. el Poeta // la libertad – analogía 2

 

Los cuatro artículos definidos nos señalan que estamos ante ‘el’ funeral específico de alguien reconocido. No es un poeta más sino el Poeta, como nombre propio. Es el acto simbólico que al unirse al determinativo de ‘la’ libertad, termina por delimitar el sentido de la situación específica que le interesa comunicar al texto: el funeral de Pablo Neruda. La semántica de la frase acentúa el carácter ritual del hecho y la analogía entre el Poeta y la libertad. Enterrar a uno es acabar con la libertad.

 

(4) “El herido”, un verso del poema de Miguel Hernández:

     Porque donde unas cuencas vacías amanezcan.    (Hernández, 139)

 

Revisaremos la correspondencia de los rasgos que permiten encontrar un sentido a esta metáfora.

1. unas cuencas vacías / ausencia de ojos – indefinido, cualquier ser animado

2. amanezcan / tiempo del despertar – despertar aunque no haya ojos

 

Las cuencas nos remiten a ojos vacíos. Los ojos son propios de cualquier animal. El hombre es un animal, las cuencas pertenecen a un hombre. El hombre puede despertar aunque sus ojos estén vacíos. El despertar ocurre usualmente al momento del amanecer. Se cambia el sentido de amanecer por despertar, y cuencas por hombre. Estamos ante una doble metonimia que delimita su sentido solo a un hombre que tenga los ojos vacíos.

 

(5)  Versos del poema “Nocturno en que nada se oye”, de Xavier Villaurrutia:

       y mi voz ya no es mía

       dentro del agua que no moja

       dentro del aire de vidrio

       dentro del fuego lívido que corta como el grito

(Villaurrutia, 53)

 

El adjetivo posesivo mi señala al yo que habla en primera persona. Su voz se pierde en un espacio determinado por los tres elementos que se indican: el agua “que no moja”, el aire “de vidrio”, el fuego “lívido”. En los tres casos hay una correspondencia de rasgos semánticos que remiten a un referente que no corresponde a nuestra idea de mundo, sino que se localiza en otro mundo posible, pero un lugar bien determinado en donde la naturaleza presenta características opuestas al mundo real:

 

1. agua moja // antónimo / no moja  

2. aire incorpóreo// antónimo / de vidrio

3. fuego rojizo// antónimo / lívido

4. fuego quema// fuego corta / analogía por el dolor

 

Esta serie de oposiciones están en concordancia con el tema total del poema que habla de la muerte, en donde se acaba toda la lógica porque el tiempo también se ha terminado.

 

(6) La muerte de Artemio Cruz, Carlos Fuentes:

[...] y se acercaban las botas a la choza donde yacía la mujer sobre la tierra suelta, bajo el techo de palmas, se acercaban las botas y Lunero detenía boca abajo ese cuerpo, le pegaba con la palma abierta para que llorara, llorara mientras se acercaban las botas.                                         (Carlos Fuentes, 315)

 

Además de que tenemos aquí una metonimia (botas-hombre) no se trata de cualquier par de botas, sino de las botas mencionadas tres veces en el fragmento. El determinante limita el sentido y el referente también. Por otra parte, el rasgo semántico de poder de las botas contrasta con la mujer que yace en “la tierra suelta”, identificando a ‘la’ choza y a ‘la’ mujer con “la tierra”, símbolo de maternidad pero a la vez de pobreza, completando el sentido de la mujer que yace dando a luz ante el hombre poderoso que amenaza con su llegada.

 

(7)  De Violeta Parra en la canción “Volver a los 17”:

Volver a ser de repente tan frágil como un segundo.

 

La primera parte del sintagma, “volver a ser” se está combinando con “tan frágil como un segundo”, el sujeto vuelve a ser frágil y esto es posible por la correspondencia de rasgos semánticos de dos vocablos:

1. de repente / abstracto – tiempo - efimero

2. frágil / abstracto – efímero  

2. un segundo / abstracto – cualquier tiempo – efímero

 

Ambos términos, frágil y segundo, expresan la noción de efimeridad marcada desde la primera proposición “de repente” que remite a una unidad de tiempo también efímera. Este rasgo es compatible a pesar de que los demás no lo sean y al estar presente en tres elementos transmite un sentido metafórico que no resulta extraño para el lector.

García Fajardo propone el análisis semántico de las frases iniciales de obras literarias como una posibilidad de entrar a la interpretación del texto literario; siguiendo esa línea, hemos seleccionado tres textos canónicos que, desde sus primeras frases demuestran por qué se han ganado el lugar que ocupan en la historia de la literatura hispanoamericana.

 

(8) Rayuela, Julio Cortázar:

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.                           (Cortázar, 13)

 

   El personaje femenino principal de la novela responde a su apodo que representa su carácter y su presencia desde este primer momento la Maga queda enmedio del cuadro que se dibuja de París, en la detallada descripción del espacio que servirá de marco a la novela. No hace falta decir el nombre del río ni explicar que está inclinada sobre sus aguas. Todo el espacio tiene sus cualidades propias, su luz (‘la luz de ceniza y olivo’), sus formas (‘las formas’) y sus puntos de referencia: la calle, el arco, el barandilla, el Sena.

 

(9) Cien años de soledad, Gabriel García Márquez:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.                                           (García Márquez, 55)

  

   Los tres determinantes del párrafo que inicia la novela marcan los elementos claves más significativos: el coronel Aureliano Buendía que morirá fusilado (revolución) y la referencia al hielo que conocerá yendo de la mano de su padre (génesis). En este fragmento no hay ningún indeterminativo aunque el tiempo está significado vagamente por adjetivos que no precisan periodo alguno, ‘muchos años’, ‘tarde remota’ que está determinada por el demostrativo ‘aquella’, singularizando en la memoria ese momento del encuentro con el mundo exterior. Por el contenido semántico de esta frase podemos deducir que el lugar es tropical y por ello no se conocía el hielo.

 

(10) Pedro Páramo, Juan Rulfo:

   Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.

(Rulfo, 149)

 

  Este último ejemplo lo hemos seleccionado como contraste. No hay ningún determinante por lo cual destaca el sentido que le da al segundo nombre propio la frase ‘un tal’ que por su ubicación, antes del nombre del protagonista que da nombre a la novela, determina desde ahora el desconocimiento de este narrador hacia Pedro Páramo, su padre.

El ejercicio sería interminable como atractivo ya que podemos seguir encontrando casos en los que el acercamiento semántico nos permita descubrir otra entrada al sentido de los textos literarios.

 

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