Sincronía Otoño 2004


EL DESARROLLO DEL COMERCIO EN LA ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA, HASTA 1910.

 

Ma. del Carmen Macias Huerta[1]

Juana Elena Macias Huerta

Alberto Galvan Escobar

 

INTRODUCCION:

 

            La Guadalajara actual, ha sufrido un sinfín de modificaciones a lo largo de su historia, a las que no ha sido ajeno el sector comercial, siendo una de las ciudades del país que se ha caracterizado desde su fundación por ser una área de intercambio mercantil en la parte occidente. Los cambios se han presentado, dentro de la estructura interna como consecuencia de su rápido crecimiento urbano y de los continuos procesos de conurbación que han conformado su área metropolitana, donde la localización atiende a fuerzas económicas y sociales de carácter general, lo que ha propiciado grandes desequilibrios en la distribución de los diversos tipos centros de abastecimiento de mercancías, principalmente a nivel de consumo básico.

 

            Con el transcurso del tiempo, Guadalajara se fue extendiendo de una forma radiocéntrica hacia los municipios aledaños, que se fueron integrando a la mancha urbana, que a la fecha está integrada por los municipios de Guadalajara, Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan y Tlajomulco, sobre los cuales ha ejercido una influencia directa dentro de su extensión territorial.

 

            Los cambios de actitudes y costumbres sufridos por los ciudadanos de Guadalajara han sido paulatinos, cambiando su comportamiento, creando una actitud citadina, como resultado de su readaptación al medio donde se desenvuelven. El cambio en cuanto a la adquisición de bienes de consumo (duradero y no duradero)  se transformó de igual manera, con el transcurso del tiempo, respondiendo a sus necesidades individuales y familiares, básicas y adquiridas, por su status social, o tendencias temporales, pero sobre todo por las exigencias del entorno social.

 

            Con la aparición de los supermercados y centros comerciales, la población ha modificado su concurrencia de los mercados tradicionales que abastecen a la población de productos básicos, a los que les ofrecen mayor comodidad y diversidad de mercancías en el mismo lugar. Los centros comerciales, han permitido que los compradores no tengan que transportarse a diferentes lugares para obtener todos las mercancías que requieren para satisfacer sus necesidades. Respondiendo a ello se han implantado dentro del área metropolitana diversidad de plazas o complejos comerciales de diferentes índoles. La de menor tamaño se distribuyen en forma discontinua, y están en función a las necesidades concretas de los vecinos que se tiene que abastecer de diversos productos, pero son de gran impacto, ni siempre alcanzan el éxito esperado. Las de mayor infraestructura, se localizan de acuerdo al nivel socioeconómico de la población a la que está dirigida y con una tendencia a cubrir también necesidades de recreación.

 

            El éxito o fracaso de los comercios radica en distintos agentes condicionales, que tiene que ver con la localización óptima, las estipulaciones de construcción, la especialización o la diversificación, así como de las tiendas ancla que se instalen en la zona.

 

            Existen en la actualidad empresas extranjeras de más reciente introducción dentro de la ciudad,, que implantan el modelo de Megamercado, una innovación dentro del sistema de comercialización que atraen a la población de manera más rápida y eficaz, pues la mayor parte de los productos y servicios se pueden obtener con un solo traslado evitando la búsqueda por varios de ellos. Otra de los factores es la comercialización tipo mayorista de cadenas diversas cadenas comerciales (Sam´s Club, Price Club). Además los diversos centros comerciales se han incorporado espacios tanto de comida rápida de marcas conocidas, para quien va a realizar sus compras, así como de restaurantes más formales para quien realiza negocios, o prefiere algo mas especializado. La mayoría de éstos establecimientos se ubican dentro de las plazas de alta plusvalía, aumentando así las diferencias entre de los diversos tipos de centros de distribución comercial, por su diversidad de productos y sus dimensiones.

 

DESARROLLO HISTORICO DEL COMERCIO.

 

La Conquista:

            Guadalajara fue fundada en cuatro diferentes ocasiones dentro de la región Occidente del México. El desplazamiento de la ciudad se debió principalmente a los levantamientos indígenas que eran nómadas y belicosos por lo que no se sometieron a los españoles. La Conquista de esta zona estuvo a cargo de Nuño Beltrán de Guzmán.

 

            Sin embargo la actividad comercial existía de manera incipiente durante el periodo prehispánico, aunque rudimentario y sencillo, basado principalmente en el trueque, con un valor-moneda, que consistía en un “tapatiotl”, tres redecillas con 10 granos de cacao cada una. Este grano era muy apreciado por traerlo desde las costas del Golfo de México, y utilizaban la ruta de la corriente del Río Lerma-Santiago para llegar al centro de México, y transportar mercancías. En la zona existieron varios pueblos indígenas del grupo denominado Cazcanes. El área era dominada por indígenas tepocantecas que formaban el Hueytlatoanazgo de Tonalá, “por donde el sol sale”. Los Tonaltecas llegaron a dominar los pequeños señoríos tecuexes de Tzapotlan, hoy Zapotlanejo; y Xonacatlán, (lugar de cebollas), hoy Juanacatlán.

 

            Los límites del Hueytlatoanazgo eran por el oriente y norte las márgenes del río; de Juanacatlán al Lago de Chapala por el sur; y al poniente hasta Tala. Se dividía en cuatro Tlatoanazgos, o señoríos: Tetlan (Lugar de piedra para construcción de cantera); Tlajomulco, Tololotlán, (Lugar donde se venera al Dios Ventrudo o Lugar del tulero); y Xalat, (Tala, donde habitan hombres agigantados).

 

            Otros pueblos de la zona donde vivían súbditos del Reino de Tonalá, cocas y tecuexes, eran: Atemajac, Tlaquepaque, Copala, Cuquío, Huentitán, Ixcatán, Mazatlán, Tepeaca, Tateposco, Tepechi, Tepetitlán; Tequepexpan, Tesistán; Toluquilla, Zalatitán, Zapopan, Coyula, Juanacatlán, Atlixac, Cajititlán, Chapala, Cuestomatitlán. Juchitán, Ahuisculco, Jocotlán y Nextipac.

 

            En 1527, Nuño de Guzmán llegó al occidente de México y encontró grupos indígenas con escaso desarrollo técnico. Grupos sedentarios al sur de la barranca de los ríos Santiago y Verde, y en la franja costera entre la Sierra Madre y el Océano Pacífico. Al norte de la Barranca, había grupos seminómadas que recorrían grandes áreas áridas y pedregosas, cuyo único elemento de integración era El Teul[2], por ser considerado un santuario.

 

            Una expedición al mando de Antonio Villarroel, tuvo como objeto buscar algún cruce o paso accesible en la Barranca, para reconocer las tierras, y dio referencia de que al oriente del río existían pocos indios, pues no encontró aldeas. La conquista y sujeción del Hueytlatoanazgo de Tonalá fue en 1530. Fue una conquista pacífica pues por disposición de la cacique, Cihualpilli, se presentaron con Nuño de Guzmán todos los caciques del Hueytlatoanazgo a jurar obediencia a los españoles.

 

            Conquistado el Hueytlatoanazgo de Tonalá y pacificada la región, el 26 de marzo, pasó Nuño a recorrer el territorio conquistado y llego hasta Tequila, tomó posesión de todo y volvió a Tonalá, con la idea de fundar un marquesado, para poder explotar las riquezas encontradas.

 

            Después de someter a Tonalá, el 28 de Marzo de 1530, Nuño cruzó a la Barranca del Río Santiago con el objetivo de llegar a Pánuco, en la costa del Golfo, pues deseaba unir las dos provincias que deseaba para sí mismo. Pernoctando en Ixcatán y llega a Tlacotán, “Lugar de jaras”, con intención de continuar hasta Yahualica y proseguir su marcha hasta Nochistlán, “Lugar de grana”. Sin embargo, regresó cuando apenas había recorrido un centenar y medio de kilómetros, dada la belicosidad de los indígenas de la región.

 

            Al pasar Oñate por Huentitán, enviado por Guzmán para conquistar Juchipila y El Teúl, los indígenas de Coyula, Tetlán y Zalatitán, se enfrentaron a ellos; pero los españoles vencieron. La mayoría murió, y los sobrevivientes, se rindieron y dieron obediencia a la corona, quedando así sujetos a Castilla.

            Con la seguridad que les dio el triunfo sobre lo indígenas, los españoles prosiguieron hasta Copala, pero fueron nuevamente atacados por los indígenas, que sufren una nueva derrota. Así llegan al valle de Tlacotán, luego a Teocaltiche y, por último a Nochistlán[3], donde encontraron tierras buenas para las actividades agropecuarias.

 

            Nuño de Guzmán tratando de dar por terminada la conquista de las tierras al este del Río Santiago, el 5 de junio de 1530; toma posesión de las tierras a nombre de Su Majestad, con el nombre de Reino de la Mayor España, pero el 25 de enero de 1531, se ordenó cambiar el nombre por el de Reino de Nueva Galicia.

 

            Parte del proceso de la conquista española en América era fundar pueblos y ciudades, por lo que Nuño ordena a Juan de Oñate la fundación de una localidad en las cercanías de Nochistlán, denominada Guadalajara en honor al lugar de nacimiento de Guzmán. Así, tuvo lugar la primera Guadalajara con el nombre de Villa, el 5 de enero de 1532. sin embargo este asentamiento no duro mucho pues los continuos ataque indígenas forzaron a sus pobladores a buscar un nuevo asentamiento. Manuel J. Aguirre dice

El despojo de tierras y demás bienes diversos y constantes atropellos a los aborígenes, que habían recibido de paz a los conquistadores, fue sembrando en ellos el descontento y éstos, el temor y la desconfianza de que aquellos tomarán la revancha: de aquí que al volver Nuño de Guzmán a la villa, el 19 de mayo de 1533 a pedimento de los vecinos, dictó un acuerdo para que se buscase en el pueblo de Tlacotán o en otra parte de la Barranca, sitio conveniente que tuviese las cualidades que debe tener para que la villa se pudiese mudar.

 

            Los vecinos pensaron que había que poner la Barranca de por medio, por su seguridad y se trasladaron al valle de Tonalá en 1533. Nuño desaprobó la idea y a pesar de la intervención de los franciscanos del convento de Tetlán, solicitó a los pobladores que trasladaran la Villa a la vertiente oriente del Río Santiago. Los habitantes de la Villa de Guadalajara, se vieron obligados trasladarse a las inmediaciones de Tlacotán en un lugar conocido años después como "La Mesa del Ajedrez"[4]. La descripción de este lugar por el Padre Tello dice lo siguiente

Entre unas barranquillas o quebradas. Triste y desventurado, a tras mano, con poca agua y sin refugio, y que no tiene sino una entrada, y en especial el inconveniente de tener el Río Grande a un lado, para no poder salir sino con mucho trabajo de cualquier peligro.

 

            Este lugar era un punto conflictivo, pues los indígenas atacaban continuamente, ya que no estaban dominados, y la Nueva España reclama esas tierras para su territorio por estar al oriente del Santiago. Para asegurar la posesión del lugar el cabildo designó a Santiago de Aguirre, como enviado ante la Corte de Castilla el 25 de enero de 1539. La corte concedió el 8 de noviembre de 1539 a la naciente Guadalajara los terrenos situados a lo largo del Río Grande, para la Nueva Galicia, terminando la discusión con la Nueva España. Además se le otorgó el Título de Ciudad, con todos los beneficios que este nombramiento implicaba: cierta independencia de los Virreyes, la preeminencia de población exclusivamente española y la facultad de ejercer el comercio a todos los niveles y la educación, como actividades económicas; por lo que también se le dio un Escudo de Armas.

 

            En 1540 los indígenas de la zona, siempre rebeldes, se niegan a pagar tributo a los españoles, y los pueblos de Juchipila, Nochisltlán, Teocaltiche, Tepec y Tlaltenango se levantan en armas en contra de los conquistadores. Esta situación movilizó a Oñate quien comienza a atacar a los rebeldes. El 9 de abril de 1541 los indígenas derrotan al Capitán Miguel de Ibarra y sus aliados, lo que preocupa al Gobernador Cristóbal de Oñate, quien solicita ayuda al Virrey de la Nueva España, Don Antonio de Mendoza. A la larga esta acción restaría independencia al Reino de la Nueva Galicia.

 

            El 28 de septiembre, lo indígenas sitian la Villa de Guadalajara. Sus habitantes se sentían seguros por la existencia de fosos y murallas alrededor de la misma, además de dos baluartes con 2 cañones cada uno. El ejercito indígena atacó continuamente para socavar los muros de adobe que resguardaban la ciudad[5]. El Virrey de Mendoza salió de la Ciudad de México el 2 de octubre, al mando de las tropas españolas y sus aliados indígenas.

 

            El 30 de septiembre ante las ruinas de Guadalajara, se reunieron los sobrevivientes, para acordar el cambio de residencia, ganando la opción de pasar al Valle de Atemajac, a pesar de la advertencia de Nuño de Guzmán[6], La evangelización de los indígenas del cacicazgo de Tonalá permitió que no participaran en la guerra del Mixtón, que estaba poniendo en peligro la conquista de la zona y de toda la Nueva España. En Noviembre el Virrey llegó a la zona del Mixtón, y logró tomar el Peñón, pero sin tomar prisioneros. Esto diezmó la población indígena de la región, acabando con la mano de obra tan solicitada por los españoles, lo que retraso la colonización de la región.

 

            En 1542, cruzan la barranca del Río Santiago 63 hombres, para fundar Guadalajara en el Valle de Atemajac, que con pendientes ligeras y provista de agua por el Río San Juan de Dios era mejor opción. Los nuevos residentes rápidamente comenzaron a organizarse para realizar las actividades productivas a partir de la explotación de los recursos y el comercio creando rutas para facilitar u diversificar la actividad. La principal iba de la ciudad de México hacia el norte cubriendo toda la costa del Pacífico, movilizando el contenido de las caravanas en plan de conquista y enriquecimiento para el imperio español.

 

COLONIA

            Las condiciones que el valle tenía como su clima, relieve y suelo permitieron que la nueva localidad neogallega que servia de punto paso hacia el resto de la Nueva Galicia y su capital Compostela, la cual en el tiempo de la conquista fue una de las principales ciudades que controlaban el comercio y albergaban a una gran población de españoles y el poder político de la región. Los españoles que llegaron a colonizar (emigrantes posteriores a los conquistadores), fueron reacios a colonizar el campo, y prefirieron vivir en villas y ciudades, encontraron en el comercio una forma de obtener utilidades de manera rápida y segura, que les preemitía pertenecer a lo mas alto de la sociedad neogallega, que era uno de los factores mas importantes que determinaban su desplazamiento desde Europa, ganando con ello reconocimiento e influencia, de la cual carecían la mayoría en la Vieja España.

 

            La función comercial que se suscitó durante el siglo XVI, no fue muy grata. En esta época surgieron varios conflictos con los indígenas, quienes bloqueaban las rutas comerciales entre las diferentes localidades. El desarrollo comercial y la minería era más importante en el área de Zacatecas y Bolaños, por ello el comercio en la ciudad de Guadalajara se daba en las rutas comerciales ya establecidas, cuyos productos eran el intercambio local, y se recibía la mercancía del viejo mundo como algo extraordinario, por lo que era de alto costo y no estaba al alcance de todos, sin embargo para las clases altas de la ciudad era a una cuestión de status social el adquirirlos, pues los diferenciaba de ellos.

 

            A estos factores locales había que agregar las restricciones que la Corona Española impusieron a las colonias, en beneficio de la cabecera del Imperio Español. Para ello se establecieron Monopolios, prohibiciones, pago de impuesto y creación de estancos. El monopolio se dio a través del control de los productos que comerciaban las colonias con España y entre ellas mismas, además de la prohibición de comercia con cualquier país o colonia fuera del control de los Reyes de España. Las prohibiciones hacia la agricultura (como la producción de vid y olivo), y el sector Industrial (solo producción de manufacturas de baja calidad), lo que obliga a importar productos del Continente para cubrir las necesidades sociales.

 

            En cuanto a los estancos, concesión de monopolios que abarcaban no solo la producción, sino la venta o distribución del producto determinado, entre los cuales destacaron el del tabaco, tintes, colores pólvora, piel y azogues[7]. Los impuestos, principalmente las alcabalas, que era un impuesto cobrado a favor de la corona sobre cualquier producto que se comprara o vendiera, lo cual repercutía en el consumidor.

 

            En 1560 la Nueva Galicia sufre un cambio político y religioso en beneficio de Guadalajara, pues Compostela (Nay.) deja de ser la capital del reino de la Nueva Galicia y cabecera del obispado, gracias a las gestiones del Obispo Don Pedro de Maraver, quien en una carta enviada a las autoridades españolas solicitó el cambio de sede del Obispado a favor de Guadalajara, y defiende su propuesta describiendo las bondades de su localización, su clima y condiciones de vida para la sociedad, pero sobre todo por ser prácticamente el punto medio dentro de las tierras dominadas, y ser paso obligado hacia el noroeste, y apoyo para la conquista y colonización, de las tierras de lo que hoy es Sinaloa, Sonora, y California.

 

            Lo anterior propicia el cambio también de la capital administrativa y la Real Audiencia, trasladando las funciones administrativas a la de Guadalajara despojando así a Compostela de toda su importancia. Esta situación se apoyo en el desarrollo urbano que se dio dentro de la ciudad de Guadalajara. Así inicia su despliegue como centro comercial y administrativo, En este tiempo la población creció de forma sostenida, pues se dio la migración de la población que buscaba las mejoras citadinas, además de que encontraba empleo en el sector comercial y la administración pública, y la incorporación de los agricultores que trabajaban en los límites de la ciudad, incorporándose de la vida rural a la vida urbana, y de los grandes terratenientes que en busca de vida social ponían casa en la urbe.

 

            A principios del siglo XVII se intenta levantar un puente sobre el vado de Tololotlán, asignándose $500 primero y $900 después[8], contando con autorización para que el trabajo lo realizaran indígenas de repartimiento. Sin embargo, los comerciantes de Guadalajara condicionaron su ayuda al derecho de cobrar el peaje, pues temían que el paso expedito y rápido atrajera competidores en detrimento de sus negocios.

 

            E cura y el Ayuntamiento de Zapotlanejo deciden iniciar trabajos en el vado de Tololotlán, con recursos propios y donativos espontáneos para no perder el propósito más importante: el libre tránsito por el puente. El Presidente de la Audiencia Tomás Terán de los Ríos, los apoyó y se concluyó la obra en 1720. Así, Guadalajara logró un mejor mercado con Zacatecas y el noreste general, para sus productos agrícolas y ganaderos, así como los trabajos artesanales del centro, y recibe de forma regular y constante manufacturas textiles y de uso doméstico para sus habitantes. La creación del puente favoreció a lugares como Zapotlanejo y Tepatitlán, además de propiciar el nacimiento del poblado de Puente Grande al pasar por ahí infinidad de viajeros y mercancías. Pero su lado negativo se reflejó en poblaciones como Tlaltenango y El Teúl, afectadas por el abandono del cruce por San Cristóbal de la Barranca, en particular, y la vieja ruta a Zacatecas, en general.

 

            En la Guadalajara colonial el comercio ya despuntaba como una de las actividades económicas más importantes en la ciudad, por lo que Don Alonso de la Mota Padilla, escribió lo siguiente:

Hay veintidós mercaderes al presente que tienen tiendas públicas de ropa y mercadurías de España, de China y de la tierra, y hacen sus empleos en la Ciudad de México por sus factores y ninguno de `éstos trata en Castilla ... hay otros viandantes a fuer de gitanos que acá llaman mercachifles: éstos traen cajuelas de mercancías menudas de poco valor que corren todo el reino vendiéndolas (Martínez, 1987).[9]

 

            El comercio existente durante el siglo XVII en la ciudad, se presentó como tiendas generales de abarrotes, ubicadas en el centro de la ciudad, y que vendían principalmente telas y mercancías provenientes del viejo mundo. Para el abastecimiento de productos básicos se contaba con los días de plaza mercado[10], donde se vendían productos locales, principalmente agrícolas, en puestos ambulantes y en muchos casos eran los propios productores eran quienes los ofrecían a la población y solo se instalaban dos o tres veces a la semana. Este comportamiento fue resultado de las grandes distancias a recorrer entre las ciudades más importantes de esta época, para el abastecimiento de los productos básicos y de productos de lujo, agravado por las condiciones de las vías de comunicación, sobre todo en la temporada de lluvia que los hacia muy difíciles de transitar, y en algunas la existencia de salteadores y bandidos lo que los hacia inseguros.

 

            En 1795 inicio funciones el Gran Consulado de Guadalajara[11] que ofreció el control del comercio en la Intendencia de Guadalajara, pero principalmente permitió cierta independencia respecto de la ciudad de México. La mejora de caminos contribuyó a un mayor intercambio comercial, a la apertura de un servicio regular de diligencias, y a la suspensión del pago de alcabalas a los productos intercambiados durante la feria de San Juan de los Lagos, la más importante de esa época. Además, a finales del siglo se logra la apertura del puesto de San Blas[12] que permitió el intercambio más directo de productos con las colonias de oriente como Filipinas, así como de la Nao de la China.

 

INDEPENDENCIA

            A principios del siglo XIX la zona occidente de México aparentaba vivir en paz, con la calma propia de los pueblos de provincia, donde los cambios no eran frecuentes y los grandes acontecimientos eran solo los religiosos o el cambio de gobernadores y alcaldes. Sin embargo el movimiento de Independencia de la Nueva España, que comenzó el 16 de septiembre de 1810 con el levantamiento del Cura Hidalgo en el pueblo de Dolores (hoy estado de Guanajuato), se extendió por el centro del país rápidamente. Este movimiento afectó a todo el territorio nacional, y fue un factor favorable dentro del comercio para algunas regiones, como la región Occidente, pues se declararon nulas las alcabalas, y el control de los productos por parte de la corona.

 

            Después de una campaña exitosa que llevo a los insurrectos a las afueras de la ciudad de México, principalmente después del triunfo en el cerro de las cruces, Hidalgo ordena el retiro hacia Toluca y tiene su primera derrota en Aculco, estado de México. Mientras tanto toda la provincia de Guadalajara había sido sometida por los insurgentes, donde destaca gente como el "Amo" Torres, por lo que las tropas rebeldes después de una breve estancia en Valladolid, se trasladaron a Guadalajara, donde fueron recibidos el 26 de noviembre. En esta Hidalgo dispuso de tiempo para reorganizarse y forma un gobierno que expidió varios decretos como la abolición de la esclavitud, la legitimación de las tierras indígenas, y la desaparición de los estancos y tributos, además de entablar relaciones con Estados Unidos.

 

            Por otro lado la lucha armada encabezada por Morelos desde 1812, sé desarrollo sobre todo en los estado de Guerrero, Michoacán, Morelos y Puebla, lo que obligo al cierre del puerto de Acapulco, beneficiando a San Blas como nuevo punto comercial, que ofrecía seguridad a los comerciantes, pero principalmente que los españoles mantuvieran el control de las importaciones y exportaciones, pues la Intendencia de Guadalajara se mantenía todavía bajo su control. Esta ventaja termina en 1815, con la caída del Insurgente, sin embargo las relaciones comerciales internacionales logradas se mantuvieron durante mucho tiempo y beneficiaron el panorama comercial de la ciudad.

 

            Las relaciones comerciales establecidas con el extranjero también abrieron contactos que los siguientes años serian determinantes, pues se comenzaron a intercambiar mercancías prohibidas por la corona como algodón de Centroamérica, frutas tropicales y sedas de oriente, entre otros que se requerían para abastecer las necesidades de la población y que por causa de la insurrección no era fácil que llegaran por las vías anteriores. El 13 de junio de 1821 en san Pedro Tlaquepaque los generales Pedro Celestino negrete y Antonio González Ulloa proclamaron la Independencia, lo que trajo un breve periodo de paz a la ciudad, cuya población había aumentado durante esos años por los migrantes que se habían asentado en ella en busca de refugio.

 

MEXICO INDEPENDIENTE: 1821-1910.

            Con el fin de la guerra volvió una aparente calma a la región, aunque otros problemas comenzaron, como el reclamo de terrenos de propiedad indígena por mestizos, como Juan Antonio Andrade, dueño de la Hacienda de Mojarras[13]. A pesar de los continuos enfrentamientos entre liberales y conservadores, se vivía una relativa paz en el occidente de México, lo que permitió el florecimiento del comercio por lo que el camino de Huentitán, y el cruce en el paso de Arcediano comenzaron a recibir tránsito, sobre todo arrieros y comerciantes; a partir de la mitad del siglo pasado.

 

            Este camino, conocido como “de Herradura” por permitir el paso de animales de carga como caballos, mulas y burros[14], comenzaba en la garita de Buenavista[15], y cruzaba el puente de Piedras Negras[16] para llegar a Huentitán, bajar hacia Arcediano y llegar al Río el cual cruzaban por medio de balsas, tanto por el mismo Paso de Arcediano como por el de Ibarra, subiendo, hacia la Hacienda de San Marcelo[17], que funcionaba como posada, y de ahí a Mascuala y Trejos.

 

            En centro de Guadalajara comenzó a caracterizarse por los “portales” en donde existían una gran cantidad y variedad de comercios, establecimientos dentro de las casas, donde se instalaba en la parte inferior la “tienda” y en su caso el taller. Se expedían productos importados como los productos de lujo de gran calidad: vajillas, joyeria y telas entre otros, los productos provenientes del extranjero, que eran adquiridos a través del puerto de San Blas, que durante este periodo fue el primer centro de abastecimiento en el occidente del país. Las “plazas de mercado” eran lugares donde se comercializaban los productos básicos perecederos, pero estaban en condiciones insalubres, ya que los proveedores exhibían sus productos en el suelo, no había un orden de mercancías, además de que se vendían también animales en pie, o que ahí mismo eran matados y destazados.

 

            Los cambios continuaron en Guadalajara durante los primeros años del México independiente, pues el medio rural logra una fácil recuperación por lo que expulsa población de manera continua, por lo que la población local pasa de 46,804 a 60,000 personas en la tercera década del siglo XIX. A pesar de la inestabilidad política y los continuos levantamientos, el comercio manejaba una gran cantidad de mercancías, desde locales hasta importadas, principalmente en la zona de los portales, donde se vendía desde sedería hasta vinos, desde semillas hasta aperos de labranza.

 

            Este auge no estuvo exento de problemas, como los requisitos aduanales para movilizar las mercancías, las alcabalas y los impuestos propios de una actividad económica; la anarquía en los precios y las cambiantes limitaciones fiscales que cada forma de gobierno imponía, el mal estado y la inseguridad de los caminos, aunado al contrabando que se presentaba. Todo ello amparado por la falta de continuidad en el gobierno federal que repercutía en el ámbito estatal y local, permitiendo una larga liga de corrupción y fraudes, así como la Guerra con Texas y la invasión norteamericana.

 

            Durante este periodo no existió un órgano que agrupara a los comerciantes, pues desde 1824 había desaparecido el consulado, por lo que crearon una Junta de Fomento del Comercio, que fue autorizada para funcionar el 1º. de enero de 1842. Este tuvo la función de reparar los caminos que comunicaban a Guadalajara, principalmente el de Tepic, punto de paso de los puertos de San Blas, Mazatlán y Guaymas. Sin embargo, en 1847 fue abolido por el Congreso estatal, después de que en 1845 quiso intervenir en el manejo del dinero de la Junta, pero los comerciantes se negaron.

 

            El nuevo Congreso de 1848, autoriza su restablecimiento y sé amplio a la existencia de una Junta en cada localidad con may de 15,000 habitantes. En 1851, la Junta logra una de sus mayores metas, mejorar el camino a San Blas y hacerlo seguro, lo que permitió contar con un servicio regular de diligencias entre ambas poblaciones, en tan “solo dos días”. Además, de que sé amplio el comercio exterior países como Inglaterra, Francia y Estados Unidos.

 

            Durante la dictadura de Santa Anna, en 1852, el comercio sufre un duro golpe al restringirse el libre tránsito a la ciudad de México, ya que había que solicitar un pasaporte para cruzar el Río Grande por Tololotlán y el Paso de Arcediano, así como el Lerma por La Barca, previa información de los motivos del viaje y pago de un impuesto. En Jalisco las principales vías de comunicación a mediados de Siglo XIX eran:

 

¾  El Camino Real de Colima, ruta a Manzanillo que pasaba por Sayula, Zapotlán, Tonila y Colima.

 

¾  La ruta México-San Blas[18], que pasaba por Querétaro, Aguascalientes, Lagos de Moreno, San Juan de los Lagos, Guadalajara, Tequila, Ixtlán del Río y Ahuacatlán.

 

¾  El Camino a México también se podía realizar por Morelia o por La Barca. El de Morelia, pasaba por Jiquilpan, cruzaba el Estado de Michoacán y entraba por Toluca. La otra ruta pasaba por Ocotlán, La Barca, La Piedad, Irapuato, Celaya, Querétaro y México, cruzando el Santiago por el Puente de Tololotlán[19].

 

¾  El Camino Real de Zacatecas[20]. Tenia 2 caminos el que cruzaba el Río Santiago por Ixcatán, subía a Ixtlahuacán del Río, y otro usando el camino de Huentitán utilizando los Pasos de Arcediano e Ibarra, pasaba por la Hacienda de Mascuala y de ahí a Ixtlahuacán. De ahí hasta Juchipila y Zacatecas.

 

¾  El Camino de Zacatecas[21], conocido así por ser de menor uso, salía de Guadalajara hacia Zapopan y San Cristóbal de la Barranca, donde el Santiago era atravesado, y de ahí a El Teúl, Colotlán, Jerez y Zacatecas.

 

            Existían también caminos secundarios, o de menor importancia que se unían a estos como el de Autlán, Arandas, Chapala y Tamazula.

 

            A mediados del siglo se proyectó realizar un canal a través del Río de “Tololotlán”, es decir del Santiago que uniera el Lago de Chapala con el puerto de San Blas, en el todavía Cantón de Nayarit, para realizar de manera más rápida y eficiente la entrada y salida de mercancías hacía Asia concentrándolas en Guadalajara. Esta propuesta de Don Julio Vallarta y Don Pedro Tamés, marcaba como inicio de la ruta Poncitlán, pero pasaría por los pueblos de San Miguel, Atotonilquillo, Atequiza, El Salto, Tololotlán e Ixcatán, entre otros, además, uniendo el camino a Zacatecas, con la opción de hacer un canal por el Río Verde.

 

            Sin embargo las guerras internas no permitieron que el proyecto, como muchos otros, se realizara pues los cambios continuos de gobierno aunado a la instabilidad civil, frenaron el desarrollo de la región, principalmente durante la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa donde Jalisco se convirtió en un verdadero campo de batalla por la importancia de la zona.

 

            Sin embargo y a pesar de que los levantamientos eran continuos existía un desarrollo comercial en la ciudad llegando a registrarse, según el censo levantado por Longinos Banda en 1856, de 28 giros diferentes, 729 establecimientos, la mayoría de grandes dimensiones y localizadas en el centro de la ciudad, y que por su diversidad atendían las necesidades diarias de la población, además abastecer a las Haciendas vecinas, ya que se vendía desde instrumentos de labranza hasta semillas, así como apoyaban con la venta de materia prima, así como con la compra de los productos de la incipientes industria que se ubicaba en la ciudad.

 

EL PORFIRIATO.

            Desde el ascenso al poder del General Porfirio Díaz en 1880 y hasta su derrocamiento en 1910, se vivió una época de apoyo al crecimiento industrial en aras de generar el progreso del país. Para lograrlo se mantuvo un paz forzada, así como una política de apoyo al capital y a los inversores a través de un sistema de explotación de la clase trabajadora. Sin embargo, no todo fue negativo de las acciones del gobierno durante este periodo, puesto que se desarrollo un sistema de comunicaciones basados en el ferrocarril y el telégrafo, se mejoro la planta industrial, y el sistema de haciendas permitía la comercialización productos agropecuarios en el extranjero.

 

            Durante el porfiriato se dio un fuerte apoyo a la inversión nacional y extranjera en cuanto a industria se refiere, por lo que desde fines del siglo XIX, se comienza a aprovechar la corriente de los río con fines industriales, ya existía la fábrica de El Batán, que utilizaba las aguas del San Juan de Dios, pero con la aparición de la electricidad como fuente de energía, principalmente para la industria, se inicia la instalación de una serie de plantas generadoras de esta en diferentes puntos.

 

            Para aprovechar la fuerte caída de "El Salto del Juanacatlán"[22], se construye una planta generadora de energía desde 1885. Para 1893, producía tal cantidad de electricidad que Guadalajara logra tener una instalación que cubría las necesidades de toda la población. Así, la Hidroeléctrica de Juanacatlán, propiedad de la Compañía de Luz y Fuerza Motriz Eléctrica de Guadalajara, es la primera en dar servicio al público. En 1897 se instala sobre la cuenca de Santiago en el “Rancho de los Guzmanez” o “El Refugio”, municipio de Zapopan, una nueva generadora de energía eléctrica con capacidad de procesar 10,000 l/s. Además el Río San Juan de Dios es aprovechado para generar la energía que mueve las máquinas de las textileras de Atemajac, El Batán y La Experiencia.

 

COMERCIO.

            Este periodo no fue tan pacífico como pensamos ya que las pugnas entre el gobierno Federal y el Estatal se dejaron sentir, primero con la imposición como Gobernador de Francisco Tolentino, y después cuando por orden del Presidente Manuel González es segregado el 7o Cantón de Jalisco, pasando a ser el territorio Federal de Tepic (hoy estado de Nayarit), lo que provoco agitación social. A pesar de ello la ciudad siguió creciendo y las esperanzas de un desarrollo económico se basaron en la construcción de una vía de ferrocarril, él más moderno sistema de transporte de la época e identidad del progreso porfiriano, que uniera a Guadalajara con el resto del país, pues en 1880 se concede a la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano el permiso de construcción de la línea México – Paso del Norte, con un ramal al Océano Pacifico, que pasara por Guadalajara.

 

            Esto pone de manifiesto que el comercio fue el motor del desarrollo de las comunicaciones, por la necesidad de trasladar bienes y personas de un lugar a otro, por lo que se dio un gran apoyo a este sector a través del crecimiento de las líneas del ferrocarril y de los telégrafos, sin embargo el cruce de la barranca limitó el establecimiento de los mismos en el occidente del país. Para llegar al centro y nordeste México era necesario cruzar la barranca del Santiago. Sus cruces más importantes eran Puente Grande, antes Tololotlán; Ixcatán, lugar por donde pasaba el Camino Real, desde la colonia; el Paso de Ibarra, que se encontraba en la parte inferior de la Hacienda de Portillo; San Cristóbal de la Barranca y el de Paso de Arcediano al final del camino de herradura.

 

            Sin embargo esto cambió con la aparición del ferrocarril, que a finales del siglo XIX se estableció en México, el medio de transporte más moderno de esa época, pues acorto los tiempos de transporte de personas y mercancías. Guadalajara no fue la excepción y entablo conexión con el centro del país, así como con la ciudad de México y Veracruz, logró con esto ofertar una diversidad de productos que aumentarían las desigualdades económicas dentro de la región, en cuanto al mercado dotó de productos diversificados a la población, provenientes del viejo mundo. El ferrocarril llega a Guadalajara el 15 de mayo de 1888, proveniente de México inaugurando así la ruta.

 

            A pesar de los largos años de guerra, el número de establecimiento comerciales era considerable, y de muy variados giros: almacenes, boticas, tiendas de abarrotes, de ropa, utensilios de cocina, librerías, mueblerías, y relojerías entre otros, es decir muchas tiendas de diversos efectos, ubicados en los mercados, los portales, incluidas las conocidas como alacenas: y locales mayores. Un elemento que favoreció en gran medida al comercio, fue la desaparición de las alcabalas durante la gubernatura del Gral. Ramón Corona, en octubre de 1887.

 

            Dos situaciones, la diversidad y la llegada del ferrocarril, obliga a los comerciantes a organizarse pues se abrían nuevas posibilidades para su actividad, pero también existían nuevos riesgos, pues comenzaban a llegar comerciantes extranjeros a instalarse a la ciudad, así el 20 de junio de 1888 se funda la Cámara de Comercio de Guadalajara, lo que permitió que participaran en una gran cantidad de Ferias Internaciones que el fin de siglo propicio, pero también que para 1901, ya se contaran en la ciudad 2,958 comercios, de diferentes giros y tamaños, que iban desde los pequeños comercios de barrio hasta las recién importadas “tiendas departamentales”, representadas por negocios tales como “Fábricas de Francia”, “El Nuevo Mundo” y “El Nuevo Paris”.

 

            Este nuevo modelo que apareció en Europa a finales del siglo XIX, y fue traído a México, por los franceses, que durante el Porfiriato fueron bien recibidos en el país, pues la élite nacional, admiraba y tenía como modelo a seguir a la sociedad francesa. Primero se abrió este modelo en la ciudad de México, cuyo mejor ejemplo la sociedad denominada “Fábricas de Francia” que buscando una mayor amplitud y una imagen más propia mando un construir un moderno edificio en el centro de la ciudad, que siguiendo los patrones arquitectónicos, de la época se armo una base a partir de viguetas lo que aunado a su gran tamaño favoreció el que la población lo bautizara con el nombre del “Palacio de Hierro”, por ello en su apertura fue llamado de esa manera. Esta decisión propicia un rompimiento entre socios, lo que deseaban mantener el nombre original, dada una serie de negociaciones se trasladan a Guadalajara, donde implantaron la primera tienda departamental de la región con el nombre original.

 

            Estas tiendas organizaron caravanas de mulas que recorrían el propio Jalisco y los estado circunvecinos, llevando desde agujas hasta elementos de cocina, de origen extranjero, cubriendo asó un amplio mercado, incluyendo productos importados de gran lujo, principalmente franceses, pues las familias adineradas los compraban como parte de su estilo de vida. Por ello a finales del siglo XIX y entrado el XX, el cruce de la Barranca adquirió gran importancia con el fin de comunicar los centros de población situados más allá, con la ciudad capital del estado, principalmente para el comercio.

 

            Los moradores de Ixtlahuacán del Río, Cuquío, Yahualica, Mexticacán y aún Teocaltiche y Nochistlán, mantenían un fuerte comercio con Guadalajara, especialmente de productos agropecuarios. Por ello, a iniciativa de Marcelo Alatorre y Francisco Arroyo Alcaraz, en 1893, se inició la construcción sobre el Río Santiago en el fondo de la barranca, del puente de Arcediano, paso obligado o puerta de acceso a Guadalajara. Su uso quedo especificado como para peatones, jinetes y bestias de carga. El Río Santiago era navegado por los habitantes de la ribera. En la zona de Ocotlán se construyó un canal en 1906, para llegar hasta el Río Zula, por donde se podía llegar hasta Atequiza.

 

            Además, de la Hacienda de Portillo, en el Municipio de Guadalajara, hacia la Hacienda de San Marcelo, en el de Ixtlahuacán, existió un cable de carga con canastilla movido por un motor de vapor que permitía pasar mercancías sin necesidad de bajar hasta el río[23]. Entre otras cosas se trasladaba leña carbón y madera para construcción a Guadalajara desde de Ixtlahuacán. Dejó de funcionar con el inicio de la Revolución.

 

            Así mismo, durante este periodo comienzan a circular periódicos y revistas  de manera regular en los cuales se incluyen anuncio de diferentes negocios, principalmente aquellos cuyos dueños eran de ascendencia extranjera, comenzando con ello la publicidad enfocada al comercio. Sin embargo, la principal característica de esta actividad económica siguió siendo la pequeña empresa familiar, lo que daba pie a la existencia de una gran cantidad de misceláneas y tendejones que cubrían la demanda diaria de los vecinos, y la cual persiste hasta nuestros días. Por lo que no es raro que en el Censo General de la Republica, levantado el 20 de Octubre de 1895 en Jalisco aparecieran vinculados a esta actividad 20,420 personas, entre comerciantes fijos, ambulantes, empleados y comisionistas, que permitían que en Guadalajara se abasteciera de todo tipo de productos, desde material para la construcción hasta camisas de seda, de maquinaria y herramientas para la industria hasta diversos artículos para el hogar.

 

            En las vísperas de la Revolución los comerciantes de Guadalajara aceptaron que el ferrocarril lejos de beneficiar su actividad en esta ciudad, la había afectado pues algunas poblaciones intermedias que antes se abastecían aquí, prefirieron abastecerse directamente en la ciudad de México, perdiendo así influencia territorial en el centro del país, pero al permitir un movimiento mas fluido de mercancías enfoco sus nuevos mercados hacia el noroeste, donde el proceso de creación del ferrocarril todavía era lento, pero cuyas actividades básicamente agrícolas y mineras exigían una gran cantidad de mercancías manufacturadas para satisfacer sus necesidades, por ello se consideraba que el tendido de vías mas necesario era para cubrir la zona noroeste hasta la frontera cubriendo los estados de Nayarit, Sinaloa y Sonora.

 

            En 1900, es habilitado como puerto Manzanillo, Colima, ya que el tradicional puerto de San Blas ya no era funcional, por lo que se solicito se realizara un tendido de vías hacia esa zona, o que permitiría mantener y mejorar el intercambio mercantil con el extranjero, desde Guadalajara. Sin embargo, desde tiempo atrás Jalisco buscaba tener un nuevo puerto[24], por lo que el 26 de octubre de 1889 El señor Carlos Esteva obtiene la concesión de construir la ruta de ferrocarril Aguascalientes - Chamela en la costa sur del Estado, uniendo en un sentido este o este a la entidad. La vía Guadalajara - Manzanillo se inauguró el 12 de diciembre de 1908, el Ferrocarril del Pacífico detuvo sus obras por los levantamientos en el norte y la vía Chamela nunca se construyó.

 

            Otro proyecto de comunicación promovido por los más prominentes comerciantes locales fue el de la construcción de un canal navegable de Yurecuaro, Michoacán a Juanacatlan, y prolongarlo hasta Salamanca, Guanajuato y Guadalajara, aprovechando los cauces del sistema Lerma-Chapala-Santiago, por lo que en 1890 se firmó un convenio entre el gobierno federal y estatal para realizarlo, y en el se utilizarían barcos de vapor, y debía ser terminado en un plazo de 2 años. pero una serie de contratiempos y problemas de administración pública no permitieron la realización de dicho proyecto.

 

            Guadalajara, a finales de la Época Porfiriana era una ciudad “moderna” con varios medios de comunicación, como el Telégrafo que se instalo por primera vez en 1868, pero que para 1910 ya enviaba y recibía mensajes de todas partes del mundo. El teléfono llega en 1884, y tuvo una rápida aceptación pues para 1900 se tenían 2, 087 kilómetros en líneas uniendo a varias poblaciones y haciendas importantes del estado con esta capital. El correo desde 1893 promovió giros nacionales e internacionales a países como Estados Unidos, España, Guatemala y Cuba. Para facilitar el transporte de personas y mercancías en la zona urbana y poblaciones aledañas se puso en funcionamiento el sistema de tranvías eléctricos en 1907, aunque ya existían los denominados tranvías de mulitas beneficiando al comercio local, sobre todo al de la zona centro de la ciudad, pues todas las rutas convergían en él.

 

CONCLUSIONES.

 

            Con esto queda demostrada la vocación comercial de Guadalajara, por lo que su localización  y su facilidad de acceso marcaron su futuro como ciudad mercantil, y para el siglo XX de servicios, quedando así configurado su aspecto territorial enmarcado pro el desarrollo comercial y como polo de atracción de las localidades rurales de expulsión de población durante los procesos de crisis agropecuarias. Guadalajara, su población y su entorno son resultado de esta vocación y de su tradición.

 

 

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[1] Profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Guadalajara

[2] En la actualidad es parte del estado de Zacatecas, agregando el nombre de González Ortega.

[3] Este último era un centro religioso indígena

[4] En este punto fue donde se localizaron los cimientos en el año de 1960

[5] Para mayores datos revisar la Crónica Miscelánea del Padre Tello o en Mata Torres, Ramón. PRIMER CURSO DE INFORMACIÓN SOBRE GUADALAJARA. Guadalajara, Jal., 1980.

[6] Nuño de Guzmán se encontraba en España, de donde nunca volvería, defendiendo su causa, y de las acusaciones que fue objeto por los abusos cometidos durante la Conquista, en nombre del Rey.

[7] Elementos utilizados en la producción de los metales preciosos, como el oro y la plata, tan importantes durante este periodo.

[8] Estas asignaciones fueron entregadas mediante cédulas reales

[9] Descripción Geográficas de los Reinos de la Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León de Don Alonso de la Mota Padilla. Obra citada por MARTINEZ R., Fernando, Los Tapatíos, Un modo de Vivir. Ayto. de Guadalajara, 1987. P. 67

[10] Hoy en día equivaldría a los tianguis clásicos donde se ofrecen productos como fruta, verdura, carne, lácteos y productos básicos para la vida diaria.

[11] Institución que actuaba como tribunal mercantil, ejercía control sobre las importaciones y exportaciones fijando los impuestos a pagar, cobraba el peaje de mercancías y con el dinero obtenido debía fomentar obras de comunicación para facilitar el transporte de las mercancías.

[12] Hoy parte del estado de Nayarit, que en esa época era parte de la Intendencia de Guadalajara

[13] En el Cantón de Tepic, cerca de Paso de Alica.

[14] Principalmente los dos últimos por tener más capacidad de paso en áreas escarpadas

[15] Hoy El Zalate

[16] Posiblemente ésta se encontraba sobre el Arroyo de San Andrés, cerca de lo que actualmente es el cruce de la Avenida Plutarco Elías Calles y José María Iglesias, sobre la calle de Rancho Grande. Este punto es él más bajo de la zona, por lo que ahí se instaló en 1990 el Colector Oriente.

[17] Municipio de Ixtlahuacán

[18] Habilitado desde la Colonia pero mejorada durante la Independencia, al adquirir mayor importancia San Blas (Nayarit), por estar Acapulco y Manzanillo en poder de las tropas Insurgentes.

[19] Aunque ya se conocía como Puente Grande, pues la existencia de éste dio origen a la localidad

[20] Este camino a principios de la colonia fue parte de la Ruta de la Plata, pero debido a lo peligroso del cruce de la Barranca, se buscó otra ruta, que uniera a Zacatecas con otras zonas de producción de Plata como Guanajuato.

[21] Este camino actualmente es la carretera que comunica a Guadalajara con su zona norte y una ruta alterna para llegar a Zacatecas.

[22] Por lo caudaloso del río, su amplitud y la impresionante caída de agua que tenía fue denominado el "Niágara de México".

[23] Hoy en día solo quedan como vestigios de su existencia bardas de adobe, y cortes en la roca, que permitían su instalación y manipulación, en lo que son los terrenos del Zoológico.

[24] Cabe recordar que San Blas era ahora parte del Territorio Federal de Tepic, que había sido segregado de Jalisco y que seria considerado estado en la constitución de 1917.