Sincronía Summer 2008


EL PADRE PLACENCIA EN TONALÁ

José Concepción Martín Martín

Universidad de Guadalajara, México


Alfredo Ramón Placencia Jáuregui fue un sacerdote poeta. Nació en Jalostotitlán, Jalisco, el 15 de septiembre de 1875 y murió en Guadalajara el 20 de mayo de 1930. Escribió poemas predominantemente místicos a lo largo de su vida. Algunos de ellos fueron publicados en colecciones como EL LIBRO DE DIOS, EL PASO DEL DOLOR, DEL CUARTEL Y DEL CLAUSTRO, EL VINO DE LAS CUMBRES, LA FRANCA INMENSIDAD, EL PADRE LUIS, VARONES CLAROS, LA ORACIÓN DE LA PATRIA…(Ramírez, 191-193)

El 19 de octubre de 1887 ingresa al Seminario Conciliar de San José, en Guadalajara. El 17 de septiembre de 1899 fue ordenado sacerdote. De 1899 a 1930 ejerció su ministerio en las siguientes poblaciones: Nochistlán (Zacatecas), San Pedro Apulco (Zacatecas), Bolaños, San Gaspar de los Reyes, Parroquia de Jesús (Guadalajara), Amatitán, Ocotlán, Temacapulín, Portezuelo, Jamay, El Salto, Acatic, Tonalá, Atoyac, San Juan de los Lagos, Valle de Guadalupe, Capilla de Guadalupe, Parroquia de El Sagrario (Guadalajara). Todos los destinos anteriores, excepto los dos primeros, son del estado de Jalisco. Abarcan hasta 1922. De 1923 a 1930 peregrinó por California (Estados Unidos), República de El Salvador y vuelta a Guadalajara. (Ramírez, 9).

En este artículo me voy a ocupar de su estancia en Tonalá, Jalisco, donde fue párroco, del 21 de mayo de 1918 al 21 de enero de 1920. La fuente principal de información es la correspondencia de Alfredo Placencia que se localiza en las cajas de la parroquia de Tonalá, del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (AHAG), situado en la calle Reforma, esquina Pedro Loza, en la Zona Centro. Cartas de él, cartas a él, de tipo administrativo. A veces las citaré completas, a veces sintetizadas.

Tonalá es un municipio de la Zona Metropolitana de Guadalajara, al oriente. Cuando el padre Placencia fue párroco ahí, Tonalá estaba netamente separada de Guadalajara, rodeada de campos de cultivo. El padre Placencia acababa de salir de Acatic, donde fue párroco por primera vez, en 1916-18.

En Tonalá durará el padre Placencia veinte meses. Las cajas 5 y 6 de la parroquia de Tonalá del AHAG serán las fuentes de la información que sigue. Encontré diecinueve hojas, unas carta otras oficio, a veces con datos en ambas caras. La primera es del 19 de junio de 1918, y del 2 de enero de 1920 la última.

No olvidemos que todavía hay humo de la Revolución Mexicana, que el arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco Jiménez, no era grato al gobierno revolucionario y que, por lo tanto, a veces andaba escondido y a veces desterrado. Por eso la correspondencia normalmente se envía al Vicario General, don Manuel Alvarado. A él escribe Alfredo Placencia para abogar por uno de los sacerdotes que le ayudaban:

Tonalá, junio 19 de 1918.

Muy ilustre señor vicario general y gobernador de la Sagrada Mitra de Guadalajara, canónigo doctor don Manuel Alvarado.

Desde que en este lugar se hizo un robo al padre don Ascensión García, solicitó de esa Superioridad se le removiera de aquí, adscribiéndosele a Ocotlán, con el carácter de ministro, en razón de estar allá establecida su familia.

Parece que esa Superioridad ha tenido alguna dificultad para acceder a la petición del padre, pues se le ha ordenado que continúe en Tonalá. El padre, sin embargo, insiste, y me ruega que hable yo por él alguna palabra, a lo cual accedo, porque sé por experiencia que nunca puede contarse con un eclesiástico contrariado, si no es para las labores más urgentes y acostumbradas del ministerio.

Yo, creyendo que el padre sería removido, a juzgar por el sabor de la contestación que se dio a su primer oficio, me dirigí al Prelado (el arzobispo Orozco), rogándole se dignara, si ello decía bien con los intereses de la Iglesia, nombrar, en sustitución del padre mencionado, al padre Candelario Mata, de Jalos, o al padre Zacarías Delgadillo, que está por aquel rumbo de San Julián, me parece; pues cualquiera de los dos es celoso y apropiado para que me ayude a fundar en esta parroquia los centros de catequismo, lo cual, en mi concepto, constituye la primera y más apremiante necesidad. Así es que muy respetuosamente suplico a Su Señoría se digne, al salir el padre García, mandarme a cualquiera de los dos señores eclesiásticos a quienes acabo de referirme.

He escrito esta mi respetuosa solicitud sin darle el carácter de oficial, porque siento mayor confianza con Su Señoría cuando me le acerco y le hablo como el antiguo discípulo que le ha sido deudor de tantos y tan inmerecidos favores.

Envío a Su Señoría con mi viejo respeto mi incondicional adhesión y beso su mano. Alfredo R. Placencia.

En seguida viene un oficio sin fecha, mecanografiado, firmado por Placencia. Debe de ser de fecha cercana posterior al anterior, pues se sigue tratando del padre Ascensión García. Tengo a veces la tentación de resumir los documentos, pero con frecuencia no cedo, pues no le quiero quitar el sabor a Placencia. Recordemos que estamos leyendo textos de un sacerdote poeta, buen manejador del castellano, aunque esté tratando asuntos administrativos. Ahora Placencia sugiere otro posible reemplazante del padre García a su querido ex maestro Alvarado:

Adjunto a Su Señoría el oficio que ha sido contestación del Prelado a mi comunicación de primero de junio, y en la cual pedía que al salir de esta parroquia, como lo ha solicitado, el padre Ascensión García, se dignara el Ilustrísimo Señor (arzobispo Orozco) nombrar substituto o al padre Candelario Mata o al padre Zacarías Delgadillo.

Algunas personas sensatas de aquí me indican que para las labores de los centros de doctrina cristiana que pienso fundar por los ranchos de esta feligresía, sería muy celoso y apropiado el padre Fernando Vargas, que se halla actualmente en Tuxpan, me parece. Si Su Señoría hallare oportuno (…) la designación de este señor, yo le suplico muy respetuosamente se digne hacerlo, o si no, mandarme la persona que crea conveniente.

Como el venir el nuevo ministro con el carácter de capellán del Santuario del Sagrado Corazón, acarrearía acaso algunas dificultades, le estimaré a Su Señoría para nada se haga mención de ello en el oficio que se le extienda. El pueblo mismo ayuda aquí a que el capellán, si no es hombre sensato y de buena disciplina, se constituya absoluto y se revista de cierto carácter independiente, lo cual es una rémora, en mi concepto, para la parroquia, y en consecuencia, un escándalo para los fieles.

Dios nuestro Señor guarde por muchos años la importante vida de Su Señoría (…)

En la carta del 12 de julio de 1918, Placencia envía a don Manuel Alvarado consideraciones muy interesantes sobre archivos, cuentas, deudas, actitud de los "indígenas" de Tonalá y otros asuntos:

Mando a esa Superioridad las cuentas de esta parroquia, correspondientes a la segunda parte del tercer bimestre del presente año.

A pesar de que son como de ley los deficientes en esta parroquia, como lo está demostrando el Obvencionario, pues de enero de 1905 a junio de 1918 solo ha habido sobrantes, y ellos de ninguna significación, en cuatro o cinco bimestres, y sobrantes, de más a más, de los cuales nada ha percibido la Sagrada Mitra, pues se han naturalmente aplicado a cubrir los anteriores deficientes, quiero, sin embargo, hacerme la ilusión de que las condiciones pecuniarias de aquella alguna vez mejorarán, cuando logre que los indígenas se persuadan de que deben satisfacer los derechos parroquiales con la equidad hasta aquí por ellos desconocida y jamás acostumbrada; y alentado por esta ilusión, quiero suplicar a esa Sagrada Mitra tenga a bien dejarme la parroquia con todos sus proventos, después, se entiende, de haber mandado la pensión conciliar, así como las misas pro pópulo y los derechos de revisión de cuentas.

Al hacer esta petición, no tanto atiendo, o mejor dicho, para nada he tomado en cuenta mis propias necesidades, que, en verdad, en los tiempos actuales no alcanzo a remediar con lo que de la parroquia percibo, sino que me mueve a ello la urgencia, que no hay que despreciar, de empastar el archivo, que se halla casi por completo desbaratado y cuy registro por aquella razón se ha hecho imposible.

La mayor parte de los libros tiene pastas de cartón corrientísimas, de aquellas que en tiempos normales se pagaban a treinta y siete centavos o cincuenta; y si valorizamos los libros, así empastados y dado el escaso número de hojas con que cuentan, entiendo que no hay uno que haya costado arriba de $1.00.

Y a propósito de esto, ¿no convendría copiar de nuevo los libros que por razón de su misma antigüedad o por la incuria o están borrándose o casi pulverizados?

Creo que Su Señoría tendrá a bien hacerme la concesión que le ruego, pues no se escapa a su prudencia y a su ilustración y a su celo lo grave y lo urgente de esta necesidad (…) (Caja, carpeta 8, anverso).

El 19 de julio, el señor Alvarado remitió lo anterior al padre F. Quintana, cajero de la Mitra, quien contestó el día 20 opinando: "Es exacto lo que asienta el señor cura de Tonalá, en la comunicación anterior: rara vez muestran las cuentas del obvencionario parroquial sobrantes y cuando las ha habido no han sido de consideración. (…)

El señor Alvarado mandó que le contestaran al párroco Placencia el día 23:

Se conceden al señor cura de la parroquia de Tonalá los sobrantes del obvencionario, cuando los hubiere, por tres años a contar desde la fecha, para los gastos del archivo, a fin que lo ponga al corriente; en la inteligencia de que hará en la Secretaría el pago de las asignaciones impuestas y remitirá las cuentas cada bimestre para su revisión y aprobación. En cuanto a la licencia para copiar los libros que están acabándose por su antigüedad, solicítela por separado ampliando las razones que hubiere y explicando qué forma se piensa hacer tal copia (…) (Caja 5, carpeta 8, reverso.)

En seguida, un caso más de apoyo del señor cura Placencia a otro colega sacerdote: el padre Jesús García Inda. El oficio siguiente, del 5 de agosto de 1918, está dirigido también al Gobernador de la Mitra, don Manuel Alvarado:

En carta de hoy me dice el padre (…) Inda que hoy, es decir: después de un mes de llegado, solo le han pagado los vecinos de San Martín $15.00, y que a juzgar por lo que está viendo no hay esperanza de que alcancen a pagarle, si no es en pequeños abonos y con el peligro de que a la postre algo le queden debiendo.

Esto lo esperaba yo, pues los indígenas pidieron el padre creyendo con certeza absoluta que la Superioridad accedería a la petición que elevaron que les fueran cedidos, con perjuicio, mejor dicho, con ruina de la parroquia, los derechos de matrimonios, presentaciones y bautismos de aquel pueblo.

En tal virtud, y preguntándome el padre qué debe hacer, le he aconsejado que pase a exponer esto a Su Señoría, asegurándole que por ninguna manera hallará justo esa Superioridad tenerlo allí sin estar debidamente asegurada la necesaria sustentación.

Por mi parte, como ya lo indiqué hace pocos días, agrego que el padre no es necesario en San Martín, pues no dista de la cabecera arriba de cuatro kilómetros.

Yo gravaría mi conciencia con ayudar a que San Martín se dispense el lujo de tener capellán a costas de la vida de este pobre y contra lo establecido por el Derecho.

Su Señoría se dignará resolver con mejor prudencia lo que sea de justicia (…)

La Sagrada Mitra respondió favorablemente el 16 de agosto:

Queda entendida esta Sagrada Mitra de que no se le ha pagado al padre Jesús García Inda, por lo cual, ya se le ha ordenado al mismo que no vuelva a San Martín; pasado el día 1º de septiembre, si los vecinos de la mentada población aseguran el pago del padre capellán, se dirigirá el señor cura de Tonalá a esta Superioridad para mandar capellán, si es que las circunstancias cambian favorablemente. (…)

Firman los señores Manuel Alvarado, Silvino Carrillo y Miguel Cano.

Se está quedando solo en Tonalá el señor cura Placencia. El 26 de septiembre, ante el señor Alvarado, aboga por la salida de otro ayudante:

Me parece que, dadas las circunstancias especiales de Tonalá, no puede esperarse, a pesar de las franquicias de que habla la última circular del Gobierno Eclesiástico, que pueda asegurarse la congrua sustentación al padre Sedano. Así es que queda en pie la pregunta que por mi conducto ha hecho este señor a esa Superioridad.

Parece que el padre, según me dice, puede quedar muy bien en México o en Colima; y por otra parte, no habiendo la carga de las misas de los días de fiesta ni otras muchas labores que por lo angustioso de la situación se han suspendido, o cuando menos dificultado, es bastante dejar al solo encargado de la parroquia al frente de esta (…)

Hay que subrayar las expresiones "lo angustioso de la situación" y "encargado de la parroquia". Siguen los efectos anticlericales o anticatólicos de la Revolución. El servicio parroquial está disminuido. Por la palabra "encargado" se puede entender también que el padre Placencia no tenía nombramiento definitivo como párroco de Tonalá. Unos diez años después, el padre Gumersindo Sedano será uno más de los asesinados por el gobierno callista, suponemos que por ser sacerdote. En el reverso del folio de Placencia, el mismo 26 de septiembre, los señores Alvarado, Carrillo y Trinidad Santiago respondieron y firmaron: "Accediendo a la petición que antecede, se exonera al señor presbítero don Gumersindo Sedano del ministerio que desempeña en Tonalá; y se le permite que regrese a su diócesis de Colima o vaya a México si cuenta con la licencia de su Prelado."

Pero pronto hubo marcha atrás con buenas noticias del padre Placencia al señor Alvarado, el 1º de octubre:

En la noche del jueves pasado estuvo conmigo una comisión de vecinos a decirme que se hallaban en la mejor voluntad de ayudar a la parroquia, mientras duren las malas circunstancias actuales, a pagar la mesada del padre Sedano (…)

Como era mi deber, acepté su ofrecimiento y les prometí que trabajaría por evitar la remoción de dicho eclesiástico (…) para que si a bien lo tiene su superior prudencia, se digne revocar su resolución última (…)

Don Manuel Alvarado accedió el 3 de octubre: "(…) puede seguir el padre Sedano como ministro en Tonalá en tanto esta Superioridad no disponga otra cosa, y percibiendo el sueldo acostumbrado."

1919. En la carpeta 18 de la caja 5 de la parroquia de Tonalá del AHAG, hay otro caso más de ayuda del padre Placencia a otra colega, esta vez en problemas con el gobierno civil de El Salto. Por el oficio que sigue nos enteramos que El Salto era en 1918 vicaría de Tonalá. Defiende el padre Placencia al padre Orozco, aunque de paso algo lo critica. El oficio no tiene fecha, pero como fue respondido por la Mitra el 29 de enero de 1919, pudo haber sido redactado a fines de 1918 o a principios de enero de 1919:

Muy ilustre señor Gobernador de la Sagrada Mitra:

Le ha acontecido al padre Orozco, de El Salto, un percance serio y angustioso.

El martes que acaba de pasar, a las cinco de la mañana, una fuerza de veintiocho hombres se presentó en aquel lugar con orden del Gobierno para fusilarlo, en unión de su hermano y de seis vecinos más, acusados como conspiradores contra aquel por el grupo de liberales, pequeño pero aguerrido, que ha estado como encargado de mortificar a los católicos, a la cabeza el padre de la vicaría.

Afortunadamente la persona o jefe que encabezaba aquella gente debe ser persona que oye, pues atendió las súplicas de los vecinos que le hablaron, y cinco horas más tarde estaban puestos todos en libertad.

Los liberales con esto están exasperados y parece que no han de dejar en paz ni al padre ni a los católicos; con lo cual ha venido a hacerse insostenible por más tiempo la permanencia del padre Orozco en El Salto.

No ha sido precisamente el padre quien me ha notificado lo sucedido, sino algún vecino bien intencionado de la Vicaría. Así es que si Su Señoría lo cree prudente, yo sería de opinión que sea el padre removido, mandándose otro en substitución de él.

Convendría que el padre que lo substituya sea un hombre de cierta entereza y valor civil; pues como estuve yo en aquel lugar, sé por experiencia que ante un eclesiástico tal como lo pinto, se mostrarán menos valientes los liberales.

El padre Orozco, ya por este incidente, ya por la larga serie de desastres que le han pasado en el tiempo que lleva en El Salto, está enfermo y necesitado de pasar unos días en Guadalajara, por atender un tanto su salud, y yo le rogaría a Su Señoría tenga la caridad de concederle ese favor, si para ello no tiene inconveniente esa Superioridad.

El padre Benedicto López, actual encargado de la vicaría de Juanacatlán, es eclesiástico INTELIGENTE, como se necesita y no miedoso; si parecido a él tuviere alguno esa Superioridad qué mandar, entiendo que las cosas podrán componerse o se descompondrán menos, que es lo más que puede pedirse en los tiempos que atravesamos. (…)

Se le hizo caso una vez más al padre Placencia: don Manuel Alvarado firmó el 29 de enero de 1919: "Exonérese al padre Orozco de la vicaría de El Salto, nombrándose en su lugar al presbítero Benedicto López (…)"

Parece que en febrero de 1919 el párroco de Zalatitán, vecino del territorio del padre Placencia consultó a la Sagrada Mitra sobre que algunos de sus feligreses estaban cumpliendo sus obligaciones en la parroquia de Tonalá. La Mitra comunicó al señor cura Placencia:

Guadalajara, febrero 15 de 1919.

Vista la comunicación del señor cura de la parroquia de Zalatitán, en la cual manifiesta que el rancho denominado "La Chancharra", que su dueño llama "San José de Buenavista", se cree pertenece a su parroquia, pero los fieles por comodidad acuden generalmente a la parroquia de Tonalá para lo que se les ofrece; en obvio de dificultades y para expeditar la administración de los sacramentos a los fieles, oído el parecer del Cabildo Metropolitano, quien está anuente con lo que se va a disponer, se decreta: si los fieles del mencionado rancho tienen que arreglar en Tonalá sus asuntos civiles relativos al registro de nacimientos y matrimonios, dicho rancho lo administrará la parroquia de Tonalá; en caso contrario pertenecerá a Zalatitán. Los párrocos respectivos cuidarán de que los fieles cumplan con esta disposición (…)

Firman el señor Alvarado y el prosecretario Trinidad Santiago.

El señor cura Placencia sigue sin doblarse de buena gana a las actitudes autonomistas de los indios de Tonalá. Lo externa en el siguiente documento al señor Alvarado, relativo a un Cristo de los indios de Tololotlán. Para iniciar, alaba a un ex párroco de Tonalá:

Desde que fue cura de este pueblo el justo y virtuosísimo padre don Jaime de Anesagasti, estos indios, dotados por Dios de buena índole, vinieron en perder su vieja docilidad, entendiendo mal las muchas concesiones de aquel santo hombre, concesiones que él encontró justas, ya por las circunstancias de aquellos tiempos, ya por las de las gentes, ya por las de las cosas; y así es como ha sucedido que los indios quedaron acostumbrados a que las cosas se hagan en la parroquia, no según lo dispone la Autoridad eclesiástica, sino como lo reclaman sus propias pretensiones y sus caprichos.

Por esto no ha vuelto a haber, desde que aquel señor desapareció de Tonalá, ningún cura (y en verdad que con excepción mía todos han sido recomendables y virtuosos) que les satisfaga y a quien acepten.

Hace dos o tres días se presentaron dos indios delante de mí a hacer como que pedían mi permiso para traer del pueblo de Tololotlán a visitar el templo principal de la cabecera, una imagen de Cristo crucificado que se venera allá, y habiéndoles dado lo que pedían, pero advirtiéndoles que la limosna que los fieles dieran con ese motivo no iría a parar a otras manos que a las mías, ni se invertiría en otra cosa que en remediar las gravísimas y viejas necesidades de la iglesia parroquial, protestaron y respondieron que ya avisarían mi resolución a aquellos señores, los indios de Tololotlán (así se llaman unos indios a otros cuando tienen que mencionarse delante de alguna autoridad, y más si se trata de la Eclesiástica), a fin de que aquellos hablaran la última palabra y dijeran si era de atenderse o no lo ordenado por mí.

No volviendo a acordarme más del asunto, ayer hablaron con el padre Sedano, nombrándolo abogado, a fin de que me incline él a que deje que las cosas se hagan en la parroquia como ellos quieran y no como ordene yo, pero no habiendo obtenido el resultado que pretendían, pues el padre es una persona sensata y de buen sentido, parece que tratan de pasar ahora con la misma impertinencia ante Su Señoría.

Creo de mi deber prevenir la atención de Vuestra Ilustrísima con este asunto, a fin de que cuando lleguen ellos, haga favor de hacer Su Señoría lo que, conocidas como me son sus dotes gubernativas, me consta que hará.

A los indígenas les place mucho injerirse en el manejo de las limosnas, y aquí, en Tonalá, de tal manera se ha acentuado ese mal espíritu, que aun el predicador de las fiestas, que han de ser siempre pensadas y dispuestas y organizadas por ellos, ha de venir de donde ellos digan, y tiene que ser el que ellos designaren; desorden, este, gravísimo que a todo trance importa tener el valor de desarraigar.

Cuando los vi un tanto insolentes y descomedidos, les dije, procurando mantener mi serenidad: que aquella actitud me era ofensiva y desagradable, y que yo sabría, si llegaba a convencerme de que era esa su conducta habitual con la Autoridad Eclesiástica, cómo tendría qué hacer para que el Prelado o Su Señoría dejara este pueblo sin sacerdotes, toda vez que su autoridad está aquí por demás.

Tengo mucha fe en que la resolución que Su Señoría dará a los indígenas será la que el caso reclama y la que es muy capaz de dar a esta dificultad Su Señoría.

Tonalá, marzo 15 de 1919.

El siguiente día 18, don Manuel Alvarado firma en el reverso la respuesta, alabando pero recomendando prudencia: "(…) se alaba su modo de proceder defendiendo derechos parroquiales, y que se tendrá en cuenta lo que expone (…); al mismo tiempo se le exhorta a que continúe del mismo modo, recomendándole sólo que proceda con grande prudencia (…)"

Por algunas opiniones del padre Placencia en el anterior oficio, se puede entender que no iba para durar mucho en Tonalá. No pasará de enero de 1920. Pero por lo pronto falta todavía presentar mucho material de 1919. Por ejemplo, lo que sigue, referente a Arroyo de Enmedio, Tateposco y San Martín, de Placencia al señor Alvarado:

Agradeciendo a Su Señoría la por mí inmerecida dignación de juzgar esa Superioridad necesaria la humildad de dictamen en el asunto del padre capellán de Arroyo de Enmedio, puedo informar a Su Señoría que no solo es, en mi concepto, de utilidad que se nombre dicho capellán, sino altamente necesario.

Esa pobre gente está desmoralizadísima, y la capilla a tal punto abandonada, que hasta juzgo indigno el lugar de que se celebre en él el Santo Sacrificio de la Misa. Teniendo capellán allí, este se pondrá indudablemente, así a catequizar aquellos pobres, que tanto lo necesitan, como a trabajar cuanto pueda por reparar el templo, para la cual obra, tanto el señor ingeniero como los habitantes de la hacienda mucho le ayudarían.

¿No juzgará conveniente Su Señoría que dicho padre se encargue de las misas y de la administración de San Martín? Por razón de la distancia, que en sí no es grande pero que viene haciéndose tal por la escasez de clero de la cabecera y por el quehacer que no falta aquí, no es fácil para los dos eclesiásticos de Tonalá atender el catequismo allá cuanto es necesario, y sí le será muy hacedero al nuevo capellán, lo mismo que fundar y atender el de Tateposco, en donde es también altamente necesario, pues acaso no ignore esa Superioridad que los protestantes han sentado en ese pobre pueblo sus reales alguna vez, habiendo arrojado en aquella tierra una semilla que por desdicha no ha sido infructuosa.

Es esto (…) cuanto puedo decir a Su Señoría en atenta contestación a su oficio de tres de los corrientes.

Tonalá, abril 6 de 1919. Alfredo R. Placencia.

El padre Sedano vuelve a la carga de dejar Tonalá. Da sus razones al señor Alvarado en oficio del 23 de abril:

Desde la clausura de los templos para acá, notablemente se ha acentuado la pobreza en esta parroquia; al grado de que, desde entonces el señor cura de muy buena voluntad y oportunamente ha venido prestándome algo de dinero para ir cubriendo penosamente los gastos de subsistencia. Llegando ya mi deuda con el señor a casi trescientos pesos y viendo que en vez de mejorar mi situación más bien ha de empeorar con ocasión de la capellanía de Arroyo de Enmedio, no he vacilado en dirigirme a Su Señoría con el fin de suplicarle vea si es posible darme algún otro destino donde, a la vez que pueda yo cubrir mis necesidades sin acudir al préstamo, pague también la cuenta al señor cura Placencia, ya que también él no está muy abonado que digamos; y si se ha desprendido de lo suyo para dármelo o prestarlo ha sido solo en fuerza de su generosidad y afecto personal con que siempre me ha visto.

De lo dicho se desprende, señor, que si el destino que solicito no fuere tal que llene la exigencia propuesta, sería peor para mí; ya que entonces no solamente me traería nuevos gastos con el cambio sino que ante el mismo señor Placencia me colocaría en peor estado, pues aquí él sabe y ve lo que tengo y yendo yo a otra parte hay lugar a pensar que tal vez teniendo no quiero pagar o soy moroso, como ya otra vez me pasó no hace mucho.

Perdone Su Señoría si tal vez por la franqueza con que siempre hablo alguna vez falte al respeto y consideraciones debidas a la Superioridad, pero protesto tener voluntad de ser respetuoso y comedido.

Es gracia que solicita el mismo que pide a Dios conserve muchos años la vida de Su Señoría, para bien de su Iglesia.

El padre Placencia vuelve a apoyar al padre Sedano ante el señor Alvarado, el mismo 25 de abril:

Adjunto encontrará Su Señoría un oficio del padre Gumersindo Sedano, en el cual ruega a esa Superioridad se tenga a bien, si para ello no obsta impedimento, adscribirlo a algún otro lugar en donde pueda con menos dificultad atender las necesidades que en el oficio mencionado habla.

Creo de justicia informar a Su Señoría que la labor del padre en esta parroquia ha sido continuada y benéfica, como los mismos fieles pueden atestiguarlo. Ha dado verdadero impulso al catequismo, secundando con eso las altas y prudentísimas miras de nuestro Ilustrísimo Prelado (Francisco Orozco Jiménez).

Lo anterior está mecanografiado. A continuación, después de la fecha y la firma, sigue esta posdata manuscrita: "Por las mismas razones que el padre Sedano asienta, ruego a Su Señoría no designe nuevo ministro hasta en tanto no se componen un tanto las circunstancias pecuniarias de la parroquia. (…)"

El 5 de mayo envía al señor Alvarado el "Informe que rinde a la Autoridad Eclesiástica el presbítero Alfredo R. Placencia sobre el estado de la Parroquia de Tonalá, en el cuatrimestre primero de este año de 1919". Está de antología. Es una hoja oficio por ambos lados, a renglón seguido. Se transcribe íntegro. En su mayor parte rezuma pesimismo, sobre todo al hablar de los indios:

Rindo a Vuestra Muy Ilustrísima el informe que debe cada cuatro meses rendirse por los párrocos sobre el estado que en todos los órdenes guardan las parroquias por ellos administradas.

En el orden moral, esta de Tonalá, con tristeza mía, deberá ser la última; obedeciendo su mal estado a la inconstancia para el bien que caracteriza a esta raza, así como al poco o ningún conocimiento que tiene de la dignidad del sacerdote, y, en consecuencia, del respeto y miramiento que se le debe.

El desconocimiento de la justicia de los derechos parroquiales es absoluto, resultando de ello: que no ocupan para nada a la Parroquia, pues hacen sus triduos y novenarios en sus propias casas, invirtiendo en comidas, y pólvora, y música y borracheras las limosnas que los mal entendidos devotos tienen cuidado de llevar al dueño de la casa y promotor de la fiesta; y segundo: que ocupando la Parroquia solamente para que en ella se celebre alguna misa, las más de las veces rezada, para dar conclusión a los cultos mencionados, quieren hacerlo de balde, o si algo dan ha de ser poniéndole al párroco condiciones que por gobierno y por dignidad nunca debe aceptar.

Las necesidades imperiosas de la Parroquia nunca se han remediado en mi tiempo satisfactoriamente; porque si se atiende al pago del cura y del ministro y de los empleados, a pesar de las discusiones y los disgustos con los fieles para arrancarles los derechos, difícilmente se hace, como lo prueba el obvencionario; y en cuanto al culto, apenas y con grande pobreza alcanza a sostenerse, debido a lo escaso de las limosnas de los fieles.

De ropa está el templo escasísimo. Ha habido que mendigar de las iglesias de Guadalajara algún purificador o corporal que por viejo les sobre, para tener con que atender aquí al SANTÍSIMO. De la Capilla de la Inmaculada acaban precisamente de mandarme unos dos conopeos viejos y algunos otros lienzos humildes y también de desecho, de que pienso hacer alguna cota para comenzar a vestir los acólitos.

Acaban de pasar las fiestas de la Santa Cruz. Fue espléndido, hasta causar indignación, el derroche y el despilfarro que con ese motivo hicieron.

Se malforjaron en las calles dieciocho capillas a la Santa Cruz, debiendo haber pasado de ocho arrobas la cera que ardiendo en ellas de día y de noche se consumió.

Las danzas de los pueblos vecinos y los de aquí trabajaron bailando todo el día, y cuatro músicas de aliento, la de aquí, la de San Juan de Ocotán, la de Cajititlán y la de San Juanito importunaron todo el día y la mayor parte de la noche, amén de dieciocho mariachis que estuvieron tocando sin cesar en las capillas mencionadas.

La iglesia entretanto desierta, sin manteles más que el altar mayor, el SANTÍSIMO alumbrado con velas casi de parafina, y chicas y delgadas, y el padre ministro sin contar para la humildad de su subsistencia con más que los $30.00 que percibe de la parroquia y otro tanto de las aplicaciones que por favor de DIOS no han llegado a faltarle.

Como esta fiesta de la Santa Cruz, se han hecho en casas particulares la del apóstol Santiago, titular de la parroquia, la de JESÚS Nazareno, la de la Virgen de Guadalupe, la de la Virgen de Talpa, la de Santa Cecilia y algunas otras que no recuerdo o de que no tuve noticia, sirviendo de capilla, como antes he dicho, la casa de algún indio que reúne las limosnas y que es el que merece la confianza del pueblo para organizar aquellas, ordenar al párroco quién ha de predicar en ellas, cuando terminan en la parroquia, etc., etc.

Opino que este mal es gravísimo; hace a los indios como cismáticos y disidentes, los independiza de la dirección y gobierno parroquial, los vuelve duros para el sacerdote, el templo les es extraño, se olvidan del culto divino, y nos reputan a nosotros los únicos obligados y responsables de él, exigiéndonos, en consecuencia, que sea atendido de nuestro propio peculio, escaso de suyo y bien miserable.

Su Señoría deberá ver y saber estas cosas con dolor y con desagrado, y se me antoja, porque entiendo que tal vez lo hallará oportuno, que escriba alguna carta dirigida al pueblo y que yo leeré con gusto en la iglesia. El pueblo la aguarda, pues al hacerles notar ayer el desorden de sus cultos, les hice saber la obligación que, como párroco, pesa sobre mí de avisar esto a la Superioridad eclesiástica, para que ella diga alguna palabra, a fin de lograr así el remedio de mal tan deplorable y funesto.

La embriaguez está a la orden del día, asentándose más en los domingos y días de fiesta; y son contados los fieles que respetan el descanso dominical, pues todos los indios, casi, queman su loza de manera que no terminan sino hasta las tres o cuatro de la mañana, hora en que salen para Guadalajara a venderla, con perjuicio de la Santa Misa que pocos oyen por la misma razón de no dejar pasar la hora de la actividad del comercio.

Mesalinas hay pocas, y no sé si tengan casas especiales.

En cambio de todos estos males, el catequismo está a buena altura. Los niños, en número de 480 aproximadamente, acuden con gusto y con buena voluntad.

Tenemos treinta y tantas señoritas catequistas y como quince jóvenes varones que nos ayudan en esas tareas que DIOS Nuestro Señor está bendiciendo.

La Asociación de Padres de Familia quedó fundada, aunque está decaída desde al fundarse, debido a que no es posible que los indios acudan a mi llamado, ni se den, por lo mismo, cuenta de qué se trata.

Obras materiales ninguna ha podido efectuarse, debido a la pobreza de tiempo y de gente.

En cuanto al corral anexo a la Escuela Parroquial, de que fue esta iglesia despojada al tiempo de quitársele aquella, no me he resuelto a fraccionarlo por una tapia, conforme opinaba la Autoridad y aprobó Su Señoría, porque hecho el presupuesto de lo que dicha división puede costar, resulta que el gasto que la empresa ocasionará equivale a tanto cuanto el corral en cuestión puede valer, pues van a darse aproximadamente $125.00 pesos por un espacio de tierra que, aparte de no valerlos, queda en el mismo peligro de ser de nuevo usurpado por otra autoridad. Espero que Su Señoría pronuncie su última palabra sobre este asunto, protestándole yo por mi parte la más pronta y absoluta obediencia.

Hay que decir algo ahora respecto a las capillas rurales. En San Martín continúa celebrándose el Santo Sacrificio todos los días de fiesta, lo mismo que en Arroyo de Enmedio. En ambos pueblos, así como en Tateposco, se ha fundado el catequismo que atiende el padre Arriaga, ayudado por cuatro minoristas que el señor cura Llerena tuvo la bondad de facilitarnos y que están trabajando con celo y con verdadera piedad.

El estado material de estas iglesias es bueno en Tateposco, en San Martín regular, y pésimo en Arroyo de Enmedio. Su Señoría sabrá si conviniera hacer (…) algún extrañamiento al señor ingeniero Quevedo.

En Coyula la iglesia está pobre, aunque no es eso lo más grave. Lo gravísimo es que está sucia y desatendida, sin que sea posible que aquellos indígenas atiendan a las repetidas amonestaciones que sobre este particular se les han hecho.

La iglesia de Santa Cruz está decentemente decorada, aunque algo sucia también por incuria de los indígenas.

En el tiempo de mi humilde administración han trabajado como ministros de la parroquia el padre Ascensión García y el padre Gumersindo Sedano. Ambos han sido piadosos, trabajadores y cumplidos, siendo muy digna de tomarse en cuenta la buena voluntad con que han trabajado.

Hoy salió para su nuevo destino el padre Sedano. DIOS lo lleve con bien, y le pague la bondad y sumisión con que me trató y el gusto que siempre tuvo en obedecerme. Su espíritu un tanto precipitado es propio de su edad, pero su docilidad y buen juicio lo hacen como una especie de materia prima de que los señores curas podrán hacer lo que demanden las necesidades de su parroquia.

Concluyo con esto, Muy Ilustre Señor, el informe, ya largo, del estado que guarda esta parroquia que solo cupo en la mucha bondad de Su Señoría confiar a mi tibieza y conocida inutilidad.

Dios nuestro Señor guarde a Su Señoría por muchos años.

Tonalá, mayo 5 de 1919. Alfredo R.Placencia.

Nuevamente, el 13 de mayo, asunto de delimitación de jurisdicciones parroquiales: otra vez La Chancharra y por primera vez El Verde. Placencia al señor Alvarado:

He hecho las indagaciones que han estado en mi mano por esclarecer a dónde pertenecen los ranchos de "La Chancharra" y "El Verde".

En cuanto al primero, parece que es de Tonalá. En todos los libros de gobierno de esta parroquia no se menciona, como no se mencionan otros muchísimos ranchos que efectivamente pertenecen a Tonalá, y en cambio se nombra frecuentemente en los libros de registro; como tratándose del de bautismos, se hace mención a veces de ese rancho, como de otros que pertenecen a otras parroquias. Sin embargo, los fieles han siempre acudido aquí, así para bautizarse como para casarse y demás; y cuando estuve en el rancho con ese objeto me oyeron hablar con sorpresa y con extrañeza sobre el asunto que me llevaba. Por todo esto, parece que deberá ser de la parroquia de Tonalá.

En cuanto a El Verde, creo que también pertenece a Tonalá. Los fieles aseguran que siempre ha pertenecido, y que es de Tonalá de donde siempre se les ha socorrido en sus necesidades espirituales; obedeciendo el actual trastorno a que habiéndose partido la hacienda de don José María Bermejillo, fue esa parte de El Verde agregada a Las Pintas, que siempre ha sido de Toluquilla, y quiso la persona que pasó a ser dueña del rancho en cuestión acostumbrar a los habitantes a que para todo acudieran a esta última parroquia.

Habiendo, pues, sido esta una arbitrariedad del dueño o lo que haya sido de Las Pintas, los párrocos de Toluquilla se han resistido siempre y con razón a reconocer el rancho de El Verde como comprendido dentro de los límites de su parroquia.

La decisión de esa Superioridad urge. Van dos mujeres que han dejado morir los rancheros sin confesión; y digo los rancheros, porque a ninguna parte han acudido por los auxilios, temerosos de encontrar las dificultades acostumbradas. Cuando nos han llamado, me consta que tanto el señor cura de Toluquilla como yo los hemos atendido, aunque haciéndoles advertencia a los infelices rancheros que vamos como de favor; y eso no está bueno.

Hoy acaban de estar unos vecinos de ese rancho a rogarme active la última solución de este conflicto, y les he prometido que no se pasará el día sin hacerlo. Su Señoría sabrá cómo resuelve el conflicto, solo le estimaré que sea lo más pronto posible, pues los fieles se están indudablemente perjudicando con cualquiera moratoria que en esto se gaste.

Yo por mi parte, estoy pronto a hacerme cargo de los ranchos de que se trata, y tanto más, cuanto que deben ser míos, a juzgar por las razones que dejé expuestas.

Tonalá, mayo 13 de 1919. Alfredo R. Placencia.

También esta vez le dio don Manuel Alvarado la razón a Placencia: el 15 de mayo firmó en el reverso del oficio anterior: "Vistos los informes que se han podido recabar, se resuelve que los ranchos de ‘La Chancharra’ y ‘El Verde’ pertenecen a la parroquia de Tonalá; comuníquese esta resolución para evitar dificultades en los sucesivo y para que la parroquia aludida los atienda debidamente." No olvidemos que detrás de las decisiones de don Manuel Alvarado está la autoridad del arzobispo don Francisco Orozco. Recalco lo anterior porque hay gente que insiste en que don Alfredo y don Francisco no se llevaban bien. Hasta este documento hemos visto que se le hace caso a sus cartas, que se le nombra párroco de Acatic y luego de Tonalá y después se le invitará a regir otras parroquias, como veremos. Los que defienden la tesis de la animadversión Orozco-Placencia deberán tener pruebas que yo desconozco. Mis respetos.

Pasemos al oficio del 23 de agosto, en el que veremos que el padre Placencia aboga por la salud de un colega y por el sueldo de otro. Escribe al señor Alvarado:

Encontrándose, hace ya más de un mes, el padre Arriaga en Guadalajara, atendiendo a su salud, que me consta que no es buena, según él mismo me lo comunica, tanto que probablemente, según lo han dicho los facultativos, tendrá que ir a Estados Unidos a operarse, y estando en esa virtud, sin misa, hace tiempo, así el pueblo de San Martín, como la Hacienda de Arroyo de Enmedio, suplico a Su Señoría se digne disponer, si lo encontrase prudente, pase otro eclesiástico a esta parroquia con el encargo de ambas capellanías.

Al designar Su Señoría dicho capellán, ¿no fuera posible a Su Señoría ordenar que resida en la Cabecera y que de aquí pase los sábados por la tarde y las vísperas de las demás fiestas a administrar y celebrar en aquellos lugares?

La mensualidad que el capellán recibirá puede apreciarse aproximadamente, debo decir: cuando menos en $40.00, pues los meses más malos deberán traer cuatro domingos, y en cada uno de dichos lugares se dan $5.00 por la celebración del Santo sacrificio, quedando libre la aplicación al sacerdote. Repito, la mensualidad del padre será inferiormente de $40.00, pues en San Martín hay a menudo misas entre semana, y meses habrá en que perciba arriba de $60.00.

La parroquia no podrá pagar por este tiempo de las aguas ninguna mesada, pero tampoco molestaré al padre en nada, y si alguna vez le encargare algún quehacer, tendré cuidado de retribuirle. (…)

No hallé respuesta a lo anterior. El 12 de octubre siguiente todavía no llegaba el reemplazante del padre Arriaga. Por eso el padre Placencia vuelve a escribir a don Manuel Alvarado:

Desde que faltó el padre en la capilla de Arroyo de Enmedio, no es posible que los quehaceres de la Cabecera puedan ser atendidos por un solo eclesiástico. Arroyo de Enmedio está desde que faltó el padre Arriaga sin misa los domingos y días festivos, pues apenas se ha arreglado que venga un sacerdote a San Martín.

En esta virtud, suplico a Su Señoría tenga la caridad de nombrar un ministro. Las condiciones económicas de la parroquia han mejorado, y podrá (…) pagar la mesada del sacerdote que fuere designado. (…)

Para el 18 de octubre todavía no se atendía su solicitud, por eso Placencia vuelve a escribir, esta vez al arzobispo Orozco:

Por dos ocasiones, antes de la venida de Vuestra Ilustrísima, solicité de esa Superioridad tuviera la caridad de designar un ministro para esta parroquia, en substitución del padre Gumersindo Sedano, removido desde los primeros días del mes de mayo; pero indudablemente no ha estado en la posibilidad del Gobierno Eclesiástico atender esos oficios, pues hasta hoy estoy careciendo de compañero.

No era ciertamente urgentísima la designación del sacerdote mencionado, toda vez que habiendo, como lo hubo, capellán en la Hacienda de Arroyo de Enmedio, este señor se encargaba de atender con la celebración de la Santa Misa y la enseñanza del catecismo, así aquel lugar, como San Martín y Tateposco; pero este sacerdote tuvo que ausentarse en razón de sus enfermedades y aquellos lugares están solos y bien desatendidos, toda vez que yo apenas alcanzo a desempeñar las labores del santo ministerio en la Cabecera.

Por lo expuesto verá Su Señoría Ilustrísima y Reverendísima que hay necesidad de que venga tan pronto como a esa Superioridad sea posible, el sacerdote de que hablo. (…)

El Arzobispo atendió la petición. Debajo de la firma de Placencia, hay una nota manuscrita: "Ya se nombró al padre Pascual López".

Placencia escribió otro oficio al arzobispo Orozco ese mismo 18 de octubre. Le pide permiso para ir a Cuautla (Morelos). Motivo del viaje:

(…) Teniendo que mandar para Chilapa una niña de mi familia que va con el designio de abrazar la vida religiosa, profesando en la Casa del Verbo Encarnado, rogándome el ilustrísimo señor Campos y Ángeles que al llevar a esta niña le lleve otras dos o tres que van para allá con análogo motivo, muy respetuosamente suplico a Su Señoría (…) tenga la bondad de concederme su superior permiso para separarme de esta parroquia, que quedará atendida en mi ausencia por el padre de El Puente, nada más por los días que se necesiten para ir a Cuautla, pues no me sería posible llevar estas niñas hasta aquel lejano lugar.(…)

Tonalá, octubre 18 de 1919. Alfredo Placencia.

Permiso concedido, al calce: "Guadalajara, octubre 21 de 1919. Extiéndanse las letras comendaticias correspondientes. Así el muy ilustre señor Gobernador de la Sagrada Mitra lo decretó y firmó". Siguen las firmas de don Manuel y del secretario, presbítero Miguel Cano.

1920. Presento ahora el último oficio hallado de la administración parroquial de Placencia en Tonalá (caja 6, expediente 15, AHAG). Pide permiso al arzobispo Orozco para construir un molino de nixtamal en terrenos de la vicaría de El Salto:

(…) Los obreros de El Salo de Juanacatlán, atenta y respetuosamente me han suplicado, por el conducto del padre vicario de aquel lugar, suplique a mi vez a Su Señoría les conceda su superior permiso para que se instale un molino de nixtamal en el terreno que pertenece a la Iglesia, obligándose a que la pieza o piezas que para ello se construyan quedarán después para beneficio de la misma capilla.

Se me informa que el señor Margarito Rodríguez, arrendatario de la Hacienda de Jesús María, a la cual perteneció dicho terreno antes de ser cedido por la viuda de Bermejillo, se opone a la construcción de dichas piezas. Ignoro yo qué titulo pueda tener dicho señor, pues me consta que el terreno en cuestión no tiene ya nada que ver con la finca a que antes perteneció. La empresa esta es de los obreros, aunque, por razón natural, hace en esto cabeza el padre.

Si la alta prudencia de Su Señoría (…) halla de justicia, o prudente, aunque el terreno es de la Vicaría, que se paralice o suspenda todo trabajo, ruégole se digne indicármelo, en la inteligencia de que tanto por mí, como por el padre vicario, como por los obreros, será pronta y gustosamente obedecido.

Tonalá, enero 2 de 1920.

No hallé eco a lo anterior. El padre Placencia fue removido a Atoyac, Jalisco, el 21 de enero, conservando su calidad de párroco. En el tiempo de su administración en Tonalá, de esta parroquia formaban parte: La Chancharra, El Verde, Tateposco, San Martín, Arroyo de Enmedio, El Salto, Juanacatlán, El Puente, Tololotlán…y tal vez otras localidades mencionadas en los oficios del párroco saliente.

 

 

B I B L I O G R A F Í A

-ARCHIVO HISTÓRICO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA. Serie "Parroquias", Tonalá, cajas 5 y 6.

-RAMÍREZ, José R. Alfredo R. Plascencia. Antología. Introducción y selección, Seminario de Guadalajara, 1992, 193p.


Sincronía Summer 2008