QUÉ SON... ETOS?
(El soneto atípico en la literatura)
Dante Medina
Centro de Estudios Filológicos
Departamento de Lenguas Modernas
Universidad de Guadalajara
1. La poética de la definición del soneto
El soneto
Formas verbales y temas, en la literatura, tienden a repetirse. Y en la repetición se modifican, se transforman, hasta generar renovaciones y metamorfosis del modelo "original".
El soneto es una forma fija con mucho prestigio en la lengua española. Catorce versos endecasílabos, divididos en dos cuartetos y dos tercetos, con rimas entrelazadas, son un canon. El uso clásico prefiere las rimas ABBA-ABBA, CDC- CDC. Aunque la tradición admite varias combinaciones, como las ABAB-ABAB, en los cuartetos; y las CDC-DCD, CDE-CDE, CDE-EDC, en los tercetos. La regla mayor pide, en todo caso, rimas entrelazadas entre los cuartetos, y rimas entrelazadas entre los tercetos. En cuanto al tono y la temática, baste apuntar que lo lírico y la poesía cortés están en los orígenes del soneto.
"Amor constante más allá de la muerte", de Francisco de Quevedo, fue compuesto en endecasílabos y tiene las rimas ABBA, ABBA, CDC, CDC. "A Cristo crucificado", atribuido a Fray Miguel de Guevara, se hizo en endecasílabos y con la rima: ABBA, ABBA, CDE, EDC. Hay, desde luego, otras combinaciones, que fueron introducidas por movimientos literarios, como el Barroco y el Modernismo; y otros metros: el alejandrino de catorce sílabas, y el verso de nueve sílabas. Y ya desde tiempos de Miguel de Cervantes, se jugaba a usar el estrambote, es decir, a agregarle algunos versos extras al soneto.
El presente trabajo muestra y rastrea las manifestaciones atípicas generadas por el soneto, sin duda la estructura poética de mayor prestigio desde que el poeta cortesano Giacomo (o Jacopo) da Lentini (1210-c1260) le diera la armadura y medidas que conserva hasta nuestros días. Gracias a los "sonetos fechos al itálico modo" del Marqués de Santillana (1398-1458), y a la gran aceptación en la España del Renacimiento de este sistema discursivo de hacer poesía, seguimos escribiendo sonetos típicos, y hemos producido una muy considerable cantidad de sonetos atípicos, de los que incluyo los más interesantes en esta selección.
1. La poética de la definición del soneto
En el Renacimiento, Lope de Vega muestra su ingenio definiendo el soneto. Escribe un poema en la forma soneto que contiene, en su motivo temático, la definición del soneto línea por línea: a medida que lo escribe lo describe.
Es una acrobacia retórica que en matemáticas se llama hoy en día recursividad: la definición contiene lo definido.
Se trata de un juego de salón, de una especie de argucia verbal muy de moda en el Siglo de Oro español, que tiende a exhibir la capacidad verbal y el manejo del verso del poeta. A medio camino entre el espectáculo teatral, el juglar que entretiene, y el malabarista de circo.
Un soneto
Félix Lope de Vega Carpio (España, 1562-1635)
Un soneto me manda hacer Violante,
y en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Este juego, que parece inaugurado por Lope de Vega en la historia de la literatura en el siglo XVII, es tan atractivo y exitoso en las reuniones galantes, donde avoir de l'esprit resulta de buen gusto, que tuvo seguidores que quisieron presumir, a la manera de Lope, su ingenio.
El siglo XVIII (González Carvajal), en el siglo XIX (Rojas Garrido), y en el siglo XX (Manuel Machado), darán a la biografía de esta forma poética un soneto similar al de Lope de Vega, imitándolo y teniéndolo como intertexto.
Sin embargo, es probable que no fuera Lope de Vega ni el inventor de este divertimiento ni el primero en hacerlo. De menor fama y difusión, el soneto de Diego de Mendoza, del Siglo de Oro, es probablemente el que inaugura esta "reflexión" temática, definición en forma de soneto del soneto, y argucia verbal. Aunque también cabe la posibilidad de que Baltazar de Alcázar (quien nació en 1530, mientras que Lope nació en 1562) hubiese escrito su soneto al soneto antes que Lope de Vega, e incluso antes que Diego de Mendoza, de quien no disponemos de su fecha de nacimiento. Pero esto no tiene una enorme importancia, claro.
Citamos el soneto de Diego de Mendoza poniendo como título el primer verso.
Pedís, reina, un soneto. Yo lo hago
Diego de Mendoza (España, Siglo de Oro)
Pedís, reina, un soneto. Yo lo hago.
El primer verso y el segundo he hecho;
si el tercero me sale de provecho,
con otro verso el un cuarteto os pago.
Ya llego al quinto. ¡España! ¡Santiago!
¡Fuera, que entro en el sexto! ¡Sus, buen pecho!
Si del séptimo salgo, gran derecho
tengo a salir con vida de este trago.
Ya tenemos a un cabo los cuartetos:
¿Qué me decís, señora? ¿No ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.
Y si bien con este soneto acabo,
nunca en toda mi vida más sonetos.
Ya de éste, ¡gloria a Dios!, he visto el cabo.
Baltazar de Alcázar no hace su soneto, por las razones de Diego de Mendoza, quien se ofrece, caballerosamente, a componer el soneto que la reina pide para complacerla: "Pedís, reina, un soneto", dice el primer verso, y ahí mismo el poeta se acomide: "Yo lo hago". Tampoco escribe Baltazar de Alcázar su poema por haber recibido la orden o el desafío de hacerlo, como Lope de Vega, quien empieza: "Un soneto me manda hacer Violante".
Sus motivos son otros. Aunque detrás de ellos también está una dama. El poeta decide revelarle, voluntariamente, sin que medie petición u orden, un secreto a la amada. Y va desgranando, de cuarteto en cuarteto, de terceto en terceto, la promesa del secreto que - aparentemente- no le revela, pero sí: lo que le está develando, sutilmente, es la fórmula de la estructura del soneto.
Yo acuerdo revelaros un secreto
Baltasar de Alcázar (1530-1606)
Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga;
mas, por buen orden que yo en esto siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.
Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, una hormiga,
que van fuera ocho versos del soneto.
Pues ved, Inés, qué ordena el duro hado,
que teniendo el soneto ya en la boca
y el orden de decillo ya estudiado,
conté los versos todos y he hallado
que, por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, es acabado.
Conservando el endecasílabo de Lope de Vega, Diego de Mendoza, Baltazar de Alcázar, los tres predecesores (aunque, como dije, el intertexto y el diálogo es con Lope de Vega), Tomás J. González Carvajal, en el siglo XVIII, escribe su soneto al soneto.
Guarda el esquema de rima de Lope de Vega, ABBA-ABBA, CDC-DCD. Lo mismo que había hecho - presumiblemente en el siglo XVI- Diego de Mendoza.
Voy a hacer un soneto
Tomás J. González Carvajal (España, 1753-1834)
Voy a hacer un soneto, porque ahora
de sonetos está la musa mía,
que hay quien muda dictamen cada día,
y mi musa lo muda cada hora.
No es mucho ser mudable, si es señora;
y yo, que le conozco la manía,
temo, si me descuido, que se ría
de mí, porque es un tanto burladora.
Pues que si rematado aquel cuarteto
se le antoja una décima u octava,
no hay que acordarse más de tal soneto.
Mas, loado sea Dios, que ya se acaba,
en añadiendo al último terceto
este verso, no más, que le faltaba.
Como siguiendo la tradición de hacer un soneto al soneto cada siglo, y tras las huellas confesadas del soneto de Lope de Vega, Rojas Garrido, en el siglo XIX, retoma el tema y la forma de Lope, aunque modificando el orden del entrelazamiento de las rimas de los cuartetos de ABBA-ABBA a ABAB-ABAB, y conservando los tercetos con la misma estructura de rima de su modelo: CDC-DCD.
Temáticamente, incluye un elemento que no estaba en Lope de Vega, muy a la manera del Romanticismo decimonónico: el símil entre el desarrollo de la vida que termina con la muerte, y el soneto cuyo último verso es un final también.
La vida es soneto
José María Rojas Garrido (Colombia, 1824-1883)
Hizo Lope de Vega un buen soneto
sin decir nada, de orden de Violante,
y así es la vida, en el primer cuarteto
canta la juventud saliendo avante.
En la edad varonil, el hombre inquieto,
que lucha en pos del bien, rima incesante
pensando, iluso, conseguir su objeto,
y es una octava el porvenir brillante.
Llega la ancianidad, y el gran sujeto
de tanta inspiración surge triunfante:
¡es la muerte que asoma en el terceto!
Da la vida el reflejo agonizante,
y el final de la estrofa es un secreto...
De la cuna al sepulcro es consonante.
Manuel Machado, en el siglo XX, conociendo el soneto de Lope de Vega, y siguiendo sus trazos formales, retoma la metáfora ya explorada por José María Rojas Garrido, y hace coincidir el desarrollo del soneto con el transcurso de la vida, y el acabarse del soneto con el extinguirse de la existencia: principio y fin, Alfa y Omega, "Cabe la vida entera en un soneto".
Si el modelo temático es hablar del soneto en un soneto, el modelo formal sigue siendo el esquema de rimas y el metro endecasílabo de Lope de Vega.
Alfa y Omega
Manuel Machado (España, 1874-1947)
Cabe la vida entera en un soneto
empezado con lánguido descuido,
y apenas iniciado ha transcurrido
la infancia, imagen del primer cuarteto.
Llega la juventud con el secreto
de la vida, que pasa inadvertido
y que se va también, que ya se ha ido,
antes de entrar en el primer terceto.
Maduros, a mirar a ayer tornamos
añorantes, y ansiosos, a mañana,
y así el primer terceto malgastamos.
Y cuando en el terceto último entramos
es para ver con experiencia vana
que se acaba el soneto... y que nos vamos.
Nota: Este trabajo se incribe en la línea de investigación de "Literaturas Atípicas". En su primera versión, fue presentado en octubre de 2008 al cuerpo colegiado de investigadores del Centro de Investigaciones Filológicas del Departamento de Lenguas Modernas, de la Universidad de Guadalajara.
Lo consignamos, para hacer patente nuestro agradecimiento al equipo de colegas que, generosa y profesionalmente, contribuyeron con sus cultas participaciones al resultado final de este trabajo: José Brú, Raúl Bañuelos, Pancho Madrigal, Flor Gómez, y Brahiman Samagogo.