Sincronía Fall 2010


Los valores académicos

 

Raúl Mercado Pérez

 

Nuestra sociedad está cada vez más enfocada a sobrevalorar los bienes materiales en demérito de lo que caracteriza al ser humano, que es el actuar conciente y libre en sociedad valorando las consecuencias de sus actos.

Toda acción para ser valorada, requiere estar desarrollada en un ambiente de libertad, en la que el individuo realiza una disertación mental para tomar una decisión y hacer una elección entre las opciones presentadas y las posibles consecuencias de sus actos (Savater, 2005).

Si bien, en nuestro medio se destacan explícitamente los actos moralmente buenos para la sana convivencia de una sociedad,  en la práctica y cada vez con mayor frecuencia, se desarrollan actividades que se contradicen entre sí, pues verbalmente se fomenta la cordialidad, pero en aras del desarrollo de la economía, el poder o de otro tipo de justificantes, se implementan acciones reprobables (guerra, saqueo, desprestigio, falta de respeto, injusticia, autoritarismo, etcétera).

Estas anómalas situaciones han permeado todas las esferas de la vida humana, llegando a áreas a las que tradicionalmente se consideraban ajenas a ello: filosofía, sociología, religión y muchas otras más. Asimismo, la familia, ámbito de transparencia y cordialidad, ya es objeto de este tipo de afecciones. La vida académica y profesional no es la excepción, pues en ella se manejan diversos intereses que modifican la esencia de su desarrollo ético.

En la escuela, así como en muchas otras organizaciones, se han presentado vicios entre profesores y alumnos que desmerecen el sentido de su labor y preparan a los futuros profesionistas para el ejercicio viciado de sus actividades, mismos que pudieran ser loables, contaminando lo que está a su alrededor. Se entiende que estos actores son también el reflejo de lo que está ocurriendo en diversas células sociales y representan en su ámbito laboral lo que piensan respecto a los valores. Ante esta situación y  de no actuar pronta y atinadamente para hacer conciencia y aminorar esta anomia social, se generarán situaciones aún más caóticas.

El tema de los valores ha despertado mucho interés en los últimos años (Wuest, 1997), debido en parte, a la denominada crisis de valores de las nuevas generaciones[i]. Muchas han sido las aseveraciones hechas respecto a querer explicar los motivos de por qué ha surgido esta situación: se dice que por descuido de la educación en las familias; incorporación de las madres al trabajo fuera de casa; exacerbación de la competencia y el consumismo como práctica cotidiana; medios de comunicación como delineadores de las conductas; entre muchos otros. Lo cierto es que el fenómeno es multifactorial y como tal debe de ser tratado desde distintas disciplinas y enfoques.

Las instituciones han entrado en constantes cambios debido a la también cambiante realidad en que están inmersas. Entre ellas, la educación no ha podido excluirse de esta transformación constante. La globalización económica y cultural ha replanteado muchos de los esquemas a los que hemos estado acostumbrados, llegando a rebasarnos en innumerables situaciones al no encontrar respuesta adecuada a sus efectos.

La educación ha sido uno de los ámbitos más endebles generados por estos cambios. Los resultados obtenidos no han sido los mejores a causa de la enturbiada realidad que confronta nuestra cultura con la diversidad mundial. Así, lo que antes valía o era importante, ahora lo resaltamos; lo que frecuentemente era cercano a nosotros, ahora ya no lo es y viceversa. La velocidad de los cambios es extremadamente rápida y sin una respuesta adecuada, seguramente lo que sigue es un mayor caos.

La educación debe incluir el desarrollo de las facultades físicas, intelectuales y sobre todo valores morales del educando, de forma que actúe siempre con actitudes y conductas positivas ante la vida, a pesar de una realidad tan cambiante y adversa a su formación. Así debe incluir un conjunto actividades que comprendan valores enfocados a la formación integral. El periodo escolar es la época más importante en el desarrollo de la personalidad humana. Si la institución escolar quiere educar para la vida, no puede dejar de lado ni improvisar la educación sobre los valores.

Muchas organizaciones tienen una estructura verticalista: el proceso educativo está centrado en el maestro, y la toma de decisiones se efectúa a partir del cuerpo directivo. Es posible que en determinados momentos o clases se ha hablado de la importancia que tiene la participación en el desarrollo de la persona, de la necesidad de participar para construir entre todos una nueva sociedad. Pero esta formación es teórica, mientras que la vivencia de los alumnos es que el éxito lo obtienen aquellos que acaten más y mejor las disposiciones y los reglamentos en cuya elaboración, no han tomado parte. Sobre todo, en una organización de este tipo, el alumno al no participar en las decisiones que le afectan, no adquiere las actitudes en un hábitat requeridos para esa participación.

Uno de los mensajes más importantes es plasmado en las estructuras organizativas, pues es en estas entidades donde se pretende formar hombres autónomos, libres, participativos, con autoestima, capaces de colaborar, de juzgar y de controlar el poder, por lo que es preciso crear estructuras participativas y democráticas.

Una estructura verticalista o autoritaria[ii] transmite desigualdad, impersonalidad y de algún modo está diciendo a la persona "tu no eres importante". Con personas no participativas no hay diálogo, no hay comunidad, no es posible el desarrollo humano integral. (Fromm, 1995)

También son trascendentes las formas en que se implementa la educación, ya que la forma es también fondo y dicen mucho las estrategias tomadas en la formación. De este modo, llamaremos «vehículo» a los medios utilizados para transmitir los valores, clasificándolos en concretos y abstractos.

Los primeros son los evidentes (normas establecidas explícitamente) y los segundos son los que son implícitos (contexto subliminal cargado de mensajes simbólicos), que en conjunto generan «conglomerados educativos». Así, podemos encontrar señalamientos claros con una carga valoral específica, pero con una carga simbólica que apunte en sentido contrario.

Desde las perspectivas Socioantropológica (Agnes Héller) y Psicopedagógica (Lawrence Kohlberg), lo anterior puede representarse a través de tres tipos de comportamientos valorales: lo normativo (los parámetros de conducta establecidos por los individuos u organizaciones); lo afectivo (relaciones en la implementación de las normas, tanto formales, como informales); y lo procedimental (los medios y estrategias tomadas para su implementación).

Así, tanto en el aula como fuera de ella se conjugan formación y socialización que tienen una amplia carga de valores. Cómo se asumen las reglas de la organización, mediante que medios, quién se las transmitió y cómo se implementaron, qué reglas se ponen en juego, etcétera, serán, entre otros aspectos como se van a ir transmitiendo los valores.

Recordemos que los valores se transmiten, entre otros medios a través de normas, las cuales son prescripciones obligatorias para un determinado grupo de individuos, cuya transgresión genera ciertas consecuencias, pudiendo llegar a sanciones de diverso tipo (Sánchez, 2001). De esta forma, las normas concretas generarán sanciones concretas o materiales y las normas abstractas motivan a que a través de juicios de valor se emitan mensajes valorales explícitos e implícitos. Toda norma funda un deber y este se basa en la voluntad libre de ejercitar ciertas conductas.[iii]

Los valores

La palabra valor viene del verbo latino valere, que significa estar sano, ser fuerte. De allí se derivan también con-valecencia, valentía, in-validez, etcétera. Sin perder su noción original de fuerza, su significado se ha ido ampliando a través de los siglos: a partir de la esfera orgánica y somática se ha trasplantado al ámbito psicológico, al ético, al social, al económico, al artístico, al deportivo.

 

Tenemos que precisar el concepto moderno de valor.

 

Citemos dos definiciones:

 

-Valor es todo lo que favorece el desarrollo y la realización del hombre como persona.

-Es lo que hace mejor al ser humano

Más allá de la definición que prefiramos, queda claro que en los valores existen elementos cognoscitivos, afectivos, conativos o volitivos y operacionales y que son producto de la cultura ubicándola en un tiempo y espacio determinados.

 

Los valores académicos

Un valor académico fundamental tiene que ver con las diferentes modalidades de representación que elaboran los seres humanos; estas se pueden organizar en tres grandes grupos, cada uno de ellos con sus propias características diferenciales y su propia tipología y con múltiples relaciones entre ellos: mitos y religiones; imaginarios y narraciones libres; y teorías.

Los académicos investigan, pero lo hacen guiados por diferentes teorías y en interacción con otros académicos que trabajan en temas análogos y con métodos muy parecidos. Esta modalidad de vida, y el tipo de interacción tan específica, recibe el nombre de "interacción entre pares" y crea "rituales", también muy específicos, que se aprenden poco a poco, después de un proceso exigente. Este primer ejemplo, el de aprender a representar mediante teorías, resulta bastante complejo porque las teorías deben competir con las otras modalidades de representación, especialmente con los imaginarios o creencias espontáneas. La imaginación es una de las facultades intelectuales más fundamentales de todo ser humano, especialmente para todo aquello que tiene que ver con el bienestar individual o colectivo.

Estas últimas representadas en creencias son las que adopta una persona o un grupo de personas, las cuales le permiten orientar las acciones pero, muy especialmente le ofrecen respuestas a las dificultades e inquietudes que diariamente van apareciendo. Un caso típico es el de buscar un culpable para cada situación molesta o desagradable o también, para cada momento de satisfacción; hay entonces malos y buenos espíritus, o malos y buenos compañeros de trabajo, o malos y buenos gobernantes, etc. La enorme ventaja de los imaginarios es doble: se construyen con gran facilidad y producen satisfacción o tranquilidad inmediata. Las teorías, por el contrario son demasiado exigentes y la satisfacción que producen solo se experimenta después de mucho trabajo con ellas. A propósito de la palabra "trabajo", es muy popular el imaginario que le otorga la connotación de "difícil y dispendioso". A nivel académico esta palabra, por el contrario, tiende a significar algo muy diferente, es lo normal, no es un castigo. Todo lo contrario, el académico nato es feliz trabajando, se siente satisfecho con lo que hace y muy especialmente con lo que construye gracias a su trabajo. Adoptar esta característica como un valor es también el resultado de un proceso prolongado que debe iniciarse lo más pronto posible.

Hay otros valores académicos fundamentales; por ejemplo, leer y escribir informes de investigación. Esta es una de las claves para que la interacción entre pares sea efectiva; todo académico debe habituarse a colocar sus puntos de vista, o las soluciones que propone a un determinado problema, en algún medio accesible a todo el mundo y muy especialmente a sus pares y así, estos últimos pueden evaluarlos y criticarlos. El conocimiento es entonces una actividad pública; no tiene dueño, aunque algunos, como el monopolista del ciberespacio, quieran adueñarse de él. He aquí otro valor académico: el conocimiento pertenece a todo el mundo y una de las garantes de que ello sea así es que este se pueda colocar en medios materiales de libre acceso.


Bibliografía:

 

-Fromm, Erich (1995) Ética y psicoanálisis. Ed. FCE, México.

- Mercado, Raúl (2007) La Ética y la tutoría. UdeG, México.

-Sánchez Vázquez, Adolfo (2001) Ética. Ed. Grijalbo, México.

-Savater, Fernando (2005) Ética para Amador, Ed. Ariel, España.

-Savater, Fernando (2005) Ética y ciudadanía, Ed. Monte Ávila, Venezuela.

-Wuest Silva, Teresa (1997) La dimensión ético-valorativa en la formación docente inicial en Formación, representación, ética y valores, UNAM, México.

 

 



[i] Sobre todo en el ámbito escolar, donde desde los 80’s se han hecho diferentes propuestas para incorporar al currículo de manera explícita.

[ii] Por Autoritario entiéndase una autoridad irracional en la que se impone el poder físico o mental sobre las personas de manera que pueda controlarlas, no dando margen a la crítica, disertación o debate. Contrario a ello, está la Autoridad (en muchos de los casos legítima), la cual tiene su fuente en la “competencia” o disertación de ideas y procesos, donde la posibilidad de elegir está presente en múltiples ámbitos de la vida.

[iii] Es la obligatoriedad moral la que conduce a los individuos a comportarse de cierta manera aceptada  socialmente en un tiempo y espacio determinados.


Sincronía Fall 2010