La Ética en
la implementación de
los Programas Institucionales de Tutoría: los valores en juego
Raúl Mercado Pérez
Resumen
Los Programas Institucionales de Tutoría (PIT) desde las distintas perspectivas adoptadas por las instituciones de educación superior, han sido implementados con criterios que llevan consigo una serie de valores, que al ejercitarlos en la práctica tutorial, se están transmitiendo tanto implícita como explícitamente y el estudiante los asume como “el modelo” a seguir, generando actitudes respecto a la vida y a la educación. Además de estos elementos éticos diseminados en las formas organizacionales, también están los evidentes en cuanto al manejo de la información privada del tutorado, entre otros muchos factores a considerar.
Introducción
Los Programas Institucionales de Tutoría (PIT) han sido implementados en múltiples instituciones de educación superior bajo el criterio de que son instrumentos necesarios para atender adecuadamente a los estudiantes que tienen necesidades variadas de seguimiento y orientación. Para tal efecto, se han ligado a la estructura de la organización, misma que ha sido conformada con base en los valores compartidos entre sus integrantes. Ello transmite una serie de mensajes implícitos a través de la interacción cotidiana con los tutorados.
El concepto
Siendo tan amplio el concepto y para tener un marco común de referencia, debemos aclarar que entendemos específicamente por tutoría.
El término tutoría proviene de tutela, o sea, la adjudicación de autoridad conferida social y legalmente al tutor, el cual dirige, corrige, define, cuida y protege. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la tutela, es la autoridad del tutor y es éste quien ejerce tal asignación. Para nuestro caso, es la persona encargada de orientar a los alumnos de un curso o asignatura o que le ha sido designada tal autoridad en el medio académico.
Partiendo de tales definiciones,
vemos que la tutoría
en el medio académico, es la función ejercida por el tutor, encomendada
a
dirigir y orientar personalmente al alumno
sobre sus actividades educativas, psicosociales y de desempeño
en
general, en miras a facilitar y mejorar su aprendizaje. Por tanto, es
una
actividad pedagógica que tiene como propósito orientar y apoyar a los
alumnos
durante su proceso de formación. Esta actividad, no
sustituye las tareas del docente, a través
de las cuales se presentan a los alumnos los contenidos diversos para
que los
asimilen, dominen o recreen mediante síntesis innovadoras; es una
acción complementaria,
cuya importancia radica en orientar a los alumnos partiendo del
conocimiento de
sus problemas y necesidades académicos, así como de sus inquietudes y aspiraciones profesionales.
Esta actividad también se define como una tarea que se realiza en las instituciones educativas para ofrecer una educación compensatoria o remediadora a los alumnos que afrontan dificultades académicas. (ANUIES, 2002)
Aunque existe una gran cantidad
de definiciones y enfoques sobre el concepto de tutoría, se puede
afirmar que
existe un consenso significativo en concebir el término como un proceso
de
acompañamiento del estudiante en su trayectoria académica universitaria.[i]
El propósito de cualquier programa o acción tutorial es el de
intervenir de
manera deliberada e intencional, en la orientación académica, la
clarificación
o reforzamiento de habilidades y destrezas, la identificación de vacíos
formativos, y la elaboración de información y recomendaciones electivas
para
los estudiantes universitarios. La tutoría es una actividad, una
herramienta,
de apoyo al proceso general de formación de los estudiantes, no un fin
en sí
mismo, y por lo tanto requiere de la combinación adecuada de las
capacidades
institucionales, con la identificación de problemas formativos o de
orientación
en los estudiantes, que permitan la realización de intervenciones
estratégicas
o coyunturales para mejorar el desempeño
de los estudiantes y mejorar el rendimiento institucional.
Ligado al concepto de
tutoría y siendo parte de él, se encuentra el término asesoría, el cual
es
entendido como una
estrategia sistematizada con
actividad docente de carácter académico y personal,
dirigido a acompañar, orientar y
estimular al estudiante, para que
alcance rendimiento escolar, autonomía personal y madurez
social, haciendo mejor uso de sus
potencialidades
internas y superando sus debilidades, para que logre expresarse a
través de
elecciones acordes con sus intereses, capacidades y situación personal,
favoreciendo en él la capacidad de responsabilizarse de su aprendizaje
y
desarrollo óptimo, desde la perspectiva de conducirlo hasta su
formación
integral.
Así, encontramos diferencias
entre asesoría y tutoría. “Por asesoría suele entenderse la posibilidad
de
consultas no estructuradas: un asesor esclarece todas las dudas o ayuda
en la
integración de planes de estudio a un alumno o a un grupo de alumnos
cuando
estos acuden a él. Por tutoría, en cambio, es más común entender un
sistema de
atención educativa en el que el profesor apoya a un pequeño grupo de
estudiantes
de una manera sistemática. Esto supone un cierto grado de
estructuración:
objetivos, programas, organización por áreas, técnicas de enseñanza
apropiadas,
integración de los grupos conforme a ciertos criterios, mecanismos de
monitoreo
y control, etcétera.” (Latapí, 1988). Puede operarse por iniciativa del
estudiante, de manera pactada o coercitivamente.
Desde esta perspectiva, la
tutoría ha sido definida como un “contrato” entre profesores y
estudiantes para
alcanzar determinados resultados (Kerr, 1995, 112). El contexto
institucional
es el referente de dichos contratos, y pueden existir diversos grados
(obligatorio/voluntario), motivaciones (académicas, profesionales,
emocionales)
y niveles (niveles, básicos, intermedios y avanzados en el pregrado) en
que
puede operar el contrato tutorial.
Se reconocen básicamente tres modalidades de tutoría: individual, grupal y la electrónica. La tutoría individual es la relación cara a cara que se establece entre el tutor y el tutorado. En ella se sugiere establecer el encuadre para que éstos conozcan sus respectivas funciones en dicha relación. Durante la entrevista es posible recabar la primera información sobre el estudiante, establecer los acuerdos de relación e identificar las necesidades de atención. (Cisneros, 2007, 233).
La tutoría grupal no es la más recomendada, pero si se realiza debe ser en pequeños grupos en los que se hayan identificado previamente las necesidades de atención. En esta modalidad se puede proporcionar información, aclarar dudas o desarrollar cierta habilidad, entre otras posibilidades. (Cisneros, 2007, 233).
Otra modalidad que debe ser tomada en cuenta es la tutoría electrónica, que se puede ofrecer a través de recursos de Internet como correo electrónico, Chat, grupo de discusión o una plataforma diseñada con este fin en la que se realice la tutoría individual y grupal; también se puede dar seguimiento por este medio a una relación que se haya establecido previamente cara a cara y continuarla en línea. Estas modalidades pueden combinarse de acuerdo con los objetivos del plan de trabajo y los lineamientos que se establezcan para su operación. (Cisneros, 2007, 233).
Actualmente, en la mayoría
de las instituciones educativas la tutoría se ha convertido en un
recurso
ampliamente utilizado para apoyar de manera más directa e
individualizada el
desarrollo académico de los alumnos, a través de la creación de mejores
ambientes de aprendizaje.
Por su naturaleza, la
tutoría se ha manejado con flexibilidad; en algunas instituciones
constituye un
eje fundamental del proceso educativo, en otras, se emplea como una
herramienta
de apoyo en la formación de los alumnos, en particular, cuando éstos experimentan dificultades académicas
que afectan su desempeño escolar.
Así, encontramos distintos tipos de tutorías, de acuerdo a la modalidad adoptada, misma que depende de la profundidad, amplitud, orientación y nivel de estudios a que está dirigida. También, hay especializaciones tutoriales en prácticas profesionales, dirección de tesis, entre otras.
En conclusión, los tres ejes generales de la tutoría son:
Para ello se vale de métodos y técnicas específicas y sistematizadas, las cuales se centran en el estudiante y cómo éste aprende.
El reto que enfrentan las universidades y particularmente los profesionistas ante la llegada del nuevo milenio, es la de formar recursos humanos capacitados teórica y técnicamente para enfrentar los obstáculos que la modernidad impone en materia de ejercicio profesional, así como la revisión de códigos de ética, la legislación vigente y la normatividad de los gremios ante el proceso de globalización.
La ética en el
proceso tutorial
Si bien es considerada la tutoría como un proceso de acompañamiento al estudiante, para realizar esta función es importante no descuidar el papel ético del tutor, ya que esta dimensión es necesaria para el buen manejo de información privada que recibe en la relación con el tutorado. Por otra parte, existe flexibilidad para que cada institución decida quién participará como tutor y en qué modalidad ejercerá la tutoría, en función de sus necesidades, de los recursos humanos y materiales disponibles. (Cisneros, 2007, 233).
Los valores académicos
El tema de los
valores ha despertado mucho interés en
los últimos años debido, en parte, a la denominada crisis de valores de
las
nuevas generaciones. Muchas han sido las aseveraciones hechas respecto
a querer
explicar los motivos de por qué ha surgido esta situación: se dice que
por
descuido de la educación en las familias; incorporación de las madres
al
trabajo fuera de casa; exacerbación de la competencia y el consumismo
como
práctica cotidiana; medios de comunicación como delineadores de las
conductas;
entre muchos otros. Lo cierto es que el fenómeno es multifactorial y
como tal
debe de ser tratado desde distintas disciplinas y enfoques.
Las
instituciones han entrado en constantes cambios
debido a la también cambiante realidad en que están inmersas. Entre
ellas, la
educación no ha podido excluirse de esta transformación constante. La
globalización económica y cultural ha replanteado muchos de los
esquemas a los
que hemos estado acostumbrados, llegando a rebasarnos en innumerables
situaciones al no encontrar respuesta adecuada a sus efectos.
La educación ha
sido uno de los ámbitos más endebles
generados por estos cambios. Los resultados obtenidos no han sido los
mejores a
causa de la enturbiada realidad que confronta nuestra cultura con la
diversidad
mundial. Así, lo que antes valía o era importante, ahora lo resaltamos;
lo que
frecuentemente era cercano a nosotros, ahora ya no lo es y viceversa.
La velocidad
de los cambios es extremadamente rápida y sin una respuesta adecuada,
seguramente lo que sigue es un mayor caos.
La educación
debe incluir el desarrollo de las
facultades físicas, intelectuales y sobre todo valores morales del
educando, de
forma que actúe siempre con actitudes y conductas positivas ante la
vida, a
pesar de una realidad tan cambiante y adversa a su formación. Así debe
incluir
un conjunto actividades que comprendan valores enfocados a la formación
integral. El periodo escolar es la época más importante en el
desarrollo de la
personalidad humana. Si la institución escolar quiere educar para la
vida, no
puede dejar de lado ni improvisar la educación sobre los valores.
Muchas escuelas
tienen una organización verticalista:
el proceso educativo está centrado en el maestro, y la toma de
decisiones se
efectúa a partir del cuerpo directivo. Es posible que en determinados
momentos
o clases se ha hablado de la importancia que tiene la participación en
el
desarrollo de la persona, de la necesidad de participar para construir
entre
todos una nueva sociedad. Pero esta formación es teórica, mientras que
la
vivencia de los alumnos es que el éxito lo obtienen aquellos que acaten
más y
mejor las disposiciones y los reglamentos en cuya elaboración, no han
tomado
parte. Sobre todo, en una organización de este tipo, el alumno al no
participar
en las decisiones que le afectan, no adquiere las actitudes en un
hábitat
requeridos para esa participación.
Uno de los
mensajes más importantes va en las
estructuras; en la organización se pretende formar hombres autónomos,
libres,
participativos, con autoestima, capaces de colaborar, de juzgar y de
controlar
el poder, es preciso crear estructuras participativas. Una estructura
verticalista transmite competencia,
impersonalidad y
de algún modo esta diciendo a la persona "tu no eres importante". Con
personas no participativas no hay dialogo, no hay comunidad, no es
posible el
desarrollo humano.
También son
trascendentes las formas en que se
implementa la educación, ya que como decía Don Jesús Reyes Heroles “…la
forma
es fondo” y dicen mucho las estrategias tomadas en la formación. De
este modo,
llamaremos «vehículo» a los medios utilizados para transmitir los
valores,
clasificándolos en concretos y abstractos.
Los primeros son
los evidentes (normas establecidas
explícitamente) y los segundos son los que son implícitos (contexto
subliminal
cargado de mensajes simbólicos), que en conjunto generan «conglomerados
educativos». Así, podemos encontrar señalamientos claros con una carga
valoral
específica, pero con una carga simbólica que apunte en sentido
contrario.
Desde las
perspectivas Socioantropológica (Agnes
Héller) y Psicopedagógica (Lawrence Kohlberg), lo anterior puede
representarse
a través de tres tipos de comportamientos valorales: lo normativo (los
parámetros de conducta establecidos por los individuos u
organizaciones); lo
afectivo (relaciones en la implementación de las normas, tanto
formales, como
informales); y lo procedimental (los medios y estrategias tomadas para
su
implementación).
Así, tanto en el
aula como fuera de ella se conjugan
formación y socialización que tienen una amplia carga de valores. Cómo
se
asumen las reglas de la organización, mediante que medios, quién se las
transmitió y cómo se implementaron, qué reglas se ponen en juego,
etcétera,
serán, entre otros aspectos como se van a ir transmitiendo los valores.
Recordemos que
los valores se transmiten, entre otros
medios a través de normas, las cuales son prescripciones obligatorias
para un
determinado grupo de individuos, cuya transgresión genera ciertas
consecuencias, pudiendo llegar a sanciones de diverso tipo. De esta
forma, las
normas concretas generarán sanciones concretas o materiales y las
normas
abstractas motivan a que a través de juicios de valor se emitan
mensajes
valorales explícitos e implícitos.
A partir del
ejercicio práctico de los valores, es
como se llega a asumir identidades específicas, transmitiendo como un
modelo
cultural hacia las nuevas generaciones. Así se reproducen vicios y
costumbres,
buenas y malas como un modelo de vida.
Conclusiones
El enfoque
teórico asumido para implementar un
programa de tutoría no está desprovisto de una fuerte carga valoral, o
sea, no
es neutro, ya que el mismo determinará la organización que se asumirá
en la
conformación de la estructura y la relación que se establecerá con los
tutorados.
Es necesario
replantear las formas organizativas en
las que se pongan en juego valores importantes tales como respeto,
honestidad,
justicia, puntualidad, solidaridad, amistad, entre muchos otros.
La
transversalidad debe comenzar a ejercerse en las
formas que vemos cotidianamente como normales de la organización
escolar, ya
que ejercen mucho más impacto que lo que creemos.
Bibliografía
Alcántara
Santuario,
A., "Consideraciones sobre la tutoría en la docencia
universitaria", en Perfiles Educativos, núms. 49-50,
julio-diciembre, México, CISE-UNAM, 1990, p. 51-55.
Cisneros
Hernández,
Lidia (2007), “La educación en ambientes virtuales”
Kerr, Clark (1995), “The uses of University”, Harvard
University Press, (4th.ed)
Mercado Pérez, Raúl (2004), “El Modelo tutorial”. Mimeo
Universidad de Guadalajara, Modelo
Educativo Siglo 21 (www.udg.mx/secfija2/nuesuniv/modelo_educativo_siglo21_UDG.pdf
[i] Esta es la
definición contenida en el Modelo
Educativo Siglo 21, de