Sincronía Otoño 2006


Dos grandes hombres y una traducción

María Luisa Arias Moreno**



Resumen

El 20 de julio de 1965 el historiador y antropólogo mexicano Dr. Wigberto Jiménez Moreno fue comisionado por el Presidente Díaz Ordaz para que localizara la tumba del Padre Kino con un equipo multidisciplinario. Jorge Olvera, uno de los integrantes del equipo, describió en detalle esta empresa en su libro Finding Father Kino. The Discovery of the remains of Father Eusebio Francisco Kino, S.J. El presente artículo trata sobre este interesante libro que nos brinda una perspectiva de la vida de este extraordinario misionero, que trabajó en la región del norte de Sonora y el sur de Arizona, y que además aborda temas tan variados como el proceso y las técnicas de excavación, arquitectura mudéjar, investigaciones de las misiones, cerámica, literatura, y lo que todos estos temas implicaron para la traducción del libro al español.


Abstract

On July 20, 1965, Mexican historian and anthropologist Dr. Wigberto Jiménez Moreno received orders from President Díaz Ordaz to locate Father Kino’s grave site with a multidisciplinary team. This enterprise was chronicled in detail by Dr. Jorge Olvera, one of its members, in his work Finding Father Kino. The Discovery of the remains of Father Eusebio Francisco Kino, S.J. This article is a discussion of this interesting book which offers a glimpse at the life of the extraordinary missionary, who worked in the regions of northern Sonora and Southern Arizona, and it covers such varied topics as the excavation techniques and process, mudéjar architecture, field investigations of Kino’s missions, ceramics, literature, and what all this implied for its translation into Spanish.






En el Salón Estatuario del Capitolio en Washington, D.C. se encuentran representados los personajes más importantes por sus logros para la historia estadounidense. Por ley, cada estado de la Unión Americana tiene derecho a escoger quiénes los representarán. En el caso particular de Arizona su primera elección en 1930 fue John Campbell Greenway, un ingeniero minero que había ayudado mucho al progreso de la industria minera. Su segunda elección fue el padre Eusebio Francisco Kino, S.J. y su estatua se develó el 14 de febrero de 1965 para conmemorar el aniversario 53° de la admisión de Arizona como Estado. En dicha ceremonia estuvieron presentes, además del Gobernador del Estado Samuel Goddard y otros dignatarios de Arizona, el Subsecretario de Gobernación Stewart L. Udall, el Rev. Ernest J. Burrus del Instituto Histórico Jesuita de Roma, los embajadores de Italia, Bélgica, España así como el de México, Hugo Margain.

¿Qué fue lo que hizo que el Padre Kino recibiera tan merecido homenaje y además de parte de Arizona? Kino fue un extraordinario misionero jesuita que nació en agosto de 1645 en el pueblo de Segno, en el norte de Italia. Deseaba fervientemente ir como misionero al Oriente, a China para ser más precisos, pero el destino le tenía reservada otra misión: en 1681 navegó desde Cádiz a la Nueva España. Fue descubridor, explorador, astrónomo, cartógrafo, matemático, fundador de misiones y trajo consigo una serie de elementos culturales europeos, entre otros docenas de nuevas cosechas, incluido el trigo, un nuevo idioma y conocimientos arquitectónicos que aplicó en la construcción de sus iglesias. En 1687 llegó a una región del desierto de Sonora que denominó “la Pimería Alta” (la tierra de los indios pimas), extenso territorio que actualmente abarca el norte de Sonora y el sur de Arizona. Ahí fundó cerca de veinticinco misiones y estaciones, llamadas visitas. Carismático y sumamente apreciado por los indígenas, durante sus veinticuatro años de servicio recorrió incansable largas distancias a caballo para atender a sus fieles. Murió en Magdalena (hoy Magdalena de Kino), Sonora el 15 de marzo de 17111.

Si bien se tenía el dato de la fecha y lugar del deceso de Kino, nadie sabía dónde estaba sepultado. Por ello y como consecuencia de la ceremonia celebrada en Washington, seis meses después de que se develara su estatua, el 20 de julio de 1965, Agustín Yáñez, en aquel entonces Secretario de Educación de México, por órdenes del Presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, encargó al historiador y antropólogo mexicano Wigberto Jiménez Moreno que fuera a Magdalena a localizar el sepulcro del Padre Kino. Ya antes había habido intentos fallidos por localizar sus restos; sin embargo, la tarea era sumamente difícil, pues el único dato que se tenía era que había sido sepultado en Magdalena, Sonora en la capilla de San Francisco Xavier, pero ésta ya no existía. Además, no se contaba con fuentes precisas para su localización. Por consiguiente, era preciso llevar a cabo una investigación en los archivos y arqueológica para encontrar la capilla y los restos mortales de Kino.

El Dr. Wigberto Jiménez Moreno decidió reunir a un equipo de expertos, lo cual no fue sencillo porque muy pocos deseaban participar en una empresa tan arriesgada, pues creían que estaba destinada al fracaso y no querían poner en peligro su prestigio. Aun así logró formar un equipo multidisciplinario en una época en que esto no era usual. En él estaba: su director, el antropólogo y etnohistoriador Dr. Wigberto Jiménez Moreno, Jefe del Departamento de Investigaciones Históricas del I.N.A.H.; el arqueólogo William W. Wasley del Museo Estatal de Arizona; el Padre Kieran McCarty, historiador franciscano estadounidense; el antropólogo físico del I.N.A.H. Arturo Romano Pacheco; el Padre Cruz Acuña, historiador sonorense de la arquidiócesis de Hermosillo; Conrado Gallegos, topógrafo de la Oficina General de Obras Públicas del estado de Sonora; y el Dr. Jorge Olvera, arquitecto, historiador de arte y arqueólogo del I.N.A.H.

Este último investigador fue quien, varios años después, escribió un libro fascinante sobre esta empresa basado en el diario que llevó durante todo el tiempo que duró la investigación, puesto que el profesor Jiménez Moreno murió sin haber elaborado un informe como le correspondía. Debido a que el libro fue comisionado por la Junta Directiva del Centro de Investigaciones de las Misiones del Suroeste de Arizona, el Dr. Olvera lo escribió en inglés. Su traducción lleva por título Encontré los restos y el espíritu de Kino. Diario de campo de Jorge Olvera (1965-1966), y es precisamente sobre este libro y dicha traducción que trata el presente artículo.

Vale la pena mencionar que la vida del Dr. Olvera también es muy interesante y quisiéramos hablar un poco sobre ella aquí pues, aunque estamos seguros de que él por modestia no lo admitiría, en gran medida gracias a sus conocimientos y experiencia tuvo éxito dicha tarea tan difícil y que muchos consideraban imposible. Al igual que el Padre Kino, a quien tanto admiraba, el Dr. Olvera era un hombre sumamente versátil y preparado como se verá a continuación.

Jorge Olvera Hernández nació en la Ciudad de México en 1915. Vivió tanto en México como en Estados Unidos, donde estudió la preparatoria en Santa Clara, California. Estudió en la Academia de San Carlos y allí Rufino Tamayo y el Dr. Atl lo iniciaron en el muralismo. Fundó en 1945 la Escuela de Artes Plásticas de Chiapas junto con Jaime Torres Bodet y la dirigió hasta 1953. Participó en investigaciones sobre el descubrimiento, exploración y estudio de ruinas de estructuras coloniales del siglo XVI en Chiapas. Con el impulso que dio al arte en dicho estado se abrió una nueva etapa del arte contemporáneo que se extendió a todo el país y el extranjero. Por ello, años más tarde (1990), recibió el Premio Chiapas en arte.

Cuando el Dr. Jiménez Moreno lo invitó a participar en la búsqueda de los restos del Padre Kino, el Dr. Olvera contaba ya con una maestría en historia del arte, donde se había especializado en arte colonial y arquitectura, y estaba estudiando arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Asimismo, realizó estudios de posgrado en etnología, lingüística y culturas orientales y en 1978 terminó su maestría en restauración de monumentos en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM. Estudió arte y japonés en el Colegio de México. Asimismo, escribió Algunas semejanzas léxicas entre el mixe-zoque y el antiguo japonés, su último libro.

El libro del Dr. Jorge Olvera

Encontré los restos y el espíritu de Kino. Diario de campo de Jorge Olvera (1965-1966) narra desde los problemas que tuvieron al inicio de la búsqueda hasta el hallazgo de la sepultura y las pruebas que emplearon para comprobar que, efectivamente, habían hallado los restos del gran misionero, todo ello en un estilo sumamente ameno, interesante e incluso con varias anécdotas que divertirán al lector. Habla, por ejemplo, de que no había certeza prácticamente de nada, ni siquiera de que el pueblo de Magdalena que está en Sonora fuera el mismo Magdalena en que se había enterrado a Kino, pues muchos pueblos de esa región habían desaparecido y, al fundar nuevos pueblos, muchas veces les ponían el mismo nombre. Además, contaban con un presupuesto tan reducido que al principio no tenían ni picos ni palas y, cuando finalmente los tuvieron, no hubo oportunidad de comprar otro tipo de herramientas que habrían sido sumamente útiles para el tipo de investigación que estaban realizando. El tiempo también estaba en su contra, pues lo que interesaba al Presidente de México era que encontraran los restos de Kino lo más rápidamente posible y que no perdieran el tiempo en ningún tipo de investigación arqueológica.

A esto debemos agregar que tampoco había muchas fuentes documentales para su investigación. De hecho, sólo contaban con el acta de defunción del Padre Kino así como con algunas fuentes históricas localizadas por Herbert Bolton y que éste llegó a publicar haciendo su traducción al inglés, por ejemplo, el libro Favores Celestiales que son las memorias del Padre Kino. Por eso se requirió una búsqueda minuciosa en archivos, bibliotecas y hemerotecas de la Ciudad de México y de Hermosillo, con el fin de aprender todo lo posible sobre la vida de Kino y lo que se sabía sobre su muerte.

Para complementar lo hallado en fuentes documentales, fue preciso estudiar la arquitectura de las misiones jesuitas en general y de otras misiones construidas por el Padre Kino tanto en fuentes bibliográficas como en los sitios en donde estaban éstas o lo que quedaba de ellas, con el fin de verificar si los restos de ruinas encontrados en sus excavaciones podían ser parte de una misión jesuita y, sobre todo, si podía tratarse de la capilla de San Francisco Xavier. Recurrieron también a las fuentes orales, es decir, a los residentes locales de mayor edad.

La búsqueda comenzó en el lugar en el que ya se habían llevado a cabo intentos fallidos: la capilla de San Miguel, que se había tomado erróneamente por la de San Francisco Xavier. Dicha capilla recibió diferentes nombres (Proctor, Pesqueira), pues la denominaban según el nombre de las personas que habían efectuado las excavaciones. La idea era buscar por eliminación, es decir, investigar en todos los lugares factibles para ir descartando toda posibilidad, incluso aquellos sitios en los que la búsqueda había sido infructuosa. Los testimonios obtenidos de los informantes también se trataron de la misma manera: se tomó en cuenta cada dato y sugerencia que recibieron.

El libro del Dr. Olvera narra día con día los problemas a los que se enfrentó el equipo multidisciplinario y cómo los fueron resolviendo; el proceso de las excavaciones; el estudio que realizaron de los documentos y los antiguos cimientos de otras misiones de Kino; los documentos, objetos y restos humanos encontrados. Como ferviente admirador de Kino, el Dr. Olvera también analiza fragmentos de la vida de éste para obtener más indicios, sobre todo en lo concerniente a los conocimientos de tan admirable misionero.

Al final, relata cómo unos cuadros resultaron muy útiles para el hallazgo de la sepultura: tres representaciones de la iglesia de la misión de Cocóspera. La primera es un grabado basado en un dibujo o pintura hecho por J. Ross Browne en 1864 que muestra la iglesia de la misión a la distancia y en el que se observa la posición estratégica de la misión en un risco, una de las características principales de todas las misiones de Kino; la segunda es un croquis a lápiz hecho en 1879 por Alphonse Pinart de la capilla de San Francisco Xavier ya en ruinas y que, cuando llegó a manos del equipo investigador ya nadie recordaba ni sospechaba que fuera dicha capilla; y la tercera es un grabado de la iglesia de Cocóspera basado en una pintura original y hecho por J. Ross Browne en el que se muestra al fondo de una escena sólo parte de la iglesia en una vista de tres cuartos y una vista de primer plano de sus dos torreones. Al analizar estos cuadros comparándolos entre sí, estudiar con esmero los descubrimientos arqueológicos de las excavaciones realizadas por este equipo y compararlos con las ruinas de las misiones jesuitas estudiadas y, sobre todo, al observar detenidamente una fotografía tomada alrededor de 1938 que les regaló uno de los habitantes del pueblo y superponer el dibujo de Pinart a ésta, el Dr. Olvera confirmó su hipótesis sobre el lugar más probable en el que habría estado la capilla de San Francisco Xavier, lo que llevó al descubrimiento tan añorado de los restos de Kino. Por cierto, también en el libro se explica detalladamente cómo se confirmó que efectivamente se trataba de Kino mediante pruebas documentales y científicas.

Ahora bien, antes de hablar sobre la traducción del libro del Dr. Olvera, es importante situarlo en su contexto y explicar de dónde viene la idea de verterlo al español. A las manos del Dr. Gabriel Gómez Padilla, historiador e investigador de la Universidad de Guadalajara, llegaron noventa documentos inéditos que era necesario dar a conocer completándolos mediante una extensa investigación con notas, explicaciones, introducciones, etc. Se decidió comenzar este proyecto con la traducción del libro de Bolton The Rim of Christendom (véase nota 1), traducción que llevó varios años. Se decidió continuar con la traducción del libro del Dr. Olvera con el apoyo del Presidente municipal de Magdalena de Kino, Luis Norberto Fernández Riesgo, y posteriormente se logró que se firmara un convenio entre la Universidad de Guadalajara y la Universidad de Sinaloa para su publicación. Actualmente se está trabajando en la traducción de las notas explicativas que Bolton hizo a su propia traducción de Favores Celestiales de Kino, pues son más de 700 notas que implicaron una gran labor investigativa efectuada por este célebre autor y que seguramente serán de gran valor para los historiadores e investigadores.

La traducción del Libro Finding Father Kino. The Discovery of the Remains of Father Eusebio Francisco Kino, S. J. 1965-1966

Curiosamente, a pesar de que se ha traducido desde tiempos inmemoriales, existe un gran desconocimiento sobre lo que implica efectuar una traducción de calidad, pues se cree que es suficiente saber los dos idiomas en cuestión y contar con buenos diccionarios más un poco de práctica, lo cual es completamente falso. Si bien no sería posible hacer aquí una explicación detallada de lo que realmente se necesita saber para traducir, el objetivo de este artículo en relación a este tema es dar una idea de algunos de los problemas que se tuvieron que superar para realizar la traducción del libro del Dr. Olvera.

A lo largo de la historia el papel del traductor como mediador y enlace entre culturas ha sido evidente2, sobre todo en lo que se refiere a tratar de llevar textos fundamentales de una cultura a otra. En el caso que nos ocupa, si uno se pone a pensar en que la misión cumplida por el Padre Kino se reconoció primero en Estados Unidos que en México, como lo demuestra el que hayan decidido erigir su estatua allá antes que en nuestro país así como las investigaciones llevadas a cabo allá sobre su persona, la labor traductora resultaba imprescindible para dar a conocer una parte de lo que también es nuestra historia.

Primeramente para llevar a cabo la traducción de este interesante libro fue necesario investigar una gran cantidad de temas y tomar en consideración muchos detalles. Por ejemplo, había que saber sobre la vida de Kino, técnicas arqueológicas, cerámica, historia, literatura, costumbres y supersticiones, arquitectura, especialmente arquitectura mudéjar, matemáticas, música y muchas cosas más. Sobra decir que esta labor de investigación no es privativa sólo de algunas traducciones, sino que es un procedimiento normal para un traductor profesional informarse y aprender lo más posible sobre lo que está traduciendo con el fin de realizar una traducción de calidad.

Algo fundamental para la traducción era tratar de conservar el estilo ameno y sencillo del Dr. Olvera y, como se citan textualmente las notas de campo de Wasley en algunas partes del libro, tratar de reflejar en ellas el estilo más conciso y escueto de éste. Asimismo, había que tomar en cuenta otras citas, pues no sólo a veces el Dr. Olvera escribía las palabras textuales de los demás integrantes del equipo y de los informantes, sino que recurría a documentos para analizarlos, como es el caso de los Favores Celestiales de Kino y las Ordenanzas Reales. Ya que estos documentos fueron primero escritos en español, fue preciso buscar en las fuentes originales. Afortunadamente, se contaba con un ejemplar de la obra de Kino lo que resolvió la primera dificultad. Para la segunda fue posible consultar las Ordenanzas Reales fácilmente a través de Internet. Sin embargo, el problema consistió en que el Dr. Olvera tradujo al inglés las Ordenanzas sin preocuparse demasiado por la fidelidad a éstas, ya que muchas veces las simplificó y omitió información que se indica en ellas, pues las empleó solamente con el fin de demostrar la forma en que Kino las había seguido para trazar sus pueblos como lo ordenaba el rey de España a los colonizadores del Nuevo Mundo y descubrir, de este modo, el plano de la misión y la ubicación de la capilla perdida. Así que se decidió que no era posible limitarse a reproducir textualmente las citas pues esa no fue la intención del Dr. Olvera, sino que había que omitir en la traducción la información no dada en el original, pero manteniendo la coherencia de las citas y respetando el español antiguo de las Ordenanzas originales.

El Dr. Olvera a lo largo de su obra también recurre a algunas citas de diversas fuentes para probar su hipótesis o ilustrar la trayectoria que siguieron sus razonamientos. Incluso algunas de ellas las emplea en diferentes capítulos del libro por diversas razones, a veces en forma completa y a veces parcialmente, a veces en forma textual, a veces parafraseándolas. El problema, entonces, para realizar la traducción fue recordar esas citas cuando ya habían aparecido antes y buscarlas para que fueran iguales, con el fin de ser congruentes.

Como se mencionó antes, los conocimientos y experiencia del Dr. Olvera fueron vitales para encontrar los restos del Padre Kino, lo cual es fácil de comprobar al observar cómo los aplicó en su investigación, puesto que indica en forma minuciosa todos los pasos que siguió en su estudio y sus deducciones. De ahí que encontremos explicaciones pormenorizadas de sus observaciones, especialmente de las estructuras arquitectónicas. Por ejemplo, describe detalladamente los restos arquitectónicos y los hallazgos de sus excavaciones. Según su estudio de los restos de las iglesias de la Pimería Alta construidas por el Padre Kino (específicamente de las ruinas de las misiones de Cocóspera y Remedios, y de la iglesia de Santa María de Magdalena del Padre Campos y Kino en Magdalena), éstas eran mudéjar en su concepción.

El arte mudéjar se creó en el siglo XIII durante el dominio musulmán de España. Lo que se entiende por mudéjar es la combinación y mezcla de los estilos gótico e islámico en la arquitectura. El Dr. Olvera menciona la posibilidad de que Kino haya aprendido este arte durante el tiempo que estuvo en España en espera de embarcarse a América, y sugiere que es probable que no sólo haya aprendido de los maestros de obras que usaban este estilo lo referente a las estructuras arquitectónicas, sino que también éstos le hayan revelado su simbolismo matemático-religioso, así como su relación con la música. Conforme van avanzando en su investigación y estudio de las misiones del Padre Kino, va exponiendo de qué elementos constan las construcciones hechas con este estilo, así como dicho simbolismo matemático-religioso y musical. Por ello, para efectuar la traducción fue necesario investigar sobre estos temas y su terminología. Debemos mencionar, sin embargo, que la hija del Dr. Olvera, María del Carmen Olvera Calvo, historiadora y maestra en restauración de monumentos de arquitectura, amablemente nos facilitó algunos glosarios de términos arquitectónicos de su padre, algunos bilingües y otros en español, lo que fue de gran ayuda para nuestra tarea.

A pesar de contar con los glosarios, no siempre fue fácil decidir cuál era el término más preciso ni tampoco en ellos estaban todos los términos empleados en el libro del Dr. Olvera. Incluso en ocasiones hubo un poco de falta de consistencia en el empleo de los términos en inglés. Por ejemplo, cuando en el original el autor mencionaba también el término en español, a veces en un capítulo posterior proporcionaba una traducción diferente para el mismo término3. Solucionar la falta de consistencia o encontrar la traducción adecuada de los términos que no se incluían en los glosarios requirió mucha investigación en diccionarios especializados de arquitectura, generales monolingües y bilingües, y libros sobre arquitectura, sobre todo mudéjar.

Asimismo, es importante mencionar que, además de los glosarios, la hija del Dr. Olvera también nos prestó las notas de campo de su papá. Y, si bien el libro está basado en dichas notas, el autor no las sigue al pie de la letra y omite o agrega mucha información, además de que no incluye los términos arquitectónicos que tampoco encontramos en los glosarios. Aun así las notas fueron una ayuda valiosa, sobre todo para familiarizarse con el estilo del Dr. Olvera en español.

En lo que concierne a otros términos, los que mayor dificultad presentaron para la traducción fueron los términos relacionados con la cerámica que se emplean en el libro en la parte en que se habla sobre los tiestos encontrados en las excavaciones y la clasificación que se hizo posteriormente de éstos. María del Carmen Olvera también nos proporcionó dichos términos, pues en español, hasta donde sabemos, no existen glosarios bilingües muy completos sobre este tema. Probablemente se deba a que, en realidad, más que emplear términos como en inglés, en el caso del español se hace toda una descripción del objeto o una explicación del procedimiento para adornarlo. Por ejemplo, blue-printed and other transfer-printed ware se traduce por “loza impresa por transferencia bajo el vidriado y pintada a mano sobre el barniz azul”.

Por razones de espacio esta es sólo una pequeña muestra de lo que trata el libro y los problemas que presentó su traducción, pues sería imposible relatar aquí toda la odisea que vivió el equipo de investigadores en esta aventura tan emocionante, además de cómo descubrieron finalmente el lugar de la sepultura del Padre Kino y lo que sucedió una vez que se encontraron los restos para corroborar su autenticidad4. Lo que sí se puede mencionar es que, como lector, uno se siente parte del equipo, va viviendo poco a poco sus angustias y alegrías y, en el trayecto, va aprendiendo sobre gran variedad de temas. Por ejemplo, y aparte de los ya mencionados, en qué se diferenciaba la arquitectura franciscana de la jesuita, las costumbres que se siguen cuando se construye una casa o una construcción en diferentes regiones y cómo influyó esto en la literatura infantil, otros hallazgos de restos de personas famosas y cómo se encontraron, los estudios que se realizan para verificar la antigüedad y autenticidad de los hallazgos, etc.

Al final, el lector descubrirá consternado lo que sucedió en Magdalena de Kino y, esperamos, compartirá la frustración del Dr. Olvera: paradójicamente, después del descubrimiento de los restos del misionero, las autoridades destruyeron todas las construcciones en nombre del “progreso”. Es decir, las casas más antiguas, parte del Palacio Municipal, el monumento anterior a la memoria del Padre Kino, los restos de la capilla de San Francisco Xavier y muchas cosas más. Todo lo cual ha cambiado por completo el aspecto del pueblo y hace que ahora sea poco factible realizar algún tipo de investigación arqueológica con buenos resultados.

Esperamos que esta breve reseña del libro Encontré los restos y el espíritu del Padre Kino. Diario de campo de Jorge Olvera (1965-1966) sirva para dos cosas: en primer lugar, para despertar el interés en la extraordinaria vida del carismático misionero, así como el deseo de investigar más sobre la historia de las misiones jesuitas en el noroeste de México; en segundo lugar, para que exista un poco más de conciencia sobre el papel que tiene la traducción en la transmisión de conocimientos y sobre el hecho de que traducir implica mucho más que usar diccionarios y saber un idioma extranjero si esta labor la efectúa un traductor profesional que respeta su profesión, al autor y al público para quien se traduce.




Bibliografía

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Olvera, Jorge. Finding Father Kino. The Discovery of the Remains of Father Eusebio

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Olvera, Jorge. Diario de campo. Investigaciones en Sonora para la Búsqueda de los

Restos del Padre Eusebio Francisco Kino. Apuntes inéditos, 1965-1966.

Olvera, Jorge. Glosarios de Términos Arquitectónicos. Glosarios inéditos, sin fecha.


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1 Para mayor información sobre la fascinante vida del Padre Kino, véase el libro escrito por Herbert Eugene Bolton, Los confines de la cristiandad. 1ª. ed., México, México Desconocido, 2001. Traducción: Felipe Garrido. Investigación documental: Dr. Gabriel Gómez Padilla.

2 Cfr. Jean Deslile y Judith Woodsworth ed. Translators through History. 1ª. ed., Ámsterdam, John Benjamins Publishing Co., 1995.

3 El Dr. Olvera decidió incluir términos en español porque siempre tuvo la idea de que en el futuro su libro se traduciría al español. Desgraciadamente, sólo alcanzó a ver la traducción de los primeros capítulos.

4 A este respecto debe mencionarse que, como parte de la investigación realizada para efectuar la traducción, fue preciso consultar a expertos en pruebas de datación con el fin de saber en qué consistían y cuál era la terminología adecuada en español.