Sincronía Otoño 2004


RODOLFO USIGLI (1905-2005). SU RELACIÓN CON  LA PRIMERA GENERACIÓN DE DRAMATURGAS MEXICANAS

Olga Martha Peña Doria

Universidad de Guadalajara


 

La primera generación teatral en México del siglo XX  corresponde a la de 1924, según lo apunta José Juan Arrom en su Esquema generacional de las letras hispanoamericanas. Es en este período en el que surgen figuras dramáticas de la talla de Rodolfo Usigli y muchos otros dramaturgos que triunfaron con su teatro. Sin embargo, hubo una generación de mujeres que apoyaron en gran medida en la formación de un teatro mexicano con carácter internacional, como fueron Catalina D´Erzell, Amalia de Castillo Ledón, María Luisa Ocampo, Julia Guzmán y otras más, quienes se preocuparon por escribir un teatro que mostrara a la mujer mexicana en su lucha en pos de la liberación. Las mujeres en México no habían tenido la oportunidad de participar abiertamente como escritoras en ninguno de los géneros, por lo que este grupo fue recibido por la crítica con beneplácito. Entre estos críticos y dramaturgos que supieron entender el teatro de estas mujeres, descuella Rodolfo Usigli. Este autor tuvo una excelente amistad con una de las dramaturgas más destacadas de ese período, Amalia de Castillo Ledón, a quien reconoció como escritora en una carta-ensayo que le escribió en 1963. En ese documento también reconoce la labor dramatúrgica de otras escritoras mexicanas. En un párrafo de la carta dice:

Primera en muchos órdenes de la cultura, la sensibilidad y la acción social en México, Amalia Castillo Ledón no es nuestra primera escritora en términos cronológicos. De sor Juana a Isabel Prieto de Landázuri, hay mujeres mexicanas a quienes la poesía dramática ha atraído y fascinado como una forma de literatura mayor y, sobre todo, como la más alta de la expresión humana, y para quienes el amor de un teatro en sueños que no alentaba nuestro ambiente nacional era como el amor de la patria en gestación, bajo una tiranía secular para nuestras heroínas históricas.

Antes de que Amalia Castillo Ledón estrenara Cuando las hojas caen en la temporada de la Comedia Mexicana que le debió en rigor su nacimiento y su vida, habían escrito y presentado piezas de teatro, María Teresa Farías de Isassi, Eugenia Torres, Catalina D´Erzell, María Luisa Ocampo. Después vendrían Julia Guzmán, Margarita Urueta, Margos de Villanueva, Luisa Josefina Hernández, Elena Garro y otras.

            Rodolfo Usigli fue un profundo conocedor de la mujer mexicana y supo retratarla con mucha nitidez. Durante las primeras cuatro décadas del siglo XX en México, el teatro presentó conflictos de familia en donde la mujer es el eje de la acción dramática. Para el dramaturgo, el teatro era un medio de cambio social y desde ahí luchaba por presentar situaciones de una sociedad en proceso de cambio, pero como dice Guillermo Schmidhuber en su Apología de Rodolfo Usigli, el escritor “era un soñador de un sueño más que imposible: un sueño a la vez estético y sociológico: curar con la belleza del teatro a la sociedad mexicana enmascarada e hipócrita, el arte sanando a la sociedad por el poder curativo del teatro”. (50)                                                                                                               Tanto Usigli como las dramaturgas presentan metáforas de una sociedad en crisis para representar el proceso de cambio de la sociedad mexicana, representada por familias de la nueva clase media que lucha por sostener su mundo familiar. Ya había terminado la revolución mexicana y necesitaban presentar el impacto de esa contienda en el núcleo familiar. Este teatro ejemplifica las consecuencias de una larga dictadura porfirista, una dolorosa revolución y un difícil período posrevolucionario conformador de  la clase media, así como la búsqueda por afincar en nuestras raíces mexicanas que se habían ido perdiendo debido a la influencia francesa y española. Este período se conoce como Nacionalismo que inició en 1920 y terminó hacia el final de los años cuarenta. La mayoría de las obras de  estos dramaturgos presentan cuadros dramáticos familiares muy similares a aquellos que años después describirá Octavio Paz con respecto a la familia mexicana, como lo dejó patente en una entrevista que le realizó Claude Fell en Vuelta a El laberinto de la soledad en donde declara que:

“La familia es una realidad muy poderosa. Es el hogar en el sentido original de la palabra: centro y reunión de los vivos y los muertos.... La familia ha dado a los mexicanos sus creencias, valores y conceptos sobre la vida y la muerte, lo bueno y lo malo, lo masculino y lo femenino.... En el centro de la familia: el padre. La figura del padre se bifurca en la dualidad de patriarca y de macho. El patriarca protege, es bueno, poderoso, sabio. El macho es el hombre terrible, el chingón, el padre que se ha ido, que ha abandonado mujer e hijos” (330).

Para Paz la mujer mexicana es  resignada, estable pero que a base de sufrir se vuelven invulnerables y  estoicas y así la vemos en el teatro de estos dramaturgos. Usigli las retrata con claridad y siempre les da la capacidad para afrontar la adversidad como en La familia cena en casa, obra escrita en 1942. Hay una anécdota que vale la pena no olvidar. El título de esta pieza le fue regalado por la dramaturga Amalia de Castillo Ledón. La autora había escrito un poco antes una obra con ese título en la que trataba un asunto familiar similar al de Usigli. Sin embargo  lo cambió posteriormente por el de Bajo el mismo techo según lo relata su hija Beatriz Castillo Ledón en entrevista que le realicé en el año 2000.  

            Un aspecto no siempre citado del teatro de Usigli es el papel que le da a las mujeres; siempre son  fuertes que luchan por lograr su felicidad y la unión de familia como es Matilde, la madre de La familia cena en casa. Es una mujer que lleva las riendas del hogar y guarda el secreto del origen de la fortuna familiar. Para Usigli  “es una mujer que ahoga el principio de su vejez en un carrusel incesante, que asiste  a todas las misas, a todos los velorios, a todos los entierros, a todas las bodas, a todas las partidas de bridge de la ciudad” (611). Sin embargo es una madre que, a pesar de perder la credibilidad ante los hijos debido al origen incierto de su fortuna, sabe afrontar las circunstancias y salvar ante todo a su familia que es lo que a ella le interesa. Sus cuatro hijos dudaron de la honorabilidad de su padre fallecido y también de la madre, pero ella logra enfrentar el problema y defender su vida familiar.

            Otra de las protagonistas usiglianas que defiende a toda costa la vida familiar es Elena de El gesticulador. Es ante  todo madre y esposa con el fin de salvar el hogar. Es la que defiende y encubre la crisis familiar que viene destruyendo al hogar, sin embargo jamás se dobla, se da cuenta de todo pero sigue luchando por los demás.  Otra obra en donde pone de manifiesto la familia, es Medio tono. Guillermo Schmidhuber, en su libro Apología de Rodolfo Usigli, comenta de esta obra  “fue el primer estreno de Usigli en la ciudad de México y constituye uno de los mejores retratos escénicos de la clase media mexicana, al presentar una indagación sobre las amenazas de disolución de la familia mexicana, como fundamento de la sociedad post-revolucionaria, ante un cambio de valores por el predominio de los valores materiales sobre los espirituales” (75)

            Las dramaturgas de este período presentan en su teatro escenas de una vida familiar en crisis en donde la madre es la fuerte, la que lucha por sacar adelante a la familia a costa de su felicidad pero que al final queda destruida y es condenada a la soledad  y al aislamiento. Este caso extremo  lo podemos observar en Bajo el mismo techo, de Amalia Castillo Ledón, en donde presenta un cuadro familiar compuesto por Gabriela, la protagonista, su marido, cuatro hijos y la madre de ella.  Todos viven bajo el mismo techo y aparentan tener una excelente relación familiar,  pero al presentarse un pequeño conflicto, salen a flote los odios y rencores entre ellos. En medio de todo este dolor el discurso masculino es el que impera e impone sus reglas. El padre y los dos hijos son los que tienen el poder de la palabra. Gabriela es solamente la madre y la profesionista que trabaja, lucha y sufre la humillación de ser una mujer que ayuda a sostener el hogar, esto de acuerdo  a la visión pequeña y cerrada de los tres hombres que conforman el hogar.  Los silencios de Gabriela impiden su defensa y eso la debilita como madre y mujer. A pesar de ser muy querida por los hijos y el marido, ellos no aceptan tener en el hogar a una mujer que trabaje ni a unas hermanas que estudien y se preparen para el futuro.

El conflicto dramático que presenta la autora gira alrededor de la infortunada decisión del padre de tomar el dinero de los ahorros para comprar una casa y gastarlo en arreglar un rancho en donde trabaja. Ese dinero había sido reunido entre la pareja y como buen macho tomó la decisión sin consultar con la esposa. Cuando el marido lo confiesa y recibe desconcierto de la familia, se limita a insultar y acrecentar su poder enfatizando en la ignorancia femenina;

Arturo.- ...Las mujeres son tercas y cuando creen ser cultas, son pedantes, intolerables...

 Miguel el hijo, en apoyo al padre agrega...

Miguel.- Las mujeres son inconscientes y estúpidas en estos menesteres y se inmiscuyen en lo que no les concierne....

No solo el padre insulta sino que acepta que el hijo lo haga igual que él, pero presumen de una “democracia familiar”  en la que solo la manejan los hombres y en cuanto Gabriela intenta opinar es insultada.  

Los hijos varones sufren la humillación de tener una madre que trabaje y ayude a sostener el hogar y por eso Bernardo el hijo mayor tiene una novia diferente a su madre y hermanas ya que ella opina que  “El lugar de la mujer es el hogar solamente. Ya sabes que ni yo ni mi familia debe trabajar fuera de su casa ni estudiar cosas de marimachos.”

            Gabriela tiene miedo de perder a su familia principalmente al esposo y de ahí que prefiere aceptar que todas las mujeres tienen como único anhelo poseer una casa propia pero que ello no va a ser la felicidad de la familia. Ante el marido es sumisa, pasiva, débil e incapaz de contradecir las órdenes del esposo, es decir, que acepta la subordinación del hombre. Con ello vemos que a pesar de que ella lleva las riendas del hogar  y casi lo sostiene económicamente el que manda es el hombre. Es decir que en ese hogar las mujeres son fuertes al tomar decisiones como trabajar y estudiar, pero mansas, sumisas y sufrientes para enfrentar a los varones de la familia. Carecen de lenguaje para luchar, prefieren el silencio que defender sus ideas, debido a que el mundo de los varones confunde el desarrollo profesional de ella y el deseo de tener a todos bajo el mismo techo, con el de una mujer que no cumple con el papel de ama de casa y madre de familia.

             El teatro de Amalia de Castillo Ledón subraya el humanismo de sus personajes al presentar conflictos dramáticos acordes con el mundo que le rodeaba; mujeres fuertes como la autora, que tomaron decisiones, pero que al estar inmersas en el mundo masculino se debilitan y aceptan las decisiones masculinas con tal de salvaguardar el hogar, implicando con ello que pierden al intentar ser mujeres  que decidieron dirigir sus vidas hacia metas diferentes a sabiendas de que pueden quedarse solas y no lograr su plenitud

Por otra parte, el teatro de Catalina D´Erzell también presenta el mundo familiar y los conflictos dramáticos están centrados en la mujer, sin embargo, no presenta la tradicional condición de inferioridad de la mujer y la pérdida de la dignidad humana, sino que pone a mujeres fuertes que luchan contra una sociedad opresora que no perdona un error femenino, y son obligadas a silenciar su defensa con el fin de salvaguardar su vida de pareja. Esto se observa en El pecado de las mujeres, obra en la que presenta a Magdalena, una joven que decidió por amor vivir en unión libre con su pareja, perdiendo con ello la honra y la identidad pues al no estar casada no tiene derecho a vivir en sociedad. Ella vive un mundo de engaños por parte de Carlos hasta que un día se cansa y decide hacer lo mismo que él: engañarlo. El problema es que ella se arrepiente y confiesa su error pero él no acepta el engaño como buen macho. Al final y con tal de no perder su devastada vida de pareja decide mentir y confesar que todo fue producto de su imaginación para darle celos y así lograr su perdón, cumpliendo con ello la aseveración que hace Javier Galindo en su libro La farsa y la mujer mexicana, en la que expresa que  las mujeres “En lo general sirven para complacer y satisfacer al hombre, en el hogar y en la  cama, mas no en el poder familiar, religioso y político” (22) . Magdalena tiene la desventaja de que no está casada por lo que su futuro depende de “aprender a mentir por amor y a ser una buena actriz” con tal de lograr conservar su no lugar en ese hogar al ser una mujer marginada por la sociedad.

Otras dramaturgas que presentaron a la mujer como generadoras del conflicto dramático y oprimidas por una sociedad cerrada y difícil fueron María Luisa Ocampo y Julia Guzmán. Su paleta dramática delineó  a mujeres que decidieron ser profesionistas como en La virgen fuerte, de Ocampo, o que decidieron casarse sin tomar en cuenta a la familia y después abandonar el hogar como en Quiero vivir mi vida, de Guzmán. 

El teatro de Rodolfo Usigli se distingue por presentar a mujeres en edad madura, son madres o esposas que tienen la capacidad de ser duras, fuertes, serenas, matriarcas, videntes, filósofas, psicólogas o sibilas, como son clasificadas por  Fernando Carlos Vevia en su libro La sociedad mexicana en el teatro de Rodolfo Usigli. Todas luchan por la familia y viven las consecuencias de una sociedad difícil pero a la que pueden controlar por el poder de su fuerza. 

            En forma contraria  las dramaturgas presentan en sus textos a mujeres que deciden su vida a sabiendas que están rompiendo con su sociedad y sobre la escena presentan a profesionistas que luchan por ejercer su profesión en contra de los deseos del hombre, a jóvenes que se divorcian o que viven en unión libre buscando con ello ser decididoras de su destino y no que se los decida ni su familia ni la sociedad, sin embargo, invariablemente las debilitan al final por amor, o por el miedo a una sociedad castigadora contra las mujeres que rompían las reglas, como lo era la de  los años veinte y treinta, que fue el período en el que escribieron su teatro este grupo de mujeres. Son personajes que luchan contra las normas sociales y al ser diferentes son rechazadas pues no se concebía que otra mujer no estuviese subordinada al hombre como era lo común. El conflicto más importante es que estas protagonistas carecen de lenguaje, están incapacitadas para sostener un proceso de comunicación con el hombre por lo que es un teatro de silencios femeninos provocados por la opresión masculina.

            Tanto Usigli como las dramaturgas presentaron en sus textos dramáticos a  una nueva sociedad surgida después de la revolución mexicana en donde  la mujer comienza a salir de los cuatro muros del hogar  para iniciar su emancipación aún en contra de una sociedad hostil y cerrada.

 

 

 

                                   BIBLIOGRAFÍA

 

Castillo Ledón, Amalia. Bajo el mismo techo,  1941. sin editar

D´Erzell, Catalina. El pecado de las mujeres, Talleres gráficos de la Nación. s/f.

Guzmán, Julia. Quiero vivir mi vida , Talleres gráficos de la nación, México, 1940

Greimas, Algirdas J y Jaques Fontanille.

Semiótica de las pasiones. De los estados de cosas a los estados de ánimo. Siglo veintiuno, México, 2002.

Ocampo, María Luisa. La virgen fuerte Talleres gráficos de la nación, México, 1942.

Paz, Octavio Vuelta a El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica, México, 1994.

Schmidhuber, Guillermo Apología de Rodolfo Usigli . Universidad de Guadalajara, 2005.

Usigli, Rodolfo Obras completas. Fondo de Cultura Económica., 1966.

Vevia Romero, Fernando Carlos. La sociedad mexicana en el teatro de Rodolfo Usigli. Universidad de Guadalajara, 1990..