El
libro álbum: definición y peculiaridades
Mtra.
María Teresa Orozco López
Universidad de Guadalajara
INTRODUCCIÓN
El
mundo de los libros para niños acoge una nueva propuesta de lectura como
resultado de la convivencia entre diversos lenguajes: el libro álbum, un texto
en donde existe una relación interdependiente entre texto e imagen. No se puede
entender uno sin considerar al otro.
Para
aproximarnos al libro álbum, de lo primero que debemos hablar es de la
particular relación entre el texto y la imagen: la imagen narra lo no dicho por
la palabra, o la palabra dice lo no considerado por la
imagen.
1.
HISTORIA Y CONCEPTUALIZACIÓN DEL LIBRO ÁLBUM
A
pesar de que el libro álbum es
un fenómeno editorial relativamente reciente, sus orígenes se remontan a
mediados del siglo XVII y se confunden con los ámbitos comunes de la educación y
la literatura infantil. En 1650 el pedagogo Comenius publicó un libro llamado Orbis sensualium pictus, que utilizaba
la imagen como un medio para atraer a los niños hacia el mundo del
aprendizaje.
A
partir de este momento, y en función de las posibilidades que las técnicas de
impresión, se fueron explorando las distintas maneras de conjugar el texto con
la imagen: mientras más desarrollada estaba la técnica de impresión, más se
incorporaba la imagen a los textos (cuestión técnica).
Ya
en la primera mitad del siglo XIX, en los libros dirigidos a los niños y jóvenes
predominaba el libro con ilustraciones elaboradas en función del texto a manera
de eco, de repetición de lo ya dicho por el texto escrito.
Tras
la Primera Guerra Mundial, el advenimiento de las vanguardias y las nuevas
técnicas de impresión, conforman el escenario para el surgimiento de lo que
conocemos como el álbum moderno: un libro en que la imagen se libera del texto y
se transforma poco a poco en un actor principal de la
narración.
A
partir de los años 60 los textos para niños con ilustraciones se desarrollaron a
un ritmo vertiginoso, especialmente en Europa. Situación que ha pervivido hasta
la actualidad lo que conlleva un estado de permanente innovación, donde las
experimentaciones son estimuladas por editoriales que han descubierto
sorprendidas que el libro álbum no sólo atrae a los más jóvenes, sino también a
un público adulto.
Antes
de comenzar a conceptualizar este nuevo género de literatura para niños debemos
diferenciarlo de los conceptos e imágenes fronterizas. No es lo mismo un libro de imágenes o un libro ilustrado que
libro álbum.
En
muchos casos es muy fina la línea que los separa, de ahí los errores al
clasificarlos y de que en muchas ocasiones se tomen como libros álbum muchos
libros que no poseen sus características.
Aquellos
bellos libros con ilustraciones maravillosas, formatos alternativos en tamaño,
forma y materiales no siempre son libros álbum; o al menos no del todo. Pueden
ser simplemente libros de imágenes o libros ilustrados, incluso podrían ser
álbumes ilustrados.
Los
libros de imágenes no cuentan con
ningún texto que acompañe a la imagen. Generalmente introducen a los niños en
secuencias lógicas como: despertarse, vestirse, lavarse los dientes, etc. los
cuales, además de introducir el concepto secuencial, introduce al niño en la
estructura básica de la narración. Presentan imágenes de frutas, objetos,
figuras con un fin educativo[1].
Generalmente son para que un adulto lo “lea” al niño y pueda reconocer las
imágenes al asociar conceptos categoriales como colores, formas, tamaños,
texturas, incluso números y letras.
En
los libros ilustrados el peso de la
función narrativa radica en el texto escrito y las imágenes solamente “ilustran”
lo dicho en el texto. Las imágenes sirven como apoyo narrativo. Este tipo de
libros es más común en libros dirigidos a lectores en “consolidación”. Cabe
destacar que desde la postura tradicional de lectura, la imagen va perdiendo
presencia conforme avanza la edad lectora.
El
FCE lanza una convocatoria denominada Concurso de Álbum Ilustrado “A la Orilla del
Viento” con la intención de impulsar el desarrollo de la creación literaria y
plástica para niños y jóvenes, en esta convocatoria se define un álbum ilustrado
como “un libro en el que la historia se cuente a través de imágenes y textos de
tal manera que éstos se complementen o estén íntimamente relacionados entre sí.”
De la misma manera historias narradas sólo con imágenes, pero no textos sin
ilustraciones”.[2]
Otro
tipo de libros (no pongo para niños con toda intención) difícil de clasificar
son aquellos en donde no existe texto escrito pero existe intención narrativa,
libros como Trucas de Juan Gedovius
que emociona a chicos y grandes por igual no cuenta con una sola palabra, pero
la narración está presente desde el punto de vista semiótico. Podría ser
considerado como libros de imágenes por la forma (solo imágenes) pero no textos
literarios ya que no se acompañan de texto escrito pero tampoco se niega su
sentido narrativo-ficcional.
El
libro álbum, como apuntábamos al inicio de esta charla, requiere que texto e
imagen se complementen y enriquezcan. Requiere la colaboración de ambos
lenguajes para crear una lectura conjunta. Un libro donde ambos códigos
interactúan de manera intencionada. Una categoría de libros difícil de definir y
que excede los límites de un género, una moda, o de edades para convertirse en
una forma de arte y una manera diferente de leer y ser
leído.
Debemos
hacer la diferencia entre dos categorías: el libro álbum como concepto en donde
es inevitable la presencia de ambos códigos para construir niveles de sentido y
el libro álbum como formato en donde a pesar de un diseño editorial muy
trabajado, gran formato, pastas duras, tipografía especial y uso de
ilustraciones detalladas, el texto queda completo si se suprimieran las
ilustraciones. En este último caso no estamos frente a un verdadero libro álbum.
Solo es la forma del libro álbum, pero le falta el alma: la interdependencia e
interconexión de códigos.
El
término libro-álbum deriva del francés[3],
lengua y mercado que impuso el predominio de este término. También son conocidos
como picture-books en países
anglosajones y simplemente como álbum en España.
Cuando
tenemos un libro álbum en nuestras manos nos vemos sorprendidos por la presencia
notable de la ilustración. En algunos casos las ilustraciones ocupan la mayor
parte de la superficie total del libro, la imagen domina visualmente el espacio
del libro pero siempre debe haber interdependencia con el texto
escrito.
Un
libro álbum auténtico se sostiene en esta interdependencia. Las imágenes no
pueden ser entendidas sin los textos y los textos pierden sentido si se leen
separadamente. Desde esta perspectiva, se reclama un rol constructivo del
lector, quien debe ser capaz de completar esos eslabones que aseguran una
participación activa en el proceso de decodificación e interpretación.
Este
rol activo por parte del lector se corresponde con la idea propuesta desde el
paradigma constructivista en donde se parte de lo que el niño (ser humano en
general) ya sabe para crear un aprendizaje significativo y de las
características para leer códigos múltiples y simultáneos con las que cuenta el
niño.
El
tipo de lectura que implica un libro álbum remite a las capacidades cognitivas
dominantes en los niños actuales. Como es bien sabido, los niños que nacieron
bajo el signo del televisor desarrollan diferentes capacidades y habilidades a
los niños nacidos bajo el signo de la radio. Los niños del siglo XXI son más
visuales y capaces de leer dos o más
códigos de manera simultánea.
Quizás
por ello algunas opiniones autorizadas sostienen que el libro álbum es un
auténtico resultado de la postmodernidad, ese periodo que tiene como rasgos
característicos la simultaneidad, la
fragmentación, los préstamos de códigos y la relatividad del
conocimiento.
En
el libro álbum la imagen no está supeditada al texto ni el texto lo está a la
imagen. Así como se lee el texto, también debemos leer las imágenes, y para
aprehender la particularidad del libro álbum es necesario leer el texto y la
imagen como un conjunto.
El
libro álbum nos sitúa en un concepto amplio de lectura no restringida al texto
verbal, donde imagen y texto toman elementos del cine, la historieta, la
publicidad, la plástica, los dibujos animados, los videojuegos y otros lenguajes
que bombardean al niño desde su nacimiento y lo acompañan en al escuela, en el
patio de recreo y en el parque.
El
lector infantil entra así en conexión con diversas formas del acervo cultural
actual y de la tradición, como parte del contenido de una historia pero también
en la exploración de sus recursos y posibilidades formales.
El
libro álbum es concebido como la propuesta de lectura actual, acorde con los
intereses y diferentes capacidades de los nuevos lectores. Una muestra de la
cultura global y de masas en donde confluyen distintos lenguajes, referentes y
contextos.
En
el libro-álbum se funden las aportaciones semióticas de la nueva cultura visual,
dando lugar a una polifonía de significados El álbum es un tipo de literatura
heterodoxa no sólo por lo que dice, sino sobre todo por cómo lo dice, y también por quien lo
dice y para quien lo dice. Las palabras, las imágenes, el formato, los colores,
la tipografía y en general lo que Genette denomina paratextos determinan la
lectura del texto.
Un
ejemplo de la participación narratológica de los elementos paratextuales como
las guardas es Piñatas de Isol en
donde después del colofón (terminación de cualquier libro decente y correcto
donde se imprimen datos de impresión) continua la historia al venir por la
piñata rota abandonada en un bote de basura, el guía piñata para guiarlo al país
de las piñatas rotas. En las guardas se puede observar un rastro de
dulces.
El
álbum muestra un trabajo polifónico donde el soporte físico y la narratología
visual y textual concuerdan. Este acorde puede estar al servicio de cualquier
tipo de relato (fantástico, documental, cotidiano…) y dirigirse a cualquier tipo
de público. Con él, el lector no sólo entra en contacto con un relato posible,
sino con un modo posible de contar un
relato, de modo que los signos (alfabéticos e icónicos) hacen inteligible el
relato, pero también el relato hace inteligible al signo, y ambas
inteligibilidades otorgan inteligencia al lector, porque son fruto del ingenio
comunicativo.
En
un libro álbum todos los detalles actúan de manera intencionada y con varias
capas de significado. Chéjov afirmaba que si al principio de un cuento se dice
que hay un clavo en una pared es porque al final el personaje se va a colgar de
ese clavo. Lo mismo ocurre en los libros álbum: todo detalle es significativo e
importante para el desarrollo y comprensión de la
historia.
Otra
peculiaridad de los libros para niños actuales y del libro álbum en particular
es el uso de la doble página como un factor espacial determinante para la
aprehensión de la historia al ser portadora de carga semántica y dar sensación
de totalidad en una sola emisión de lectura. La doble página crea un espacio
textual propicio para la lectura fragmentada ya que la doble página en sí un
pretexto ficcional concebido con cierta independencia tanto narrativa como
ilustrativa dentro del libro álbum. Una de las características de la literatura
psomoderna menciona más arriba.
Forzosamente,
y como producto emblemático de la postmodernidad, el libro álbum es algo más que
un tipo de libro, algo más que una modalidad editorial, el álbum es, cada vez
más y ante todo, un modo de leer.
El
libro álbum es visto por algunos estudiosos de este tipo de literatura para
niños no como una derivación de la misma, sino como una manifestación
independiente con un lenguaje único y particular. El libro álbum es visto mucho
más que un simple “tipo” de libro para niños, sino como una forma que condensa
la cultura de masas y la artística.
2.
LECTURA DE IMÁGENES
Hoy
en día, la tecnología y los medios de comunicación han hecho sentir la presencia
de la imagen en nuestra sociedad hasta el punto en que ellas nos parecen un
hecho natural. Estamos tan inmersos en un mundo visual, y el acto de ver nos
parece tan cotidiano y evidente, que pocas veces nos detenemos a analizar “cómo
vemos lo que vemos”. Tampoco solemos preguntarnos de qué manera está
estructurado lo que vemos y cómo ese orden nos permite comprender lo que está
ante nuestros ojos.
La
imagen es como un mapa. Presupone un territorio, pero no es el territorio. Es
una posibilidad de la realidad, pero no es la realidad misma. La imagen no es
aquello que supuestamente muestra, sino que transmite un mensaje que debemos
saber interpretar para comprender a cabalidad el uso y función que la imagen
cumple en un determinado contexto.
La
necesidad de una “alfabetización visual” se vuelve más imperiosa aún al
considerar la importancia que tiene este código en nuestra cultura al predominar
en la vida cotidiana de niños y adultos.
La
imagen debe ser considerada como un texto, y por tanto como un conjunto de
signos que interactúan entre sí. ¿Cómo produce significado una imagen? ¿Cómo
llegamos a comprender una imagen? Cuando vemos una imagen, sucede algo similar a
lo que sucede cuando nos enfrentamos a una palabra. Si leemos la palabra
“árbol”, y alguien nos pregunta: ¿qué es eso?, nadie dirá que “eso” es un árbol,
sino que dirá que es una palabra escrita. Sin embargo, el poder de la imagen
puede llegar a hacer que alguien olvide que se encuentra frente a una “imagen de
un árbol” y no ante un árbol real.
Para
leer la imagen podemos recurrir a nuestros conocimientos sobre la lectura de
textos. Hay investigadores que proponen acercarse a la lectura de imágenes
estableciendo símiles con la sintaxis lingüística. Así como en la frase puede
haber un sujeto o un verbo, también en la imagen podemos buscarlo, reconociendo
la acción que está siendo presentada y los actores implicados. Si en el lenguaje
especificamos información sobre el contexto de una situación determinada
mediante adverbios, en la imagen podemos buscar los elementos que cumplan una
función análoga.
Quisiéramos
recordar que las imágenes, al igual que las palabras, dicen más de lo que
aparentan decir. Toda imagen es polisémica, y sus distintos sentidos se
encuentran de manera subyacente entre sus significantes a partir de asociaciones
subjetivas, sociales y culturales que se pueden hacer de acuerdo con el contexto
en el que se encuentran.
La
imagen alcanza el rango de metáfora, articula mensajes implícitos y ya no sólo
denota, sino que también connota a través de la asociación de formas, colores,
ideas y referentes (mediante un trabajo de
decodificación).
La
lectura de imágenes en los libros álbum conlleva un nivel de tensión: por un
lado el texto obliga a seguir adelante en la lectura lineal. Por el otro, las
imágenes invitan a hacer pausas, a observar detalles, a descubrir signos y
significados, una pugna entre lo lineal y lo ubicuo.
3.
MÁS QUE PALABRAS. LA ILUSTRACIÓN EN LOS LIBROS PARA NIÑOS
La
ilustración en un libro para niños puede leerse desde el punto de vista de las
relaciones entre texto e imagen y los diferentes niveles de dependencia, las
cuales revelan diferentes dimensiones de lectura.
Existe
un nivel cooperante en donde la
relación es de dependencia imagen y texto escrito. La imagen simplemente ilustra
lo que dice el texto escrito, sirve de apoyo, reafirma lo dicho por el texto,
vuelve a decir lo que el texto ya dijo, por supuesto que bajo la lectura del
ilustrador.[4]En
este caso, la ilustración es una copia o traducción del texto escrito: la imagen
ilustra lo que dice el texto escrito.
Como
ejemplo de nivel cooperante está Loros en
emergencia. Una niña llora porque un loro la mordió “¡Me mordió, me mordió!
Chillaba y enseñaba un dedito el que salía sangre. (Claro, no decía que le había
jalado la cola)
En
el nivel operante, la relación es
interdependiente y se da cuando ambos lenguajes (imagen y texto) se necesitan
mutuamente para completar la historia. Cuando la imagen complementa lo que dice
el texto. No puede entenderse la historia sin leer las imágenes, pero tampoco
sin leer el texto escrito. Este tipo de relación es la necesaria para el libro
álbum. “No hay manera de entender del texto sin mirar la imagen”.[5]
Un
ejemplo de la relación operante entre texto e imagen es Piñatas en donde existe una
transformación en piñata del propio protagonista (en la imagen) y el texto solo
enuncia las características de la piñata que estaba rompiendo
En
el nivel no operante la imagen
camina de manera independiente del texto escrito y ofrece información extra no
requerida para comprender la historia. La imagen toma “un rol activo en la
construcción del relato al proponer segundas lecturas” [6]
no siguiendo estrictamente el hilo narrador del texto escrito dando lugar a
otras historias diferentes de la historia narrada por el texto escrito.
Está
presente la lectura individual del ilustrador tomando como pretexto el texto “en
este tipo de libros. El ilustrador, como primer lector, toma el texto, lo
interpreta y en la imagen ofrece datos que agrandan la lectura y la
multiplican.
Los
niveles y tipo de relación entre texto escrito e imagen no son únicos en los
textos para niños. En la mayoría de las ocasiones cohabitan dos de los tipos
antes enunciados, no son excluyentes sino que responden a las necesidades del
texto y a la lectura del ilustrador.
La
relación entre texto e imagen también puede leerse desde el punto de vista del
dominio. Si el mayor peso radica en la imagen, existe predominancia de la
imagen, pero puede darse el caso contrario en donde el mayor peso recae en el
texto y las ilustraciones aparecen de forma esporádica.
En
un libro álbum la imagen es portadora de significación en sí misma y en diálogo
con la palabra. Ilustración, texto, diseño y edición se conjugan en una unidad
estética y de sentido. Nada es dejado de lado, el libro es un objeto artístico
cuidadosamente elaborado en todos sus elementos.
Esta
especial postura y aporte del libro-álbum lleva a reflexionar sobre su función y
clasificación dentro de la literatura en general y de la literatura infantil en
específico. Al respecto se ha especulado hipotéticamente sobre su no pertenencia
al género literario sino que inaugura una nueva frontera entre literatura e
imagen visual.
Se
puede poner en debate si el libro-álbum es literatura infantil. Quizás no sea
específicamente literatura, tal vez sea un género “otro”. Ni el texto ni la
ilustración funcionan solos. Hay una secuenciación que tampoco son los del libro
para niños. Hay una serie de códigos que son muy específicos del libro-álbum:
cosas dichas en el diseño editorial, en la tipografía, en el uso del espacio.
Puede que sea un género diferente o ¿acaso el cine es literatura por utilizar un
guión cinematográfico?
Referencias
bibliográficas
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Colomer,
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Colomer,
Teresa, “Lectura de un álbum: La reina
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http://www.pangea.org/gretel-uab/index.php?option=com_content&task=view&id=183&Itemid=104
Hanán
Díaz, Fanuel, Leer y mirar el libro
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López,
María Emilia “Todo lo que se ven son papelitos. Conversaciones con Istvan
Schritter” en Artepalabra. Voces en la
poética de la infancia, Buenos Aires, Lugar Editorial, 2007, p.
173.
Schritter,
Istvan, La otra lectura. La ilustración
en los libros para niños, Buenos Aires, Universidad Nacional del Litoral/
Lugar editorial, 2005.
[1] Al igual que
en otro momento de la presente investigación, se utiliza el concepto “educativo”
en sentido amplio refiriéndose al desarrollo del individuo y no en el sentido
restringido del contexto escolar en donde educativo es equivalente a dejar un
conocimiento en el niño. Para este último caso se utiliza el concepto
didáctico.
[2] http://www.fondodeculturaeconomica.com/subdirectorios_site/Convocatorias%20y%20Concursos/OrillaViento2009Conv.html
[3] En 1931 aparece en Francia Histoire de Babar, le petit elephant, de
Jean de Brunhoff; un libro con características editoriales diferentes y
novedosas: tapa dura, gran formato, ilustraciones predominantes acompañando un
texto en letra cursiva.
[4] En este
punto es importante aclarar que siempre la interpretación (lectura) del
ilustrador será “su” lectura de la historia, lo cual no signifique que sea
errónea, pero tampoco que corresponda con “la” lectura del
destinatario.
[5] Istvan Schritter, La otra lectura. La ilustración en los
libros para niños, Buenos Aires, Universidad Nacional del Litoral/ Lugar
editorial, 2005, p. 65.