Sincronía Primavera 2004


Víctimas sacrificadas en las aras de la desgracia:  La alegoría religiosa-política en Mal presagio casar lejos por María de Zayas


Dr. D. Gene Pace
Georgetown College


Introducción

En las décadas recientes ha habido mucho interés por parte le los lectores y críticos en los escritos de María de Zayas,1 una famosa autora durante el Siglo de Oro cuyos textos han sido “redescubiertos”.  Como ha teorizado Bakhtín, una vez que palabras salen al espacio público hay una lucha semántica entre oyentes o lectores, quienes dialogan con un texto y constantemente lo interpretan (Morson y Emerson).  El debate sobre Mal presagio casar lejos, la séptima de diez novellas conocidas como los Desengaños amorosos (1647) da ejemplo de lo que dice Bakhtín.  Clamurro arguye que while all prose fiction implicitly allows an ideological-historical rereading, the Desengaños amorosos of María de Zayas demand, and in fact define, such a reading (43).  Él insiste que el libro represents a subtly encoded critique of the state of a society—the Spain of the 1640s—in which the valor and virtue of the aristocracy[2] had been betrayed and abandoned by the men of that social class (44).  La mayoría de los críticos, incluso Greer, Williamsen y Vollendorf, han hecho hincapié en lo obvio: las muchas maneras en que los hombres infligen violencia sobre las mujeres.[3]  Por ejemplo, Vollendorf escribe de “Zayas’s use of the female body as the site of power struggles (273).  Como ella dice, es fundamental entender Zayas’s employ of the female body as the battleground in the war between the sexes (273).  Charnon-Deutsch ha escrito que en las obras zayescas “wealth and women are bargaining chips in the conservation of male hegemony and interfamilial relations” (126-27).  Boyer hace hincapié en un tema muy significante en las obras de Zayas:  women’s powerlessness” (Enchantments of Love, Introduction xxiv). En Mal presagio hay un poder hegemónico que ejercen los hombres sobre las mujeres.  Ellos controlan el discurso público y los códigos sociales que limitan las vidas de las mujeres. 

En este ensayo, intento demostrar que hasta ahora las interpretaciones de los críticos han limitado demasiado la discusión del campo de batalla que describe Vollendorf.  Aunque muchos han notado el simbolismo cristiano en la muerte de la protagonista Blanca (inocente, desangrada), no se ha fijado bastante en la amplitud de la representación religiosa en Mal presagio. 

La novella se estructura alrededor de las tragedias que sufren cuatro hermanas españolas, en cada caso a manos de hombres.  La hermana mayor (doña Mayor) se casa con un portugués, y gana la corona de mártir (Zayas 349).[4]  Él cínicamente le escribe una carta de amor como si fuera de otro hombre, “un caballero castellano” (338).  Al ver su reacción a esta carta, el portugués mata a doña Mayor con la espada, después de haber asesinado al paje quien había llevado la carta a doña Mayor e intentaba prevenir la muerte violente de ella.  Esta carta nefaria funciona como una carta de Urías (fiel esposo de la desleal Betsabé)—“[a] treacherous letter, importing friendship but in reality a death warrant (“Letter of Uriah, Brewer’s Dictionary)—al estilo de la carta de David que llevaba Urías al campo de la batalla poco antes de su propia muerte.[5]  Así tanto el cuerpo de Urías como el de Betsabé (que tiene una relación adúltera con el rey David) funcionan como campo de batalla en una guerra contra la violencia patriarcal.  En Mal presagio el abusivo esposo portugués odiaba a España y a su mujer española. 

La hermana menor, doña María, está en Portugal con su hermana “Mayor” cuando ésta muere.  Espantada, doña María “se arroj[a] por una ventana”, sufre dos piernas rotas, y solamente después de algunos años puede volver a España.  Allí presencia la grotesca muerte de su hermana Blanca, quien se había casado con un cruel flamenco.  (Se hablará en detalle de su muerte más en adelante.) 

Doña Leonor, la segunda hermana, también se casa con un extranjero, un italiano, en el país natal de él.  Mientras vive en Italia, da a luz a un hijo, pero “estándose lavando la cabeza, entró el marido por una puerta excusada de un retrete, y con sus propios cabellos, que los tenía muy hermosos, le hizo lazo a la garganta, con que la ahogó, y después mató al niño con un veneno” (338-39).  La mezcla de lo trágico-bello se ve aquí, técnica que emplea Zayas con destreza.  Zayas representa el matrimonio como institución grotesca, y también describe los asuntos exteriores políticos como relaciones atroces.  Blanca no puede expresarse abiertamente con su esposo pero sí con una hermana de él, doña Marieta (nacida en Flandes, se supone que se había casado con un flamenco).  Ella está asesinada por dos hombres, su padre y su esposo.  “Se cerraron las puertas del cuarto, y se oyó por un espacio llorar a la señora Marieta, y después de esto llamar a Dios, y después quedar todo en silencio” (356).  Su muerte espantosa vino cuando “su propio marido, delante de su padre, la dio garrote” (356).  Doña Marieta “murió apenas de veinte y cuatro años, siendo el juez su padre y el verdugo su mismo esposo” (357).  Antes de su propia muerte, Blanca presencia con horror “el triste cadáver” (357) de su hermosa e íntima amiga.

La alegoría religiosa

Algo que las mujeres muertas tienen en común es que “ni les sirvió la hermosura, la virtud, el entendimiento, la real sangre, ni la inocencia para que no fuesen víctimas sacrificadas en las aras de la desgracia (338).  Es imprescindible recordar que no sólo son víctimas”, sino “víctimas sacrificadas (338), como si fueran participantes en un ritual místico.  Es claro que Zayas ha creado una red lingüística y teológica relacionada con la religión, con énfasis particular en el tema de caída-redención.  Dispersadas por todo el texto, esta red contiene, por ejemplo, estas palabras o frases: sangre, María [dos personajes con el mismo nombre], Blanca divina, el Cielo, que durara una eternidad, parecía un ángel,¡Oh, qué profeta es el corazón!, la corona del mártir, inocente palomilla, inocente corderilla, la abrieron las venas de entrambos brazos, envuelta en sangre, aquella inocente víctima, sacrificada, tan bella muerte difunto y hermoso cuerpo,don Gabriel,hermoso cadáver,milagro y Morir amando. 

Paul Julian Smith no aprecia la importancia de una sucesión de víctimas sacrificadas porque él, como otros críticos, no se profundiza en el significado religioso de Mal presagio.  Williamsen juzga que [f]ew would disagree with [the] assertion de Smith que Mal presagio es wildly ‘overdetermined’ y que neither the character nor the reader requires all of Blanca’s sisters and female companions to be murdered or mutilated in order to get the point that foreign men are not to be trusted (Writing Women in Golden Age Spain 236).  Quizás estos críticos no han tomado en cuenta la importancia de la repetición en las obras didácticas.  Como explica Bal, Repetition is . . . an important principle of the construction of the image of a character y relations with others also help to build the image of a character (125).  En el caso de Blanca, su función ideológica en la novella depende de sus precursores, otras mujeres inocentes que, como ella, son sacrificadas.  Es importante reconocer que Zayas no busque una verosimilitud completa en Mal presagio sino una narración alegórica.  Si uno lee el séptimo desengaño como alegoría religiosa, es aparente que hay necesidad de varias víctimas sacrificadas en las aras de la desgracia (338).  En la historia cristiana en que se basaba el mundo de Zayas, la repetición frecuente de los rituales del sacrificio fue indispensable para un público que creía que estos rituales prefiguraban el gran sacrificio de Jesucristo.  El uso de las palabras “víctimas sacrificadas en las aras” indica claramente que Zayas escribe de una perspectiva religiosa tradicional.  Smith, Williamsen y otros han hecho hincapié en las víctimas pero no han puesto suficiente énfasis en el concepto de víctimas sacrificadas.  No tendrían el poder didáctico las narraciones bíblicas sobre los sufrimientos y expiación de Cristo si no fuera por las descripciones de los holocaustos simbólicos, y los sufrimientos y las muertes de profetas anteriores.  Tampoco tendía el poder didáctico la narración zayesca sobre los sufrimientos y expiación de Blanca si no fuera por las descripciones del holocausto simbólico (de la cama quemada[6] después de ser el sitio de actividad homosexual) y de los sufrimientos y las muertes de otras mujeres puras.  Sin percibir el discurso alegórico-religioso de Mal presagio uno podría hacer el mismo error que Smith y lamentar [t]he curious coincidences and illogical consequences of the narrative [that] are so overstated and under explained as to be almost farcical (Writing Women in Golden Age Spain 236).  Las muertes de Blanca y sus bellas hermanas son tan grotescas, tan melodramáticamente groseras, que en verdad uno pierde confianza en la verosimilitud del relato a tal grado que resulta algo absurdo.  Sin embargo, desde la perspectiva alegórica, ni son “overstated,” ni “under explained” ni “farcical”.

En esta alegoría el esposo de Blanca, un príncipe egoísta e inmoral, es el arquetipo de la corrupción y del dominio político mortales; mientras que ella, como una sacerdotisa mansa y pura, es el prototipo de la inocencia y del poder espiritual.  Como una figura crística, el reino” de Blanca “no es de este mundo (Juan 18:36)[7]; como una figura política, el reino del esposo es completamente de este mundo.  El príncipe finge el amor antes del matrimonio pero después de casarse con Blanca, la descuida y busca placer carnal (en la cama de ellos) con su paje Arnesto, un joven de dieciséis años.  Es príncipe participa de una relación hegemónica (que requiere tanto control como el consentimiento) con su cruel y xenófobo padre.  Mas Blanca da su consentimiento al matrimonio con el príncipe, pero se aleja del poder hegemónico que su esposo intenta imponer, y sufre alienación, violencia y muerte.

Blanca ve con horror a Arnesto y a su amante—el propio esposo de Blanca—manchar la cama matrimonial con sus amorosas actividades homosexuales.[8]  Ella, de una manera muy figurada, insiste en que se queme la cama:  llamando ella misma los criados más humildes, que no quiso que ninguna de sus criadas quedase comprendida en la ejecución de su venganza, mandó sacar la cama al patio y quemarla” (361).  Como una figura religiosa de tiempos antiguos que ofrece un holocausto religioso por los pecados de otros, Blanca hace que el humo de la cama ensuciada suba a los cielos, quizás (como una diosa ofendida) pidiendo venganza divina, quizás (como una diosa expiatoria) buscando el perdón a favor de otros.  Para Blanca, la cama desafortunadamente funciona como altar de sacrificio.  Es lógico suponer que la cama, como los holocaustos bíblicos, fue totalmente aniquilados, que esta burnt-offering was wholly consumed (“Atonement”, Hastings).  Fue la viciosa oposición de los varones (involucrados en un acto homosexual) a la previa reacción desafiante de Blanca—a lo “horrendo y sucio espectáculo” (360) que había sucedido en su propia cama—que poco después resulta en la muerte de ella. 

La cama matrimonial—con su capacidad de ser sitio de unión, consuelo, belleza y lealtad a un convenio entre los maridos y con Dios—viene a ser un lugar de fisura, dolencia, fealdad e infidelidad a convenios.  La cama llega a ser como un altar sin entereza, desconstruida: a la vez instrumento de violación y de holocausto.  Blanca sufre un matrimonio deformado con su esposo.  Aunque ha sospechado la infidelidad antes,[9] ella ahora ve el ritual diabólico que celebran con regocijo el esposo y el joven Arnesto.  Cuando ella asegura que la grotesca cama, como un holocausto, sea quemada, Blanca—sin mancha, a solas, desafiante, corajuda—viene a participar del holocausto simbólico en forma personal, corporal.  The priests alone could enter the sacred enclosure; into the Most Holy Place even the priests were not permitted to enter, but only the high priest, and he but once a year, and then only with blood of sacrifice (“Atonement”, Hastings).  Blanca, como una alta sacerdotisa y como un Cristo femenino, sujeta su propio cuerpo a castigos que no merece.  A solas, sufre con gran dignidad y autodominio:  Mandando salir fuera todas las damas y cerrando las puertas, mandaron [su esposo y su suegro] al sangrador ejercer su oficio, sin hablar a doña Blanca palabra, ni ella a ellos, mas de llamar a Dios la ayudase en tan riguroso paso (363).  El no hablar a sus verdugos fortalece el rol redentor de la inocente española.  En las palabras de Isaías, Angustiad[a] [ella], y afligid[a], no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. . . . Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de [su] pueblo fue herido (Isaías 53: 7).  Así, Blanca muere como “sacrificio inútil”,[10] víctima de una perversa manifestación de honor calderoniano (Calderonian honour, Cuddon).

El matrimonio aparece como referencia alegórica[11] en el discurso bíblico, y el convenio matrimonial se compara al convenio entre Dios y su pueblo.  Una mujer que es infiel al convenio con Dios, por ejemplo, se caracteriza como ramera (Isaías 1: 21).  Además, San Mateo refiere a Cristo como el esposo (9: 15) y la novia simboliza la iglesia: os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo (2 Corintios 11:2).  En la alegoría zayesca—una versión invertida en que la mujer (la tercera hija de su familia, en vez del primogénito hijo) funciona de redentor—es el hombre, como un pagano de la periferia, que rompe convenios con la esposa, con el imperio español, y con la Iglesia Católica.  En el mundo ficticio de Zayas, la mujer es el sacrificio religioso, demuestra fidelidad al convenio[12] con Dios, mantiene la pureza moral, y está leal al imperio español.  

La violencia en Zayas es casi siempre violencia masculina: los hombres no solo matan a las mujeres sino también a otros hombres.  Al aprender (del joven Arnesto) lo que Blanca había hecho con la cama en que había sucedido “tan horrendo y sucio espectáculo” (360), el esposo y (especialmente) el suegro de Blanca se llenan de ira.  Como si fueran serpientes, se “hinch[an] de venenosa furia los pechos dañados [del esposo y suegro], y más el del viejo, que ardiendo en ira” (362) resuelve que dentro de veinticuatro horas, estará muerta “la española” (362), la odiada esposa de su hijo.[13]  Como bestias, el padre e hijo flamencos hacen del matrimonio de Blanca una combinación trágica de belleza femenina y animalidad masculina, un casamiento tan peligroso como la vida selvática.[14] 

Su culpable esposo y su sangriento suegro (los dos símbolos del injusto dominio patriarcal) matan a Blanca, una “corderilla” sacrificada.  Blanca, la inocente corderilla”, es tan pura e inocente como su nombre sugiere.[15]  Blanca, “[t]he righteous [wo]man, both through the persecutions [s]he sustains and the national calamities arising from the people’s sins which [s]he shares, is a living exemplification of the law of the innocent suffering for the guilty” (“Atonement,” Hastings). 

Una mezcla erótico-trágico-grotesco se ve en la escena de la muerte.   Blanca, como sacrificio crístico por los pecados de otros (todos hombres), muere como santa mártir.[16]  “Lo que hoy he visto, sin haber más delito que verlo, me ha condenado a muerte” (361).  Ella sufre por los pecados de sus “verdugos”, iniquidades tan “torpes y abominables . . . que aun el demonio se avergüenza de verlos” (361).  Blanca reconoce que padece por los patriarcas que debían de haberle protegido en vez de enfurecerse por las palabras de Arnesto, el Judas que traiciona a un ser inocente.  San Mateo narra: Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?  Y ellos le asignaron treinta piezas de plata.  Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle (26:15-17).  Como en el caso de la traición del Cordero de Dios (Juan 1: 29)[17], Arnesto también buscaba oportunidad para entregarle a Blanca y fue a los principales—“un príncipe de Flandes, cuyo padre, que aún vivía, era gran potentado de aquel reino (339)—para iniciar la cadena de sucesos que terminaba en la muerte de la inocente corderilla (363).  Tal como en el caso bíblico, en Mal presagio hay un enlace entre el traidor y la plata:  el joven amante de principe traía dos bacías grandes de plata (363) al sitio de la ejecución de Blanca[18]. 

Como predice Blanca, “el delito que ellos hacen me condena a mi a muerte” (361).  Para parafrasear las palabras de Isaías, “Mas [ella] herid[a] fue por nuestras rebeliones, molid[a] por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre [ella], y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5).  Se ha escrito que Jesus could not but have been aware that His mission would cost Him His life.  He who recalled the fate of all past prophets . . . could be under no delusions as to His own fate at the hands of scribes and Pharisees (“Atonement,” Hastings).  Análogamente, [Blanca] could not but have been aware that [her] mission would cost [her her] life.  [She] who recalled the fate of all past prophet[esses] . . . could be under no delusions as to [her] own fate at the hands of [foreign princes].  Blanca dice, Ya he visto, queridas amigas mías, en el cruel y desastrado suceso de la señora Marieta [su confidente y cuñada], que mi muerte no se dilatará mucho (359).  Las muertes anteriores de otras mujeres inocentes prefigura la muerte de la más pura, Blanca, quien como Jesús se representa como una combinación de la perfect priest[ess] and perfect sacrifice [and Her] sacrificial death is the culmination of [her] obedience (“Atonement”, Hastings). 

Muere Blanca a las manos de figuras patriarcales.  Esta “inocente corderilla” (363) muere después que “la abrieron las venas de entrambos brazos, para que por tan pequeñas heridas saliese el alma,[19] envuelta en sangre” (363), de forma que sugiere una crucifixión.  Blanca, como arquetipo de la inocencia, cumple un ritual arquetípico de redención (véase Archetype”, Cuddon).  Mientras el esposo “de aquella inocente víctima, sacrificada en el rigor de tan crueles enemigos” (363) presencia el sacrificio, atípicamente siente impulsos heteroeróticos: “cuanto ha que conozco a Blanca, no me ha parecido más linda que ahora” (363).  Como el Pilato bíblico, el esposo ahora quiere limpiar sus manos de la muerte que él había permitido; quiere que le perdona la vida, pero su padre, ese “cruel y riguroso viejo” (363), no concuerda.  Asimismo, insulta la hombría de su hijo, llamándolo “cobarde, traidor, medio mujer” (363).  Sale del cuarto con lágrimas mientras los verdugos continúan su crueldad hasta que Blanca termine su sacrificio expiatorio.  Zayas, mezclando lo bello con lo grotesco, habla del “difunto y hermoso cuerpo” (364). 

La muerte de blanca y la quemadura de la cama son hechos interrelacionados en la alegoría del ritual de sacrificio.  Si la cama violada representa la esposa traicionada, entonces se puede interpretar la quemadura de la cama como la inmolación de Blanca misma como sacrificio vicario: the burning of the whole victim as a holocaust upon the altar; this food of God was always ‘etherealized’ by being converted into ‘sweet smoke’ upon the altar (Sacrifice and Offering, Hastings).  Blanca, la inocente corderilla simboliza el cordero pascual (San Marcos 14: 12-16).  Este sacrificio tan importante was to be faultless and a male. . . (Passover, Smith’s Dictionary); en la versión invertida de Zayas, la corderilla Blanca se representa como sin falta y hembra.  [T]he lamb might, if circumstances should render it desirable, be slain at any time in the afternoon (Passover, Smith’s Dictionary);  parece que Blanca fue sacrificada poco después del mediodía: Así estuvo hasta cerca de mediodía, que como los príncipes, padre e hijo, se vistieron [quizás de forma simbólica, esto simboliza las vestimentas sacerdotales[20] de los que ofrecían un sacrificio religioso], luego quisieron ejecutar la sentencia contra la inocente corderilla, como ya lo tenían determinado (363).  Llegando cerca de mediodía, se supone que la muerte ocurrió por la tarde.  El príncipe y su padre entraron en el cuarto en el cual estaba Blanca con su sangrador y Arnesto, que traía dos bacías grandes de plata[21], que quisieron que, hasta en el ser él también ministro en su muerte, dársela con más crueldad (363).  La referencia de Zayas a bacías de plata hace más convincente la representación del ritual expiatorio: After being caught by the priest in a large basin, the blood was in most cases tossed against the sides of the altar (Sacrifice and Offering, Hastings). 

Tanto el fuego como la sangre[22] fueron importantes en los rituales sacrificatorios (Sacrifice”, Smith’s Dictionary).  En el sacrificio de Blanca, ambos elementos—fuego y sangre—están presentes.  Blanca protagoniza tanto en la destrucción de la cama por fuego como en la muerte por sangría (flebotomía)[23].   El príncipe no sólo solía estar ausente de la cama matrimonial sino también estaba ausente en el momento de muerte, cuando su esposa, “desangrada, como Séneca, rindió la vida a la crueldad de los tiranos y el alma al cielo” (364).  El morir desangrada tiene al menos doble significado.  Más obviamente tiene relevancia religiosa con respecto a la tradición de sacrificios, incluso el de Jesús.  Pero también tiene sentido político cuando uno muere a manos de personas con poder o posición político.  La mención especifica de Nerón y Séneca invita una hermenéutica política.  Las referencias al emperador romano[24] y a la muerte del famoso pensador, aunque aparecen en distintos lugares en el texto, se interrelacionan vis-à-vis el tema de la violencia y la sangría.  Víctima de la crueldad sadista de Nerón, Séneca muere desangrado.[25]  La muerte de Blanca también relaciona íntimamente con la cuestión del sacrificio sangriento impuesto por tiranía.  Su asesinato tipifica tanto una ceremonia religiosa como un ritual con motivación política.  Además, el fuego esta presente en ambos casos: Nerón, vil y sadista, es bien conocido por haber quemado la ciudad de Roma; en Mal presagio, hay una representación de un holocausto.  Cada uno de los tres—Cristo, Séneca y Blanca—son objetivizados por hombres crueles, sufren físicamente y pierden mucha sangre al morir, pero al la vez cada uno mantiene subjetividad al tiempo de la muerte.  Como dice Friedman de la heroína Espanola, Bloodletters and priests may add a symbolic supplement to sacrificial rituals perpetuated by men, but Blanca recodes the conventions of sacrifice to go down fighting (60).  Tanto sujeto como objeto, y “[u]nable to control her destiny, she controls the symbolism of her death” (Friedman 61).  Cristo y Séneca habían logrado lo mismo.  

En la muerte por sangría se reúnen en Blanca las esenciales preocupaciones temáticas de la novella: la crueldad e irracionalidad de los hombres, los problemas de España con respecto al imperialismo, y la necesidad de hallar redención religiosa.  La sangre juega un papel fundamental: los hombres deben honrar la sangre (la vida) de otros seres humanos, los de la periferia deben respetar la nobleza de la sangre española, y todos (incluso la elite aristocrática) deben reconocer el poder de la sangre de una redentora religiosa.  Los flamencos sadistas que matan a Blanca (mujer de noble sangre, educada y racional, del centro del imperio español, y de fe católica) cometen un agravio no sólo contra las mujeres, sino contra la élite social, el raciocinio, el imperio, y la fe cristiana.  Los que sacrifican a Blanca son un conjunto de Nerón, Judas, y los soldados romanos.

El debate sobre la utilidad médica de la sangría es de origen antiguo, y continúa hasta el día de hoy.  Pero, históricamente ha sido practicado con el intento de beneficiar a los enfermos.[26]  Esta tradición benigna hace aun más perversa la manera en que Blanca fue ejecutada.  El italiano Girolamo Cardano (1501-1576), que vivía poco antes de los años en que vivía Zayas, practicaba la medicina por medio siglo y oponía el abuso de la practica de flebotomía.[27]  En la Europa de Cardano y Zayas esta práctica se consideró una essential therapeutic tool of Galenic medicine (Siraisi 134).  La ya establecida tradición médica de Hipócrates y Galeno incluía la flebotomía.  (Siraisi 134).  Por supuesto, la moderación fue esencial pero desafortunadamente no siempre observada.[28]

Hay otros paralelismos entre las experiencias de Jesús y Blanca.  Jesús, un judío de sangre real, sufre a manos de los romanos; Blanca, una española de la real sangre (338), padece a manos de los flamencos.  Cristo padece el azotamiento (Juan 19:1) antes de su crucifixión; Blanca aguanta la brutalidad física antes de su muerte por sangría: el príncipe se descompuso con doña Blanca, no sólo de palabras, mas de obras, maltratándola tanto, que fue milagro salir de sus manos con la vida (356).  Las últimas palabras de Blanca no se dirigen a los mortales sino a Dios; Cristo hace lo mismo.

Blanca y sus tres hermanas poseen la hermosura, la virtud, el entendimiento, la real sangre, [y] la inocencia y a todas fueron víctimas sacrificadas en las aras de la desgracia (338).  Como para destacar la diferencia entre unas profetisas y una Mesías (una Blanca), Zayas caracteriza a la tercera de las cuatro hermanas como la primera, no sólo de las demás en hermosura, entendimiento y valor, más de todas las damas de aquel tiempo, porque así lucía doña Blanca entre las más solemnizadas de la corte, como el lucero entre las demás estrellas (339). 

El hermano de Blanca, quien habría prevenido la muerte de ella si hubiera llegado de lejos más temprano, venga la muerte de ella y mata a los que la habían sacrificado (365).  En múltiples sentidos, la novela de Zayas paralela la parábola de Jesús de los labradores malvados (Lucas 20: 9-18).  Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.  Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.  El Señor manda a dos siervos quienes también sufren persecución [como las hermanas de Blanca], y al fin manda a su propio hijo.  ¿Qué haré?  Enviaré a mi hijo amado [como Blanca, la “primera”]; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto.  Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.  Y le echaron fuera de la viña, y le mataron.  ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?  Vendrá y destruirá a estos labradores [como hace el hermano de Blanca]. 

El texto de Zayas es como una advertencia que los que luchan contra la española (personificación del imperio civil y del reino eclesiástico) sufrirán la divina venganza.  El señor de la viña pregunta retóricamente, ¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores / Ha venido a ser cabeza del ángulo?  Él contesta su pregunta con una advertencia amenazadora: Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.  Como represalia por la cruel muerte de la hermosa doña Blanca, el duque de Alba hizo en ellos, fue en venganza de esta muerte (Zayas 364).  Antes, el hermano de Blanca, loco de dolor, juntando la gente de guerra había tomado venganza contra los príncipes, padre e hijo, aunque estos, siendo avisados de su venida, estaban puestos en defensa.  No pudieron los dos príncipes de Flandes escapar el rencor del hermano, y ellos y muchos de sus valedores pagaron con las vidas la muerte de la inocente doña Blanca, siendo su hermano para ellos un fiero león: tal era la mortal rabia que tenía (365).

Blanca había testificado intrépidamente en contra de la iniquidad de los paganos.  Ella, sus hermanas (doña Mayor y doña Leonor) y su cuñada (Marieta) mueren mártires, inocentes mujeres que sellan sus testimonios contra los hombres, y contra sus prácticas inicuas, con sus propias vidas, Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.  Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.  De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre (Hebreos 9: 16-18).  La sangre de Blanca es, en las palabras del profeta Moisés, la sangre del pacto que Dios os ha mandado (Hebreos 9: 20).  Los flamencos no sólo son inferiores en el imperio sino también en el reino de dios.  Blanca y sus hermanas, mártires fieles e hijas del convenio divino, sufren a manos de extranjeros, hombres, paganos.  Estos varones extranjeros se hallan, de doble manera, fuera del convenio.  Las mujeres, y especialmente las españolas, son los fieles, los que guardan el convenio, los elegidos.  Los príncipes forasteros no sólo desafían el reino imperial sino el reino de Dios.

Alegoría política

Palabras y frases con implicaciones políticas e imperiales abundan en Mal presagio casar lejos, e incluyen gran señor de España, grandes señoras, sangre real, príncipe, príncipe de Flandes, príncipe y su padre, príncipe viejo, Corte, paje, poder de sus enemigos, Nerón, imperio, juez, verdugo, gobernar las armas de aquellos reinos, tiranos, libertad, gente de guerra, Gloriosa vive Castalia.  También hay referencias a lugares en la periferia del imperio español (Portugal, Italia, Flandes, Amberes).  Juntos, estos términos y los contextos en que aparecen constituyen una red lingüística de significado político.

En la introducción a su traducción de los Desengaños, Boyer dice que Mal presagio is perhaps the most overtly political of Zayas’s stories, . . . Blanca, of royal blood, is betrothed to the prince of Flanders, at that time a troubled principality under the aegis of the Spanish Empire (13).  Se puede leer la novela como una alegoría política de la hegemonía del imperio español del Siglo XVII.[29]  Se supone que María de Zayas nació en 1590,[30] durante la dinastía del los habsburgos.[31]  Durante su vida “[t]he Hapsburg monarchy constantly battled to preserve its empire.  Dutch provinces declared their independence from Spanish rule well before the supposed birth of María de Zayas in 1590, but the Spaniards continued to fight against resistance in the Low Countries until just before the end of Zayas’s life” (Perry 28).  Sin base histórica, Zayas—escritora de ficción mas no historiadora—pretende que las crueles campañas militares que el “duque de Alba hizo en [los Países Bajos], fue[ron] en venganza de esta muerte [de Blanca]” (364). 

La grotesca muerte de la protagonista española personifica el sufrimiento que su país padece a manos de los extranjeros; Portugal, Italia, y Flandes manifiestan odio y prejuicio contra una deformada España, y contra sus bellas mujeres.[32]  Por la diversidad geográfica que Zayas utiliza como ambiente de su novella, sugiere que la hegemonía que imponen los hombres sobre las mujeres es problema universal.  Es evidente que Mal presagio casar lejos is another shocking tale, with a great deal of emphasis on the cruelty and neglect inflicted by husbands on their wives, once the period of courtship is past”; es típicamente zayesca.  Pero Whitenack y Cambell nos recuerdan que, “[u]nlike her other narratives, . . . it deals specifically with non-Spanish males and their violent behavior toward their Spanish wives, a reflection of the anti-Spanish hostility and prejudice of countries that had political connections to Spain in the era (specifically Portugal, Italy, and Flanders) (1, 6).  Brownlee también da una explicación política a la novella, e insiste que “the topic of nationalism—especially the abuse of Spanish women abroad—is firmly established from the opening moments of the unfolding narrative, reinforced with each new casualty” (43).  El gran odio que sienten los hombres extranjeros por las mujeres españolas[33] simboliza la tensión política-militar entre naciones, como reflejan las palabras del esposo y suegro de Blanca: “las españolas sois locas” (350); “cansadísimas mujeres sois las españolas; gran castigo merece el extranjero que mezcla su sangre con la vuestra” (355); “así tuviera a todas las de su nación [España] como tengo a ésta [Blanca, al morir]” (363).  La muerte de Blanca—la odiada mujer, la española”, mas a la vez una figura salvadora que tiene una visión más amplia que la de sus perseguidores—demuestra que los que se hallan bajo el poder hegemónico de España no entienden la grandeza política del imperio español ni tampoco su nobleza religiosa, su papel redentor (particularmente entre los muchos protestantes en los Países Bajos). 

Es fácil interpretar la novella como alegoría política, o como alegoría religiosa, pero es preciso reconocer la inseparabilidad de lo político y religioso en el imperio español.  Durante el Renacimiento los asuntos religiosos en Europa fueron íntimamente ligados a las cuestiones políticas, y las controversias políticas fueron más complejas por las persistentes disputas religiosas.  Lo que Rama dice sobre la relación hegemónica entre imperio y colonias americanas también tiene significado por la relación entre España y regiones bajo su hegemonía en Europa durante el Siglo de Oro:  La primera aplicación sistemática del saber barroco, instrumentado por la monarquía absoluta (la Tiara y el Trono reunidos) se hizo en el continente americano, ejercitando sus rígidos principios: abstracción, racionalización, sistematización, oponiéndose a particularidad, imaginación, invención local (13).  Los europeos, y mucho más tarde los de las Américas, resistieron esta dominación rígida.  Blanca no solamente simboliza la mujer perseguida sino el imperio mal entendido y la tradición religiosa no respetada.  Con considerable destreza, Zayas combina la tiara y el trono en el cuerpo de la protagonista Blanca.  Smith caracteriza a España durante el Siglo de Oro como the ‘woman’ of European culture [that is] excluded from the main currents of political and cultural power (“Writing Women in Golden Age Spain”, 204).[34]

La esperanza

Una interpretación alegórica de Mal presagio abre la puerta hermenéutica a más esperanza de lo que generalmente se atribuye a esta novella.  A pesar de sus sufrimientos emocionales y físicos, Blanca al fin vence a los hombres: ellos perecen a través de la venganza del hermano de ella, mientras que ella cumple con coraje una expiación desinteresada y experimenta belleza divina en una vida postmortal.  En la tradición bíblica Jesús, y no sus verdugos romanos, triunfa; asimismo Blanca, una figura arquetípica de la redención humana, vence a sus verdugos de Flandes. 

Blanca es una heroína conquistada pero también una conquistadora.  Como explica Bal, The hero-victim will be confronted with opponents, but will not vanquish them (Bal 132).  Así es con Blanca en sentido físico, mas en términos espirituales ella vence.  Blanca es enterrada, después de más de cuatro años, en España, en el centro político del imperio y no en la periferia.  Cuando unos “pobres criados y criadas . . . sacaron el cuerpo de doña Blanca para traerle a España”, la encontraron “tan lindo como si entonces acabara de morir” (365).[35]  Su bello cadáver refleja el favor divino del cual goza Blanca. 

En el mundo de hoy, un ambiente muy distinto del zayesco, uno puede juzgar que la victoria de una mártir religiosa (basada solamente en esperanzas de galardones futuras pero ya no vistas) no es una victoria sino una tragedia temporal.  Pero si intentamos mirar al mundo según la perspectiva de los españoles d el Siglo de Oro—una época en que la religión era central en la catedral, la corte, la calle y la casa—el triunfo de una mártir pudiera haber sido cosa muy factible y loable.[36] 

Medina menciona una manera en que Blanca conquista: Pero si el sacrificio permite la victoria de los masculino y la definitiva sumisión de lo femenino, paradójicamente, el movimiento inverso no es menos cierto: la muerte de Blanca es también su victoria, sólo en ese momento termina consiguiendo por fin el amor de su marido (419).[37]  También vence en el sentido de haber cumplido su misión divina y ganado corona de mártir.

A través de su protagonista, Zayas invierte los géneros en la secuencia caída-redención.  En el texto zayesco hay un hombre serpentino, y una mujer redentora.  Como víctima de animales salvajes, con “venenosa furia” (362), la inocente mujer había muerto.  Es el hombre, no la mujer, que funciona como serpiente.  Blanca, figura crística con poder sobre la maldad, vence a la serpiente patriarcal en sus manifestaciones personales, imperiales y religiosas. 

Zayas demuestra esperanza en la posibilidad de que los hombre se reformen.  La única pareja matrimonial que parece ser feliz consiste de dos personajes con nombres religiosos arquetípicos,  María[38] y Gabriel.[39]  Ellos tienen una hija también llamada María, y ésta es la madre de Lisis, un personaje importante en el marco de la novella quien narra esta lastimosa historia y verdadero desengaño . . . como la contaban los que la vieron con sus mismos ojos (365).  Gabriel es esposo bueno como su nombre angélico sugiere.  En este matrimonio entre dos españoles, no hay ninguna mención de la violencia que caracteriza la historia antes del sacrificio expiatorio de Blanca.  Es como si su sacrificio trajera esperanza al mundo español. 

Otra evidencia de la esperanza que resulta de la expiación de Blanca es la inesperada confesión de un hombre que había escuchado el triste relato.  Después de haber terminado la narración de Lisis, don Juan, un hombre con un nombre simbólico y polémico, proclama: yo, en nombre de todos estos caballeros y mío, digo que queda tan bien ventilada y concluida la opinión de las damas desengañadoras y que con justa causa han tomado la defensa de las mujeres, y por conocerlo así, nos damos por vencidos y confesamos que hay hombres que, con sus crueldades y engaños, condenándose a sí, disculpan a las mujeres” (366).  Esta confesión personal, y “en nombre de todos estos caballeros” inmediatamente recibe el apoyo de los caballeros allí presentes: “Que oyendo todos los caballeros lo que don Juan decía, respondieron que tenía razón” (366).  En esta confesión colectiva se ve la esperanza zayesca, un optimismo que es posible que “los caballeros, rendidas las armas de su opinión” (366) dejen atrás las armas de la violencia.

Conclusion

En Mal presagio casar lejos, Zayas critica la práctica de un hombre (el príncipe-esposo de Blanca), de un grupo de hombres poderosos (los esposos-extranjeros), de un género (los hombres), de una clase social (la aristocracia) y un imperio (el español).  Es importante reconocer a Blanca no solamente como un símbolo de género, de religión o de la política sino una poderosa figura femenina-religiosa-política.  Tal como la hegemonía española involucra una combinación de estos tres conceptos, así Blanca y sus hermanas funcionan alegóricamente como mujeres, víctimas religiosas, y figuras políticas en un imperio en que lo temporal y lo espiritual son inseparables.  Los pueblos forasteros resisten a las mujeres españoles, y las influencias políticas y religiosas de España.  Rechazan el arreglo hegemónico (que exige el control desde el centro y el consentimiento de la periferia) que se les ofrece.  Los que sacrifican a Blanca funcionan como una combinación de egoístas patriarcales, rebeldes extranjeros y herejes sangrientos.  Simbólicamente matan a una mujer, a una césar y a una diosa.  El discurso de Zayas no sólo expresa preocupación por la rebeldía en la periferia del reino sino por la apostasía del verdadero redil al cual pertenece la cordera blanca, Blanca.  Como sacerdotisa, Blanca se distancia de los mortales—para hacer su gran sacrificio.  Su esposo es príncipe, pero ella profetisa.  Él peca en su cama; ella sacrifica la cama como holocausto.  El y su padre entonces sacrifican a ella; ella muere una gloriosa mártir mientras ellos perecen.

Es posible que Zayas exprese su optimismo en el futuro para su género, su nación, y su iglesia mediante la vida y sacrificio de Blanca.  Un problema que los críticos de Zayas han encontrado es el de la veracidad.  Critics have explained Zayasian violence by taking her graphic depictions of abuse and murder at face value (Vollendorf 273).  Si leemos la narración de forma alegórica—recordando the emphasis on the body as text (Vollendorf 276) en Zayas—podemos reconocer la seriedad de los temas principales de Mal Prestigio sin sucumbir a la tendencia de convertir situaciones simbólicas en verdades históricas.  La última estrofa de poesía con que la séptima novella de los Desengaños termina simboliza tanto el sufrimiento como la victoria de las mujeres: Morir amando, / que el valiente en la lid / no deja el campo (368).

 

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Notas 

1 No se sabe mucho de la autora de los Desengaños amorosos.  En la introducción a su traducción de los Desengaños amorosos, Boyer dice que María de Zayas was of the upper class and an active literary figure in Madrid between 1621 and 1647.  Almost certainly self-taught, Zayas participated actively in the Madrid literary academies, and many poets including Lope de Vega lauded her poetry, describing her as the ‘Tenth Muse.’  Others praised her stories as well as her poems, and she wrote at least one ‘comedia,’ Friendship Betrayed (2).

2 Como dice Clamurro, Zayas, una disillusioned aristocrat (49) calls for a return to a full realization of aristocratic ideals and obligations (46).  Vollendorf nos hace recordar que men     . . . are, after all, relegated authority over domestic, social, and political affairs in patriarchy, Zayas’s character protests the oppression of women (272).  También los hombres ejercen control hegemónico en asuntos religiosos.  Pero con la muerte de varias mujeres, Zayas hace una fuerte crítica de la vida religiosa, y la jerarquía religiosa de la España de los 1640.

3 En definitiva, se establece una clara oposición entre lo masculino, como espacio de caos y máxima violencia, y lo femenino como espacio armónico (Medina 417).

4 En este ensayo, cada referencia sin autor, o en la oración o en la documentación parentética, es de Zayas, Desengaños amorosos. 

5 “Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.  Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera.  Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes.  Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo” (2 Samuel 11:14-17).

6 Como una oferta religiosa consumed by fire without the camp (Sacrifice, Smith’s Dictionary), así la cama violada se quemó fuera de la casa en el patio (Zayas 361), a semejanza de un open-air sacrificial service (Altar”, Hastings).  En por los menos un sentido bíblico, el fuego representa el calor purificador.  El humo—que simboliza “sweet smoke que asciende a los cielos (“Sacrifice and Offering”, Hastings)—es, tal vez, en el caso del príncipe y Arnesto más como el hedor que asciende a las narices de Dios.  Parece que la referencia de Blanca al humo en el romance que había cantado antes prefigura el humo resultante de la quemadura de la cama.  El humo del fuego de la cama que el príncipe-esposo mancilla paralela la manera en que la gratitud y la fidelidad conyugal de él vaporizan como el humo.  ¿Quién me dijera algún día / esta ingratitud que veo? / ¡Ah, finezas de hombre ingrato, / y cómo en humo se fueron! (353-54).  La relación entre sacerdote, sacrificio, pecado, expiación, purificación, inmundicia, y holocausto se explica en detalle en Levítico, por ejemplo, 14:19:  Ofrecerá luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto”.

7 Blanca disfrutaba del favor divino: “Era doña Blanca excelentísima música y cantaba divinamente, no teniendo necesidad de buscar los tonos que había de cantar porque el Cielo le había dado la gracia de saberlos hacer (351).

8 Según la perspectiva de los europeos en la época de Zayas, lo que habían hecho el príncipe y Arnesto era desleal a Blanca y una abominación ante Dios, en el espíritu de Romanos 1:27, San Judas 1:7, Isaías 3: 9, Levítico 20:13.  Según este último, “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”.

9 Ya sospechosa de la lealtad conyugal de su esposo-príncipe, Blanca canta con su celosa pasión (351) un romance que incluye palabras proféticas acerca del amor fingido y violencia masculinos; y del amor genuino, padecimiento y muerte femeninos: 

            Mira que al fuego que ardes / es un aparente fuego; / el mío no, que es amor, / y    es su calor verdadero.  No sé cómo un pecho noble / puede vivir satisfecho, /    cuando ve un alma rendida / tirar los golpes violentos’ (352). 

            . . .sólo entiendo que te adoro / sólo entendiendo que padezco. /  Mis lágrimas te endurecen “ (Zayas 353).

            . . . Sólo en ti, por que yo muera, / permite amor tal extremo. (353)

            . . . No me mates tan apriesa, / basta que me maten celos; penas que, cuando hay   amor, son más que las del infierno.” 

            . . . / no te precies de cruel, / . . . (353)

Pues yo espero que algún día / te ha de castigar el Cielo, / . . . (354)

Y aún estás tan riguroso, / tan ingrato y tan severo, / que no conservas mis             brazos, / . . .

            Mis penas me han de matar, / . . .

No es gran victoria matarme, / cuando ves que estoy muriendo / . . . (354)

10 En Zayas se ve la oposición al “sacrificio inútil” de las mujeres, ya sea el de Blanca, sus hermanas, o su cuñada.  Esturo Velarde ubica esta practica violenta en la tradición española de exigir el “sacrificio inútil que destila el concepto del honor” (174).  Pero en sentido religioso los sacrificios que parecen inútiles no siempre lo son.  Por consiguiente, en Mal presagio parece que hay tanto inutilidad como utilidad en el sacrificio de Blanca:  es inútil y cruel, pero a la vez es necesario para que Blanca cumpla su rol redentor.

11 Véase “Allegory”, Cuddon; “Allegory”, M. H. Abrams.  Greer, “The Said and the Unsaid” ha recomendado “a metonymic reading; i.e., one that locates the central object not in a locus that is textually labeled as such, but rather represented by laterally related allusion” (3).  Ella dice, “I suggest that if we read this and other Zayas stories metonymically, looking for the relation of contiguity between the more-or-less discontinuous elements, we find a meaning that is as much repressed as revealed by their articulation.  By such a metonymic reading .. .” (4).  Si se examina la contigüidad de las referencias y alusiones a victimas sacrificadas se ve una unidad metonímica vis-à-vis el tema de sacrificio expiatorio.  Bal define una metáfora metonímica como: “The description is one large metaphor.  The elements are contiguously related to each other.  They form a coherent description which, taken as a whole, is the comparison of an object which is compared to it” (43).  Blanca y las otras mujeres perseguidas juntamente funcionan como una metáfora metonímica del concepto del sacrificio expiatorio.    

12 Según Smith’s Dictionary, el sacrificio fue esencial como the way by which the broken covenant should be restored y “[a]ll [types of sacrifice] had relation . . . to a Covenant between God and man (“Sacrifice”).

13 Antes del casamiento de Blanca, las palabras de un romance que entonan unos músicos incluyen:  dulces y amorosas selvas”, “miente quien dice que amor / es mayor con las ofensas”, “Selvas: si veis de Blanca la belleza, / contadle mi firmeza, /referidle mi pena, / rogadle, selvas, que de mi se duela” (345-47). 

14 Como cantan los músicos:  ¡Ay!  Dueño del alma mía, / si la estimáis como vuestra, / maltrataldo con amor, / no la matéis con ausencia” (346).

15 Amy R. Williamsen, basando su interpretación en la de Paul Julian Smith, han notado que “the very name, Blanca, denotes a unit of money.” Según ella, “doña Blanca serves as political currrency, an object of exchange to foster closer relationship among men in power” (Williamsen, “Death Becomes Her” 619.)

16 Blanca muere heroína . . . es una “graphically-described walled-up heroine” (Grieve 91); Zayas da “grotesque descriptions of female martyrs” (92) y eficazmente “sublimat[es] the violence against [Blanca] by transforming her into an object of devotion” (95).

17 “The lamb was the most common victim in the Jewish sacrifices . . . [and] is applied by John the Baptist to Jesus . . . the lamb is used as the type of vacarious suffering . . . [and] was the symbol of God’s deliverance” (“Lamb of God”, Hastings).

18 En el sacrificio de la pascua, unos de los sacerdotes encargados del ritual sacrificatorio held basins of silver y otros tenían basins of gold.  Each Israelite then slew his lamb in order, and the priest who was nearest to him received the blood in his basin (Passover”, Smith’s Dictionary of the Bible).   

19 Según el relato de Fierz de las practicas y creencias medicas de Girolamo Cardano, un medico medieval, “The blood also contains a ‘spiritus,’ which Cardano describes as an ‘ethereal body.’  As spiritus naturales, it flows together with the venous blood from the liver to the Heart.  In the Heart, which is the source of the body’s heat, it comes into contact with air and the ‘soul substance’ container in it: the pneuma, whereby it is changed into the spiritus vitalis, the vital spirit (Fierz 39).  Un paralelo bíblico, que predice la muerte de Cristo, dice que “he hath poured out his soul unto death” (Isaías 53:12).  Se asume que la sangre fluyó a las tinas de plata (como en el antiguo ritual de sacrificio).  Blanca, como Cristo, no resiste la muerte.

20 “The worshippers ‘sanctified themselves by ablutions . . . and by washing . . . or changing their garments . . . for only those who were ceremonially ‘clean’ could approach the altar of J[ehovah]. . . The sacrificer then entered the high place and immolated the sacrificial” (“Sacrifice and Offering”, Hastings)

21 “. . . originally, [the sacrificial victim] would appear, upon the altar itself . . . so that the blood ran over it; later, near to the altar, care being taken that the blood was caught and poured out at its base” (“Sacrifice and Offering”, Hastings). 

22 Según Williamsen, “the honor code, as traditionally represented in Spanish Golden Age literature, focused on woman as the repository of man’s honor. . . . Any suspected transgression required the shedding of the offender’s blood in order to remove the ‘stain’” (Dynamics of Discourse 138).   En la tradición cristiana también tanto la mancha como la sangre limpiadora tenían importancia.  The emphatic ‘shedding of the blood,’ [was] the essential part of the sacrifice (Sacrifice”, Smith’s Dictionary; para otros comentarios útiles sobre este tema, véase Sacrifice and Offering, Hastings).  The atoning virtue is declared in [Leviticus 17: 11] to reside in the blood, as the vehicle of the soul or life (“Atonement”, Hastings).

23 En los sacrificio bíblicos a mystic virtue was attached to the shedding and presentation of the sacred element of the blood (“Atonement”, Hastings).  Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona (Levítico 17:13).

24 Zayas representa al esposo de Blanca como príncipe cruel como el sadista Nerón, el famoso perseguidor de los cristianos que hizo quemar Roma.  En un romance Blanca canta Préciate de tu crueldad; / cantarás como otro Nero, / viendo que se abrasa el alma / adonde tienes tu imperio (354).  Los elementos de fuego, sadismo, persecución de inocentes, y poder están presentes en la Roma de Nerón y el Flandes del príncipe-esposo de Blanca. 

25 Según Tácito, después de sentir que Nerón había decretado su muerte, Séneca preguntó, Who knew not Nero’s cruelty?  After a mother’s and a brother’s murder, nothing remains but to add the destruction of a guardian and a tutor.  Él y su esposa decidieron desangrarse juntos.  Ella no murió (por resultado de la intervención de Nerón), pero él sí.  Then by one and the same stroke they sundered with a dagger the arteries of their arms.  Séneca, as his aged frame, attenuated by frugal diet, allowed the blood to escape but slowly, severed also the veins of his legs and knees”.  Debilitado, mas no muerto, por el proceso grotesco, tomó un veneno (y todavía no murió).  He was then carried into a bath, with the steam for which he was suffocated (Annals, Book 15).

26 Zayas no nos dice si el “sangrador” era barbero (barberius, barbitonsor) o cirujano.  En la Edad Media tardía, barbers . . . not only cut hair but also were responsable for prophylactic bleeding and for clearing (and extracting) teeth (McVaugh 6), y “[t]he phlebotomy that he [the barber] offered kept the body healthy by removing excessive or diseased humors. (McVaugh 39).  Con lógico obvio, in 1289 the Zaragoza [cathedral] chapter decided that ‘the best barbitonsor in the city’ should be hired to take over the task of prophylactic bleeding (McVaugh 41).  Para la década de 1330 barbers began to assume the role of surgeon (McVaugh 123).  “[B]loodletting (phlebotomy), was, like diet, a routine jeans of maintaining a person in health” (McVaugh 149).

27 Cardano decided that bleeding was necessary, ‘not only on account of the magnitude of the disease, but also because by consideration of his lifestyle and the disease itself I conjectured that the whole mass of blood was corrupted.  Nor did the judgment made about this thing fail . . . in any part.  Indeed all the blood that went out was putrid’ (Siraisi 171).

28 [P]ractitioners who let blood carelessly or to excess, . . . illustrate the theme of the fatal results of incompetente (Siraisi 155).  Cardano tuvo orgullo por haber sanado a un hombre que, en las palabras de Cardano, had already been lying contracted in bed for an entire year, but for the last five months of that year completely immobile; . . . (citado por Siraisi 171). 

29 Como observa Boyer, las other regions in Europe that formed part of the Spanish Empire—Italy (Milan, Naples, Sicily), Portugal, Flanders, and even Hapsburg Germany—hate the Spanish yoke and have mounted a campaign to discredit Spain, a campaign that produced a chauvinistic hatred of all Spaniards now referred to as the ‘Black Legend.’  This anti-Spanish propaganda was fueled by fear of Spanish hegemony in Europe and the Americas and by Protestant hatred of Spanish Catholicism.  In this disenchantment, hatred of the Spanish equates with hatred of women (Introduction, Enchantments 13-14).  Berlanga nota que “Zayas condena la hipocresía patriarcal” (118), representado por el hecho de que “padre e hijo mandan desangrarla [a Blanca], siendo el rey y el príncipe testigos despiadados de su muerte” (118).  La unida acción de un rey y un príncipe sugiere temas del imperialismo, el patriarcalismo, y la política. 

30 Como documenta Elliott en Imperial Spain, 1469-1716, la época en que apareció los Desengaños amorosos fue una de crisis internacional.  

31 La dinastía de los habsburgos continua hasta principios del Siglo XVIII cuando comienza la dinastía de los borbones.

32 Según Peydro, los puntos cardinales para los españoles del XVII son los Países Bajos, el norte de África, Portugal e Italia (85). 

33 Según Greer, Zayas se presenta “la cuestión del imperio y el precio que pagan las mujeres por las ambiciones políticas de los hombres” (438 nota; traducción mía).   

34 Paul Julian Smith ha escrito que “it seems undeniable that, even at the height of their power, Spaniards often felt themselves to be different (and frequently inferior) from others” (202).  En los escritos de Zayas, las mujeres experimentan una doble sentido de vulnerabilidad e inferioridad. 

35 Tal como Cristo milagrosamente rompe los lazos de la muerte, Blanca también rompe lazos y experimenta un milagro.  Vence a los lazos del matrimonio (358) y de la amarga vida (359) a través de la muerte, y entonces supera la muerte de forma milagrosa. 

36 Desde una perspectiva estructuralista, uno bien puede argumentar que Blanca experimenta, simultáneamente, un empeoramiento físico y un mejoramiento espiritual.

37 Solamente en su muerte sale Blanca del poder patriarcal de sus opresores.  Aun cuando su esposo decide, por fin, que no quiere que Blanca muera, otro patriarca, su aun más inhumano padre, insiste en el sacrificio de “la española”.  Blanca se somete a otra hegemonía, la de la muerte, para escapar de la hegemonía patriarcal de los mortales: “doña Blanca estuvo cautiva en el lazo que sola la muerte le rompe” (339). 

38 Como ha escrito Williamsen, Significantly, though many critics have stated that all the women characters in the Desengaños either die or enter a convent, one woman in ‘Mal presagio casar lejos’ marries and lives happily ever after.  Blanca’s beloved maidservant, María (Death Becomes Her 621).

39 Tanto en la tradición judía como la cristiana, Gabriel es conocido como uno de los arcángeles.  Su nombre se asocia con la compasión, el consuelo y las buenas nuevas del evangelio (Gabriel in Smith’s Dictionary).