“Víctimas sacrificadas en
las aras de la desgracia”: La alegoría religiosa-política en Mal
presagio casar lejos por María de Zayas
Dr. D. Gene Pace
Georgetown College
Introducción
En las décadas recientes
ha habido mucho interés por parte le los lectores y críticos en los escritos de
María de Zayas,1 una famosa
autora durante el Siglo de Oro cuyos textos han sido “redescubiertos”. Como ha teorizado Bakhtín, una vez que
palabras salen al espacio público hay una lucha semántica entre oyentes o
lectores, quienes dialogan con un texto y constantemente lo interpretan (Morson
y Emerson). El debate sobre Mal
presagio casar lejos, la séptima de diez novellas conocidas como los Desengaños
amorosos (1647) da ejemplo de lo que dice Bakhtín. Clamurro
arguye que “while all prose
fiction implicitly allows an ideological-historical rereading, the Desengaños
amorosos of María de Zayas demand, and in fact define, such a reading” (43). Él insiste que el libro “represents a subtly encoded critique
of the state of a society—the
En este ensayo, intento demostrar
que hasta ahora las interpretaciones de los críticos han limitado demasiado la
discusión del campo de batalla que describe Vollendorf. Aunque muchos han notado el simbolismo
cristiano en la muerte de la protagonista Blanca (inocente, desangrada), no se
ha fijado bastante en la amplitud de la representación religiosa en Mal
presagio.
La novella se estructura alrededor
de las tragedias que sufren cuatro hermanas españolas, en cada caso a manos de
hombres. La hermana mayor (doña Mayor)
se casa con un portugués, y gana “la
corona de mártir” (Zayas 349).[4] Él cínicamente le escribe una carta de amor
como si fuera de otro hombre, “un caballero castellano” (338). Al ver su reacción a esta carta, el portugués
mata a doña Mayor con la espada, después de haber asesinado al paje quien había
llevado la carta a doña Mayor e intentaba prevenir la muerte violente de ella. Esta carta nefaria funciona como una carta de
Urías (fiel esposo de la desleal Betsabé)—“[a] treacherous letter, importing
friendship but in reality a death warrant” (“Letter of
Uriah”, Brewer’s Dictionary)—al estilo
de la carta de David que llevaba Urías al campo de la batalla poco antes de su
propia muerte.[5] Así tanto el cuerpo de Urías como el de
Betsabé (que tiene una relación adúltera con el rey David) funcionan como campo
de batalla en una guerra contra la violencia patriarcal. En Mal presagio el abusivo esposo
portugués odiaba a España y a su mujer española.
La hermana menor, doña
María, está en Portugal con su hermana “Mayor” cuando ésta muere. Espantada, doña María “se arroj[a] por una
ventana”, sufre dos piernas rotas, y solamente después de algunos años puede
volver a España. Allí presencia la
grotesca muerte de su hermana Blanca, quien se había casado con un cruel
flamenco. (Se hablará en detalle de su
muerte más en adelante.)
Doña Leonor, la segunda
hermana, también se casa con un extranjero, un italiano, en el país natal de
él. Mientras vive en Italia, da a luz a
un hijo, pero “estándose lavando la cabeza, entró el marido por una puerta
excusada de un retrete, y con sus propios cabellos, que los tenía muy hermosos,
le hizo lazo a la garganta, con que la ahogó, y después mató al niño con un
veneno” (338-39). La mezcla de lo
trágico-bello se ve aquí, técnica que emplea Zayas con destreza. Zayas representa el matrimonio como
institución grotesca, y también describe los asuntos exteriores políticos como
relaciones atroces. Blanca no puede
expresarse abiertamente con su esposo pero sí con una hermana de él, doña
Marieta (nacida en Flandes, se supone que se había casado con un
flamenco). Ella está asesinada por dos
hombres, su padre y su esposo. “Se
cerraron las puertas del cuarto, y se oyó por un espacio llorar a la señora
Marieta, y después de esto llamar a Dios, y después quedar todo en silencio”
(356). Su muerte espantosa vino cuando
“su propio marido, delante de su padre, la dio garrote” (356). Doña Marieta “murió apenas de veinte y cuatro
años, siendo el juez su padre y el verdugo su mismo esposo” (357). Antes de su propia muerte, Blanca presencia
con horror “el triste cadáver” (357) de su hermosa e íntima amiga.
La alegoría religiosa
Algo
que las mujeres muertas tienen en común es que “ni les sirvió la hermosura, la
virtud, el entendimiento, la real sangre, ni la inocencia para que no fuesen
víctimas sacrificadas en las aras de la desgracia” (338). Es
imprescindible recordar que no sólo son “víctimas”,
sino “víctimas sacrificadas”
(338), como si fueran participantes en un ritual místico. Es claro que Zayas ha creado una red
lingüística y teológica relacionada con la religión, con énfasis particular en
el tema de caída-redención. Dispersadas
por todo el texto, esta red contiene, por ejemplo, estas palabras o frases: “sangre”, “María [dos
personajes con el mismo nombre]”,
“Blanca divina”, “el Cielo”, “que durara una eternidad”, “parecía un ángel”,”¡Oh, qué profeta es el corazón!”, “la corona del mártir”,
“inocente palomilla”, “inocente corderilla”,
“la abrieron las venas de
entrambos brazos”, “envuelta en sangre”, “aquella inocente víctima, sacrificada”, “tan bella
muerte” “difunto y hermoso cuerpo”,”don Gabriel”,”hermoso
cadáver”,”milagro” y “Morir
amando”.
Paul Julian Smith no
aprecia la importancia de una sucesión de víctimas sacrificadas porque él, como
otros críticos, no se profundiza en el significado religioso de Mal presagio. Williamsen
juzga que “[f]ew would disagree
with [the] assertion” de Smith
que Mal presagio es “wildly
‘overdetermined’” y que “neither the character nor the reader
requires all of Blanca’s sisters and female companions to be murdered or
mutilated in order to get the point that foreign men are not to be trusted” (“Writing Women in Golden Age Spain” 236). Quizás estos críticos no
han tomado en cuenta la importancia de la repetición en las obras
didácticas.
En esta alegoría el
esposo de Blanca, un príncipe egoísta e inmoral, es el arquetipo de la
corrupción y del dominio político mortales; mientras que ella, como una
sacerdotisa mansa y pura, es el prototipo de la inocencia y del poder
espiritual. Como una figura crística, el
“reino” de Blanca “no es de
este mundo” (Juan 18:36)[7]; como una figura política, el reino del
esposo es completamente de este mundo.
El príncipe finge el amor antes del matrimonio pero después de casarse
con Blanca, la descuida y busca placer carnal (en la cama de ellos) con su paje
Arnesto, un joven de dieciséis años. Es
príncipe participa de una relación hegemónica (que requiere tanto control como el
consentimiento) con su cruel y xenófobo padre.
Mas Blanca da su consentimiento al matrimonio
con el príncipe, pero se aleja del poder hegemónico que su esposo intenta
imponer, y sufre alienación, violencia y muerte.
Blanca ve con horror a
Arnesto y a su amante—el propio esposo de Blanca—manchar la cama matrimonial
con sus amorosas actividades homosexuales.[8] Ella, de una manera muy figurada, insiste en
que se queme la cama:
“llamando ella misma los criados más humildes, que no quiso que
ninguna de sus criadas quedase comprendida en la ejecución de su venganza,
mandó sacar la cama al patio y quemarla” (361).
Como una figura religiosa de tiempos antiguos que ofrece un holocausto
religioso por los pecados de otros, Blanca hace que el humo de la cama ensuciada
suba a los cielos, quizás (como una diosa ofendida) pidiendo venganza divina,
quizás (como una diosa expiatoria) buscando el perdón a favor de otros. Para Blanca, la cama desafortunadamente
funciona como altar de sacrificio. Es
lógico suponer que la cama, como los holocaustos bíblicos, fue totalmente
aniquilados, que esta “burnt-offering
was wholly consumed”
(“Atonement”, Hastings). Fue la viciosa
oposición de los varones (involucrados en un acto homosexual) a la previa
reacción desafiante de Blanca—a lo “horrendo y sucio espectáculo” (360) que
había sucedido en su propia cama—que poco después resulta en la muerte de
ella.
La cama matrimonial—con
su capacidad de ser sitio de unión, consuelo, belleza y lealtad a un convenio
entre los maridos y con Dios—viene a ser un lugar de fisura, dolencia, fealdad
e infidelidad a convenios. La cama llega
a ser como un altar sin entereza, desconstruida: a la vez instrumento de
violación y de holocausto. Blanca sufre
un matrimonio deformado con su esposo.
Aunque ha sospechado la infidelidad antes,[9] ella ahora ve el ritual diabólico que
celebran con regocijo el esposo y el joven Arnesto. Cuando ella asegura que la grotesca cama,
como un holocausto, sea quemada, Blanca—sin mancha, a solas, desafiante,
corajuda—viene a participar del holocausto simbólico en forma personal,
corporal. “The priests alone could enter the sacred enclosure; into
the Most Holy Place even the priests were not permitted to enter, but only the
high priest, and he but once a year, and then only with blood of sacrifice” (“Atonement”, Hastings). Blanca, como una alta sacerdotisa y como un Cristo
femenino, sujeta su propio cuerpo a castigos que no merece. A solas, sufre con gran dignidad y
autodominio: “Mandando salir fuera todas
las damas y cerrando las puertas, mandaron [su esposo y su suegro] al sangrador
ejercer su oficio, sin hablar a doña Blanca palabra, ni ella a ellos, mas de
llamar a Dios la ayudase en tan riguroso paso” (363). El no hablar a
sus verdugos fortalece el rol redentor de la inocente española. En las palabras de Isaías, “Angustiad[a] [ella], y afligid[a],
no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. . . . Porque fue cortado de
la tierra de los vivientes, y por la rebelión de [su] pueblo fue herido” (Isaías 53: 7). Así, Blanca muere como “sacrificio inútil”,[10] víctima de una perversa manifestación de
honor calderoniano (“Calderonian
honour”, Cuddon).
El matrimonio aparece
como referencia alegórica[11] en el
discurso bíblico, y el convenio matrimonial se compara al convenio entre Dios y
su pueblo. Una mujer que es infiel al
convenio con Dios, por ejemplo, se caracteriza como ramera (Isaías 1: 21). Además, San Mateo refiere a Cristo como el
esposo (9: 15) y la novia simboliza la iglesia: “os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una
virgen pura a Cristo” (2
Corintios 11:2). En la alegoría
zayesca—una versión invertida en que la mujer (la tercera hija de su familia,
en vez del primogénito hijo) funciona de redentor—es el hombre, como un pagano
de la periferia, que rompe convenios con la esposa, con el imperio español, y
con la Iglesia Católica. En el mundo
ficticio de Zayas, la mujer es el sacrificio religioso, demuestra fidelidad al
convenio[12] con Dios, mantiene la
pureza moral, y está leal al imperio español.
La violencia en Zayas es casi
siempre violencia masculina: los hombres no solo matan a las mujeres sino
también a otros hombres. Al aprender
(del joven Arnesto) lo que Blanca había hecho con la cama en que había sucedido
“tan horrendo y sucio espectáculo” (360), el esposo y (especialmente) el suegro
de Blanca se llenan de ira. Como si
fueran serpientes, se “hinch[an]
de venenosa furia los pechos dañados [del esposo y suegro], y más el del viejo,
que ardiendo en ira” (362) resuelve que dentro de veinticuatro horas, estará
muerta “la española” (362), la odiada esposa de su hijo.[13] Como bestias, el padre e hijo flamencos hacen
del matrimonio de Blanca una combinación trágica de belleza femenina y
animalidad masculina, un casamiento tan peligroso como la vida selvática.[14]
Su culpable esposo y su sangriento
suegro (los dos símbolos del injusto dominio patriarcal) matan a Blanca, una
“corderilla” sacrificada. Blanca, la “inocente corderilla”, es tan pura e inocente como su
nombre sugiere.[15] Blanca, “[t]he righteous [wo]man, both through the
persecutions [s]he sustains and the national calamities arising from the
people’s sins which [s]he shares, is a living exemplification of the law of the
innocent suffering for the guilty” (“Atonement,”
Una mezcla erótico-trágico-grotesco
se ve en la escena de la muerte.
Blanca, como sacrificio crístico por los pecados de otros (todos
hombres), muere como santa mártir.[16]
“Lo que hoy he visto, sin haber más delito que verlo, me ha condenado a
muerte” (361). Ella sufre por los
pecados de sus “verdugos”, iniquidades tan “torpes y abominables . . . que aun el demonio se
avergüenza de verlos” (361). Blanca
reconoce que padece por los patriarcas que debían de haberle protegido en vez
de enfurecerse por las palabras de Arnesto, el Judas que traiciona a un ser
inocente. San Mateo narra: “Entonces uno de los doce, que se
llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis
dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le
asignaron treinta piezas de plata. Y
desde entonces buscaba oportunidad para entregarle” (26:15-17). Como en el
caso de la traición del Cordero de Dios (Juan 1: 29)[17], Arnesto
también “buscaba oportunidad para
entregarle” a Blanca y “fue a los principales”—“un príncipe de Flandes, cuyo
padre, que aún vivía, era gran potentado de aquel reino” (339)—para
iniciar la cadena de sucesos que terminaba en la muerte de “la inocente corderilla” (363). Tal como en el caso bíblico, en Mal
presagio hay un enlace entre el traidor y la plata: el
joven amante de principe “traía
dos bacías grandes de plata”
(363) al sitio de la ejecución de Blanca[18].
Como predice Blanca, “el delito que
ellos hacen me condena a mi a muerte” (361).
Para parafrasear las palabras de Isaías, “Mas [ella] herid[a] fue por
nuestras rebeliones, molid[a] por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre [ella], y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Se ha escrito que “Jesus
could not but have been aware that His mission would cost Him His life. He who recalled the fate of all past prophets
. . . could be under no delusions as to His own fate at the hands of scribes
and Pharisees” (“Atonement,”
Muere Blanca a las manos de figuras
patriarcales. Esta “inocente corderilla”
(363) muere después que “la abrieron las venas de entrambos brazos, para que
por tan pequeñas heridas saliese el alma,[19] envuelta en sangre” (363), de forma que
sugiere una crucifixión. Blanca, como
arquetipo de la inocencia, cumple un ritual arquetípico de redención (véase “Archetype”, Cuddon). Mientras el
esposo “de aquella inocente víctima, sacrificada en el rigor de tan crueles
enemigos” (363) presencia el sacrificio, atípicamente siente impulsos
heteroeróticos: “cuanto ha que conozco a Blanca, no me ha parecido más linda
que ahora” (363). Como el Pilato
bíblico, el esposo ahora quiere limpiar sus manos de la muerte que él había
permitido; quiere que le perdona la vida, pero su padre, ese “cruel y riguroso
viejo” (363), no concuerda. Asimismo, insulta
la hombría de su hijo, llamándolo “cobarde, traidor, medio mujer” (363). Sale del cuarto con lágrimas mientras los
verdugos continúan su crueldad hasta que Blanca termine su sacrificio
expiatorio. Zayas, mezclando lo bello
con lo grotesco, habla del “difunto y hermoso cuerpo” (364).
La muerte de blanca y la
quemadura de la cama son hechos interrelacionados en la alegoría del ritual de
sacrificio. Si la cama violada
representa la esposa traicionada, entonces se puede interpretar la quemadura de
la cama como la inmolación de Blanca misma como sacrificio vicario: “the burning of the whole victim as a
holocaust upon the altar”; “this food of God was always
‘etherealized’ by being converted into ‘sweet smoke’ upon the altar” (“Sacrifice and Offering”,
Hastings). Blanca, la “inocente corderilla” simboliza el cordero pascual (San
Marcos 14: 12-16). Este sacrificio tan importante “was to be faultless and a male. . .” (“Passover”, Smith’s
Dictionary); en la versión invertida de Zayas, la corderilla Blanca se
representa como sin falta y hembra. “[T]he lamb might, if circumstances
should render it desirable, be slain at any time in the afternoon” (“Passover”, Smith’s
Dictionary); parece que Blanca fue
sacrificada poco después del mediodía: “Así
estuvo hasta cerca de mediodía, que como los príncipes, padre e hijo, se
vistieron [quizás de forma simbólica, esto simboliza las vestimentas
sacerdotales[20] de los que ofrecían un
sacrificio religioso], luego quisieron ejecutar la sentencia contra la inocente
corderilla, como ya lo tenían determinado”
(363). Llegando “cerca de mediodía, se supone que la muerte ocurrió por la tarde”.
El príncipe y su padre entraron en el cuarto en el cual estaba Blanca “con su sangrador y Arnesto, que
traía dos bacías grandes de plata[21],
que quisieron que, hasta en el ser él también ministro en su muerte, dársela
con más crueldad” (363). La
referencia de Zayas a bacías de plata hace más convincente la representación
Tanto el fuego como la
sangre[22] fueron importantes en los
rituales sacrificatorios (“Sacrifice”, Smith’s Dictionary). En el sacrificio de Blanca, ambos
elementos—fuego y sangre—están presentes.
Blanca protagoniza tanto en la destrucción de la cama por fuego como en
la muerte por sangría (flebotomía)[23]. El príncipe no sólo solía estar ausente de
la cama matrimonial sino también estaba ausente en el momento de muerte, cuando
su esposa, “desangrada, como Séneca, rindió la vida a la crueldad de los
tiranos y el alma al cielo” (364). El
morir desangrada tiene al menos doble significado. Más obviamente tiene relevancia religiosa con
respecto a la tradición de sacrificios, incluso el de Jesús. Pero también tiene sentido político cuando
uno muere a manos de personas con poder o posición político. La mención especifica de Nerón y Séneca
invita una hermenéutica política. Las
referencias al emperador romano[24] y a
la muerte del famoso pensador, aunque aparecen en distintos lugares en el
texto, se interrelacionan vis-à-vis el tema de la violencia y la sangría. Víctima de la crueldad sadista de Nerón,
Séneca muere desangrado.[25] La muerte de Blanca también relaciona
íntimamente con la cuestión del sacrificio sangriento impuesto por
tiranía. Su asesinato tipifica tanto una
ceremonia religiosa como un ritual con motivación política. Además, el fuego esta presente en ambos
casos: Nerón, vil y sadista, es bien conocido por haber quemado la ciudad de
Roma; en Mal presagio, hay una representación de un holocausto. Cada uno de los tres—Cristo, Séneca y
Blanca—son objetivizados por hombres crueles, sufren físicamente y pierden
mucha sangre al morir, pero al la vez cada uno mantiene subjetividad al tiempo
de la muerte.
En la muerte por sangría
se reúnen en Blanca las esenciales preocupaciones temáticas de la novella: la
crueldad e irracionalidad de los hombres, los problemas de España con respecto
al imperialismo, y la necesidad de hallar redención religiosa. La sangre juega un papel fundamental: los
hombres deben honrar la sangre (la vida) de otros seres humanos, los de la
periferia deben respetar la nobleza de la sangre española, y todos (incluso la
elite aristocrática) deben reconocer el poder de la sangre de una redentora
religiosa. Los flamencos sadistas que
matan a Blanca (mujer de noble sangre, educada y racional, del centro del
imperio español, y de fe católica) cometen un agravio no sólo contra las
mujeres, sino contra la élite social, el raciocinio, el imperio, y la fe
cristiana. Los que sacrifican a Blanca
son un conjunto de Nerón, Judas, y los soldados romanos.
El debate sobre la
utilidad médica de la sangría es de origen antiguo, y continúa hasta el día de
hoy. Pero, históricamente ha sido
practicado con el intento de beneficiar a los enfermos.[26]
Esta tradición benigna hace aun más perversa la manera en que Blanca fue
ejecutada. El italiano Girolamo Cardano
(1501-1576), que vivía poco antes de los años en que vivía Zayas, practicaba la
medicina por medio siglo y oponía el abuso de la practica
de flebotomía.[27] En la Europa de Cardano y Zayas esta práctica
se consideró una “essential
therapeutic tool of Galenic medicine”
(Siraisi 134). La ya establecida
tradición médica de Hipócrates y Galeno incluía la flebotomía. (Siraisi 134). Por supuesto, la moderación fue esencial pero
desafortunadamente no siempre observada.[28]
Hay otros paralelismos entre las
experiencias de Jesús y Blanca. Jesús,
un judío de sangre real, sufre a manos de los romanos; Blanca, una española de “la real sangre” (338), padece a manos de los
flamencos. Cristo padece el azotamiento
(Juan 19:1) antes de su crucifixión; Blanca aguanta la brutalidad física antes
de su muerte por sangría: “el
príncipe se descompuso con doña Blanca, no sólo de palabras, mas de obras,
maltratándola tanto, que fue milagro salir de sus manos con la vida” (356). Las últimas palabras de Blanca no se dirigen
a los mortales sino a Dios; Cristo hace lo mismo.
Blanca y sus tres hermanas poseen “la hermosura, la virtud, el
entendimiento, la real sangre, [y] la inocencia” y a todas fueron “víctimas
sacrificadas en las aras de la desgracia”
(338). Como para destacar la diferencia
entre unas profetisas y una Mesías (una Blanca), Zayas
caracteriza a la tercera de las cuatro hermanas como “la primera, no sólo de las demás en hermosura, entendimiento y
valor, más de todas las damas de aquel tiempo, porque así lucía doña Blanca
entre las más solemnizadas de la corte, como el lucero entre las demás
estrellas” (339).
El hermano de Blanca,
quien habría prevenido la muerte de ella si hubiera llegado de lejos más
temprano, venga la muerte de ella y mata a los que la habían sacrificado
(365). En múltiples sentidos, la novela
de Zayas paralela la parábola de Jesús de los labradores malvados (Lucas 20:
9-18). “Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se
ausentó por mucho tiempo. Y a su tiempo
envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero
los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.”
El Señor manda a dos siervos quienes también sufren persecución [como
las hermanas de Blanca], y al fin manda a su propio hijo. “¿Qué
haré? Enviaré a mi hijo amado [como
Blanca, la “primera”]; quizás cuando le vean a él, le tendrán respeto. Mas los labradores, al verle, discutían entre
sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea
nuestra. Y le echaron fuera de la viña,
y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el
señor de la viña? Vendrá y destruirá a
estos labradores [como hace el hermano de Blanca]”.
El texto de Zayas es
como una advertencia que los que luchan contra “la española”
(personificación del imperio civil y del reino eclesiástico) sufrirán la divina
venganza. El señor de la viña pregunta
retóricamente, “¿Qué, pues, es
lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores / Ha venido a
ser cabeza del ángulo?” Él contesta su pregunta con una advertencia
amenazadora: “Todo el que
cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le
desmenuzará”. Como represalia por la cruel muerte de “la hermosa doña Blanca”, “el duque de Alba hizo en ellos, fue en venganza de esta muerte” (Zayas 364). Antes, el hermano de Blanca, “loco de dolor, juntando la gente de
guerra” había tomado venganza
contra “los príncipes, padre e
hijo”, aunque estos, “siendo avisados de su venida,
estaban puestos en defensa”. No pudieron los dos príncipes de Flandes
escapar el rencor del hermano, y “ellos
y muchos de sus valedores pagaron con las vidas la muerte de la inocente doña
Blanca, siendo su hermano para ellos un fiero león: tal era la mortal rabia que
tenía” (365).
Blanca había testificado
intrépidamente en contra de la iniquidad de los paganos. Ella, sus hermanas (doña Mayor y doña Leonor)
y su cuñada (Marieta) mueren mártires, inocentes mujeres que sellan sus
testimonios contra los hombres, y contra sus prácticas inicuas, con sus propias
vidas, “Porque donde hay
testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se
confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue
instituido sin sangre” (Hebreos
9: 16-18). La sangre de Blanca es, en
las palabras del profeta Moisés, “la
sangre del pacto que Dios os ha mandado”
(Hebreos 9: 20). Los flamencos no sólo
son inferiores en el imperio sino también en el reino de dios. Blanca y sus hermanas, mártires fieles e
hijas del convenio divino, sufren a manos de extranjeros, hombres, paganos. Estos varones extranjeros se hallan, de doble
manera, fuera del convenio. Las mujeres,
y especialmente las españolas, son los fieles, los que guardan el convenio, los
elegidos. Los príncipes forasteros no
sólo desafían el reino imperial sino el reino de Dios.
Alegoría política
Palabras y frases con implicaciones políticas e imperiales abundan en Mal
presagio casar lejos, e incluyen “gran
señor de España”, “grandes señoras”, “sangre real”, “príncipe”, “príncipe de
Flandes”, “príncipe y su padre”, “príncipe viejo”,
“Corte”, “paje”, “poder de sus enemigos”,
“Nerón”, “imperio”, “juez”, “verdugo”, “gobernar las
armas de aquellos reinos”, “tiranos”, “libertad”, “gente de guerra”,
“Gloriosa vive Castalia”.
También hay referencias a lugares en la periferia del imperio español
(Portugal, Italia, Flandes, Amberes).
Juntos, estos términos y los contextos en que aparecen constituyen una
red lingüística de significado político.
En
la introducción a su traducción de los Desengaños, Boyer dice que Mal
presagio “is perhaps the
most overtly political of Zayas’s stories, . . . Blanca, of royal
blood, is betrothed to the prince of
La
grotesca muerte de la protagonista española personifica el sufrimiento que su
país padece a manos de los extranjeros; Portugal, Italia, y Flandes manifiestan
odio y prejuicio contra una deformada España, y contra sus bellas mujeres.[32] Por la diversidad geográfica que Zayas
utiliza como ambiente de su novella, sugiere que la hegemonía que imponen los
hombres sobre las mujeres es problema universal. Es evidente que “Mal presagio casar lejos is
another shocking tale, with a great deal of emphasis on the cruelty and neglect
inflicted by husbands on their wives, once the period of courtship is past”; es
típicamente zayesca. Pero Whitenack y
Cambell nos recuerdan que, “[u]nlike her other narratives, . . . it deals
specifically with non-Spanish males and their violent behavior toward their
Spanish wives, a reflection of the anti-Spanish hostility and prejudice of
countries that had political connections to Spain in the era (specifically
Portugal, Italy, and Flanders)”
(1, 6). Brownlee también da una
explicación política a la novella, e insiste que “the topic of
nationalism—especially the abuse of Spanish women abroad—is firmly established
from the opening moments of the unfolding narrative, reinforced with each new
casualty” (43). El gran odio que sienten los hombres
extranjeros por las mujeres españolas[33] simboliza la tensión política-militar
entre naciones, como reflejan las palabras del esposo y suegro de Blanca: “las
españolas sois locas” (350); “cansadísimas mujeres sois las españolas; gran
castigo merece el extranjero que mezcla su sangre con la vuestra” (355); “así
tuviera a todas las de su nación [España] como tengo a ésta [Blanca, al morir]”
(363). La muerte de Blanca—la odiada
mujer, “la española”, mas a la vez una figura salvadora
que tiene una visión más amplia que la de sus perseguidores—demuestra que los
que se hallan bajo el poder hegemónico de España no entienden la grandeza
política del imperio español ni tampoco su nobleza religiosa, su papel redentor
(particularmente entre los muchos protestantes en los Países Bajos).
Es fácil interpretar la novella como alegoría política, o como alegoría
religiosa, pero es preciso reconocer la inseparabilidad de lo político y
religioso en el imperio español. Durante
el Renacimiento los asuntos religiosos en Europa fueron íntimamente ligados a
las cuestiones políticas, y las controversias políticas fueron más complejas
por las persistentes disputas religiosas.
Lo que Rama dice sobre la relación hegemónica entre imperio y colonias
americanas también tiene significado por la relación entre España y regiones
bajo su hegemonía en Europa durante el Siglo de Oro: “La
primera aplicación sistemática del saber barroco, instrumentado por la
monarquía absoluta (la Tiara y el Trono reunidos) se hizo en el continente
americano, ejercitando sus rígidos principios: abstracción, racionalización,
sistematización, oponiéndose a particularidad, imaginación, invención local” (13). Los europeos, y mucho más tarde los de las
Américas, resistieron esta dominación rígida.
Blanca no solamente simboliza la mujer perseguida sino el imperio mal
entendido y la tradición religiosa no respetada. Con considerable destreza, Zayas combina la
tiara y el trono en el cuerpo de la protagonista Blanca. Smith
caracteriza a España durante el Siglo de Oro
La esperanza
Una interpretación alegórica de Mal
presagio abre la puerta hermenéutica a más esperanza de lo que generalmente
se atribuye a esta novella. A pesar de
sus sufrimientos emocionales y físicos, Blanca al fin vence a los hombres:
ellos perecen a través de la venganza del hermano de ella, mientras que ella
cumple con coraje una expiación desinteresada y experimenta belleza divina en
una vida postmortal. En la tradición
bíblica Jesús, y no sus verdugos romanos, triunfa; asimismo Blanca, una figura
arquetípica de la redención humana, vence a sus verdugos de Flandes.
Blanca es una heroína conquistada
pero también una conquistadora.
En el mundo de hoy, un
ambiente muy distinto del zayesco, uno puede juzgar que la victoria de una
mártir religiosa (basada solamente en esperanzas de galardones futuras pero ya
no vistas) no es una victoria sino una tragedia temporal. Pero si intentamos mirar al mundo según la
perspectiva de los españoles d el Siglo de Oro—una época en que la religión era
central en la catedral, la corte, la calle y la casa—el triunfo de una mártir
pudiera haber sido cosa muy factible y loable.[36]
Medina menciona una manera en que
Blanca conquista: “Pero si el
sacrificio permite la victoria de los masculino y la definitiva sumisión de lo
femenino, paradójicamente, el movimiento inverso no es menos cierto: la muerte
de Blanca es también su victoria, sólo en ese momento termina consiguiendo por
fin el amor de su marido”
(419).[37] También vence en el sentido de haber cumplido
su misión divina y ganado corona de mártir.
A través de su protagonista, Zayas
invierte los géneros en la secuencia caída-redención. En el texto zayesco hay un hombre serpentino,
y una mujer redentora. Como víctima de
animales salvajes, con “venenosa furia” (362), la inocente mujer había
muerto. Es el hombre, no la mujer, que
funciona como serpiente. Blanca, figura
crística con poder sobre la maldad, vence a la serpiente patriarcal en sus
manifestaciones personales, imperiales y religiosas.
Zayas demuestra
esperanza en la posibilidad de que los hombre se
reformen. La única pareja matrimonial
que parece ser feliz consiste de dos personajes con nombres religiosos
arquetípicos, María[38] y Gabriel.[39]
Ellos tienen una hija también llamada María, y ésta es la madre de
Lisis, un personaje importante en el marco de la novella quien narra “esta lastimosa historia y verdadero desengaño . . . como la contaban los que la vieron con sus
mismos ojos” (365). Gabriel es esposo bueno como su nombre
angélico sugiere. En este matrimonio
entre dos españoles, no hay ninguna mención de la violencia que caracteriza la
historia antes del sacrificio expiatorio de Blanca. Es como si su sacrificio trajera esperanza al
mundo español.
Otra evidencia de la
esperanza que resulta de la expiación de Blanca es la inesperada confesión de
un hombre que había escuchado el triste relato.
Después de haber terminado la narración de Lisis, don Juan, un hombre
con un nombre simbólico y polémico, proclama: “yo, en nombre de todos estos caballeros y mío, digo que queda
tan bien ventilada y concluida la opinión de las damas desengañadoras y que con
justa causa han tomado la defensa de las mujeres, y por conocerlo así, nos
damos por vencidos y confesamos que hay hombres que, con sus crueldades y
engaños, condenándose a sí, disculpan a las mujeres” (366). Esta confesión personal, y “en nombre de
todos estos caballeros” inmediatamente recibe el apoyo de los caballeros allí
presentes: “Que oyendo todos los caballeros lo que don Juan decía, respondieron
que tenía razón” (366). En esta
confesión colectiva se ve la esperanza zayesca, un optimismo que es posible que
“los caballeros, rendidas las armas de su opinión” (366) dejen atrás las armas
de la violencia.
Conclusion
En Mal presagio casar lejos,
Zayas critica la práctica de un hombre (el príncipe-esposo de Blanca), de un
grupo de hombres poderosos (los esposos-extranjeros), de un género (los
hombres), de una clase social (la aristocracia) y un imperio (el español). Es importante reconocer a Blanca no solamente
como un símbolo de género, de religión o de la política sino una poderosa
figura femenina-religiosa-política. Tal
como la hegemonía española involucra una combinación de estos tres conceptos,
así Blanca y sus hermanas funcionan alegóricamente como mujeres, víctimas
religiosas, y figuras políticas en un imperio en que lo temporal y lo
espiritual son inseparables. Los pueblos forasteros resisten a las mujeres
españoles, y las influencias políticas y religiosas de España. Rechazan el arreglo hegemónico (que exige el
control desde el centro y el consentimiento de la periferia) que se les
ofrece. Los que sacrifican a Blanca
funcionan como una combinación de egoístas patriarcales, rebeldes extranjeros y
herejes sangrientos. Simbólicamente
matan a una mujer, a una césar y a una diosa. El discurso de Zayas no sólo expresa
preocupación por la rebeldía en la periferia del reino sino por la apostasía
del verdadero redil al cual pertenece la cordera blanca, Blanca. Como sacerdotisa, Blanca se distancia de los
mortales—para hacer su gran sacrificio.
Su esposo es príncipe, pero ella profetisa. Él peca en su cama; ella sacrifica la cama
como holocausto. El y su padre entonces
sacrifican a ella; ella muere una gloriosa mártir mientras ellos perecen.
Obras Citadas
Anderson, Ellen M. and Amy R. Williamsen, eds. Ingeniosa Invención: Essays on Golden Age Spanish Literature for Geoffrey L. Stagg
in Honor of His Eighty-fifth Birthday.
Bal, Mieke. Narratology:
Introduction to the Theory of Narrative.
2ª ed. Toronto: U of Toronto P, 2002.
Berlanga, María José Delgado. “Danzando en un hilo mitológico: Formación e inversión del ‘yo mujer’ en la novela de María de Zayas y Sotomayor, Mal presagio casar lejos”. En Whitenack and Campbell. Zayas & Her Sisters, 2: Essays on Novelas by 17th-Century Spanish Women: 111-20.
Brownlee, Marina S. The Cultural Laberinth of María de Zayas.
Charnon-Deutsch, Lou. “The Sexual Economy in the Narratives of María de Zayas”. En Williamsen y Whitenack, eds. María de Zayas: The Dynamics of Discourse. 117-32.
Clamurro, William H.
“Ideological Contradiction and Imperial Decline: Toward a Reading of Zayas’s Desengaños amorosos.”
South Central Review 5 (1988): 43-50.
Elliott, Imperial
Evans, Ivor H., ed. Brewer’s Dictionary of Phrase and Fable. Rev. Nueva York: Harper and Row, 1981.
Fierz, Markus. Girolamo
Cardano, 1501-1576: Physician, Natural Philosopher, Mathematician,Astrologer, and Interpreter of Dreams. Trans. Helga Niman.
Friedman, Edward H. “
Greer, Margaret Rich. “María de Zayas: The Said and the Unsaid.” <http://www.gc.maricopa.edu/ laberinto/2002/greer.htm>.
---. María de Zayas Tells Baroque Tales of Love
and the Cruelty of Men.
Grieve, Patricia E. “Embroidering with Saintly Threads: Maria de Zayas Challenges Cervantes and the Church”. Renaissance Quarterly 44:1 (Spring 1991): 86-106.
Hastings, James, ed. Dictionary
of the Bible. Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1909.
McVaugh, Michael R. Medicine
before the plague: Practitioners and their patients in the Crown of
Medina, Alberto. “María de Zayas o la imposibilidad del amor: Causalidad y amor cortés en ‘Mal presagio casar lejos’”. Bulletin of Hispanic Studies 75 (1998): 411-24.
Perry, Mary Elizabeth.
“Crisis and Disorder in the World of María de Zayas y Sotomayor”. In Williamsen
y Whitenack, eds. María de Zayas: The Dynamics of Discourse. 23-39.
Peydro, Salvador Montesa. Texto
y contexto en la narrativa de María de Zayas. Madrid:
Gráficas Maravillas,
1981.
Rama, Ángel. La cuidad letrada. Hanover, New Hampshire: Ediciones del Norte,
1984.
Siraisi, Nancy G. The Clock
and the Mirror: Girolamo Cardano and Renaissance Medicine.
Smith, Paul Julian. Writing
in the Margin: Spanish Literature of the Golden Age.
---. “Writing Women in Golden Age Spain: Saint Teresa and María de Zayas.” Modern Language Notes 102:2 (Mar. 1987): 202-40.
Smith, William. Dr.
William Smith’s Dictionary of the Bible; Comprising Its Antiquities, Biography, Geography, and Natural History. H. B. Hackett, rev. and ed. 4 vols.
Nueva
Tacitus. Annals, Book 15. In Internet Ancient History Sourcebook. Trans. Alfred John Church and William Jackson Brodribb. <http://www.fordham.edu/halsall/ancient/tacitus- ann15a.html>.
Vollendorf, Lisa. “Reading the Body Imperiled: Violence against
Women in María de Zayas.” Hispania
78 (May 1995): 272-82.
Whitenack, Judith A. and Gwyn E. Campbell. Zayas
& Her Sisters, 1: An Anthology of Novelas
by 17th-Century Spanish Women.
---. Zayas & Her Sisters, 2: Essays on Novelas by 17th-Century Spanish
Women.
Williamsen, Amy R. “Challenging the Code: Honor in María de Zayas”. En Williamsen y Whitenack, eds. María de Zayas: The Dynamics of Discourse. 133-54.
---. “‘Death Becomes Her’: Fatal Beauty in María de Zayas’s ‘Mal presagio casar lejos’”. Romance languages annual 6 (1994): 619-23.
Internet site to cite unless book available primero; saved to disk already]
Williamsen, Amy R. and Judith A. Whitenack, eds. María
de Zayas: The Dynamics of Discourse. Madison:
Associated University Presses, 1995.
Zayas, María de. Desengaños
amorosos. Ed. Alicia Yllera.
---. The Disenchantments
of Love: A Translation of the Desengños amorosos. H. Patsy Boyer, trans.
---. The Enchantments of Love: Amorous and Exemplary Novels. H. Patsy Boyer, trans.
1 No se sabe mucho de la autora de los Desengaños
amorosos. En la introducción a su
traducción de los Desengaños amorosos, Boyer dice que “María de Zayas was of the upper
class and an active literary figure in Madrid between 1621 and 1647. Almost certainly
self-taught, Zayas participated actively in the
2
3 “En
definitiva, se establece una clara oposición entre lo masculino, como espacio
de caos y máxima violencia, y lo femenino como espacio armónico” (Medina 417).
4 En este ensayo, cada referencia sin
autor, o en la oración o en la documentación parentética, es de Zayas, Desengaños
amorosos.
5 “Venida la mañana, escribió David a Joab
una carta, la cual envió por mano de Urías.
Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más
recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso
a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon
contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió
también Urías heteo” (2 Samuel 11:14-17).
6 Como una oferta religiosa “consumed by fire without the camp” (Sacrifice, Smith’s Dictionary),
así la cama violada se quemó fuera de la casa en el patio (Zayas 361), a
semejanza de un “open-air
sacrificial service” (“Altar”, Hastings). En por los
menos un sentido bíblico, el fuego representa el calor purificador. El humo—que simboliza “sweet smoke” que asciende a los cielos
(“Sacrifice and Offering”, Hastings)—es, tal vez, en
el caso del príncipe y Arnesto más como el hedor que asciende a las narices de
Dios. Parece que la referencia de Blanca
al “humo” en el romance que había cantado antes prefigura el humo
resultante de la quemadura de la cama.
El humo del fuego de la cama que el príncipe-esposo mancilla paralela la
manera en que la gratitud y la fidelidad conyugal de él vaporizan como el humo. “¿Quién
me dijera algún día / esta ingratitud que veo? / ¡Ah, finezas de hombre
ingrato, / y cómo en humo se fueron!”
(353-54). La relación entre sacerdote,
sacrificio, pecado, expiación, purificación, inmundicia, y holocausto se
explica en detalle en Levítico, por ejemplo, 14:19: “Ofrecerá
luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y hará expiación por el que se
ha de purificar de su inmundicia; y después degollará el holocausto”.
7 Blanca disfrutaba del favor divino: “Era
doña Blanca excelentísima música y cantaba divinamente, no teniendo necesidad
de buscar los tonos que había de cantar porque el Cielo le había dado la gracia
de saberlos hacer” (351).
8 Según la perspectiva de los
europeos en la época de Zayas, lo que habían hecho el príncipe y Arnesto era
desleal a Blanca y una abominación ante Dios, en el espíritu de Romanos 1:27,
San Judas 1:7, Isaías 3: 9, Levítico
20:13. Según este último, “Si alguno se
ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser
muertos; sobre ellos será su sangre”.
9 Ya sospechosa de la
lealtad conyugal de su esposo-príncipe, Blanca canta con “su celosa pasión” (351) un romance que incluye
palabras proféticas acerca del amor fingido y violencia masculinos; y del amor
genuino, padecimiento y muerte femeninos:
“Mira que al fuego que ardes / es un aparente fuego; / el mío
no, que es amor, / y es su calor
verdadero. No sé cómo un pecho noble /
puede vivir satisfecho, / cuando ve un
alma rendida / tirar los golpes violentos”’
(352).
“. . .sólo entiendo que te adoro / sólo entendiendo que padezco.
/ Mis lágrimas te endurecen “ (Zayas 353).
“. . . Sólo en ti, por que yo muera, / permite amor tal extremo.” (353)
“. . . No me mates tan apriesa, / basta que me maten celos;
penas que, cuando hay amor, son más que
las del infierno.”
“. . . / no te precies de cruel, / . . .” (353)
“Pues yo espero que algún día / te
ha de castigar el Cielo, / . . .”
(354)
“Y aún estás tan riguroso, / tan
ingrato y tan severo, / que no conservas mis brazos,
/ . . .”
“Mis penas me han de matar, / . . .”
“No es gran victoria matarme, / cuando ves que estoy muriendo / . . . “(354)
10 En Zayas se ve la oposición al
“sacrificio inútil” de las mujeres, ya sea el de Blanca, sus hermanas, o su
cuñada. Esturo Velarde ubica esta
practica violenta en la tradición española de exigir el “sacrificio inútil que
destila el concepto del honor” (174).
Pero en sentido religioso los sacrificios que parecen inútiles no
siempre lo son. Por consiguiente, en Mal
presagio parece que hay tanto inutilidad como utilidad en el sacrificio de
Blanca: es
inútil y cruel, pero a la vez es necesario para que Blanca cumpla su rol
redentor.
11 Véase “Allegory”, Cuddon; “Allegory”, M. H. Abrams. Greer, “The Said and the Unsaid” ha recomendado
“a metonymic reading; i.e., one that locates the central object not in a locus
that is textually labeled as such, but rather represented by laterally related
allusion” (3). Ella dice, “I suggest
that if we read this and other Zayas stories metonymically, looking for the
relation of contiguity between the more-or-less discontinuous elements, we find
a meaning that is as much repressed as revealed by their articulation. By such a metonymic reading .. .” (4). Si se
examina la contigüidad de las referencias y alusiones a victimas sacrificadas
se ve una unidad metonímica vis-à-vis el tema de sacrificio expiatorio. Bal define una metáfora metonímica
12 Según Smith’s Dictionary, el sacrificio fue esencial
como “the way by which the
broken covenant should be restored”
y “[a]ll [types of sacrifice]
had relation . . . to a Covenant between God and man” (“Sacrifice”).
13 Antes del casamiento de Blanca, las palabras de un romance que entonan
unos músicos incluyen:
“dulces y amorosas selvas”, “miente quien dice que amor / es
mayor con las ofensas”, “Selvas: si veis de Blanca la belleza, / contadle mi
firmeza, /referidle mi pena, / rogadle, selvas, que de mi se duela”
(345-47).
14 Como cantan los músicos: “¡Ay!
Dueño del alma mía, / si la estimáis como vuestra, / maltrataldo con
amor, / no la matéis con ausencia” (346).
15 Amy R. Williamsen, basando su
interpretación en la de Paul Julian Smith, han notado que “the very name,
Blanca, denotes a unit of money.” Según ella, “doña Blanca serves as political currrency, an
object of exchange to foster closer relationship among men in power”
(Williamsen, “Death Becomes Her” 619.)
16 Blanca muere heroína . . . es una “graphically-described walled-up heroine” (Grieve 91); Zayas da “grotesque descriptions of female martyrs” (92) y eficazmente “sublimat[es] the violence against [Blanca] by transforming her into an object of devotion” (95).
17 “The lamb was the most common victim in the Jewish
sacrifices . . . [and] is applied by John the Baptist to Jesus . . . the lamb
is used as the type of vacarious suffering . . . [and] was the symbol of God’s
deliverance” (“Lamb of God”, Hastings).
18 En el sacrificio de la pascua, unos de
los sacerdotes encargados del ritual sacrificatorio “held basins of silver”
y otros tenían “basins of gold”.
“Each Israelite then slew his lamb in order, and the priest
who was nearest to him received the blood in his basin” (“Passover”, Smith’s Dictionary of the Bible).
19 Según el relato de Fierz de las practicas y creencias medicas de
Girolamo Cardano, un medico medieval, “The blood also contains a
‘spiritus,’ which Cardano describes as an ‘ethereal body.’ As
spiritus naturales, it flows together
with the venous blood from the liver to the Heart. In the Heart, which is the source of the
body’s heat, it comes into contact with air and the ‘soul substance’ container
in it: the pneuma, whereby it is
changed into the spiritus vitalis,
the vital spirit” (Fierz
39). Un paralelo bíblico, que predice la
muerte de Cristo, dice que “he hath poured out his soul unto death” (Isaías
53:12). Se asume que la sangre fluyó a
las tinas de plata (como en el antiguo ritual de sacrificio). Blanca,
20 “The worshippers ‘sanctified themselves by ablutions . . .
and by washing . . . or changing their garments . . . for only those who were
ceremonially ‘clean’ could approach the altar of J[ehovah]. . . The sacrificer
then entered the high place and immolated the sacrificial” (“Sacrifice and
Offering”,
21 “. . . originally, [the sacrificial victim] would appear,
upon the altar itself . . . so that the blood ran over it; later, near to the
altar, care being taken that the blood was caught and poured out at its base”
(“Sacrifice and Offering”, Hastings).
22 Según Williamsen, “the honor code, as
traditionally represented in Spanish Golden Age literature, focused on woman as
the repository of man’s honor. . . . Any suspected transgression required the
shedding of the offender’s blood in order to remove the ‘stain’” (Dynamics of Discourse 138). En la tradición cristiana también tanto la mancha como la sangre
limpiadora tenían importancia. “The
emphatic ‘shedding of the blood,’ [was] the essential part of the sacrifice” (“Sacrifice”, Smith’s
Dictionary; para otros comentarios útiles sobre este tema, véase “Sacrifice and Offering”,
23 En los sacrificio bíblicos “a mystic virtue was attached to the
shedding and presentation of the sacred element of the blood” (“Atonement”,
24 Zayas representa al esposo de Blanca como
príncipe cruel como el sadista Nerón, el famoso perseguidor de los cristianos
que hizo quemar Roma. En un romance
Blanca canta “Préciate de tu
crueldad; / cantarás como otro Nero, / viendo que se abrasa el alma / adonde
tienes tu imperio” (354). Los elementos de fuego, sadismo, persecución
de inocentes, y poder están presentes en la Roma de Nerón y el Flandes del
príncipe-esposo de Blanca.
25 Según Tácito, después de sentir que
Nerón había decretado su muerte, Séneca preguntó, “Who knew not Nero’s cruelty?
After a mother’s and a brother’s murder, nothing
remains but to add the destruction of a guardian and a tutor”.
Él y su esposa
decidieron desangrarse juntos. Ella no
murió (por resultado de la intervención de Nerón), pero él sí. “Then by one and the same stroke they sundered
with a dagger the arteries of their arms.
Séneca, as his aged frame, attenuated by frugal diet, allowed the blood
to escape but slowly, severed also the veins of his legs and knees”.
Debilitado, mas
no muerto, por el proceso grotesco, tomó un veneno (y todavía no murió). “He was then carried into a bath, with the
steam for which he was suffocated”
(Annals, Book 15).
26 Zayas no nos dice si el “sangrador” era
barbero (barberius, barbitonsor) o cirujano. En la Edad Media tardía, “barbers . . . not only cut hair but also were responsable for
prophylactic bleeding and for clearing (and extracting) teeth” (McVaugh 6), y “[t]he phlebotomy that he [the
barber] offered kept the body healthy by removing excessive or diseased humors.” (McVaugh 39). Con lógico obvio, “in 1289 the
27 “Cardano decided that bleeding was necessary,
‘not only on account of the magnitude of the disease, but also because by
consideration of his lifestyle and the disease itself I conjectured that the
whole mass of blood was corrupted. Nor
did the judgment made about this thing fail . . . in any part. Indeed all the blood that went out was
putrid’” (Siraisi 171).
28 “[P]ractitioners
who let blood carelessly or to excess, . . . illustrate the theme of the fatal
results of incompetente”
(Siraisi 155). Cardano tuvo orgullo por
haber sanado a un hombre que, en las palabras de Cardano, “had already been lying contracted in
bed for an entire year, but for the last five months of that year completely
immobile; . . .” (citado por
Siraisi 171).
29 Como observa Boyer, las “other regions in Europe that formed part of the Spanish
Empire—Italy (Milan, Naples, Sicily), Portugal, Flanders, and even Hapsburg
Germany—hate the Spanish yoke and have mounted a campaign to discredit Spain, a
campaign that produced a chauvinistic hatred of all Spaniards now referred to
as the ‘Black Legend.’ This anti-Spanish
propaganda was fueled by fear of Spanish hegemony in Europe and the
30 Como documenta Elliott
en Imperial Spain, 1469-1716, la época en que apareció los Desengaños
amorosos fue una de crisis internacional.
31 La
dinastía de los habsburgos continua hasta principios
del Siglo XVIII cuando comienza la dinastía de los borbones.
32 Según
Peydro, los puntos cardinales para los españoles del XVII son “los Países Bajos, el norte de
África, Portugal e Italia”
(85).
33
Según Greer, Zayas se presenta “la cuestión del imperio y el precio que pagan
las mujeres por las ambiciones políticas de los hombres” (438 nota; traducción
mía).
34 Paul Julian Smith ha escrito que
“it seems undeniable that, even at the height of their power, Spaniards often
felt themselves to be different (and frequently inferior) from others”
(202). En los escritos de
Zayas, las mujeres experimentan una doble sentido de vulnerabilidad e
inferioridad.
35 Tal como Cristo
milagrosamente rompe los lazos de la muerte, Blanca también rompe lazos y
experimenta un milagro. Vence a los “lazos” del matrimonio (358) y de la amarga vida (359) a través de la
muerte, y entonces supera la muerte de forma milagrosa.
36 Desde una perspectiva estructuralista, uno bien puede argumentar que
Blanca experimenta, simultáneamente, un empeoramiento físico y un mejoramiento
espiritual.
37 Solamente en su muerte sale Blanca
del poder patriarcal de sus opresores.
Aun cuando su esposo decide, por fin, que no quiere que Blanca muera,
otro patriarca, su aun más inhumano padre, insiste en el sacrificio de “la
española”. Blanca se somete a otra
hegemonía, la de la muerte, para escapar de la hegemonía patriarcal de los
mortales: “doña Blanca estuvo cautiva en el lazo que sola la muerte le rompe”
(339).
38
39 Tanto en la tradición judía como la
cristiana, Gabriel es conocido como uno de los arcángeles. Su nombre se asocia con la compasión, el
consuelo y las buenas nuevas del evangelio (“Gabriel” in Smith’s
Dictionary).