Sincronía Invierno 2006


Comentarios críticos a los estudios caracterológicos de la filosofía mexicana. Parte Dos, Opiniones caracterologicas del ser del mexicano

Jesús Heriberto Ureña Pajarito

Universidad de Guadalajara


Hemos visto que la intención de la filosofía mexicana es el estudio de las formas de vida y circunstancias propias del mexicano y lo mexicano para develar con ello el ser que nos constituye. La intención primordial es el estudio de las circunstancias concretas en que nos desenvolvemos los mexicanos para en ellas encontrar la constitución de nuestro ser. Uno se pregunta si al hablar de nuestro ser, la teoría no está inmersa ya en una actitud apriorística, al pretender que tenemos un modo de ser específico, tal, que nos pueda definir e identificar como mexicanos. Dejamos para después este tipo de comentarios.

 

La filosofía mexicana y en general la latinoamericana se han visto fuertemente influenciadas por el perspectivismo orteguiano que tiene como cometido estudiar el ser del hombre en su circunstancia, existiendo una actitud de rechazo a lo universal por considerarlo    demasiado abstracto y sin correspondencia con la realidad. Para ello se han dedicado a destacar ciertos rasgos caracterológicos de nuestro ser a partir del análisis de las circunstancias concretas, principalmente históricos, que las han hecho posible. En las siguientes líneas vamos a presentar las definiciones y los rasgos caracterológicos que de la constitución de nuestro ser han expresado los autores sin que presentemos los argumentos históricos con que respaldan sus opiniones.

 

La manera en como expresan sus caracterizaciones es en forma de definición, explícita la mayoría de las veces e implícita otras. Asi por ejemplo en la obra de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México se nos dice apoyándose en el psicoanálisis de Alfred Adler, que el mexicano padece de un complejo de inferioridad, producto de medir su escala de valores con otra escala de otra cultura (la europea), que está muy por encima de sus posibilidades de realización, generándose con ello una frustración muy grande en su carácter.

 

Afirma Adler que el sentimiento de inferioridad aparece en el niño al darse cuenta de lo insignificante de su fuerza en comparación con la de sus padres. Al nacer México, se encontró con el mundo civilizado en la misma relación del niño frente a sus mayores. Se presentaba en la historia cuando ya imperaba una civilización madura, que sólo a medias puede comprender un espíritu infantil. De esta situación desventajosa nace el sentimiento de inferioridad que se agravó con la conquista, el mestizaje, y hasta por la magnitud desproporcionada de la naturaleza. Pero este sentimiento no actúa de modo sensible en el carácter del mexicano, sino al hacerse independiente, en al primer tercio de la centuria pasada.[1]

 

En otra parte destaca otro rasgo de su carácter, el de ser un mimético inconsciente, el cual sería un rasgo peculiar de la psicología mestiza que lo constituye.

 

Los mexicanos han imitado mucho tiempo, sin darse cuenta de que estaban imitando. Creían de buena fe, estar incorporando la civilización al país. El mimetismo ha sido un fenómeno inconsciente, que descubre su carácter peculiar de la psicología mestiza.[2]

 

Esta actitud de imitación se generaría por su sentimiento de inferioridad, al emitir juicios de comparación entre su cultura y la europea, por lo cual la imitación sería un mecanismo psicológico de defensa al crear un apariencia de cultura que lo libera de su depresión.

 

Pero apenas se revela este valor a la conciencia mexicana, la realidad cambiante, por un juicio de comparación resulta despreciada, y el individuo experimenta un sentimiento de inferioridad. Entonces la imitación aparece como un mecanismo psicológico de defensa, que, al crear una apariencia de cultura, nos libera de aquel sentimiento deprimente.[3]

 

De esta forma podríamos decir que una definición explícita del mexicano para Ramos sería la de afirmar que es un ser acomplejado y mimético. En ningún caso nos dice qué entiende por cultura y civilización, ni por qué supone que no existían en la época prehispánica.

 

En una obra tan poco bien escrita cono lo es la Fenomenología del relajo de Jorge Portilla se hacen otras caracterizaciones sobre el ser del mexicano, principalmente de que es un ser relajiento. El autor tiene el cuidado de decir que se trata del mexicano de la ciudad de México. Después de señalar algunos rasgos de lo que es ser relajiento y antes de señalar otros nos dice que:

 

El lenguaje popular de la ciudad de México designa a este tipo de hombre con una palabra horrible pero adecuada; este hombre es un relajiento. [4]

 

El mismo cuidado de no generalizar, tiene al autor cuando nos habla de la fisonomía del apretado, el cual sería el caracter de otro tipo de mexicano.

 

"Apretado" se llama, en el lenguaie vulgar de la ciudad de México, al hombre afectado de espíritu de seriedad.[5]

 

Sin embargo, podemos decir que se trata para el autor del carácter general de la nación, ya que el propósito del trabajo en traer a plena conciencia un aspecto de la moralidad mexicana.

 

El propósito de este trabajo no as, asi, análogo al del médico que diagnóstica, sino más bien al del hombre que inicia un diálogo. Es un intento de traer a plena conciencia un aspecto de la moralidad mexicana en el cual no pretendo decir, ni mucho menos, la última palabra.[6]

 

De esta forma justifica la creación de una filosofía del relajo.

 

La conciencia da los hechos mismos apuntaba ya hacia una posible filosofía del relajo, por chistosa que resulte esta expresión.[7]

 

También en la obra, de Octavio Paz, El laberinto de la soledad, aunque este autor. no es propiamente un filósofo, sino un poeta y ensayista, se expresan varios rasgos caracteriológicos sobre al ser del mexicano, p.ej. de que es un ser con máscaras, una de las cuales es "el ideal da hombre", un ser que no puede rajarse.

 

El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior: el ideal de la "hombría" consiste en no "rajarse" nunca. Los que se abren son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse", pero no "rajarse", esto es, permitir que el mundo exterior entre en su intimidad. El "rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse se abren.    Su inferioridad    es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza[8].

 

Otra definición de nuestro ser según el autor, consiste en que somos herméticos y recelosos.

 

El hermetismo es un recurso de nuestro recelo y desconfianza. Muestra que instintivamente consideramos peligroso al mundo que nos rodea. [9]

 

Nuestras relaciones con los otros hombres también están teñidas de recelo. Cada vez que el mexicano se confía a un amigo o a un conocido, cada vez que se "abre", abdica[10].

 

Debido a esta actitud de hermetismo y hombría, se presenta un rasgo más del mexicano, el macho.

 

El macho es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía. La hombría se mide por la invulnerabilidad ante las armas enemigas o ante los impactos del mundo exterior.[11]

 

El machismo se manifiesta como un rasgo del poder viril del mexicano.

 

El macho representa el polo masculino de la vida[12].

 

Otro rasgo más que nos caracterizaría, es el de ser enigmáticos

 

... no solamente somos enigmáticos ante los extraños, sino ante nosotros mismos. Un mexicano es un problema para siempre, para otro mexicano y para sí mismo.[13]

 

Un rasgo más de nuestro ser sería paradójicamente nuestro no querer ser.

 

En la lucha que sostiene contra ellos nuestra voluntad de ser, cuenta con un aliado secreto y poderoso: nuestro miedo a ser, puede reducirse a esto: el mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo[14].

 

Otra característica más que vemos en este ensayo, consiste en considerar que el mexicano es un ser que niega su pasado indigena y español y que por lo mismo se vuelve hijo de la nada.

 

El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere decender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él empieza en sí mismo[15].

 

Por último hay un concepto muy ambiguo y que sin embargo es de suma mportancia en ésta obra. Este concepto es el de la “soledad”. Decimos que se presenta ambiguamente este concepto, porque por un lado el autor afirma que México y sus hijos los mexicanos están solos, y en otros pasajes afirma que la soledad o el sentimiento de la misma no es exclusiva del mexicano, de tal manera que uno termina por no saber a ciencia cierta cual es la peculiaridad de nuestra soledad. Lo único que presenta el autor son pasajes históricos que rayan en la imaginación poética, los cuales pretenden indicar como ha surgido nuestra sensación de soledad y como se ha manifestado. Veamos los pasajes. Primero uno claramente ambiguo.

 

Estamos solos. La soledad, fondo de donde brota la angustia, empezo el día en que nos desprendimos del ámbito materno y caímos en un mundo extraño y hostil. Hemos caído, y esta caída, este sabernos caídos, nos vuelve culpables. ¿De qué? De un delito sin nombre: el haber nacido. Estos sentimientos son comunes a todos los hombres y no hay nada en ellos que sea específicamente mexicano: así pues, no se trata de repetir una descripción que ya ha sido elaborada muchas veces, sino de aislar algunos rasgos y emociones que ilumnan con una luz particular la condición universal del hombre[16].

 

Un pasaje en el que el desbordamiento imaginativo del autor, pretende explicar la génesis y raices de este sentimiento y la manera en como se manifiesta las caracteristicas propias de nuestra soledad, es el siguiente:

 

La Reforma es la gran ruptura con la Madre. Esta separación era un acto fatal y necesario, porque toda vida verdaderamente autónoma se inicia como ruptura con la familia y el pasado. Pero nos duele todaviá esa separación. Aún respiramos por la herida. De ahí que el sentimiento de orfandad sea el fondo constante de nuestras tentativas políticas y de nuestros conflictos íntimos. México está tan solo como cada uno de sus hijos.

El mexicano y la mexicanidad se definen como ruptura y negación. Y, así mismo, como busqueda, como voluntad de trascender este estado de exilio. En suma como viva conciencia de la soledad, histórica y personal. La historia, que no nos podia decir nada sobre la naturaleza de nuestros sentimientos y nuestros conflictos, sí nos puede mostrar ahora como se realizo esa ruptura y cuales han sido nuestras tentativas para trascender la soledad[17].

 

Todavía no queda muy claro porque escogió como ruptura de nuestro pasado histórico a la Reforma y no a la Independencia, o una época tan posterior como la Revolución. Por último, un pasaje más que viene en el apendice y en el cual el autor nos vuelve a advertir que la soledad no es algo exclusivo del mexicano, y sin embargo, no nos dice en que consiste nuestra peculiar soedad, es el siguiente:

 

La SOLEDAD, el sentirse y saberse solo, desprendido del mundo y ajeno así mismo. Separado de sí, no es caracteristica exclusiva del mexicano. Todos los hombres en algún momento de su vida, se sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fuimos para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo único de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro. Su naturaleza (si se puede hablar de naturaleza al referirse al hombre, el ser que, presisamente, se ha inventado a sí mismo al decirle “no”  a la naturaleza) consiste en un aspirar a realizarse en otro. El hombre es nostalgía y busqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad[18].

 

 

De tal manera que cuando se termina la lectura de este ensayo, se presenta la sensación interna de estar en un laberinto de imagenes por no saber bien a ciencia cierta cua es el laberinto de la soledad, es decir, de la soledad mexicana y de los mexicanos. El ensayo de este autor peca de ambiguedad y esta lleno de especulaciones gratuitas.

 

Otro autor que presenta caracterizaciones muy generales de lo que es el mexicano, es el profesor Zea. Vamos a presentar los parrafos donde se hacen estos señalamientos, sin presentar las razones que aduce el autor para considerarlos de esta manera y no de otra.

 

En su libro Conciencia y posibilidad del mexicano, en especial en el capítulo V y último, “El mexicano como posibilidad”, se lee lo siguiente:

 

El mexicano es un hombre inserto en una situación a la cual me voy a permitir llamar situación límite[19].

 

También nos dice que el mexicano es un ser de lo inesperado.

 

Lo inesperado es lo común en la vida del mexicano. Lo imprevisto forman parte de todas sus actitudes[20].

 

Otro rasgo más, es el de ver en el mexicano un ser oportunista.

 

El mexicano se mueve dentro de un mundo de oportunidades, ya lo hemos dicho, de todas las oportunidades. (...) Toda la existencia del mexicano queda inserta en este difíci mundo de lo oportuno[21].

 

En otras cita nos habla de ciertas constantes que se encuentran en el rasgo del mexicano.

 

En el mexicano esta sosobra, inseguridad e inconsidtencia han sido permanentes; las lleva entrañadas desde el día en que se encontraron dos mundos tan opuestos como el europeo y el americano[22].

 

En otra texto, Dos ensayos sobre México y lo mexicano, en la primera parte, “El sentido de responsabilidad en el mexicano”, ofrece once notas caracteristicas que perfilan el ser del mexicano.

 

Comienza planteandose la pregunta ¿qué es el mexicano? Antisipandonos y previniéndonos de que esta pregunta no surge por el simple afán de curiosidad, sino que en ella nos jugamos nuestro propio ser. Nos dice que sobre el mexicano se han dicho muchas cosas, pero que todas ellas tienen por sustrato una nota común, más general, que es la falta de algo.

 

Del mexicano se han dicho y dicen muchas cosas diversas, entre ellas se habla de un supuesto sentimiento de inferioridad, resentimiento, insuficencia, hipocrecia, cinismo, etc. Ahora bien, si analizamos con atención estas notas para ver que tienen de común, pronto nos damos cuenta de que todas ellas hacen patente la falta de algo[23].

 

Después, presenta la manera en cómo la ausencia de algo positivo se manifiesta en cada una de estas caracterizaciones, para presentar posteriormente sus propias notas caracterológicas sobre el ser del mexicano, que son los que aquí nos interesa mostrar. Así por ejemplo nos dice que el mexicano es un ser suscepitible.

 

El mexicano es al mismo tiempo el individuo más susceptible a la crítica más ligera y el que más facilmente se denigra[24].

 

Los mexicanos somos seres que sentimos que algo nos falta.

 

Ahora bien, este sentir de los mexicanos que algo nos falta, este sentirnos incompletos, indica algo que es nuestro, algo que en alguna forma nos pertenece pero que, por razones que no queremos o no podemos explicar, no hemos alcanzado o, lo que es más grave hemos perdido[25].

 

Los mexicanos nos caracterizamos también por ser imitativos. Despues de explicar el proceso de porque surge este afán nos dice lo siguiente.

 

En esta forma surge ese afán que tanto nos caracteriza: la imitación[26]

 

El mexicano es un ser evasivo y amputado en el tiempo.

 

El futuro se presenta en el tiempo como un instrumento de evasión. Ya que se trata de un futuro sin liga alguna con el presente ni con el pasado. El tiempo en el mexicano es también un tiempo amputado. El pasado es lo que se quisiera no haber vivido. El presente lo que no se tiene más remedio  que vivir. Pasado y presente son negativos, lo único positivo es el futuro; pero un futuro que no puede llegar porque es el contrario de nuestro presente[27].

 

Debido a que el mexicano vive su presente posponiéndolo hacía un futuro hacía un mañana en el que nunca actuará, su presente queda ligado a un momento que lo caracteriza como desganado.

 

El mañana del mexicano está ligado a su presente, por medio de un estraño concepto, el de la gana. La realización de este mañana, la realización de todos nuestros sueños y fantasías, depende de la gana. El día que se nos de la gana, el mañana se convertira definitivamente, en un hoy. Pero este es el mañana que nunca acaba de presentarse, que nunca se realiza porque “no se nos da la gana[28].

 

Así justificamos nuestra irresponsabilidad, la cual es una nota más del mexicano.

 

Irresponsabilidad, he aquí la palabra que puede definir el orizonte donde actua el mexicano[29]

 

Debido también a que el mexicano ve en su pasado una parte defectuosa de su ser y vive su presente evadiéndolo hacía un futuro incierto, se puede decir que el mexicano es un ser dividido, escindido en el tiempo.

 

Desde  este   momento  el   mexicano  se   sintió  dividido, escindido, partido en dos: por  un lado está lo que es,  por el otro lo que quiere ser; por un lado un pasado, que siente con  vergüenza; por  el  otro  un futuro  que  no sabe  cómo realizar.  Contradicciones entre estas dos partes de su ser: su historia y sus proyectos[30].

 

Y ya que el mexicano al estar dividido en el tiempo no puede conciliar  su ser  hecho  con su  querer ser,  se  vuelve un  ser vergonzoso.

 

Así la pena, ese sentimiento  de dolor que tiene al mexicano al saberse dividido, al no  poder conciliar su ser hecho con su querer ser, adquiere ese matiz tan peculiarmente nuestro, el de vergüenza[31].

 

El mexicano es un ser que fácilmente se autodenigra, pero lo hace  en privado  y no  en  público, por  lo  cual manifiesta  la característica de ser  un tipo hermético, cerrado, no  expuesto a la crítica que puedan hacer otros de su ser.

 

Los mexicanos no soportamos una gran "dosis de verdad" de la cual seamos los propios autores[32].

 

El  mexicano  también  puede ser  caracterizado  por  ser un soberbio,  pues  sus  sentimientos  de  inferioridad  los  vuelca adoptando esta actitud.

 

En  nuestro  sentimiento   de  inferioridad,  insuficiencia, resentimiento y  reducción, se hace patente  algo más oculto, un  sentimiento  más  hondo, algo  que  no  queremos exhibir porque  nos   avergonzaría  dadas   nuestras  circunstancias actuales, el de la Soberbia[33].

 

Pero dado que  el hombre en general, es  autor y responsable de su  propio ser, el mexicano al no  poder escapar a este hecho, ha elegido un ser que da la idea de carencia de algo.

 

Ha hecho esta elección porque  así convenía a sus proyectos. Ha elegido un ser que da idea de carencia, de falta de algo, porque  así convenía  para   justificar  el  fracaso  da  sus proyectos[34].

 

Sin  embargo  con  ella  se   nos  abre  a  los  mexicanos  una posibilidad positiva, pues esto nos  "...esta indicando que en la misma  forma como  eligió  esté ser  con signos  negativos, puede también elegir  un  ser  con signos  positivos  si  adopta  otros proyectos"[35].

 

Por último, ya que sabemos que hay otros caminos para llegar a la universalidad  que no sea solo a través de la pura imitación, asumiendo responsablemente nuestra realidad, como ya lo han hecho otros pueblos, entonces el nuevo ser que se vislumbra es el de la autoconciencia, (el autor  no lo dice así, pero  se advierte esta idea en el siguiente texto).

 

Quizá la  preocupación que  aquí nos  reúne,  este afán  por saber  lo que  somos,  por saber  el  tipo  de ser  que hemos elegido, sin ocultamientos pero también sin curiosidad,  sea el  signo de  que  se  está formando  una  nueva imagen  del mexicano,  un  nuevo   ser  del  cual  hemos   de  sentirnos plenamente responsables[36].

 

Considero  suficiente  la  muestra  de  estos  ejemplos como prueba  de que  buena parte  de las  intenciones de  la filosofía mexicana  está estrechamente ligada a los resultados de la misma. Es decir,  que el  propósito de  estudiar la  esencia el ser  del mexicano  a partir  de la  captación  de sus  expresiones en  las situaciones  y  circunstancias concretas  que lo  envuelven, está estrechamente ligado a la concepción teórica previa de creer que tenemos  un ser, y que es misión de los pensadores mexicanos que han cobrado  conciencia  de su  propia realidad  el destacar  los rasgos  peculiares que  en  su  opinión    nos  constituyen  como mexicanos.

 

Una opinión evaluativa  y muy personal de  estos estudios se dará en el siguiente artículo.

 



[1] Ramos, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. Espasa-Calpe mexicana, México, 1986. pp.51-52.

[2] Idem pp.21-22

[3] Idem.

[4] Portilla, Jorge La fenomenología del Relajo, FCE, México, 1986. p.39.

[5] Idem. p.87.

[6] Idem p.14.

[7] Idem p.15.

[8] Paz, Octavio. El laberinto de la soledad , FCE. México 1994.  p.p. 26-27

[9] Idem p.27.

[10] Ibidem.

[11] Idem p.28.

[12] Idem. ver el desarrollo de estas ideas en las p.p.73-74.

[13] Idem p.63

[14] Idem p.79

[15] Idem p.66.

[16] Idem p.73.

[17] Idem p.175.

[18] Ibidem.

[19] Zea, Leopoldo, Concicencia y posibilidad del mexicano,Porrúa, México, 1987, p.4.

[20] Idem p.45.

[21] Idem p.46.

[22] Idem. p.48.

[23] Idem  p.105.

[24] Ibidem

[25] Idem pp.105-106.

[26] Idem p.106.

[27] Idem  p.107

[28] Ibidem.

[29] Idem. p.108.

[30] Idem. p. 109.

[31] Idem  p. 110

[32] Idem p.111.

[33] Idem p. 112.

[34] Idem pp. 113-114.

[35] Idem p.114.

[36] Ibidem.

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