Comentarios críticos a los
estudios caracterológicos de la filosofía mexicana. Parte Dos, Opiniones caracterologicas del ser del
mexicano
Hemos visto que la intención de la filosofía mexicana es el
estudio de las formas de vida y circunstancias propias del mexicano y lo mexicano para
develar con ello el ser que nos constituye. La intención primordial es el estudio de las
circunstancias concretas en que nos desenvolvemos los mexicanos para en ellas encontrar la
constitución de nuestro ser. Uno se pregunta si al hablar de nuestro ser, la teoría no
está inmersa ya en una actitud apriorística, al pretender que tenemos un modo de ser
específico, tal, que nos pueda definir e identificar como mexicanos. Dejamos para
después este tipo de comentarios.
La filosofía mexicana y en general la latinoamericana se han
visto fuertemente influenciadas por el perspectivismo orteguiano que tiene como cometido
estudiar el ser del hombre en su circunstancia, existiendo una actitud de rechazo a lo
universal por considerarlo demasiado
abstracto y sin correspondencia con la realidad. Para ello se han dedicado a destacar
ciertos rasgos caracterológicos de nuestro ser a partir del análisis de las
circunstancias concretas, principalmente históricos, que las han hecho posible. En las
siguientes líneas vamos a presentar las definiciones y los rasgos caracterológicos que
de la constitución de nuestro ser han expresado los autores sin que presentemos los
argumentos históricos con que respaldan sus opiniones.
La manera en como expresan sus caracterizaciones es en forma
de definición, explícita la mayoría de las veces e implícita otras. Asi por ejemplo en
la obra de Samuel Ramos El perfil del hombre y la
cultura en México se nos dice apoyándose en el psicoanálisis de Alfred Adler, que
el mexicano padece de un complejo de inferioridad, producto de medir su escala de valores
con otra escala de otra cultura (la europea), que está muy por encima de sus
posibilidades de realización, generándose con ello una frustración muy grande en su
carácter.
Afirma Adler que el
sentimiento de inferioridad aparece en el niño al darse cuenta de lo insignificante de su
fuerza en comparación con la de sus padres. Al nacer México, se encontró con el mundo
civilizado en la misma relación del niño frente a sus mayores. Se presentaba en la
historia cuando ya imperaba una civilización madura, que sólo a medias puede comprender
un espíritu infantil. De esta situación desventajosa nace el sentimiento de inferioridad
que se agravó con la conquista, el mestizaje, y hasta por la magnitud desproporcionada de
la naturaleza. Pero este sentimiento no actúa de modo sensible en el carácter del
mexicano, sino al hacerse independiente, en al primer tercio de la centuria pasada.[1]
En otra parte destaca otro rasgo de su carácter, el de ser un
mimético inconsciente, el cual sería un rasgo peculiar de la psicología mestiza que lo
constituye.
Los mexicanos han
imitado mucho tiempo, sin darse cuenta de que estaban imitando. Creían de buena fe, estar
incorporando la civilización al país. El mimetismo ha sido un fenómeno inconsciente,
que descubre su carácter peculiar de la psicología mestiza.[2]
Esta actitud de imitación se generaría por su sentimiento de
inferioridad, al emitir juicios de comparación entre su cultura y la europea, por lo cual
la imitación sería un mecanismo psicológico de defensa al crear un apariencia de
cultura que lo libera de su depresión.
Pero apenas se revela
este valor a la conciencia mexicana, la realidad cambiante, por un juicio de comparación
resulta despreciada, y el individuo experimenta un sentimiento de inferioridad. Entonces
la imitación aparece como un mecanismo psicológico de defensa, que, al crear una
apariencia de cultura, nos libera de aquel sentimiento deprimente.[3]
De esta forma podríamos decir que una definición explícita
del mexicano para Ramos sería la de afirmar que es un ser acomplejado y mimético. En
ningún caso nos dice qué entiende por cultura y civilización, ni por qué supone que no
existían en la época prehispánica.
En una obra tan poco bien escrita cono lo es la Fenomenología del relajo de Jorge Portilla se
hacen otras caracterizaciones sobre el ser del mexicano, principalmente de que es un ser
relajiento. El autor tiene el cuidado de decir que se trata del mexicano de la ciudad de
México. Después de señalar algunos rasgos
de lo que es ser relajiento y antes de señalar otros nos dice que:
El lenguaje popular
de la ciudad de México designa a este tipo de hombre con una palabra horrible pero
adecuada; este hombre es un relajiento. [4]
El mismo cuidado
de no generalizar, tiene al autor cuando nos habla de la fisonomía del apretado, el cual
sería el caracter de otro tipo de mexicano.
"Apretado"
se llama, en el lenguaie vulgar de la ciudad de México, al hombre afectado de espíritu
de seriedad.[5]
Sin embargo,
podemos decir que se trata para el autor del carácter general de la nación, ya que el
propósito del trabajo en traer a plena conciencia un aspecto de la moralidad mexicana.
El propósito
de este trabajo no as, asi, análogo al del médico que diagnóstica, sino más bien al
del hombre que inicia un diálogo. Es un intento de traer a plena conciencia un aspecto de
la moralidad mexicana en el cual no pretendo decir, ni mucho menos, la última palabra.[6]
De esta forma
justifica la creación de una filosofía del relajo.
La conciencia da los
hechos mismos apuntaba ya hacia una posible filosofía del relajo, por chistosa que
resulte esta expresión.[7]
También en la obra, de Octavio Paz, El laberinto de la soledad, aunque este autor. no
es propiamente un filósofo, sino un poeta y ensayista, se expresan varios rasgos
caracteriológicos sobre al ser del mexicano, p.ej. de que es un ser con máscaras, una de
las cuales es "el ideal da hombre", un ser que no puede rajarse.
El lenguaje popular
refleja hasta que punto nos defendemos del exterior: el ideal de la "hombría"
consiste en no "rajarse" nunca. Los que se abren son cobardes. Para nosotros,
contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una
traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, "agacharse", pero no
"rajarse", esto es, permitir que el mundo exterior entre en su intimidad. El
"rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta
los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe Las mujeres son seres
inferiores porque, al entregarse se abren.
Su inferioridad es
constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza[8].
Otra definición de nuestro ser según el autor, consiste en
que somos herméticos y recelosos.
El hermetismo es un
recurso de nuestro recelo y desconfianza. Muestra que instintivamente consideramos
peligroso al mundo que nos rodea. [9]
Nuestras relaciones
con los otros hombres también están teñidas de recelo. Cada vez que el mexicano se
confía a un amigo o a un conocido, cada vez que se "abre", abdica[10].
Debido a esta actitud de hermetismo y hombría, se presenta un
rasgo más del mexicano, el macho.
El macho es un ser
hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía. La
hombría se mide por la invulnerabilidad ante las armas enemigas o ante los impactos del
mundo exterior.[11]
El machismo se manifiesta como un rasgo del poder viril del
mexicano.
El macho representa
el polo masculino de la vida[12].
Otro rasgo más que nos caracterizaría, es el de ser
enigmáticos
... no solamente
somos enigmáticos ante los extraños, sino ante nosotros mismos. Un mexicano es un
problema para siempre, para otro mexicano y para sí mismo.[13]
Un rasgo más de nuestro ser sería paradójicamente nuestro
no querer ser.
En la lucha que
sostiene contra ellos nuestra voluntad de ser, cuenta con un aliado secreto y poderoso:
nuestro miedo a ser, puede reducirse a esto: el mexicano no quiere o no se atreve a ser
él mismo[14].
Otra característica más que vemos en este ensayo, consiste
en considerar que el mexicano es un ser que niega su pasado indigena y español y que por
lo mismo se vuelve hijo de la nada.
El mexicano no quiere
ser ni indio, ni español. Tampoco quiere decender de ellos. Los niega. Y no se afirma en
tanto que mestizo, sino como abstracción: es un hombre. Se vuelve hijo de la nada. Él
empieza en sí mismo[15].
Por último hay un concepto muy ambiguo y que sin embargo es
de suma mportancia en ésta obra. Este concepto es el de la soledad. Decimos
que se presenta ambiguamente este concepto, porque por un lado el autor afirma que México
y sus hijos los mexicanos están solos, y en otros pasajes afirma que la soledad o el
sentimiento de la misma no es exclusiva del mexicano, de tal manera que uno termina por no
saber a ciencia cierta cual es la peculiaridad de nuestra soledad. Lo único que presenta
el autor son pasajes históricos que rayan en la imaginación poética, los cuales
pretenden indicar como ha surgido nuestra sensación de soledad y como se ha manifestado.
Veamos los pasajes. Primero uno claramente ambiguo.
Estamos solos. La
soledad, fondo de donde brota la angustia, empezo el día en que nos desprendimos del
ámbito materno y caímos en un mundo extraño y hostil. Hemos caído, y esta caída, este
sabernos caídos, nos vuelve culpables. ¿De qué? De un delito sin nombre: el haber
nacido. Estos sentimientos son comunes a todos los hombres y no hay nada en ellos que sea
específicamente mexicano: así pues, no se trata de repetir una descripción que ya ha
sido elaborada muchas veces, sino de aislar algunos rasgos y emociones que ilumnan con una
luz particular la condición universal del hombre[16].
Un pasaje en el que el desbordamiento imaginativo del autor,
pretende explicar la génesis y raices de este sentimiento y la manera en como se
manifiesta las caracteristicas propias de nuestra soledad, es el siguiente:
La Reforma es la gran
ruptura con la Madre. Esta separación era un acto fatal y necesario, porque toda vida
verdaderamente autónoma se inicia como ruptura con la familia y el pasado. Pero nos duele
todaviá esa separación. Aún respiramos por la herida. De ahí que el sentimiento de
orfandad sea el fondo constante de nuestras tentativas políticas y de nuestros conflictos
íntimos. México está tan solo como cada uno de sus hijos.
El mexicano y la
mexicanidad se definen como ruptura y negación. Y, así mismo, como busqueda, como
voluntad de trascender este estado de exilio. En suma como viva conciencia de la soledad,
histórica y personal. La historia, que no nos podia decir nada sobre la naturaleza de
nuestros sentimientos y nuestros conflictos, sí nos puede mostrar ahora como se realizo
esa ruptura y cuales han sido nuestras tentativas para trascender la soledad[17].
Todavía no queda muy claro porque escogió como ruptura de
nuestro pasado histórico a la Reforma y no a la Independencia, o una época tan posterior
como la Revolución. Por último, un pasaje más que viene en el apendice y en el cual el
autor nos vuelve a advertir que la soledad no es algo exclusivo del mexicano, y sin
embargo, no nos dice en que consiste nuestra peculiar soedad, es el siguiente:
La SOLEDAD, el
sentirse y saberse solo, desprendido del mundo y ajeno así mismo. Separado de sí, no es
caracteristica exclusiva del mexicano. Todos los hombres en algún momento de su vida, se
sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fuimos
para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo
único de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y el único
que es búsqueda de otro. Su naturaleza (si se puede hablar de naturaleza al referirse al
hombre, el ser que, presisamente, se ha inventado a sí mismo al decirle no a la naturaleza) consiste en un aspirar a
realizarse en otro. El hombre es nostalgía y busqueda de comunión. Por eso cada vez que
se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad[18].
De tal manera que cuando se termina la lectura de este ensayo,
se presenta la sensación interna de estar en un laberinto de imagenes por no saber bien a
ciencia cierta cua es el laberinto de la soledad, es decir, de la soledad mexicana y de
los mexicanos. El ensayo de este autor peca de ambiguedad y esta lleno de especulaciones
gratuitas.
Otro autor que presenta caracterizaciones muy generales de lo
que es el mexicano, es el profesor Zea. Vamos a presentar los parrafos donde se hacen
estos señalamientos, sin presentar las razones que aduce el autor para considerarlos de
esta manera y no de otra.
En su libro Conciencia y
posibilidad del mexicano, en especial en el capítulo V y último, El mexicano
como posibilidad, se lee lo siguiente:
El mexicano es un
hombre inserto en una situación a la cual me voy a permitir llamar situación límite[19].
También nos dice que el mexicano es un ser de lo inesperado.
Lo inesperado es lo
común en la vida del mexicano. Lo imprevisto forman parte de todas sus actitudes[20].
Otro rasgo más, es el de ver en el mexicano un ser
oportunista.
El mexicano se mueve
dentro de un mundo de oportunidades, ya lo hemos dicho, de todas las oportunidades. (...)
Toda la existencia del mexicano queda inserta en este difíci mundo de lo oportuno[21].
En otras cita nos habla de ciertas constantes que se
encuentran en el rasgo del mexicano.
En el mexicano esta
sosobra, inseguridad e inconsidtencia han sido permanentes; las lleva entrañadas desde el
día en que se encontraron dos mundos tan opuestos como el europeo y el americano[22].
En otra texto, Dos
ensayos sobre México y lo mexicano, en la primera parte, El sentido de
responsabilidad en el mexicano, ofrece once notas caracteristicas que perfilan el
ser del mexicano.
Comienza planteandose la pregunta ¿qué es el mexicano?
Antisipandonos y previniéndonos de que esta pregunta no surge por el simple afán de
curiosidad, sino que en ella nos jugamos nuestro propio ser. Nos dice que sobre el
mexicano se han dicho muchas cosas, pero que todas ellas tienen por sustrato una nota
común, más general, que es la falta de algo.
Del mexicano se han
dicho y dicen muchas cosas diversas, entre ellas se habla de un supuesto sentimiento de
inferioridad, resentimiento, insuficencia, hipocrecia, cinismo, etc. Ahora bien, si
analizamos con atención estas notas para ver que tienen de común, pronto nos damos
cuenta de que todas ellas hacen patente la falta de algo[23].
Después, presenta la manera en cómo la ausencia de algo
positivo se manifiesta en cada una de estas caracterizaciones, para presentar
posteriormente sus propias notas caracterológicas sobre el ser del mexicano, que son los
que aquí nos interesa mostrar. Así por ejemplo nos dice que el mexicano es un ser
suscepitible.
El mexicano es al
mismo tiempo el individuo más susceptible a la crítica más ligera y el que más
facilmente se denigra[24].
Los mexicanos somos seres que sentimos que algo nos falta.
Ahora bien, este
sentir de los mexicanos que algo nos falta, este sentirnos incompletos, indica algo que es
nuestro, algo que en alguna forma nos pertenece pero que, por razones que no queremos o no
podemos explicar, no hemos alcanzado o, lo que es más grave hemos perdido[25].
Los mexicanos nos caracterizamos también por ser imitativos.
Despues de explicar el proceso de porque surge este afán nos dice lo siguiente.
En esta forma surge
ese afán que tanto nos caracteriza: la imitación[26]
El mexicano es un ser evasivo y amputado en el tiempo.
El futuro se presenta
en el tiempo como un instrumento de evasión. Ya que se trata de un futuro sin liga alguna
con el presente ni con el pasado. El tiempo en el mexicano es también un tiempo amputado.
El pasado es lo que se quisiera no haber vivido. El presente lo que no se tiene más
remedio que vivir. Pasado y presente son
negativos, lo único positivo es el futuro; pero un futuro que no puede llegar porque es
el contrario de nuestro presente[27].
Debido a que el mexicano vive su presente posponiéndolo
hacía un futuro hacía un mañana en el que nunca actuará, su presente queda ligado a un
momento que lo caracteriza como desganado.
El mañana del
mexicano está ligado a su presente, por medio de un estraño concepto, el de la gana. La
realización de este mañana, la realización de todos nuestros sueños y fantasías,
depende de la gana. El día que se nos de la gana, el mañana se convertira
definitivamente, en un hoy. Pero este es el mañana que nunca acaba de presentarse, que
nunca se realiza porque no se nos da la gana[28].
Así justificamos nuestra irresponsabilidad, la cual es una
nota más del mexicano.
Irresponsabilidad, he
aquí la palabra que puede definir el orizonte donde actua el mexicano[29]
Debido también a que el mexicano ve en su pasado una parte
defectuosa de su ser y vive su presente evadiéndolo hacía un futuro incierto, se puede
decir que el mexicano es un ser dividido, escindido en el tiempo.
Desde este momento el mexicano se sintió dividido, escindido, partido en dos: por un lado está lo que es, por el otro lo que quiere ser; por un lado un
pasado, que siente con vergüenza; por el otro un futuro que no sabe cómo
realizar. Contradicciones entre estas dos
partes de su ser: su historia y sus proyectos[30].
Y ya que
el mexicano al estar dividido en el tiempo no puede conciliar su ser hecho con su querer
ser, se
vuelve un ser vergonzoso.
Así la pena, ese
sentimiento de dolor que tiene al mexicano al
saberse dividido, al no poder conciliar su
ser hecho con su querer ser, adquiere ese matiz tan peculiarmente nuestro, el de
vergüenza[31].
El
mexicano es un ser que fácilmente se autodenigra, pero lo hace en privado y
no en público,
por lo
cual manifiesta la característica de
ser un tipo hermético, cerrado, no expuesto a la crítica que puedan hacer otros de
su ser.
Los mexicanos no
soportamos una gran "dosis de verdad" de la cual seamos los propios autores[32].
El mexicano también puede ser caracterizado por ser
un soberbio, pues sus sentimientos de inferioridad los vuelca
adoptando esta actitud.
En nuestro sentimiento de inferioridad, insuficiencia, resentimiento y reducción, se hace patente algo más oculto, un sentimiento más hondo, algo que no queremos
exhibir porque nos avergonzaría dadas
nuestras circunstancias actuales, el
de la Soberbia[33].
Pero dado que el
hombre en general, es autor y responsable de
su propio ser, el mexicano al no poder escapar a este hecho, ha elegido un ser que
da la idea de carencia de algo.
Ha hecho esta
elección porque así convenía a sus
proyectos. Ha elegido un ser que da idea de carencia, de falta de algo, porque así convenía
para justificar el fracaso da sus
proyectos[34].
Sin embargo con ella se nos abre a los mexicanos una posibilidad positiva, pues esto nos "...esta
indicando que en la misma forma como eligió esté
ser con signos
negativos, puede también elegir un ser con
signos positivos si adopta otros proyectos"[35].
Por último, ya que sabemos que hay otros caminos para llegar
a la universalidad que no sea solo a través
de la pura imitación, asumiendo responsablemente nuestra realidad, como ya lo han hecho
otros pueblos, entonces el nuevo ser que se vislumbra es el de la autoconciencia, (el
autor no lo dice así, pero se advierte esta idea en el siguiente texto).
Quizá la preocupación que
aquí nos reúne, este afán por
saber lo que
somos, por saber el tipo de ser que
hemos elegido, sin ocultamientos pero también sin curiosidad, sea el signo
de que se está formando
una nueva imagen del mexicano,
un nuevo ser del cual hemos de sentirnos
plenamente responsables[36].
Considero suficiente la muestra de estos ejemplos
como prueba de que buena parte de
las intenciones de la filosofía mexicana está estrechamente ligada a los resultados de la
misma. Es decir, que el propósito de
estudiar la esencia el ser del mexicano
a partir de la captación de
sus expresiones en las situaciones
y circunstancias concretas que lo envuelven,
está estrechamente ligado a la concepción teórica previa de creer que tenemos un ser, y que es misión de los pensadores
mexicanos que han cobrado conciencia de su propia
realidad el destacar los rasgos peculiares
que en su opinión
nos constituyen como mexicanos.
Una
opinión evaluativa y muy personal de estos estudios se dará en el siguiente artículo.
[1]
Ramos, Samuel. El
perfil del hombre y la cultura en México. Espasa-Calpe mexicana, México, 1986.
pp.51-52.
[2] Idem pp.21-22
[3] Idem.
[4] Portilla, Jorge La fenomenología del Relajo, FCE, México, 1986. p.39.
[5] Idem. p.87.
[6] Idem p.14.
[7] Idem p.15.
[8] Paz, Octavio. El laberinto de la soledad , FCE. México 1994. p.p. 26-27
[9] Idem p.27.
[10] Ibidem.
[11] Idem p.28.
[12] Idem. ver el desarrollo de estas ideas en las p.p.73-74.
[13] Idem p.63
[14] Idem p.79
[15]
Idem p.66.
[16] Idem p.73.
[17] Idem p.175.
[18] Ibidem.
[19] Zea, Leopoldo, Concicencia y posibilidad del mexicano,Porrúa, México, 1987, p.4.
[20] Idem p.45.
[21] Idem p.46.
[22] Idem. p.48.
[23] Idem p.105.
[24] Ibidem
[25] Idem pp.105-106.
[26] Idem p.106.
[27] Idem p.107
[28] Ibidem.
[29] Idem. p.108.
[30] Idem. p. 109.
[31] Idem p.
110
[32] Idem p.111.
[33] Idem p. 112.
[34] Idem pp. 113-114.
[35] Idem p.114.
[36] Ibidem.