Comentarios críticos a los estudios caracterológicos de la filosofía mexicana.
Parte Tres, Comentarios Críticos
Hemos intentado presentar en trabajos anteriores los estudios
de la filosofía mexicana como documentos interesados en destacar la esencia del ser del
mexicano; por captar lo propio del mexicano y lo mexicano a partir de situaciones y
circunstancias reales y existentes. Es decir, sus escritos pretenden demostrar lo que realmente somos a partir de las situaciones
especificas que nos conforman y nos dan nuestro ser, y no mediante una abstracción de las
mismas.
En opinión de estos pensadores, la filosofía mexicana se les
presenta como un intento por captar lo humano a partir de sus múltiples expresiones, de
las cuales el mexicano sería un caso. Y puesto que se parte da la idea previa de que
tenemos un ser propio, la misión de la filosofía consistiría en despertar la conciencia
de nuestro propia ser, es decir, la filosofía mexicana se erigiría en un estudio
ontológico del mexicano u ontología del mexicano.
La idea de que se pueda captar la esencia del mexicano o el
ser del mismo a través de sus formas de vida, se debe a que ven a la cultura con un
carácter homogéneo. Por ejemplo, Abelardo Villegas en su libro Autognosis dice lo siguiente:
Pero la cultura, de
un modo más radical, puede ser entendida como formas de vida, y en este sentido es
perfectamente factible hablar de una cultura mexicana, una cultura mexicana como forma de
vida[1].
El problema radica en que las formas de vida en México son
múltiples y heterogéneas, razón por la cual se hace necesario realizar estudios
pormenorizados que nos permitan visualizar los rasgos comunes a todas esas formas de vida
y así tal vez expresarnos de forma tan general.
Una actitud muy distinta hasta las ahora presentadas, tal vez
por estar más ligada a los hechos que la experiencia de su profesión les posibilita, es
la del historiador Luis González y González, quien para justificar la investigación
microhistórica, opina que cuando a México se le mira coma una unidad nacional revela muy
poco de su ser, pues con ella se dejan de lado las entrañas particulares de cada uno de
los pueblos que lo constituyen.
Los esfuerzos de la
modernización no le han quitado a México su naturaleza disímbola. En un país de
entrañas particularistas que revela muy poco de su ser cuando se le mira como unidad
nacional; hay que verlo microscópicamente, como suma de unidades locales, pero sin dejar
de atender a esas otras unidades de análisis que son la región, el Estado y la zona. En
pocos países del mundo, como en México, se justifica el análisis microhistórico[2].
En otra
parte nos dice que:
No por repetida y cursi deja de ser exacta la expresión de
que México es un mosaico multicolor[3]
Y de una manera más extensa el autor nos ofrece una
justificación teórica de la heterogeneidad cultural de los pueblos de México.
Seria exagerado decir
que en cada parroquia o municipio imperan valores culturales totalmente propios, una
filosofía y ética diferentes, o si se quiere, una distinta visión del mundo. Con todo
en tratándose de México, es posible escribir ampliamente de las culturas locales, de los
valores que le dan sentido y cohesión a cada uno de los tres mil de la República. Lo
común es encontrar comunidades con sus propias maneras de dar gusto al cuerpo, sus
propios comestibles y fritangas. En la mayoría de estas células de la sociedad mexicana
hay matices éticos o costumbres que las diferencian de sus vecinas. Cada terruño de
México tiene su liturgia específica para mantener providente y amigo a su patrono
celestial, a su santo patrono. Cada una de las fiestas patronales que se celebran en
México tiene su modo particular de ser. Lo mismo puede decirse de las artesanías
locales.
Ignacio Ramírez, el
hombre de la reforma liberal de México cuya perspicacia no se pone en duda, llego a decir
que México no era una nación sino un conjunto de naciones diferentes. Afirmar de México
que es un mosaico multicolor suena a verdad de a kilo. No es necesario insistir en la
osatura troceada de México, en los miles de México, en "many méxicos", en
multi-México, en un país altamente plural desde antes de la conquista. Los españoles
que forjaron la nacionalidad mexicana provenían de un país que era suma de muchas
particularidades, de muchos compartimentos estancos[4].
Vemos pues, como una persona que se dedica a presentar
estudios específicos de comunidades, zonas y pueblos que integran nuestra nación, con
sus múltiples matizaciones, termina por adoptar una postura que podemos clasificar de
relativismo cultural, lo cual tiene como consecuencia que en lugar de hablar de la
'cultura mexicana, habla de un México multifacético, o many mexicos.
Claro que se le pueden objetar muchísimas cosas, como el hecho de que no vea los rasgos
más generales de todas esas particularidades, pues alguien le podría decir, que si bien
en cada uno de los pueblos tienen sus patronos preferidos, o que las Fiestas adquieren
matizaciones distintas en cada región etc, es igualmente cierto que todos lo pueblos
tienen sus patronos o hacen fiestas, para terminar afirmando que México es un país
festivo y creyente, los cuales serían rasgos constitutivos de nuestro 'ser como
mexicanos, etc, etc. En este sentido. aunque podamos considerar a esta concepción
relativista cargada de una buena dosis de exageración, es digna de tomarse en cuenta en
la medida en que pueda ayudar a frenar la tendencia especulativa de generalizar a partir
de las impresiones preciosistas que les produce el pasar por un pueblo o vivir en una
ciudad.
Una característica que podemos notar en tales estudios,
consiste en que no hay un deseo desinteresado por investigar, sino más bien están
permeados por una exigencia de tipo moral que orienta los resultados de la misma
investigación. La exigencia que se ve en el fondo de este tipo de argumentaciones y que
funge como reguladora de gran parte del proceso y los resultados de la investigación
consiste en el deseo da quererse justificar como seres humanos, es decir, el querer ser
reconocidos como parte integrante de la humanidad, humanidad que le había sido negada por
gran parte del pensamiento europeo moderno o, sí no completamente negada, si rebajada a
condición semihumana o infrahumana. Esa exigencia moralmente interesada que orienta el proceso y el
resultado de la investigación, está claramente expresada en A. Villegas, al decirnos que
en la búsqueda de lo mexicano a través de la filosofía, se pretendía encontrar una
particularidad o característica esencial del mexicano y sin embargo a las conclusiones a
las que se llegaron, es que eran también propias del hombre en general.
(
) queriéndose
encontrar la mexicano, se halló lo humano en lo mexicano, lo universal en lo particular[5].
Sin embargo, a
pesar de lo bochornosos y aberrantes prejuicios de algunos pensadores europeos, con
opiniones de tan poco sustento científico y filosófico sobre las tierras americanas y el
habitante de estas tierras, ¿justifica ello que estudios
caracterológicos puedan ser considerados como modelos de interpretación objetiva de esta
realidad ? es decir, si las opiniones de esos pensadores eurocentristas son poco serias,
poco fundamentadas científica y Filosóficamente, ¿son las de los ensayistas de aquí
menos subjetivas, es decir, sus argumentaciones están mejor fundamentadas ? no lo creo.
Cuando
señalábamos que los resultados de los estudios de la filosofía latinoamericana están
estrechamente vinculados a las intenciones teóricas previas que guían el proceso de
investigación, sólo queríamos señalar cómo es que la visión del mundo colorea o
matiza las observaciones que hacemos de la realidad.
Así por ejemplo, cuando ellos nos dicen que intentan investigar cuales son los rasgos o
características constitutivas de nuestro propio ser, lo hacen con la idea previa de que
tenemos un ser que nos distingue del de otros grupos humanos, con lo cual
sólo bastaría con develar descriptivamente en qué consisten tales rasgos, y cuál es su
dinámica en las circunstancias en las que se ve envuelto.
De cómo nuestra concepción del mundo permea la lectura que
hacemos de la realidad, es algo que muy bien sabía Kant cuando nos decía que "...la razón no conoce más que lo que ella misma
produce según su bosquejo[6].
Las investigaciones neurofisiológicas recientes arrojan
pruebas empíricas en favor de esta idea. El neurofisiólogo mexicano Jacobo Grinberg en
la Conferencia internacional sobre los nuevos paradigmas de la ciencia,
celebradas del 22 al 26 de Noviembre de 1993 en Guadalajara, Jal., nos platicaba
como a un individuo al que se le había colocado un electroencefalograma en la cabeza y al
cual se le pedía que hiciera una lectura de un trazo vertical I, primero como
sí se tratara de la letra i y después coco sí tal trazo representara el
número 1, el cerebro daba como resultado patrones de ondas electromagnéticas muy
distintas. Estos resultados venían a significar: cómo es que una lectura distinta hecha
de una misma realidad daba resultados muy divergentes o, dicho en otras
palabras, esto es una prueba empírica y científicamente sustentable, de como nuestra
cosmovisión modifica la lectura que hacemos del mundo, lo cual significa que lo que
percibimos en gran medida es resultado de nuestro propio proceso mental, con todo el
sistema de valores, prejuicios., capacidades intelectuales, etc. que nos constituyen.
Mircea
Eliade en la misma tónica nos previene:
Cuando alguien aborda
una espiritualidad exótica, comprende sobre todo todo lo que está predestinado a
comprender debido a la propia vocación, la propia orientación cultural y la del
movimiento histórico al que pertenece[7].
Estas explicaciones del carácter subjetivo y deformante de la
realidad por nuestra constitución mental del sistema de valores y prejuicios que nos
constituyen, son advertencias que hay que considerar en el momento de emitir un juicio,
pues sucede que muy a menudo anticipamos conclusiones antes de intentar comprender la
realidad. Esto es válido tanto para el pensamiento eurocentrista, como para el
mexicano-latinoamericano de la filosofía de la liberación, que se caracterizan por
deformar la realidad cada uno de ellos a su manera.
Tal vez como nos dice Octavio Paz en Posdata, El
mexicano no es una esencia sino una historia. Ni ontología ni psicología[8].
Opinión que nos parece más madura a la del Laberinto de la Soledad. Tal vez la única manera
de saber quienes somos y como somos, sea a través del conocimiento de los otros, es decir
de lo que no somos.
El tema del
desarrollo está íntimamente ligado al de nuestra identidad' ¿quién, qué y cómo
somos? Repetiré que no somos nada, excepto una relación: algo que no se define sino como
parte de una historia...La pregunta sobre nosotros se revela siempre como una pregunta
sobre los otros[9]
Ese otros,
agregaríamos, no son sólo las otras naciones y otros pueblos con su cultura, tradiciones
y su peculiar manera de ver el mundo, sino que ese otros se encuentra aquí mismo en
México, con su heterogeneidad de manifestaciones culturales, lingüísticas y raciales,
pues es importante señalar que a menudo las caracterizaciones tipológicas que se hacen
sobre el ser del mexicano se hacen a partir de un ángulo de la cultura, lo
cual tiene como consecuencia la exclusión o la inclusión forzosa de quienes no caben en
esa tipificación. Un estudio más serio revelaría una diversidad más rica de matices
diferenciales existentes.
En un
dialogo reciente (1992) del doctor Leopoldo Zea con Nikolauz Werz y Rafael Sevila,
comentó a sus interlocutores que en una ocasión alguien le había expresado la idea de
que México debía ser tierra para los indígenas y que se tenía que expulsar a loa
mestizos y criollos; a lo cual Zea se sintió obligado a responder (
) vamos a hablar de una nación de hombres, no importa
que sean criollos, mestizos o indios hombres libres[10].
Con lo cual destacaba la variedad racial de nuestra diversidad cultural. Sería
interesante preguntarle sí cree que los rangos tipológicos sobre el ser del mexicano
presentado en Dos ensayos sobre México y lo
mexicano, los considera válidos para todo este heterogéneo grupo mencionado en su
entrevista. La filosofía es duda e interrogación permanente y por estas razones la
filosofía mexicana está obligada a responder a interrogantes de carácter
epistemológico, tales como las siguientes, entre otras tantas que surgirían en el
proceso mismo de investigación; ¿cómo es posible una representación colectiva de lo
mexicano? en las caracterizaciones ¿no se estarán tomando algunas muestras
representativas de un grupo social que excluye de esa tipificación a otros grupos
sociales? cuando se habla de la identidad del mexicano en rasgos tan generales ¿se están
tomando muestras representativas ? ¿cómo se han adquirido tales muestras para permitirse
hacer afirmaciones tan amplias? ¿son válidas tales caracterizaciones para todos los
mexicanos o tan sólo son muestras representativas de un grupo social de un lugar
determinado? ¿cómo es que se puede hablar de una cultura auténtica y propia de una
nación como la mexicana, cuando sabemos por otra parte que existe una multiplicidad de
variantes regionales con sus propios sistemas de valores y creencias, correspondientes a
sí mismo a diversas clases sociales y a distintos grupos culturales ? ¿cómo es posible
distinguir lo que es propio e impropio en el país ? es decir, ¿qué sentido tienen
expresiones tales como 'la propio o lo autentico de nuestra cultura nacional, cuando
existe toda esta heterogeneidad de formas y manifestaciones culturales que no encuadran
con las fórmulas clasificatorias de este discurso, además de contar con una serie de
tradiciones importadas de otras culturas, las cuales se manifiestan con distinta
intensidad en distintas regiones del país? ¿qué sentido adquiere el concepto de
'integración cultural, cuando existe una cultura dominante que se impone sobre la
diversidad existente? ¿es posible la reducción de un complejo sistema social a
caracterizaciones psicologizantes? etc. En pocas palabras ¿qué quieren decir con
identidad cultural o caracterológica y cómo se accede epistemológicamente a tal
concepto?
En estos
ensayos notamos una gran carencia de fundamentos epistemológicos. Lo que si notamos es un
gusto exagerado por expresar opiniones preciosistas, adjetivadas y audaces, que tienen más un carácter literario y
poético que filosófico.
Pretender buscar el ser o la esencia de algo es una empresa
tan absurda e inoperante y su esfuerzo tan vano, que ya Galileo nos había advertido de lo
ineficaz de tal tipo de metodología de trabajo en el proceso de investigación.
Determinar la esencia
lo considero una empresa tan imposible y un esfuerzo tan vano en las substancias próximas
y elementales como en las muy remotas y celestiales: y me creo tan ignorante de la
substancia de la Tierra como de la substancia de la Luna, de las nubes elementales y de
las manchas del Sol[11].
Y nosotros declaramos a coro con Galileo que nos consideramos
tan ignorantes de la esencia o del ser del mexicano, además de dudar de quienes han
pretendido descifrar o desvelar tal "naturaleza", pues lo único que han logrado
es generalizar sus apreciaciones subjetivas del barrio donde vivían.
En el cuento "Ulrika" de Jorge Luis Borges, se
encuentran dos personajes platicando, uno de los cuales es una noruega y el otro un
colombiano, y entre otras cosa se desarrolla el siguiente dialogo:
Me pregunto de un modo pensativo:
-¿Qué es ser colombiano?
No sé -le respondí- es un acto de fe.
Como ser noruega asintió.
En este sentido, tal vez a pesar de las buenas intenciones de
la filosofía mexicana, al intentar rescatar y destacar lo "propio" de nuestra
cultura, no se trate más que de una trampa de un humanismo 'abstracto y lleno de
ilusiones, y tal vez por ello, el creer que existe un 'ser del mexicano no sea más
que un acto de fe.
Señalemos, sin embargo, que no es a partir de los
sentimientos y preferencias como se accede al pensamiento filosófico. Debemos estar
prevenidos ante el riesgo de caer en el chantaje afectivo, advertencia que reiteradamente
nos la ha señalado el Dr. Fernando Carlos Vevia Romero.
[1]
Villegas, Abelardo, Autognosis, El pensamiento mexicano en el siglo XX. Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, México, 1985 pp.79-80
[2] González y González, Luis. Invitación a la microhistoria FCE. México,
1986. p.122.
[3] Idem p.67.
[4] Idem pp.121-122.
[5] Villegas, Abelardo La filosofía en la historia política de México. Pormaca, México,1966. p.11.
[6] Kant, Emmanuel, Crítica de la razón pura, Porrúa, México, 1982.p.13.
[7] Mircea Eliade, El yoga (Inmortalidad y liberación), F.C.E. México, 1989. p. 9.
[8] Paz, Octavio, siglo XXI, México, 1991. p.10.
[9] Idem pp 14 y 15.
[10] Ver Diálogo científico. Revista semestral de investigaciones alemanas sobre sociedad, derecho y economía. Vol.1, No.1. Instituto de colaboración científica, Tubingen, 1992.
[11] Antiseri, D. y Reale, G. Historia del pensamiento Filosófico y científico T.. II, Herder, Barcelona, 2004. p. 249.