Un presidente mexicano como personaje teatral en dos obras escritas por mujeres en los años veinte y treinta
Olga Martha Peña Doria
Universidad de Guadalajara
Al hablar del teatro mexicano en las primeras décadas del siglo XX hay que recordar a una de las pioneras en el campo político, social e intelectual, Amalia González Caballero de Castillo Ledón, (Santander Jiménez, Tamaulipas, 1898-1986) quien junto con Antonieta Rivas Mercado (México D. F. 1900-1931) les tocó vivir el movimiento cultural mexicano llamado Nacionalismo, período iniciado en 1920 en el que se dio un vuelco en el campo artístico con el fin de encontrar las raíces mexicanas que se habían perdido durante la dictadura de Porfirio Díaz, quien gobernó al país de 1884 a 1911. Ambas dirigieron sus objetivos para presentar textos dramáticos de carácter político en donde mostraron el devenir político del México en las tres primeras décadas del siglo.
Cinco fueron los textos dramáticos de
Castillo Ledón dados a conocer a partir de 1929, desafortunadamente su labor en
el campo político le impidió dedicar más tiempo a este género. Su primer éxito
fue Cuando las hojas caen y es hasta 1934 que escribe y estrena Cubos
de noria, con la que vuelve a triunfar. La obra se estrenó el 28 de abril
del mismo año en el teatro Virginia Fábregas de la capital mexicana, siendo
considerada por su autora como la primera obra dramática de carácter político,
al poner en escena a un personaje de importancia como fue el ex-presidente mexicano Plutarco
Elías Calles, quien gobernó al país de
Primera en
muchos órdenes de la cultura, la sensibilidad y la acción social en México,
Amalia Castillo Ledón no es nuestra primera escritora en términos cronológicos.
De sor Juana a Isabel Prieto de Landázuri, hay mujeres mexicanas a quienes la
poesía dramática ha atraído y fascinado como una forma de literatura mayor y,
sobre todo, como la más alta de la expresión humana, y para quienes el amor de
un teatro en sueños que no alentaba nuestro ambiente nacional era como el amor
de la patria en gestación, bajo una tiranía secular para nuestras heroínas
históricas.
Antes de que Amalia Castillo Ledón
estrenara Cuando las hojas caen en la temporada de
Pero sí corresponde a Amalia el derecho a ser considerada la primera mexicana que escribió una pieza política en la que, a la vez que se llevaba limpiamente la psicología y la sensibilidad de nuestras mujeres, se criticaba a un régimen político que minaba la moral del país y era nocivo por igual para sus mujeres y para sus hombres. En el prólogo a mis Tres comedias impolíticas, rindo homenaje a Amalia como precursora del género. Alberto Bianchi fue a la cárcel por haber escrito una pieza contra la leva en el régimen de Sebastián Lerdo de Tejada; Rodolfo Usigli, mucho más tarde, sufriría persecuciones de diferentes órdenes por “El gesticulador”. Amalia Castillo Ledón, belleza y adorno de México en todos los aspectos—el plástico, el intelectual, el moral, el cívico—recibió injurias y amenazas de vitriolo por su comedia Cubos de noria, que planteaba con acierto el conflicto entre el ser humano y la política. Su lugar dentro del teatro mexicano está ganado a pulso y a sonrisa. Una sonrisa que cantó más de un poeta ilustre, y un pulso que le permitió luchar sin desmayo, y victoriosamente, por la conquista de la plenitud de derechos cívicos para las mujeres de México.[2]
Usigli,
escribió esta carta a petición de Amalia para acallar las críticas suscitadas
por un comentario que hizo la autora respecto a su obra, al haber dicho que era
la primera pieza de ambiente dramático político que se llevaba a escena.
Armando de María y Campos, en su
libro El teatro de género dramático
en
El texto inédito de Cubos de noria me fue proporcionado
por la hija de la autora y así pude
conocer la obra, aunque cabe aclarar que el cuarto acto no fue localizado pero me baso en el relato que hizo la autora a
De María y Campos.
Cubos de noria está dividida
en cuatro actos, los personajes son: Chole, joven maestra de una escuela y su
hermana Rosa, huérfanas de padres pero
debido a su mundo de amistades reciben ayuda y favores de un personaje de mucha
influencia política como era el General Gómez Partida que no es otro que el
ex-presidente mexicano Plutarco Elías Calles[3]. El otro
personaje protagónico es Andrés, el
novio, un joven con muchos deseos de ascender en el mundo de la política, Eva,
otro de los personajes, es la sobrina
del General, y después esposa de Andrés, Eric, novio de Rosa y a su vez secretario privado del General, así como amigas y grupo de políticos, como diputados,
senadores y el Gobernador de Zacatecas y su esposa.
El
General Gómez Partida está muy bien caracterizado en su papel como “el hombre
más influyente en la política”.[4]
Asimismo la autora pone en las acotaciones que hable exactamente igual como
hablaba Elías Calles, a quien el anecdotario histórico recuerda como un poco
tartamudo y arrastrando las palabras. Para Eva, el General representa el poder,
el temor pues así se expresa de él “¡Quién sabe qué pasa con los que perjudican
a mi tío! Parece que Dios los castiga, porque se los traga la tierra; no los
vuelve uno a ver jamás. No te creas, quién sabe si tengan miedo, porque mi tío
sabe hacerse respetar” ....Una vez le pregunté por Nicolás y me contestó que
“le había dado garantías” (p.184).
Chole, la
protagonista, es una mujer fuerte, con ideales socialistas, que ha tenido que
luchar en la vida para salir adelante y que quiere ser líder del movimiento
feminista, por eso para Andrés ella
representa “una dualidad de fuerza y rebeldía hermanada con una gran ternura,
capaz de todos los sacrificios y del amor más puro” (p. 182). En cambio Andrés
es un joven ambicioso que prefiere acabar con el amor a una mujer con el fin de
ver cumplidas sus aspiraciones
políticas, mismas que las logra a través de Eva, de quien no está enamorado,
pero es el gancho que le ayudará a ascender a la vida pública. Al triunfar en
su cometido es nombrado diputado pero no por ello llega a ser feliz. Pronto se
da cuenta que la política es muy diferente a los ideales que él tenía por
ayudar al pueblo. Aquí es donde se encuentra con mayor fuerza la crítica social
al gobierno de esa época. A los políticos, representados por el General, les
interesa el poder y el dinero pero no ayudar al país a salir adelante.
Eva, la sobrina del General es una mujer con poca inteligencia que
solamente piensa en enamorar políticos, aunque ella está comprometida con el
gobernador de Puebla. Según comentarios de Beatriz Castillo Ledón, hija de la
autora, este personaje es un retrato de una
de las hijas de Elías Calles, quien era una chica coqueta y escasa de
inteligencia. Andrés al hablar sobre
ella se expresa así; “Es bella, frívola, inconstante, sensual. Es una de esas
criaturas que nacieron para agradar, como una gata de angora, y que no necesita
pensar para ser importante” ( p. 204)
Durante
el tercer acto, que es el único que se desarrolla en el mundo de los políticos,
la autora presenta una escena en casa de Andrés y Eva en donde están el
General, el gobernador de Zacatecas y su esposa, así como diputados y senadores
quienes tienen dos mesas de poker para divertirse. Ya ha sido eliminado de su
puesto como diputado Andrés, debido a que defendió una ley que no fue aceptada
por el General y sus secuaces. La autora muestra el poder, la ambición y la
falta de lealtad entre el mundo legislativo, quienes abandonan a Andrés al ver
que cayó de la gracia de su líder político por no aceptar la corrupción ya que
él es un hombre honesto que creía que por esa vía va a ayudar al país. El líder
del partido nos muestra la frialdad con que se manejan los políticos al decirle
a Andrés; “¡Hermano, la política es un hecho práctico, no un gesto sentimental”
(p.225) Asimismo presenta a un jugador de frontón, juego que estaba de moda en
esa época y lo pone como el nuevo amante de Eva pero a su vez da una visión de
la corrupción existente en el mundo de ese deporte. Asimismo se hace referencia
muy clara al problema religioso que hubo en el país entre los años
Otro
personaje histórico al que se hace referencia es al General Álvaro Obregón[6],
asesinado en 1928 y es a través del diputado Chagüina que hace el papel del
gracioso-antipático de la obra, quien imita al ex-presidente presentándose ante
el grupo con el brazo derecho escondido, que recuerda la falta de mano del
General quien la perdió en una contienda. La autora lo describe así en la
acotación; “Preocupado exclusivamente de su parecido ilustre, sólo trata de
esconder en la espalda el brazo derecho, de mostrar su papada y de no quitarse
el sombrero “tejano” para acentuar el parecido. De vez en cuando se acaricia
los bigotes hirsutos, que lo acercan físicamente al héroe de Celaya[7].
Habla ampulosamente” (p. 218).
La puesta en escena de Cubos de
noria tuvo mucho éxito y Beatriz
Castillo Ledón, la hija de doña Amalia
relata en las memorias que escribió sobre la vida y obra de su madre,
-todavía inéditas- el incidente de la visita del ex-presidente; “La inusitada
obra atrajo a todos los políticos de la época que deseaban desengañarse de no
estar mencionados en ella. La obra transcurría dentro del marco del callismo,
ya que don Plutarco era la figura fuerte del momento. Amalia lo estimaba y
cultivaba amistad con sus hijas. Ocurrió que a los pocos días del estreno y
ante el asombro de todos, se presentó en una platea el propio General Elías Calles
con su familia, quien rió de buena gana, encontrando la obra deliciosa. En el
entreacto Amalia fue a saludarlo, y él la invitó a permanecer con ellos hasta
el final. El incidente, como era de esperarse, dio más popularidad a la pieza,
pues se comentó en todos los diarios”.[8]
José María González de Mendoza, escritor, después Embajador, y en ese momento muy interiorizado en la política, le envió a Amalia un minucioso análisis de su obra en una carta fechada el 8 de abril de 1934 diciendo:
La obra está escrita con soltura, armada con habilidad; presenta tipos bien plantados, vivos, abunda en “remarques” ingeniosos, en réplicas ligeras; mezcla sagazmente la sentimentalidad, a la ironía y aún a la sátira. En fin, a los hombres nos revela secretillos de la psicología femenina—que todos nos jactamos de conocer ilusoriamente en muchos casos—, y a las mujeres les presenta en Chole un paradigma que ganará sus simpatías. En el fondo la pieza es intensamente feminista, y solo una mujer pudo haberla escrito. Me parece que la obra supera la soltura de diálogo y en teatralidad a la anterior Cuando las hojas caen. [9]
Armando de María y Campos comenta en
su libro El teatro de género dramático en
Asimismo incluye un comentario de un
reconocido crítico de teatro como fue Roberto el Diablo, quien comenta con
azoro los cambios que se están dando en el teatro y en el país:
“Halaga,
en verdad, observar que, como fruto sazonado del “régimen institucional”, ya
sea posible, en nuestro medio abordar el examen de los personajes y los hechos
que constituyen el mundo oficial. Lo que todavía no se permite decir a los
lectores de la prensa, se tolera ya que lo escuchen los espectadores teatrales.
Y eso no puede dudarse que es un positivo avance en nuestra vida cívica.
Quienes conocemos de tiempo atrás a
la triunfante comediógrafa tamaulipeca, sabíamos que la trayectoria que había
de seguir como autora era esta que señala en su segunda producción. Primero, su
temperamento artístico, luego, la posibilidad que ha tenido de ver de cerca las
altas esferas gubernativas, la llevaban como de la mano para cristalizar en la
escena el fruto de sus observaciones a través de su fina sensibilidad de mujer,
que siente bullir en su espíritu románticos impulsos de reivindicación
colectiva. Porque esa es la fuerza motriz que generó Cubos de noria: el
generoso anhelo de una humanidad mejor.
Por eso las sátiras en que abunda el
diálogo de los intérpretes, respecto a hombres y procedimientos de nuestra
realidad circundante, no son sólo prurito de marcar defectos y censurar
errores, sino apasionado deseo de que se subsanen tales vicios y corruptelas. Y
ha tenido que ser una voz femenina la que se levante primero en tal sentido,
como para desvirtuar toda dolosa intendencia de baja y torpe politiquería.
¡Ojalá que los que pretenden seguir
sus huellas sepan también inspirarse en similar alteza de miras, y no tomen el
escenario como válvula de escape para vaciar sólo su impotencia o su despecho”.
(1957, 269)
A pesar de
haber recibido buena crítica la obra tuvo corta temporada en escena, siguiendo
la tradición del teatro mexicano.[10]
La autora repite el final desolador de su primera
obra, Cuando las hojas caen, con el final de Cubos de noria, al
dejar que Chole se quede en la absoluta soledad y sin esperanza de encontrar la
felicidad. Le cierra la salida al dejarla en un contexto de ayuda social muy
loable pero en un poblado de la sierra en el que podrá sufrir en silencio pero
sin ningún hombro para compartir su dolor y ante todo vivirá con la humillación
que le infringió Andrés, quien ciego de ambición decidió cambiar el rumbo de su
vida uniéndose a una mujer que no era para él. Ambos expiarán la culpa pero
separados por el destino.[11]
Por
otra parte, la dramaturga, literata, periodista y una de las primeras
feministas y también mecenas de México, Antonieta Rivas Mercado escribió poco
después del asesinato del expresidente de México (
El conflicto
dramático gira alrededor del asesinato de Obregón pero en la obra le pone al
personaje Olerón. Al pertenecer el texto a lo que se llama teatro testimonio o
realismo testimonial es la primera obra dramática mexicana que se escribe
siguiendo esta técnica en la que los personajes pertenecen al momento histórico;
y así pone en la escena a José de León Toral[13],
asesino de Álvaro Obregón, presidente electo y ex-presidente de México, a la
madre Conchita[14], la
supuesta cómplice, así como magistrados, abogados, ministros, diputados y
policías quienes se convierten en los narradores de lo que no vemos en la
escena como es la tortura que le están infringiendo a Toral. En la vida real el
presidente Elías Calles nunca habló con el asesino ni le ofreció ningún tipo de
garantías para que no declarase como sucede en la obra. Los abogados acusador y defensor tienen
largos y monótonos monólogos en donde se atacan y se lucen con su conocimiento.
Estas extensas acusaciones y defensas fueron tomadas por la autora de los
periódicos de la época al ser muy exhaustivo el manejo de los parlamentos de
los personajes.
En
esta obra se observa el uso de la violencia en la escena al narrar lo que está
sucediendo atrás de la escena. Aunque esta obra presenta un conflicto dramático
tomada de la realidad la autora pone elementos antihistóricos para evitar la
persecución. Sin embargo como la obra fue escrita en el período posterior al
asesinato para los lectores es parte de la realidad. Asimismo el tiempo de la
obra no lo marca la autora sino que el lector lo dilucida por el código
histórico.
El
General.- ¿Dónde se han metido, infelices? ¡A poco no oyen!
Tinterillo.-
Fuimos a ayudar allá…
El
Licenciado.- … ¿Y qué dice? ¿Qué dice?
Tinterillo.-
Nada.
El
Lic. y el General.- (A un tiempo) ¿Nada?
Tinterillo.-
Ni siquiera se queja.
El
General.. No lo han de estar haciendo bien. Allá voy… (p.205)[15]
----------
Tinterillo.- Pues lo
llevamos al cuartito donde está el excusado, que tiene
una silla de peluquero,
y entre el respaldo y la ventana lo colgamos de las
muñecas y las piernas y
luego, poniéndole el cañón de un máuser por abajo,
le dimos de vueltas.
El Licenciado.- (Que ha seguido el relato atentísimo) ¿Y…?
Tinterillo.- (Con un poco de angustia) Nada. Tiene los
ojos cerrados y ni se
queja… (p.206)
------------------
Sanete.- ¿Sigue allá?
Tinterillo.- Sí señor.
Sanete.- ¿Nada nuevo?
Tinerillo.- Nada, sino
que ha comenzado a quejarse.
Sanete.- Quejarse. Eso
está bueno. ¿Cuánto hace que comenzaron?
Tinterillo.- Va para
hora y media.
Sanete.- ¡No es posible!
¡Qué animal! No se vayan a sobrepasar. (p.207)
De
las cinco escenas, solamente la cuarta no es teatro testimonio. La autora
presenta un enfrentamiento entre el primer Magistrado y el segundo en donde le
va a dar la orden para que declare culpable y pedir la muerte para el asesino y
veinte años de prisión para la madre Conchita, como lo fue en la realidad.
Desafortunadamente la autora no terminó la obra debido a su temprana muerte.
Antonieta escribió otro texto dramático al que tituló Episodio electoral, obra en un acto y que versa sobre las
elecciones electorales de 1929.
Queda
patente que las dos primeras piezas de carácter político que se escribieron en
el período nacionalista de los años veinte y treinta fueron resultado de la
pluma de dos mujeres que presentaron en la misma década a un protagonista que
representaba al presidente mexicano saliente quien fue el fundador del Partido
Nacional Revolucionario, que duró en el poder por más de setenta años, por lo
que la pertinencia de estas obras rebasa la historia pequeña para adentrarse en
la historia con mayúscula que forjó el siglo XX en México. Asimismo otro gran
dramaturgo como fue Rodolfo Usigli escribió entre 1933 y 1935 Noche de estío en donde también aparece
como protagonista el mismo Plutarco
Elías Calles. Estos textos fueron inusuales dentro del teatro mexicano en donde
jamás se había utilizado como personaje teatral a un presidente del país.
BIBLIOGRAFÍA
De María y Campos, Armando, 1957. El
teatro de género dramático en
PEÑA DORIA, Olga Martha. 2005, Amalia de Castillo Ledón. Sufragista,
feminista, escritora. El alcance intelectual de una mujer. México, Instituto Tamaulipeco para
RIVAS MERCADO, Antonieta (1932) Un drama. Revista
SCHNEIDER, Luis Mario, 1987. Obras completas de Antonieta Rivas Mercado. México, Lecturas Mexicanas, Ed. Oasis.
[1] Rodolfo Usigli
(1905-1979) es considerado el padre del teatro mexicano y es uno de los grandes
dramaturgos de México.
[2] La carta original forma
parte de los archivos de la autora y están en posesión de su hija Beatriz.
[3] Plutarco
Elías Calles
fue presidente en México en el período de
[4] Todas
las citas del texto fueron tomadas del libro Amalia de Castillo Ledón. Sufragista, feminista, escritora. El alcance
intelectual de una mujer, libro que reúne los cinco textos dramáticos de la
autora y fue publicado por Olga Martha Peña Doria.
[5] La palabra mocho es un
mexicanismo muy común que se expresa ante una persona muy religiosa y
conservadora.
[6] El
General Álvaro Obregón fue presidente de
[7] Se
le consideraba héroe de esa ciudad porque había ganado una contienda durante
[8] La hija de Castillo
Ledón me proporcionó una copia del libro que publicará sobre sus recuerdos de
su madre.
[9] Archivos
de la autora
10 La primera obra que logró cien representaciones fue Cuando
las hojas caen de la misma autora por la que recibió la pluma de oro por la
crítica de México en 1929.
[11]Cuando
comencé a estudiar esta obra recurrí a su hija Beatriz para solicitar el texto
pues don Armando de María y Campos había declarado en su libro que no se
localizaba ninguna copia. Al entregarme la copia me di cuenta que eran tres
actos y no cuatro como lo relataba doña Amalia. Hablé con su hija y buscó el
cuarto acto. En el otoño del 2000, me dio la noticia de haberlo encontrado.
Para mi sorpresa éste difiere en su totalidad de lo que la autora narró a De
María y Campos, aunque tengo en mi poder
la crítica de algunos periodistas de la época y coincide con lo que la autora
narró y no con lo encontrado actualmente. Es posible suponer que este acto
fuera escrito por Beatriz, la hija, y no la autora.
[12]Las citas están tomadas del texto de la autora publicado por el investigador Luis Mario Schneider.
[13] Toral fue un profundo
católico quien le tocó vivir el período de la persecución religiosa. Él decidió
que era necesario acabar con esos problemas y asesinó a Obregón en un
restaurant de la ciudad de México, aprovechando sus dotes de dibujante. En el
momento en que hacía el retrato al presidente electo le disparó seis tiros. Fue
arrestado, juzgado, atormentado y fusilado el 9 de febrero de 1929.
[14] Concepción
Acevedo de
[15] Las citas
están tomadas de