Sincronía Invierno 2006


LA COHESIÓN A TRAVÉS DEL TÓPICO DE LA INICIACIÓN EN EL PRIMER SONETO DE “SONETOS DE INSOMNIO” DE 1934

Francisco Javier Ponce Martínez


 

Uno de los primeros poemas escritos por Elías Nandino que nos pareció realmente bien trabajado y en el que ya podemos escuchar la voz propia del autor es el soneto I de "Sonetos de insomnio", publicado por primera vez en el libro Eco, 1934.

     En el texto podemos ver la búsqueda de Nandino, iniciada ya desde la segunda década del siglo, hacia otras corrientes de la literatura. El poeta incursiona en las nuevas tendencias literarias europeas del siglo XX. Se pueden observar con claridad elementos del surrealismo[1], corriente por la cual fue influido por la lectura directa de sus contemporáneos franceses (Cocteau, Supervielle, Giraudoux, etc.) o, también quizás, por los nocturnos de su amigo, Xavier Villaurrutia.

     Antes de 1934 Villaurrutia ya había escrito y publicado numerosos "nocturnos" en los que el tema de la noche es trascendente. Sólo por mencionar algunos poemas, comentaremos que en 1928 publicó su "Nocturno a la estatua”[2], en 1929 el "Nocturno en el que nada se oye”[3], en 1930 "Otro nocturno”[4] y en 1931 "Nocturno eterno”[5]; textos en los que es clara la influencia del surrealismo. Así que es muy probable que haya habido intercambio de libros entre ambos y, además, Villaurrutia, poeta ya reconocido en el medio cultural mexicano, haya influenciado con su escritura a Nandino.

     De acuerdo con Mario Saavedra García, gran parte de la poesía de Nandino ha girado en torno a la temática "MUERTE-NOCHE-SUEÑO". Es a partir de este libro, Eco ¾agrega Saavedra¾ donde se establece la directriz que habrá de desarrollar en su obra futura. Acerca de la temática escribe:

 

 

          Eje sobre el cual descansa buena parte de su itinerario poético, pues el estado de ensoñación constituye, según la tradición, el más perfecto de los simulacros de la muerte ¾"costumbre de morir a diario", en palabras del propio autor¾, representa de idéntica manera el vehículo que lleva a Nandino a indagar dentro de sí.[6]

 

 

 

     Lo anterior, aunque ayuda a descifrar una parte de su poesía, es sólo un comentario demasiado general y, por lo tanto, sin mucha exactitud. Es preciso delimitar cómo está funcionando el sueño. Es claro que existe una relación entre el sueño y la muerte, pero, es necesario manifestar cómo opera esta relación entre la noche, el sueño y la muerte para el funcionamiento textual del poema. Además se trata de ver cuál es la función de cada uno de los elementos que interactúan en él.

 

     De Eco, publicado por el autor en 1934, seleccionamos el primer soneto del poema "Sonetos de insomnio", el cual transcribimos a continuación:

 

                            I

 

1        Cansado de cansancio y de reposo

2        me hundo en el abrazo de mi cama

3        y dormido, en las alas de la sombra

4        me fugo de mí mismo, sin mis pasos.

 

5        Ligero ¾desatado de mi cuerpo¾

6        me lanzo por caminos sin caminos,

7        y alcanzo con mis manos sin mis manos

8        la forma desprendida de la forma.

 

9        con mis ojos cerrados miro un mundo,

10       un mundo que no miro en pleno día,

11       y llego hasta mi sueño, pero el sueño

 

12       me regresa en sus brazos a mis brazos

13       y me clava de nuevo con mi cuerpo

14       para evitar que me despierte muerto.

 

 

     En una lectura sin mucho detenimiento podemos darnos cuenta de que el poema en apariencia es sencillo. Tiene una forma tradicional, no innovadora; el muy empleado durante el Renacimiento, soneto. Francisco Montes de Oca, desde el punto de vista de la estilística, lo define:

 

          Soneto. El soneto es una combinación de estrofas. Consta de dos cuartetos y dos tercetos. El tipo clásico tiene la forma endecasílabo, los dos cuartetos con las mismas rimas y los dos tercetos con rimas alternas.[7]

 

 

 

     El soneto escrito por Nandino es también una combinación de estrofas y consta de dos cuartetos y dos tercetos. Además coincide con la forma clásica en que tiene la métrica del endecasílabo en cada uno de sus versos. La diferencia con la forma tradicional sería que el poema escrito por Nandino no tiene rima consonante ni asonante, sino que está escrito en verso libre. Por otro lado, las palabras con las que está construido no son términos rebuscados; se trata de vocablos sencillos que no requieren que el lector acuda a un diccionario. Además, la construcción de las oraciones no representa tampoco un obstáculo para su lectura; porque, aunque hay varios hipérbatos, éstos no son complejos. Como veremos más adelante, la importancia y dificultad del poema radica en el nivel discursivo y simbólico.

     El título, "Sonetos de insomnio", nos remite a un estado, el insomnio, en el que no se está consciente, pero tampoco inconsciente. En el insomnio se encuentra el individuo en medio de los dos estados o, para decirlo de manera más precisa, en la transición del estado de estar despierto o consciente al de estar dormido o en el inconsciente.

     A través de una lectura ingenua podemos percibir que en las primeras tres estrofas del soneto I se da una especie metafórica de viaje desde el estado de vigilia hacia el mundo del sueño. En la cuarta estrofa hay un regreso al cuerpo; es decir, al inicio.

     Haciendo una serie de lecturas más cuidadosas nos damos cuenta de que el tema del poema no es un simple viaje al mundo de los sueños, sino que es un tópico más complejo, de un ritual de iniciación del sujeto; es decir, se trata de la transición de un grado inferior a otro superior. La iniciación le da sentido y cohesión a cada una de las partes del poema. Para llegar de un extremo al otro es necesario pasar por ciertas acciones y condiciones que iremos descifrando a través de los catorce versos del soneto.

     En el poema se dan la mayoría de los pasos, como iremos descubriendo en el proceso del análisis, para la iniciación del sujeto. Chevalier, en el Diccionario de símbolos, anota:

 

          Iniciación. Sentido de teleutai: hacer morir. Iniciar es en cierto modo hacer morir, provocar la muerte. Pero la muerte se considera como una salida, o como un traspasar una puerta que da acceso a otra parte. A la salida sucede una entrada.

 

 

 

 

              El iniciado atraviesa la cortina de fuego que separa lo profano de lo sagrado; pasa de un mundo a otro y sufre por este hecho una transformación; cambia de nivel, se torna diferente.[8]

 

 

     La idea de la iniciación ha permeado desde hace siglos las diferentes capas de la sociedad occidental. No se trata de que el autor del poema haya leído los textos griegos originales en los que aparece la idea del teleutai, sino que este proceso lo podemos ver reflejado en muchos de los ámbitos sociales; en la literatura, la filosofía y la misma vida cotidiana. El saber común es transformado por el poeta en imágenes literarias y lo plasma, como veremos en el estudio del poema, en su obra.

         

****

 

1        Cansado de cansancio y de reposo

2        me hundo en el abrazo de mi cama

3        y dormido, en las alas de la sombra

4        me fugo de mí mismo, sin mis pasos.

 

 

     En la primera estrofa del soneto I, observamos que el yo del poema se encuentra cansado de la circularidad de lo que en el texto se manifiesta como cotidiano: el cansancio y el reposo. Parafraseando, el primer cansado, equivaldría a un harto, hastiado de la repetición, de lo mismo. De tal manera, a través del hastío, se da la posibilidad de que el sujeto desee un cambio de estado. Es decir, para que el sujeto desee hacer algo diferente es necesario que exista este deseo de hacerlo y el anhelo se produce gracias al cansancio de repetir la misma acción. Por lo anterior, el "yo" realiza un acto, se hunde en el abrazo de su cama. El verbo hundirse implica pasividad del sujeto y al mismo tiempo denota un movimiento hacia adentro de algo; el sujeto doblega su voluntad y pasivamente se deja caer al interior, al abrazo de su cama. Sabemos que el abrazo connota sentimientos afectivos que transmiten cariño o amor, los cuales son positivos. Además, el “mi” implica muchas veces —no la posesión como dicen algunos—, también afectividad, como en el caso de las frases “Mi mamá”, “Mi hijo”.  Por otro lado, la cama es, nos dice Chevalier:

 

          símbolo de la regeneración en el sueño y el amor; es también el lugar de la muerte. [...] La cama participa de la doble significación de la tierra: comunica y absorbe la vida.[9]

 

 

 

     Esto podría ayudar a interpretar el texto de varias maneras: como un recorrido hacia la madre tierra, es decir, una regresión al útero que da la vida; interpretación que se ve reforzada con la mención del abrazo materno de la cama. También podría entenderse como un viaje al interior de sí mismo; como una introspección del sujeto. Creemos que las dos son válidas, ya que la dirección semántica hacia donde se dirige el poema sigue siendo coherente en el contexto de la iniciación.

 

     En el tercer verso el narrador, dormido, pierde el control voluntario y consciente de sus actos. En el poema se usa el sintagma en las alas de la sombra, lo cual connota, por un lado, ligereza, que se es etéreo, que se puede volar y despegar del suelo. Por el otro, la mención a la sombra hace referencia a la obscuridad o, con más precisión, a la penumbra; un estado intermedio entre la luz y su ausencia total. De tal manera se refuerza la idea de permanecer en semejante estado intermedio y entre dos elementos.

     En el siguiente verso viene la fuga de sí mismo. Este verbo, fugarse, implica un sujeto activo que conscientemente quiera realizar la acción. Es decir, el actante, de manera consciente escapa a un mundo en el que no lo rige la voluntad; voluntariamente huye de tomar consciencia de la realidad que lo rodea. La fuga de sí mismo también implica una muerte simbólica, la cual le permitirá acceder al conocimiento de un mundo que nunca había sido visto.

     El escape de la consciencia se da, por supuesto, sin sus pasos, los cuales simbolizan el mundo de lo material.

 

 

5        Ligero ¾desatado de mi cuerpo¾

6        me lanzo por caminos sin caminos,

7        y alcanzo con mis manos sin mis manos

8        la forma desprendida de la forma.

 

 

     En la segunda estrofa encontramos información importante para el funcionamiento del poema. En el tercer verso ya se había mencionado las alas como símbolo de lo etéreo y aquí es más claro el significado que va tomando el texto. Leemos en el Diccionario de símbolos de Chevalier:

 

          Ligereza. Se vincula con símbolos de elevación [...] Todos estos signos simbolizan la aspiración a una vida superior, a la liberación de la angustia ya en curso de realizarse, a una liberación que puede buscarse ya sea por el lado de la evasión, lo que sería una ligereza tramposa; bien sea por el lado de la superación, que sería la auténtica ligereza.[10]

 

 

 

     De acuerdo con la definición de Chevalier, aquí se plantearía un dilema en la interpretación del poema: la ligereza es un mecanismo de simple evasión de la realidad o, por el contrario, es una forma más profunda que implicaría la superación. A través de la lectura del poema nos damos cuenta que el sujeto puede liberarse del cuerpo para, precisamente, buscar el paso hacia otro estado, hacia un peldaño superior. Así, no se trataría de una visión circular o evasión temporal en la que el individuo terminaría al final en el mismo lugar de donde partió. Como podemos observar, el poema se va desarrollando a manera de una narración, en la que una acción precede a otra acción, algunas de ellas de manera activa y otras más pasivas.

 

     El sujeto ahora se encuentra liberado, desatado de su cuerpo, y emprende un movimiento rápido hacia adelante. El verbo lanzarse denota dinamismo, velocidad y, además, voluntad. De tal manera, el sujeto voluntariamente inicia un recorrido hacia otro estado.

     Hasta esta segunda estrofa podemos observar la siguiente oposición. Por un lado encontramos al que llamaremos mundo de lo fundamental o substancial y, por el otro, el mundo de la materia o de la forma.

 

Mundo de la substancia

 

Mundo de la forma

 

 

por caminos

con mis manos

la forma

 

sin mis pasos

desatado de mi cuerpo

sin caminos

sin mis manos

desprendida de la forma

             

 

     Expliquemos el esquema anterior. A través de la negación, en el poema se separan dos elementos que en apariencia son iguales. De acuerdo con una lógica tradicional la frase "lanzarse por caminos sin caminos" sería completamente absurda; sin embargo en la lógica del contexto del poema podemos comprender dos mismas palabras que no corresponden al mismo sentido. En la primera columna, el mundo de la substancia, se enumeran elementos que son mencionados de manera afirmativa y en la segunda, el mundo de la forma, se emplean palabras que indican la negación del substantivo que aparece en la realidad del poema (sin.., desatado de..., desprendida de...). Para hacer más explícito el significado de las frases proponemos la paráfrasis de una de las oraciones: del sintagma me lanzo por caminos sin caminos podríamos establecer la frase paralela me aventuro por nuevas posibilidades a través de caminos que no son los físicos. En los versos siguientes donde aparece esta oposición puede hacerse lo mismo.

     En el verso siete, y alcanzo con mis manos sin mis manos, el sujeto del poema se ve obligado a hacer un esfuerzo. El verbo alcanzar implica voluntad y, por supuesto, consciencia. Sobre las manos, agrega el Diccionario de símbolos:

 

          Mano. La mano expresa la idea de actividad al mismo tiempo que la de potencia y dominio [...] la palabra manifestación tiene la misma raíz que mano; lo manifestado es lo que puede ser cogido por la mano.[11]

 

 

 

     Las manos metafóricas le dan al individuo en el poema la posibilidad de poder acceder al mundo de la forma sin la forma, es decir, al mundo de la substancia. La mano del texto permite al sujeto conocer más allá de lo manifestado. Es el ingreso, como ya se había mencionado antes, a un mundo nuevo y desconocido. Más adelante añade Chevalier:

 

 

 

 

          A veces la mano se compara con el ojo: ve también. Esta es una interpretación que el psicoanálisis ha retenido considerando que la mano que aparece en los sueños es la equivalente al ojo.[12]

 

 

 

     Esta visión es muy importante para el desarrollo del poema y nos anticipa lo que ocurrirá más adelante.

     Hasta ahora podemos darnos cuenta que el poema exige un alto grado de abstracción por parte del lector. Las palabras no denotan objetos, sino que connotan o simbolizan ideas más profundas y complejas.

     En la tercera estrofa llegamos al clímax del viaje-poema. El sujeto llega hasta la fase más profunda de su viaje.

 

9        con mis ojos cerrados miro un mundo,

10       un mundo que no miro en pleno día,

11       y llego hasta mi sueño, pero el sueño

 

 

 

     Si las manos simbolizan potencia y dominio, los ojos representan la parte más importante del yo. La parte física del cuerpo en la que se manifiesta con más fuerza esta consciencia del yo, es en los ojos. En el Diccionario de símbolos leemos:

 

          Ojo. El ojo, órgano de la percepción sensible, es naturalmente y casi universalmente símbolo de la percepción intelectual. Conviene considerar sucesivamente el ojo físico en su función de recepción de la luz; el ojo frontal (el tercer ojo de Shiva), y por último, el ojo del corazón, la luz espiritual, que reciben uno y otro. [...] La abertura de los ojos es un rito de abertura del conocimiento, un rito de iniciación.[13]

 

 

 

     El ojo nos permite la percepción intelectual del mundo, pero al iniciado, le permite ver más allá, es decir, un mundo que no mira en pleno día. No es necesario tener los ojos abiertos para conocer el universo que subyace a la forma.

     Finalmente el sujeto llega hasta su sueño. Aquí hay un juego de lenguaje; la palabra sueño puede interpretarse en el poema de dos maneras. Por un lado sueño puede significar algo que se anhela demasiado, por ejemplo, el sentido que adquiere en la frase La casa de mis sueños. De tal manera, en el poema "llegar hasta mi sueño" significa que se ha llegado al lugar que tanto se deseaba. Al mismo tiempo nos indica que narrativamente se ha llegado a la conclusión del estado intermedio (el insomnio) para llegar al estado final, el sueño.

 

12       me regresa en sus brazos a mis brazos

13       y me clava de nuevo con mi cuerpo

14       para evitar que me despierte muerto.

 

 

     El último terceto es un regreso de la muerte a la vida. El sueño, amorosamente regresa, en sus brazos, al yo del poema a los brazos físicos del mismo sujeto. La muerte simbólica sirve en el poema para transportar al sujeto a un grado más alto. De tal manera se ha concluido el rito de iniciación y se ha cumplido el objetivo. Asimismo, se ha dado el paso narrativo de un estado de desconocimiento, a otro en el que el sujeto ha visto un mundo oculto y se le ha revelado lo que otros nunca mirarán. Así, el conocimiento lo ha llevado a un grado superior.



     [1] Surrealismo (literatura) (superrealismo o suprarrealismo, para quienes prefieren una versión más precisa del francés sur-réalisme) lanzó su primer manifiesto en 1924, firmado por André Breton, Louis Aragon, Paul Eluard, Benjamin Péret, entre otros. Allí es definido como "automatismo psíquico puro" que intenta expresar "el funcionamiento real del pensamiento". La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis. En una primera etapa, el movimiento buscó conciliar psicoanálisis y marxismo, y se propuso romper con todo convencionalismo mental y artístico. Enciclopedia Microsoft Encarta 2000.

    [2]En Rev. Contemporáneos, México, D. F., núm. 7, diciembre de 1928.

    [3]En rev. Contemporáneos, núm. 15, agosto de 1929.

    [4]En rev. Contemporáneos, núm 34, marzo de 1931.

    [5]En rev. Contemporáneos, núm. 40-41, septiembre-octubre de 1931.

    [6]Mario Saavedra, Elías Nandino: poeta de la vida, poeta de la muerte, Ed. Agata, Guadalajara, México, 1997, p. 122.

      [7]Francisco Montes de Oca, Teoría y técnica de la literatura, Ed. Porrúa, México, 1998, p. 130.

 

     [8] Jean Chevalier y Alain Gheerbarnt, Diccionario de símbolos, Ed. Herder, Barcelona, 1991, p. 593.

    [9]Ibid, p. 633.

    [10]Ibid, p. 647.

    [11]Ibid, p. 682.

    [12]Ibid, p. 684.

    [13]Ibid, pp. 770-771.


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