Sincronía Spring 2011


LA GRANDEZA MEXICANA DE BERNARDO DE BALBUENA

Javier Ponce


     Aunque nació en España, a Bernardo de Balbuena se le considera mexicano, ya que su padre los trajo a la Nueva Galicia (hoy los estados de Jalisco y Nayarit) cuando tenía dos o tres años. Entre 1585 y 1590 estudió Artes y Teología en la Universidad de México; en esa época participo en tres certámenes literarios en los cuales obtuvo premios. Después de concluir estos estudios fue capellán de la Audiencia de Guadalajara y cura de San Pedro Lagunillas, cerca de Compostela, Nayarit, donde pasó más de diez años. Impulsado por el deseo de destacar, decidió buscar un cargo eclesiástico en una ciudad importante donde pudieran apreciar sus escritos y donde, además, le publicaran su obra poética.

     De tal manera, se trasladó a la ciudad de México en 1602, donde ya era conocido. Allí escribe y en 1604 publica La grandeza mexicana, su poema más importante y del cual comenta Menéndez y Pelayo, "si de algún libro hubiéramos de hacer datar el nacimiento de la poesía americana propiamente dicha, en éste nos fijaríamos".

     Aunque pudo publicar, Balbuena no obtuvo en México el puesto deseado, por lo que viajó a España hacia 1606 y ahí obtuvo el grado de doctorado en Teología por la Universidad de Sigüenza. En 1608 editó Siglo de Oro en las selvas de Erífile, novela pastoril con poemas eglógicos intercalados, que el autor dedica al conde de Lemos. Gracias a sus constantes gestiones ante la corte fue nombrado Abad de Jamaica. En 1610 se trasladó a ese lugar, donde escribió El Bernardo o Victoria de Roncesvalles, libro que se publicó en Madrid en 1624. En 1919 es nombrado obispo de Puerto Rico y en 1622 deja Jamaica para asumir su nuevo cargo.

     En 1625 el puerto de San Juan fue tomado y saqueado por corsarios holandeses y Balbuena sufrió la pérdida de su grandiosa biblioteca al ser saqueado e incendiado su palacio. Murió en esa ciudad en octubre de ese año.

 

                     LA GRANDEZA MEXICANA[1]

 

     De acuerdo con el poema, éste fue escrito para Doña Isabel de Tobar y Guzmán, la cual pidió al narrador se hiciera un "perfectísimo retrato[2]" de la grandeza mexicana.

     La representación dada no se refiere al país, sino a la ciudad, que es mostrada a través de diversos tópicos a lo largo del texto. Considerado por algunos críticos como uno de los primeros poemas en que se muestra un nacionalismo incipiente de nuestro país, "La grandeza mexicana" es un poema completamente descriptivo que narra con constante asombro y alabanza cada uno de los elementos allí presentados. Si pudiéramos decir que existe un elemento que se manifiesta a través de todo el poema, éste vendría a ser la grandilocuencia. La exageración en este sentido se da en gran medida. Todo en la famosa México es grandioso; desde las cosas más pequeña hasta las gentes que ahí viven.

      México es "centro de perfección, del mundo el quicio[3]"; se encuentra ubicada fuera de la razón; pero a la vez está situada en un lugar privilegiado, similar en cierta forma al Paraíso. La famosa México es el espacio donde todo se da en abundancia: la naturaleza es rica en productos y las cosechas rinden por meses; los metales preciosos van en "recuas, carros, carretas, carretones[4]"; abundan razas, formas de pensamiento, oficios, clases sociales, lenguas, propósitos, fines y deseos, y aún, a veces, leyes y opiniones. La abundancia no sólo se da en las cosas comunes; el exotismo es algo que prolifera en este lugar. A la ciudad llegan cosas de muchos países del mundo:

 

     De España lo mejor, de Filipinas

la nata, de Macón lo más precioso,

de ambas Javas riquezas peregrinas;

 

     la fina loza del Sangley medroso,

las ricas martas de los scitios Caspes,

del Troglodita el cínamo oloroso;

 

     ámbar del Malabar, perlas de Idaspes,

drogas de Egipto, de Pancaya olores,

de Persia Alfombras, y de Etiopía jaspes[5]

 

 

     "La grandeza mexicana" es un poema épico en el que se pueden descubrir varias influencias. Entre ellas se encuentran la evidente relación que existe con la poesía renacentista italiana y la cultura humanística que existía en ese tiempo presentada a través de la constante alusión a los clásicos griegos y latinos.

     A lo largo del poema se van desarrollando los diversos temas anunciados en el argumento. El principal viene a ser, como ya se había mencionado, la grandeza de un lugar llamado "la famosa México". Al rededor de éste giran otros que siempre están en función a primero: la riqueza económica, la naturaleza pródiga, la prosperidad cultural y religiosa, la nobleza de sus gentes, el acertado gobierno y, finalmente, la gran variedad de oficios.

     El discurso se vuelve una constante alabanza en la que se emplea la retórica de la época, proyectando sobre una realidad distinta a la europea los mismos halagos y frases que se podrían aplicar a la realidad literaria de este continente. Como ejemplo se pueden citar los siguientes versos: "labrada  en grande proporción y cuenta de torres, chapiteles, ventanajes, su machina soberbia se presenta[6]". Incluso, la ciudad llega a compararse en varias ocasiones con Venecia: México es la prolongación del Renacimiento.

     La grandeza mexicana no se refiere nunca específicamente al pasado histórico en el que se desarrolló la cultura prehispánica. Más que una alabanza de lo que era propiamente México parece una apología de una España en América:

 

     ¿Quien no creerá que las consejas crecen,

si oye que en menos tiempo de diez años

ganó España en las Indias que hoy florecen

 

     dos monarquías a su riego y daños,

y en cien reinos de bárbaros valientes

dos mil leguas de términos extraños,

 

     abriendo en suelo y climas diferentes

de docientas ciudades los cimientos

que hoy las poseen y gozan nuestras gentes?[7]

 

 

     Si bien es cierto que los bárbaros son valientes, también lo es que quien los vence es superior al caído. Así, la famosa México se convierte sólo en una prolongación de España. De tal manera, importan mucho más los antecedentes europeos que los propiamente americanos. Los intereses que los españoles tenían fue la causa principal de la prosperidad de la cultura americana. El Interés es uno de los principales móviles que crea, mantiene y promueve las rígidas estructuras sociales: "si unos a otros se ayudan y obedecen, y en esta trabazón y enga[r]ce humano los hombres con su mundo permanecen[8]".

 

     En la ciudad todos sus personajes cobran importancia; pero fuera de ella aún los más importantes se transforman en seres menores:

     y todos por atajos y rodeos

en esta gran ciudad desaparecen

de gigantes volviéndose pigmeos.

 

     ¡Oh inmenso mar, donde por más que crecen

las olas y avenidas de las cosas

si las echan de ver ni se parecen![9]

 

 

     Lo externo a la ciudad es el mar, lugar donde todo lo grandioso se hace insignificante. De acuerdo con el texto, la ciudad es una isla de abundancia y fuera de ella todo se encuentra en la barbarie.

     En México todos los elementos citados forman parte de un orden armónico sumamente importante para el desarrollo de la vida cotidiana. Las relaciones que se dan entre los diversos personajes mencionados y la naturaleza -hombre y mundo- son la base de la permanencia del hombre en la sociedad. La variedad produce la riqueza y de esta forma cada uno debe asumir el papel que le corresponde en esta compleja red de relaciones sociales.

 

BIBLIOGRAFíA:

BALBUENA, Bernardo de, La grandeza mexicana, estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, Ed, Porrúa, México, 1985.

GONZáLEZ Peña, Carlos, Historia de la literatura mexicana, Ed. Porrúa, México, 1984.

LAZO, Raimundo, Historia de la literatura hispanoamericana, Ed. Porrúa, México, 1983.

OCAMPO, Aurora M. (coordinadora), Diccionario de escritores mexicanos, incluye "Panorama de la literatura mexicana por María del Carmen Millán, Ed. UNAM, México, 1967.



    [1]Bernardo de Balbuena, La grandeza mexicana, estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, Ed. Porrúa, México, 1985, (Col. Sepan Cuántos, Nº 200).

    [2]Ibid. p. 63.

    [3]Ibid. p. 62.

    [4]Ibid. p. 64.

    [5]Ibid. pp. 77-78.

    [6]Ibid. p. 63.

    [7]Ibid. p. 123.

    [8]Ibid. p.67.

    [9]Ibid. p. 65.


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