El mito del héroe en La muerte de Artemio Cruz
Oralia Prado Govea
Universidad de
Guadalajara
El mito en la obra
narrativa del escritor mexicano Carlos Fuentes ha sido ampliamente
estudiado por la crítica. Como ejemplo basta señalar
los trabajos de Claude Fell en Mito
y realidad en Carlos Fuentes
(1971) y El
mito
en la obra narrativa de Carlos Fuentes (1987)
de Francisco Javier
Ordiz Vázquez quienes estudian la presencia de la mitología
prehispánica y griega, entre otros tipos de mitos.
También se
han estudiado ampliamente el ataque y desintegración de las
formas narrativas establecidas. La invención y creación
verbal constantes; la lengua, personaje esencial de la novela,
rebelada contra toda tradición lingüística y
creadora. La incesante experimentación con el régimen
del tiempo: tiempo regresivo, sujeto a los vuelos involuntarios de la
memoria, más que progresivo. El cinematografismo de los
procedimientos, multiplicidad de los planos y secuencias narrativas.
La mutación y dinamismo del punto de vista (Loveluck,1999).
A pesar de tan
exhaustivos trabajos, ninguno ha estudiado
La
muerte de Artemio Cruz
desde el mito del héroe, aunque en la novela se encuentran
claras alusiones y a veces referencias directas a este mito. Los
sucesos en la
vida del héroe siguen una definida línea arquetípica
que es presentada en La
muerte de Artemio Cruz,
bajo una nueva dimensión de su principio básico para
crear a un personaje moderno.
Dado que el
propósito de este estudio es encontrar qué función
cumplen esos cambios en la acción de Artemio Cruz con respecto
a la trayectoria clásica del héroe, se utilizará,
por encontrarla adecuada, la teoría que el mismo autor ha
venido elaborando por varios años. Aunque son varios los
ensayos críticos del autor, se toman los postulados de Fuentes
acerca de la novela moderna vertidos en algunos de sus ensayos
críticos de Valiente
Mundo
Nuevo.
Épica,
utopía
y mito en la novela hispanoamericana (1990).
Principalmente, Juan
Rulfo: El tiempo del mito;
Mariano
Azuela:
la “Ilíada” descalza;
Tiempo
y
espacio de la novela,
y La
épica
vacilante de Bernal Díaz del Castillo.
En éstos, el
autor explica sus concepciones acerca del mito, la épica, la
tragedia, el papel de la historia y la importancia del pasado de la
Hispanoamérica multirracial y policultural. Para Fuentes,
“debemos recordar claramente, o no tendremos futuro”
(1990, p. 83). En el olvido del pasado radica que se cometan
constantemente los mismos errores. De ahí que Artemio Cruz
represente a la tiranía de siempre, mientras que la historia
de México y de América Latina se repite en sus mismos
problemas.
De esta posición
se pretende desarrollar la hipótesis principal de este
trabajo: el fracaso del personaje Artemio Cruz, se debe básicamente
a que no lleva con él su pasado, no es consciente de su
identidad; por lo tanto, vive para alcanzar el futuro que desea, como
marca el paradigma de la Ilustración. Para hacerlo notar es
que Fuentes utiliza la atmósfera mítica; con lo cual se
perfila como personaje moderno, pero amputado de sí mismo.
Con respecto al
héroe, se dilucida cuáles elementos del mito se
mantienen a partir del análisis de la trayectoria del
personaje principal; y cuál es su presentación y
función en la novela, para llegar a los elementos que
constituyen a este personaje como perteneciente a la narrativa
moderna.
Para llevar a cabo
el análisis de la trayectoria del héroe se utilizan
principalmente los estudios del mitólogo Joseph Campbell
(2006) expuestos en
El
héroe de las mil caras
y El
mito
del nacimiento del héroe
del psicoanalista austriaco Otto Rank (1993).
Estudiar La
muerte de Artemio Cruz,
desde una óptica interesada en el mito del héroe y con
las observaciones de Fuentes, proporciona bases para abordar los
diferentes niveles de significación que su personaje
protagónico ofrece.
LA FAMILIA LITERARIA
La
épica es
el resultado de la separación del hombre y el mito (Fuentes,
1990, p. 174), y por ende, de los dioses. Con este desprendimiento el
hombre se convierte en actor: él es quien asume la acción.
Esta acción surge como resultado del conocimiento del hombre
sobre sí mismo, se sabe capaz de actuar por cuenta propia y
viaja, se desplaza, abandona la tierra de origen y obliga a los
dioses a acompañarlo. Así nace la épica. Además,
el desplazamiento hace de la épica un puente entre el mito y
la tragedia.
En la épica
hay un acto que es violación de la tierra pacífica: el
quebrantamiento de la paz de los sepulcros a través del cual
el hombre adquiere conciencia de sí. Con este acto la épica
se convierte en tragedia ya que la sociedad reconoce que sus errores
y aciertos pueden quebrantar los valores de la colectividad.
La recuperación
de los valores quebrantados se logra cuando “el héroe
trágico regresa al hogar, a la tierra de los muertos, y cierra
el círculo en el re-encuentro con el mito del origen.”
(Fuentes, 1990, p.175). Pero además del regreso del héroe,
para que la tragedia genere la reconciliación de la polis, son
necesarios la catarsis que genera la resolución de los valores
en conflicto y la transformación de la catástrofe en
conocimiento. Es decir, el valor de la tragedia es que convierte la
desgracia en conocimiento, el hombre debe experimentar un cambio a
través del conflicto de valores.
El valor del mito
radica en su carácter estructurante de la épica, la
tragedia y de sí mismo. El mito es palabra, es el alma de la
tribu. La épica es acción y la tragedia es
enfrentamiento de valores.
Hispanoamérica
no ha podido recrear el círculo mito, épica, tragedia
porque, durante la Conquista, se interpuso la utopía de
implantar la Edad de Oro en América, donde los cronistas se
encontraron con el “buen salvaje” y una naturaleza
paradisiaca, que se frustró dado que este paraíso fue
convertido en ruinas. Dado que la búsqueda del progreso
material trajo consigo la pérdida de tradiciones, valores
morales y filosóficos, en América Latina.
El regreso al mito
se ve obstaculizado también por el paradigma occidental de la
modernidad que “nos hizo herederos de una religión, una
política y una literatura nugatorias del triple valor
clásico.” (Fuentes, 1990, p.177). Esto se debe a la
visión lineal del tiempo impuesta por el judeo-cristianismo
primero y el mercantilismo después, lo que provocó el
rompimiento del círculo: mito, épica, tragedia. Es esta
visión del tiempo la que hace que surja la novela.
Ésta, como ya
se observó, hace el mismo tratamiento sucesivo del tiempo que
la épica; pero, paradójicamente la rechaza: en Europa
hizo de ella una parodia, en Hispanoamérica la degrada. Por
otra parte, reconoce el vacío que dejan en la literatura el
mito y la tragedia y desea unirse de nuevo a ellos.
En el caso de
Hispanoamérica la búsqueda de la utopía, durante
la Conquista, establece dos grandes tradiciones: la crónica,
de Colón, Coronado, Cortés, Cabeza de Vaca, Pizarro y
Valdivia, que apoya políticamente la versión épica
de los hechos (de los conquistadores, personajes que creen asemejarse
a los héroes de las novelas medievales europeas; al tiempo que
en Europa ya son parodiados por Cervantes) y la crónica lírica
“que crea otro mundo, la historia en la cual todo lo asesinado
y sofocado por la historia épica tenga cabida.”
(Fuentes,1990, p.180). La crónica lírica, que es
vacilación, ambigüedad, se observa en las narraciones de
Bernal Díaz del Castillo, descritas como épica
vacilante que refleja el amor por el vencido, es el anuncio de la
novela de nuestro tiempo en Hispanoamérica.
Fuentes se cuestiona
en qué medida el impedimento de cumplir el círculo:
mito, épica, tragedia es consecuencia de la decisión
moderna, del judeo-cristianismo y del mercantilismo, de exiliar la
tragedia que no encaja con la visión hacia el futuro que
promete el bienestar de las comunidades y sus instituciones.
El sueño de
construir una utopía en América se convirtió,
durante la Colonia, en una pesadilla: la hacienda que irónicamente
resultó ser el refugio de los que habían sido
despojados. De ahí salen los que en 1910 fueron a la
revolución.
Es este el discurso
que permitirá ver qué función tienen las
alusiones al mito clásico del héroe, el cual será
analizado frente a este paradigma de Fuentes.
LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA DE SU POÉTICA DE LA NOVELA
La novela
hispanoamericana moderna, desde la visión de Fuentes,
transgrede las normas habituales del quehacer narrativo. En términos
generales, en ella se observa la desaparición de las formas
que habían imperado a lo largo de más de un siglo y,
sobre todo, del enfoque realista con sus técnicas
tradicionales para expresar el poder voraz de la naturaleza que
únicamente había servido para mostrar con simplicidad
maniquea los problemas políticos y sociales.
Los novelistas
modernos rechazaron el simplismo realista y, conscientes de la
incapacidad del lenguaje viejo, introdujeron el concepto de
ambigüedad como recurso para mostrar tanto la complejidad
interna del individuo como de sus relaciones sociales. Para expresar,
entre otras cosas, esa ambigüedad utilizaron técnicas
narrativas que eran la respuesta necesaria de la literatura a las
dificultades que se presentaban en una sociedad en cambio constante.
Fuentes mismo señala
en La
nueva novela hispanoamericana,
“la novela es mito, lenguaje y escritura. Y al ser cada uno de
estos términos es, simultáneamente, los otros dos”
(1969, pp. 24-25). Es decir, debe existir una alianza entre el
uso del lenguaje y de las estructuras míticas, pues estos
permitirán la renovación del discurso para que la
novela sea el medio que recupere la historia perdida y plasme la
identidad de Hispanoamérica como continente multirracial y
policultural.
El rechazo del
realismo decimonónico, la vuelta al lenguaje poético,
la implantación de un lenguaje propio y el uso de estructuras
narrativas novedosas son los postulados que Fuentes atribuye como
fundamento teórico de la nueva novela hispanoamericana.
Aquí se
señalarán algunas de las principales técnicas
narrativas que Fuentes utiliza en La
muerte de Artemio Cruz
y se verá cómo es que están estrechamente
relacionadas con su poética de esta novela.
1. Tratamiento del tiempo
En La
muerte de Artemio Cruz hay un relato base que consiste en la
narración de un día de agonía en el personaje principal. En este día,
10 de abril de 1959, se presenta al personaje como un se
que en medio de
su desintegración física -al mismo tiempo que expresa
que pudo haber tomado decisiones diferentes- declara el desagrado que
siente por su familia, el orgullo de sus actos despóticos y su
negación a la muerte.
A partir de este
delirio convaleciente, Artemio, mediante una analepsis, comienza a
hacer un recorrido de su vida que es en realidad en lo que consiste
la novela ya que narra toda la vida del personaje y alrededor de cien
años de historia de México.
Desde la distancia,
1959, Artemio recuenta los hechos acaecidos en México del 9 de
abril de 1889 al 31 de diciembre de 1955. Estos hechos se presentan
entrecruzando la realidad social y la realidad individual del
personaje principal.
A través de
la memoria de Artemio Cruz se observan algunos de los períodos
históricos determinantes para el destino del país y el
curso de la vida de este personaje. Uno de los momentos más
sobresalientes es la Revolución Mexicana, en la cual se
presenta principalmente a los líderes como Venustiano Carranza
y Álvaro Obregón; los hombres del pueblo como los
campesinos y el grupo de los yakis; las mujeres y niños
abandonados en las paupérrimas poblaciones. Del periodo
postrevolucionario destaca el ambiente político, social e
ideológico; pues se señala la degeneración de la
lucha provocada por las ambiciones políticas y el olvido de
los ideales revolucionarios. Este aspecto también es señalado
por Sergio Ramírez en Fuentes
de la imaginación crítica:
“Toda la urdimbre de la Revolución Mexicana podía
explicarse en la vida de Artemio Cruz, el muchacho alzado en armas
que luego se hacía poderoso porque la revolución había
llegado a ser para él un brillante negocio (…)”
(2008). Aunque es conveniente aclarar que la novela se enfoca en la
facción carrancista.
El último
dato que se narra es el nacimiento de Artemio en una cabaña de
mulatos. Así es como la analepsia permite que al final se
toquen nacimiento y muerte.
Esta analepsis se
compone de doce segmentos, todos iniciados con una fecha: 1941, 1919,
1913, 1924, 1927, 1947, 1915, 1934, 1939, 1955, 1903, 1889. Como
puede observarse, la analepsis no es lineal, pues por lo común
la vida del personaje se narra hacia atrás, eso es lo que hace
que la novela sea mítica.
En términos
generales el recuerdo de Artemio se da a la inversa pero no siempre;
ya que tiene vaivenes que permiten generar una mayor complejidad y
ambigüedad en la vida del personaje puesto que estos saltos en
la narración hace que se originen reflejos que explican a
Artemio durante sus diferentes etapas.
Las voces narrativas
En el
relato base
arriba descrito la voz de la enunciación está en
primera persona. A través del repaso de sus acciones Artemio
busca recomponerse. Es un yo
que
muestra
a un Artemio incoherente y convaleciente:
No, Artemio Cruz no. Otro. En un
espejo colocado frente a la cama del enfermo. El otro. Artemio Cruz.
Su gemelo. Artemio Cruz está enfermo. El otro. Artemio Cruz
está enfermo: no vive: no, vive. Artemio Cruz vivió
durante algunos años… Años no añoró:
años no, no. Vivió durante algunos días
(Fuentes, 2007, p.18).
En el pronombre yo
surge el recuento de la vida del personaje. Este recuerdo es
expresado por Artemio mismo desdoblado recorriendo su vida en la cual
se utiliza el pronombre tú.
Aquí, Artemio se interpela a sí mismo.
Entre otros aspectos
de la voz tú
se encuentra la digresión que ayuda al personaje a
cuestionarse y reflexionar acerca del rumbo que tomó su vida:
¿Quién no sería
capaz, en un solo momento de su vida –como tú- de
encarnar al mismo tiempo el bien y el mal, de dejarse conducir al
mismo tiempo por dos hilos misteriosos, de color distinto, que parten
del mismo ovillo para que después el hilo blanco ascienda y el
negro descienda y, a pesar de todo, los dos vuelvan a encontrarse
entre tus mismos dedos? (Fuentes, 2007, p.48).
El
tú
recuerda un pasado narrado en futuro. El futuro pasado tiene relación
con el tiempo mítico porque Artemio reflexiona sobre si el
destino rigió su vida o fue libre para elegir: “Nadie se
enterará, salvo tú, quizá. Que tu existencia
será fabricada con todos los hilos del telar, como las vidas
de todos los hombres. Que no te faltará, ni te sobrará,
una sola oportunidad para hacer de tu vida lo que quieras que sea”
(Fuentes, 2007, p.49). Como puede
observarse por la cita anterior, hay una lucha entre la libertad y la
fatalidad, lo cual vuelve humano a Artemio y contrario al personaje
manifestado en la voz del yo. Unido a lo anterior,
a través del pasado futuro, a pesar de que ya todo
ocurrió, las acciones del personaje son presentadas como
posibles y no como ocurridas. Con el uso del
tiempo pasado futuro, la voz
tú
señala que a partir de la modernidad ya no hay un destino
establecido -como el del mundo del héroe mítico, que se
analizará en otro apartado- con lo cual Artemio es un
personaje complejo perteneciente a la narrativa moderna.
La otra voz es la
del narrador omnisciente en tercera persona él.
Esta voz sirve como trasfondo mítico-poético de la
novela mediante el que se expone irónicamente al personaje,
pues, como se verá más adelante, Artemio se mueve en
dos plataformas distintas: una que genera esta atmósfera de la
novela y otra que va forjando a un personaje ambiguo muy de la
narrativa moderna.
La voz él
genera una novela moderna que critica la modernidad a través
de la vida de Cruz y el rumbo del país, ya que ambos se mueven
en los postulados de la Ilustración y el pensamiento ilustrado
niega la tradición. Fuentes señala, a través de
las ideas de Vico, que el hombre hace la historia porque es
producto de la vida en una sociedad policultural y
multirracial. Por lo tanto, la historia es la portadora del
conocimiento de la humanidad. Si la historia es olvidada y se
adquiere la visión futurizante del capitalismo, se deja de
lado el conocimiento de las raíces humanas y se adquiere un
excesivo individualismo en el que lo más importante es el
propio bienestar. Durante el
transcurso de la de la Revolución Mexicana, Artemio adquiere
esa visión individualista y futurizante del capitalismo, y al
finalizar la revuelta sus actos lo encaminan al comienzo de su
fortuna.
A pesar del
individualismo, la voz
él
del narrador omnisciente, deja ver el lado humano, ambiguo y complejo
de Artemio. Como sucede en la escena del abandono al soldado durante
la batalla:
Él le dio la espalda al
soldado y al muerto y volvió a correr hacia el llano. Era
preferible. Aunque no oyera ni viera nada. Aunque el mundo pasara
como una sombra desgranada a su lado. Aunque todos los rumores de la
guerra y los de la paz -cenzontles, viento, bramidos lejanos- que
persistían se convirtieran en ese tambor único, sordo,
que englobaba todos los ruidos y los reducía a una tristeza
pareja (Fuentes, 2007, p.111).
Paralelo al
pensamiento de Artemio, se presentan las contradicciones del México
moderno que persiguió las rutas de la Ilustración. Él
presenta una visión más amplia y contradictoria del
desatino del país, y del personaje.
Además, al
iniciarse en la Revolución, Artemio no tiene claros los
ideales que persigue y, como se verá más adelante, la
base de su acción son los postulados de la Ilustración.
Fuentes, en Mariano
Azuela:
La
“Ilíada” descalza
(1990,
pp. 174-193), expone que parte del fracaso del movimiento armado
radica en que los hombres del pueblo que se levantaron en armas
fueron sacados de debajo de la losa de los siglos.
Por lo tanto, el
sistema dominante lleva a Cruz a convertirse en lo que es y a la
Revolución Mexicana a los resultados obtenidos; ya que el
mercantilismo no permite la vida en comunidad porque impone el
individualismo. La vida en comunidad surge a partir de la palabra
pues ésta es el espíritu del pueblo. Sin embargo, la
comunidad originaria de Artemio, al lado de su tío Lunero, fue
sometida durante siglos hasta dispersarse su palabra:
(…) No hablaban. Pero el
mulato y el niño sentían esa misma gratitud alegre de
estar juntos que nunca dirían, que nunca, siquiera,
expresarían en una sonrisa común, porque estaban allí
no para decir o sonreír, sino para comer y dormir juntos y
juntos salir cada madrugada, sin excepción silenciosa, cargada
de humedad tropical y juntos cumplir las labores necesarias para ir
pasando los días (…) (Fuentes, 2007, p.395).
Al carecer de
palabra Artemio también está falto de una identidad
cultural bien definida pues, al no conocer la historia de su
comunidad, carece de raíces culturales. En esta cita destaca
el silencio con lo cual se simboliza el aniquilamiento de la cultura
y las tradiciones de Lunero e Isabel Cruz, pues si no hay palabra no
existe la colectividad, el alma de la tribu se pierde. Lo que queda
en la identidad de Lunero es casi intuitivo pero reconoce que al
silenciar su pasado también oprime su identidad:
No debía decir nada, pensó el mulato; no diría nada, se iría como se iban los suyos, sin decir nada, porque conoce y acepta la fatalidad y siente un abismo de razones y memorias entre ese conocimiento y esa aceptación y el conocimiento y rechazo de otros hombres; porque conoce la nostalgia y la peregrinación (Fuentes, 2007, p.399).
Las citas anteriores
también muestran el poder mítico de la anacronía
utilizada por la analepsia; pues, a través del recuerdo,
Artemio regresa a sus orígenes, aspecto que posteriormente
será relacionado con el mito del héroe.
Se puede afirmar que
toda esta estructura, generada por la analepsis y las diferentes
voces que componen la novela, expresa la visión mítico-heroica
que se contrapone a la visión futurizante de la modernidad
ilustrada y logra insertar a un personaje épico-moderno.
EL MITO DEL HÉROE
Se apuntó
antes que el primer componente de lo que Fuentes llama la rueda de
fuego, son los mitos. Aquí se destacará específicamente
uno: el mito del héroe. Se dilucidará cuáles
momentos se mantienen y cual función tienen en la novela a
partir del análisis de la trayectoria de su personaje
principal.
La identidad
cultural, propiciada principalmente, como señala Fuentes, por
el mito que es el origen del lenguaje, está ausente en la
novela hispanoamericana moderna porque la visión de la
modernidad ha llevado a la destrucción del mito. Recuérdese
que Fuentes, siguiendo a Vico, afirma que no debe
olvidarse que la historia es, sobre todo, la historia cultural de
cada pueblo.
El personaje no
advierte la ironía, solamente la reconocen los lectores, pues,
como ya se mencionó, el personaje se mueve en dos trayectorias
distintas: entre el plano de lo mítico heroico y las
decisiones ambiguas que lo alejan de su carácter de héroe.
El acto iniciático, percibido desde el nivel o perspectiva de
los personajes es una fatalidad.
Así pues, a
través de la ambigüedad, el cosmos novelístico
presenta una delgada línea entre destino establecido y la
libertad para elegir; con lo cual, pretende plasmar la inestabilidad
de la sociedad y la vacilación en la identidad del personaje
de Artemio Cruz:
Nunca has podido pensar en blanco
y negro. En buenos y malos, en Dios y el Diablo: admite que siempre,
aun cuando parecía lo contrario, has encontrado en lo negro el
germen, el reflejo de su opuesto: tu propia crueldad, cuando has sido
cruel ¿no estaba teñida de cierta ternura? (…)
no queremos que se pierda esa zona intermedia, ambigua, entre la luz
y la sombra: esa zona donde podemos encontrar el perdón
(Fuentes, 2007, pp.47-48).
Esta inestabilidad
es contraria al rígido mundo del héroe y al pleno
reconocimiento que el enviado del destino tiene sobre sí
mismo. En la personalidad de Artemio destaca la incertidumbre hacia
la sociedad en la que habita y hacia su propia identidad pues
reconoce que está rodeado por la ambigüedad.
El héroe
mitológico se convierte en un iniciado porque, tras haber
enfrentado a los seres que le impiden el paso hacia la zona
desconocida, se dirige a alcanzar un objetivo específico. Por
el contrario, Artemio no sabe hacia dónde se dirige, lo cual
es completamente contrario al héroe. Lo que Artemio lleva de
su pasado son vivencias, afectos y sentimientos; pero carece de
palabra.
Durante el
desprendimiento de la vida que debe quedar atrás para iniciar
la aventura, en la cima de la montaña, Artemio es un ser amado
por los dioses y el universo, él es el núcleo del
mundo:
Vas a vivir... Vas a ser el punto
de encuentro y la razón del orden universal... Tiene una razón
tu cuerpo... Tiene una razón tu vida... Eres, serás,
fuiste el universo encarnado... Para ti se encenderán las
galaxias y se incendiará el sol... Para que tú ames y
vivas y seas... Para que tú encuentres el secreto y mueras sin
poder participarlo, porque sólo lo poseerás cuando tus
ojos se cierren para siempre... (Fuentes, 2007, p.441).
En este momento en
el que Artemio comienza su aventura, se percibe la belleza de lo que
su vida pudo ser; sin embargo, al final él sabe que es un
héroe fracasado con lo cual se genera una ironía
interna en el personaje.
De este
reconocimiento del fracaso, que es la catástrofe de Artemio,
hay un conocimiento que genera la tragedia; sobre todo porque hacia
el final de la novela se presentan el momento de la partida y el
camino que Artemio siguió, como una posibilidad de cambio en
el mundo moderno a través del autoconocimiento que el
personaje tiene de su trayectoria.
En ningún
momento de la narración Cruz debe enfrentarse ante la lucha de
dos valores igualmente importantes. Durante su agonía, en el
diálogo interno del tú,
confiesa, al referirse a su otro yo con el que dialoga: “no te
faltará, ni te sobrará, una sola oportunidad para hacer
de tu vida lo que quieras que sea. Y si serás una cosa, y no
la otra, será porque, a pesar de todo, tendrás que
elegir” (Fuentes, 2007, pp.48-49).
Su lucha de valores
es consigo mismo. Su sistema de pensamiento lo traiciona al final
pues reconoce su infelicidad y pone en tela de juicio el papel del
destino, admite que fue libre para decidir su futuro y su vida ya que
no es forzado a tomar sus decisiones, él elige lo que quiere
hacer y ser. Esto lo sabe cuando ya no tiene tiempo, por lo que se
convierte en una reflexión hacia un mundo futuro, aunque sea
sin él, que aprenda de los errores.
La reflexión
de su vida le permitirá arrepentirse, desear haber tomado otro
camino; por ello, su vida es trágica. Se genera un cambio en
el personaje porque, a través de la memoria creada por la
analepsis, Cruz experimenta una transformación como individuo
y desea haber escogido otra vida.
Después de
que Artemio comienza el camino de las pruebas, no se sabe nada de su
vida hasta que tiene veintiún años. En este momento se
presenta el ayudante en la figura del maestro Sebastián.
La figura del
ayudante, en el mito del héroe, es una figura protectora que
proporciona al aventurero los conocimientos que necesita para
triunfar sobre la prueba que le fue impuesta (Campbell, 2006, p.70).Tras la primera
prueba, Artemio parte a realizar su destino. Deja atrás el
periodo de la vida con Lunero y adquiere otro estado al lado del
maestro Sebastián pues él lo introduce a las ideas
propias de la Ilustración.
Para Fuentes,
seguidor del pensamiento de Vico, los postulados de la Ilustración
son parte de la tragedia de México porque, como ya se
mencionó, la imposición de la modernidad ha provocado
que la utopía, traída por algunos de los conquistadores
a Hispanoamérica, se frustrara al convertirse en una lucha de
ambición por el poder, provocada por la realidad del
mercantilismo. Así pues, contra el modelo de la ilustración
se levanta en gran medida la novela.
Siguiendo la línea
del monomito, con los conocimientos proporcionados por su ayudante,
Artemio se considera preparado para enfrentarse al mundo de la
Revolución Mexicana, pues sabe leer, escribir y odiar a los
curas. Cruz se dirige a la lucha sin consciencia de su causa, como lo
muestra su argumento para unirse al movimiento armado: “el
maestro Sebastián le pidió que hiciera lo que los
viejos ya no podían: ir al Norte, tomar las armas y liberar al
país. Si era un escuincle entonces, aunque estuviera por
cumplir los veintiún años” (Fuentes, 2007,
p.100).
Además,
durante el camino de las pruebas, Artemio es un personaje casi vacío
pues no porta la semilla de su misión:
Nunca comprendió por qué,
al tocar los cascos de su caballo el primer terreno llano, bajó
la cabeza y perdió la noción de la tarea concreta que
le había sido encomendada. La presencia de sus hombres se
desvaneció, junto con el sentimiento firme de alcanzar un
objetivo (Fuentes, 2007, p.104).
Este vacío se
llena de las traiciones producto de las decisiones que Artemio toma:
la violación de Regina; el compañero soldado que deja
morir por cobardía; la usurpación del puesto de Gonzalo
Bernal; el matrimonio forzado con Catalina; el enriquecimiento
fraudulento; el abuso de poder hacia los sectores más
desprotegidos... A pesar de la cobardía y despotismo de sus
acciones, también se puede observar la ambigüedad de sus
decisiones puesto que se percibe que su objetivo durante la
Revolución no era convertirse en un tirano sino que añora,
quizá inconscientemente, una vida como la que tuvo al
lado de Lunero:
Cruzó los brazos sobre el
pecho y trató de respirar regularmente. Una vez que dominaran
al ejército desbaratado de Pancho Villa, habría paz.
Paz. (…) Quizá la paz significaría buenas
oportunidades de trabajo. En su recorrido en crucigrama por el
territorio de México, sólo había asistido a la
destrucción. Pero se destruían campos que podrían
sembrarse de nuevo. En el Bajío, una vez, vio un campo
precioso, junto al cual podría construirse una casa de arcadas
y patios floreados y vigilar las siembras. Ver cómo crece una
semilla, cuidarla, atener el brote de la planta, recoger los frutos.
Podría ser una buena vida, una buena vida (Fuentes, 2007,
p.253).
La nostalgia de una
vida sencilla se va desvaneciendo debido a las traiciones que
comete y al terminar la Revolución, el mercantilismo aparece
en su vida, Artemio se convierte en el representante del nuevo
cacique, y del perfil del militar que se aprovecha del poder para
enriquecerse con la Revolución, como se muestra en los pasos
que integraron su riqueza mal habida.
Artemio Cruz es el
arquetipo de la clase dirigente nacida después de la
Revolución. Esta clase vencedora y gobernante del México
postrevolucionario es observada durante toda la narración ya
que, a partir de ésta, se fortalece el sistema capitalista con
lo cual cambian los modelos de producción y, como
consecuencia, los métodos de dominación social, como se
puede observar en las acciones tomadas por Cruz y el resto de los
hombres despóticos para mantener el poder.
En la nueva
sociedad, el poder –que se repite con variantes- se mantiene a
través de la represión de las masas trabajadoras, las
relaciones comerciales con empresas estadounidenses, el manejo y
control de la información, los contactos con los líderes…
Con esto se muestra el desarrollo del sistema político
postrevolucionario en México y la implantación de
nuevos métodos de dominación social.
Estas
consideraciones del actuar de Artemio permiten afirmar que se va
degradando la trayectoria del héroe clásico en el
camino que el personaje recorre en la lucha armada. Cuando Artemio
comienza su aventura, los momentos del mito heroico desaparecen
porque a pesar de que las circunstancias son las necesarias para
llevar a cabo las hazañas heroicas, las decisiones de Artemio
no son las adecuadas en la trayectoria del héroe pues la vida
de este personaje se inserta en el pensamiento de la modernidad y no
porta con él las tradiciones de su comunidad originaria.
Como ejemplo de lo
anterior basta señalar que Cruz quiere borrar el pasado y se
encamina hacia el futuro en el que cree se encuentra el progreso y
tiene como paradigma de enriquecimiento el mercantilismo moderno de
Estados Unidos.
También se
presenta el contraste entre el progreso material estadounidense y la
realidad del México reflejado en el cosmos narrativo:
Desde la mesa, se veía la
explanada del nuevo frente moderno de Acapulco, levantado con premura
para satisfacer la comodidad del gran número de viajeros
norteamericanos a los que la guerra había privado de Waikiki,
Portofino o Biarritz, y también para ocultar el traspatio
chaparro, lodoso, de los pescadores desnudos y sus chozas con niños
barrigones, perros sarnosos, riachuelos de aguas negras, triquina y
bacilos. Siempre los dos tiempos, en esta comunidad jánica, de
rostro doble, tan lejana de lo que fue y tan lejana de lo que quiere
ser. (Fuentes, 2007, p.213).
En esta cita, los
comentarios de la voz de la enunciación él
reflejan la insatisfacción de Artemio por el modelo de
conducta que eligió. Esta insatisfacción es presentada
a lo largo de la novela, con lo cual quedan asentados el fracaso de
la utopía, la ambición por el poder, la tragedia de
México impuesta por la modernidad y la ambigüedad en la
visión de Artemio; pues como ya se mencionó, la novela
se funda contra el modelo de la Ilustración y apuesta por la
necesidad de un pasado vivo que permita abolir las injusticias que se
han repetido incesantemente.
Durante el trayecto
de la vida de Artemio Cruz, se pierde la significatividad de los
elementos del mito; porque durante el camino, se encuentra con la
lucha armada de la Revolución; pero, al terminar el
movimiento, el personaje encarna a un ser parecido al de la novela
moderna; es decir, con una visión lineal del tiempo hacia el
futuro pero que también muestra el otro rostro de la
modernidad que no es de avance sino de degradación individual
y social.
Un profundo estado
de sueño también es representación de la zona
desconocida a la cual se ingresa tras haber aceptado el llamado a la
aventura (Campbell, 2006, p.60). Para Artemio Cruz, la memoria es el
umbral de regreso porque entra a una zona desconocida, representada
por su consciencia y el recuerdo, para internarse en las
profundidades del autodescubrimiento que lo llevará a
reconocer su individualidad. La región de la memoria guarda el
tesoro que Artemio necesita para otorgar el elíxir salvador de
su comunidad:
Tú serás el nombre
del mundo... Tú escucharás el "aooo"
prolongado de Lunero... Tú comprometes la existencia de todo
el fresco infinito, sin fondo, del universo... Tú escucharás
las herraduras sobre la roca... En ti se tocan la estrella y la
tierra... En tu corazón, abierto a la vida, esta noche; en tu
corazón abierto... (Fuentes, 2007, pp. 441-442).
En su lecho de
muerte, el personaje recorre de nuevo el viaje que hizo durante su
vida a través de la memoria, redescubre el camino de la
individualización. En este recorrido, las personas que
debieron fungir como protectores arquetípicos, son, por el
contrario, victimizadas por el propio Artemio. Por ello, el personaje
está solo, no tiene ayudas, actos compasivos o signos que le
demuestren que goza de la protección de los dioses.
La individualización
también es un tesoro difícil de conseguir, y al final
de la larga jornada, el héroe anhela ofrecer a la mayor
cantidad de personas posible los beneficios de sus sacrificios. La
individualización se consigue cuando el héroe logra
organizar el universo, dar vida a lo que carece de forma y energía
(Da Costa y Da Costa, 2005).
El caos provocado
por la fragmentación de la memoria de Artemio –a lo cual
se une el uso de la analepsis y las tres voces que componen el
relato-, en su lecho de muerte, da origen al universo de la
individualidad del personaje.
En el pensamiento
inconsciente de Artemio se genera un tiempo nuevo. De este caos
provocado por el lenguaje surge el lenguaje creador de la identidad
de Artemio Cruz, quien además es el portador de los tiempos
simultáneos: los representados por los pronombres yo,
tú,
él. De la fragmentación
de este lenguaje inconsciente surge el universo de la individualidad
de Artemio porque reconoce su vida.
El retorno demuestra
que el héroe adquirió un poder para salvar. Pero este
no es el caso de Artemio, ya que en el camino se encuentra con el
maestro Sebastián, representante del paradigma de la
Ilustración. El maestro tuvo la función de guía
pero Artemio no adquirió los conocimientos para triunfar sobre
la prueba y regresar; sino que es desposeído de su carácter
anterior y envestido con la visión del futuro.
Artemio no regresa
físicamente; por lo que no logra compartir el elixir salvador
de la sociedad e instaurar sus conocimientos para beneficio de la
humanidad.
La memoria es el
misterio fructificador de la vida descubierto por Cruz. A través
de la memoria, Artemio se vuelve hacia sí mismo. Con este
regreso sella el último eslabón: el retorno del héroe
al hogar en el cosmos de la novela; pues en su viaje, a través
del recuerdo, se genera el periplo.
El fin último
del monomito: la transfiguración del héroe para enseñar
la renovación de la vida, no se cumple en La
muerte de Artemio Cruz.
Por el contrario, la figura del tirano perseguidor está
siempre presente: don Ireneo Menchaca sede el trono a Atanasio
Menchaca, este tirano hacendado, es reemplazado por su igual, otro
tirano hacendado, quien será suplantado, posteriormente en la
novela, por don Gamaliel Bernal, para terminar en la figura de
Artemio Cruz.
El recorrido, por La
muerte de Artemio Cruz,
que
se ha hecho siguiendo la trayectoria del héroe mítico,
y a la luz de algunos conceptos de la poética de la novela y
de la concepción de la historia que sustenta Carlos Fuentes,
ha permitido destacar aspectos importantes de esta novela.
Con el manejo, en
uno de los planos, de la segunda persona gramatical que permite la
introspección del personaje, en una especie de desdoblamiento
que posibilita la propia interpelación y, finalmente, el
diálogo, la concertación con sí mismo, construye
un personaje que expone sus traiciones, sus abusos, sus mentiras;
pero también, sus afectos.
Entre estos
aspectos, Artemio reflexiona sobre si el destino rigió su vida
o fue libre para elegir con lo cual se genera una lucha entre la
libertad y la fatalidad. Unido a lo anterior,
a través del pasado futuro, a pesar de que ya todo
ocurrió, las acciones del personaje son presentadas como
posibles y no como ocurridas.
Pero, además,
al utilizar esta técnica del desdoblamiento acompañada
del recurso de la gran analepsis en que consiste esta novela, la
hondura del personaje se agranda con los efectos del tiempo, ya que
desde su derrota final (el enfrentamiento inminente con la muerte)
realiza un viaje en el que recorre su vida en sentido inverso, viaje
que le permite, dada la distancia, entender y aceptar su vida;
sopesar lo que fue y lo que pudo ser, introduciendo, de esta manera,
la mirada irónica. Consigue, de este modo, un personaje
complejo, mediante el que se expone la ambigüedad de la
condición humana.
Sin embargo la novela es,
sobre todo, una crítica, un alegato, una visión
irónica de la historia del país observado desde el
periodo de la Revolución Mexicana y el inmediatamente
posterior, donde mediante la intervención de la voz del
narrador omnisciente (la tercera persona gramatical) introduce el
discurso del héroe clásico como trasfondo irónico
del actuar del personaje quien paradójicamente se mueve
siguiendo pautas diferentes porque el fin último del monomito,
la transfiguración del héroe para enseñar la
renovación de la vida, no se cumple en La
muerte de Artemio Cruz.
Por el contrario, la figura del tirano perseguidor está
siempre presente.
La organización
temporal del relato da la pauta para explicar qué relación
guarda la alusión a los mitos antiguos: se trata de una
novela, que en términos generales, se mueve del fin al
principio; de tal manera que nacimiento y muerte se tocan. Por lo
tanto, es casi al final de la narración cuando el lector se
encuentra con la descripción del abandono imaginado por
Lunero. Al llegar aquí, el lector ya sabe de las traiciones,
abusos de poder, despojos, violaciones… de todos los actos
despóticos de Artemio Cruz así como de la ambigüedad
de su vida y sus elecciones.
De ahí que la
concretización de la alusión al mito del nacimiento del
héroe presente una calidad muy diferente a la concretización
que hubiera hecho el lector si hubiera leído linealmente. La
concretización no es la de una elaboración mental de un
proyecto en el que se va a ver actuar al héroe. Lo que la hace
–debido a la organización temporal de la novela-
inevitablemente irónica. La alusión al mito heroico es
el paradigma contra el que el lector mide las acciones de Artemio
Cruz.
Si se retoma lo
afirmado por Fuentes en Valiente
Mundo Nuevo,
con respecto a que el paradigma de la modernidad, con su visión
lineal del tiempo, da lugar al nacimiento de la novela pero ésta
no se siente completa y necesita romper la visión futurizante,
La
muerte de Artemio Cruz
puede verse como una metáfora que se revela a la imposición
del tiempo lineal y retoma el ciclo mitológico iniciando por el
fin, para de esta manera hacer una especie de examen de la vida que
el personaje no tuvo.
La vida de Artemio
funge como espejo irónico en el que se tocan el origen y la
muerte, al mismo tiempo que la visión del personaje se inscribe
en la modernidad y el mercantilismo. Por tanto, Fuentes se revela a
la visión del mundo moderno pero lo asume; así pues, La
muerte de Artemio Cruz
es una novela moderna que critica la modernidad. En la novela hay una
instauración de la cosmovisión mítica,
paradójicamente es Artemio el portador del tiempo simultáneo
del mito a través de la memoria, al mismo tiempo que porta la
visión futurizante.
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