Sincronía Summer 2011

Sincronía Current Issue


 

GUZMAN, Martín Luis. La sombra del Caudillo. México, Porrúa, 1997 (Colección Escritores Mexicanos, 89)

Margarita Ramírez Viera

Engelberto Islas Ornelas

Universidad de Guadalajara


 

La sombra del Caudillo, novela post revolucionaria ambientada en la ciudad de México, muestra con un lenguaje ingenioso y ameno como se desarrollan los personajes políticos de la época: sus gustos, pensamientos, pasiones y desencantos; así como la traición, la falsedad y la ambición por el poder.

Martín Luis Guzmán escribe un texto trascendental, una novela política mexicana que expone la persistencia de una dictadura de sombras veladas, tras las caras nuevas de los presidentes. Dictadura que ambiciona perpetuarse en el poder y que se personificó en Obregón y Calles dentro de un marco histórico en el que México aspiraba a consolidar su recién adquirida democracia.(1)

Dentro de la literatura mexicana, La Sombra del Caudillo es la imagen viva de la política en México en los siglos pasado y presente. Guzmán “cuyas diversas artes le ocuparon: literatura, poesía, pintura, teatro, cine, historia, política y los toros” (2) ambicionaba ser un revolucionario letrado, no un hombre de armas.

Conocedor de la política como: el arte de llegar al poder y conservarlo(3), plasma en sus novelas un México joven de virtudes nacientes pero carcomidas, de gracias lisonjeras y política militarista.

Su experiencia como político y amigo de Carranza, aunque más de Francisco Villa, lo llevan a escribir El Águila y la Serpiente en 1928 y Memorias de Pancho Villa en 1940, dos obras valiosas, tanto por su estilo (de no callar absolutamente nada) como por su contexto histórico.

Conforme a lo escrito por Rosado la novela narra: el asesinato – en Octubre de 1927- del general Francisco Serrano – candidato a la presidencia de la República - y sus hombres en Huitzilac. Es, además, la novela más importante de Martín Guzmán quien logra editarla a partir de 1929. El entonces presidente Calles acepta su difusión a condición de que el autor no publique sobre otro tema posterior a 1910.

La novela se divide en seis libros. El primero, llamado “Poder y Juventud”, subdividido en cinco capítulos, da inicio cuando Ignacio Aguirre, Ministro de Guerra y su amigo el diputado Axkaná González abordan un Cadillac, propiedad del primero, en donde van platicando sobre la reticencia de Aguirre en aceptar la candidatura a Presidente de la República, ya que no quiere enfrentarse con “El Caudillo”. En el camino se encuentra a Rosario, mujer hermosa, a quien trata de seducir: Sabía como buen militar, que las batallas amorosas sólo se dan para ganarlas, y que no siendo así el triunfo está en la retirada (p. 33).

Al día siguiente, Aguirre y su amigo Axkaná se encuentran con el diputado Remigio Tarabana. Éste y el joven ministro de guerra hablan de negocios turbios. Axkaná se molesta porque no está de acuerdo con esa clase de negociaciones y le pide a su amigo que no arriesgue su posición política. Posteriormente se dirigen al banquete donde se han dado cita varios políticos y gente importante que vuelven a insistir sobre la aceptación de Aguirre para candidato. Éste se rehúsa:

Todos participaban de la misma vibración (…) Aguirre hubiera querido poder coordinar las expresiones apasionadas de cuantos le rodeaban para leer en ellas como en un lenguaje escrito, la verdad nacional que había debajo de todo aquello (…) se da cuenta que puede ser candidato, pero sabe también que de aceptar, iría derecho al rompimiento con El Caudillo, al choque con él, a la guerra abierta con quien ha sido su sostén y su jefe durante todo este tiempo”.(p. 36).

El segundo libro, llamado “Aguirre y Jiménez”, está subdividido en tres capítulos. Hasta el presente libro, las ideas sobre la candidatura de Aguirre eran vagas, simples alusiones. Es aquí donde Hilario Jiménez e Ignacio Aguirre se ven enfrentados, se buscan y se contraponen. Es dónde los enemigos son amigos y viceversa.

Aguirre visita al Caudillo para decirle que no está interesado en la presidencia, pero éste no le cree. Después se va a casa de Rosario para desahogarse, habla con Axkaná, quien le sugiere hablar con Hilario y aclarar las vertientes políticas por las que cada quien se conduce. Al llevar a cabo esta conversación, Hilario le impone varias condiciones para cerciorarse de que Aguirre no aceptará la candidatura. Entre dichas condiciones están: Que entregue a sus compañeros y de paso renuncie como Secretario de Guerra.

El tercer libro “Catarino Ibáñez”, está escrito con un estilo irónico y serio a la vez. Todo gira en torno a la convención desde donde se hará salir a Hilario como candidato a la presidencia. Los indios son contratados, los discursos listos y las pancartas por doquier. De última hora, Hilario Jiménez decide no competir y dejarle así el campo libre a Ignacio Aguirre. ¿Qué hacer para cambiarlo todo? Catarino aprovecha la situación para sacar a relucir sus dotes de gobernador y hacendado rico, presumiendo sus vacas y sus establos.

El atentado”, nombre del cuarto libro que está subdividido en seis capítulos, trata con detalle el secuestro del diputado Axkaná y su posterior tortura, obligándolo a beber grandes cantidades de tequila:

El cuello de una botella vino a tocarle la boca.

-Beba un trago –mandó la voz.

Pero Axkaná, desviando el rostro, respondió firme y tranquilo:

-No bebo.

-¿No bebe?

-No, no bebo.

-Conque (sic) no, ¿eh?

Las ondas de la voz siguieron dirección distinta:

-A ver, tú; que te den el embudo del aceite… ¿Conque no bebe?

(…) –Andele (sic) don tal; tome otro trago. Está aquí para obedecerme (p. 123).

Al darse cuenta de la tortura de su amigo, Ignacio Aguirre busca al culpable, quien no es otro que Zaldívar. Éste firma una declaración donde acepta la culpa, pero a la vez, culpa a Hilario. Con los papeles en la mano, Aguirre visita al caudillo y renuncia a su cargo como Secretario de Guerra.

El quinto libro, subdividido en cuatro capítulos, lleva el nombre “Protasio Leyva”. Urden un plan para matar a Olivier Fernández y sus compinches en la cámara de diputados, con la consecuente falla y el asesinato de Cañizo.

Un nuevo momento de lucha vino a sumarse en aquel instante al tumulto de corredores y escaleras. Sabido ya que las puertas de la Cámara no volverían a abrirse hasta ser preso el asesino, los Hilaristas, de una parte, no se mostraban acordes sobre lo que les convenía más, si seguir allí, si bajar al vestíbulo, y de otra parte, los Aguirristas crecían en su resolución de precipitar a sus enemigos escalera abajo para después medirse allá con ellos (p. 190).

Los golpes entre bandos eran fuertes, pero lo que en ese momento importaba era asesinar a Olivier a quien consideraban el cabecilla. “…aunque es verdá –pensó- Canuto, que aquí podríamos, orita mesmo, darle su agua al Olivier” (p. 191). No logran, en este caso asesinarlo y es cuando se prepara el último plan para matarlos a todos.

El último libro, cuyo nombre es “Julián Elizondo”, está subdividido en siete capítulos. La historia está por llegar a su fin. Elizondo desea hablar con Aguirre y manda a sus tropas por él. Lo encuentran borracho junto con Olivier Fernández:

Los tres oficiales y tres sargentos se habían acercado hasta la mesa de Aguirre; el resto de la tropa quedó distribuido, como de intento, entre la puerta de salida y el mostrador, entre el mostrador y las mesas, entre unas mesas y otras.

-¡Un trago de coñac, capitán! –gritó Olivier, sin esperar siquiera a que el jefe de la escolta saludase al ex ministro de Guerra.

Cogió el capitán la copa y la vació. En seguida, inclinándose hacia Aguirre, dijo:

-Excuse usted, mi general, que venga a interrumpirlo a semejantes horas…

-¡Usted no interrumpe nunca! –exclamó Olivier, bamboleante en su silla.

Y Aguirre, a la vez, dijo tan tieso como pudo, aunque arrastrando notablemente las palabras:

-No hay cuidado, compañero… Unas cuantas horas de alegría con los amigos… Siéntese usted. (p. 218).

Ignacio Aguirre es llevado a las faldas de un cerro. Sus compañeros y él son puestos en fila, de espaldas al cerro; al frente, los soldados. Aguirre, hombre valiente y seguro, dice:

-Yo no me opondré, muchachos, a que ejecuten ustedes en mí las ordenes que traigan; pueden, si es preciso, matarme ahora mismo. Pero ¿qué objeto tiene que se me humille con precauciones envilecedoras? Deshonra a ustedes, tanto como a mí, el querer atarme las manos en esta hora. Soy General de División, he sido Ministro de Guerra, me considero aún candidato a la Presidencia de la República. Y siendo esto verdad, como lo es, y estando yo dispuesto a recibir la muerte, ¿consentirán ustedes que se me trate como si fuese un bandolero? (p. 234).

La respuesta de Segura no se hace esperar: “Usted habrá sido general y ministro, pero aquí no es más que puro jijo de la tiznada.” (p.235). Aguirre es asesinado y cae dignamente, los demás, victimas del pánico, corren y son perseguidos. De pie junto a su amigo, Axkaná lo observa. Segura le dispara también y aquél cae. Cuando por fin se da cuenta de su situación, Axkaná herido se levanta y huye, es perseguido pero sobrevive.

La sombra del Caudillo es una novela que nos permite profundizar en el estudio de México y su política nacional, que participa del terror de un régimen represivo e intolerante, que impone los intereses personales de sus gobernantes sobre los del pueblo; y siendo una obra de valor artístico y estético, es también una comparación crítica que descubre las luchas partidistas pre-electorales durante las competencias presidenciales y de las vilezas que se cometen para lograr sus fines: “El que primero dispara, primero mata” (p. 199), y es ante los hechos históricos que marcaron al país, lo que la ubica en un lugar privilegiado dentro de la literatura hispanoamericana.

Esta novela representa la unión histórica de Obregón y Calles, es como Guzmán retrata la política mexicana e, incluso, en boca del personaje de Olivier pone la siguiente frase: “O nosotros le madrugamos bien al Caudillo (…) o el Caudillo nos madruga a nosotros; en estos casos triunfan siempre los de la iniciativa (…) La política de México, política de pistola, solo conjuga un verbo: madrugar ”(Ídem).

Si transportamos las acciones de la novela a épocas más recientes, comprobaremos con tristeza que sigue siendo la imagen viva de nuestra política actual: la muerte del candidato Luis Donaldo Colosio, ocurrido en Lomas Taurinas de la ciudad de Tijuana el 20 de Marzo de 1994, - como referente mas próximo -, nos permite valorar los acontecimientos contemporáneos y nos da una idea de cómo se maneja la política interna en este país: mediante falsas promesas, engaños, intereses particulares, la desmedida ambición por el poder y la riqueza fácil, sexenio tras sexenio, eliminando a punta de pistola quien se interponga a sus intereses.


Notas

1. Juan Antonio Rosado. El Presidente y el Caudillo. México, Coyoacán, 2001 p. 90

2 Martín Luis Guzmán. Crítica y Autocrítica. México, Universidad de Colima, 1986. Pag. 60

3 J.A. Rosado Op. Cit. p. 22


Bibliografía:

GUZMAN, Martín Luis. La sombra del Caudillo. México, Porrúa, 1997 (CEM).

__________________ Crítica y Autocrítica. México, Universidad de Colima, 1986.

ROSADO, Juan Antonio. El Presidente y El Caudillo. México, Coyoacán, 2001.


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