La Nueva vanguardia hispanoamericana del siglo XX: 1950-1980
José Reyes González Flores
Departamento de Letras Hispánicas
Universidad de Guadalajara
Abstract
Investigación exploratoria de los movimientos de vanguardia literaria surgidos en Hispanoamérica durante la década de 1950. Se plantean las características de la Nueva Vanguardia hispanoamericana del siglo XX, así como su periodización. Los movimientos investigados son Mufados de Argentina, los Tzánticos de Ecuador, El techo de la ballena de Venezuela, Zona Franca de Venezuela, los Nadaístas de Colombia, El Infrarrealismo y Poeticismo de México y los Láricos de Chile. De los estudios realizados se extraen seis presupuestos para la Nueva Vanguardia Hispanoamericana.
Periodización y características de la Nueva Vanguardia Hispanoamericana
¿Qué fundamentos estéticos, ideológicos y socioculturales distinguen a la Nueva vanguardia hispanoamericana? ¿Qué es la Nueva vanguardia? ¿Cómo diferenciar la Nueva vanguardia de la Vanguardia? ¿Podemos hablar, acaso, de Nueva vanguardia? ¿Por qué la crítica olvidó los movimientos literarios que surgieron durante las décadas de los años 40, 50 y 60? ¿Qué es el Nadaísmo y qué el Poeticismo? ¿Cómo definir el Infrarrealismo? ¿Quiénes son Los Mufados? ¿Quiénes los Tzánticos? ¿Qué proclama El Techo de la Ballena? ¿Dónde surge Zona Franca y dónde Los Nuevos? La etnoliteratura, ¿acaso no es una Nueva Vanguardia? ¿Qué proponen los Láricos? Todas estas preguntas tienen respuestas poco conocidas. Nada se les ha atribuido porque forman parte de la literatura hispanoamericana que ha sido extraviada. A veces por "voluntad propia" de la crítica, otras porque no se tiene la menor idea de que existen o existieron.
El término de Nueva Vanguardia, incluso, se ha empleado indistintamente para designar a las Vanguardias de la primera década del siglo XX. Llaman Vanguardia, neomodernismo, antimodenismo, neovanguardia, antivanguardismo al Estridentismo (México), al Minorismo (Panamá), al Postumismo (Santo Domingo), al Diepalismo (Puerto Rico), al Nativismo (Perú), al Martinfierrismo y Ultraísmo (Argentina), al Concretismo (Brasil), Centenario y Hora Cero de Colombia, entre muchos otros movimientos literarios. Los menciono porque Nueva Vanguardia no es término para designar a las corrientes surgidas en la primera mitad del siglo XX en Hispanoamérica. Todavía eso, se le ha negado una denominación. Este trabajo tiene la finalidad de mostrar las características de la Nueva Vanguardia Hispanoamericana.
En un revelador estudio realizado por Evodio Escalante (2003, 9) acerca del Poeticismo menciona que "Entre la memoria y el olvido hay una tercera zona, la del limbo, un ámbito habitado por fantasmas que nadie reconoce ( ) Al limbo ingresan todos aquellos entes que por alguna extraña razón o circunstancia nunca adquirieron una presencia real. Existieron pero nadie los recuerda, se afanaron pero pasaron inadvertidos, levantaron el puño contra los grandes tótems y peces gordos de la hora, pero estos esquivaron el golpe de manera magistral y los dejaron girando en el vacío." Presupuestos que bien puede definir a toda la Nueva Vanguardia.
Poetas, novelistas, cuentistas, pintores, cineastas y músicos se involucraron en un programa renovador de las artes, la cultura y la educación latinoamericanas. Artistas que vivieron en propia piel y letra dictaduras terribles como la chilena, argentina o uruguaya o bien heredaron incipientes democracias que poco pudieron hacer frente a la desigualdad social, económica y cultural. Era obvio que al tratar de renovar una sociedad latinoamericana de pobreza extrema, no sólo económica sino cultural y educativa, toparon con los "tótems" que de un puñetazo político (persecuciones o desapariciones) borraron a estos movimientos socio-literarios o socio-artísticos del panorama estético latinoamericano. Pero surgen otras preguntas. ¿Por qué los críticos actuales siguen inmersos en el silencio? ¿Por qué niegan de manera maniquea a los escritores nacidos en la posguerra? La respuesta es simple. En una sociedad de mundos efectivos, donde nadie entiende a nadie, donde el mundo mecatrónico y globalizado ha impuesto un transcurrir histórico caótico y de peligrosa inercia social, casi de un canibalismo cultural, es obvio que las formas poéticas dificultan su ontología y pensamiento eutópico y generador.
2. Situación de la Vanguardia y la Nueva vanguardia literaria hispanoamericana, siglo XX
¿Qué es la Vanguardia? ¿Qué hace la diferencia entre Vanguardia y Nueva Vanguardia? ¿Cuál el periodo de vigencia de la Vanguardia y cuál el de Nueva Vanguardia? ¿Qué movimientos literarios forman parte de cada una? ¿Cuál es la situación estética, histórica y social de la Vanguardia? ¿Cuál la situación de la Nueva Vanguardia? Para poder diferenciar la Vanguardia de la Nueva Vanguardia es necesario establecer una periodización. El 20 de febrero de 1909 se publicó en Le Figaro (Schwartz, 2002) el Primer Manifiesto Futurista el cual fue traducido por Rubén Darío y publicado en 5 de abril en el periódico La Nación de Buenos Aires ese mismo año. Darío arremete contra la nueva escuela y seña que Philippo Tomasso Marinetti, fundador del Futurismo, es un "buen mozo" y "notable poeta" pero no pone atención a las proclamas del manifiesto a las cuales termina por desacreditar. La traducción de Rubén Darío es un de las muchas maneras del advenimiento de la Vanguardia europea a los país de Latinoamérica. Se puede afirmar que vanguardia hispanoamericana es la puesta en duda y clausura radical del Modernismo, y cuya negación repercutirá en Darío. Hacia el año de 1910 se respira en al ambiente literario la necesidad de una renovación del arte, sobre todo ha surgido una oposición contra el simbolismo decadentista del modernismo rubendariano, ha llegado el momento del experimentalismo de la técnica, no sólo literaria sino del lenguaje mismo a extremos antes no imaginados, es la destrucción total del verso, del poema y del lenguaje, tal y como lo muestra, por un lado Altazor y por otro, Trilce. El poema fonético, el poema visual, cinético y multisensorial recorre los poemas de Luis Cardoza y Aragón, Jorge Luis Borges, Manuel Maples Arce, Germán Arzubide, Oswald de Andrade o León de Greiff.
Hugo Verani (1986) ubica el inicio de la vanguardia hispanoamericana hacia el año de 1914 con la conferencia que dictara Vicente Huidobro quien da conocer el Non Serviam, manifiesto creacionista, y menciona que el fin podría ser el año de 1935 con aquel intento de reactivación del suprarrealismo por parte de André Breton y algunos de los integrantes de la Escuela Mexicana de Pintura, entre ellos David Alfaro Sequeiros, sobretodo con la publicación del Manifiesto del sindicato obrero. Aunque los límites inaugurales y de decadencia de la Vanguardia no son acuerdo común entre los críticos, pues algunos señalan la fecha de inicio a hacia 1916 y la culminación en el año de 1938, con el último intento de sobrevivencia del movimiento de Breton en los Estados Unidos. No obstante algunos estudiosos han olvidado la existencia de otros movimiento de vanguardia que inician, incluso, antes que el la vanguardia dadaísta, cubista o futurista, pues en Colombia encontramos a la vanguardia el Centenario cuyos autores, como Luis Carlos López, están en contra de la estupidez provincial, la cursilería en poema; el Centenario es un, se puede decir, un satanismo sudamericano, románico y modernista extravagante. Con la sola mención anterior la propuesta de periodización de Verani, de Mendoza Teles o de Jorge Scharz, se puede ampliar de 1990 a 1935.Las letras hispanoamericanas del siglo XX pasaron por diversos periodos de crisis, decadencia y renovación. La primera está vinculada a la impronta vanguardista europea cuya eclosión llega a su auge hacia la década de 1920, etapa del vanguardismo literario y artístico de nuestra América. La segunda la podemos ubicar en los años de 1940, periodo de la segunda guerra mundial, y por cierto, el fin de la Vanguardia e inicio de la Nueva Vanguardia la cual se prolonga hasta 1980. Durante la Vanguardia existe una negación del pasado inmediato, y con ello la radical destrucción de los conceptos reinantes, entre ellos el concepto de poema, la destrucción de la sintaxis y la cancelación de la metáfora como lo podemos observar en Residencia en la tierra de Pablo Neruda o en Trilce de César Vallejo. Aunque la actitud vanguardista para Borges, Vallejo, Neruda y el propio Huidobro pronto queda atrás, pues renegaron de ella y fueron en la búsqueda de nuevas formas escriturales. Asimismo principia la irrupción de lo lúdico, lo sarcástico, lo grotesco y la ficción en obras como Historia universal de la infamia de J. L. Borges o en El flaco y el gordo de Virgilio Piñera, obras que aparecen en la claudicación de la Vanguardia y que de alguna manera, aunque no insertas en la Nueva Vanguardia, son muestra de la crisis de las corrientes literarias de la década de los 20.
Para la década 1940 es común hablar de una literatura de compromiso social, literatura militante y antiimperialista, época de crisis ideológicas, fin de la guerra y el nacimiento de potencias político y militares que culminan con la caída del muro de Berlín. En la literatura, es la época de la negación de la Residencia en la tierra y los inicios de la escritura del Canto general publicado en 1950, pues Neruda como muchos de los que trabajaron la Vanguardia cambian sus posturas estéticas y políticas. Neruda habría de asegurar que la poesía, y en particular el poema, es un arma de combate. Los años cuarenta son momento para la popularización del existencialismo, breva donde los escritores hispanoamericanos encuentran los fundamentos teóricos que justifican sus compromisos sociales y políticos. El resultado: poetas, novelistas, cuentistas y artistas de la acción inmediata no sólo de la literatura sino de la vida cultural y política como muestran Juan Carlos Onetti, José Lezama Lima, Julio Cortázar, Nicanor Parra o el propio Octavio Paz. Sí, todo ellos de posturas estéticas disímiles pero de ciertas coincidencias políticas como el humanismo marxista. Ya para entonces el suprarrealismo bretoniano ha sido asimilado, por tanto la afiliación se desvanece, pero lo verdaderamente importante es la trascendencia de lo inmediato. La práctica discursiva literaria se aleja de la institucionalización de los géneros, el poema ya no es estrictamente el poema como lo trabajaron los vanguardistas, sino de una extraordinaria factura poética, la misma novela incurre en fuertes dosis de poesía como Paradiso de Lezama Lima o Rayuela de Julio Cortázar donde el hombre y su situación social son los temas recurrentes entretejidos con un lenguaje extraordinariamente poético.
Actitudes que se prolongan y acentúan en la década de 1960, donde la literatura es una literatura de combate y funcional, literatura al servicio de la sociedad y de las nuevas revoluciones, pero sobre todo es una puesta en duda de la escritura y así como de la función del escritor. Por ejemplo, aunque Cortázar coincida con los principios de la revolución cubana no escribe para las masas, aunque Borges es denunciado por escribir desde la Argentina oficial su compromiso es inminentemente literario. Ya no importa el credo de los escritores, ahora los compromisos son en primera instancia con la literatura misma, es la duda radical de la escritura y del lenguaje como lo muestra El señor presidente de Miguel Ángel Asturias o Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante o los textos profundamente irónicos y sarcásticos de Ernesto Cardenal.
Sería iluso pensar que todo cambio rompe de manera radical con el pasado. Todo ruptura necesita de `algo´ con que romper. Podemos decir que todo cambio es una prolongación del pasado en el presente hacia el futuro, que no existe sino como una esperanza, como un deseo y una expectación. En semejantes circunstancias nace una nueva visión de la sociedad, de la cultura, de política, de la economía y las literaturas hispanoamericanas. Surge un nuevo sujeto que hereda los estragos de la guerra y que pronto sale de la pupa del campo y su práctica agrícola a la urbanidad. De la noche a la mañana nacen los obreros con una conciencia de clase que los lleva a instaurar sindicatos que habrían de oponerse, no sólo a sus patrones sino al Estado mismo. Es el momento de la Nueva Vanguardia Hispanoamericana.
Si la Vanguardia se origina como una acto contestatario a sus predecesores la Nueva Vanguardia tiene fines semejantes, pero sus posturas son opuestas. Por tanto podemos señalar que la Vanguardia literaria hispanoamericana es aquella que surge en 1900 y culmina en 1935, mientras que la Nueva Vanguardia aparece hacia finales de 1940 y habrá de culminar en la década de 1980.
La vanguardia es rebelde, explosiva e irracional. Su fundamental principio es espantar al buen burgués, en cambio la Nueva Vanguardia ya no quiere espartar a nadie, sino proclamar una nueva sociedad, un nuevo orden que no sólo quede en los manifiestos sino que permanezca en la manifestación y en la realización. No sólo busca dentro de la literatura sino fuera de ella, niega la institucionalización de los géneros literarios para ir a una nueva práctica discursiva, no sólo para dudar de los hallazgos de sus predecesores sino para encontrar y dudar de los propios. La Nueva Vanguardia instaura el poema-novela cuya obra precursora es Aullido de Allen Ginsberg, pero no único, ya que podemos mencionar los poemas-novela Hikuri y Peregrino de José Vicente Anaya o bien Perséfone de Homero Aridjis, sin olvidar, por supuesto la Dimensión imaginaria de Enrique González Rojo. Pero la ecuación la podemos invertir, sea la novela poética donde ubicamos dos prodigiosos, sean El gran burunduburundá ha muerto y La metamorfosis de su excelencia del escritor colombiano Jorge Zalamea. Antes de señalar algunas de las características de la Nueva Vanguardia retomo el comentario de Eduardo Sanguineti (2003, 149 y 150) con respecto a la Vanguardia. Sanguineti dice que el siglo XX fue el siglo de las vanguardias porque "fue el siglo de la anarquía, el siglo del montaje. Cada estructura lingüística aparecía, y aparece, organizándose ideológicamente, en un sistema de correlaciones entre elementos nucleares, imágenes y secuencias, palabras y sintagmas, sonidos y ritmos. De esta forma podría decirse que no existía más que el collage, porque, en fin, no había más que contextaulidad ensamblada en un perpetuo trabajo de intra e inter-textualidad." Por tanto, ¿acaso la vanguardia no es más que un montaje textual, el solaz uso sintaxis como eje del discurso literario? ¿La vanguardia es sólo un juego de yuxtaposiciones de la escritura? ¿Una disputa por la hegemonía del poder cultural a la clase burguesa?
3. Seis Fundamentos de la Nueva vanguardia hispanoamericana
Ubicaremos a la Nueva vanguardia en la segunda mitad del siglo XX con una serie de movimientos de renovación del panorama cultural, artístico, social y político vinculado con la profunda reflexión de la realidad de la posguerra y las consecuencias que deja en los países de América. La Nueva Vanguardia tiene algunas líneas de incidencia con la Vanguardia, ambas son colectivos que reúnen a poetas, novelistas y artistas que buscan fines estéticos comunes, que no quedan en el aire sino que son redactados en manifiestos que sirven como textos programáticos, son lineamientos que dictan, por decirlo, la manera de producción literaria y artística, amén de los planteamientos ideológicos, sociales y culturales que habrán de seguir. Ambas rompen con el pasado inmediato, ambas son contestatarias, ambas causan revuelo y ponen en alerta a la clase dominante, sobre todo aquella que tiene el control de los sistemas culturales.
Las diferencias son marcadas, la primera tiene su auge los años 20, y la otra, aunque se gesta después de la segunda guerra mundial, comienza a tener presencia, sino continental, si en sus países de origen, hacia finales de 1950. Por ejemplo El Nadaísmo (Colombia) es fundado en 1958 con la aparición del Manifiesto Nadaísta y finaliza con la muerte de Gonzalo Arango en 1976. Año de inicio del Infrarrealismo en México con la publicación del documento DÉJENLO TODO, NUEVAMENTE. Primer manifiesto del movimiento infrarrealista (1976) y que con la muerte de Roberto Bolaño es reactivado en el 2004. Mientras que El techo de la ballena irrumpe de manera contestataria en el año de 1962 cuando Carlos Contramaestre realizara el "Homenaje a la Necrofilia" en que expone vísceras podridas como símbolo e indicio de que el arte, la cultura y el poder en occidente también se han podrido. Por otra parte Argentina sería sorprendida por un aquel "joven-viejo" llamado Miguel Grinberg, que de manera iracunda fundada en 1939 una agrupación (por no llamarla Nueva Vanguardia) bautizada con el nombre de Mufados y cuyo fin llega en el año de 1963. En México Enrique González Rojo y Eduardo Lizalde crean hacia 1948 el Poeticismo. Los poeticistas establecen un complejo mecanismo racional para la escritura de metáforas e imágenes, Nueva Vanguardia a la que habrá de incorporarse Marco Antonio Montes de Oca, Arturo González Cosío y Rosa María Phillips.
En otras literaturas del mundo también surgen nuevas vanguardias. La generación Beat de San Francisco, en los Estado Unidos, cuya fecha (oficial) de inicio la marca la famosa lectura de poemas "Seis poeta en la Galería Six", en 1955 con participación de Allen Ginsber, Gary Snyder, Philip Whalen, Lew Welch, Michel McClure y Philip Lamantia y donde habría de leerse el poema-novela de Ginsberg (Aullido). En Inglaterra aparecen Los jóvenes iracundos, en Francia Los eléctricos, ambos en 1976. España surge en 1943 el grupo Escorial cuya búsqueda de la poesía tiene que ver con el intimismo y una poética de las memorias cuyos fundadores, esta Nueva Vanguardia fue propuesta por los escritores Ernesto Giménez Caballero y Luis Rosales.
Antes de plantear algunas características de la Nueva Vanguardia Hispanoamericana recuerdo a José Carlos Mariategui y a sus Siete ensayos de la realidad peruana donde acota que la literatura de nuestra América ha pasado por tres periodos. El primero refiere a esa etapa en la cual nuestros escritores copian la literatura de España, la segunda es una copia de la vanguardia europea y la tercera, refiere la literatura nacional, donde los escritores hispanoamericanos alcanzan madurez intelectual y emocional propias, de allí la originalidad, por tanto se trata de una auténtica literatura hispanoamericana. Si tomamos en cuenta las palabras de Mariátegui se puede acotar que la eclosión de nuestra literatura contemporánea nace cuando nuestros escritores se despegan de la copia falsa de la vanguardia europea. Aunque no se puede negar que existen verdaderos movimientos de vanguardia distantes de Europa, por ejemplo el Diepalismo de Puerto Rico y cuyos fundador, Luis Palés Matos, inaugura la poesía anfroantillana, antes incluso que Nicolás Guillén, pero también a Palés Matos se le puede considerar uno de los precursores de la etnoliteratura, específicamente con si libro El tuntún de pasa y grifería. Veamos algunas características de la Nueva Vanguardia hispanoamericana.
I De lo anecdótico y argumentativo. En ella cabe lo popular, lo folclórico, los refranes y la literatura coloquial en plena armonía con los elevados haceres literarios, donde el discurso poético de la cotidianeidad potencializa el lenguaje para ofrecer como resultado una producción discursiva del desenfado, pero no por ello exenta de calidad literaria. Tal como sucede con la poesía producida por los Nadaísta de Colombia, Los Láricos (Chile), los Mufados (Argentina), el Techo de la Ballena (Venezuela), Tzánticos (Ecuador), Hora cero (Perú), Infrarrealismo (México) o El Corno emplumado también llamada la Beat generation latinoamericana (México), entre otras muchas vanguardias.
II De la disolución de los géneros. Si la vanguardia proclama no al acto confesional (Creacionismo, atalayismo, euforismo), la Nueva Vanguardia regresa al confesionalismo, pero llevado a los extremos, con una sobreproducción de anécdotas, lo que implica, muchas de las ocasiones vicios lingüísticos y literarios. El desapego a las formas canónicas y a los trebejos del lenguaje literario permite que el poeta prefiera una poesía de carácter coloquial más cercana a la anécdota que a lo lírico. Lo que permitió la trasgeneralización literaria debido a al exploración de las formas literarias apartadas de la institucionalización de los géneros literarios para proponer nuevas maneras de producción textual.
III Del lenguaje hablado y vivo. La disrupción poética de lo ornamentado y pulcramente técnico permite un lenguaje casi existencial donde la personalidad del poeta trasciende al poema en el poema y se instaura el acto contestatario y rebelde, no del poeta como creador sino la persona autoral. Se trata de una búsqueda y entrega libre de la expresión, donde la metáfora figurativa pasa a un segundo término, lo que no significa que desaparece, sino que se vuelca a metáfora no figurativa para permitir un discurrir poético, casi referencia cotidiana mediante la puesta en acción de la oratio perpetua, dirían los pramatólogos. Se trata de una especie de metáfora coloquial por medio de la cual se busca el encuentro con un nuevo espiritualismo. Por eso la mirada gira hacia las culturas orientales o las religiones propias de los grupos indígenas de sus países de origen.
El encuentro con las culturas indígenas ya no tiene el sentido, de carácter estrictamente intelectual como en la Vanguardia. La Nueva Vanguardia por el lado de la etnoliteratura, incorpora aquellos poetas nacidos en la ciudad, en la urbe, y los cuales beben la espiritualidad de las cultura primigenias, sus prácticas religiosas, mágicas y cosmogónicas, los principios éticos y leyes, que luego integran a la poesía, pero no en esa copia burda de muchos poetas actuales que emplean los lenguajes indígenas como símbolo etnoliterario, no, sino la incorporación de toda una filosofía de vida que no necesariamente por el uso de ciertas palabras de los lenguajes indígenas insertos en sus textos lo convierte en poetas de la entnoliteratura. Tal es el caso de los Poetas mapuches de Chile, la poesía de Jerome Rotherberg de la generación Beat de San Francisco, Cal., o el díptico etnopoético (Híkuri y Peregrino) de José Vicente Anaya, otrora fundador con Roberto Bolaño y Mario Santiago Paspasquiaro del Infrarrealismo (México).
IV La Nueva Vanguardia busca la restauración de lo referencial poético figurativo, ya no se trata de desvincular la realidad de la literatura, por lo que el lenguaje poético es más sencillo, el uso de las figuras poéticas es más mesurado, pues las vanguardias habían "sobreabundado" en ellas. Por lo que los poemas, y en general, los textos literarios que producen, tiene elevados contenidos históricos sociales (situacionales, diré), incluso se incorpora al poema una nueva voz, a veces ya no poética, sino una voz narrativa, neo-épica, neo-poética, que equilibra la parte emocional e intelectual de los sujetos poéticos dentro del Mundo Poético con la visión social del sujeto poético en relación con la realidad, ya no textual, sino real. Mejor referencia son los textos de Jaime Jaramillo, el famoso poeta X-504, Gonzalo Arango, Jotamario, Almilcar Osorio y Elmo Valencia del Nadaísmo colombiano, o aquellos poetas que integraron el Infrarrealismo (Bolaño, Anaya, Rosas Ribeyro, José Peguero, Rubén Medina, Bruno Montané, Ramón y Cuauhtémoc Méndez, entre otros.
V La Nueva Vanguardia es un hacedero de jóvenes iracundos pues no quieren caer en la trampa unívoca de la complacencia, son inconformes y opositores a la guerra, proclamadores de la libertad y del sexo. Son héroes que no crean nada, pero que cambian todo, de tal manera que no se trata de destruir el orden establecido, sino de violentarlo, de ponerlo en duda y dejar al descubierto sus deficiencias. Insurrectos y subversivos que no se quedan con las agresiones sociales sino que dan respuesta irredenta mediante la literatura. Jóvenes provocadores de escándalos, demoledores de jerarquías políticas, económicas y literarias.
Poetas confrontadores con el bucolismo provinciano, el más bondadoso, al avance cruento de la tecnología, a la urbanización no solo poblacional sino literaria (urbanización literaria) así como a las institucional culturales que se apoltronan el oficialismo. Una literatura casi nostálgica y reinvidicativa de los olvidos sociales y culturales por parte del sistema. Así lo muestran, por ejemplo la antología 20 poetas mapuche contemporáneos de Jaime Huenún, solo como un mero ejemplo, pero pudiésemos mencionar vastos ejemplos de los Nadaístas, El techo de la ballena, Los láricos, Zona Franca (Caracas, Venezuela) y muchos otros.
VI La educación como acto de inteligencia primordial. La Nueva Vanguardia representa a una generación harta de la educación tradicional, donde las normas de aprendizaje se vinculan con lo pasado moral y por tanto detonante de sociedades atrasadas por eso la poesía, el cuento, la novela, et sequens, fundamentan la fe creadora, la desobediencia a todos los principios éticos, políticos, económicos, religiosos, estéticos y sociales. Pues la obra de arte representa la protesta mediante la belleza como un acto redentor y destructor del orden imperante y esclavizador del espíritu humano. La otra de arte, por tanto, revela los conformismos rebela la esclavitud del pensamiento.
En la década de 1920, si el escritor quería hacer literatura de vanguardia tenía que alejarse de los modelos imperantes, si es Europa hay que evitar del Romanticismo (romanismo); si es Hispanoamérica hay que decir adiós Modernismo-simbolismo y restaurar el referente metafórico figurativo, recurrir a las elaboradas técnicas del lenguaje, echar mano del neologismo, jugar con las formas poéticas, fenómenos que ya no complacen a los escritores neovanguardistas, pues la literatura abigarrada aleja los referente, por tanto instaura una literatura conversacional mediante la cual la referencialidad explora los límites del lenguaje literario. El resultado permite a los escritores alejarse de las formas institucionalizadas de los géneros literarios. Muchos de estos escritores obtienen reconocimiento a pesar de las sociedades maniqueas cuyos principios son puestos en duda, estos escritores que conquistan reconocimiento, incluso, en contra de su práctica discursiva, pues anhelan verdaderas transformaciones, sociales, culturales, políticas, educativas, y por supuesto literarias, en este mundo de sociedades de competencias y sociedades efectivas, sociedades donde las poéticas deben ser de la inmediatez y del consumo, sociedades de la poesía rápida, por tanto el pensamiento utópico y regenerador ya no tiene ninguna función, más que el de la efectividad.
La nominación Nueva vanguardia hispanoamericana sugerida en este ensayo solo tiene la pretensión asentar y mostrar la existencia de movimientos literarios postvanguardistas surgidos a mediados del siglo XX. Por tanto, el término de Nueva vanguardia hispanoamericana engloba a dichos grupos estéticos (Techo de la Ballena, Mufados, Tzánticos, Hora Cero, Infrarrealismo, Láricos, Corno emplumado, Poeticismo, Nadaístas, entre otros); no obstante Jotamario Arbeláez, poeta nadaísta, propone que se deberíamos llamar a estas Nuevas vanguardias como Vanguardia latinoamericanas, pero dicho término se ha empleado para denominar a los movimientos literarios que brotaron en la segunda década del siglo XX. Tal vez tenga razón el nadaísta en mención, pues la llamada vanguardia (latinoamericana) de principios de siglo tiene, de alguna manera, influencia de la vanguardia europea, en especial del Futurismo, Dadaísmo, Suprarrealismo y Cubismo. Para Arbeláez la verdadera vanguardia latinoamericana es la surgida en los años cincuenta, se trata de una literatura con auténticas características de avanzada en las letras del continente. Sin embargo, empero, el término sugerido por Jotamario ya se empleó desmesuradamente para nominar a los movimientos literarios de principio de siglo XX. En definitiva, se nombra en este trabajo Nueva vanguardia hispanoamericana a los movimientos estéticos creados en 1950 y concluidos a fines de 197 y principios de 1980. Un largo periodo de existencia, a diferencia de la vanguardia literaria de principios de siglo XX. Dejo al lector este texto, usted obtendrá conclusiones particulares e investigará acerca de los movimientos literarios que han quedado en el limbo hispanoamericano.
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