Sincronía Fall 2009
Un género para
nuestro tiempo
David Benjamín Rosett
Universidad de Guadalajara
Actualmente,
la gente todavía sigue cruzando la frontera en las películas. No obstante, este género de cine sobre la
frontera ha desarrollado nuevas perspectivas. Anteriormente, como en los años
80, trataba temas sobre policías corruptos e inmigrantes anónimos. Así fueron los buenos tiempos, escribe
Camilla Fojas en su ensayo recientemente publicado, “Bordersploitación, los
cruzados de la frontera hollywoodienses, y policías amigos” (2007).[i] En estas
películas, los inmigrantes cuando no eran salvados por policías heroicos
buscando redención, o explotados por policías vengativos, eran seres
insociables, amenazas incoloras AL MODO DE VIDA NORTEAMERICANO. Quizá desde el punto de vista norteamericano,
con su idea fetichista actual sobre los trabajadores indocumentados, los
inmigrantes todavía constituyen una amenaza.
Sin embargo, en las dos películas más recientes sobre el tema de cruzar
fronteras, Babel (2006) de Alejandro González Iñarritu, y Sin lugar para los débiles (2007) de
Ethan y Joel Coen, el discurso usual sobre la migración, si bien no se ha
agotado completamente, se le acabó el vapor.
Y no es que hayan desaparecido esos miedos
profundos y oscuros. Así como la guerra
fría se asomaba amenazadoramente en las películas de los años 80 en la era de
Reagan, la amenaza del terrorismo y esa prodigiosa muralla flotan en trasfondo
de ambas películas. Sin embargo, las
grandes películas de Hollywood que explotan el discurso de migración y de la
frontera parecen cosa del pasado. Los
actuales - y mejor informados -
guionistas y directores, así como sus películas, están trascendiendo fronteras,
y se resisten a dispersar la propaganda usual.
No es una sorpresa que cada película sea
representativa de esta tendencia. Los
hermanos Coen han estado rodeando el cine que manipula el género desde su opera
prima, Simplemente Sangre en 1985. Sin Lugar no es diferente. En lugar del
relato moralista del Western clásico,
los Coen añaden elementos del cuento policiaco, y de las películas
existenciales de los años 60 para difuminar la distinción entre los chicos
buenos y malos.
Babel también distorsiona esta
distinción, pero de una manera muy diferente. El guionista Guillermo Arriaga y González
Iñárritu son dos cineastas mexicanos quienes emergieron del mundo del cine en
la ciudad de México, pero prontamente trasladan sus talentos a producciones
independientes internacionales. Lo sobresaliente de su arte es la acción
simultánea que gira alrededor de un evento.
En el caso de su primer éxito, Amores
perros (2000), el evento es un choque de un auto. En Babel,
es el disparo del rifle hacia un autobús que viaja a través del desierto
marroquí. Esta vez las consecuencias de
la acción viajan de Marruecos a los Estados Unidos, a México, y aún a
Japón. Pero lo que complica la ideología
usual del muchacho bueno y muchacho malo, la ideología que George Bush y Osama
Bin Laden nos han tratado de vender, es que mucha de la acción y sus
consecuencias en Babel no son el
resultado de una malicia deliberada y consciente, sino de acciones torpes no
intencionales que tienen sus propias consecuencias.
Ninguna de las dos películas se enfoca en el
discurso usual de migración ilegal. En
contraste, lo que es sorprendente es que ambas películas constituyen
reflexiones sobre la idea de cruzar
fronteras. Las fronteras permanecen
misteriosamente tranquilas, lo cuál intensifica esta meditación. En las películas, como en la vida, los
personajes cruzan fronteras con la intención de escapar de sus vidas
cotidianas, de sus demonios internos; o de las consecuencias de sus actos. Ellos experimentan con un nuevo estatus, a
menudo cambiando de ropa y de roles. Sin
embargo, al final, descubren que no pueden escapar indefinidamente de sus
demonios, ni de las consecuencias de sus actos, porque a cualquier parte que
vayan, ellos estarán presentes,
enfrentándolos consigo mismos.
Fojas,
en su crítica del cine de la frontera de los años 80, habla de la circunstancia
tranquilizadora que estas películas ofrecieron en un mundo todavía obsesionado
con una guerra fría, al mismo tiempo que se experimentaba un crecimiento
dramático en la globalización.
Perturbado por las lesiones del pasado reciente, como los asesinatos
políticos y la guerra de Vietnam, y tratando de procesar las revoluciones
sociales de los derechos civiles e igualdad para muchos grupos, Hollywood
reconsideró el género fuerte, el Western,
para crear obras moralistas que pudieran proporcionar respuestas prefabricadas
para “la confusión cultural”. Los
chicos buenos de esas épicas que incluyen películas como Chicanos: la línea fronteriza (1980) con Charles Bronson, La frontera (1982) con Jack Nicholson, y
Flashpoint (1984) con Kris
Kristofferson, son “vigilantes, vaqueros, y policías camaradas”. Los chicos malos son hombres que cruzan la
frontera, “infiltrando al cuerpo nacional como portadores de enfermedades
culturales, económicas y políticas”; o son gringos corruptos confabulados con
latinos que contrabandean productos y gente a través de la frontera, causando
una enorme presión en el costo de patrullar y proteger la misma. Más que nada Fojas, no obstante, argumenta
que “el psicodrama de transgresiones de la frontera” en esas películas
“alegorizan una amenaza más grande a la integridad estadounidense.”[ii]
En estas dos películas recientes, dicha amenaza a
la identidad norteamericana no parece ser un asunto medular. Si bien es cierto que, como en las anteriores
películas sobre la frontera, las preocupaciones y tendencias del momento nunca
están lejos. No hay duda que la guerra
contra el terrorismo y el miedo del extranjero los cuales invaden la vida
norteamericana flotan en el transfondo. En
Sin lugar, basta ver al personaje de Anton Chigurh (Javier Bardem),
como el misterioso asesino implacable, quien mata con impunidad según su propio
código y quien nunca será aprendido. En Babel, la prensa y la policía asumen que
la persona responsable por el atentado contra la turista estadounidense Susan
Jones (Cate Blanchet) en el autobús a través del desierto Marroquí, debe ser un
terrorista con la intensión de matar estadounidenses.
De la misma manera, la tendencia de percibir al
mundo como una aldea global está presente.
Se quiere decir una aldea global no solamente en el sentido que estamos
conectados electrónicamente por satélite e internet al más recóndito lugar del
planeta, sino también en el sentido de que una acción realizada en un lugar
puede repercutir en otro lugar muy lejos, como el efecto de las ondas en el agua. Sin
lugar, irónica y nostálgicamente
transportada al año 1980, conecta al cazador con el cazado mediante un aparato
electrónico primitivo de vigilancia. El descubrimiento por Llewelyn Moss (James
Brolin) de la bolsa de dinero y su decisión instantánea de tomarla, causa una
pila de cuerpos muertos, incluyendo el suyo propio. Babel
también tiene el efecto de ondas. El
disparo no intencional a Susan Jones afecta personajes en los Estados Unidos,
México y Japón así como en Marruecos.
Además, en momentos, los personajes están conectados electrónicamente
por teléfono, internet, y las noticas de televisión a través de satélite.
No obstante, lo que es interesante en las dos
películas recientes es que el tema de la migración está tratado de manera
diferente. Ambos equipos de cineastas,
los hermanos Coen y González Iñárritu parecen decir que un golpe de suerte es
el factor determinante sobre quién puede cruzar la frontera. Moss, con su bolsa de dinero robado, finge
estar borracho cuando cruza la frontera; y tiene la fortuna de que el agente
mexicano esté dormitando. Y cuando Moss
regresa de su estancia en una clínica mexicana, vestido solamente con un abrigo
negro, el guardia fronterizo norteamericano le recuerda de manera casi
insultante, que sólo él tiene el poder de admitir gente a los Estados
Unidos. Sólo cuando se aclara que Moss,
de hecho, es un veterano de la guerra de Vietnam, es cuando se le permite
cruzar a su propio país.
El fetiche actual sobre los mexicanos
indocumentados en los Estados Unidos también está tratado en manera irónica en Babel.
Amelia (Adriana Barraza), la niñera de los Jones, regresa de su fiesta
en México con los dos niños Jones dormidos atrás en el coche de su sobrino
Santiago (Gael García Bernal). Los
problemas comienzan cuando un agente le pide a Amelia sus papeles. “¿Papeles?” le pregunta a él. Si, los papeles de permiso de los padres,
responde él. Cuando es obvio que ella no
los tiene, el agente indica que el coche necesita orillarse y
estacionarse. Santiago se aterra y después
de una persecución a alta velocidad, en un instante deja a su tía y a los niños
en pleno desierto y en la oscuridad de la noche. Al día siguiente Amelia y los niños caminan
bajo un ardiente sol, sin agua; todo porque un agente de la frontera sospechó
que ella los había secuestrado. Por supuesto que, ¿por qué una mexicana,
llevando los pasaportes de los dos niños gringos, y pasando abiertamente por la
aduana, los trataría de contrabandear hacia los Estados Unidos desde México?
Parece ilógico, aún absurdo, este hecho que le pasó desapercibido al agente.
Se puede decir que ésta es una sátira demasiado
pesada, y el crítico, John Podhoretz, estaba fuera de sí por cómo se explotó a
los niños a un nivel de desesperación por González Iñarritu para enfatizar la
situación.[iii] Pero lo que estas dos películas muestran es
que los cineastas están tratando de trabajar con algunos de los usuales y
desgastados estereotipos. Además, no es
solamente cómo tratan el asunto de la migración; sino también a la pandilla
usual de personajes, los buenos y los malos de quien escribe Fojas.
Los policías no se asemejan mucho a los
personajes de las películas anteriores.
El aguacil Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones) de Sin lugar es, en un sentido, el héroe de la película. El es un investigador siguiendo las pistas
como un detective del género policíaco, pero también es el protector paterno
del pueblito, tratando, como él mismo dice de “cuidar a los nuestros.” Estamos en espera del momento en que él salve
el día como el alguacil del pueblo, pero nunca logra encontrar a Moss antes de
que el cartel de drogas o Chigurh lo hagen.
Entonces, Ed Tom rumia sobre el significado de todo, como un personaje
de película francesa de principios de los sesentas, antes de salir hacia la
puesta de sol en pos de una jubilación incómoda.
Los policías en Babel tampoco cumplen su cometido.
El policía marroquí (Salah Mezzi) quien ha recorrido apresuradamente el
país con la misión de aprehender a los culpables del atentado del autobús, está
abatido después de que se da cuenta de que el responsable fue un niño, y que su
equipo de policías ha asesinado al hermano inocente de éste. El joven policía
japonés Kenji Mamiya (Satoshi Nikaido), contactado por la adolescente sorda
muda Cheiko (Rinko Kikuchi) a través de su teléfono celular, se siente
impotente para manejar el desaliento de la muchacha. Afortunadamente, González Iñárritu resiste el cliché del
consuelo sexual de parte de Mamiya.
Si los policías no están encasillados en los
estereotipos usuales del cine de la frontera de los años 80, tampoco lo están
los otros personajes que aparecen en
estas nuevas películas. El crítico del
cine James Berardinelli está sorprendido positivamente por el comportamiento de
Cheiko en la oficina de su dentista.
Cuando ella lame la mano del dentista, ella rompe el tabú sobre
personajes discapacitados demostrando los mismos deseos sexuales que la gente
“normal”.[iv] Además,
Susan y Richard Jones (Brad Pitt) no son los típicos turistas norteamericanos
de pachanga en un país tercermundista.
De hecho, ellos están huyendo del recuerdo de la muerte por asfixia en
la cuna de uno de sus hijos. Aún la
niñera que cruza la frontera no cabe en los estereotipos del cine de la
frontera de mujeres mexicanas que viven en los Estados Unidos, mencionado por
David Maciel en su obra, El bandolero, el
pocho y la raza (2000). Amelia no
está aliada con elementos criminales, no es un objeto sexual, ni sufre una
crisis de identidad.[v] De hecho, ella se encuentra muy bien consigo
misma, ya sea cuidando a los niños Jones en los Estados Unidos o bailando en una boda en su pueblo nativo en
México.
Quizá el personaje más fascinante en esta discusión de
estereotipos es Anton Chigurh. Cierto,
en Sin lugar, él es la figura
aterrorizante con su intensa persecución del dinero y su insistente deseo de
cobrárselas. No es solamente su propensión a echar una moneda al aire cuando le
viene en gana, antes de despacharse al cristiano; le fascina penetrar en la
mente de sus víctimas para romper cualquiera forma de discurso social. Noten la manera como él maneja al viejo
empleado de la tienda, quien sólo tenía la intención de ser amigable de un
manera neutral. Chigurh insiste en la
disrupción de la neutralidad, y antes que se de cuenta, el empleado está
echando una moneda al aire por su vida.
Le encanta al asesino burlar a sus víctimas, aplastando cualquier
esperanza inútil en ellos de que él va a cambiar de opinión. La súplica: “No necesitas hacer esto” tiene
el mismo sentido icónico que la expresión “Make my Day” (Hazme la buena) tuvo
en los años 80.[vi] Está
muy claro que no hay una frontera que pueda contener a Chigurh, y esto es lo
que lo hace un paradigma de terror en este tiempo de profundo miedo al
terrorismo.
No obstante, aún con lo atemorizante que es
Chigurh, es muy difícil identificarlo como el estereotipado muchacho malo.
Chigurh entra en la historia porque lo emplearon para recuperar el dinero. El mata a su patrón solamente después de que
se entera que éste mandó a otro hombre, Carson Welles (Woody Harrelson) para
asesinarlo. Es Moss que mientras que
está en una expedición de caza, encuentra la escena de la matanza, y
descubriendo una bolsa de dinero, decide llevársela. Aún después de que descubre el detector
adentro de la bolsa del dinero, no la deja.
Moss es un ladrón, punto. Y él lo sabe.
La distinción llega a ser sumamente delgada
cuando nos damos cuenta que ambos Moss y Chigurh son cazadores experimentados.
Moss tiene la capacidad de pensar rápidamente, y les compra un abrigo negro a
unos jóvenes norteamericanos para esconder su identidad y para cubrir sus
heridas mientras que cruza la frontera hacia México. Chigurh tiene un problema
similar cuando un camión le choca el coche: le compra una camisa a otros dos
jóvenes, y huye antes de que llegue la policía.
Cada uno, es, en un sentido, la extensión de la otra persona:
implacables, astutos, y capaces de hacer cualquier cosa para lograr su
objetivo.
En este raro y confuso universo, los Coen están
manipulando la moral del género Western.
Y ellos son los que pueden hacerlo, siendo la vanguardia de cineastas más
independientes. El viejo monolito de los
estudios de Hollywood, que existió en los años 80 produciendo películas
pomposas una tras otra, ha estado muy a la defensiva y en declive en los
últimos años. El dominio del cable y de
la televisión vía satélite ha creado una demanda de producto cinematográfico
que los estudios tradicionales no ha podido llenar, y al mismo tiempo, ha
puesto a disposición de los fanáticos de cine con gustos más sofisticados toneladas
de filme de las décadas pasadas. Lo que fue una vez la competencia de pocos
cines de arte en las grandes ciudades, distribuyendo el producto de algunos
festivales de cine en Europa, se ha transformado en un fenómeno mundial que
incluye este mismo festival de cine.
Con esta audiencia expandida y sofisticada,
entusiasta por la innovación, los cineastas pueden experimentar con los viejos
géneros; de hecho, pueden cruzar fronteras entre ellos, para crear nuevas
permutaciones. No es una gran sorpresa
que Larry McMurty, excelente novelista por sí mismo, diga del esfuerzo de los
Coen en Sin lugar: “Los Coen utilizan…el cuento policíaco, el
western… la saga del gángster, cada uno dependiendo de la ilusión de la
plausibilidad para su eficacia.”[vii]
Las palabras mágicas son “la ilusión de la
plausibilidad”. Esta ilusión es
necesaria en la mayoría de las artes, pero es posible examinarla en un contexto
diferente. ¿Cuántas veces hemos experimentado
esa frase en los últimos siete años? Nos
han vendido exactamente esta ilusión en todo, desde la guerra de Irak a la
seguridad de los mercados financieros.
Es una ilusión fundada en la creencia que sólo la acción intencional y
consciente existe en el mundo. Ambos,
George W. Bush y Osama Bin Laden han tenido una perspectiva mundial que postula
al otro como el malvado intencional.[viii]
No obstante, lo hermoso en Babel es que no es como las películas de la frontera anteriores que
Fojas describe, la mayoría de la acción no es deliberada. De hecho, es casi inconsciente. Yusef, el joven marroquí, no está pensando
cuando dispara su rifle hacia el autobús.
Está disparando hacia un objeto grande en movimiento para demostrar que
puede manejar el arma. El crítico
Ernesto Ayala está muy en lo correcto cuando hace notar que la acción en Babel y sus consecuencias están fundadas
en el malentendido y la torpeza no intencional.[ix] La niñera no está consciente de todos los
documentos que se necesitan para llevar a los niños de su patrón a México con
ella. Sabe solamente que ella es responsable
por ellos, y que necesita ir a la boda familiar en México. Jack Jones no está tratando ser un
norteamericano asertivo y alaraquiento como una estrategia consciente para
intimidar a los demás. Se encuentra en
un país extranjero en el que se habla otro idioma, y su esposa se encuentra en una situación
grave y desesperada. Cheiko no está
intentando seducir sexualmente al policía con una motivación consciente, sino
porque está ávida de contacto físico y de consuelo.
De veras, existe un sentimiento de necesidad
desesperada, la necesidad de conectar.
Es un anhelo que tratamos de satisfacer en nuestro aldea global a través
de los mensajes del internet, en el envío de textos por celulares como hace
Cheiko, o de ver televisión por cable o satélite que nos traen imágenes de la
gente y sus problemas en otras partes del mundo.
No obstante que dicha conexión electrónica nos
provée de esparcimiento, también constituye un factor de aislamiento. Hay estudios como lo de Norman Nie
(2001) que indican que el internet en sí
mismo ha llegado a ser una adicción, en donde gastamos más tiempo del que
utilizamos para charlar con gente cara a cara.
Esto en turno ha causado un sentimiento de aislamiento social que va en
aumento.[x] ¿Cómo escapar de nuestra aislada y atomizada
existencia? Haz un viaje. Cruza una frontera.
¿No es eso lo que los Jones están haciendo en
Marruecos en primer lugar? Están
intentando escapar del recuerdo de la muerte de uno de sus hijos. Para Amelia, es una oportunidad para
reconectarse con su familia en México antes de regresar a su vida en los
Estados Unidos. Y mientras que la
motivación de Moss de cruzar la frontera, ida y vuelta, es sin duda huir de sus
perseguidores, está claro que él ama la fluidez y la excitación de su
movilidad.
Cruzar una frontera es una oportunidad para
trascender los roles usuales y para experimentar con algo nuevo. No es solamente Chigurh que cambia de ropa,
sus coches y sus asociados mientras que se desplaza a través de la frontera. Moss cambia de vaquero a borracho y a vaquero
otra vez mientras que serpentea dentro y fuera de la frontera entre México y
los Estados Unidos. Cheiko incursiona
repetidamente entre su mundo silencioso y sus amigas sordas al mundo de los
oyentes. Además ella se arriesga al
rechazo tanto de su dentista como del policía que busca información sobre el
rifle.
El mundo sordo de Cheiko es emblemático de otra
tendencia en estas películas. Todas las
fronteras son notablemente silenciosas.
Los altos edificios con luces brillantes de neón en Tokyo, tiene un
silencio desolador similar al del desierto de Marruecos, o la frontera en Texas
o California. Las fronteras, nos damos
cuenta, hacen eco al silencio. A menudo,
en este ilusorio mundo tranquilo, existen momentos para la reflexión, para la
destreza, y para el anhelo de conectar.
En estos momentos, es cuando podemos ver que Moss está tomando la
decisión de llevarse la bolsa de efectivo, o que Cheiko está desnuda en su
balcón, contemplando dar su gran salto al más
allá. También reconocemos que todos tienen sus demonios internos.
No me acuerdo de este mundo lacónico en las
películas de “Bordersploitacion” de los años 80 y principios de los años 90,
del que Fojas escribe. No es solamente
que Chigurh utiliza un silenciador en lugar de las ruidosas armas automáticas
de las películas anteriores. En
contraste, se revela más un cambio hacia lo interno, con personajes que parece
ser menos como símbolos o estereotipos sínicos, sino como seres humanos más
dimensionales, quienes tratan de discernir exactamente cómo se metieron en este
lío que llamamos “vida”.
Y eso también habla de nuestra época. En este tiempo que no podemos depender en las
grandes entidades como gobiernos, bancos, o en ideologías, estamos dependiendo
más en nosotros mismos. La nueva película
de la frontera refleja este crecimiento del sentido de auto-dependencia y
documenta íntimamente una verdad incomoda.
No importa cuanto busquemos escapar nuestras circunstancias al cruzar
una frontera, profundamente sabemos que a dondequiera que vayamos, ahí
somos. Los Jones finalmente lo aceptan,
mientras yacen en el piso estéril del campesino marroquí. Finalmente se
lamentan de la muerte de su niño y se reconectan. Moss encuentra su destino en otro motel más
del camino, mientras que Chigurh, en un momento al azar está relegado al papel
del cazado, en lugar del cazador. Ni
todos los esfuerzos para salvar a Moss, ni la cantidad de visitas a su tío
discapacitado, puede consolar al alguacil Ed Bob de su profundo miedo de saber
que su tiempo ha pasado. Y a propósito
de Cheiko, su previamente despegado padre regresa a su departamento al momento
justo cuando Cheiko ha tocado fondo. En
ese momento se reconectan también.
La
nueva película de la frontera, a diferencia de su predecesora de los años 80,
no ofrece grandes soluciones a la problemática social. En contraste, el género está siendo
transformado en manos de cineastas independientes como los Coen y Arriaga y
Iñárritu. Los Coen, por hacer indistinta
la diferencia entre el héroe muchacho bueno y la amenaza del muchacho malo, y
por convertir al aguacil autoritario y optimista en perdedor melancólico,
manipulan y expanden el género del Western
moral en uno que contiene la ansiedad y el absurdo existencial. González
Iñárritu, por rechazar el motivo usual de la acción deliberada y
consciente, celebra el inconsciente, lo no intencional, y lo torpe como fuentes
primarias del malentendido.
En ambos
filmes, a diferencia del pasado, los personajes se rehúsan a servir de
estereotipos para establecer una gran propuesta, aún cuando los problemas de
migración y terrorismo reciben tanta publicidad. En contraste, hay una reconocimiento que
mientras existe una tendencia a pensar en las fronteras en términos geopolíticos,
la gente que cruza dicha frontera son seres individuales, que lo hacen por una
variedad de razones, buscando ya sea hacer un tipo de conexión fuera de su vida
cotidiana, o experimentar algo diferente y nuevo. Lo más importante es que en el corazón de
ambas películas hay una realización más sobria y más profunda: cruzar fronteras
en sí misma no provee un escape permanente de nuestros demonios ni de las
consecuencias de nuestros actos. Al
final, las gentes que cruzan fronteras se quedan donde empezaron: enfrentándose
consigo mismas. Eso quizás no sea tan
consolador ni tan tranquilizante como los Westerns
con visos de moralidad y resoluciones impuestas de hace 20 años, pero en esta
época cuando el mundo parece muy resistente a dichas resoluciones, la nueva
película de la frontera es sin duda menos explotadora, y para el aficionado al
cine sofisticado, mucho más interesante.
Notas
[i] Fojas, Camilla. “Bordersploitation: Hollywood Border Crossers and Buddy Cops,” Symploke,
Lincoln: 2007, Vol. 15, Iss. 1/2, p.80.
[iii] Podhoretz, John.
“Towering Inferno,” The Weekly Standard, Washington, Nov. 13,
2006, Vol. 12, Iss. 9, p. 38-39.
[iv]
Berardinelli, James. “Babel,” reelviews berardinelli sees film situ
de web.
[v]
Maciel, David R. El bandolero, el pocho, y la raza. México, D.F.: Siglo veintiuno editores, 2000,
pp. 126-135.
[vi] La frase, “Go ahead, make my day! (¡Adelante! ¡Házmela buena!) fue escrita
por el guionista Joseph C. Stinson y fue dicha por el personaje de Harry
Calahan (Clint Eastwood) en la película, Impacto
súbito (Sudden Impact) de 1983.
[vii] McMurty, Larry.
“A River Runs Through It: The Rio
Grande has long inspired the best and the darkest of stories. The author of ‘Lonesome Dove’ explores a new
film chapter: ‘No Country For Old Men’,” Newsweek, New York:Nov. 5,
2007, Vol. 150, Iss. 19, p.58
[viii]
Este ensayo fue escrito y
fue presentado antes de la elección de Barak Obama. Ojalá que haya un cambio en
esta actitud de parte del nuevo presidente de los E.U.A.
[ix]
Ayala, Ernesto. “Babel, El arte de la pirotécnica,” El
Mercurio, Artes y Letras, 21 de enero de 2007.
[x]
Para un análisis de esos
estudios, vea a Nie, “Sociability, Interpersonal Relations and the Internet:
Reconciling Conflicting Findings,” American Behavioral Scientist, Vol. 45, No.
3, 420-435.
Filmografía
Amores Perros, Dir. Alejandro González Iñárritu. México, 2000.
Babel, Dir. Alejandro González Iñárritu.
Mexico-E.U.A., 2006.
Chicanos: la línea fronteriza (Borderline). Dir. William A.
Seiter. E.U.A., 1980.
Flashpoint, Dir. William Tannen. E.U.A., 1984.
Impacto
súbito (Sudden Impact). Dir.
Clint Eastwood. E.U.A., 1983.
La
frontera (The Border), Dir. Tony
Richardson. E.U.A., 1982.
Simplemente Sangre (Blood Simple). Dir. Joel Coen, 1985.
Sin lugar para los débiles (No Country For Old Men). Dir. Ethan y Joel Coen,
E.U.A., 2007.
Bibliografía
Ayala,
Ernesto. “Babel, El arte de la
pirotécnica,” El Mercurio, Artes y Letras, 21 de enero de 2007. http://www.civilcinema.cl/critica.cgi?c=401, 15/08/2008.
Berardinelli,
James. “Babel,” reelviews berardinelli sees film situ de web, http://www.reelviews.net/php_review_template.php?identifier=801, 15/08/2008.
Ebert,
Roger. “Babel,” rogerebert.com situ
de web, 22 de septiembre 2007, http://rogerebert.suntimes.com/apps/pbcs.dll/article?AID=/20070922/REVIEWS08/70922001/1023, 15/08/2008.
Fojas, Camilla.
“Bordersploitation: Hollywood Border
Crossers and Buddy Cops,” Symploke, Lincoln: 2007, Vol. 15, Iss. 1/2,
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Maciel,
David R. El bandolero, el pocho, y la
raza. México, D.F.: Siglo veintiuno
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Cormac. No Country For Old Men. New York:
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McMurty, Larry. “A River Runs Through It: The Rio Grande has long inspired the best and
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‘Lonesome Dove’ explores a new film chapter: ‘No Country For Old Men’,” Newsweek,
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19, p.58, http://proquest.umi.com, 09/08/2008.
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