Sincronía Spring 2008


El luto humano de José Revueltas: una reconstrucción ficticia de realidades socio-históricas

Brahiman Saganogo

Universidad de Guadalajara


Toda obra artística tiene necesariamente un contenido político en la medida en que refleja las contradicciones de la sociedad, pero este contenido será tanto más pertinente en cuanto el discurso artístico se mantenga en el marco de su especificidad como obra de ficción.

Théophile Koui.


 

Resumen: En el presente artículo, se hace unas aproximaciones a la novela El luto humano del escritor mexicano José Revueltas a guisa de una lectura crítica de la misma. Más allá del argumento novelesco, se pone en evidencia, la estrecha relación entre los distintos relatos y las realidades concretas a las que se remiten; relaciones que determinan lo esencial de la estética de Revueltas; una estética altamente socialista.

Palabras clave: El luto humano, literatura, ficción, literariedad, realidades, referencia.


 

La literatura es el arte por el cual uno expresa tanto su pensamiento como su imaginación mediante la palabra escrita o hablada, en un estilo artístico. Es también un discurso sensible y ficción. Sin embargo, la idea según la cual la literatura es parcialmente sinónimo de ficción insiste en la estrecha relación entre ambos términos. John Searle afirma al respecto:

[Distinción entre ficción y literatura]:

al darse el hecho de que la mayor parte de las obras literarias son textos de ficción, se llega fácilmente a confundir una definición de la ficción con una definición de la literatura; pero la existencia de ejemplos de ficción no literarias [los "comics", el filme] y de ejemplos de obras literarias que no son ficticias [testimonios, cartas, memorias, etc.] es suficiente para demostrar que esto es un error.

[Distinción entre los discursos de ficción y los discursos figurativos (de sentido figurativo)]:

una metáfora puede intervenir tanto en una obra extraña a la ficción como en una obra de ficción. Digamos, para disponer de algunos términos de trabajo, que el empleo metafórico e una expresión es "no literal" y que las enunciaciones de ficción son "no serias". […] Si, por ejemplo, el autor de una novela nos dice que llueve afuera, él no asume seriamente la idea que llueve fuera, en el momento que escribe. (Searle, 1982: p. 111) [1].

 

La literatura como disciplina expresiva, una técnica lingüística, representa contenidos psíquicos con la intención de comunicarlos. Es entonces, la función representativa del lenguaje literario es la que asimila indudablemente la literatura con la realidad existente o imaginaria y la convierte en fenómeno lingüístico y en hecho social caracterizado por una adecuación entre fondo y forma.

Si la literatura es ficción, esta primicia se entiende en otros términos, o implica la consideración del concepto de la literariedad como fundamento del discurso imaginario. Así, la literariedad puede ser concebida como el conjunto de instrumentos de orientación teórica y metodológica, la relación del texto con una realidad y por fin con las estructuras esenciales del texto. Con todo, pone de manifiesto la literariedad una relación del discurso literario con la realidad; pues implica una red de ficcionalización.

Partiendo de eso, la obra literaria como práctica y realidad social, se deja por reflejo de la sociedad a través del lenguaje en el sentido de la verosimilitud, la referencialidad y de procedimientos tales como estilización y ficcionalización.

La referencia presupone de entrada, la existencia es decir que algo ha de existir primero para que luego el lenguaje se pueda referir a aquello. Así se abordará El luto humano (1943) [2] desde la perspectiva de un acercamiento a las distintas facetas bajo las cuales José Revueltas reconstruye de manera ficticia las realidades socio-históricas.

José Revueltas nació en Durango el día 20 de noviembre de 1914. Fue novelista, poeta, cuentista, dramaturgo y guionista; y miembro activo del Partido Comunista Mexicano (P.C.M) y de la generación de Taller fundada por Rafael Solana en 1938, en cuyo derredor, los miembros se han caracterizado por un compromiso mucho más social, aun revolucionario. Colaboró en las revistas Letras de México en la cual escribía notas de libros, críticas de cine y artículos de carácter socio-políticos y reportajes; en Así y Futuro y en los periódicos El Popular y El Universal. En 1943 obtuve el Premio Nacional de Literatura con su novela El luto humano en el concurso internacional de la Editorial Farrrar & Rinehart de Nueva York como mejor obra extranjera.

La obra de Revueltas es vasta, diversa y altamente significativa dentro de las letras mexicanas y latinoamericanas en las cuales aparece la figura de un artista entusiasta, un intelectual arrogante y comprometido con lo nacional. Afligido por lo mismo, Revueltas encuentra consuelo en la labor de escritor para afianzar su voluntad de combatiente. Al respecto leemos:

Estos seis libros [Los muros de agua, El luto humano, Los días terrenales, Dios en la tierra, Dormir en tierra y Los errores] constituían una obra solidísima, y Revueltas, para mí, sin duda era uno de los autores mayores de la literatura mexicana. Para entonces ya estaba muy compenetrado con su estilo y su visión del mundo, en los que cohabitaban el marxismo, el existencialismo y una religiosidad dostoivskiana. Sus seres brotan de la oscuridad, untados de muerte; de atmósferas sórdidas, opresivas, encerradas, o de plano del submundo en su condición de underworld y de underground. A Revueltas le gustaban las situaciones límite, definitorias, y como Sastre, recurría a un cierto tremendismo y efectismo, pero los trascendía, o más bien, los manejaba sabiamente. Narraba desde las profundidades muchas veces insondables y era oscuro, profundo y poético, pero no se perdía en sus propios códigos porque era muy apto para sacarse de la manga excelentes historias […] que ocurrían en el campo, en la guerra, en barcos, en cárceles, en hogares de provincia o de clase media urbana, y que él narraba con alta intensidad. […] José Revueltas fue un maestro de la narración corta, y con Juan Rulfo y Juan José Arreola escribió cuentos que hasta el momento significaban el suelo y el techo del género en México (José Agustín, 2000: pp. 9-10,14) [3].

Cualquier lectura de Revueltas con detenimiento permite percibir por entre y por debajo de las unidades lingüísticas de sus obras, aportaciones estilísticas y sentidos que atestiguan una vida plena dedicada a las letras naciones y sobre todo a la ficcionalización de la realidad social. Para Helia A. Sheldon, el crítico:

Revueltas concibe el arte como un ejercicio de la libertad, en sus propias palabras es "el ejercicio de la conciencia crítica". Este papel de crítico de su sociedad y de su época que José Revueltas apasionadamente enarbola, es asumido también por otros escritores contemporáneos como Kundera y en el ámbito nacional Efraín Huerta. […] Esta novela [El luto humano] abunda en imágenes y símbolos evidenciadotes de una etapa arcaica, elemental, en el desarrollo de la conciencia del mexicano. […] La novela refleja el clima de desaliento que embarga al escritor en la época en que fue concebida. (Sheldon, 1985: pp. 149-151) [4].

En El luto humano, más allá del simple argumento novelesco; por el realismo histórico que lo caracteriza mediante indicadores temporales y espaciales reales, el libro consta de tres niveles narrativos y argumentativos muy marcados; los cuales dejan vislumbrar un movimiento tripartito no lineal. El primer nivel sería el argumento de la obra que puede resumirse en pocas palabras. Chonita la hija de Úrsulo y Cecilia "ha muerto". Úrsulo va de noche por el cura al cercano poblado acompañado por Adán. De regreso, en medio del camino y de la tempestad, mientras intentaban cruzar el río, el cura mata a Adán, el río en estiaje y furioso termina desbordándose. La inundación se generaliza, todos quedan atrapados por el agua; en busca de refugio, desesperados, se suben a la azotea de la casa de Úrsulo y Cecilia con el cadáver envuelto de Chonita donde son devorados por los Zopilotes tras su fallecimiento "Reposaban todos dentro de su respectivo ataúd, féretros" (p.84).

El segundo nivel está relacionado con los temas de la "Revolución mexicana" y la "Guerra cristera", y su corolario de muerte como consecuencia la violencia que acarrearon:

Y este país era un país de muertos caminando, hondo país en busca del ancla, del sostén secreto. […] - ¿Aún vive gente ahí? – dijo [el cura] entonces con asombro involuntariamente fingido […] – Muy poca, padre, nada más cuatro familias […]. La lucha se estableció en torno a la Iglesia y no sólo en el sentido religioso, poderoso de la palabra, sino literalmente. Ahí en el pueblo los agraristas y federales llegaron con el propósito de desalojar a los cristeros y apoderarse del templo para que oficiara un cura cismático […]. La muerte tomaba con frecuencia esa forma de reptil inesperado. […] Una víbora con ojos casi inexpresivos de tan fríos, luchando, sujeta por el águila rabiosa, invencibles ambas en ese combatir eterno y fijo sobre el cacto doloroso del pueblo cubierto de espinas. […] – Nos mandan soldados el señor don Porfirio – les dijo una vez Tatebiate a todos los hombres de su comunidad. – Tenemos que luchar porque quiere quitarnos el río, el maíz y los niños… ¿Es de justicia? – ¿Por qué nos tendrá mala voluntad el señor don Porfirio? – preguntó inquieto [el padre de Antonia a su mujer], sorprendido profundamente de que las cosas ocurrían así - . Quiere quitarme a los niños. […] La madre de Antonia miró tranquilamente cómo se alejaba su marido. – Matas al señor don Porfirio – le indicó […]. Recordó [el cura] entonces los tiempos de la guerra, cuando el pueblo andaba en armas, lleno de odio. […] Los villistas entraron en la ciudad disparando a diestra y siniestra. […] -; Ábranle a la Revolución. […]. Que la revolución cesara y se estableciese un orden eterno, sin más revoluciones, sin más inquietud, sin asechanza alguna. […] – Ha terminado la revolución – dijo el Coronel -; […]; Viva mi general Francisco Villa. […] ¿Qué hacer ahora? No en Vano transcurren diez años de caos, de desorden, de libertinaje. […] Zapata era un general del pueblo, completamente del pueblo […] Zapata era del pueblo, del pueblo puro y eterno, en medio de una revolución salvaje y justa. […]¡Pájaros sobre la soledad de México! Eran pájaros de la época, pájaros del tiempo desolado aquél, llenos de estupor por el ruido, los gritos y la sangre de la tierra. Aves que habían quedado sobre la revolución, a causa de quién sabe qué milagro, sobre la revolución mirando los cadáveres, el silencio de los disparos, la gente toda, pequeñita y ocupada en cosas de la muerte. […] Él [Ádan] no podía decir nada de la revolución que era apenas un desorden y un juego sangriento. […] Se trata del célebre "Tercer mensaje al mundo civilizado" en que el audaz obispo llamaba a la rebelión. […] "El señor Calles exita a todos los gobiernos…a que vaya al terreno que sea necesario ir, porque la niñez y la juventud deben pertenecer a la revolución …" decía el mensaje. […] Con seguridad los federales creían en Dios, en Cristo y en la Iglesia. Inexplicable entonces por qué peleaban, pues también ponían rabia, odio. (pp. 25-26,30-31, 35,62, 77,95-96,99-100,145,148,152,168-169).

 

En efecto, en este nivel se trata de la ficcionalización del pasado socio-histórico de la patria de Revueltas; y su aspecto destructor y su sentido de controversia o sea las contradicciones que suscitaron los acontecimientos llamados la Revolución mexicana y la Guerra cristera. Lo cierto es que ambos conflictos establecieron un clima mortuorio entre los pueblos. En otros términos, la ficción está modelizada con elementos de índole socio- política.

La tercera y última instancia narrativa que algunos tildaron de intermediaria entre las dos primeras, es el relato de la construcción de una presa sobre el río del pueblo, un sistema de riego en el marco de una reforma agraria en México, que desafortunadamente no logró las expectativas que se esperaban:

Más tarde vinieron aquellos dos, tres años de prosperidad, de felicidad. Se construyó una presa allá arriba. […] El pueblecito tuvo sus altas y sus bajas, hasta la baja final, cuando ya no había remedio y emigraron todos, huyendo, en busca de otra tierra […]. El río maldito, inconstante, fue hecho prisionero. Sus aguas fueron encerradas […], ¡Río taimado, vencedor al fin! Nada pudo el hombre contra su voluntad terca, nada contra sus aguas, nada contra sus caprichos, río maldito. (pp. 166-168).

La falta de consenso, la mala explotación de la tierra y del agua por la construcción del sistema de riego provocó una huelga encabezada por el comunista Natividad, quien se mostró preocupado por el devenir de la tierra tras una toma de conciencia del sentido que se quiso dar a la reforma:

[…] - ¿Esto es, entonces, el Sistema de Riego? - dijo Natividad -. Lo sospeché desde un principio, aunque me creí perdido. En Nogal me dijeron que aún estaba retirado. […] Detenidos ahí con su empeño, eran la representación de la fuerza y de la voluntad colectivas: únicamente ese simple hecho de estar inmóviles bajo la roja bandera significaba la paralización absoluta de todo el trabajo en el Sistema de Riego. Otros grupos iguales, con un tractor igual – Fordson pesado, animal y rítmico – en cada puente, sobre los drenes y los canales, constituían la red precisa de la huelga general que había estallado un mes antes. […] El gobierno del centro, preocupado vivamente de imprimir a la reforma agraria un sentido moderno y avanzado, había establecido en el país diversas unidades de riego, en tierras expropiadas al latifundismo. […] Pero [Natividad] contemplaba desde una eminencia distante, la guerra es igual que el Sistema de Riego, donde los tractores zumban como moviéndose dentro de una atmósfera irreal, delimitada y secreta. […] Natividad se intrigaba por la tierra, por el proceso que la iba haciendo. […] Tiempo después los protectores de Adán le encomendaron la muerte de Natividad. […] Pero el problema ahí era Natividad, un líder. No se quería de manera alguna que se continuara aquella huelga de cinco mil peones, escándalo de la República y hasta tal vez la misma revolución. Natividad, Natividad. (pp. 131, 116-117,132, 134,130).

 

Acerca del Sistema de Riego, elemento narrativo principal, y punto de partida y llegada de la obra; el propio Revueltas confiesa su aspecto real a Adolfo A. Ortega en los términos siguientes:

Yo [José Revueltas] participé en la huelga del sistema de riego como uno de los organizadores. Esto ocurrió bajo el gobierno de Abelardo Rodríguez, en que el sistema de riego había sido construido de una manera artificial y a costa de millones de pesos. El agua era mala, no servía para el riego. Era un affaire de los medios gubernamentales y por eso no les importaban los salarios. Esto sucedía en el norte del país, en Nuevo León, cerca de la frontera con Estados Unidos. Era una gran estafa; para decirte que desaparecieron las poblaciones y aquello quedó calcinado. Yo comparecí allí. Como consecuencia, fui enviado a las Islas Marías junto con los compañeros que aparecen en el recuerdo de los personajes de El luto humano. (Ortega, 2001:pp. 117-118) [5].

Las evocaciones del gobierno de Abelardo Rodríguez, el Estado de Nuevo León, y su encarcelamiento en las Islas Marías por su participación en la huelga del sistema de riego; son indicadores que ayudan a situar histórica y espacialmente aun temporalmente la obra.

En efecto, se trata del año 1934 que marca el fin del gobierno de Abelardo Rodríguez, la puesta en práctica de una de las obras del llamado "experimento agrario" que fue el sistema de Riego y el inicio del de Lázaro Cárdenas. En esta misma fecha por realizar trabajos organizativos, Revueltas es detenido en el Estado de Nuevo León y encarcelado por segunda vez en las Islas Marías donde permanece hasta el mes de febrero de 1935.

Si el sistema de riego, como programa socio-político aún económico fue contemplado como un ideal revolucionario por lo menos como uno de los puntos importantes de la convención revolucionaria de Jojutla de 1926; pero, cabe mencionar que la euforia duró poco tiempo. Revueltas da a entender tal consideración en El luto humano, cuando los trabajadores agrícolas dirigidos por Natividad declaran la huelga después de que se cuarteó una barrera de la presa provocando la inundación que acaba arrasando con todo y dejando un tierra yerma, estéril, víctima de la muerte constante.

El luto humano es por mucho, una novela comprometida por ser la denuncia del fracaso un ideal socio-político; un esfuerzo más de Revueltas por desentrañar toda la problemática de la difícil puesta en práctica de la política agraria en la sociedad mexicana. Se trata de una denuncia a manera que va a la par de la presentación del cuadro social mexicano en el que aparecen seres deteriorados por causa del sufrimiento, consecuencia directa de las malas decisiones de la época. En efecto tal evidencia sitúa la obra dentro la estética existencialista y tomando en cuenta la formación ideológica del propio autor, dentro de la estética del realismo socialista. Miembro y actor social, el autor lanza, en alto su voz en contra del drama social que azota su pueblo. Más allá de las críticas contra del agro de su patria de aquél entonces, Revueltas crea notas de esperanzas mediante implicaciones simbólicas al final del relato. El amor que siente Natividad por Cecilia es por transposición metonímica, su amor verdadero por la tierra de México; tierra productiva a cuidar pase lo que pase; y la hija Chonita que muere por falta de precaución, es el fruto muerto de la misma tierra. Simbolismo vegetal o agrícola (según el campo semántico manejado en el texto) que devela el vínculo estrecho del ser mexicano con su tierra; ésta última como fuente de subsistencia y de vida; de donde la necesidad de una reforma de la reforma agraria; en otros términos una reforma progresista:

Natividad anhela transformar la tierra y su doctrina suponía un hombre nuevo y libre sobre una tierra nueva y libre. Por eso Cecilia que era la tierra de México, lo amó, aunque de manera inconsciente e ignorando las fuerzas secretas, profundas, que determinaban tal amor. […] Chonita había muerto, muchos, muchísimos años antes, fruto misterioso de la desesperanzada tierra. La devorarían hoy los zopilotes. (pp. 186-187).

 

La constancia de la muerte es el símbolo de la mala conciencia ante la cual Revueltas crea analógicamente otro, esta vez de esperanza a través del amor que siente Natividad por Cecilia y de la aparición y las acciones de Natividad en el relato; en el cual se presenta como el símbolo del hombre nuevo por su creencia ideológica (es comunista, aun positivista). De ahí que todo el relato puede ser visto desde la perspectiva de una gran interrogación por entre las estructuras retóricas y simbólicas, acerca del rumbo socio-político, la realidad, el hombre, el sentido de la justicia, el dolor humano y la tierra. En suma el libro es la conjugación de las voluntades militante y estética de su autor, la manifestación de la representación de la realidad por la ficción.

Notas:

[1] V. Searle, John. Sens et expression. Études de théorie des actes du langage, Paris, Minuit, 1982, p. 111. La traducción al español es mía.

[2]. Revueltas, José. El luto humano, 23ª reimpresión, México, Era, 2003. Cité bajo esta edición y consigné las páginas las páginas en el cuerpo del trabajo.

[3]. José Agustín. "Los relatos de José Revueltas" en José Revueltas. La palabra sagrada, Prólogo y selección de José Agustín, 1ª reimpresión, México, Era, 2000, pp. 9-14, 208pp.

[4]. Cfr. Sheldon, Helia A. Mito y desmitificación en dos novelas de José Revueltas, México, Ed. Oasis, 1985, pp. 49-151, 178pp.

[5]. Cfr. Ortega, Adolfo A. "El realismo y el progreso de la literatura" en Andrea Revueltas y Philippe Cheron, Conversaciones con José Revueltas, 1ª edición, México, Era, 2001, pp. 111-119. En este mismo libro, el lector encontrará otros textos de gran factura tales como: "Literatura y dialéctica" de María Josefina Tejera (pp. 43-53), "José Revueltas, el escritor y el hombre" de Mercedes Padrés (pp54-61), "La verdad es siempre revolucionaria" de Ignacio Solares (pp.126-133), entre otros.

 

 

Bibliografía:

Escalante, Ovidio Coord.). Los días terrenales de José Revueltas. España: Archivos CSIC, 1991.

Fuentes Morúa, Jorge. José Revueltas. Una bibliografía intelectual. México: UAM-I, 2001.

José Agustín. José Revueltas. La palabra sagrada. 1ª reimpresión, México: Era, 2000.

Ortega, Adolfo A. "El realismo y el progreso de la literatura mexicana" en Andrea Revueltas y Philipe Cheron. Conversaciones con José Revueltas. México: Era, 2001.

Ruiz Abreu, Álvaro. José Revueltas: Los muros de la utopía. 2ª ed. México: cal y arena, 1993.

Sheldon, Helia A. Mito y desmitificación en dos novelas de José Revueltas. México: Editorial Oasis, 1985.


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