Sincronía Spring 2009


El desgaste como estética en El gran burundún-burundá ha muerto de Jorge Zalamea

Brahiman Saganogo

Centro de Investigaciones Filológicas

Universidad de Guadalajara


 

Resumen: Se trata de un estudio analítico de El gran Burundún-Burundá ha muerto (1952) del escritor colombiano Jorge Zalamea. Un acercamiento desde la perspectiva de una estética del desgaste mediante signos lingüísticos que más allá de lo desagradable que expresan aparentemente, configuran el estilo de Zalamea basado en la evocación de feo por lo bello. Utilización de elementos narrativos que sugiriesen lo esencial de la estética en esta obra.

Palabras clave: Estética, desgaste, desintegración, Jorge Zalamea, El gran Burundún-Burundá ha muerto.

 

La literatura es arte; como tal, constituye el objeto de la educación estética. El arte por su parte, es en general, una actividad razonada que permite producir objetos, es también, producto de la actividad a la cual se confiere un valor estético. De "artis": modo de producción, saber-hacer, el arte releva de la producción estética. Una actividad individual y sumamente estética, y la estética, la teoría del arte.

La estética, o el tema de la estética:

Constituye el objeto de la filosofía, reflexión o análisis estético. […] El Dr. Johnson definió la belleza como "el conjunto de gracias y proposiciones de las partes que agrada al ojo". Debió haber añadido "o al oído o a la imaginación", a menos que intencionalmente no hubiera querido referirse a la poesía y a la música. […]. (Carrit, 2004:p.21)1.

La estética es en términos kantianos, la disciplina o la ciencia que investiga o estudia la procedencia sistemática del sentimiento y su manifestación que es el arte. Sería pues, una reflexión sobre el arte, mejor dicho, una reflexión filosófica sobre los valores contenidos en la obra artística. Así que la estética se manifiesta en la cultura como arte proyectando la belleza. La estética:

Etimológicamente la palabra <<estética>> deriva de las voces griegas aistesis, sentimiento, e ica, relativo a; la definición sería entonces, atendiendo a estas raíces: <<ciencia relativa a los sentimientos>>, más concretamente a la belleza. […] La tarea de la estética, su problema, consiste en <<enderezar>> el punto de vista en que el hombre se ha de colocar con respecto al arte, para encontrar la magia de lo artístico, para lograr una sensibilidad diferente de la habitual; para gozar profundamente de algo distinto a la televisión, la radio y los cromos.2.

La estética es una disciplina relacionada con lo bello que ayuda a contemplar el arte, a comprender el mensaje que vehicula la obra de arte, y a vislumbrar su significado y su valor estético

Entre las múltiples categorías estéticas que puedan existir en esta obra, la denominación: "El desgaste como estética […]", se comprende como la percepción de la obra que puede ser vista en la decadencia y el desgaste. Esta consideración trata de mostrar el poder de las fuerzas del desgaste que van formando un objeto estético mediante significantes textuales.

Por "El desgaste como estética en El Gran Burundún-Burundá ha muerto de Jorge Zalamea", se entiende en el contexto de esta obra, mediante los componentes en degradación y en decadencia, percibidos como residuos causados por los acontecimientos, la muerte, la masacre cometida por las fuerzas armadas de Burundún-Burundá, personajes central y semióticamente, sujeto agente dentro de la novela, los personajes víctimas del engaño, la sociedad en descomposición, los espacios y las ciudades vacíos (sin vida) y monótonos, el nihilismo, la decadencia política y económica, desgaste en la naturaleza y los espacios.

En este horizonte, me preocuparé por develar esta construcción sobre el desgaste a través de los signos que lo ilustran. Así, mi propuesta apunta hacia la visión del desgaste tomando en cuenta tres aspectos fundamentales: el desgaste del ser humano, la desintegración social y la decadencia en la naturaleza y los espacios, aspectos precedidos por un presentación del argumento esencial de la obra.

1. El argumento esencial de la obra.

En El Gran Burundún-Burundá ha muerto se trata de una parodia en la que se ficcionaliza la entrega que hizo del poder el Dr. Laureano Gómez encarnado en el personaje de Burundún-Burundá, al Dr. Urdaneta Arbeláez (Presidente de la República de 1951 a 1953). El argumento de base enseña que durante el desfile de entierro, el narrador describe a El Gran Burundún-Burundá insistiendo en su maquinaria represiva y sus derivados de violencia y restricción de libertades públicas -sobre todo de expresión-, y fustigando con los más crudos y fuertes epítetos a los colaboradores o aduladores del "Gran Extirpador". Así, van en el cortejo el Canciller, los militares, las demás autoridades, los abogados, los caciques políticos, las centrales obreras, los sindicatos, los periodistas, las asociaciones pías y el clero. Pero al llegar al cementerio, luego de hacer los ritos tradicionales, la sorpresa es grande cuando al destapar el ataúd de plomo para dar el último adiós al cadáver de Burundún-Burundá, se encuentra ahí, "un gran papagayo, un voluminoso papagayo, todo henchido, rehenchido y aforrado de papeles impresos, de gacetas, de correos de ultramar, de periódicos, de crónicas, de anales, de pasquines, de almanaques, de diarios oficiales" (Jorge Zalamea, 1989: 136). Considerada como una alegoría del poder absoluto y despótico en sus formas y características más brutales y monstruosas, esta obra es arrancada en dos planos narrativos: por una parte, su autor relata y describe el vasto y pomposo cortejo fúnebre que acompaña al muerto de la basílica al cementerio; por otra, remonta hacia atrás para informar sobre las andanzas y peripecias de Burundún-Burundá hasta su llegada al poder y luego, sobre sus demoníacas maquinaciones.

2. El desgaste del ser humano.

En El Gran Burundún-Burundá ha muerto, aparecen fuerzas degradantes que actúan contra los hombres, destruyendo tanto su cuerpo como sus natures emocionales y espirituales. Comenzaré con la mentira en tanto que hecho que ha provocado miseria, negación de sí mismo, angustia y casi la no vida. La mentira en la obra, se manifiesta en los discursos de Burundún-Burundá. Así podemos leer:

Si las bestias son más dóciles y más felices que los hombres, es porque no participan de la maldición de la palabra articulada. Si se quiere, pues, hacerles dichosos y mansos, es menester extirpar de sus costumbres la más vana y peligrosa: la de hablarse entre sí, la de comunicarse sus cobardes temores, sus ineptas imaginaciones, sus torpes ideas, sus enfermizos sentimientos, sus engañosos sueños, sus inciertas aspiraciones, sus imperdonables quejas y protestas, su torpe sed de amor. (Zalamea, 1989:pp. 105-106)3.

 

El Programa Narrativo (PN) mencionado aquí en términos de haceres-saber basado en la persuasión, a pesar de ser decires falsos, consiguió provocar un deterioro moral dado que enseguida, incitó al creer. Así, la palabra articulada presentada como una "maldición", a pesar de ser en realidad, una facultad humana importante, plantea la necesidad de un rechazo o un abandono. El abandono de la palabra articulada tan sugerido, causa en los personajes de la obra un efecto desgastante, por el simple hecho de que paraliza los órdenes social, físico y mental. Nadie escapa a la desgracia provocada por el engaño ni los súbditos, ni Burundún-Burundá.

La mentira, por ser considerada como algo verídico, aunque no lo es, ha causado des-orden, dolor y desgaste.

El desgaste no sólo se establece en el cuerpo humano, sino que ocupa otras partes menos visibles, destruyendo elementos emocionales y afectivos necesarios para la vida. Es este tipo de desgaste que sufre Burundún-Burundá cuando llega a perder "la palabra articulada" ante sus súbditos tras abolirla entre éstos. Entonces, la venganza es la otra forma donde el dolor, la pesadumbre, la angustia y el aniquilamiento del otro se revelan y aceleran la necesidad de justicia:

Pero fue indiscutible el triunfo de su palabra: uno cualquiera entre los innumerables días de la vida, todo en torno de Burundún, fue escombro. El gorgojo había carcomido la viga maestra de la fe y derrumbado la casa ante el estólido asombro de quienes no se percataron –ni en el sueño ni en la vigilia- de los minúsculos chasquidos, del arenoso desmoronamiento, del rechinante espolvoreo, del apenas crepitante desmigajarse del alma de la madera. […] Pero no. No hay parangón posible. Pues en toda maldad, en todo vicio, en todo crimen laten una pasión, una ambición, un extraviado deseo de que las cosas cambien, de que la vida cambie. Y en Burundún sólo resollaba un resentimiento: su balbuciente furor de tartamudo. Pues todo reformador es parto de sus propios vicios. (Op.cit., pp. 104-105, 113).

Este pasaje ilustra la sanción que ha resultado de los hacres-saberes de Burundún-Burundá y del cumplimiento de los mismos. Si la pérdida de la palabra articulada es el recorrido pasional de mayor intensidad en esta obra, el contrato preveía también (cabe decirlo) que el destinador Burundún-Burundá, por el solo hecho de ser humano, llegara a ser tartamudo. Así, el enunciador en la obra sale en busca de argumento para consolar y vengar, por una parte, y, por otra, invita a que volvamos a ir de un comienzo común hacia un principio común. El anhelo de venganza, como fuerza justa, parcial y decadente, se va introduciendo en todo y de ésta nace el deterioro de Burudún.

La función deteriorante de la venganza se conjuga con el recuerdo de un pueblo engañado, torturado y herido psicológicamente por su dirigente sediento de poder y autoridad, a través de silogismos confusos. La venganza trajo una especie de esperanza de re-establecimiento del orden perdido y del mal tiempo vivido. Por eso, la venganza surge como algo positivo y pretexto de alabanza y honor. En fin: "[…] el Reformador es hijo de sus propios vicios. […] Los grandes reformadores suelen ser hijos de sus propios vicios. […] Pues todo reformador es parto de sus propios vicios" (Ib. 101, 103, 113). Estas palabras del hablante son un estado mórbido del espíritu humano en descenso y desilusionado emocionalmente; víctima "de sus propios vicios".

La decisión de Burundún de abolir la palabra articulada entre los hombres, resultó vana e inalcanzable. Este intento de abolición de la palabra, como acto nihilista, resultó ser la causa de la decadencia de este personaje. Como nihilista, está convencido de que cualquier decir-hacer y cualquier decisión unilateral carecen de sentido y terminan en la nada, porque suelen toparse con el orden social naturalmente establecido. De donde la tonalidad, la binariedad y la frecuencia con las que aparecen las frases: "Los Grandes reformadores suelen ser hijos de sus propios vicios./ Pues todo reformador es parto de sus propios vicios". (Ib., pp. 101-105, 113).

El desgaste causado por el carácter nihilista de Burundún, ha acarreado miedo, toma de conciencia y arrepentimiento. Se arrepiente de sus actuaciones y dichos en otra época en detrimento de otros seres. Frente a la imposibilidad de curarse del desgaste, sus esfuerzos quedan como un deseo, un intento. El deterioro, la toma de conciencia y, sobre todo, el arrepentimiento son, en fin de cuentas, lecciones impuestas a sus haceres. Así, la obra es una ilustración de esta situación de retorno: Burundún, al proclamar la abolición de la palabra, luego se queda tartamudo.

Zalamea pone fin a la idea de personalidad como ser unitario portador de autoridad. Consciente de la finitud del ser humano y su pertenencia a un ser supremo, niega a Burundún la posibilidad de ascender a una infinitud. Así es como el desgaste acaba por ser un desgaste recíproco. En Burundún-Burundá, la manifestación del desgaste aparece en el propio título de la obra: El Gran Burundún-Burundá ha muerto, a pesar de su grandeza. Desde entonces, se descubre una nueva dimensión del mundo es decir, una profundidad irreductible que denuncia el carácter efímero de la personalidad unitaria.

En fin, la muerte y la metamorfosis del personaje, son recursos que reiteran disolución, alteridad de identidad, precariedad de la personalidad del hombre como individuo limitado a una forma y sujeto a la alternancia de relaciones de cambio y desintegraciones que no domina ni controla.

3. La desintegración social.

A lo largo de El Gran Burundún-Burundá ha muerto, aparece evidente la descomposición social. Su autor crea una sociedad cuyos individuos (personajes) viven en condiciones miserables de servidumbre, indeterminación y dominación promovidas y ejecutadas por los centros del poder. En efecto, es un mundo donde existen decisiones unilaterales que obligan a las personas a estar al borde del abismo, de la nada y la ignorancia.

La decadencia de algunos personajes sirve para mantener la conservación de otros y de su régimen, tal es el caso de los agentes de las fuerzas armadas de Burundún-Burundá, quienes a través de su apariencia tanto física como moral, que muestra durante el ejercicio de su deber, dejan ver el deterioro de su propio ser:

Sus Zapadores tenían por rostro una atrufada jeta de cerdo, sin otros ojos que la ciclópea pupila de neón que iluminaba, sórdida, la visera del casco. […] Por obra de minuciosa selección, los rostros de los Territoriales eran idénticos entre sí, como cabezas intercambiables: grandes peras sin gracia, lívidas y pecosas; con ojos planos, incoloros y acuosos, como dos leves magulladuras. […]. De sus ajadas[La Policía Urbana y Rural] ropas se desprendían –con cierta nauseabunda regularidad- vaharadas de moho y gasolina, de sudor y de semen, de caries y frías flatulencias, de papel sellado y resobada miga de pan […]. (Ib.,pp. 84-85, 86-87, 92, 93).

Aquí están los agentes de represión al servicio de Burundún-Burundá, los más comprometidos con la maldad, los menos compasivos. Con sus facciones bestiales, aparecen como los seres más horripilantes y más deteriorados. En su retrato, uno se da cuenta de que están sufriendo deterioros físicos y morales por presentar características animales. Además, se dedican también a oprimir a sus semejantes distinguiéndose desde entonces por su deseo de destrucción y aniquilamiento.

-El deterioro político de la sociedad.

La manera como relata Zalamea el poder, deja entrever un desgaste político en la sociedad. El poder en deterioro es uno de sus sentidos: el engaño, la mentira, la violencia y la tortura que devela esta obra. El mundo que describe es un mundo de desgaste en plena decadencia política. Las fuerzas armadas de Burundún, encargadas de mantener el "Nuevo Orden", mediante el uso de la violencia, nos hacen pensar en el surgimiento de la violencia en Colombia, tras el asesinato del líder liberal Jorge E. Gaitán el día 9 de abril de 1948. A partir de esta fecha, es cuando la violencia se instala en todas partes: las fuerzas armadas deambulan por todos lados, las matanzas se generalizan, las calles están desiertas, las poblaciones desamparadas, la soledad, la angustia y el miedo van creciendo, haciendo la atmósfera cada vez más podrida. Los siguientes pasajes textuales evocan implícitamente esta realidad: "Entonces el caballo se irguió […] y se echó a andar, por la avenida más larga y más ancha del mundo, hacia la ciudad abandonada por entre los carros, los camiones, los vagones, las carretas colmadas de cosas, de innúmeras cosas sin dueño". (Ib.,pp. 51, 59-60, 139).

En este país en deterioro, la vida como voluntad de poder se manifiesta a través de un caballo errante. El narrador quisiera mostrar por ahí, que aquella voluntad de poder en deterioro genera más desorden, reproduce su propio desgaste. El deterioro del poder se hace más palpable en los fines trágicos de Burundún-Burundá y en la incapacidad del ejército de matar a la gente cuando ésta se puso a dispararles:

Peor espanto aún: más desconcertante mixtificación: más extravagante misterio: sus balas alcanzaban a las gentes que huían saltando sobre las tumbas, escondiéndose tras las tumbas, tras los cipreses, saltando, huyendo, escondiéndose y recibiendo –esto era lo insoportable- las balas en sus espaldas, en sus hombros, en su corazón, sin que manase de sus heridas otra cosa que un agua chirle…Era como si disparasen contra las altas fantasmas grises del sueño, o contra muñecos de aserrín, como si disparasen en una feria…no mataban a nadie, no moría nadie. El mundo todo no era ya de sangre sino de agua chirle[…].(Ib., p. 138).

Este fragmento insiste sobre el deterioro del poder político absoluto y los efectos que éste produce en el ser humano. La fascinación por la historia y el poder decadente es uno de los motivos de esta obra sobre los días más sombríos de la existencia socio-política de Colombia.

Más allá de la decadencia socio-política, Zalamea presenta una visión del desgaste que se adueña de algunas estructuras económicas. Así, en El Gran Burundún-Burundá ha muerto, el desgaste económico se evidencia:

Entonces el caballo se irguió de nuevo sobre sus patas traseras, agitó alegremente las crines, mostró los anchos dientes en su muda sonrisa y echó a andar, por la avenida más larga y más ancha del mundo, hacia la ciudad abandonada por entre los carros, los camiones, los vagones, las carretas colmadas de cosas, de innúmeras cosas sin dueño. (Ib., p. 139).

La caída del poder, el desorden, la masacre, han debilitado el orden económico y convertido los lugares habitados anteriormente, en espacios vacíos, abandonados. En aquellos lugares, la presencia del caballo, el silencio y la soledad que se desprenden, dan una impresión clara de la no-vida y, por consiguiente, de la ausencia de actividades económicas.

4. La decadencia en la naturaleza y los espacios.

En la novela se observa un desgaste notorio de la naturaleza y los espacios:

Pero antes de describir esta marcha, esta marcha triunfal y fúnebre, hay que decir –para que toda la verdad resplandezca- que también la naturaleza se halla de luto. […] (La verdad histórica nos obliga a anotar aquí una inconveniencia: tan repentino, estruendo y catastrófico fue el derrumbamiento de la casa que el propio Burundún –su demoledor- tuvo un momento de pánico.) […] Entonces el caballo se irguió de nuevo sobre sus patas traseras […] y echó a andar, por la avenida más larga y más ancha del mundo, hacia la ciudad abandonada por entre los carros, los camiones, los vagones, las carretas colmadas de cosas, de innúmeras cosas sin dueño. (Ib.,pp. 84, 104-105, 139).

Zalamea presenta la naturaleza, los espacios, las calles, las ciudades, los medios de transporte deteriorados y en proceso de caducidad. Desde el punto de vista espacial, el nivel diegético se cumple en buena parte en Colombia donde, debido a los enfrentamientos armados, el país se ha precipitado en el mundo del terror que se ha extendido en las selvas y sabanas colombianas, en las calles y, sobre todo, en las grandes avenidas bogotanas. Desde entonces, la espacialidad de la obra no se encuentra fuera de los procesos de desgaste, además colabora en el afán de decadencia que produce en los objetos, los individuos y en los espacios naturales y artificiales.

La secuencia "la naturaleza se halla de luto", muestra la faz terrible de la misma, una naturaleza que ahora deteriora, daña y acelera el malestar de sus habitantes. En fin, la soledad de la "avenida más larga y más ancha del mundo" y "la ciudad abandonada" con sus elementos "sin dueño", provocan no sólo una toma de conciencia del desgaste y la desaparición de toda una vida activa, sino que confirma la preocupación por la decadencia de todo lo que existe y del orden divinamente establecido.

En definitiva, el deseo de mostrar uno de los aspectos más relevantes de la narrativa de Zalamea, me ha llevado a considerar y a analizar algunos componentes negativos que configuran el macrouniverso social mostrando una condición de corrosión y deterioro en los seres, los sistemas (económicos y políticos), en la naturaleza y los espacios. Aquellas imágenes negativas son las que constituyen la plenitud narrativa como medio que transmite lo bello, rebasando, gracias a la capacidad intelectual de Zalamea, lo feo, lo horrible y lo desgastado.

Notas:

1. Cfr. Carrit, Edgar Frederik. Introducción a la estética, 9ª reimpresión, trad. Octavio G. Barreda, México, FCE, 2004, p.21.

2. Cfr. Valdés de Martínez, Sara Carmen. De la estética y el arte. 2ª edición, Guanajuato, Universidad de Guanajuato, 2002, pp.18,20.

3. Zalamea, Jorge. El Gran Burundún-Burundá ha muerto, [primera edición en 1952] Bogotá, Arango Editores, 1989, pp.105-106. Cité bajo esta edición y consigné las demás páginas en el cuerpo del trabajo.

 

Bibliografía:

BLANCHOT, MAURICE. L´espace littéraire, Paris, Gallimard, 1968.

BREMOND, Claude. Logique du récit, Paris, Hachette, 1973.

CARRIT, Edgar Frederik. Introducción a la estética, 9ª reimpresión, trad. Octavio G. Barreda, México, FCE, 2004.

DOLEZEL, Lubomir. Estudios de poética y teoría de la ficción, trad. Joaquín Martínez Lorente, Murcia, Universidad de Murcia, 1998.

DUCROT, Oswald. Les mots du discours, parís, Minuit, 1980.

VALDÉS DE MARTÍNEZ, Sara Carmen. De la estética y el arte. 2ª edición, Guanajuato, Universidad de Guanajuato, 2002, pp.18,20.

ZALAMEA, Jorge. El Gran Burundún-Burundá ha muerto, [primera edición en 1952] Bogotá, Arango Editores, 1989.


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