Sincronía Primavera 2006


FORMA Y COLOR, ENSAYOS Y POESIA DE FERNANDO DEL PASO

María Guadalupe Sánchez Robles

Universidad de Guadalajara


La obra del escritor Fernando del Paso es múltiple. Mucho se ha dicho -aunque nunca lo suficiente- sobre sus novelas. José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio pertenecen ya, por derecho propio, a la tradición de la gran literatura mexicana. Sin embargo, junto a la riqueza, variedad y complejidad de la narrativa novelesca, presenta el autor otras facetas igualmente atractivas e interesantes: la de ensayista y la de poeta.

Abordaré en primera instancia el trabajo ensayístico del escritor, tomando en cuenta tres de sus trabajos: El futurismo italiano, Color y forma en la artesanía mexicana y Prólogo a un florilegio. La segunda parte versará sobre su obra poética: Paleta de diez colores, De la A a la Z por un poeta y Sonetos de amor y de lo diario.

El género ensayístico en Fernando del Paso es producto de una exhaustiva y minuciosa laboriosidad. Es un acto de invención, de descubrimiento, afirmando el carácter intrínsecamente artístico de toda realización. Revaloriza la dimensión estética de la producción icónica, donde se muestra su actividad formante -nótese el participio activo-, su dirección práctica, su pensamiento y su creatividad.

La lectura parece trasladarnos al aula, donde este maestro no puede enseñar mejor. Formante, más que formadora o formativa, la presencia didáctica se impregna de un tono conversacional y casi familiar. En consecuencia, el artista no entra en la obra como objeto de narración o descripción; el autor aquí se define como parte de ella misma, con la cercanía de quien sabe de lo que habla. De esta manera, los ensayos de del Paso nos entregan la personalidad de su creador: un erudito, un descriptor, un organizador, un re-definidor, elementos que se encuentran, por ejemplo, en su trabajo sobre El futurismo italiano. En este texto sorprende su ingeniosa habilidad para estructurar un universo tan copioso e irreductible. La soltura de un escritor-pintor que conoce y hace suyo el tema para reintegrarnos un mundo que desde su perspectiva nos resulta inagotable. En este ensayo parece como si se liberaran en un solo sentido los discursos que versan sobre lo pictórico, pues por un lado muestra la ingravidez entre los espacios o planos directos y por otro, el vacío que nutre a los pintores que nos devela:

Los futuristas soñaron sueños que otros realizaron, un siglo antes, un siglo después. Querían un mundo donde los conceptos de lo bello y lo feo quedaran eliminados para siempre y el valor de una obra de arte dependiera de su rareza y de la cantidad de energía cerebral invertida en su creación.

En su ensayo Color y forma en la artesanía mexicana, nuevamente se presenta el color como parte inseparable e intrínseca del texto, siguiendo esa doble formación literaria/pictórica, que ocupa y preocupa a del Paso. Su pasión por el color llega a pervertir el discurso del Génesis. Su sentido primero, el religioso, se ve trastocado y surge de él un nuevo discurso; el de la creación artística, donde el color adquiere connotaciones divinas:

Aunque en le principio fue el verbo, no me imagino cómo haya podido darse la Creación en toda su plenitud antes del nacimiento de la luz.

La luz se hizo.

Y la luz dio a luz al color.

Y aquí comienza para el lector, la fiesta exuberante de reflexiones sobre los colores, sus propiedades y sus ventajas, sus sonidos y sus símbolos. El tema de las artesanías parece el fondo y pretexto para hacer lucir al conglomerado de tonalidades.

Resulta imposible pasar por alto su preferencia por lo histórico. Los tres ensayos son presa de un Fernando del Paso historiador que empapa sus textos de datos, anécdotas y descripciones, al grado que sugieren una prolongación de su narrativa, portadora siempre de una carga cultural poco común en nuestro medio. Por ello, cuando leemos Prólogo a un florilegio, recordamos de manera casi inmediata algún capítulo de Noticias del imperio:

Por otra parte, según testigos de la época, algunos soldados de Napoleón III, durante la intervención francesa en México, se prendían al pecho, al desembarcar, unas flores de flamboyán, árbol que, originario de Madagascar, trajo al parecer a México Maximiliano de Hasburgo, y que a los ojos de los profanos se confunde a veces con el tabachín o con el árbol del fuego, por el rojo incendiado de sus flores.

Una puntillosa sintaxis y su gusto por el detalle redondean los temas y dan fluidez a los párrafos. Además, el lenguaje aparece rodeado de una pasión por la investigación y del compromiso que hace del arte un deber y una misión; de igual forma, interviene el sentimiento como matiz afectivo que asume en el acto creador, imperante en la organización de sus ensayos. Su discurso general toma en cuenta un hecho: la experiencia estética está compuesta de actitudes personales, de transformaciones del gusto, de adecuaciones de estilos y criterios formativos. Es así como Fernando del Paso nos entrega un saber que se regula por su espejo estético y se nutre en sus habilidades y amabilidades narrativas, haciendo de sus trabajos una invitación a la experiencia de la lectura.

¿Y la poesía de Fernando del Paso? El pequeño volumen de Paleta de diez colores es ilustrado por Vicente Rojo, con lo que se reafirma esa preocupación temática y artística que ya hemos mencionado en este ámbito no tan conocido de su obra: su gusto por la gama cromática. Paleta de diez colores señala el punto de convergencia entre esa fascinación visual y la irrupción de un discurso predominante: el de lo natural. Este no se desliga de las descripciones a las que son sujetas las tonalidades, y es a partir de él, de los elementos que conforman la natura, que Fernando del Paso compara y reviste los colores. El camino que sigue está orientado hacia un reencuentro de lo natural, de lo primigenio en la percepción cromática; al restablecimiento de la primera metáfora visual donde el hombre va en busca de la referencialidad que conformará al mundo:

EL BLANCO

Contener al arcoiris

no hace al blanco menos leve

pregúntaselo a la espuma...

pregúntaselo a la nieve...

Esta economía en sus frases tiende lazos comunicantes con la musicalidad e intensidad propias del haikú japonés; así confiere a sus pequeñas viñetas cromáticas la calidad del paisaje mismo:

EL NEGRO

De sus fulgores no haría la luna

tanto derroche,

si -el- negro no le diera

como marco, el color de la noche.

El lector queda suspendido en la metáfora visual, todo nos remite a una imagen conocida y enriquecida. Sin embargo, lo conceptual se filtra ahí donde parece que está su ausencia y da más fuerza y carácter a los poemas:

EL AMARILLO

Son

un solo sol,

cuando son un solo brillo,

el oro y el amarillo.

En su obra De la A a la Z por un poeta, el escritor vuelve a sus primeras raíces: las letras. Se aleja de los colores por unos instantes -aunque en el fondo éstos decoran y denotan-, para llevar a escena la materia prima de las palabras. Este libro, ingenioso e inteligente, capta, a la vez, la atención de niños y adultos. Las descripciones de las letras del alfabeto son evocadoras y estimulantes. El tono didáctico vuelve a aparecer en su obra, pero ahora con un carácter más sugestivo, dejando de lado esa búsqueda de conocimiento explícito, para emprender un viaje enriquecido y placentero por el camino de las connotaciones.

El juego de palabras, fascinación de los párvulos recreadores, es parte indispensable. Por ejemplo:

La Fresa:

con cuatro patas,

se vuelve mesa.

El Juglar:

se quita la "ele"

sólo por jugar.

La Red:

por más que beba agua,

se muere de sed.

La Mañana:

si repica,

se vuelve campana.

Cada una de las letras del abecé debe ser descrita en redondillas por palabras que la contengan, lo que subraya la dificultad de la construcción de cada una de las estrofas que conforman el recorrido. Agreguemos la musicalidad, cadencia y ritmo:

La B.

Soñaba, sí, ser un día

buena, bella y bondadosa,

pero también otra cosa

-y no era una bobería-

dese-ába, y bien lo sé,

ser de grande muy delgada,

alta, larga y estirada,

la B cuando era bebé

Se recrean temas que han sido tratados infinidad de veces por la literatura, pero la diferencia está en la comprensión de todo ese bagaje de demostraciones. Aquí la información es lo que añade algo más a esa representación de las letras del abecedario; por lo tanto, el valor va ligado a lo inesperado, a lo imprevisible, a lo original:

La F

La "F", lo que desea,

es hermosura y gracejo,

pues cuando se ve al espejo

se ve flaca, tiesa y fea.

Yo le aconsejo una cosa:

haga un cambio consonante,

póngase usted adelante

y se volverá "fermosa".

Siguiendo el esquema trazado, quiero referirme ahora al último de los libros que ocupan esta segunda parte: Sonetos del amor y de lo diario.

Este volumen de sonetos es rico en juegos, metáforas y sugerencias. Nos lleva a un espacio donde las experiencias de la vida diaria son catalizadas por una mirada estética y placentera. La cotidianeidad se entrelaza con discursos como el amoroso, el intimista, el del ama de casa, el del campo, el religioso, el onírico, el irónico, el humorístico.

El poemario se divide en varios apartados, y la ingeniosidad en ellos es latente e inevitable. El autor parece disfrutar nuestro traslado a ese ambiente suyo y personal, donde los objetos son motivo de lo poético y hasta adquieren sentido de lo humano: se humanizan. Del apartado "Sonetos de lo diario", los cuartetos del soneto Madre manteles:

Que te nos das por blanca, de yesero,

ampo mientras cristal y cebollana,

blanca de urdimbre, blanca que se afana,

alba que alba al vino y al babero.

Madre manteles, madre jornalero,

que te nos damos limo, de rufiana,

barro mientras que jarro de fontana

vacíe su bruna y burle, tintorero.

....................................

Y por qué no, los primeros endecasílabos de Padre paraguas:

Mi corazón mojado solicita

ser hijo de un paraguas cotidiano,

y graduado en sus alas tan temprano,

enjuagar las escuelas de visita.

......................................

Cabe también destacar la presencia del discurso erótico, que baña gran parte de los sonetos. Es el caso de dos apartados muy sugerentes de este poemario. En primer término tenemos los Sonetos para un cuerpo ajeno y propio, donde encontramos una concepción material del ser. La condición del humano se muestra dividida, fragmentada; el alma se ausenta, y aparece sólo el cuerpo como un otro donde está el yo consciente. Entonces un desdoblamiento surge entre el ente y el cuerpo que lo retiene:

Cuerpo de lento, tardo entendimiento:

tarde te has descubierto, cuerpo amado;

largo tu sueño ha sido, y desdichado,

breve tu amor, tu aprendizaje lento.

Solo en tu desolado pensamiento

y al rencor de ti mismo abandonado

tarde aprendiste a marte, tarde has dado

muerte a tu olvido y a tu vida aliento.

......................................

Este acontecimiento del cuerpo reclama una contemplación del ser hacia sí mismo, donde no sólo lo erótico se delata sino un narcisismo llevado a través del texto por un planteamiento amoroso: yo me amo tanto como te amo. He ahí su plenitud.

El segundo apartado donde encontramos esta presencia erótica es en los Primeros sonetos marianos y Nuevos sonetos marianos. Aquí el discurso de lo religioso se contamina y pervierte por lo erótico. El sentido irónico modifica el mito; la Virgen no es ahora objeto de veneración pasiva y espiritual, sino de deseo sexual. El amor terrenal es mayor y desplaza al amor celestial. Además, el discurso general del poema se reviste de sarcasmo e ironía, juegos de humor negro y una herejía incitante y provocativa:

Que te acaricie yo, tus pechos, ave,

como rezar las cuentas de un rosario.

Y que mi amor badajo y campanario

te lo repique yo, que yo te clave.

Que sean mis manos, de tus muslos, llave.

Tu rosa, de mis dedos, relicario,

y en su fronda la lengua de un canario

con mi lengua, la sal, que yo te lave.

El poemario ofrece múltiples lecturas. Sin embargo, para finalizar con este comentario, me gustaría agregar que el conjunto posee una unidad interna; todos los pequeños apartados se relacionan entre sí y existen filamentos conductores y permanentes en todos los poemas: el de lo natural, el intimista, el de la cotidianeidad, el irónico. Mediante Sonetos del amor y de lo diario, Fernando del Paso nos ofrece un panorama de complejas variaciones artísticas, portadoras de su capacidad de elaboración poética.

La lectura de la obra ensayística y poética deja en claro la versatilidad de Fernando del Paso para ir de lo formal a lo irreverente, de lo casual a lo provocado, creando un espacio pleno de interconexiones y brillantez, con la paciente tenacidad del orfebre, y la audacia del constructor de imaginarios posibles.

 

Referencias bibliográficas:

Del Paso, Fernando, De la A a la Z por un poeta, España, Mandadori, 1988.

---------------------------, El coloquio de invierno (con Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez), 3 t. FCE./UNAM/CONACULTA, 1994.

---------------------------, Obras III Ensayo y obra periodística, FCE, México, 2002.

---------------------------, Paleta de diez colores, (con Vicente Rojo), CNCA-CIDCLI, Reloj de versos, 1990.

---------------------------, Sonetos del amor y de lo diario, Vuelta, México, 1997.


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