Sincronía Summer 2007


Realidad y ficción en "El arte de la comedia"

María Guadalupe Sánchez Robles


Se han cumplido casi cuatro décadas de los sucesos de 1968. En muchos países se vivieron acontecimientos desagradables e impactantes. Este año significó, en términos de reconocimiento y autorreferencias nacionales, un verdadero alud de cuestionamientos, planteados no necesaria ni únicamente ante el poder. Quizá fueron dirigidos más a la identidad y a las circunstancias imperantes (con el poder incluido en ellas, claro). En México vivimos nuestro 68, plural, crudo y no siempre asimilable, omnipresente y a la vez ilegible.

Muchas maneras ha habido de abordar los hechos históricos y las circunstancias que los constituyeron, provocaron o siguieron. Es importante para los pueblos examinar sus actos y sus características, lo sabemos. Pero no siempre una aproximación directa y cruda nos puede permitir descubrirlo todo acerca de un tema o de un suceso. A veces, el circunloquio, el periplo, nos permitirán un acercamiento más certero a largo plazo, más reflexivo. Y, es probable, hasta más placentero (aun tratándose de un aspecto sumamente doloroso y estigmatizador como puede serlo una matanza o un enfrentamiento fratricida) Para eso, el arte, la literatura, el teatro se presentan como opciones óptimas.

"Palinuro en la escalera o El arte de la Comedia", Capítulo 24 de Palinuro de México, novela de Femando del Paso aparecida en 1977, cumple 30 años. Aborda los sucesos del 68 en México (las protestas, la represión, la matanza). Es "una obra en cuatro pisos con un prólogo en la planta baja, un epílogo en un desván y varios intermedios sorpresivos". Me propongo hacer una reflexión, junto con el propio autor -quien accedió amablemente a ser entrevistado para tal propósito- sobre este capítulo que funciona integral y autónomamente como obra dramática. Y es esta calidad doble, móvil, la que propone una caracterización especial, una definición difícil de establecer. Pretendo enfatizar sobre la ambivalencia ante su zona textual de origen, una novela, y su afortunada independencia como obra dramática. Presentarla ante ustedes como un material de gran interés y como muestra de la producción literaria mexicana contemporánea.

El núcleo dramático es el fallecimiento de Palinuro en su cuarto del edificio en la plaza de Santo Domingo -ciudad de México-, al cual apenas puede llegar luego de ser arrollado por un tanque en el Zócalo de la misma ciudad capital. Las escenas se siguen en dos planos, el real y el imaginario', en el primero los personajes son Palinuro, el narrador ("Yo"), Estefanía, el doctor, el burócrata, la portera, el cartero y los vecinos; en el segundo, la Muerte en sus variadas caracterizaciones; Arlequín, Scaramouche, Colombina, Pierrot, el Dottore, Tartaglia, el Capitano Maldito, Pantalone...; y en ambos planos actúa el Público. Esto es, los dos segmentos se complementan, o mejor: son uno y el mismo; los emparienta la alegoría, cierto sentido onírico, alucinante, que no es otro que el que antecede a la muerte: porque como toda la novela, esta pieza, pese a ser siempre una celebración de la vida como un juego, se dirige hacia la muerte. Cito a Femando del Paso:

Como recordarás el personaje principal de José Trigo [la primera novela del autor] es el lenguaje. Pero hablando ya de personajes concretos es más importante Luciano que José Trigo; José Trigo es una especie de ente que lleva el hilo de las diversas historias. Y Luciano muere en Tlatelolco. Entonces, yo dije, "¡cómo es posible, voy a hacer dos novelas, voy a terminar mi segunda novela [Palinuro de México] y tengo que matar al protagonista en Tlatelolco!" Era como falta de imaginación. Pero dije: no, pero tiene que ser víctima del gobierno. Entonces decidí que moría como resultado de una paliza, que llega con las vísceras destrozadas a su casa, arrastrándose y tenía que morir en su casa.

La escritura de Femando del Paso es corrosiva y sediciosa. Lo es frente al poder y lo es frente a los propios hechos, cuestiona el orden político-social y cuestiona la realidad. Lenguaje y representación alteran a un nivel excesivo lo que traen a cuenta. Es la última subversión. Los diálogos, pero sobre todo las didascalias para la puesta en escena ponen dificultades a los directores y al espectador:

(Pantaleone y el Capitano se levantan y salen corriendo. Entra Colombina disfrazada de Constitución, Arlequín disfrazado de Revolución Mexicana, Scaramouche de Partido Revolucionario Institucional.) [p.578]

O el siguiente parlamento de Palinuro:

"- La policía, mi estimado, es una metáfora hasta que se pone un casco de granadero y sale a golpear estudiantes, [p.585]"

El juego lingüístico involucra aquí, sólo como ejemplo, dos sistemáticas presentes, la

conversión de conceptos en cosas concretas -disfraces- y el proceso inverso, el acto de considerar una presencia real como una abstracción, una metáfora.

Los juegos dobles de sentido se manifiestan en la totalidad capítulo. Realidad y farsa, rostro y máscara, comedia y tragedia. Los funcionamientos bivalentes saturan la obra de Del Paso. En circunstancias peculiares, el mismo 'YO" narrador de la novela puede llegar a confundirse con el personaje Palinuro. Los personajes de la Comedia del arte asaltan las caracterizaciones de los vecinos del edificio -o a la inversa-.

La opulenta y delirante comedia en realidad es una tragedia, o de nuevo el sentido doble, una tragicomedia, cuya creadora y protagonista es la muerte.

Dice el autor:

Palinuro es el piloto de la nave de Eneas en la Eneida. Según ésta yendo al timón del barco se queda dormido y lo arrastran las aguas hasta el cabo Palinuro y ahí los habitantes por robarle la ropa, lo matan y lo dejan insepulto; y en la antigüedad, quedarse insepulto era una especie de condena espantosa.

También queda insepulto Palinuro en la obra que comentamos, y al final sólo se aprecia su voz, espectral, sólo actúa su voz, como huella final y como recuerdo de la muerte.

El capítulo/obra teatral 24 guarda mucho del sentido del teatro clásico griego, consistente en representar en un escenario, a manera de violenta y demente catarsis colectiva, lo que se decía y repetía entre la gente, las historias que estaban en boca de la comunidad. También, como en las tragedias griegas, la culminación de la violencia física no se presenta en el escenario: Palinuro no es asesinado frente al público, aunque sí muere en escena; sólo se ven restos -tantos y tantos zapatos vacíos- de los homicidios.

La muerte es el poder concluyente, el poder de las mil caras y de las máscaras

interminables. Ya el sentido no es doble, sino múltiple, incontrolable. Del Paso también quiere apoderarse un poco de ese poder al plantear una obra de arduo (aunque no menos grato) acceso, tanto en la lectura como en la representación escénica. Hay muchos giros, muchos juegos. Demasiadas máscaras para la muerte misma, que tan sólo se apodera de más de veinte caracterizaciones; incluso cambia o debe cambiar su "aspecto" en una misma escena. Tenemos la muerte ropavejera, agradecida, autora, detective, generala, ecuestre, presidente, vendedora, tótem, altísima, en zancos; hay la muerte edecán, locutora, vendedora de escaleras, muda, sorda, ciega, carente de olfato, descamada y periodiquera. Sólo por citar algunos oficios. En este caso, las máscaras subrayan en exceso -el cual no es ajeno a del Paso- las personalidades y funciones de la muerte.

 

La muerte, desde luego, es el gran personaje aquí, el que se consolida como el único y gran poder. Es algo muy obvio, eso lo sabemos todos, desde los más sabios hasta los más ignorantes, pero por fortuna lo olvidamos la mayor parte del tiempo. Pero, claro que en la literatura, en la poesía, pues siempre se asoma como el poder final.

La de "Palinuro en la escalera o El arte de la Comedia" es una muerte con múltiple personalidad, una muerte totalizante y totalitaria, apabulla al revestirse con las máscaras de los más cotidianos oficios (periodiquera) y los más representativos de los poderes humanos (presidente). La muerte en esta obra sería -recordando la etimología de la palabra persona- "una máscara con máscara" o "una persona con máscara". Siempre en el trabajo de Del Paso encontraremos la reiteración exagerada, el descomunal, pero minucioso y eficaz uso de los elementos hiperbólicos de la estructura textual (utiliza reiteraciones, acumulaciones, referencias atosigantes, etc.). Mantiene el texto esa dicotomía sostenida por el autor de un modo consciente: "el personaje principal es la muerte [en "Palinuro en la escalera"], así como el personaje principal de toda la novela es la vida".

¿Y cuál es, entonces, el principio más ligado a lo vital en esta pieza? Desde luego aquello que será considerado digno, en un juego ritual, para ofrecerlo a la muerte, el protagonista, el de algún modo un principio opositor. ¿Se enfrenta Palinuro al poder? Del Paso contesta:

Bueno, pues sí, porque al final de cuentas ese movimiento se mostró como pocas veces o quizá como muchas veces. En esta ocasión con mayor fuerza que nunca el poder monolítico del Presidente de la República [Gustavo Díaz Ordaz] se sintió vivo y poderoso porque no hubo realmente políticos importantes que se opusieran. No hubo un verdadero debate nacional, sino una lucha cada vez más enconada entre un grupo enorme que eran los estudiantes y ese hombre que decía que estaba solo en el Palacio Nacional. Hasta cierto punto, sí, estaba solo, encaramado en su soberbia. Entonces, sí. Palinuro se enfrentó al poder como uno más de miles o cientos de miles de estudiantes.

El texto aporta la presencia de otros personajes, que se sitúan contrapunteando los sucesos que afectan a Palinuro, lo rodean como una especie de coro que comenta y acentúa las acciones en las cuales el centro es el protagonista. Tenemos un burócrata, una portera, una madre de familia, un policía, el médico, el cartero. Curiosamente estas

ocupaciones, en apariencia inocuas, son referencias claras a instituciones (la familia, el capital, el estado) y organismos coercitivos (la policía, la medicina) Parecerían disímiles los oficios que desempeñan o las características que presentan; sin embargo, consciente o inconscientemente, el autor brinda un mosaico urbano de ocupaciones con estos personajes entre anodinos y fársicos. Comparando la supuesta realidad y el actuar de los personajes citados con los de la Comedia del arte, en esta obra, podemos encontrar que no habrá mucha diferencia, y que los unos serán tan complejos y delirantes como los otros. Veamos por ejemplo:

Palinuro, levantando la cabeza

!Yo no estoy borracho ni un carajo: estoy herido!

Mi voz

Sí, me imagino, te resbalaste con una cáscara de tequila.

A través del uso de lo fársico y de los elementos de la comedia, se obtiene un doble resultado, a nivel de representación: se accede a lo grotesco por una parte, y se arremete con mayor fuerza contra el blanco o los blancos elegidos (como dice Del Paso: 'Yo creo que mi obra sí es de contenido político, porque a través de la sátira, -que es lo que se me ha dado más- la parodia y el humor se pueden contar cosas terribles también"); y por otra se aligera un poco -se transforma- la carga de crudeza y agresión implícitos en los hechos referidos extratextualmente. Sin embargo, ello no implica que se consideren menos importantes, simple y sencillamente, se les refiere de otro modo, con el sentido crítico del arte, que permite al espectador sacar su propia lectura, sus propias conclusiones.

En otro aspecto, no es gratuita la utilización -la presencia tan remarcada- de la

escalera, o escala, en la obra. Como dicen Jean Chevalier y sus colaboradores, la subida va de lo sensible a lo intelegible: es subir la escalera pretender "una progresión hacia el saber, hacia el conocimiento y la transfiguración." [1988: p.456] Es rica la significación de la escalera. Como en el mito prometeico, o el de la torre de Babel, el que se ascienda por ella indica que "tiene por función enlazar lo de arriba con lo de abajo; une [la escalera] dos puntos rigurosamente distintos." [1988: p.458]

La búsqueda del saber no solamente se aplica al sentido místico o abstracto que podríamos utilizar. Aun hoy, casi cuarenta años después de los sucesos del 68 mexicano, ignoramos mucho de lo que sucedió y por qué sucedió:

 

 

 

Nunca sabremos exactamente qué pasó, nunca conoceremos exactamente

los detalles de muchísimas cosas o quién disparó el primer tiro en la Plaza

de las tres culturas. Eso no se sabrá nunca. La gente a veces se pregunta,

bueno, dónde están los documentos que culpen a los responsables. Yo creo

que sabemos quiénes fueron los responsables, ellos mismos lo saben. Los

que siguen vivos lo saben, pero se cuidaron muy bien de no hacer escritos

comprometedores, no hay ningún telegrama que diga "mátenlos en caliente.

Así, la función de la escalera de promover la búsqueda del conocimiento concreto, político,

es manifiesta, textual y extratextualmente. El pensamiento sobre el 68, sea frío y científico

o lúdico y placentero se mantiene como necesario e imprescindible. La escalera enlaza lo

de abajo con lo de arriba, promueve la necesidad de ascender y terminar con las

diferencias de unas posiciones con otras, de las separaciones que se presentan entre

instancias dominantes y las que pretende otra situación. Cito a Del Paso nuevamente:

Palinuro descubría la escalera, que después se convirtió en un símbolo, en una alegoría del ascenso a la gloria, a una gloria personal y terrible". Por atreverse a subir, por intentar el contacto con el poder "superior" Palinuro tiene que retribuir con una agonía y con la muerte. Es la referencia inevitable a un sacrifico ritual, a fin de cuentas, "Palinuro en la escalera.

En la realidad de todos los días, en una puesta en escena, y vaya esto como anécdota, la obra se ha enfrentado al poder real también. Hubo protestas claras por parte de algunos altos rangos del ejército, por el solo hecho de que se representara la obra en las cercanías del campo Marte de la ciudad de México. Pero además, cuenta Del Paso:

 

Era una parte donde se tocaba el Himno Nacional, y otra parte donde Palinuro toreaba con la Bandera Nacional. Entonces, tanto Mario Espinoza como Sergio Belén me dijeron: 'Mira, si tú quieres dejamos esto, lo dejamos, pero te lo advierto, te advertimos que en menos de 24 horas nos van a cerrar el teatro porque la ley dice esto y esto, y mencionaba la ley1. En lugar de tocar el Himno Nacional, se toco el Sargent Pepper's, Palinuro toreó con un sarape, que es también muy mexicano. Y la solución que le dio Espinoza a eso de la ley era muy llamativa: bajaba un cartel, en cierto momento muy grande y ancho y rodeada de foquitos de colores, en el cartel estaba escrita la ley dichosa con respecto al uso del Himno nacional y de la bandera, es muy clara la ley al respecto.

El capítulo/obra independiente se constituye como pivote de Palinuro de México, el testimonio-ficción del autor, constituido como teatro da a los acontecimientos del 68 un lugar preponderante en la historia novelada. Lo narrativo es trastocado y convertido en espectáculo, el capítulo puede extraerse del texto de la novela, pero no puede aislarse ni separarse completamente. El capítulo es un drama, porque lo que relata corresponde perfectamente a lo trágico, y la muerte es la esencia de la tragedia. Y la muerte, como gran poder final no es vencida, pero sí enfrentada.

El protagonista no muere durante los sucesos culminantes del 68 mexicano, sino antes; no muere en la Plaza de las tres culturas, en Tlatelolco; sino en el Zócalo del Distrito Federal, en la plaza rodeada por edificios sedes del poder mexicano, desde la etapa del dominio mexica, el control virreinal y la consolidación criolla y el gobierno contemporáneo. Esto es, oficinas presidenciales y del gobierno de la ciudad, iglesias, y bajo el subsuelo: los remanentes de pirámides y centros ceremoniales indígenas.

Su muerte, la de Palinuro, es un sacrificio humano al poder y, pareciera, contra el mismo. Una suerte de denuncia, de presagio o sentencia que el autor coloca en su recreación dramática de la historia.

Así lo aclara como advertencia al principio de Palinuro de México:

 

Ésta es una obra de ficción. La razón por la cual algunos de sus personajes podrían parecerse a personas de la vida real, es la misma por la cual algunas personas de la vida real parecen personajes de novela. Nadie, por lo tanto, tiene derecho a sentirse incluido en este libro. Nadie, tampoco, a sentirse excluido.

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Chevalier, Jean y otros -Dirección-, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Ed. Herder, 1988, pp.455-61

Del Paso, Femando, Palinuro de México, México, Ed. Diana, 1989.

Del Paso, Femando, Palinuro en la escalera, México, Ed. Diana, 1992.

Sánchez Robles, Guadalupe, Entrevista con Femando del Paso, (inédita), 1998.


Return to Sincronía General Index

Return to Sincronía Summer 2007