SER PSICOLOGA
HOY (y mañana...)
Prof. Manuel
Calviño
Facultad de
Psicología.
Universidad de La Habana.
Me
opongo terminantemente, por considerarla errada,
a
la posición que supone... que nuestra función
es
exclusivamente profesional y científica
J.Bleger
The
Mamas & the Papas.
No hay formalidad
ninguna en comenzar esta suerte de asociación libre semicontrolada con un agradecimiento
a los lectores de este trabajo por esta insustituible posibilidad de dialogo (con ustedes
y conmigo mismo). Desde un lugar residente en mi memoria histórica reciente un sueño
desplazado de mi primera juventud estudiantil se me antoja actuado por ustedes. En este
mismo edificio de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, maquillado
hoy por obra y gracia de la cuota de inscripción y de los ingentes
esfuerzos que estudiantes jóvenes y estudiantes menos jóvenes (así prefiero llamar al
claustro de profesores) hacemos para evitar que nos derrumbe la inmundicia de un insano y
patológico bloqueo, con sus cómplices nativos conservadurismo,
reglamentismo, inmovilismo y otros ismos de los que aún no estamos
libres digo que en este mismo edificio, cuando la mayoría de ustedes no había
nacido, y solo existían como posibilidad en el amor de sus padres, muchos soñamos en un
encuentro como este. Un encuentro sin necesidad de traductores (ni de inglés ni de ruso),
sin necesidad de explicaciones paradigmáticas (ni de la psicología
marxista ni de la transpersonal, ni de cualquier otra que el afán de trascendencia de
algunos impele a construir). Un encuentro sencillamente de covivientes.
De personas que a pesar de los diferentes escenarios, tenemos empeños comunes. De
personas que aunque le llamemos guagua a cosas diferentes, y unos le
añadimos café al agua caliente y otros mate, tenemos angustias prospectivas similares.
Gente que puede, quiere y, superyoicamente dicho, debe compartir sus destinos.
Al fin y al cabo asumamos con Pichón Riviere que los aquí presentes somos portadores de
una enfermedad única. Gracias a ustedes reparadores de sueño
que hacen que la gota de rocío no deje de caer.
He optado por incluirme en un discurso
profesional con genero femenino. Ser psicóloga hoy. En realidad el ser
psicóloga hoy, no es lo mismo que ser psicólogo hoy. Pero no
entraré en esta disquisición que me llevaría por un camino un tanto distinto de aquel
para el que he sido convocado. Mi opción de ser psicóloga hoy va por otro
sendero. Nada que comprometa mi orientación sexual. Nada que comprometa mi conocimiento
de las reglas gramaticales del español. Nada que suponga un dictamen machista de sepan
las mujeres lo que le decimos los hombres. Se trata sencillamente de un acto,
aunque sea uno, de elemental justicia con una realidad de nuestra profesión: la
inmensa mayoría, no solo de las aquí presentes, sino de la población profesional de la
psicología en nuestro continente es genéricamente y por decisión de vida, femenina. Hoy
acudimos a la @ para intentar dibujar un grafo que es al mismo tiempo
o y a. Uso probable en la escritura. Pero conceptualmente tampoco
va por ahí mi idea. Quiero que las a sigan siendo a y las
o, o. Y que la diferencia entre ambas no sea solamente un
rabito en la cursiva y dos palitos en la de imprenta. El asunto no es
eliminar las diferencias, sino saber vivir con ellas, disfrutar de su existencia,
enriquecerlas en aras de la pluralidad existencial y cosmogónica del ser humano. Digo
entonces, como en su momento Gabriela Mistral, ...no se crea que estoy haciendo
una profesión de feminista. Pienso que la mujer aprende para ser más mujer.
Ojalá los hombres hiciéramos lo mismo.
Un punto de partida más. Denominé antes a mi
intervención como asociación libre semicontrolada. No crean que es un
modo casual de decir. Quiero asociar lo que me pasa con lo que quiero que pase; quiero que
mi lenguajear (concepto maturánico) sea libre, es decir autentico,
honesto, sentipensado (ahora es galeánico o de los pescadores de la
costa colombiana). Quiero asumir el tiempo asignado, la paciencia y el cansancio de
ustedes tras varios días de labor, como semicontroladores del volumen
de ideas, ojalá que de palabras, que me propongo compartir (este último
quiero es para mí el más difícil). Lo que sí definitivamente no quiero,
nunca lo he querido, es ser escuchado para encontrar respuestas. Les pido que me escuchen
para hacerse preguntas, para hacernos preguntas. Mi instrumento será la teorización
anárquica y comprometida, pragmática y utópica, operativa y alucinada. Ojalá que me
acompañe un poco de humor para ser consecuente al menos con la demanda de placer que
guía en parte mi orientación profesional. Debería ir en busca de la
parsimonia, ese touch of quality o discreto encanto de
la burguesía que dotaría a mis palabras de sobriedad, moderación y
circunspección. Ahora canta Maná: Como quisiera...pero no puedo.
Además no me preocupa mucho. Creo con Devereux que
la parsimonia es un criterio siempre arbitrario...es una característica
puramente descriptiva de una teoría. No nos permite estimar la congruencia de la teoría
con la realidad; solo nos permite apreciar su elegancia (Devereux
G. 1991.p.35). Comienzo, o más bien sigo adelante.
Encontrar un punto de partida es usualmente
algo arbitrario. Cualquier punto puede ser el de partida con tal de que no sea el de
llegada. Asumirlo como tal es ya una opción y por lo tanto una decisión. Pero todo tiene
un antes y un después. Todo tiene un tiempo, una historia. Todo tiene su momento
sentenciaba Sinoé el egipcio. Y es este a mi juicio un punto crítico en el dibujo
actitudinal que supone ser psicóloga hoy. Lo de menos es que por no conocer la historia
estemos condenados a repetirla, como sentenciaba Santayana. Lo de menos es que conociendo
la historia no podamos trascenderla, escribirla con nuestras propias letras. El asunto es
que somos nuestra historia y más. No es que seamos un producto de las influencias
sociohistóricas, es que somos sociohistoria demarcada por un tiempo y un
espacio en el que se asimila y se crea, se afirma y se contradice. Se es
siempre en un tiempo (no importa lo que seas), pero ser profesional es algo más, es
asumir el tiempo en que se es en aras de una misión, de un destino, de un mandato cuyo
gestor es la vocación misma del ser humano y su devenir histórico. La historia tiene
tres ojos: el de hoy, el de ayer y el de mañana, pero siempre es presente. El pasado y el
futuro existen en el presente como huella y como ansia.
Esto nos pudiera parecer un obvio. Lo es. Solo
que es un obvio obviado más de una vez en nuestras tradiciones recientes (muy recientes,
piensen que hablamos de algo más de cien años, apenas el doble de mi edad). Por si
alguien lo duda (no mi edad, para esto tengo mi partida de nacimiento) me remito a algunos
de los paladines emblemáticos que refieren nuestros libros de historia (entendida
usualmente como el conjunto de acontecimientos que ocurrieron en un periodo de tiempo
vaya subvaloración de la historia!).
Cuando Edward Bradford Titchener, casi recién
llegado de vivir una relación pasional con la tradición wundtiana entró en la Cornell
University de toga, birrete y con su acento de lord inglés
para presentar su centenaria clasificación de las sensaciones no cometía un error
teórico, ni publicitario, sino epistemológico, histórico. Estaba convencido de que la
Psicología no se movía al compás de los movimientos geográficos, culturales,
idiosincrásicos. Nunca escuchó a León Gieco cantar cambia, todo cambia.
En Leipzig, Londres o New York la ciencia psicológica era, en su representación, la
misma. El psicólogo el mismo. La psicóloga lo mismo.
En su momento la prominente obra de Freud
estigmatizó a Reich entre los psicoanalistas cuando este se lanzó a los barrios obreros
en busca de nuevas aportaciones al psicoanálisis. Sigi, como cariñosamente le decía al
padre totémico del psicoanálisis su esposa, decía que el amor es hoy tan
animal como lo ha sido siempre. Con tal formulación, además de entender la
sombría cara con la que se nos muestra Martha Bernays la esposa de Freud- en las escasas fotos que de ella conocemos,
podemos comprender que aquél que profanaba todo el pasado, envenenaba todo el
presente, mataba todo el futuro, al decir de Marthe Robert, pensaba que hubiera
sido el mismo psicoanalista distante, ajeno, imparcial escuchando a Madona gemir dont
cry for me Argentina o a Atahualpa Yupanqui deslizando sus campesinas manos por
la viola para acompañar el verso: le tengo rabia al silencio por lo mucho que
perdí. Que no se quede callado quien quiera vivir feliz.
La lista puede ser ensanchada casi ad
infinitum. Lacan, cuando logramos entenderlo, no nos deja mucha alternativa: El deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del otro (Lacan
J. 1985.p.257). Somos donde no somos. Skinner, luego de sentirse fracasado como
escritor porque no tenía nada importante que decir (Skinner B.F. 1967. p.395),
según el mismo nos narra en una suerte de autobiografía, propició la mayor inundación
de facultades de psicología en el mundo entero con mares de ratas, palomas y laberintos.
Todo para seguir sin algo importante que decir, pero hacernos sentir animales que un juego
malsano de reforzamientos puede convertir en esclavos o fanáticos, en cobradores o
deudores. La llamada Psicología Cognitva se alza con otra posibilidad de entendernos:como
sistemas que procesamos información, a la Stember o a la Deutch & Deutch. Somos
computadoras a las que infelizmente no se le puede aumentar la memoria RAM, ni cambiar el
bios, en todo caso optimizar el disco duro. Seymour y OConnor nos dan una PNL que
desconoce el más elemental determinismo de la cultura étnica.
Luego, después de tantos años descontruyendo
al sujeto, intentando entender con Foucoult los vericuetos intrapsíquicos del poder para
poder entenderlo como sujeto sujetado, resulta que Moscovici nos pone en manos del
empleador más trabajoso: todo es construido. Maritza Montero,
que en 1987 defendía una psicología política que en lugar de ser un testigo de
los procesos sociopolíticos que afectan al individuo.... es un medio para intervenir en
las transformaciones sociales...para producir respuestas a los problemas planteados por
las relaciones sociales,económicas y políticas (Montero M. 1987.p.46) en 1994
al hablarnos de la vida, dice que es sobre todo la construcción del conocimiento
que la explica,interpreta y constituye (Montero M. 1994.p. 7). Y todo esto,
porque al convencernos de la malsanidad de idusa (dice Salazar que es la ideología
dependiente de USA, tan arraigada en nuestra gente) no acercamos a FACYEU
(fascinación cognoscitiva yoica por la europa unificada).
Al menos el constructivismo nos da un cierto viso de obreros de la construcción y
desde aquí la posibilidad de una conciencia de clase.
En fin, la ahistoricidad como el caos
imcomprensible de la historia. Menos mal que entre nuestros altares reciente pusimos a
Munné para que nos diera una buena noticia: desde la complejidad, la
ausencia de orden, dada por el caos, ya no resulta un fenómeno patológico, sino un
aspecto constitutivo de la realidad...un orden en el que la incertidumbre...domina la
exactitud y la certeza (Munné F. 1994.p.17)
La ahistoricidad, hasta aquí delatada, es
también metodológica y académica. Solo señalo un soporte: con el mismo texto de Scott
y Wertheimer, escrito en 1956 y con más ediciones y plagios que Rocky,
Viernes 13 y Academia de policias juntas, en algunas instituciones se forman investigadores
para laboratorios sofisticados y en otras trabajadores sociales comunitarios. Con los
mismos planes de estudio con los que se formaba una psicóloga en la postguerra rusa,
allí en la imponente Moscovski Gasudarstvieni Univesitiet (Universidad Estatal de
Moscú), se formaba también a las psicólogas en la llamada época del inmovilismo o del
rasvitoi socialism (socialismo desarrollado).
Todo esto es negación de la sociohistoria, de
la historicidad. A veces pienso que la psicología fue posmoderna antes de la
posmodernidad. Todo esto es negativa a la esencia social de la psicología y más aún de
las psicólogas. Para mí, solo el ahora
existe nos decía Fritz Perls, - Ahora = experiencia = conciencia = realidad.
(Perls.F.1973.p.22).
Excelente
filosofía para el enfrentamiento de la finitud de la existencia, pero no creo que como
principio constructivo de una profesión, de las prácticas derivadas de su identidad, ni
como afrontamiento de una realidad que antes y después del here and now
es profundamente productora de displacer, infelicidad, enfermedad.
Conste que concuerdo con de Brasi (hablo del
argentino-veneciano Juan Carlos, y no del italiano Luca, amigo de Vito Corleone) en su
prologo al libro Clínica Grupal, Clínica Institucional cuando sentencia que
los viejos autores, siempre podrán ser
los nuevos actores de un pensamiento inacabado. Pero si y solo si entendemos
eso: el pensamiento inacabado buscando, armando y desarmando, encontrando su realidad en
la realidad. La mirada a lo por hacer.
La historicidad supone, en la construcción de
nuestra identidad profesional, en nuestro ser psicóloga hoy la dialéctica de la unidad y
la ruptura. Con esta
historia de ahistoricidad, de desentendidos epistémicos, metodológicos y ontológicos no
podemos seguir el principio de borrón y cuenta nueva. La identidad es
inclusión armónica de lo que sí y lo que no. A la Fermina Daza de El amor en
los tiempos del cólera cuando se encontró ante la urgencia de reconstruir su
vida sin la presencia de su Juvenal Urbino la estremeció un pensamiento vago:
la gente que uno quiere debería morirse con todas sus cosas (García Márquez
G.1986.p.77). Pero el orden viejo, la vieja psicología, el viejo modo de ser psicólogo
no puede morir con sus cosas. Parafraseando a un gran sabio gestor de mi cubanía, Don
Fernando Ortíz, digo que una psicología que niegue su historia está en trance de
suicidio. La reconstitución de la historicidad no puede ser al precio del desconocimiento
de la historia.
Ser psicóloga hoy es hacerse cargo de la
historia. Pero no creo que sea camino el repetir la disección metodológica, ni las
rupturas paradigmáticas. Ser Psicóloga hoy, necesita una epistemología de la
convergencia[1],
de la unidad de acción en la dramática del
ejercicio profesional y en la pragmática de la
construcción teórica. Ser psicóloga hoy es ser nosotras sobre lo que de nosotras han
hecho. No podemos ser desde cero. Tenemos que ser desde donde somos instituidas y de ser
necesario, ahora en metáfora marxista, suicidarnos como clase, es
decir no ser el ser de nuestras determinaciones, sino el de nuestras decisiones.
Apasionante el tema que se abre ahora a mi
libre asociación.
Me impactó mucho el reencontrarme en este
encuentro con los años sesenta. Lo digo honestamente. He sentido algo del alternativismo
hippie, de su naturalismo probablemente fundante de la vocación ecológica. Recordé como
guitarra en mano afirmábamos nuestro camino: Todo al fuego. Reviví la
negativa a la edulcorada imagen de perfección que nos imponían en la época. Me he
imaginado a Marcuse sustentando desde San Francisco las revueltas de las calles parisinas.
A Fromm renegando del tener a favor del ser. Al Che, convencido
hasta la médula de que sí se puede. Hace poco volví a cantar el Chamamé a
Cuba, escrito por el imaginario anhelante de los presos políticos del penal
argentino de Rawson, con un Grupo Moncada que quería tomar el cielo por asalto y no
saltar de un lugar a otro por el cielo. Ayer no queríamos ajustarnos a los
convencionalismos decadentes. Hoy tampoco. Hasta se comenta que algunos aquí preparan
un encuentro alternativo a este, pero en el muro del malecón (cuidado
posibles participantes, si los sorprende una demostración de unidad a la cubana, un
millón de personas le pasarán por arriba). Ya lo hizo Lacán en París con los
disidentes de la anquilosada fracción del psicoanálisis, lo hizo el gordo Bauleo con
Plataforma y Documento en Buenos Aires. Lo hicimos los cubanos en Cuba cuando no nos
dejaban entrar en los Congresos Onerosos de los gobernantes norteamericanos de la
psicología. Pero algo esencial ha cambiado. Entonces sumábamos y restabamos. Nos
quitábamos de los espacios existentes para crear nuevos espacios. La gran tragedia hippie
fue su automarginación, su intentar un make love not war, un pelo
largo como negativa a la tijeras en un paraíso artificial con la música indirecta de
Scott McKenzie: Here Iam in San Francisco. Fue la epistemología
diferenciadora de los sesenta.
Pero las políticas del aislamiento son
obsoletas (del impuesto y del autoimpuesto). El celibato de monje no es opción para
eliminar el SIDA (VIH). No ver la televisión no es el remedio para impedir el imbecilismo
mediático. Un anarco-comunista a la usanza bolchevique hipertrófico del
medioevo me dijo: Si el correo funcionara bien, no haría falta el email.
No naveguemos por Intenet, ni montemos en nuestros PC personales el Windows Me (Milenium)
porque Bill Gates se hace más rico (¿sera que se puede ser más rico?). Paradojal se ha
vuelto la historia dicen algunos. No la que
se vivió como drama y se revive como comedia (o como trauma). Hablo sencillamente de que el mundo es otro.
Cambalache Toma 2. Canta Joan Manuel Serrat el tango de Enrique Santos Discépolo:
...El siglo XX es un despliegue de maldad insolente....todo es igual, nada es
mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor. Da lo mismo que seas cura, colchonero, Rey
de bastos, cara dura o polizón... Se ha mezclado la vida... El que no llora no mama y el
que no roba es un gil... dale no más, dale que va...es lo mismo el que labura noche y
día como un buey, que el que vive de las minas, que el que roba que el que mata o esta
fuera de la ley (tran tan!!!)
Y ahora vuelvo al
punto. Juro que no me he separado de el: ser psicóloga hoy, y peor aún, también
mañana. Parecería que lo mejor es separarnos de este mundo: lo aconsejan las sabias
orientaciones metodológicas del pensar positivista que busca la objetividad. Ser
psicóloga es, al menos desde alguna representación teórica, algo así como
amaestradora de ratas. El mundo se queda fuera. Y si alguien quisiera echarnos
en cara que las ratas son el resultado de la insalubridad, la insanidad y hasta el
subdesarrollo, entonces cambiemos de animal. Escudriñando el inconsciente puede que no
veamos la inconsciencia que domina al planeta, hasta lo gobierna. Si nos convencemos que
la realidad es construida, entonces basta con descontruirla y volverla a construir en la
cabeza de los que, irónicamente dicho creen que sufren por ella. Para que
mirar lo que nos desagrada. El asunto puede ser otro. Lo sabe hasta la abuelita de
Kundera.
Hay posibilidades para las psicólogas: Simultáneamente a la revolución informática, las
sociedades posmodernas conocen una revolución interior, un inmenso movimiento de
consciencia, un entusiasmo sin precedentes por el conocimiento y la realización personal,
como lo atestigua la proliferación de los organismos psi, técnicas de
expresión y de comunicación,meditaciones y gimnasias orientales. La sensibilidad
política de los años sesenta ha dado paso a una sensibilidad terapéutica; incluso (los
más duros sobre todo) entre los exlideres contestatarios sucumben a los encantos de la
self-estimation: mientras que Rennie Davis abandona el combate radical para seguir al guru
Maharaj Ji, Jerry Rubin explica que, entre 1971 y 1975, practicó con delicia la
gestatterapia, la bioenergía, el rolfing,los masajes,el jogging, tai chi,Esalen,
hipnotismo, danza moderna, meditación, Silva Mind Control, Arica, acupuntura, terapia
reichiana. En el momento en que el crecimiento económico se ahoga, el desarrollo
psíquico toma el relevo, en el momento en que la información substituye la producción,
el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia: yoga, psicoanálisis,
expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica de grupo, meditación trascendental; a
la inflación económica responde la inflación psi y el formidable empuje narcicista que
engendra (Lipovetsky G.1996.pp.53-54)
Pero, saben que les tengo una mala
noticia. Otra vez la historicidad, ahora no como vocación teórica, no como
opción epistemológica, sino como inevitable existencial. Silvio lo canta desde su
experiencia personal y nos dice .Nadie se
salva del pie forzado: hay que crecer bailando con sinsabores. Y mismo allí,
expresa una alternativa para ser psicóloga hoy: Me quieren enterrar donde adivino - siempre quisieron
ocultarme lejos -. Objeto de los fúnebres cortejos, ayer u hoy. Parece mi
destino
Solavaya, aves de mal agüero. Mundo feroz, lo digo en juramento: enterrarme
le va a roncar el cuero. Berman nos lo dijo a su modo, remitiéndolo a la
experiencia de Fausto: solamente trabajando con el diablo
podrá el hombre
acabar del lado de Dios y crear el bien. (Berman M. 1988.
p.39). Desde ya digo que estoy
hablando de una táctica, no para realizar el principio central del gatopardismo
como dice en su Chile Actual Tomás Moulián que todo parezca
cambiar para que todo siga igual (1997.p.358), sino para andar tras La
consagración de la primavera
Ser psicóloga hoy (y mañana) necesita de un
traspaso de la irreverencia marginalizante a la convivencia transformadora. Reedificar la
idea Pichoniana de la adaptación activa. Y me tomo unos minutos más
para explicar este girón esencial de mi asociación (a esta altura ya en fase
de delirio psicótico).
Vivimos en un mundo que intenta erigirse sobre
la convivencia educada. Pongamos a manera de voluminoso ejemplo la actual
convivencia educada entre la desnutrición y la obesidad. Hemos encontrado que
hay espacio para las figuras leptosómicas de Fidelio Ponce y las picnicas de Botero. Que
pueden convivir la anorexia provocada por el rechazo a la celulitis, el culto a la
esbeltez esquelética de los que tienen qué y cómo comer, con los vientres inflamados de
los que no tienen que comer y son comidos por enfermedades que para los primeros son raras
y exóticas. Una aritmética elemental nos
dice que para el caso de los Estados Unidos, donde las XXL y las XXXL no son noticia, la
disminución de ingesta por hipercalorización de los envuelticos en carne daría para
alimentar al nivel del promedio calórico esperado por el Fondo de población de la
naciones unidas a los que probablemente se ofenden desde su sociohistoria
al oír hablar de la necesidad de dietas más eficaces. Pero lo cierto es que existen los
sobrepesos y los bajopesos. Y para poder actuar sobre unos y otros tenemos que
posicionarnos socialmente, comprometernos con ambos. El marketing contemporáneo nos ayuda
a segmentar, pero a segmentar no para marginar, sino para llegar a todos y cada uno como
individuos pertenecientes a una misma realidad distinta. Como dice Nadis Sadik: el reto
necesario, imprescindible es Vivir juntos en mundos separados.
La nueva sociedad intenta erigirse, solo puede
hacerlo, sobre la vieja sociedad. El hombre nuevo crecerá desde el hombre viejo, será
por él educado. La noción de mercado fisura hasta a la ciencia de las ciencias: hoy
hablamos hasta de un mercado epistemológico. No nos gustan los mall(es) (no
los guacamoles) sino ese conjunto de tiendas segmentadas, con sus
vitrinas cuidadosamente decoradas...formando parte de un laberinto bullanguero...una
atmósfera kitsch (de nuevo Moulian. Idem.p.111). No somos aficionados a los
shopping center, ni a las películas de Arnold Schwazesnager (ese robot del celuloide con
cuerpo de mamut y cabeza de píldora anticonceptiva). Pero nuestro mundo esta plagado de
las tres. (Ya ni Cuba es una excepción. Todavía somos los menos, pero el panorama parece
cercano. La táctica legada por Sor Juana Inés pudiera ser una solución: Queredlas
cual las haceis. Hacedlas cual las buscáis. No demos la espalda a lo que
tenemos. Y hagamos lo nuestro. Mucho de cuanto es posible hacer, ya lo encontramos hecho
aunque en precaria medida y ajeno a nuestro deseo de forma y contenido. Y, aunque en un
sentido profundamente metafísico, también lo que no hicimos ya no lo podemos hacer al
menos en el mismo tiempo y probablemente lugar. Hasta Luis Miguel lo dice el beso
que negaste ya no lo puedes dar.
No contamos con muchas revoluciones
victoriosas ni políticas, ni epistemológicas, ni socioculturales, mucho menos
psicológicas. Algunas de las que se acercaron fueron recicladas por la traición, el
entreguismo, la incapacidad para entender y diferenciar lo esencial de lo secundario, las
subventajas escotomizantes del mercado moderno. Destino que le hicieron correr hasta a la
inexpugnable Unión Soviética en la que se aseveraba que
ni chto nie zabuito. Ni kto nie zabuit (Nada ni nadie quedará
olvidado trad.MC), pero al final: vsio zabuito. Vsie zabuitie (Todos y
todo olvidado). Hoy se imponen las transacciones educadas y las de la
sobrevivencia. Entonces, hoy, una vez más, necesitamos de alianzas tácticas
(y anoto con Ries y Troust que hoy las tácticas hacen a las estrategias): La
ortodoxia lírica arremete contra Pavaroti por cantar con Sting, contra Andrea Boccelli
por hacerlo con Eros Ramazoti. Cuba es criticada por la extrema izquierda por tener
Hoteles de cinco estrellas y un mercado paralelo que funciona en la moneda del enemigo de
siempre. ¿Quién iba a pensar que Caetano Veloso andara cantando de cuello y corbata con
un terno de factura parisina?. Pero gracias a Pavarotti y a Boccelli (y a Carreras, y
Domingo y otros) el bel canto ha transitado por personas que lo consideraban
aburrido (chato, fome, pesado). Caetano no ha dejado de ser una contribución fundamental
a la identidad de los brasileros. Y Cuba, esencialmente, como dice Van Van:
Sigue ahí.
Ser psicóloga hoy es ruptura y unidad en una
secuencia de existencia concreta demarcada por la cultura y la incultura, por la realidad
y la alucinación, por los valores y los antivalores. Nadie dio cuenta de este mundo en el
que vivimos. Somos nosotros los que aquí estamos hoy los que tenemos que hacerlo. No lo
vió ni Freud ni Marx, no lo vieron James ni Thorndike. No lo ven, incluso porque no
pueden entenderlo, los gurus europeos. Lo estamos viendo nosotros.
El reto es categorial, epistemológico pero
también ético y partidista. No hay duda de que el contener a la subjetividad como
referencia de base para la construcción de nuestras prácticas nos acerca al enunciado de
Watzlawick de que el ser humano no sufre tanto por el mundo, cuanto por la representación
que del mundo se hace. Pero, cuidado: la pobreza, el hambre, el analfabetismo, por solo
decir algunos de apocalípticos acompañantes de la geopolítica finisecular, no son el
resultado de cómo nos representamos al mundo, sino de cómo la injusticia histórica del
poder nos lo ha construido.
Sumo a esto la idea de la Unidad, inseparable
criterio que en mi tiene una amplia extraterritorialidad. Es inconcebible hablar de la
unidad de lo psicológico si no se admite la unidad al menos previsible de sus diferentes
representaciones teóricas. Concibo la unidad no solo en la similitud, en la cercanía, en
la comunidad, sino también en la diferencia, en la ruptura. Para la actuación
profesional de las psicólogas se hace cada vez más necesaria la unidad táctica y la
estratégica, pero sobre todo se hace imprescindible la unidad real. Esto no es solo
ontología trascendental, es sobre todo el convencimiento de que la unidad del mundo
reside en su ser y no en su estar.
Asumir la historicidad del hoy y del mañana
es también la asunción de una misión profesional ineludible, definitoria de nuestro
ser en el mundo. Ser psicologa es definirse esencialmente como luchadora por
el bienestar humano. Puede que sigan las discusiones entorno al objeto de nuestra
discplina, puede que los desacuerdos conceptuales sean más que los acuerdo y las
transacciones, puede que sigamos jugando a la diferencias de marcos teóricos.
Pero la definición meridiana es nuestra misión. Por eso nuestro modo de pensar no
debería omitir las ideas de felicidad, bienestar, plenitud, salud, calidad de vida. Son
los sueños de la humanidad nuestra quimera, nuestro insomnio profesional. Y un
sueño que se sueña solo es solo un sueño que sueña solo. Mas sueño que se sueña
juntos es realidad (cantando con Simone). Otra vez la unión como estrategia y como
sentido mismo de nuestro ser profesional.
Para esto es imprescindible que estemos claramente aliados con (ahora cantará Chico Buarque) ...o que nao ten vergonha ne numca tera, o que nao ten governo ne numca tera, o que nao ten juizo (lo que no tiene vergüenza ni nunca tendrá, lo que no tiene gobierno ni nunca tendrá, lo que no tiene juicio). Para esto es necesario que seamos psicólogas en sangre, como inoculación primaria a la que no podemos resistirnos. Que no vayamos en busca del tiempo perdido, sino del que no hay por que perder. Hace muy poco alguien me enseñó y convenció de que el tiempo no es un campo que se mida por codos; no es un mar que se mida por millas; es el latido de un corazón (Niko Kazantzakis). Ser psicóloga hoy y mañana es sobre todo asumir el latido de un corazón.
[1] Sobre este
tema me he pronunciado en varias ocasiones. Puedo referirle al interesado mi artículo
Vygotsky desde la parcialidad de la conciencia
individual. La epistemología Convergente publicado en la Revista cubana de
Psicología. Vol.14. N°2. 1997.