FILOSOFIA DE LA
ENSEÑANZA Y
ENSEÑANZA DE LA FILOSOFIA
Jesús Heriberto Ureña Pajarito
¿Qué clase de actividad es la
filosofía, y qué es la filosofía de la enseñanza?
¿Se puede enseñar la filosofía? En que consiste su enseñanza?
Las respuestas a estas
interrogantes requieren de un poco de reflexión, pues no pueden ser contestadas con un
simple si o no, como si se tratara de algo obvio y evidente, conllevan una problemática
que trataremos de exponer en las siguientes líneas.
Por principio de cuentas, nos dice Frondizi que la
enseñanza de la filosofía no se puede restringir a una cuestión didáctica. Como
podría ocurrir con la enseñanza de alguna ciencia, y la razón de ello es que
no hay
acuerdo sobre lo que es la filosofía y ese hecho se refleja en los modos de
enseñanza[1].
Aún cuando no estamos de acuerdo con el señalamiento que hace el autor de que la
enseñanza de la ciencia se restringe a una cuestión didáctica, idea que por el momento
no discutiremos, lo que queremos destacar es que, la problemática en torno a la
enseñanza de la filosofía está en función de la concepción que se tenga de la
filosofía misma. Esto significa que las
discrepancias teóricas que existen sobre la filosofía conducen a distintos modos de
enseñarla. Así, un maestro que conciba que
la historia del pensamiento filosófico sea de lo mejor que ha dado el género humano,
escogerá los contenidos que susciten y
alienten en sus alumnos esta concepción. Por
el contrario, quien crea como algunos neopositivistas ?Adjukiewiez es un ejemplo muy
sonado? que la historia de esta disciplina es la de la tontería humana, entonces hará
girar sus enseñanzas alrededor de tal concepción. Lo
mismo se puede decir con respecto a la manera tan diversa en que es entendida la actividad
filosófica, pues hay quien supone, como Aristóteles, que es una actividad contemplativa
y desinteresada o quien la ve como una actividad teórica al servicio de un fin práctico.[2]
Estas divergencias son
únicamente unos ejemplos de una lista muy grande de problemas que tienden a mostrar la
forma como cambia la manera de entender la actividad filosófica en algunos de sus
tópicos. Lo que se está queriendo señalar
con ello es que la enseñanza de esta disciplina no puede ser simplemente reducida a
problemas de carácter didáctico, pues sus técnicas de difusión de conocimientos
variaran conforme al contenido de lo enseñado y a la postura filosófica que se adopta
entre tales contenidos. Seamos más explícitos. Decir que estas técnicas se modifican
conforme al contenido de lo enseñado, significa que no es lo mismo enseñar filosofía de
la física que filosofía moral o filosofía de la historia. Por otro lado, afirmar que la
postura filosófica adoptada impone modalidades de enseñanza, significa que un mismo
contenido filosófico (p.ej. filosofía de la física) puede ser abordado y presentado a
través de concepciones epistemológicas muy distintas entre sí, como el empirismo, el
innatismo o el apriorismo. Además, dicha concepción estará impregnada consciente o
inconscientemente por alguno de los múltiples enfoques que inevitablemente subyacen en la
presentación de cualquier contenido, y los cuales terminan por matizarlo. (Piénsese en
una concepción materialista, idealista, escéptica, críticista, etc.)
Debido a que no hay acuerdo
generalizado sobre lo que es la filosofía tampoco lo habrá respecto a la filosofía de
la enseñanza y a la enseñanza de la filosofía y ya que quien aborda la presente
investigación se encuentra inmerso en una concepción filosófica, es de esperar que las
conclusiones a las que se llegue no sean forzosamente aceptadas por todos aquellos que
trabajan en este campo del conocimiento. A
pesar de ello, diremos algunas palabras de qué entendemos por filosofía, y qué por
filosofía de la enseñanza.
Nos dice D.D. Raphael que la mejor
manera de comprender la naturaleza de la filosofía es tener alguna experiencia al
practicarla[3]
Esto significa que la filosofía no puede ser definida bajo un criterio único y
homogéneo debido a la falta de uniformidad de criterios que han trazado los mismos
filósofos sobre ella a lo largo de la historia. Por
esta causa, hablar de filosofía implica reconocer el sistema integral de la persona que
la ha esbozado, pues solo así se hacen comprensibles las respuestas que al respecto cada
uno de ellos ha ofrecido. Sin embargo, a pesar de reconocer todos estos rasgos
diferenciadores, vamos a intentar destacar algunas características que consideramos
comunes a todo aquel que se dedica a la
reflexión filosófica.
El Maestro Carlos Fernando Vevia Romero, apoyando sus opiniones en Rudiger Bubner,
expone en siete puntos lo que para él es la tarea de la filosofía en los tiempos
actuales. Transcribiremos los puntos cinco y
siete, por considerar que representan, en rasgos generales y muy claros, en qué consiste
la reflexión filosófica.
5. La
reflexión filosófica se refiere esencialmente a un saber ya existente. Crece en un suelo donde ya existen opiniones y
conocimiento. Frente a otro tipo de actividades, la tarea filosófica consiste en tres
actividades principales: esclarecer, fundamentar y criticar, El esclarecimiento pretende desenmascarar el
lenguaje; la fundamentación busca comprobantes de legitimación; la crítica niega el
derecho de racionalidad y sentido a quien lo usurpe ilegítimamente.
7. La
reflexión filosófica contiene momentos de formulación critica frente a la estrechez de
opiniones, el oscurantismo y la cobardía intelectual.[4]
Así pues, la función de
la filosofía consiste en una evaluación crítica de suposiciones y argumentos; además
nos pide encaminar tales argumentos y preguntarnos si tenemos buenas razones para seguir
sosteniéndolos.
En este contexto podemos
preguntarnos ¿en qué consistiría la filosofía de la educación? La filosofía de la educación sería
un
área que bebe de las fuentes de la filosofía para aplicarlas de manera adecuada a los aspectos educativos;[5]
es una rama
que esta vinculada con la filosofía en general por su método y procedimiento de trabajo
y que pretende analizar el lenguaje de la teoría y la practica educativa.
los filósofos de la educación analizan lo que han dicho quienes practican y teorizan
acerca de la educación[6]
El analizar lo que dicen
los que practican y teorizan sobre la
educación, la filosofía tendría como quehacer formular una evaluación crítica de los
argumentos, conceptos y suposiciones presentes en el discurso educativo con el fin de
desenmascarar el lenguaje mediante el esclarecimiento. Además le correspondería ver si
la teoría tiene los suficientes fundamentos
teóricos que le den garantía de legitimación; es decir, la característica propia de la filosofía exige examinar las suposiciones y argumentos de un
campo determinado del conocimiento, ya que es preciso someter a una evaluación critica a
la serie de conceptos e ideas que lo componen.
Sin que desarrollemos a
fondo esta idea, diremos que el procedimiento es más o menos el siguiente: Ante una serie
de conocimientos que se dan comúnmente por sentado en una comunidad dada, nos vemos
obligados a examinar y cuestionar tales creencias. Supongamos que se trata de la
etnografía áulica. ¿Está científicamente validada tal tipo de investigación? ¿Por
qué debemos creerla? ¿En qué concepción científica o epistemológica se apoya? ¿Por
qué se debe confiar más en este tipo de investigación que en otra? ¿De qué pruebas se
disponen? ¿Se tienen buenas razones para creer en sus argumentos? ¿Qué es una buena
razón?
Al presentar este tipo de
argumentación. Lo que se está queriendo decir no es que se dejen de lado las creencias,
si no hay maneras distintas de sostenerlas, pues:
La
aceptación de una creencia sobre la base de una autoridad es claramente distinta de su
aceptación después de someterla a prueba[7]
Por eso también estamos de acuerdo con R. Frondizi cuando dice que:
Dudar
de todas las cosas, desechar toda verdad recibida, buscar por cuenta propia un punto donde
hacer pie, despreciando convencionalismos y prejuicios, es condición fundamental de toda
empresa filosófica [
] La filosofía no
puede contraer compromiso con nadie; no puede estar al servicio de ninguna causa, por más
noble que sea. Tiene contraído un compromiso de origen con la verdad y nada debe
distraerla de su fundamental misión: la búsqueda de la verdad.[8]
Y después de todo esto, por qué tipo de filosofía simpatizamos. Pese a que todos
los grandes sistemas filosóficos nos merecen un gran respeto, considero que nos puede ser
de gran utilidad el racionalismo crítico de Kant, el cual tiene sus repercusiones en
pensadores tan distintos como Weber, Piaget, Gadamer y Frondizi, entre otros, y cuyos
antecedentes se ubican en Sócrates y Platón. Nos
apoyamos en esta línea filosófica no tanto porque consideramos que su epistemología se
deba cumplir al pie de la letra, pues muchos de sus presupuestos ya han sido rebasados en
varios aspectos, lo hacemos más bien, a causa del tipo de actitud que promueve ya que su
lectura es una sincera invitación a desarrollar la autonomía del pensamiento, la
reflexión y el análisis crítico. Ahora que está de moda hablar de pedagogía crítica
es pertinente señalar que fue Kant quien introdujo el término de crítica en filosofía
para designar el proceso por el cual la razón emprende el conocimiento de si misma,
esclareciendo su naturaleza, y posibilidades de conocer al establecer:
un
tribunal que le asegure de sus pretensiones legítimas y que en cambio acabe con sus
arrogancias infundadas[9]
Esta tarea crítica tendría un lado negativo al limitar el uso de la razón. Y un lado positivo, porque
dentro de sus límites éste puede hacer un uso legitimo de sus derechos.
Decíamos que la actitud de Kant consiste en promover la autonomía del
pensamiento. Esto se refleja muy claramente en su artículo
¿Qué es la ilustración? publicado
en el año de 1784. En el párrafo inicial
dice:
La ilustración es
la liberación del hombre de su culpable incapacidad.
La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la
guía de otro. Esta incapacidad es culpable
porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para
servirse por si mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude!
¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!; he aquí el lema de la
ilustración.[10]
Actitud que se manifiesta en su pensamiento pedagógico al afirmar que la
filosofía no puede ser enseñada, pero si puede ser enseñada la disposición a
filosofar, la cual consiste en capacitar las mentes de los alumnos para pensar por su
propia cuenta, libre de cualquier autoridad, en especial del paternalismo de la
tradición. Por lo mismo:
No se puede más que
aprender a filosofar, es decir, a ejercitar el talento de la razón en la aplicación de
sus principios generales.[11]
Queriendo el autor decir con esto que la filosofía no se puede presentar como algo
ya dado y demostrado, como si estuviera terminada. Lo
único que se puede hacer es enseñar a preguntar y preguntarse filosóficamente.
Esta herencia de su proceder se manifiesta en otros pensadores más
contemporáneos. Así, por ejemplo, Frondizi
afirma:
Enseñar filosofía
es enseñar a tomar la actitud filosófica: es enseñar a problematizar las cosas que nos
rodean y en nosotros mismos; en una palabra, es enseñar a filosofar.[12]
Leonard Nelson (1882-1927), pensador neokantiano, dice:
Si tenemos en cuenta
que a la enseñanza filosófica no le interesa juntar soluciones, ni tampoco en general
establecer resultados, sino únicamente tomar conocimiento del método para hallar
soluciones, entonces notaremos enseguida que la tarea del maestro no puede ser la del
guía, en el sentido de que él deba proteger a los participantes contra todo error y todo
accidente; tampoco en el sentido de que él los preceda y los colaboradores lo sigan, con
la esperanza de que así podrían colocarse en situación de encontrar más adelante solos
el mismo camino. Por el contrario aquí todo
depende del arte con que desde el principio se coloca a los alumnos ante su propia
responsabilidad, enseñándoles a andar por sí mismos, sin que por ello anden solos, y
desarrollando esta independencia de tal modo que ellos un día puedan aventurarse a andar
solos, sustituyendo el cuidado del maestro por el propio cuidado.[13]
Y en Piaget podemos ver
una posición semejante aún cuando su comentario no este referido en particular a la
enseñanza de la filosofía, sino a la enseñanza en general:
El
objetivo principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer cosas
nuevas, no simplemente repetir lo que han hecho otras generaciones: hombres que sean
creativos descubridores (
)
La
segunda meta en educación es la de formar mentes que sean críticas, que puedan verificar
lo que se les dice y que no acepten todo lo ofrecido.
El gran peligro actual es la idea preconcebida, la opinión colectiva, la tendencia
al pensamiento prefabricado. Necesitamos ser
capaces de resistir individualmente, de criticar, de distinguir aquello que está aprobado
y lo que no lo está. En consecuencia,
necesitamos niños que sean activos, que aprendan rápidamente a investigar por si mismos,
que aprendan rápidamente a decir que es verificable y cuál es simplemente la idea que
les llega.[14]
Las citas podrían
extenderse, pero están son suficientes para mostrar el tipo de pensamiento filosófico
que considero como el más indicado para hacer una evaluación crítica de la práctica
docente. Al estudiar el estilo de enseñanza
del maestro, nos interesa saber si se fomenta el desarrollo de una actitud autónoma y
racional en los alumnos haciéndoles una invitación a la reflexión y al análisis
crítico de los contenidos temáticos de su exposición, o por el contrario, si en su
estilo se manifiesta un interés por adoctrinar, hacer prosélitos e imponer sus
convicciones. Esto, como dice A. Salazar
Bondy:
no quiere decir, por cierto, que el profesor deba ocultar o reprimir sus convicciones
personales, sino que dentro de su contenido propio no está el defenderlas y tratar de
imponerlas. Si las expone, a de ser como un elemento más del cuadro total temático y
problemático que está llamado a ofrecer a sus alumnos.[15]
Para decirlo en pocas
palabras, estoy de acuerdo con este tipo de propuesta pedagógica en la enseñanza de la
filosofía, porque promueve el ejercicio autónomo del pensar en el desenvolvimiento de la
razón y sobre todo porque se contrapone a toda enseñanza que se limita a ser una simple
retórica persuasiva, impositiva y proselitista, la cual no ve otro fin que el
adoctrinamiento de las mentes de los alumnos por parte del maestro en el desempeño de su
práctica docente. La enseñanza, y
particularmente la enseñanza de la filosofía no debe de limitarse a imponer
consentimientos, sino por el contrario su función será más rica y provechosa si
promueve la discusión libre, abierta y razonada, aunque ello implique que la opinión del
profesor no sea la que prevalezca.
[1]
Frondizi, R. Ensayos Filosóficos. FCE
[2]
Aunque con grandes diferencias tanto el marxismo como el pragmatismo mantienen esta
concepción.
[3]
Raphael. D.D. Filosofía moral
F.C.E. breviario # 403 p. 11
[4]
Vevia Romero, Fernando Carlos. El
discurso político religioso en América Latina. Edit U. de G. pp. 41-42
[5]
Moore. T.W Introducción a la Filosofía de la Educación.
Ver el prologo de R.S. Peters. Edit. Trillas. P.5
[6]
Ibíd. P 17
[7] D.D.
Raphael. Op. Cit. P. 17
[8]
Fondizi, R. op. Cit. P. 57
[9]
Kant, Emmanuel. Crítica de la Razón Pura. Ed. Porrúa-
Sepan Cuantos # 203 p.6
[10]
Kant, Emmanuel. Filosofia de la Historia. Art. ¿qué es la
ilustración? Ed. F.C.E. c.p. 147 p. 25
[11]
Kant, Emmanuel. Crítica de la Razón Pura. Ed. Porrúa-
Sepan Cuantos # 203 p. 362
[12]
Frondizi, Risieri . op. Cit. p 43
[13]
Nelson, Leonard. Cuatro Ensayos de
Filosofía Critica. Edit. Sudamericana. P.144
[14]
Labinowicz, Ed. Introducción a Piaget. Pensamiento,
Aprendizaje, Enseñanza. Edit. Fondo Educativo Interamericano. Pp.265-266
[15]
Salazar Bondy, A. Fines de la
Enseñanza de la Filosofía en la Educación Secundaria. Artículo aparecido en el Compendio
sobre la Enseñanza de la Filosofía. Ed. U:N:E:D: p.80.