ENSEÑAR
FUTURO A EXTRANJEROS, ¿QUÉ ENSEÑAR? (Valores y funciones)
Elvia
Vega Llamas
Universidad de Guadalajara
En
la enseñanza de los tiempos verbales del español a extranjeros son conocidos los
problemas ocasionados por parejas de tiempos como el pretérito y el imperfecto así como
los tiempos del subjuntivo, en ambas situaciones el problema va más allá de la
temporalidad; en un caso se trata de aspecto, en otro de modalidad.
La enseñanza del llamado tiempo
futuro no ocasiona ningún problema supuestamente; tanto las gramáticas para
hispanohablantes como las dirigidas a extranjeros se limitan a decir que el tiempo futuro
significa lo venidero o lo posterior, a partir de un esquema simple en que el presente se
ubica como tiempo cero o de simultaneidad con el momento del habla[1].
Pocas
gramáticas para hispanohablantes reconocen las dos formas de futuro. El perifrástico
formado por el verbo auxiliar (ir) + la
preposición (a) + un verbo infinitivo: voy a trabajar; y el otro, el futuro
verdadero (como suelen decir incluso reconocidos lingüistas) que agrega un
sufijo obligado a una raíz verbal que en las formas regulares, la mayoría de los casos,
coincide con el verbo infinitivo: amaré, amarás.
Al
hablar de las funciones, las gramáticas para extranjeros suelen decir que el futuro
perifrástico se usa en el discurso oral cotidiano (de ahí que también lo llamen
futuro informal) y el sintético o morfológico en textos escritos (y por lo
mismo, futuro formal). En resumen, no se considera que ambas formas trabajen en
alternancia, un poco como en el caso de pretérito y copretérito.
De
este reparto tan básico ocurre que alumnos cuya lengua no posee dos formas como en las
del español, o que no tienen tiempos verbales y señalan la temporalidad a través de
otras formas, supongan, en el caso del futuro, que, en efecto, basta, con llevar una forma
a lo oral y otra a lo escrito. O que, como ocurre con algunos alumnos coreanos y
japoneses, que emplean el futuro formal para hablar a profesores, personas mayores y en
general a personas de respeto, y el informal para compañeros de su misma edad o menores,
en un claro ejemplo de proyección de las estructuras y funciones de sus lenguas.
Pero
¿realmente basta con decir que el futuro expresa simplemente el tiempo futuro o lo
venidero?, ¿que las dos formas son un simple caso de sinonimia y se reparten los textos
orales y escritos? ¿Tiene sentido hablar de un futuro formal y uno informal?
Más grave es el caso de especialistas en la lengua
que no sólo han llegado a considerar que ambas formas poseen el mismo significado, sino
que han llegado a afirmar que hay un futuro para clases altas y otro para clases bajas[2].
Hay también quienes no sólo no consideran que ambas formas compartan valores, siendo
sólo casos de homonimia, sino que consideran que existe un futuro verdadero y
otro que ni futuro es[3]. Y quienes dicen que el
futuro en la forma sintética prácticamente se ha perdido, especialmente para los valores
deónticos.
En
este artículo no entraremos con detalle en la explicación de la alternancia de las dos
formas[4],
sino en la descripción de sus valores y funciones, trataremos de entender el fenómeno de
modalidad del futuro en el marco del texto, en el entendido de que el futuro mucho más
que temporalidad expresa modalidad.
El
futuro sirve como pretexto para enseñar modalidad y hacer a los estudiantes reflexionar
sobre estas mismas funciones, expresadas con esta forma o con otras en su lengua. Se puede
decir que el futuro visto así, está en la mitad del camino y sirve como enlace entre los
modos indicativo y el subjuntivo. Enseñar futuro así posibilita una mejor comprensión
de los valores y funciones del subjuntivo frente al indicativo.
Aunque
el futuro puede y debe enseñarse en los niveles básicos en diversas funciones que no
sólo contemplen temporalidad, que es sólo uno de los valores que puede desempeñar, es
ideal para trabajar con alumnos intermedios y avanzados, utilizando textos de toda
índole, incluyendo los literarios. Al ofrecer una amplia gama de textos que muestren los
distintos valores y funciones de este tiempo en las dos formas, se puede descubrir que el
futuro tiene que ver con el estilo, con la variación geográfica, con los textos orales y
escritos, con el control y descontrol de las emociones, etc., y que los valores más
reconocidos van más allá del deseo, la determinación, la predestinación, el mandato,
la duda, la posibilidad, hasta los casos que omiten por completo la marca de temporalidad.
En
clase se puede descubrir para el futuro en textos, valores, tonos formales e informales,
funciones para la organización de los textos, maneras de expresar diversos matices de
significado en un misma forma, lo que cambia cuando se cambia un tiempo por otro: los
detalles más finos y sutiles que sólo los hispanohablantes dominan de un modo natural.
Los alumnos pueden crear sus propios textos, distintos tipos de textos que respondan a una
enorme variedad de circunstancias.
Para el desarrollo de este trabajo
proponemos guiarnos en los siguientes puntos:
Guía
1.
¿Cómo se formó el futuro?
2. Tiempo objetivo y
tiempos verbales
3. Modo y modalidad.
Clasificaciones
4. Futuro: ¿temporalidad
sobre modalidad?
5. Enseñar con oraciones o
con textos.
6.
Futuro, modalidad y textos
7.
Futuro sin futuro
8.
Futuro en la organización de los textos.
1.
¿Cómo se formó el futuro?
El
futuro de las lenguas romances no resulta del futuro latino, sino más bien de valores
modales. Mediante un proceso de gramaticalización,
los verbos modales pueden transformarse en afijos.
El
futuro romance se origina de modales desiderativos
y obligativos como los verbos querer
y en especial haber, pero también de formas que involucran modo de acción y
verbos de movimiento (verbo ir)[5]:
INFINITIVO
+ HABER
(futuro sintético o
morfológico)
El
Mío Cid, y La Celestina, como muchos otros textos medievales,
abundan en ejemplos con este proceso de gramaticalización, en el que el verbo
haber prácticamente despojado de su valor léxico ha venido a constituirse en
un morfema gramatical añadido a las formas no finitas:
1. el comde
don Remont dar nos ha grant batalla. (Poema de Mio Cid, pág.64)
2. convusco iremos,
Cid, por yermos e poblados. (Poema de Mio
Cid, pág.4)
3. ¡Alahé!
Verdad es. Sube allá y verle has.
(La Celestina pág. 57)
4. SEMPRONIO.- Yo
te lo diré.
(La Celestina, pág.55).
IR
(A) + INFINITIVO
(futuro analítico o
perifrástico)
La perífrasis tiene
también sus primeros registros en el Cantar de
Mio Cid refiriendo esencialmente movimiento espacial hacia un objetivo:
5. Al Çid besó
la mano, la seña va a tomar (Poema de Mio Cid, pág.44).
6. Voy
con Heung Jeong a comprar tamales
7. ¿Ya todos amamos?
El mundo se va
a perder (La Celestina, pág.145)
2. Tiempo objetivo y tiempos
verbales
Desde que los griegos
identificaron las clases de palabras denominadas nombres
y verbos, notaron que una de las diferencias
entre ambos es que los últimos siempre señalaban una marca que indicaba temporalidad.
Toda la Gramática
Tradicional, pero también estudios de lingüística moderna, han dado en decir que la
función de los tiempos verbales es expresar el tiempo objetivo. E. Benveniste (1993:1966)
hace un reclamo a esta afirmación o creencia constante de que los tiempos verbales
calcan el tiempo real, supuesto que implica la creencia común de que las lenguas
sirven para representar la realidad. El autor explica que el tiempo del habla o del
discurso es distinto del tiempo cronológico y del tiempo físico, su función es
deíctica y sirve para desplazarse u orientarse en el discurso y no coincide
necesariamente con el tiempo real.
Una obra muy importante para
la comprensión de la función de los tiempos verbales es Tempus de H. Weinrich (1974:1964), en ella el
autor nota el valor que los tiempos adquieren en el discurso, como en el caso del
pretérito y el imperfecto, a los que llama tiempos de la narración y del comentario. A
partir de entonces ha habido un notable interés por investigar sobre las funciones de los
tiempos verbales en las lenguas.
2.2 La temporalidad y las
gramáticas
Las gramáticas en
español, en general, tienden a definir el futuro como expresión de la acción venidera y
absoluta, independiente de cualquier otra acción (Esbozo, 1999: 470-471), anexo a esta primera
definición agregan una serie de usos de carácter modal, que no dudan en
llamar secundarios; de donde se entiende que el valor verdadero o legítimo es el
temporal. Esta es la misma visión de Comrie (1985) al considerar como secundario el valor
de cortesía que ocurre con el pretérito en inglés.
¿Pero en qué se fundamenta
esto? J. Bybee et al. (1994) encuentran que, diacrónicamente el valor temporal es el
último en gramaticalizar, es decir, en ser adquirido. Las rutas de
gramaticalización muestran que el futuro del español no deriva del futuro latino, sino
de verbos modales que significan deseo, obligación, habilidad. En la sincronía tampoco
se puede establecer esa jerarquía, pues cuando un hablante elige una forma de futuro no
tiene por qué significar primero temporalidad y luego modalidad,
pasando por un proceso de dislocación, como afirma G. Rojo (1984), sino que
puede haber varios valores y destacar el que así interese según sus intenciones para el
contexto en que los expone.
3. Modo y modalidad.
Clasificaciones
En su clasificación de la
lógica modal, von Wright reconoce lo que llama modalidad
epistémica y modalidad deóntica, la
primera asociada a juicios que señalan posibilidad
y la segunda a la expresión de obligación y permiso impuestas al oyente. Son numerosos los
trabajos que en la actualidad existen al respecto del tema. Uno de los textos obligados es
el de Palmer (1986, 2001), que continúa con esta clasificación y agrega un tercer
tipomodalidad evidencial. Bybee et al. (1994) aunque reconocen las
clasifificaciones las agrupan de un modo diferente en lo que llaman llaman modalidad orientada al agente, y modalidad orientada al hablante, en cierto modo,
opuestas a la modalidad epistémica.
También se ha dejado claro que
modo y modalidad se diferencian en que modo es la expresión morfológica de la modalidad:
modo indicativo, subjuntivo, imperativo. Modalidad es la expresión de los distintos
valores: posibilidad, necesidad, obligación, necesidad, deseo, etc., que las lenguas
expresan de diferentes medios: modos, verbos modales, adverbios, afijos, partículas, etc.
4. Futuro: ¿temporalidad
sobre modalidad?
En el caso del futuro son
notables los trabajos de Bybee et al. (1994). La tendencia ha sido observar que el futuro
es un tiempo de la modalidad, y que en sus valores más antiguos, como
muestran las rutas de gramaticalización, se encuentran precisamente valores modales como
deseo, obligación, habilidad, etc.
En muchas lenguas se ha
encontrado que el futuro y el imperativo no sólo comparten funciones, sino que también
se asocian con los conceptos real/irreal, los términos con que
tradicionalmente se explican los modos indicativo y subjuntivo. (Chung y Timberlake, 1986,
Smith 1996).
Las siguientes son dos
ejemplos de las rutas del futuro, el valor temporal y el de posibilidad (epistémico) se
encuentran al final del proceso, como lo sugiere la amplia muestra de lenguas investigadas
por Bybee et al. (1994):
RUTA
I:
Obligación/deseo
> intención > predicción (futuro temporal)
RUTA
II:
Poder/saber
cómo (habilidad mental) > poder/saber cómo (habilidad física) > posibilidad y
probabilidad.
5. Enseñar con oraciones o
con textos.
El
trabajo de la enseñanza a través de los textos es el más fructífero, pues sólo en él
se pueden realizar los distintos valores y funciones que un tiempo dado posee; se puede
observar la manera en que el texto el cotexto- influye en las formas gramaticales
del sistema, haciéndolas variar para producir una gran cantidad de matices, no tipos de
futuro, adecuadas a esas situaciones[6].
Al
trabajar con textos se descubre que no hay ningún carácter secundario o ilegítimo de
los valores que se expresan en las formas, sino que según las intenciones, por un proceso
fundamentalmente pragmático, el hablante elegirá los usos o matices que sirvan para dar
la coloración o el sentido que pretenda a su discurso, que no es simplemente
uno, y de pura temporalidad.
Eligiendo
tipos de texto se puede reconocer los
distintos valores modales, por ejemplo los
deónticos que expresan obligación,
sujeción, poder, predestinación, etc., en textos legales, religiosos, códigos,
reglamentos, etc. Al considerar esta relación, y al ubicar las clases de textos que
desempeñan las mismas funciones en sus lenguas, el alumno tendrá de dónde asirse: todos
los elementos culturales y sociales que implican el conocimiento de un tipo de texto dado
en su lengua, que una oración o un verbo conjugado aislado jamás podrán mostrar.
Tratar
de suscitar esta relación es más enriquecedor, las inferencias se hacen más
automatizadas si se identifica los tipos de intencionalidad, imprescindibles en los
textos, y si se entiende que las estructuras gramaticales (sintácticas, morfológicas,
incluso fonológicas) están en función de estos, para cumplir unas finalidades
superiores. La modalidad, como tal, es una operación mayor, que existe en sus lenguas
para señalar los distintos grados de certeza, posibilidad, obligación, deseo, etc., si
bien, con diferentes estructuras o medios. Lo importante en este caso es que pueda
sujetarse del texto para evitar el tanteo, el adivinar cuál de las dos formas es la que
debe usar; atendiendo a la intencionalidad que le da todo el marco discursivo, podrá
elegir con mayor seguridad el tipo de forma correcta; este es el marco en que debe
aprender la diferencia entre indicativo y subjuntivo.
En
los textos se puede descubrir la magnitud del absurdo de aprender futuro en arreglo tan
simplista como el reparto por lo oral o escrito y reconocer la manera en que ocurre la
alternancia entre las dos formas.
6.
Futuro, modalidad y textos
Contrástense, por
ejemplo, los valores de la forma sintética en textos antiguos, como la Biblia:
Entonces
Yavé dijo a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo. Te arrastrarás (1) sobre
tu vientre y comerás (2) tierra por todos los
días de tu vida. (...) A la mujer le dijo: Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás (3)
a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará (4) falta un hombre, y él te dominará.(5) (Génesis 3, vers. 14)
¿En verdad Dios
quiere decir que en el futuro, mañana o el próximo año, las víboras se van a arrastrar
y las mujeres van a tener partos con dolor? ¡No! Seguramente la intención es otra. ¿Por
qué emplea el futuro?
Aquí más que en cualquier parte,
podemos darnos cuenta de esos valores antiguos que poseía el verbo habere:
obligar, sujetar, y que se guardan todavía en el morfema gramatical del futuro
morfológico y en toda la síntesis.
Pero también aquí es fácil ver
que las dos formas del futuro en español no son simples sinónimos. La síntesis es un
claro valor de autoridad y absolutismo, comunes en los
códigos de leyes. En el caso de textos religiosos, sería realmente raro oír a un dios
tan poderoso, omnipotente y prepotente diciendo: Vas a amar a dios como a ti
mismo, No vas a robar, No vas a desear la mujer de tu
próximo; eso sería más propio de textos menos solemnes, como las instrucciones o
los encargos que hace una madre a su hijo. Este caso de modalidad deóntica es
también una orden. Luego no sorprenderá que el mismo Decálogo sea también denominado
Los mandamientos de la Ley de Dios, donde la orden es el orden. La posibilidad
de convivencia.
El mismo fenómeno se puede notar
en textos de leyes de gobierno. Todos los códigos de leyes están abrumadoramente
escritos en la forma sintética. Por qué, es tema para reflexionar otra vez sobre este
valor parecido al de la Biblia pero que cambia no sólo en el estilo y el tono de lo
absoluto, sino por lo distanciado de los individuos. Es un consenso dado, ya no puede ser
discutido. Emitidos en tercera persona no presuponen interacción entre los participantes
del discurso: predomina aquí el orden, la orden se encuentra tácita.
SÉPTIMA.-
El trabajador tendrá derecho a disfrutar de
un período anual de vacaciones, siendo de 6 días al cumplir el primer año de servicios,
de 8 al cumplir el segundo... Y después el
período vacacional aumentará en 2 días por
cada 5 años de servicio. Las vacaciones no se podrán
compensar con remuneración... (Nueva ley federal
del trabajo 1982, 328)
Los valores modales
desiderativos y obligativos que las rutas señalan se pueden ver
muy bien en esta clase de ejemplos. Pero en los discursos cotidianos también se puede
ver, no sólo el empleo de la alternancia de las dos formas de futuro, sino el hecho de
que valores como el deseo, la determinación, la intención están presentes en ambos
futuros como se ve en los tres ejemplos de Villa Cresap (1998):
(1)
No
me detendré por nada (Obligación/Determinación)
(2)
Y
le dije sí le dije, yo iré
por ellos. (Deseo/Intención)
(3)
¿Qué
va a pasar con la lengua española aquí? Va a
dominar. (Predicción)
Los
ejemplos 3, 4 y 5 son casos del valor prototípico del futuro: el valor temporal o de
predicción. Atendiendo a las clasificaciones modales, aún este mismo valor puede ser
considerado modal, como una especie de deducción de premisas no expresas. El hablante
valora, estima las condiciones para la probabilidad de que algo ocurra y emite en la forma
del futuro este valor. Aquí diríamos que este sentido y el de temporalidad disputan
foco:
(4) ... -¡Que
sea la última vez que alguien venadea! -dijo
Zagal con su voz ronca y sonriente-.
Esos balazos te van a faltar algún día, cabo
Payán. (La muerte de Artemio Cruz, pág. 119)
(5) ... Apretó la mano nervuda del yaqui. -Sí,Tobías. Mas vale que
sepas una cosa: nos van a fusilar. (La
muerte de Artemio Cruz, pág. 126)
Estos
son ejemplos de los otros valores modales que señalan las rutas de gramaticalización:
(6)
Me
encargaré / me voy a encargar de hacer el
pedido. (Yo sé cómo)
(7)
Él
va a arreglar / arreglará el coche, siempre
lo hace. (Él puede)
(8)
Cómo
va a saber quién es el dueño. (Posibilidad)
Las
formas verbales en futuro pueden exhibir más de un valor al mismo tiempo, si bien en la
interpretación se elige uno.
Es
necesario recordar que los casos deben ser estudiados en el texto. Aquí han sido puestos
así por comodidad de espacio. Un párrafo, por lo menos, puede dar una idea más clara.
El sentido total sólo lo da el texto.
7.
Futuro sin futuro:
¿Bastará
con decir que el valor de temporalidad se disloca para dar entrada a uno de
modalidad? ¿Es eso lo que ocurre en estos ejemplos? Es claro que no siempre se desea
señalar temporalidad.
(9) -¿Cuántos años tendrá?
(10) -Tiene
veinte;
(11) -Tal vez (quizá,
probablemente, etc.) tiene/tenga /veinte;
(12) -Ha de/debe de/debe
tener veinte;
(13) -Tendrá veinte;
(14) -No sé;
(15) -¡¿Cuántos va
a tener?!.
Por
ninguna parte se ve el valor temporal la expresión de lo venidero:
Cuántos años tendrá ¡ahora, en este instante, no mañana ni el año que
entra!.
Lo
que debe verse es la cercanía del futuro con el subjuntivo y con los adverbios y verbos
modales, es decir, con modalidad. Aquí no hay ningún tiempo futuro, sino una abundancia
de formas de expresar modalidad epistémica: duda, posibilidad, probabilidad.
Parece
que lo único que se toma del tiempo futuro es su asociación con la
incertidumbre ante lo desconocido. 9 y 13 son también formas de distancia o
alejamiento; es menos compromiso con la verdad de la proposición decir
Tendrá (supongo), que Tiene (afirmo, sé que así es). 15 es
además es una réplica de sorpresa ante una pregunta como 1: el hablante quiere expresar
que es obvia su edad, o que no es posible que no pueda saberlo. La
interacción es fundamental, no sólo es semántica. Es pragmática al mismo tiempo.
¿Cómo
se ve en un texto este fenómeno llevado hasta sus últimas consecuencias?
(...)
¿cómo te nombraré... amor...cómo te acercaré... nuevamente... a mi aliento... cómo
te suplicaré... la entrega... cómo te acariciaré... las mejillas... cómo te besaré... los lóbulos... cómo te respiraré... entre las piernas... cómo diré... tus ojos... cómo tocaré... tu sabor... cómo abandonaré...
la soledad de mí mismo... para perderme en... la soledad... de los dos... (...) (La muerte
de Artemio Cruz, págs. 180-181)
Es
el caso de un hombre ante la inminencia de la muerte. La novela inicia con este mismo
hombre que, sin poder hablar, se mantiene recordando. En la diacronía se muestra el
proceso por el que ha ido perdiendo toda relación con el mundo y la lucha por mantenerse
en la cordura ante el caos y la locura que produce la proximidad de la muerte. El recuerdo
de alguien tan amado está en el deseo de sus últimas palabras pensadas. No hay aquí
ninguna posibilidad de tiempo, ni la más mínima. El texto impregna al futuro de
este deseo imposible, que da/dio vida y que anuncia
muerte.
Esta
situación especial descubre otra vez a los pobres mortales frente al destino, frente a lo
irrevocable, y nuevamente el futuro cubre el espectro: donde no hay predestinación,
mandato, voluntad, sólo quedan deseos, sueños, imposibilidades, fantasías.
Qué pasaría si cambiáramos la
síntesis por la perífrasis. No sería seguramente alguien que irremediablemente morirá
en unos instantes. Parece que la perífrasis llenaría de posibilidades el mundo de un
enfermo así. No sería el desconocimiento y la imposibilidad absolutos e inevitables,
sólo el no saber cómo realizar una acción determinada, y sí, también la expresión de
un gran dolor por saber, por presentir tantas pérdidas. La perífrasis guarda más la
expresión de tiempo.
8.
Futuro en la organización de los textos.
El
futuro desempeña una importante función de orden comunicativo. Es esencial para la
organización y planeación de los textos, así como para la distribución de la
información en los mismos. Esta función del futuro es muy próxima a la de los
marcadores textuales que se emplean para indicar el orden de la información, como pistas
que el autor da al lector en una notable actividad metacomunicativa:
Mi
hipótesis es que el distanciamiento o
acercamiento se sirve de las
siguientes
estructuras de la lengua como recursos
. ¿Cómo es posible que suceda? ¿Qué tienen
que ver estas oposiciones con la oposición Espacio interior-espacio exterior? A continuación expondré algunas explicaciones provisionales
basadas en hipótesis complementarias que buscaré
comprobar en este trabajo
Examinaré todo con más detalle en el capítulo siguiente. (Fragmento de una tesis
de maestría)
Asociado
a la categoría persona, expresa además la solidaridad, cercanía o distancia que se
desea comunicar al lector al lector.
Por
nuestra parte añadiremos que en las visitas a
Soroandieta hemos podido comprobar que Urcelay fue un auténtico artífice manual (...)
Nosotros seguidamente nos ocuparemos de parte de la producción manual de
Pedro Urcelay (...) En nuestro empeño nos valdremos de los datos que... (J. Garmedia, La artesanía vasca, 1980: 17).
O
el orden y la orden: la continuidad jerárquica y el carácter obligatorio, o lo que
debe ser en la elaboración de algún objeto, como se ve en las
indicaciones que suelen darse en textos técnicos. Aquí, como en los códigos de
leyes, el orden es también la orden. Si no hay esta continuidad y este deber
ser el objeto resultará, si no imposible, sí caótico.
El
travesaño cuenta con otros dos agujeros circulares, uno a cada lado, en los cuales se ajustarán las dos patas de madera que, rematarán en punta, picarán en tierra, sujetando así debidamente la
garrastea.... (J. Garmendia, 1980: 103)
De
igual modo, en la elaboración de textos, la inadecuada señalización de la manera en que
algo debe leerse, el orden y la importancia, rompen la coherencia.
Las
funciones de planeación, adelantamiento o retraso de acciones y los valores modales que
expresan predestinación, fatalidad, etc. son explotadas con maestría en la literatura.
Así lo muestra este cuento de Juan Rulfo: el
final se ve desde el principio. Es el hombre jugando a dios: el control de la realidad.
El
hombre
Lo
señaló su propio coraje dijo el perseguidor-. Él ha dicho quién es, ahora sólo
falta saber dónde está. Terminaré de subir
por donde subió, después bajaré por
donde bajó, rastreándolo hasta cansarlo. Y donde yo me detenga, allí estará. Se arrodillará y me pedirá perdón. Y yo le dejaré ir un balazo en la nuca
Eso sucederá cuando yo lo encuentre. (pág.
36).
Te
cansarás primero
que yo. Llegaré adonde quieres llegar antes que tú estés allí dijo el que
iba detrás de él-. Me sé de memoria tus intenciones, quién eres y de dónde eres y
adónde vas. Llegaré antes que tú llegues. (pág. 39).
Estás atrapado dijo el que iba
detrás de él y que ahora estaba sentado a
la orilla del río.- Te has metido en un atolladero. Primero haciendo tu fechoría y ahora
yendo hacia los cajones, hacia tu propio cajón. No tiene caso que te siga hasta allá. Tendrás que regresar en cuanto te veas
encañonado. Te esperaré aquí. Aprovecharé el tiempo para medir la puntería,
para saber dónde te voy a colocar la bala. Tengo
paciencia y tú no la tienes, así que ésa es mi ventaja
Mañana estarás muerto, o tal vez pasado mañana o dentro
de ocho días. No importa el tiempo. Tengo paciencia. (pág. 41).
Notas
finales
Enseñar
con textos es enseñar las operaciones que subyacen al manejo de las estructuras. El maestro debe entender que no puede enseñar
tiempos sólo, formas sólo, y menos suponer que poseen un valor único, tampoco asegurar
que hay valores más importantes, sino que eso más bien depende de la intención del
hablante, de los empleos en los tipos de textos y del medio en que se expresen: oral o
escrito.
No
tiene sentido que los alumnos aprendan a mecanizar funciones o a memorizar formas porque
no se entienden las operaciones. La complejidad de lenguas
como el español por su abundancia de tiempos verbales tanto en indicativo como en
subjuntivo supone un gasto enorme en la memorización de su morfología, dicho gasto será
un gasto inútil si se supone que los tiempos tienen una función única. El empleo del
futuro en la alternancia no es tan grave o visible como el empleo del pretérito simple y
el imperfecto o como el empleo de presente indicativo en lugar de presente subjuntivo,
pero su manejo se nota en la capacidad de poder emplear la alternancia correctamente, lo
que aleja la sensación de un discurso aburrido, repetitivo y evidentemente y propio de
extranjeros, incompetencia que se hace evidente en textos escritos de alumnos avanzados,
pero que muchas veces, aunque se advierte, no se sabe con certeza por qué no son textos
bien escritos.
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[2]
Moreno de Alba lo afirma
explícitamente siguiendo a L. Grimes y R. Ávila (1986)
[3]
Ver R. Trujillo (1996)
[4]
Dedicaremos un artículo aparte para la
descripción del cambio de sentidos provocado por la conmutación de formas. Allí será
clave la discusión de los conceptos sinonimia, homonimia o de plano ninguna relación
entre los dos futuros y la superioridad de uno frente al otro, como señalan algunos
lingüistas.
[5] Ver J. Lyons (1977), Bybee et al. (1994), D. Villa Cresap (1998)
[6]
Algunos de esos matices con el uso
llegan a convencionalizarse e identificarse como valores independientes del contexto. Pero
no tiene sentido hacer grandes listas de tipos de futuro: futuro de conformidad, de
desavenencia, de queja, etc. como lo hacen S. Fernández Ramírez (1986) o J. A. Porto
Dapena (1989) entre otros.