Un acercamiento al cuento de horror en “Historia de Mariquita” de Guadalupe Dueñas

An approach to horror tale " Historia de Mariquita" of Guadalupe Dueñas

Recibido: 22/09/2016
Revisado: 13/10/2016
Aprobado: 01/11/2016

Jorge Chávez Colmenares
Universidad de Guadalajara
Departamento de Letras(MÉXICO)
jorgechzcls@gmail.com

María de los Ángeles Rodríguez Castillo
Universidad de Guadalajara
Departamento de Letras(MÉXICO)
angeles_rodriguezcastillo@hotmail.com

Resumen
Este texto trata el cuento “Historia de Mariquita” de Guadalupe Dueñas. El análisis está basado en el método científico para identificar por qué pertenece al cuento de horror. Además analiza la figura de Mariquita como el eje principal aunque no ejecute acciones por sí misma, y para finalizar, trata la hipótesis acerca de su inclusión en el género de horror.

Palabras clave: Cuento de Horror. Guadalupe Dueñas. Método de análisis científico. Simbología.

Abstract
This text discusses the tale “Historia de Mariquita” by Guadalupe Dueñas. The analysis is based on the scientific method in order to identify why this tale belongs to the horror tale. Also, it analyzes the figure of Mariquita as the principal part of the tale without executing the actions for herself. And it discusses the hypothesis about the support of the tale on urban legends.

Keywords: Tale of Horror. Guadalupe Dueñas. Scientific method. Simbology.


Introducción
La muerte es uno de los grandes miedos que el ser humano tiene, se le teme a lo que hay después de ella, al fin de la existencia, a la manera en que se ha de morir, se le teme porque no se le conoce.
            Lovecraft (1984) nos dice que el miedo más intenso que se puede sentir es el que se origina ante lo desconocido. Los mitos y leyendas, que son la génesis del cuento, tienen su inicio ante este temor, pues el ser humano los utilizó para explicar las causas de los fenómenos naturales, desconocidas para él; hechos que dieron origen a la concepción de un poder superior y de un mundo espiritual, los cuales también son ajenos al hombre.
            La muerte es precisamente la forma en que se llega a ese mundo espiritual que no es conocido para el humano, por lo cual nos amedrenta. Aun cuando se tenga esperanza en un paraíso después de la vida terrenal, la forma en que se llegue a morir es preocupación latente. Algunas personas odian la posibilidad de llegar a una vejez decrépita y al mismo tiempo se aterrorizan al pensar en perder la vida en plena juventud.
            El ser humano disfruta, sin embargo, de su propio temor, acción comprobada por la gran cantidad de personas a las que les atraen los géneros de terror y de horror. Se acelera el ritmo cardiaco y se experimenta repulsión ante los procedimientos de algún homicidio, a la vez que alivia el saber que es otro quien sufre las atrocidades que se presencian en la pantalla o en la página. El interés por estos géneros se mantiene gracias a que el miedo se comparte con el o los personajes de esas historias. Esta literatura resulta, de acuerdo con el escritor español Ricardo Mena Cuevas (2006), más real que la estética realista, pues en ella se presenta la muerte y sus alcances. Para Mena los géneros de terror y horror nos atrapan porque presentan el sentimiento de perder la vida.
            El terror y el horror utilizan la incertidumbre, elemento importante compartido por ambos géneros, que a través de ella, éstos ocasionan sensaciones parecidas, no obstante estos géneros son distintos. Leer un cuento que atemoriza produce decir, indiscriminadamente, unas veces que pertenece al terror y otras, que al horror, pues se cree que son sinónimos y no se toma en cuenta si en la obra aparece un vampiro o un psicópata. Si el cuento fuera de vampiros, sería de terror, pues en éste encontramos a este tipo de seres, así como brujas o demonios. Si el cuento habla sobre la forma en que mata  un psicópata, pertenecería al horror pues en este tipo de literatura no aparece alguna criatura no perteneciente a nuestra realidad.
            En el terror aparece lo sobrenatural. Las leyendas populares entran en este género pues tiene que ver con el folklore, por lo cual el miedo que provoca representa un miedo colectivo, como lo menciona Encarni López:

El terror por lo mismo de tener un origen común a las tradiciones comunitarias populares podría decirse que es más <<colectivo>> o <<comunitario>>, que despierta una sensación más o menos generalizada en todos los individuos de una comunidad con una cultura común. (Herrera y López, 2008, p.75)

El horror es una alteración de la realidad pero que tiene una explicación o justificación. Consigue un temor más personal, pues, según López, “[El horror] se mantiene lejos del imaginario colectivo, presenta una reacción más individual, una reacción más personalizada del temor.”(Herrera y López, 2008, p.75). En todo caso la confusión entre los géneros es entendible porque, aunque con diferencias marcadas, muchas veces no hay verdaderos límites entre ellos: uno puede invadir al otro; como lo dice Daniel Varela (citado en Ortiz, 2004), frecuentemente éstos se mezclan.
            La muerte no es el único temor del ser humano, y tampoco es el único tema de los géneros mencionados, es ésta la razón por la que la gente gusta de ellos, pues resalta los distintos temores para que puedan disfrutarlos al mismo tiempo que causan tormento. En el cuento “Historia de Mariquita”, de Guadalupe Dueñas se asocia el horror a la escatología. Su forma, envuelta en una tenue y suave narración que tiende a caer en la inocencia, hace un dramático contraste con las descripciones, las cuales conllevan a final de cuentas a un escalofriante sentimiento.
            No es común encontrar cuentos que entreguen al lector el horror en esta forma. Mientras que la mayoría de los cuentos nos van llevando paso a paso por una serie de eventos y descripciones extrañas para entregarnos el horror en la frase final del cuento, “Historia de Mariquita” desata el horror casi al principio, permitiendo al lector gozar más tiempo de la sensación mientras continúa la lectura de la narración.
            La imagen de Mariquita se queda grabada en el imaginario del lector, permitiendo que el horror se siga representando aun después de finalizada la lectura.
            Éstos son los motivos por los cuales Historia de Mariquita” es un cuento representativo del horror en la literatura mexicana y que vale la pena analizar a detalle al mismo tiempo que disfrutar de su lectura.
            Para estudiar este texto se hace uso del método científico: una vez que se eligió el tema a investigar, (el cuento de horror en México) se delimitó el estudio, eligiéndose a “Historia de Mariquita”, para enseguida abordar los antecedentes del género y la teoría desde la cual puede abordarse el análisis. El marco teórico del cuento fantástico es ideal para llevar a cabo una metodología que considere el estudio del personaje, la atmósfera del relato, entre otros elementos constitutivos de la composición.

 1. El cuento de horror
Antes de comenzar, es necesario dejar en claro las definiciones que se tomarán para referirnos a cada uno de los elementos del análisis.
            Se iniciará con el término cuento. Norma Lazo (2004) asegura que éste tiene su origen en los mitos y leyendas creados por el hombre para dar respuesta a fenómenos que le eran inexplicables. La capacidad de imaginar del hombre es la causa de que esta tradición oral se haya transformado en lo que hoy conocemos como cuento y que éste se haya desarrollado hasta desembocar en distintos géneros, entre ellos el cuento de horror.
            Un cuento, según Kurt Spong (1996), es un género narrativo breve que preferentemente se configura alrededor de un suceso insólito cuyo desenlace no tiene que presentar la solución de la problemática. Sus características son la condensación y síntesis. Los recursos narrativos obedecen a la necesidad de síntesis: evita las extensas descripciones, se prescinde la mayoría de las veces de diálogos extensos, se observa una marcada tendencia hacia la simbolización y cobra gran importancia su principio. “Se podría resumir diciendo que el cuento es el arte de la omisión.” (Spong, 1996, p. 111)
            Este mismo autor afirma que el cuento tiene la función de enseñar y deleitar. El cuento de horror tiene la segunda función porque no busca dejar una enseñanza, su objetivo es lograr el miedo en el lector y que este temor se disfrute. En el ánimo de precisar, se tomarán en consideración varios conceptos de Todorov.
            Todorov (1999) define a la literatura fantástica como una vacilación que el lector tiene ante la explicación de los hechos narrados. La duda está en decidir si los sucesos relatados siguen las leyes de la realidad o si las rompen, es decir, si estos sucesos pertenecen a lo extraño o lo maravilloso. Esta dubitación puede ser también del personaje, aunque no siempre esta doble interpretación esta representada en la obra.
            Después de esta vacilación el lector sale de lo fantástico eligiendo una solución: opta por lo extraño o lo maravilloso. Lo extraño se da cuando los acontecimientos se ajustan a las leyes de la realidad, lo maravilloso sucede cuando para la explicación de los hechos del relato se deben admitir nuevas leyes, lo sobrenatural aceptado.
            El género de horror puede presentar esta vacilación de la que Todorov habla y así entrar en el terreno de lo fantástico. Suele existir en el horror un momento en el que dudamos si los hechos son explicables de acuerdo a nuestra experiencia o si no lo son. En otras palabras llegamos a dudar si se trata de un cuento de horror o de terror. Según características de estos dos géneros, el horror pertenecería a lo extraño y el terror a lo maravilloso. Debido a que en este apartado se busca definir al horror y no al terror, sólo se abundará en lo extraño y se dejará a lo maravilloso sólo con la definición ya dada. Dentro de lo extraño existen dos subgéneros, que son lo fantástico-extraño y lo extraño puro.
            En lo fantástico-extraño los sucesos tienen una explicación racional y son insólitos, pero se puede creer que son sobrenaturales. Muchas veces en este subgénero todo está en la mente del personaje, puede ser algún sueño o estar bajo el efecto de las drogas, por lo que realmente no se produce algún suceso insólito; otras ocasiones esos acontecimientos pocos comunes sí ocurren pero son explicables por vías racionales, por ejemplo todo puede ser originado por una ilusión. En lo extraño puro no se cree que los hechos son sobrenaturales, sin embargo todo lo que sucede es extraordinario, los hechos son inquietantes y singulares. Según Todorov, lo extraño describe ciertas reacciones y en particular la del miedo, tal como sucede en el horror.
            Según Lenina M. Méndez (1999) lo importante en una obra de terror es el manejo adecuado del enigma, lo cual hace mantener la atención del lector. El horror necesita en cierto grado de la cooperación del lector pues, como lo dice Encarni López (2008), este género necesita de la reacción del lector, desenterrar sus temores, y esto se logra mediante la alteración de la realidad convirtiéndola en una agresiva, lacerante y mortal.
Una vez acordados estos términos, surge la pregunta: ¿Es “Historia de Mariquita” un cuento de horror?

2.El horror en “Historia de Mariquita” de Guadalupe Dueñas
“Historia de Mariquita” es un cuento corto escrito por Guadalupe Dueñas, narrado en primera persona. El objetivo del análisis será identificar por qué este cuento pertenece al género de horror basándose en las características del horror ya mencionadas en el marco teórico, además se analizará la simbología en el cuento, un aspecto interesante para determinar la función del cuerpo de Mariquita. Comenzará con el argumento del cuento.
            Una familia tiene guardada a Mariquita, la hija mayor que murió luego de nacer, en un frasco con una sustancia especial hecha por el padre que sirve para conservar el cuerpo. Constantemente se mudan de casa y el problema es dónde guardar el cuerpo del bebé. Una vez que los padres mueren, la situación cambia: las hermanas no sustituyen el líquido del frasco y a causa de las habladurías que se hacen hacia ellas, deciden enterrar a Mariquita. El primer intento es hacer un entierro legal, pero los médicos no les otorgan el acta de defunción. El segundo intento, el cual resulta exitoso, es enterrarla en el jardín, y así se libran de Mariquita, pues se vuelven a cambiar de casa pero sin ella.
            Como todo cuento de horror que quiere producir un efecto inmediato, este texto está narrado en primera persona. La narradora es una de las hermanas de Mariquita, la cual, por algunos comentarios, demuestra que siente afecto por ella, por ejemplo: “Para mí, disfrutar de su compañía me pareció muy divertido.” (Dueñas, 1985, p. 23).[1] Y: “Me preocupa saber si existe alguien que cuide el verde limbo en que habita y si en las tardes todavía la arrullan las palomas.” (p. 27)
Este cuento produce una atmósfera extraña, y se da una alteración de la realidad que requiere de una explicación sobrenatural, por ejemplo cuando se cree que hay duendes:

 La casa se veía muy alegre; pero así y todo había duendes. En los excepcionales minutos de silencio ocurrían derrumbes innecesarios, sorprendentes bailoteos de candiles y paredes, o inocentes quebraderos de trastos y cristales. (p. 26)

Ante esta situación, las sirvientas tratan de dar una explicación, mencionando que es el fantasma de Mariquita: “Las sirvientas inventaron que la culpable era la niña que escondíamos en el ropero: que en las noches su fantasma recorría el vecindario.” (p. 26)
            Esta explicación va de acuerdo con lo que Todorov llama “literatura de horror”, ya mencionado en el marco teórico, lo sobrenatural explicado. Como son sucesos insólitos, no comunes al lector y a los personajes, se llega a creer que son sobrenaturales. Podría darse en este caso una de las dos excusas para los sucesos extraños-fantásticos: sí suceden pero se pueden explicar por vía racional. Por ejemplo, los platos caen por  algún temblor, o porque la superficie donde se les coloca no es estable.
            Hasta aquí tenemos la intromisión de algo que parece inexplicable en la realidad del cuento, lo cual es una característica del cuento de horror. Pero no todo queda ahí, hay que agregar que hay una sensación de incomodidad, de repulsión en los personajes, la cual se transmite al lector. Un ejemplo es la madre de Mariquita: “A mi madre la desazonaba tenerla en su pieza” (p.23).  Y otro es el miedo que le tiene Carmelita:

(…) mi hermana Carmelita vivió bajo el terror de esta existencia. Nunca entró sola a la pieza y estoy segura de que fue Mariquita quien la sostuvo tan amarilla; pues, aunque solamente la vio una ocasión, asegura que la perseguía por toda la casa. (pp. 23-24).

Ahora hay que añadir el rechazo que la gente mostraba hacia la familia, una vez que era descubierto el frasco:

Claro está que el secreto lo guardábamos en familia. Fueron muy raras las personas que llegaron a descubrirlo y ninguna de éstas perduró en nuestra amistad. Al principio se llenaban de estupor, luego se movían llenas de recelo, por último desertaban haciendo comentarios poco agradables acerca de nuestras costumbres. (p. 25).

Otra de las características es el efecto de asombro y asco que es de duración corta pero impactante. Primero no sabe a qué se refiera con “Mariquita”, pues parece que se está hablando de algún objeto porque hablan de su localización en espacios pequeños: “Como explico, lo importante era descubrir el lugar de Mariquita. En ocasiones quedaba debajo de una cama, otras en un rincón estratégico; pero la mayoría de las veces la localizábamos arriba del ropero” (p. 23)  Luego se puede pensar que es alguna mascota, cuando se hace mención del dormitorio: “[…] después de pensarlo demasiado, la instalaban en nuestra habitación. Digo “nuestra” porque era de todas. Con Mariquita, allí, dormíamos siete.” (p.23). Con esta acción de dormir, se puede creer ya que ella es un ser viviente.
            Al mencionarse en el cuento que Mariquita es la hermana mayor, se desestabiliza percepción, pues no se comprende por qué es tratada como objeto. Y el momento fuerte del horror se da cuando, a través de una analepsis conocemos el pasado de mariquita, donde se menciona que luego de morir fue guardada en un frasco por su padre. Las sensaciones horroríficas vuelven a generarse.
            Por último, se puede hablar de las características de animación que la se le adjudican a Mariquita a pesar de estar muerta:

Con Mariquita, allí, dormíamos siete. (p. 23), [cuando Carmelita afirmaba que Mariquita la perseguía por toda la casa (ejemplo ya citado)], y [ …] se había sentado en el fondo del frasco definitivamente aburrida. El líquido amarillento le enturbiaba el paisaje. (p. 27)

Así termina el análisis de ubicación del cuento en el género de horror. Tiene las características esenciales de este género: La sensación de repulsión, el efecto del miedo repentino. La incomodidad hacia el personaje de mariquita con el asco de saber que un pequeño cadáver de ser humano se encuentra en un frasco cristalino, lo cual la hace visible no sólo para los personajes sino también para el lector. Y la típica narración en primera persona para hacernos sentir más cerca de la historia, más cerca de las sensaciones que el narrador está sintiendo y que se viven alrededor de él.

2.1. Figura de Mariquita
El análisis ahora pasa hacia la figura de Mariquita en el cuento, un aspecto que debe ser considerado pues el miedo y las demás sensaciones referidas anteriormente son originadas por ella, quien a pesar de ser el personaje principal, no ejecuta ninguna acción.
            Este personaje aparece la mayor parte del tiempo a nivel discurso como sujeto paciente. De acuerdo con Chatman (1990), en el discurso existen enunciados de proceso que pueden ser actos realizados por el personaje (cuando se está en la modalidad de hacer algo) o acontecimientos  en los que el personaje es el pasivo (cuando sucede algo); y enunciados  de inacción donde se declaran la identidad y las cualidades de los existentes (personaje o elemento del escenario). De acuerdo con esto, Mariquita es un sujeto paciente la mayoría del tiempo pues ella está en medio de los acontecimientos, los sucesos la implican  y muy pocas veces es sujeto activo en los enunciados. Esto se ejemplifica con el siguiente fragmento del  primer párrafo:

NUNCA supe por qué nos mudábamos de casa con tanta frecuencia. Siempre nuestra mayor preocupación era establecer a Mariquita. A mi madre la desazonaba tenerla en la pieza; ponerla en el comedor tampoco convenía; dejarla  en el sótano suponía molestar los sentimientos de mi padre, y exhibirla en la sala era imposible.  (Dueñas, 1985, p.23).[2]

Las acciones en este fragmento del cuento no son realizadas por ella, por ejemplo los infinitivos “ponerla”, “dejarla”, “exhibirla”, sino que los miembros de la familia son los que actúan; ellos la cambian de lugar. Hasta ese momento es un personaje pasivo.
            Cuando Mariquita comienza a ser agente en los enunciados se dan indicios de que es una persona con vida. En las últimas líneas del  párrafo inicial, se dice que ella dormía en la misma habitación que la narradora y sus hermanas. Aquí el discurso sí presenta una acción que ella realiza: ella duerme.
            En el párrafo siguiente a estas líneas Mariquita continúa siendo agente en los enunciados de proceso: “[…] Llegó una mañana con el pulso trémulo y antes de tiempo. [ …] pero la niña era tan sensible y delicada que empezó a morir”. (Dueñas, 1985, p. 24).  Al darse a conocer su muerte se comprende su pasividad a nivel del discurso.
            En ese momento se ofrece una pequeña descripción de Mariquita utilizando la opinión de otro personaje: “[...] Isabel, la que iba a ser su madrina de bautizo, la vio como una almendra descolorida sobre el tul de sus almohadas.” (Dueñas, 1985, p. 24). Mariquita es un bebé que nació antes de tiempo, su tamaño debe ser pequeño, eso se infiere y se confirma con la comparación que Isabel hace de ella con la almendra. Además se dice que está descolorida, lo que indica su mala salud.
            A pesar de que, de acuerdo con los enunciados de proceso que Chatman menciona, Mariquita es más un personaje pasivo que activo,  al nivel de la historia no lo es. Todos los sucesos en los que Mariquita es implicada, indican la función de este personaje, que es la de ser el motor de los hechos, por ella las acciones se realizan. Ella es la razón por la que la familia se cambia de casa continuamente, ocasiona que los parientes  y amigos se alejan de la familia y que los vecinos hablen mal de sus hermanas.

2.2. Simbología
La sorpresa de los amigos y parientes al descubrir el frasco con el cadáver del bebé se debe a que Mariquita está en un lugar que no le corresponde. Ella no debe estar en su casa con su familia en esas condiciones porque no tiene vida; el no estar en  una tumba representa simbólicamente que no ha muerto. En el relato aparecen distintos símbolos que señalan la condición “no viva” y “no muerta” de Mariquita y así se cumple una característica del cuento que Kurt Spong menciona: la tendencia a la simbología.
            Mariquita, como ya se ha mencionado, es un ser frágil desde que nace. Es necesaria  la protección de su cuerpo, por eso, en el momento que muere, se le pone dentro del frasco:

Nadie pudo convencerlo [al padre]  de que debía enterrarla. Llevó su empeño insensato hasta esconderla en aquel pomo de chiles que yo descubrí un día en el ropero, el cual estaba protegido por un envase carmesí de forma tan extraña que el más indiferente se sentía obligado a preguntar de qué se trataba. (Dueñas, 1985, p. 24).

El frasco contiene un líquido que ayuda a que su cuerpo no se deteriore: “Recuerdo que por lo menos una vez al año papá reponía el líquido del pomo con nueva sustancia de su química exclusiva - imagino sería aguardiente con sosa cáustica-.[…]” (Dueñas, 1985, p. 25). La narradora no está segura de la solución que utiliza su padre para conservar a Mariquita, por eso, como después  se verá de nuevo, el líquido no puede ser repuesto después de la muerte de su padre. Mariquita no se corrompe y está fuera de todo peligro dentro de ese frasco de cristal, como se menciona después en el cuento.  El cristal es un símbolo de pureza, cubre una perfección a la que no se puede acceder (Chevalier y Gheerbrant, 2003). En el frasco Mariquita sigue perfecta gracias al cristal. Allí dentro ella es la única hija que es protegida:

Este trabajo [reponer el líquido del frasco] lo efectuaba [el padre] emocionado y quizá con el pensamiento de lo bien que estaríamos sus otras hijas en silenciosos frascos de cristal, fuera de tantos peligros como auguraba que encontraríamos en el mundo. (Dueñas, 1985, p. 25)

Al tenerla ahí se  mantiene simbólicamente en vida. El líquido, en particular el agua,  es el origen y vehículo de la vida y contiene la virtud purificadora (Chevalier y Gheerbrant, 2003). Así se reitera la pureza de Mariquita ya representada con el cristal.
            El haber enterrado a Mariquita habría sido aceptar su muerte. La tumba afirma la perpetuidad de la vida espiritual, es el lugar donde se da el cambio de cuerpo a espíritu (Chevalier y Gheerbrant, 2003). Si Mariquita hubiera sido depositada en una tumba, se habría alejado en cuerpo y alma de su familia. Habría sido su paso a otro mundo. Al no estar en una tumba, Mariquita cambia constantemente de lugar, al igual que su familia. El habitar una sola casa por mucho tiempo muestra la identificación del humano  con su ambiente (Cirlot, 2002), y que ha encontrado  un puesto duradero en el universo (Biedermann, 1993). Mariquita y su familia no  logran esto, lo que indica que no están cómodos en su espacio. Además, dentro de las distintas casas, ella no tiene un lugar específico. No puede estar en cualquier sitio porque su condición de “no viva” se lo impide, las personas ajenas a la familia no la deben de ver, por eso es escondida. Todos estos cambios de lugares se deben a que ella está en un lugar al que no pertenece.
            Después de la muerte de su padre el agua del frasco deja de cambiarse porque las hermanas de Mariquita ignoraban qué tipo de líquido era, y el color del líquido se menciona hasta este momento, era amarillento. Uno de los aspectos simbólicos del amarillo, según Chevalier y Gheerbrant (2003), es el anunciar el declive. De este modo se conoce que la vida que Mariquita lleva dentro del frasco terminará y estará por fin en su lugar, y es ahí  donde podrá abandonar por completo el mundo material.
            La tumba de Mariquita se hace en el jardín: “Decidimos enterrarla en el jardín. Señalamos su tumba con una aureola de mastuerzos y una pequeña cruz como si se tratara de un canario”. (Dueñas, 1985, p. 27). Este entierro en el jardín representa la entrada al paraíso (Biederman, 1993). El jardín le sigue otorgando protección pues hace referencia al paraíso terrenal exento de peligros (Chevalier y Gheerbrant, 2003). Así Mariquita sigue siendo cuidada como había sucedido desde que nació. La prueba de que antes no era considerada como muerta está al final del cuento, cuando la narradora afirma que extraña a Mariquita a pesar de que cuando la conoció la niña ya no tenía vida:

Ahora hemos vuelto a mudarnos y no puedo olvidar el prado que encarcela su cuerpecito. Me preocupa saber si existe alguien que cuide el verde Limbo donde habita y si en las tardes todavía la arrullan las palomas. (Dueñas, 1985, p. 27)

 3. Conclusiones
Para concluir, se contrastará lo obtenido en este análisis con algunos comentarios que se han hecho sobre Guadalupe Dueñas.
            En 1958 publica Tiene la noche un árbol, colección de cuentos en el que se incluye “Historia de Mariquita”, el cual en el tiempo que fue publicado recibió muy buenas criticas en la ciudad de México. Carlos González Peña escribió de ella en 1964 y se refiere a Tiene la noche un árbol únicamente:

Guadalupe Dueñas se caracteriza por su fino espíritu, por su amor a las cosas mínimas, y a los entes repulsivos; por la fuerza y originalidad con que construye el andamiaje de sus narraciones fantásticas y por los ingeniosos recursos con que nos introduce en un mundo en el que ningún horror es imposible. (Citado en Levy, 2008, p. 19)

Carmen Millán dice que en “Tiene la noche un árbol (1958) […] confirmó su sitio como cuentista original que en el terreno fantástico, donde generalmente transita, no desdeña los toques realistas y la presencia de lo terrible” (Millán, 1982, p. 23). Menciona también  que en los cuentos de su último libro No moriré del todo (1974) continúan apareciendo situaciones insólitas, es decir que mantiene el estilo reflejado en “Historia de Mariquita”y presente en toda su obra. Este toque realista del que habla Millán se logra en gran medida, según Salvador Reyes (citado en Quezada, 2005), gracias a que hay en su obra un tono personal que remite a los recuerdos de la autora en los cuadros domésticos que traza.
            Como ya se sab,e el cuento “Historia de Mariquita” está narrado en primera persona, lo cual hace sentir al lector muy de cerca lo que sucede. Además está, como dice Reyes, el retrato doméstico, que en este cuento se hace muy presente pues se describe a la familia, sus actividades, sus problemas para acomodar a Mariquita y la remodelación de la casa de las hermanas.
            Los autores mencionados concuerdan en que los temas tratados por Guadalupe Dueñas tienen un tinte extraordinario: narra historias singulares, demuestra en toda su obra su originalidad. Todos estos elementos forman su marca y están presentes en “Historia de Mariquita”. 
            El  ente repulsivo que menciona Carlos González Peña es en este cuento el cuerpo de Mariquita en el frasco. Además tenemos el mundo en el que el horror no es imposible, la sensación repulsiva que nos llega de un solo golpe rápido (instantánea) y la atmósfera que se crea mientras avanza la historia.
            El elemento fantástico, analizado según el criterio de Todorov, está en el texto. Ciertos  sucesos mencionados con apariencia sobrenatural, como los derrumbes repentinos, el movimiento de candiles y el quiebre de cristales achacados a la presencia de duendes o a la niña guarda en el ropero, o la idea que tiene Carmelita de que Mariquita la perseguía, pueden tener una explicación racional, se está en el ámbito de lo sobrenatural explicado: en lo extraño-fantástico.
            El tema central del texto,  conservar por años a un niña muerta en un frasco, no es nunca un hecho que pueda creerse sobrenatural, sino que un suceso insólito. Este acontecimiento que se sabe que puede ocurrir en la realidad conocida por el lector pero que resulta increíble hace que el texto entre en lo extraño puro, es decir, en el horror.
            La perturbación del lector se debe a la atmósfera creada en el cuento, las costumbres extrañas del padre que desea mantener lo muerto, por ejemplo. El texto está trabajado con esa intención. No es fruto del imaginario colectivo como lo sería un cuento de terror, sino que se trata de una experiencia individual del temor. El juego psicológico que se hace con el lector con la abrupta sensación de repulsión y la alteración realidad que conoce, evidencian el horror en este texto.

Referencias
Biedermann, H. (1993).Diccionario de Símbolos. Barcelona: Paidós.
Chatman, S. (1990).  Historia y discurso: La estructura narrativa en la novela y en el cine. Madrid: Taurus.
Chevalier, J., y  Gheerbrant, A. (2003). Diccionario de los símbolos (7ma edición). Barcelona: Herder.
Cirlot, J. (2002). Diccionario de Símbolos (6ta edición). Madrid: Ediciones Siruela.
Dueñas, G. (1985). Tiene la noche un árbol. Col. Lecturas mexicanas. México: FCE.
Herrera, R. y López, E. (2008). Antología  novela negra. Material didáctico, Departamento de Letras, Universidad de Guadalajara, México.
Lazo, Norma. (2004). El horror en el cine y en la literatura. México: Ed. Paidós.
Levy, R. (2005) El mundo animálico de Guadalupe Dueñas. Jalisco, México. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes.
Lovecraft, H. P. (1984). El horror en la literatura. Madrid: Alianza editorial.
Mena, R. (2006). El horror y el error. Letralia, tierra de letras. Núm. 151. Obtenido el día 15 de septiembre de 2009, desde http:                                                                         http://letralia.com/151/articulo03.htm
Méndez, L. (1999). La creación de los ambientes en la obra de H. P. Lovecraft. Letralia, tierra de letras. Núm. 72. Obtenida el día 15 de septiembre de 2009,             desde http: http://www.letralia.com/72/en01-072.htm
Millán, M. (1982). Antología de cuentos mexicanos Vol. 2 (5ta. Edición). México: Ed. Nueva Imagen.
Ortiz, L. (2004). “Horror vs terror”. Gaceta Universitaria. 8 de noviembre de 2004, Universidad de Guadalajara, México.
Quezada, S. (2005). Rutas de la literatura Mexicana. Zapopan: Ayuntamiento de Zapopan.
Spang, K. (1996). Géneros literarios. Madrid: Editorial síntesis.
Todorov, T. (1999). Introducción a la literatura fantástica (4ta, Ed.).  México: Ediciones Coyoacán.

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1. A partir de esta cita que alude al cuento “Historia de Mariquita” de Guadalupe Dueñas, sólo se colocará el número de la página, pues todas las citas pertenecen a la misma edición del libro Tiene la Noche un Árbol, con referencia completa en la bibliografía.
2. A partir de aquí, se vuelve a hacer la referencia completa, pues se citarán más obras aparte del libro de Dueñas, por lo que es necesario especificar autor y año para evitar confusiones.

 
 
 
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