Las relaciones de Estados Unidos y Cuba en el contexto del nuevo orden mundial

US relations and Cuba in the context of the new world order

Recibido: 10/09/2016
Revisado: 10/10/2016
Aprobado: 26/10/2016

Carlos Antonio Villa Guzmán
Universidad de Guadalajara (MÉXICO)
caviguz@gmail.com

Resumen
El presente artículo analiza la política exterior y la diplomacia de Estados Unidos hacia Cuba desde 1990 hasta el segundo mandato del presidente Barack Obama.
            Escudriñamos en los procesos mediante los cuales el prolongado antagonismo que duró más de medio siglo, ha sido replanteado por los gobiernos de ambos países en la búsqueda de llevar a cabo un acercamiento importante para normalizar las relaciones. Surge así la hipótesis que sugiere que el nuevo orden mundial estimuló dicho cambio bilateral, principalmente el poderío económico y la expansión de China en la región.
            Por su parte el bloque de países sudamericanos, centroamericanos y caribeños, en el contexto del conjunto de naciones que se reconocen como ALBA, y lo que pudiera venir por este acontecimiento en términos de integración en la política continental, constituye otro foco de atención en el cual centramos algunas reflexiones que pudieran ser útiles para hacer un esbozo sobre la nueva integración geopolítica en el continente. De igual forma hablamos sobre los posibles escenarios en el futuro inmediato para los cerca de doce millones de cubanos que viven en la isla. Se Toman en cuenta para ello algunos aspectos considerados relevantes para el sistema político enraizado en la cultura de la sociedad y en el control irrestricto que mantienen sobre ésta las autoridades cubanas. Observamos a su vez la inminencia de cambios, principalmente en la diversificación de la economía con inversiones externas que pudieran venir de la mano del desarrollo tecnológico y las comunicaciones. Esta transformación impactará en lo que atañe a las libertades y derechos políticos de los ciudadanos.

Palabras clave: Cuba, Estados Unidos, Relaciones Diplomáticas, Globalización, ALBA, Integración, Latinoamérica, Fidel Castro, Barack Obama, Discursos, Imaginarios, Cambio.

Abstract
With this article we propose to start a more extensive work that addresses the perspective theoretical analytical, the status of relations between the United States and Cuba during the present century.
            We ask and try to answer why the long antagonism that is held by more than half a century between States and Cuba, has been restated by the Governments of both countries in seeking to carry out a foreign policy that finally got an approach important to normalise relations. Analyze the hypothesis that suggests that the new world order spurred the change, mainly the economic power and China's expansion in the region.
            For its part the bloc of South American countries, Central American and Caribbean, in the context of the integration that forms the League of Nations that define themselves as ALBA, and which might arise by this event in terms of integration in the continental policy, it is another focus of attention in which we focus some thoughts which could be used to understand the geopolitical moment that we are going through. In the same way we make an outline on the possible scenarios in the near future for about twelve millions of Cubans living on the island. Take in has for this some aspects considered relevant for the system political incorporated by the society and the authorities of Cuba. We note at the same time the imminence of a change deep, mainly in the underpinnings of the economy, as well as in development, mostly technological, as regards freedoms and political rights of citizens.

Keywords: Cuba, United States, Diplomatic Relations, Globalization, Integration, Latinoamerica, ALBA, Fidel Castro, Barack Obama, Speeches, Imaginary, Change

 

La historiografía del Siglo XXI tiene como una más de sus tareas pendientes aproximarse con otra clase de miradas y fórmulas metodológicas al conflicto entre estas dos naciones del continente americano; sopesar los daños colaterales junto con el fantasma de la conflagración internacional al inicio de los años sesenta. Conviene a los estudiantes especializados rever lo que se produjo en la región a partir del enfrentamiento estadounidense al eje de la ex Unión Soviética-Cuba, y que se mantuvo como la Guerra Fría.
            Es necesario, asimismo, tomar en cuenta que ni el tiempo transcurrido y las diferentes circunstancias, han borrado de la memoria, sobre todo en los cubanos que lo vivieron, el intento de invasión por parte de disidentes radicados en EU, apoyados por la CIA y los sucesivos gobiernos estadounidenses, (Playa Girón, 16 de abril de 1961) además de múltiples actos terroristas que pretendieron desestabilizar el gobierno del comandante Fidel Castro, siendo el más trágico de todos ellos el derribo del vuelo 455 de Cubana de Aviación, (ocurrido el 6 de octubre de 1976) donde fallecieron sus 73 pasajeros y tripulantes e incluso, se llevaron a cabo otros planes e intentos de asesinato al líder cubano, como el que dirigió el disidente Luis Posada Carriles, junto con otros individuos que fueron arrestados y enfrentados a la justicia, aunque se les absolvió de los cargos unos años después.
            El periodo anticlimático al parecer quedó superado o al menos “congelado”, al cabo de un poco más de medio siglo, por medio de un proceso que retomó las motivaciones de quienes durante años estuvieron a favor del restablecimiento de las relaciones y en el cual intervino el Papa Francisco I. Los encuentros en Canadá, país que sirvió de sede para las reuniones, en principio fueron solamente diplomáticos, aunque en pocos meses dieron el lugar a otra clase de acuerdos, tan fue así que el turismo acotó los “lazos amistosos” con el envío de vuelos comerciales y cruceros hacia Cuba. “De inmediato permitiré los viajes familiares y las remesas irrestrictas a la isla”, prometió Barack Obama en la gira de campaña (Bardach, 2012: 389).

La política exterior y la diplomacia de EU desde 1990 hasta el segundo mandato del presidente Obama
La continuación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, tiene varias lecturas según nos vayamos formando una idea de los cambios en los mapas políticos de América Latina, al igual que el surgimiento de algunas potencias económicas en el mundo durante los años recientes. Los gobiernos de estas dos naciones pactaron este año de 2016 acuerdos de colaboración en temas como la agricultura y las comunicaciones, además de hacer referencias a los derechos humanos; previsiblemente en este aspecto el representante de la Casa Blanca fue más enfático (Martí Noticias, 2016). Asimismo, el asunto de los reencuentros entre familiares separados por el distanciamiento que se ha prolongado por décadas, motivó expectativas de optimismo para los cubanos residentes en ambos países. Reunir familias es una prioridad en esta nueva agenda, en tanto que la visita de un presidente estadounidense a la isla, por primera ocasión desde la ruptura que ocurrió hace más de medio siglo, indudablemente ha sido uno de los acontecimientos políticos más significativos de los últimos años. Barack Obama se ha convertido en un presidente para la historia, en tanto que los hermanos Castro obtienen ventajas que pueden ser la “tabla de salvación”, para equilibrar la economía, extremadamente débil, que sufre el país caribeño.
            El tema financiero en lo que se refiere al envío de remesas, es un factor clave para la viabilidad de Cuba. De acuerdo con el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2015, realizado por la CEPAL (2015), la entrada de remesas cubanas para ese año se calculó en alrededor de mil ochocientos millones de dólares, aunque el Departamento de Estado de EU estima que el envío anual de remesas oscila entre los mil cuatrocientos y dos mil millones de dólares. Esta cifra pudiera duplicarse debido a la flexibilización de las normas, que es precisamente hacia donde apuntan los nuevos acuerdos. Según datos de Western Union, el 62% de los hogares cubanos recibe dinero del exterior por medio de sus oficinas en la isla (Martí Noticias, 10 de julio de 2015).
            De inicio, esta manera de llevar a cabo un acercamiento estratégico con el Estado cubano, incluido el ánimo del pueblo isleño al que quiso ganarse el propio mandatario Barak Obama, presentándose a través de la televisión local, nos ofrece un panorama innovador. De esta incursión que quizá fuera tan inesperada hace pocos años, habrá consecuencias para otras naciones del continente. El presidente de Estados Unidos en una carta sobre seguridad nacional publicada en 2010, mostró lo que sería la política exterior de su país en los años venideros:

“Una y otra vez en la historia de nuestra nación, los estadounidenses se han puesto de pie para enfrentar, y dar forma, a los momentos de transición. Este debe ser uno de esos momentos. Vivimos en un momento de cambios radicales. El éxito de las naciones libres, los mercados abiertos y el progreso social de las recientes décadas ha acelerado la globalización en una escala sin precedentes. Esto ha abierto las puertas de la oportunidad en todo el mundo, ha ampliado la democracia a cientos de millones de personas y ha hecho posible la paz entre las principales potencias. Sin embargo, la globalización también ha intensificado los peligros que enfrontamos, desde el terrorismo internacional y la propagación de tecnologías mortíferas, a los desórdenes económicos y el cambio climático.” (Obama, 2010).

La situación mundial actual de alguna forma ha impulsado esta nueva relación bilateral, debido a los cambios en la correlación de fuerzas que se viven a nivel global. Desde la década de los años ochenta han tenido lugar grandes transformaciones en el mundo, al multiplicarse el número y la importancia de las trasnacionales, junto con la liberación de los flujos de capital. Vivimos la época en la que el ámbito de los negocios se transformó en un mercado mundial que integró algunas economías regionales, por lo que surgieron nuevos polos económicos, como la India, Brasil o China.
            Con el auge de los avances tecnológicos que multiplicaron las redes de comunicación se redujeron los costos operativos. “La noción de globalización se ha impuesto ante todo en los trabajos de gestión de empresas transnacionales, cada vez más proclives a organizar su producción, sus inversiones y su mercado con la vista puesta en el mercado mundial.” (De Senarclens, 2004: 7).
            Constatamos que, en América Latina surge un pragmatismo político financiero de nueva generación que soslaya convenientemente las diferencias ideológicas que alimentaron los conflictos del pasado. “Dentro de este contexto, Estados Unidos, como uno de los principales promotores y beneficiarios de dichos cambios, también ha debido efectuar acomodos en la formulación e interpretación de su política exterior y esos arreglos han buscado reflejar no sólo el fin de la guerra fría, sino también el paso de una civilización a otra.” (Gómez, 2001: 177).
            La vehemente pretensión de acaparar las mayores cuotas del mercado, junto con el control de las zonas estratégicas como son las rutas o los sitios de embarque, ha estimulado dinámicas que rebasan ya al tradicional Estado social y con ello suelen doblegar los esfuerzos de políticos que son clave para defender derechos ciudadanos, o aquellos otros que emprenden intelectuales u otras organizaciones civiles en sus respectivos países. La región tiende a ser gobernada totalmente por los intereses de Estados Unidos y sus alianzas y con ello hacen necesario el refuerzo de la seguridad en la zona. De cualquier forma, es de esperarse que haya conflictos internacionales de gran envergadura en el corto plazo, tomando en cuenta el acoso del terrorismo internacional que ha modificado sus estrategias de ataque, lo cual necesariamente tiene que ser previsto en todo sentido, tal como lo mencionó el presidente Obama.
            Con la mirada dirigida al sur, más allá de anticipar el final de una época de poder personificado en la familia Castro, tanto en el ex presidente Fidel Castro, como en su hermano y sucesor en la presidencia Raúl, la aplicación a fondo de la política del representante de la Casa Blanca, en cuanto al acercamiento estadounidense-cubano, puede ser una apuesta obligada por nuevos equilibrios en los que se balancean las naciones asiáticas que, con China a la cabeza, llenaron con mercancías de toda índole los comercios latinoamericanos, además de la participación que tiene el enorme país en actividades extractivas de materias primas. Prácticamente todo el consumo actual desde México hasta la Tierra del Fuego, tiene que ver con este nuevo imperio económico de China o algún otro país asiático.
            Visiblemente la lógica bajo la cual se mantuvo a Cuba en aislamiento, al tiempo en que las autoridades de la isla por igual persistieron en prolongar una importante distancia del resto de naciones, máxime si han sido aliadas de lo que para la dirigencia cubana representa el “Imperio Norteamericano”, no encaja más con la nueva realidad política del hemisferio: Estados Unidos quedó desfasado, perdiendo una oportunidad valiosa que otros países aprovechan y esto incomoda a las agrupaciones que reúnen a gente de negocios y ciertos políticos. La Unión Europea anunció en 2008 el retiro de las sanciones contra Cuba, que se habían aplicado desde 2003, cuando fueron encerrados setenta y cinco disidentes y periodistas independientes. De esta forma se dieron pasos importantes hacia la apertura.

“En marzo de 2008, cien miembros de la Cámara de Representantes y veinticuatro senadores escribieron a la Secretaria de Estado Condoleezza Rice para expresar su consternación y temor de que Estados Unidos se hubiese colocado tan fuera de juego que estuviera por volverse irrelevante: ‘Nuestra política nos deja sin influencia en este momento crítico, y esto no sirve a los intereses nacionales estadounidenses ni a la mayoría de los cubanos. Después de cincuenta años, es hora de que pensemos y actuemos de manera nueva.’” (Bardach, 2012: 127).

El sometimiento que intentó concretar por medio del bloqueo Estados Unidos, se avizora en cambio como una relación más rentable en términos eminentemente económicos para las partes involucradas. Se abren espacios en varios niveles lo cual augura movimientos en el resto de América Latina. Estados Unidos se mantiene como el líder mundial de la economía en tanto que Cuba, país con mucho menos recursos humanos y naturales, se perfila como un buen socio del gigante de América del Norte. A pocos kilómetros de distancia uno y otro, pueden obtener ventajas que sobrepasen los resabios históricos que los mantuvieron enfrentados durante más de medio siglo. “Veamos hacia adelante”, repitió Obama durante su visita. Esa insistencia en mirar de otro modo y de alguna forma dejar atrás la hostilidad hacia el país más extenso del Caribe, no tiene otro propósito sino enmendar el erróneo pleito de más de medio siglo, del cual Estados Unidos ha quedado a un lado y con las manos vacías. Las compañías petroleras, las empresas agrícolas y la Cámara de Comercio de Estados Unidos, intensificaron sus gestiones con el presidente y el Congreso a fin de que pudieran acercarse a la oportunidad que significa para ellos Cuba. “Insistirán en el hecho de que la isla esmeralda, a tan sólo noventa millas al sur de Key West, Florida, hoy es productora de petróleo y energía. Citarán estudios que concluyen que el levantamiento del embargo generará ganancias anuales entre cinco mil y trece mil millones de dólares para Estados Unidos.” (Bardach, 2012: 425).
            ¿Qué se puede esperar en los contenidos que alimentan el discurso de Cuba ante los integrantes de la ALBA, con el cambio bilateral en sus relaciones con Washington? A continuación, presentamos algunas ideas que consideramos necesario tomar en cuenta sobre el inminente cambio de relaciones multilaterales del gobierno cubano con otros gobiernos latinoamericanos. Tratamos de ubicar varios enfoques de lo que suponemos será en un futuro próximo el lugar de la nación antillana respecto a las demás naciones integradoras de la ALBA. Nos preguntamos cuál será la nueva gramática en los discursos de América Latina, al inaugurarse esta época de interacción diplomática, comercial, intelectual, científica, etcétera, entre EU y Cuba.
            La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, o Tratado de Comercio de los Pueblos, se fundó el 14 de diciembre de 2004 por iniciativa del entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez y del ex mandatario de Cuba, Fidel Castro (ALBA, 2010). El acuerdo buscó en principio ser una alternativa geopolítica y geoeconómica ante lo que se propusieron los tratados económicos ALCA y los TLC, que impulsó Estados Unidos al comenzar el presente siglo.
            ALBA continúa después de casi dos décadas como una plataforma contestataria ante el dominio económico y político de Estados Unidos en la región. El Estado cubano ha sido una pieza angular en la conformación de este bloque de naciones que puso en práctica un esquema de colaboración regional, que va de lo económico político a lo educativo científico. En el 2006 fue suscrito dicho acuerdo con el ingreso de Bolivia, asimismo se cambió la palabra “Alternativa” por “Alianza”, agregándose el acrónimo TCP, que lo identifica como un tratado regional o de los pueblos, en contraste con la hegemonía estadounidense que representan los TLC. En 2007 ingresó Nicaragua, Honduras se unió al grupo en 2008, en tanto que Ecuador ingresó en 2009, junto con Antigua y Bermuda, además de San Vicente y Las Granadinas. Haití fue incluido como invitado especial ese mismo año e igualmente ingresaron como observadores, Argentina, Paraguay, Uruguay, Surinam, Granada y San Kitts Nevis. A nivel extra continental participan como observadores, Siria, Irán, Rusia, India, Malasia y Vietnam.  En el 2010, después de padecer una crisis que acabó con el gobierno de Zelaya, que duró del 27 de enero de 2006 al 28 de junio de 2009, se desincorporó Honduras.
            Haití y Surinam recibieron el estatus de invitados permanentes en 2012, y posteriormente, en 2013, ingresó Santa Lucía. Actualmente los países que integran el ALBA son Antigua y Bermuda, Bolivia, Cuba, Ecuador, Haití, Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas, Santa Lucía y Venezuela (Hernández & Chaudaray: 2015).
            La pujanza de la integración encendió las alertas de la economía estadounidense, además de que Rusia y principalmente China, participan con más intercambios y operaciones financieras en la región.
            Puede entenderse entonces que el capitalismo occidental forzó también a las autoridades de Cuba a considerar la visita del presidente Barack Obama, como una carta que le permite al gobierno mantener el control sobre la población, ya bastante crispada por la situación crítica que atraviesa sobre todo por el agudo desabasto de productos para consumo, además de la falta de dinero para adquirirlos, entre otros problemas que impactan de manera seria en el ánimo cubano.
            Esta encrucijada puede anticipar los planes de dominio y control que tiene Estados Unidos al sur de sus fronteras. Como respuesta Cuba mantendrá su línea revolucionaria y de solidaridad con los países dispuestos a continuar sus intercambios con la isla caribeña. La transición del socialismo al socialismo de mercado redunda en mantener cierto margen de acción que permite poco a poco romper el bloqueo. Comprendemos así que, sobre esta base de apoyo e intercambio regional y con algunos países del resto del mundo, podrá mantenerse por tiempo indefinido el sistema y sus discursos. El socialismo cubano, pese a las dinámicas del cambio global, es de largo aliento.
            Todo lo que ha sucedido bajo el manto de la “enemistad” entre Estados Unidos y Cuba, y que llegó a su clímax con la “crisis de los misiles”, en 1962, ha tenido consecuencias políticas para ambas naciones. Desde el bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos llevó a cabo contra el gobierno del presidente Fidel Castro y que se ha mantenido con el mandato del actual presidente Raúl Castro, hasta los mutuos señalamientos que de manera constante se hacen los gobernantes.
            Por su parte los radicalismos activos de los cubano-estadounidenses constituyen asignaturas que se tienen pendientes, al igual que el futuro de Guantánamo, lugar asociado al encono que se han tenido los dos países.
Recordemos que la mayoría de quienes abandonaron la isla por todos los medios posibles, en años posteriores al triunfo de la Revolución que llevó a Castro al poder en 1959, se fueron a Estados Unidos. La península de la Florida y principalmente la ciudad de Miami, constituyen los centros poblacionales con mayor presencia de personas que son descendientes de cubanos y la mayoría no ha dejado de tener contacto con sus familias que viven en Cuba.

“Los sociólogos hablan de tres olas de inmigración cubana a Estados Unidos: la primera fue de aquellos que nunca apoyaron la Revolución cubana; un segundo grupo que sí la apoyó pero que se desencantó de Castro; y el último, que quería mejores trabajos y oportunidades, no distinto de los refugiados económicos. La primera ola de exiliados cubanos, que llegó poco después de que Castro tomó el poder, estaba formada, en general, por individuos acaudalados, mejor educados, de piel blanca y anticastristas virulentos.” (Bardach, 2012: 127).

Las relaciones se mantuvieron áridas y distantes todo el tiempo, llegando a tensionarse con diversos acontecimientos como el del publicitado caso de Elián, el niño que fue rescatado unos pocos días después de perder a su madre en altamar. El conflicto entre los parientes en Miami y su padre en Cuba, generó tal expectación que algunos medios le llamaron “la guerra de Elián”. “El 6 de diciembre de 2007, Fidel Castro pidió a su asistente que hiciera una llamada al hogar de Elián González, ‘el niño milagroso’ a quien habían hallado flotando en una cámara de llanta a las afueras de Fort Lauderdale en 1999. El rescate del niño se convirtió en una causa célebre entre las guerras entre Miami y La Habana.” (Bardach, 2012: 120). Al final de este pleito legal, como se dio a conocer públicamente a través de los medios informativos, la Suprema Corte de Estados Unidos determinó que el niño fuera devuelto a Cuba para reunirse con su padre y familiares.
            Otro momento de tensión se originó cuando fueron detenidos y procesados cinco cubanos jóvenes, acusados de espionaje y otros delitos graves en contra del gobierno de Estados Unidos. Lo aparatoso del asunto motivó marchas, protestas, y movilizaciones de todo tipo, inclusive fuera de Cuba. Hubo expresiones de apoyo y solidaridad por parte de personajes destacados y organizaciones, hasta que después de varios años que estuvieron en prisión fueron liberados, uno de ellos en 2011, y los cuatro restantes en el 2014 (Para mayor información sobre este proceso se puede consultar la página Comité Estatal para la liberación de los cinco presos cubanos en EEUU, disponible en http://www.libertadparaloscinco.org.es/).
            Si miramos con base en los acontecimientos recientes, la ruptura total entre los dos países nunca existió como tal. Siempre ha habido interacciones debido a la proximidad geográfica y los lazos históricos que alientan intercambios y una constante migración de cubanos que, no exenta de intentos desafiantes, ha buscado el territorio estadounidense. Por su parte las misiones diplomáticas de Cuba han asistido de forma ordinaria a las asambleas de la ONU, además de haber existido siempre intentos de sociedades civiles o religiosas por extender lazos hacia la isla.

“Los varones de menos de cuarenta años constituyen la mayoría de quienes han huido de Cuba, y éstos incluyen a cien mil cubanos que salieron de la isla rumbo a Estados Unidos entre 2005 y 2011. (Los cálculos sobre aquellos que han muerto al intentar cruzar entre 1959 y mediados de los noventa van de los dieciséis mil a los setenta y siete mil.) Las fatalidades aún ocurren, pero los números se han reducido en la última década, pues las operaciones de contrabando humano se han vuelto más sofisticadas y emplean botes más rápidos y mejor construidos.” (Bardach, 2012: 337).

Durante el gobierno de Jimmy Carter se llevaron a cabo acuerdos para abrir oficinas de intereses en ambos países, dichas representaciones oficiales operaron desde 1977 bajo el amparo de Suiza hasta que se abrieron las embajadas en Washington y la Habana, en julio de 2015 (Ramírez, 2014).
            De igual forma el alejamiento político sirvió por más de medio siglo como sustancia para el discurso antinorteamericano, por parte del mandatario que más tiempo llegó a gobernar en toda la historia reciente. Las ideas aglutinantes del nacionalismo cubano han estado siempre atravesadas, aunque parece ser que ya no por mucho tiempo, por este imaginario que ubica en una gran desventaja a la población, de acuerdo a los cánones y las modas del consumo mundial, principalmente el de las naciones desarrolladas. De acuerdo con este prisma, todo lo que va mal, principalmente aquello que escasea en cuanto a productos, sobre todo electrónicos, que todo el mundo posee en cantidad excepto los cubanos, se debe al extenuante bloqueo que inhibe el intercambio comercial de Cuba con el mundo. Sin embargo, esta ha sido una inagotable fuente de inspiración para el talento y la creatividad cubana por conseguir dichos bienes y al mismo tiempo la permanencia como país soberano en la civilización contemporánea. La idea de lucha contra la adversidad se convirtió en una forma de ADN social, por lo que no dejan de asombrar a las comunidades científicas y desde luego a la gente común, los constantes descubrimientos y adelantos en el campo del conocimiento científico, sobre todo en las áreas médico-biológicas, que se realizan en forma frecuente en los laboratorios y hospitales caribeños.
            Es importante mencionar que la dirigencia y el pueblo han desarrollado formas de adaptación como para responder en ocasiones de forma admirable a la adversidad. Los alcances educativos, aún con su enorme desgaste, son superiores con mucho a otras naciones, incluso desarrolladas. La firmeza organizativa cubana no tan sólo abarcó a este rubro de la enseñanza en todos los niveles, sino que impulsó un desarrollo científico y tecnológico de primer orden, que destaca en los parámetros internacionales. Este importante capital social es sin duda atractivo para Obama y aquellos quienes estén de acuerdo con su política exterior hacia Cuba.
            De igual forma es necesario responder más interrogantes que surgen a partir del acercamiento bilateral, lo mismo que comentar sobre aquello que puede ser prioridad geoestratégica para la gran potencia de América. En ese orden de ideas el territorio cubano ofrece posibilidades sumamente atractivas, para construir infraestructura de todo tipo que sirva como apoyo logístico en materia mercantil y militar, principalmente. Por su parte quienes vislumbran las oportunidades de negocios, ejercen una importante presión para conseguir y acondicionar espacios de operación favorecidos por la ubicación idónea que tiene Cuba para el comercio internacional y la industria turística. Consciente de todo ello, el gobierno cubano decidió esperar el momento idóneo que les permitiera óptimas condiciones; es decir, una presidencia en Estados Unidos con la que hubiese un mejor entendimiento.

“En verdad, la transición para después de Fidel se ha desarrollado tan impecable que Cuba anunció a principios de 2008 que no le interesaba la diplomacia con Estados Unidos hasta que George W. Bush estuviera bien metido en su rancho de Crawford, Texas. Jorge Bolaños Suárez, el jefe recién nombrado de la Sección de Intereses Cubanos en Washington, dijo a la Prensa Asociada que Cuba había puesto en espera a Estados Unidos hasta enero de 2009. ‘No me preocupa lo que diga el actual Departamento de Estado, pues esperamos lo que el siguiente tenga que decir sobre Cuba’. “La verdad del asunto -dice Kirby Jones, presidente de la Asociación para el Comercio Estados Unidos Cuba- es que Cuba no necesita a Estados Unidos. Tan sólo ha seguido adelante y hecho negocios con el resto del mundo.’” (Bardach, 2012: 128).

En otro imaginario, la sociedad cubana recibiría los beneficios de la afluencia de capitales que darían vida a múltiples formas de actividades empresariales, con un promisorio futuro de acuerdo a estas expectativas que se forjan en las puertas del continente hacia el Atlántico. La gente pudiera entonces tener acceso a Internet dentro de poco tiempo y con ello Cuba estará en la misma sintonía del mundo. Al menos estos son los deseos que manifestó el presidente Obama en su reciente visita, entre otras afirmaciones que revelaron el vivo interés de su gobierno por estos cambios en las relaciones bilaterales.

¿Anuncia todo ello el final de los gobiernos con perfiles progresistas en América Latina?
Lo que plantea esta manera un tanto soft,de transportar una relación hostil hacia una posición fructífera en términos de colaborar de manera conjunta; es decir, el trasfondo “amigable” con el que los dos países transitan hacia un nuevo contexto geopolítico, sin duda genera suspicacias entre los aliados tradicionales del gobierno socialista cubano, sobre todo entre los llamados “duros” de la clase política y ministerial. Por su parte la opinión pública igualmente permanece dividida al interior y al exterior de la isla, en tanto que en Estados Unidos las cosas se han tomado con indiferencia o cierto escepticismo, lo cual, indudablemente, tiene algo que ver con el proceso electoral que incluye el relevo presidencial y sobre todo el gran show mediático surgido a partir de que el candidato Donald Trump asumió una postura que ha trascendido en la opinión pública mundial, principalmente a través de las redes sociales. Se volvió un trend topic de primera categoría, un foco de atención que genera descargas virales cada vez que pronuncia o escenifica una nueva ocurrencia.
            ¿Cómo responderán en sus discursos los presidentes de Ecuador, Bolivia o Venezuela, junto con el resto de mandatarios de naciones pertenecientes a la ALBA? Es de esperarse que haya comentarios de algunos críticos que señalen inconsistencias en la política cubana respecto de sus líneas revolucionarias que mantienen, pese a todo, un sistema socialista. Lo más sensato que se puede pensar es que las autoridades de cada nación mostrarán una respetuosa reserva, porque reconocen que los cambios en Cuba son obligados, tanto por factores internos como externos; se ha cumplido un ciclo, una etapa y es necesario iniciar a construir otra más.
            Indudablemente el neoliberalismo liderado e impuesto por Estados Unidos, constituye un freno a las aspiraciones de las grandes masas empobrecidas, además de condenar al medio ambiente. Esto lo podemos constatar con indicadores que dan cuenta de los niveles de desigualdad e injusticia social, así como la violencia, que son la constante en la mayoría de las sociedades contemporáneas que practican este esquema económico que muchos llaman “dictadura del mercado”, cuya aspiración máxima es fortalecer el libre comercio y proteger contra todo, incluso contra el bien común, a los grandes capitales y las industrias.
            La realidad nos demuestra que la convivencia en las sociedades donde se fortaleció esta forma de libre mercado ha empeorado en las últimas décadas. “La distribución del ingreso no se ha mejorado: de 12 países estudiados por la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) en los años noventa, la distribución urbana del ingreso sólo mejoró en 4, en 1 se mantuvo y en 7 sufrió un deterioro.” (Rojas, 2001). Latinoamérica es mundialmente la región con mayor concentración de la riqueza en pocas manos, manteniendo esta tendencia al día de hoy, en tanto que el número de pobres continúa en ascenso.
            Las políticas neoliberales han hecho pensar en la forma cómo la sociedad puede enfrentar las inseguridades creadas por el mercado, al evidenciarse el descenso en la calidad de vida que padecen millones en Latinoamérica. La pobreza extrema es el mayor reto que se tiene por ahora en la región.

“Y, sin embargo, esas concepciones neoliberales gozan de un crédito cada vez mayor. Están apoyadas por fundaciones privadas, por centros de investigación académica, por innumerables grupos de presión con la mira puesta en los centros neurálgicos del poder político. Tienen una influencia cada vez mayor en el Congreso norteamericano y en los círculos dirigentes europeos, y tratan de quebrar las estructuras burocráticas inherentes al Estado social, de dominar los intereses corporativistas y sindicales que obstaculizan la libertad de iniciativa y de dar más flexibilidad al mercado del trabajo. Su influencia en las opiniones occidentales se ve favorecida por el fracaso del modelo comunista y de los gobiernos autoritarios del “tercer mundo”. En fin, son reflejo de cambios socioculturales importantes.” (De Senarclens, 2004).

Un sector de los habitantes adultos en Cuba tal vez experimenta desasosiego, le surgen dudas porque su vida familiar y la que han tenido en lo social transcurrió con la incorporación oficial de imaginarios que representan a los países capitalistas como demarcaciones incapaces de ofrecer las oportunidades que sirven a toda persona para su desarrollo individual, en tanto que el sistema que nació de la Revolución que triunfó en 1959, si pudo hasta ahora lograr la garantía de acceso para los bienes básicos de subsistencia a la totalidad de la población, lo cual no sucede en ningún país latinoamericano. Lo mismo puede ser dicho sobre ese tan reconocido modelo de enseñanza, que se iguala con otros modelos educativos que practican países altamente desarrollados. Sucede igual con el privilegiado posicionamiento que conserva el Estado cubano, respecto a la atención médica que se ofrece a la población en general.
            Los rasgos nacionalistas de la identidad de muchos cubanos tiene fundamento en estos beneficios masivos que han alcanzado para millones de ciudadanos por varias generaciones, aún con enormes limitaciones y carencias. Piensan igualmente estas mayorías que la vida en la isla se mantiene de alguna forma ajena a los enormes trastornos que afectan a la humanidad, como son las muchedumbres de jóvenes extraviados en los abismos del consumo de sustancias que les destruyen el potencial con el que pudieran vivir a plenitud una vida productiva y feliz. Aunado a ello se teme el caos de violencia e inseguridad, que genera el tenebroso mundo del narcotráfico y que afecta a tantos países.
            Hoy sin duda es igualmente muy preocupante el terrorismo alimentado por las transacciones financieras que realizan los vendedores de armamento, con líderes de gobiernos facciosos. Asimismo, son peligrosas para cualquier economía las redes que construyen paraísos fiscales con filiales invisibles que se distribuyen por todo el mundo. Mafias financieras y cárteles de narcotraficantes, se disputan espacios en los que producen y trasiegan dinero, drogas u otras mercancías; incluso secuestran gente, para cometer delitos o sustraen jóvenes menores de edad, que prostituyen en lugares lejanos a los países de donde son extraídos. La lista de calamidades es enorme y aterradora, por lo que es de suponer que la gente en Cuba valora la importancia de estar libre de estos inconvenientes que anidan en las sociedades capitalistas, desde luego con la connivencia de los respectivos gobiernos que forman parte de los problemas.
            Es importante toda prevención contra tales amenazas, por lo que abrir la puerta sin mantener el cuidado necesario, pudiera dar lugar que se cuelen al interior las enfermedades sociales que son como un distintivo de la época.

Por diversas razones la visita de un presidente de Estados Unidos a Cuba puede ser vista con reservas.
Washigton apuesta a que todo sea exitoso en esta nueva etapa que viven ambos países, lo mismo ha de opinar el Papa Francisco puesto que: “Hoy, la Iglesia es la mayor organización no gubernamental en Cuba. Su organización adjunta, Caritas, cuenta con doce mil voluntarios quienes fungen como uno de los grupos humanitarios más confiables del país.” (Bardach, 2012: 157). De ser así, se tendría el efecto de una caja de resonancia que sirviera para repercutir el triunfo del modelo neoliberal capitalista en el continente y tal vez se debilitarán en automático los gobiernos de izquierda. Este es, de acuerdo con algunos observadores, el propósito intrínseco del acercamiento estadounidense; abrir los candados para imponer nuevamente su hegemonía por medio del dinero, sólo que ahora con una nueva estrategia no bélica, pero en cambio sumamente agresiva en términos de respuesta al nuevo orden mundial, por ambas partes.

“En síntesis, lo que parece estar ocurriendo es que la política exterior estadounidense sigue una estrategia realista, ya que en su diseño parte de una visión global del mundo y de las relaciones de poder entre sus componentes, pero las tácticas para alcanzar sus fines son neoliberales, pues en la última década, principalmente, ha puesto énfasis en el institucionalismo y la colaboración con otros países para enfrentar los problemas internacionales. Esto, sin embargo, no significa que haya renunciado al uso de la fuerza y al unilateralismo, cuando en función de sus intereses lo ha considerado necesario.” (Gómez, 2001: 185).

En cuanto a los gobiernos progresistas o de izquierda en América Latina, si bien lograron avances significativos, sobre todo en política social, lo cual no se había logrado en la región en toda su historia contemporánea, han demostrado éstos que no logran vencer al conservadurismo clasista y excluyente que ha sido aliado del capitalismo neoliberal, que a su vez respaldan los corporativos mediáticos globales y la Casa Blanca. Recientemente los gobiernos progresistas han sufrido reveses electorales que abrieron paso a las corrientes de la derecha. En Argentina a finalizar 2014, se alzó con el triunfo el conservador Mauricio Macri, en tanto que, en Venezuela, el presidente Maduro perdió la mayoría del Congreso en las intermedias de 2015. En Brasil no se había vivido una crisis política tan grave desde antes de que gobernara Ignacio Lula. La deposición del cargo a la presidenta Dilma Rouself, por medio de una maniobra del Senado, tiene a la nación sudamericana envuelta en una grave crisis. Por su parte en México hasta el día de hoy no han logrado ganar votaciones las opciones de izquierda ni tampoco las progresistas, para la presidencia de la República. Los sucesivos gobiernos de los últimos sexenios en este país, han sido sumisos a los grandes organismos financieros y los intereses de Washington.
            Este descontento o desencanto que manifiesta el electorado latinoamericano, en realidad reprueba la erosión que el mismísimo modelo neoliberal ha ocasionado en su calidad de vida, sin embargo, el poder que controla la propaganda mediática evita que se reconozca esta evidencia como tal, logrando posicionar en los electores la idea de que los fracasos que impactan en la economía son consecuencia de las políticas con trasfondo social, a las que se les etiqueta como mermas presupuestarias, “medidas populistas”.
            La gente vota a favor de partidos que enarbolan políticas neoliberales, inconforme y a la vez renuente a reconocer que padece por todo lo que el neoliberalismo le ha socavado en bienestar. Estos ciudadanos incorporan la idea de que no está en la cultura del capitalismo, con sus dinámicas, sus símbolos, rituales o representaciones, el origen de su inconformidad, dado que este es el sistema que ofrece un camino más transitable para la vida actual, según la experiencia de la historia que más o menos se interpreta de esta forma, sino el “reparto” que hacen los gobiernos progresistas o de izquierda, por medio de programas de índole popular o asistencial. Piensan que ese dinero “que se desperdicia en dádivas que alientan la inactividad parasitaria”, es el que hace falta para mejorar la economía de sus familias. Esta es la victoria suprema de los medios de comunicación que constituyen el centro neurálgico del poder hegemónico de las élites: controlar el imaginario social para que se vote a favor de sus candidatos. En el imaginario tienen muy bajas calificaciones las opciones de izquierda e incluso las moderadas de centro, y en esto tienen que ver los medios de comunicación, junto con su personal propagandístico. Esta misma presión por medio de imaginarios, ahora globalizados, pesa en Cuba, sobre todo ahora que la población se comunica más, por lo que lo externo ha permeado y germinado en la isla.

¿Por qué ha actuado de esta forma la parte cubana?
La situación en la isla, de acuerdo con varios analistas es sumamente difícil, tanto para la población como para las autoridades que tienen cada día más problemas para evitar que se pierda el orden. El descontento de la ciudadanía, inflamado por las esperanzas fallidas durante décadas, al igual que el agotamiento biológico de la clase gobernante, son factores que señalan hacia una crisis. La corrupción se expande, lo cual refuerza una economía subterránea con la venta de toda clase de artículos o servicios, que se sustraen al Estado de forma ilícita o se intensifica ésta por medio del contrabando.
            Algo que molesta en forma constante a la población es que persisten enormes trabas y dificultades burocráticas para viajar al exterior, más allá de lo altamente costoso que resulta hacerlo, aunado todo ello a una serie de inconvenientes que van desde el desabasto de productos hasta la imposibilidad de vender o heredar propiedades que solamente el Estado puede de alguna forma “administrar”. El régimen languidece por lo que aumenta la inconformidad popular que, sin llegar a manifestarse abiertamente, es evidente que ésta se aloja en el imaginario de un número importante de ciudadanos. La subdirectora de ‘Granma’ alertó recientemente de que en Cuba están de alguna forma a la vista las condiciones para que surja un nuevo estallido social en las calles y expresa su preocupación de que alcance proporciones serias dado que no se cuenta con la figura del comandante Fidel Castro para desactivar el clamor popular que pudiera sobrevenir. “Señores, este país no aguanta otro 93, otro 94, si no queremos ver protestas en la calle y no hay un Fidel para salir al Malecón –o por lo menos hasta ahora no ha habido una figura en este país que le dé la cara a este pueblo para explicarle las cosas como están sucediendo-, hoy con esta situación nos vamos a quedar dados.” (Diario de Cuba, 2016)
            Próximamente habrá elecciones en ambos países, este año serán en Estados Unidos, el presidente Barak Obama se irá y en 2018 corresponde al presidente Raúl Castro ser relevado en el poder. Incluso el gobierno de la isla ha anunciado un cambio en la Ley Electoral al finalizar este ciclo (Somoza, 2015). Las nuevas generaciones cubanas no conocen las razones por las cuales se formó ese tipo de sociedad que sienten que les asfixia. Es el caso del impedimento que se tiene para participar en las redes sociales en forma abierta a toda la población. Ello ha generado una sensación de insatisfacción colectiva, porque se conocen las ventajas comunicacionales de la red de Internet y por razones que no son suficientemente claras no es posible el acceso. Sin embargo, llama la atención el hecho de que la clase media emergente en Cuba acelera sus procesos empresariales lo que por sí mismo constituye una forma de poder ciudadano que, previsiblemente, pondrá todo su esfuerzo por el cambio del sistema actual por uno de corte capitalista, basado en el mercado libre, aunque los envejecidos líderes insistan a nivel discursivo en mantenerse en el socialismo. Definitivamente el mundo de hoy se parece muy poco al de ayer.
            Pudimos en esta generación ver que el leguaje agresivo se cambió por métodos más cordiales de diálogo y que fue posible la reanudación de relaciones a pesar del bloqueo que se mantiene y seguirá quien sabe por cuánto tiempo más. En definitiva, la presión del mercado mundial, para unos, apocalíptica, impone sus condiciones y más allá de la arrogancia de los poderes constituidos que tratan de permanecer inalterables, las reglas del juego cambiaron.
La forma como se alinean ahora las potencias hacen que igualmente sea estratégico para Estados Unidos dirimir los conflictos vecinales, ante lo que pudiera sobrevenir o llegó ya del otro lado del mundo.

Referencias
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