Cuba: ideología y discurso en tiempos de crisis

Ideology and speech in times of crisis

Laura Roque Valero
Universidad “Carlos Rafael Rodríguez” de Cienfuegos
(CUBA)
lauraroquevalero@gmail.com

Recibido: 27/01/2017
Revisado: 22/02/2017
Aprobado: 19/05/2017

 

RESUMEN

El artículo Cuba: ideología y discurso en tiempos de crisis responde a la intención de estudiar la ideología subyacente en el discurso periodístico de temas económicos, políticos y sociales a través de una muestra de 40 trabajos publicados por el periódico de la provincia Cienfuegos en el año 1993. Para ello se tienen en cuenta los contextos social y comunicativo del período, además de la estrategia de polarización ideológica seguida por el medio de prensa como forma de enfrentamiento a la crisis. La investigación se realiza desde la aplicación del método de análisis ideológico del discurso, propuesto por el doctor Teun Van Dijk, que aporta información sobre las estructuras ideológicas y su valor en un contexto determinado. Parte de los resultados obtenidos señalan que las ediciones del periódico 5 de Septiembre de 1993 ponen énfasis en las acciones positivas del ingroup (grupo cuya ideología se comparte) y mitigan sus errores o dificultades. En tanto, las descripciones del outgroup (grupo cuya ideología se rechaza) son menos recurrentes, soslayando algunos temas de interés social por ser menos acordes con la política editorial del medio. Los trabajos periodísticos no hacen alusión directa al estado de crisis y, en cambio, se enfocan en levantar el ánimo a la población mediante consignas, construcciones sintácticas que denotan una imagen de triunfo nacional y el empleo de verbos que indican acciones de solución.

Palabras clave: Ideología. Discurso. Crisis. Estrategia y estructuras. 

ABSTRACT

The article Cuba: ideology and speech in times of crisis responds to the intention of studying the underlying ideology in the journalistic speech of economic, political and social topics through a sample of 40 works published by the newspaper of Cienfuegos province in 1993. For it, there are born in mind the social and communicative contexts of the period, in addition to the strategy of ideological polarization followed by the media press like form of clash to the crisis. The application of the method of ideological analysis of the speech, proposed by Ph.D. Teun Van Dijk, provides information about the ideological structures and their value in a certain context. A part of the yielded outcomes points out that the editions of the newspaper 5 de Septiembre of 1993 make emphasis on the positive actions of the ingroup (group whose ideology is shared) and mitigate their errors or difficulties. As well as, the descriptions of the outgroup (group whose ideology is rejected) are less appellants, avoiding some topics of social interest for being less according to the publishing politics of the media. The journalistic works do not do direct allusion to the crisis state and, on the other hand, they focus in raising the fortitude of the population by means of slogans, syntactic constructions that denote an image of national victory and the employment of verbs that indicate actions of solution.               

Keywords: Ideology. Speech. Crisis. Strategy and structures.

 

Introducción:
En la década de 1990 defender las conquistas de la Revolución en Cuba se convirtió en un asunto de vida o muerte. Bajo los efectos fatales de una crisis económica que abarcó todos los ámbitos de la vida del cubano, los medios de prensa reflejaron la situación social de la isla de una forma particular. Por razones políticas, decisiones administrativas u orientaciones del Estado, la prensa escrita centró su interés en levantar el ánimo en la población, potenciar las alternativas individuales o colectivas como paliativos a la crisis y respaldar el discurso político de los dirigentes nacionales y locales. Con la intención de alentar a las personas en medio de sus carencias, se dejaron de analizar algunas cuestiones como la despenalización de la tenencia de divisas en el país, o se limitó la relevancia de otras menos acordes con estos objetivos, como la falta de alimentos o insumos en la economía familiar.

             El periódico 5 de Septiembre de la provincia de Cienfuegos también recibió los embates de la recesión económica; sufrió cambios tanto en su estructura como en sus contenidos. De las ediciones conservadas de 1993, algunas no aparecían publicadas en el  habitual formato sábana, sino en uno mucho más pequeño, conformado por cuatro páginas; también disminuyó la frecuencia de publicación hasta convertirse en semanario y así se mantiene hoy.

             Se escoge este medio de prensa por ser el único órgano oficial del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba y constituir fuente esencial de consulta en el proceso de reconstrucción de la historia local en la década del 1990. En suma, solo existe un antecedente de un estudio como este; fue la tesis de licenciatura de esta misma autora Tratamiento a temas económicos en la prensa escrita cienfueguera de 1993: un análisis ideológico del discurso en tiempos de crisis, de la Carrera de Periodismo, Facultad de Humanidades, Universidad Central “Marta Abreu” de las Villas, 2011.

             Con la caída del campo socialista los cubanos no solo perdíamos el apoyo económico y las condiciones nos obligaban a competir en el mercado internacional, sino también caía un paradigma sobre el que muchos dirigieron su mirada, análisis, críticas y planes de todo tipo. Estados Unidos intentó aprovechar el momento histórico para su beneficio. El 20 de agosto de 1992:

[…] ante la Convención del Partido Republicano aceptando la nominación como aspirante a un nuevo período presidencial en las elecciones de noviembre de 1992, Bush afirmó: «Espero ser el primer presidente de los Estados Unidos que visite una Cuba libre y democrática». (Sánchez, R., 2012, p.191)

Aunque George Herbert Walker Bush no salió reelecto pues había sido presidente desde 1988, nuestro país tuvo que lidiar con la aplicación de la Ley Torricelli, aprobada durante su mandato y que buscaba una supuesta transición pacífica a la democracia y el crecimiento económico a través de campañas y acciones contra el gobierno que imposibilitaron el comercio exterior. El presidente William Jefferson Clinton (1993- 2001) mantuvo, aunque con altas y bajas, la intención de aumentar la influencia norteamericana en Cuba.

             En el plano interno, Fernando Martínez Heredia (2010) reconoció tres cuestiones apremiantes en la etapa­: “[…] la sobrevivencia del país, la viabilidad de la economía y de la reproducción de la vida social y cuál sería la naturaleza de la sociedad emergente al final del proceso.” (p.66) Para mantener el tipo de sociedad socialista, basada en la justicia, la solidaridad y la inclusión, fue necesario acudir a ingentes esfuerzos que reformularan el proyecto y lo adecuaran a las nuevas circunstancias. La prensa escrita cienfueguera contribuyó a impulsar estos propósitos.

Un contexto de crisis

El año 1993 fue uno de los más difíciles del Período Especial, así se llamó en Cuba a una crisis económica considerada etapa de guerra en tiempo de paz, pues el bloqueo norteamericano unido a la caída del campo socialista afectaron, tanto o más que cualquier bomba, la economía y todos los servicios del país. En el año escogido hubo acontecimientos relevantes, como la despenalización de la tenencia de divisas, transformaciones en la Constitución de la República y en las formas de la propiedad socialista, entre otros cambios.

             Este fenómeno de singular importancia para Cuba,  sobrepasa en el tiempo los límites anteriores y posteriores a 1993. En 1991 cayó el bloque socialista representado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con la cual la isla mantenía cerca del 80% de su comercio exterior sobre la base de relaciones ventajosas. Desde entonces, sobrevino un reajuste estructural de la economía cubana que implicó a toda la población y condicionó, incluso, su forma de pensar: “[…] estamos en medio de una crisis económica que ha barrido gran parte del estado de bienestar compartido entre todos que teníamos, y están en curso transformaciones de estructuras y relaciones de gran magnitud y consecuencias inciertas.” (Martínez, 2010, p.103)

             En conversación con M.Sc. Víctor Almanza (Entrevista personal, 14 de diciembre de 2010), profesor de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, se trataron algunas cifras ilustrativas de la gravedad de la década:

[…] en 1992, considerado por el Comandante en Jefe Fidel Castro como el año uno del Período Especial, el intercambio comercial disminuyó en un 70%, el Producto Interno Bruto en un 24% y la utilización de la capacidad industrial, un 30%. En tanto, 1993 significó la continuación de la caída, pero de forma menos abrupta: el intercambio comercial se redujo en un 23%, la capacidad industrial, en no más del 15% y el Producto Interno Bruto disminuyó en un 34%.

El 12 de julio de 1992 comenzó a implementarse la Ley de Reforma Constitucional que admitía nuevas formas de posesión de los medios de producción. Las transformaciones de las formas de propiedad continuaron en 1993 con el Decreto Ley No. 142: “[…] las grandes extensiones de tierra que ocupaban las granjas o empresas agrícolas del Estado, son fragmentadas […] en pequeñas formas de producción cooperativa denominadas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).” (Noguera, 2004, p.48) Sin embargo, solo el Estado fungía como comprador de estos productos, planificaba los niveles de entrega y fijaba los precios. Los trabajadores agrícolas no accedían al mercado y, por tanto, continuaban bajo el patrocinio estatal.

             En 1993 se abrió también la posibilidad para el trabajo por cuenta propia con alternativas de más de cien actividades. La presencia de personal extranjero, tanto empresarios como turistas, aumentó y esto conllevó a la aparición de una red comercial en divisa, pues crecía la posesión de divisas en manos de la población cubana. Esto trajo como consecuencia la obligación del gobierno cubano de “[…] aprobar en 1993 el Decreto-Ley No. 140 de despenalización de la tenencia de divisas, que legaliza la tenencia y operación en divisas en todo el territorio nacional para los ciudadanos cubanos.” (Noguera, 2004, p.48) 

             El reajuste estructural de la economía comprendió diversas formas de producción; el doctor Víctor M. Figueroa Albelo (2003), del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Empresariales en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, las resumió en cuatro aspectos:

1) el capitalismo de Estado de capital extranjero y estatal en empresas mixtas, contratos de administración y de riesgo; 2) la pequeña producción mercantil, privada individual, ampliada con nuevos campesinos y parceleros de la reforma agrícola y cuentapropistas; 3) la cooperativa agrícola socialista incrementada con las cooperativas de la reforma; 4) la estatal socialista en proceso de reestructuración […] Sintéticamente hablando, se ha creado un modelo de economía heterogéneo o mixto de transición extraordinaria al socialismo en Cuba. (p.220)

Para rebasar la crisis Cuba debía superar su dependencia externa. Necesitaba tecnología, mercado, capital y Estados Unidos, mediante el recrudecimiento del bloqueo, se encargó de limitar cualquier mejora. En 1992, según Esteban Morales (1996), el gobierno de ese país “[…] eliminó el comercio cubano con filiales de empresas norteamericanas en terceros países, que ese año representó 705 millones de comercio bilateral indirecto” (p.97). A ello se sumó la aprobación de la Ley Torricelli, lo que significó un doble bloqueo para la economía cubana.

             En medio de las inciertas relaciones internacionales con las cuales tuvo que lidiar, el país priorizó el programa alimentario y adoptó una estrategia de equidad. Sin embargo, se enfrentó a precios superiores a los ofrecidos por el mercado internacional porque la política norteamericana así lo dispuso. Pero, sin dudas, a la población tocó el mayor desafío. El gobierno intentó mantener los logros en la salud y la educación, asegurar el mayor número de empleos posibles, priorizar los aseguramientos para niños y ancianos porque de estas formas se intentó impedir que la crisis lacerara el ideal socialista y humanista que la nación se había trazado. A pesar de los esfuerzos, largas horas de apagones oscurecieron las ciudades. “La alimentación sufrió un colapso dramático: cayó a 1940 kilocalorías y 48 proteínas diarias desde 1948 y 78,1 en 1989, respectivamente.” (Figueroa, 2003, p.212) La inflación desató la economía sumergida.

             Las personas comenzaron a buscar sus propias salidas a través del trabajo individual. Los salarios no cubrían sus necesidades objetivas y dejaba de ser un móvil para el trabajador. “Por supuesto, se distorsionaron los precios y salarios relativos y la relación trabajo-ingreso dibujó una pirámide invertida. El salario dejó de ser un estímulo real al trabajo. El viejo mecanismo económico de gestión y planificación resultó infuncional.” (Figueroa, 2003, p.216)

             Fue necesario reducir el gasto público mediante impuestos a productos como cigarros, tabacos, bebidas. Aumentó el cobro de la electricidad, se aplicó una política de reducción de las gratuidades; se redujo la inversión bruta; los créditos, subsidios y subvenciones sufrieron un endurecimiento. La dirección del país debió disminuir los gastos en defensa.

             Estos cambios transformaron los roles de los miembros de la sociedad y su valoración respecto a los demás sectores. La realidad comenzó a manifestar una diferenciación entre quienes detentaban el poder adquisitivo y quienes no: “[…] implica un bajo reconocimiento social a profesiones históricamente prestigiadas por su papel social, la multiplicación de actividades no precisamente profesionales como alternativas al trabajo estatal formal, (potencialmente más solventes)” (Grupo de Estudios Sociales del Trabajo, 2000, p.11). Semejante cambio en la manera de pensar provocó la emigración al extranjero de profesionales cubanos o la búsqueda, dentro del país, de puestos de trabajos más favorables.

             El año 1993 significó para muchos el más difícil de la década de 1990, no sólo por los cambios en las formas de propiedad socialista, la despenalización del dólar o los problemas en la alimentación, sino por la acumulación de acontecimientos internos y externos que generaron otras representaciones sociales en la mentalidad del cubano. La vida cotidiana sufrió una reorganización impuesta por el nuevo contexto nacional e internacional. Surgieron otras formas de actuar, de pensar, de mantener relaciones sociales. Se registró un cambio en los paradigmas, en la significación de los objetos materiales. Sobre todo la familia reconceptualizó su función dentro de la sociedad hacia una orientación principalmente económica:

El énfasis en la satisfacción de necesidades materiales relega a otros planos aspectos de la transmisión de valores sociales y culturales, más aún cuando se producen contradicciones entre el discurso y la actuación. Contradicciones de este tipo, refuerzan las dificultades para el establecimiento de límites y el respeto a la individualidad, (…) sus miembros buscan nuevos caminos para ascender a través de la movilidad social. (Díaz, 2002, p.76)

En 1993, como en otros años de la década, no lograron alcanzarse los planes de producción previstos. En ocasiones, las estrategias del gobierno  no rindieron los resultados esperados en cuanto a las mejoras económicas y la población recurrió a recursos como el mercado negro, desviando su camino del trazado por la Revolución, con el consecuente deterioro de los valores.

             Jorge Luis Acanda (2000) calificó el decenio como un horno en el que han fundido, derretido, mezclado, conformado, reblandecido, endurecido y cristalizado nuevas y viejas constelaciones sociales. Sin embargo, los cubanos, como lo expresó la prensa de la época, quedaron sujetos a sus sentimientos de nacionalidad y a la convicción de que la Revolución encontraría las soluciones pertinentes sin abandonar los principios socialistas y humanistas. Martínez Heredia, (2010) al referirse a los condicionamientos que las circunstancias históricas impusieron al pensamiento social, expresó en febrero de 1994: “En las dos décadas anteriores hemos padecido una situación de empobrecimiento y dogmatización muy fuertes de los fundamentos del pensamiento social, que afectó muy duramente a las disciplinas sociales […]” (p.103).

             En cuanto a la prensa en Cuba, como en cualquier otro lugar del mundo, respondió a los intereses de la clase social imperante. En este caso obedeció al poder partidista y, como su órgano oficial, integró el sistema político de la sociedad. En cuanto a la teoría de Manuel Martín Serrano sobre la relación de dependencia o interdependencia entre el sistema social y el sistema comunicativo, el profesor Julio García Luis (2004) observó que “[…] los medios cubanos no constituyen un sistema en sí mismos, puesto que no poseen capacidad para la interdependencia o el vínculo autorreferencial”. (p.89)

             Los medios de prensa cubanos devinieron instrumento de la ideología hegemónica y aún no constituyen un sistema acabado. La falta de recursos o la necesidad de atender cuestiones más apremiantes los obligaron a abandonar las funciones netamente periodísticas. En lo referente a su capacidad de acción sobre la sociedad, “[…] la asimetría en las relaciones de la prensa con el conjunto del sistema social se traduce en una determinación mayor de este sobre los medios, que la que los medios pueden ejercer sobre el primero.” (García, 2004, p.91)

             Con la llegada del Período Especial se contó con la prensa para apoyar el sistema político, mediante la intención comunicativa de sus trabajos periodísticos y su influencia sobre los receptores. Así, el 23 de diciembre de 1993, la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) celebró su VI Congreso. Una frase de José Martí se convirtió en el lema de la cita: “La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”. (Marrero, 2006, p.81)

             En aquellas circunstancias, los profesionales del periodismo franqueaban dificultades como la reducción de plantillas, la falta de transporte para las coberturas, la escasez de materiales, entre otros cambios que transformaron las rutinas productivas y el producto comunicativo. Según Juan Marrero (2006), periodista miembro de la UPEC Nacional en los años 1990, “[…] el periodismo cubano se convirtió en el periodismo de la resistencia” (p.81)

             Los periodistas se proponían en aquel entonces ofrecer las informaciones nacionales antes que los medios extranjeros, redefinir el concepto de noticia y adecuarlo a la nueva realidad. Tuvieron que enfrentarse y, de alguna forma, también se acomodaron a que los dirigentes de las empresas pasaran de fuentes de información a órganos, pues decidían sobre cómo ofrecerla. También se interesaron por la calidad del periodismo de entonces: “El periodismo del Período Especial no tiene que ser pobre, ni raro, ni peor. Tiene que ser periodismo, y buen periodismo, con el mérito de ser ejercido en circunstancias muchas veces heroicas […]” (Marrero, 2006, p.83). El tiempo de crisis dejó más afectaciones en la prensa escrita que en ningún otro medio, puesto que disminuyó la circulación de los periódicos, el número de páginas y se redujo la cantidad de tiradas y ediciones.

Discurso e ideología. Apuntes teóricos

Todas las partes del discurso son aptas para ser usadas en función de la ideología. Sin embargo, no siempre la ideología se expresa de manera explícita y las estructuras discursivas no obedecen únicamente a ello. Es decir, el discurso no siempre es ideológicamente transparente, y el análisis del discurso no siempre nos permite inferir cuáles son las creencias ideológicas de las personas. Esto siempre depende de la definición que los participantes hagan de la situación comunicativa, esto es, depende del contexto. (Van Dijk, 2005b)

             Las ideologías, por definición, pertenecen a grupos sociales. Fundamentan actitudes y creencias, lo cual incluye el conocimiento social común, es decir, la cognición social. Entendido como una forma de representación social, entonces, el conocimiento también está ideológicamente permeado. Un análisis ideológico del discurso estudia los textos y sus proposiciones, al presentarse como conocimiento.

             Rubén Zardoya (1996) escribió:

[…] por ideología se ha entendido de todo: ciencia de las ideas (Destutt de Tracy), falsa conciencia (Marx y Engels), teoría no científica o no lógico experimental (Pareto), visión del mundo de un grupo humano (Mannheim), sistemas de concepciones e ideas (virtualmente todos los manuales y diccionarios a nuestro alcance). (pp.1-2)

Umberto Eco (1985) entiende por ideología “[…] el universo del saber del destinatario y del grupo al que pertenece […] es reconocible cuando, socializada, deviene código. Nace así una estrecha relación entre el mundo de los códigos y el saber preexistente.” (p.243-244)  Este autor enfatiza en los elementos psicológicos, las experiencias y preceptos morales que conforman los códigos sociales, los cuales al intercambiarse y reproducirse se convierten en convención comunicativa. La definición de Eco ratifica el papel de la ideología dentro de la comunicación como portadora de visiones y concepciones en torno a la sociedad; variaciones en sus códigos repercuten en las maneras de concebir la vida social.

             En cuanto a la relación entre discurso e ideología, Eliseo Verón (1993: compilado por Basail y Álvarez, 2004) considera que no existe un “discurso científico”, un “discurso político” o un “discurso de la prensa”:

[…] he aquí tipos (puramente descriptivos) de discurso. Lo ideológico no es el nombre de un discurso (ni aún en un nivel descriptivo)  sino el nombre de una dimensión presente en todos los discursos producidos en el interior de una formación social […] (p. 180).

Para este autor, no puede entenderse el discurso si no se tienen en cuenta sus condiciones de producción, ya que lo que él define como “lo ideológico” se relaciona con los sentidos que socialmente tiene el discurso.

             Un denominador común de las teorizaciones en torno a la ideología reside en su valor y función sociales. La sociedad se encarga de crearla, trasmitirla, validarla o negarla, porque nace y crece dentro de los ideales sociales del sujeto; “[…] la función de la ideología es formar la subjetividad humana en correspondencia con los esquemas ideales que norman o deben normar el comportamiento socialmente significativo de grupos, clases y comunidades históricas de hombres” (Zardoya, 1996, p.4). Quiere decir que el ser humano vive sujeto a un ideal social que lo induce a la acción y lo guía a integrar un grupo, estableciendo un nosotros y un ellos para delimitar la posición ideológica de unos y otros frente a los acontecimientos sociales.

             No significa que la ideología corresponda a un grupo independiente de otro o que se ciña a  marcos estrechos y específicos de existencia. Por el contrario, contiene los más disímiles modos de la producción social, tanto de manera latente como manifiesta. Apunta unas veces a un ideal, otras a una significación opuesta. A favor de tal o cual sentido, valida al sujeto social para la acción o lo conduce a asumir una actuación socialmente reprochable. Entonces, la ideología determina la actividad humana y la condiciona en todos sus niveles.

             También se ha comprendido por ideología “[…] las estructuras mentales —los lenguajes, los conceptos, las categorías, imágenes del pensamiento y los sistemas de representación— que diferentes clases y grupos sociales despliegan para encontrarle sentido a la forma en que la sociedad funciona, explicarla y hacerla inteligible”. (Hall 1996, p.26, citado por Van Dijk 1999a, p.22) Se entiende que “[…] los diferentes tipos de ideologías son definidos por el tipo de grupos que tienen una ideología, tales como los movimientos sociales, los partidos políticos, las profesiones, o las iglesias, entre otros” (Van Dijk, 2005b, p.10). Tales creencias básicas compartidas ubican a la ideología como base de la memoria social y en relación con la coherencia global de dichas creencias. En cuanto a la importancia de la pertenencia ideológica, Fernando Martínez Heredia (2010, p. 104) reconoce su legitimidad y beneficios: “[…] opino que la pertenencia ideológica es inevitable, y que lo indispensable es asumirla como algo en que uno tiene parte del dominio y de las decisiones, en vez de ser un simple siervo de ella.” La ideología y el discurso se conectan a través del concepto de cognición social, por el vínculo de las estructuras ideológicas y el conocimiento con las opiniones socialmente compartidas, expresadas a través de determinadas estructuras discursivas. He aquí la importancia de un concepto de ideología elaborado a partir del reconocimiento de los grupos que componen la sociedad: “[…] esquemas específicos de grupos organizados en torno a un número de categorías que representan la identidad, la estructura social y la posición del grupo, tales como «nuestra» apariencia, actividades, objetivos, normas, relaciones de grupo y recursos.” (Van Dijk, 2005a, p.2)

             Un estudio discursivo incluye el lenguaje y su uso en relación con el contexto. Siendo la ideología parte del contexto, y al mismo tiempo condicionada por este. Un análisis ideológico del discurso estará encaminado a desentrañar las estructuras ideológicas que subyacen en este y cómo se expresan a través de las estructuras discursivas. Las ideologías se disfrazan en las estructuras discursivas y se reproducen en la sociedad sin ser percibidas. No todos los discursos exponen abiertamente su sesgo ideológico. Sólo lo hacen aquellos cuyo propósito se encamina a defender el nosotros, como la propaganda y los panfletos doctrinarios.

             En el caso de los medios de comunicación, las ideologías adquieren una relevancia mayor para la sociedad. La ideología del periodista influye en la concepción y jerarquización de las estructuras discursivas en sus artículos, pero él, a su vez, responde a los intereses ideológicos del periódico para el cual trabaja y a una clase social determinada; de tal forma, “[…] las ideologías y las opiniones de los periódicos generalmente no son personales, sino sociales, institucionales o políticas.” (Van Dijk, 1996a, p.9)

             Teniendo en cuenta la importancia del contexto social para la comprensión de la ideología subyacente en el discurso de la prensa cienfueguera durante 1993, se tiene en cuenta este modelo:

    • Ponemos énfasis en nuestros aspectos positivos.
    • Ponemos énfasis en sus aspectos negativos.
    • Quitamos énfasis de nuestros aspectos negativos.
    • Quitamos énfasis de sus aspectos positivos. (Van Dijk, 2003, p.42)

Lo anterior conforma un Cuadrado Ideológico. Analizar el funcionamiento de esta estrategia global en el discurso permite explicar la manera en que se expresan en él las estructuras ideológicas de los hablantes, por lo tanto, también su relación con las estructuras discursivas, tanto semánticas como sintácticas, léxicas, gráficas y retóricas.

             Según el modelo propuesto por este autor, la estructura interna de la ideología está integrada por el conjunto de valores significativos para un grupo. Los miembros de este se definen como Nosotros (ingroup) e incluyen a sus oponentes en el grupo de Ellos (outgroup). Alrededor de tales estructuras polarizadas, por su ubicación diametralmente opuesta, se generan un conjunto de axiomas proporcionales que “[…] representan los principios básicos que gobiernan el juicio social, a saber, lo que los miembros del grupo consideran acertado o erróneo, verdadero o falso.” (Van Dijk, 1996a, p.12)

             Un análisis discursivo de la ideología implica, en primer lugar, revisar la aplicación de la estrategia de polarización, que es la estrategia general que utiliza el hablante para expresar su ideología en el discurso. “En dichas polarizaciones es muy característica la preferencia del ingroup y el rechazo del outgroup, la auto presentación positiva y la asociación de nuestro grupo con todas las cualidades buenas y su grupo (de ellos) con todas las cualidades malas.” (Van Dijk, 1996b, p.33). Esto significa que, desde la perspectiva de Van Dijk, al realizar un Análisis Ideológico del Discurso no se descubren únicamente estructuras ideológicas pertenecientes a determinado grupo social, sino que se estudia cómo se articulan o expresan esas ideologías a través de determinadas estructuras discursivas.

Contexto comunicativo de Cienfuegos durante 1993

La estrategia de la prensa nacional y provincial en este período se hizo evidente al analizar el valor de la denominación Período Especial. Si bien no constituyó una frase construida por los periodistas, sino una táctica de la política nacional, la prensa la difundió y argumentó. Nombrar un período de crisis de esta forma respondió a intenciones concretas de mitigación, encaminadas a no develar el verdadero estado de crisis de la nación o, al menos soslayar determinadas circunstancias históricas.

             El periódico 5 de Septiembre, instituido órgano oficial de la sede provincial del Partido Comunista de Cuba, indicó los requerimientos de la época. Su intención comunicativa residió en trasmitir aliento e impulso a la población. Sus páginas comunicaron mensajes orientados a defender los valores patrios y a preservar las conquistas de la Revolución. Sin embargo, la prensa sacrificó algunas de sus funciones elementales en pos de estos criterios. Alina Rosell Chong (Entrevista personal, 13 de enero de 2011), jefa de Redacción en los años 1990, lo expresó de la siguiente forma: “Segura estoy, con un análisis de las páginas del periódico, no es posible valorar realmente la situación por la cual atravesaba el cubano medio, el cienfueguero, porque recibíamos orientaciones muy específicas.”

             Cada periodista representó en sus trabajos la petición del momento respondiendo, como en cualquier lugar del mundo, a los intereses de una ideología. Explica Héctor Castillo Toledo (Entrevista personal, 11 de enero de 2011), reportero de temas económicos en el año 1993:

“No me escondo para decirlo, nos pidieron que a cualquier costo defendiéramos la Revolución.  […] Vendrían años muy duros y esa verdad no se le escamoteó nunca a la población, se le habló con crudeza. Pero no habría retroceso al pasado, subsistirían las conquistas a pesar de todo”.

El medio de prensa también lo dejó claro al apuntalar el axioma fundamental de la ideología socialista en el trabajo Cambio para mejorar: “El único cambio real es salir por nuestros propios medios del Período Especial, con nuestro trabajo, hacer del estricto cumplimiento laboral, lo cotidiano.” (García, 1993b, p.2)

             Pero el análisis crítico de las problemáticas sociales apareció poco o trató solo asuntos muy puntuales, como la denuncia a la destrucción de los bancos de un parque público. La investigación dejó de ejercerse por las dificultades que debían enfrentar los periodistas. La relación con los organismos de la administración del Estado no fluía como debía, en detrimento de la calidad de los trabajos. Estos organismos, en lugar de constituir fuentes de información, actuaban como sus poseedores y decidían, muchas veces arbitrariamente y escudados en el secreto de Estado,  cuándo, cómo y cuánto ofrecer. Al valorar el Período Especial, Omar George Carpi (Entrevista personal, 2 de febrero de 2011), a la sazón miembro de la presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba, señaló en una entrevista:

[…] indudablemente contribuyó al atrincheramiento de la burocracia, quien administró más la información, determinó qué se hacía público y qué no. En resumen, manejaba la información como un coto privado. En eso pagamos una consecuencia que si no la inventó el Período Especial, por lo menos, la agravó.

El periodista también se acomodó a un discurso más ligero, sustentado por frases copiadas. La opinión de la sociedad, así como determinadas formas de conducta, generadas por la crisis y las necesidades, no encontraron todas las respuestas en la prensa; solo se trataron las indisciplinas, la falta de higiene y las actividades ilícitas. Prevalecieron las voces de los dirigentes del Partido y el Gobierno sobre las voces de la opinión pública.

             Esto sucedía así porque muchos de los trabajos periodísticos publicados provenían de coberturas de reuniones, balances anuales, simposios o chequeos de emulación. También el lenguaje de los representantes del PCC Provincial pasó a formar parte de la terminología del periodismo. Al respecto, Ramón Barreras Ferrán (Entrevista personal, 14 de enero de 2011), en aquel momento Presidente de la UPEC Provincial, aclaró:

Eso ha sido un mal del periodismo cubano revolucionario desde su nacimiento. Siempre fiel a la Revolución y al Partido, ha incorporado en su lenguaje demasiadas frases hechas, demasiado tono de discurso, muy repetitivo. […] Todos estuvimos incorporados a ese lenguaje oficial, político, de reuniones o encuentros, del cual la prensa cubana nunca se ha despojado. Tenemos un periodismo lleno de consignas y esto  va contra la profesión.

En el periódico cienfueguero hallaron representación todo tipo de alternativas que beneficiaran la vida de la población o sirvieran como paliativo a las dificultades generadas por las carencias en empresas o servicios. Se promovieron productos alimenticios o industriales con el fin de que los cienfuegueros mantuvieran la esperanza en la recuperación económica y en la viabilidad del modelo socialista.

             Sin embargo, de la misma forma que la prensa reflejó todas las acciones positivas de las personas ante las circunstancias económicas, excluyó de su línea editorial aquellos asuntos no acordes con este principio. Si las temáticas a publicar no versaban en torno a la resistencia, a la solución de problemas o la eficiencia, tenían pocas posibilidades de divulgarse en el semanario u ocupaban un espacio menor en las páginas.

             El trabajo Sin pedir peras al olmo enunció de forma más directa que otros artículos periodísticos algunos rasgos del contexto y reveló las prioridades de la etapa. Desde el título, se infería la necesidad del trabajo como única vía de solución a los problemas, sin detenerse a esperar milagros.

La ideología subyacente en el discurso periodístico del 5 de septiembre durante 1993

Las ideologías representan un sistema de principios, valores y creencias de un grupo acerca de su realidad social. En tanto, los usuarios del lenguaje, como representantes de comunidades, organizaciones o instituciones sociales, escriben o hablan desde una posición social determinada.

             De manera que en el contexto social de 1993, el periodista utilizó el lenguaje para construir un discurso que respondiera a los principios de la institución social que representaba, la prensa. La ideología de ese medio se conformó a partir del sistema de valores sociopolíticos del gobierno, en este caso de la ideología socialista, en relación con un conflicto histórico y socioeconómico: el Período Especial en Cuba.

             El periodista Ramón Barreras (Entrevista personal, 14 de enero de 2011) pormenorizó su apreciación al respecto:

Debemos partir de que el periodismo en Cuba es oficial, revolucionario, diseñado políticamente y dirigido por el Partido. Las líneas editoriales estuvieron definidas antes, durante y después del Período Especial, ese es el ABC de nuestra prensa. Aunque, los medios, a partir de su perfil, pueden hacer adecuaciones. Pero en aquel momento vivíamos un estado de sitio en el país entero. Se trataba de si subsistíamos o no; poco interesaba el buen o mal periodismo porque éramos un eslabón dentro de la gran cadena de acciones estratégicas.

Un análisis ideológico del discurso periodístico del año 1993 pone al descubierto los principios y valores que rigieron la posición socio-ideológica asumida por los reporteros, mediante un estudio de sus textos siempre y cuando estos hayan expresado de alguna forma, ya sea explícita o implícita, sus ideologías. “El propósito del análisis del discurso ideológico no es simplemente descubrir las ideologías subyacentes, sino articular sistemáticamente las estructuras del discurso con las estructuras de las ideologías.” (Van Dijk, 1996b, p.24)

             Si se extrapolan varias de las proposiciones contenidas en el trabajo periodístico Cuidar las UBPC como la niña de los ojos a la situación histórica de 1993, se entiende qué esperaba la dirección del país de cada uno de los renglones de la cadena productiva, poniendo de manifiesto los valores defendidos. Se pretendía convertir el centro laboral en un lugar “[…] donde el resultado es de todos y el esfuerzo llega a ser parejo” (Castillo, R., 1993e, p.1). El jefe de la unidad debía “[…] ser el más querido y respetado, compenetrado con los trabajadores, asequible al criterio del grupo, sensible ante los problemas y preocupaciones de los demás.” (Castillo, R., 1993e, p.1)

             La conjugación de los elementos anteriores crearía entre los trabajadores la disposición requerida para la producción: “[…] aumenta el número de miembros; el colectivo exige el aprovechamiento de la jornada, trabajar durante más de ocho horas y más, y separa a quienes no cumplen” (Castillo, R., 1993e, p.1)  El cumplimiento de los planes anuales previstos constituía otro precepto de todos los centros productivos del país y aquí se esperaba de los cañeros la lucha “[…] por la eficiencia, el bienestar de las familias y el aumento de la producción.” (Castillo, R., 1993e, p.1)

             Pero los cañeros, hombres y mujeres, encargados de la producción de azúcar e imprescindibles en la economía cubana de la década en cuestión, se incluían dentro de un amplio grupo conformado por todos los cubanos, miembros de la sociedad socialista aún en construcción. Mantener ese modelo social escogido fue la prioridad en un período donde muchos pensaron que la Revolución Cubana no resistiría. Para representar los intereses de ese gran grupo, el 5 de Septiembre aplicó una estrategia de polarización, mediante la cual manifestó quiénes integraban ese grupo, de acuerdo con su condición de trabajadores que defendían los valores patrios y revolucionarios. Dicha estrategia discursiva consistió en poner énfasis en las acciones positivas del grupo y mitigar sus malas decisiones o actitudes. En menor medida, aparecieron descripciones negativas del outgroup (grupo cuya ideología se rechaza; en este caso se trata de individuos proimperialistas o cubanos que incurren en actividades delictivas) y no se utiliza la estrategia de restar énfasis a sus acciones positivas, porque no aparecen figuradas en los textos.

             La calidad de miembros del ingroup (grupo cuya ideología se acepta; en este caso se incluyeron sobre todo trabajadores revolucionarios) se determinó por las actividades que realizaron a favor de la producción del país y sus iniciativas para atenuar la crisis. Entre los valores rigió la lealtad y defensa de la Revolución y sus aliados, revelados a través de otros muchos principios, así como el repudio a cualquier indicio de sentimiento antinacional o de empatía con el gobierno de Estados Unidos.

             Los principales valores enarbolados por el ingroup surgieron expresados de manera explícita, a través de sentencias formuladas como verdades generales, en los trabajos periodísticos analizados:

    • Las razones del logro son varias y amigas: emulación, optimismo y trabajo” (Martínez, 1993b, p.4)
    • Esto es posible con talento y seriedad en el trabajo, que gana el apoyo de organismos de la provincia […]” (Villoch, 1993, p.3).
    •  “Este tesoro de inteligencia, que los economistas llaman capital humano, mantiene funcionando nuestras industrias.” ( Martínez, 1993a, p.4)
    • “[…] palabra de orden no solo es hacer, sino también innovar, estudiar y  buscar fórmulas cada vez mejores”. (González, 1993, p.4)
    •  “[…] lo más importante es ganar la batalla por la eficiencia.” ( Castillo, H., 1993a, p.1)
    • Necesitan colaboración, entusiasmo y apoyo de todos para vencer.” (Ojeda, 1993a, p.4)
    • Se impone el sacrificio, atender al hombre y pedirle más en la jornada diaria.” ( Ojeda, 1993a, p.4)
    •  “[…] un colectivo obrero hace maravillas con recursos que no se agotan: amor, unidad, iniciativa, tesón y trabajo.” (Rosell, 1993, p.4)
    • “[…] la máxima aspiración de todo patriota y revolucionario es militar en la organización de vanguardia de la sociedad.” (Castillo, H., 1993b, p.1)
    • “[…] hay que combatir la indisciplina social, y que no solo con la policía se gana esta batalla, pues también es de todos.” (García, 1993c. p.2)
    • “[…] la convicción de ser revolucionario hoy constituye un acto de confianza, de convicción de honor, de valor, de heroísmo, de internacionalismo, mucho más alto que el que se requirió nunca antes.” (García, 1993a, p.3)
    • Cuando la situación empeora, los valientes luchan […]”. (Valdés, 1993, p.1.)

Las sentencias anteriores demandaron, en medio de la escasez de recursos materiales, mantener ilesos los valores defendidos hasta el momento e intensificar la presencia de otros: espíritu de sacrificio, esfuerzo, cumplimiento del deber, unidad, cooperación, voluntad creadora, imaginación e iniciativa en la búsqueda de soluciones. Las páginas del periódico formularían y reformularían estos principios desde diversas perspectivas, incluso dentro de un mismo trabajo, con el objetivo de impedir que decayera el ánimo de la población y de preservar las normas y valores del ingroup.

             En tanto, las características de los miembros del outgroup, o sea, aquellos principios refutados por el ingroup, se declararon en pocos trabajos periodísticos. En estos se indicó la existencia de un outgroup interno, conformado por los cubanos que incurren en delitos sociales, políticos y económicos, y uno externo, el gobierno de Estados Unidos:

    •  “Las carencias determinadas por el doble bloqueo que […] estimula elementos marginales de nuestra sociedad en la perpetración del delito económico.” (García, 1993d, p.2)
    • Se perjudica el pueblo […] porque recorta la capacidad adquisitiva del trabajador sometido al cruel comercio subterráneo, porque se enriquecen parásitos que viven del robo al Estado.” (García, 1993d, p.2)
    • Luchar contra el descontrol y el delito y contra las deficiencias que nos quedan. ¡Resistir!” (García, 1993b, p.2).   
    • La política imperial sí es cruel.” (García, 1993b, p.2).
    • Pero lo peor sería la destrucción de la cubanía, de la nacionalidad […]” (García, 1993b, p.2).
    • No podemos seguir permitiendo que la población eche los desperdicios donde mejor le parezca.” (Ojeda, 1993b, p.4)
    • “[…] enfrentarnos contra las conductas desajustadas […] desde la mala palabra hasta la desfachatez del gesto o la chabacanería de la acción […]”. (García, 1993c, p.2)
    • “[…] otros que se dediquen a actividades ilegales y delictivas y pongan en entredicho la dignidad del oficio […]”. (García, 1993d, p.4)
    • “[…] las campañas enemigas –aparentemente sanas– para dificultar el proceso eleccionario”. (Aldama, 1993, p.1)

Las circunstancias ameritaron la oposición a actitudes sociales contrarias a las conquistas de la Revolución: corrupción, ilegalidad, mercado negro, falta de solidaridad, de creatividad o trabajo, oportunismo, alianzas con el imperialismo norteamericano. Las proposiciones anteriores reconocían esa intención comunicativa. Omar George (Entrevista personal, 2 de febrero de 2011) explicó, desde su perspectiva, la ocurrencia de un fenómeno opuesto a la ideología del medio de prensa:

             No sé si pediría demasiado que la prensa avizorara muchos de los asuntos aparejados a la resistencia y que, contradictoriamente, fomentaron maneras negativas en el seno de la sociedad, dígase, corrupción, exceso de centralización. Cuestiones hoy presentes en el tapete de las discusiones públicas, encontraron caldo de cultivo inevitable en aquella época. Pero, o era muy temprano para analizarlas con el rigor y la previsión necesarios a fin de conjurarlas a tiempo (…) o no era quizá el momento. Hubo un llamado a lo épico, a lo heroico, a lo altruista.”

             Como se ha visto la estrategia de polarización, aplicada por el periódico 5 de Septiembre, exaltó en el 37,5 % de los 40 trabajos que conforman la muestra de análisis, las buenas acciones del ingroup desde todos los aspectos posibles.


Elaborado por la autora

En tanto, según muestra la gráfica, mitigó las deficiencias o aspectos negativos del grupo cuya ideología se comparte en el 20 % de los artículos analizados; la combinación de ambas estrategias se manifestó en el 30 % de los trabajos periodísticos analizados. Las cualidades opuestas a los principios trazados por la Revolución propias de aquella parte de la población dedicada a los negocios ilícitos o indisciplinas sociales y las descripciones que señalaron a Estados Unidos como enemigo histórico de la nación cubana se manifestaron como estrategia de énfasis en lo negativo del outgroup en el 12,5 % de la muestra. No existió alusión, siquiera de manera implícita, a las características positivas del outgroup.

Apuntes generales:

    1. El contexto cubano durante 1993 se caracterizó por una situación de crisis económica que repercutió en los diferentes ámbitos de la sociedad y trajo consigo la transformación de paradigmas y cambios en los modos de concebir la comunicación.
    2. En el contexto socio comunicativo de Cienfuegos durante el período investigado primó el interés por soslayar la situación de crisis, debido a la macroestrategia del periódico 5 de Septiembre de levantar el ánimo a la población y representar sus alternativas.
    3. Las estructuras ideológicas que subyacen en los textos del periódico se caracterizaron por la defensa de valores como el espíritu de sacrificio, el esfuerzo, el cumplimiento del deber, la unidad, la cooperación, la voluntad creadora, la imaginación, la iniciativa en la búsqueda de soluciones, y por el rechazo a actitudes sociales contrarias a las conquistas de la Revolución.
    4. La aplicación de la estrategia de polarización se manifestó a través del énfasis en las cualidades positivas del ingroup, personificado en el pueblo cubano trabajador, y la mitigación de sus cualidades negativas.
    5. Las descripciones en torno al outgroup señalaron a Estados Unidos como enemigo histórico de la Revolución y a aquella parte de la población cubana cuyos principios no fueron compatibles con la ideología hegemónica, sin hacer referencia explícita o implícitamente a sus acciones positivas.

Fuentes orales:

    • Máster en Ciencias Víctor Almanza, profesor de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas y uno de los docentes que ha profundizado y teorizado sobre el período de crisis en Cuba. Fecha de la entrevista: 14 de diciembre de 2010, 9:00 AM.
    • Alina Rosell, fue directora del semanario CINCO de Septiembre y fungió como jefa de redacción del mismo en la década de 1990. Fecha de la entrevista: 27 de diciembre de 2010, 10:00 AM.
    • Héctor Castillo Toledo, periodista del periódico CINCO de Septiembre, quien fungiera en 1993 como reportero de los principales temas económicos. Fecha de la entrevista: 11 de enero de 2011, 9:00 AM.
    • Ramón Barreras Ferrán, corresponsal del periódico Granma en Cienfuegos durante el período investigado y presidente de la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia de 1993 a 1995. Actualmente es corresponsal del periódico Trabajadores. Fecha de la entrevista: 14 de enero de 2011, 9:30 AM.

Omar George Carpi, actual  director de programas en el Telecentro  Perlavisión de Cienfuegos y quien fungió como miembro del Consejo de Dirección Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba en el año 1993. Fecha de la entrevista: 2 de febrero de 2011, 9:00 AM.
 
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