El fracaso escolar: entre preocupaciones políticas y esfuerzos investigativos The schoolar failing: between political issues and research efforts Nidia Alejandra Torres Penagos Recibido: 27/01/2017
Introducción A pesar de la dificultad para llegar a un acuerdo frente a la naturaleza del fracaso escolar, y su construcción como objeto de investigación, se publican con frecuencia artículos investigativos por vías de comunicación institucionalizadas como las revistas indexadas, cuyo objetivo es exponer ante una comunidad las contribuciones investigativas realizadas en una esfera específica. De la misma forma se dan esfuerzos en el ámbito político. Algunos gobiernos y ciertas organizaciones internacionales, han entendido que el fracaso escolar es una realidad que debe ser atendida; para ello han formulado estrategias que se espera, arrojen resultados positivos ante la situación. Esto genera una serie de interrogantes frente a diferentes escalas de la investigación y el tema del fracaso escolar: ¿Puede el fracaso escolar constituir un objeto de investigación formal? ¿Qué es investigar? ¿Qué es un objeto de investigación? ¿Saber es un propósito de la investigación? ¿Qué efectos tienen ciertas políticas frente a lo que se entiende por investigación? La posibilidad de disipar las dudas se plantea a partir de la experiencia que el investigador tiene en su quehacer, cuando logra una ruptura en cuanto a lo que se plantea desde el sentido común y la ideología, en relación con lo que plantea la ciencia. Esta ruptura esta mediada por la forma en que se aborda el objeto. En el caso de la investigación que origina el presente documento, es preciso esclarecer que la indagación se ha abordado desde un esfuerzo intelectivo, en tanto ha habido una preocupación por comprender la manera en que algunos investigadores, cuyos artículos publicados en revistas indexadas (seleccionados para la fuente documental), han entendido el fracaso escolar. Esta comprensión está dada de una manera tal, en la que es posible pensar desde una perspectiva diacrónica y sincrónica el fracaso escolar. Pensar en un lapso de tiempo lo que se ha denominado fracaso escolar para poder saber qué le subyace; no solo en la enumeración de los principios que se han ido tejiendo sobre este, sino además en el análisis de aquellos, sobre nociones teóricas que han permitido desprenderse de ciertos discursos naturalizados y reificados del tema. El fracaso escolar: Que se ha dicho y que se sabe. Como se dijo antes el fracaso escolar, ocupa un lugar de interés no solo para la educación, sino también para los sistemas educativos –en tanto instituciones políticas- y el campo de la investigación. Estos tres espacios, se convierten en tres formas diferentes de abordar el tema; y cada uno de ellos es un vehículo que permite a esta investigación, dar respuestas a los interrogantes anteriormente enumerados. Se presentará un panorama más o menos claro sobre el punto al que queremos llegar. A partir de unas décadas hacia acá, los discursos sobre el fracaso escolar han ido tomando gran fuerza y por ello investigadores de gran parte del mundo han ido ahondando cada vez más en él, autores como P. Perrenoud y B. Charlot han puesto puntos muy divergentes sobre el tema, sin mencionar autores como Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1975) quienes lo explicaron desde la teoría de la reproducción hace más de cuatro décadas, entre muchos otros que han venido tomando interés a propósito del fracaso en la escuela. Muchos de estos últimos han podido sacar a la luz los resultados de sus investigaciones a través de un medio que hoy por hoy es fuente de alta confiabilidad en materia de difusión de nuevos aportes al conocimiento en diferentes ramas. Las revistas de carácter científico que hacen parte de un índice. Las revistas indexadas, actualmente, gozan de gran prestigio por su función como difusoras del conocimiento que ha sido fruto de investigaciones, principalmente en el marco de la universidad. Estas tienen criterios bien definidos para el arbitraje de cada uno de los artículos, garantizando así la calidad de la información que en estos se brinda a la comunidad científica. Por esto mismo, las revistas a su vez pasan por la Clasificación Integrada de Revistas Científicas CIRC, aplicada por los diferentes índices, bajo criterios específicos poniéndolas en distintos grupos según su calidad, antigüedad, la cantidad de citas que ha tenido, etc. Gracias a estas publicaciones es posible encontrar material muy rico y de alta calidad (según los evaluadores del artículo y los criterios establecidos) en materia de fracaso escolar, demostrando la autenticidad de éste como problema de investigación y de todos los hallazgos hechos al respecto. Es por esto que la fuente documental elegida es un conjunto de artículos de revistas indexadas de los grupos A y B, del índice LATINDEX que cuenta con gran trayectoria y reconocimiento en América Latina, España y el Caribe. De acuerdo con los artículos que conforman la fuente documental de la investigación, se han podido reconocer diferentes formas de identificar el fracaso escolar, obteniendo una amplia lista relacionada con diversas realidades, (por ejemplo la deserción, la no titulación, la repitencia, el bajo rendimiento académico, la no comprensión de los temas, la exclusión, entre otros) que lo erigen como una producción social compuesta por dimensiones políticas, sociales, culturales, pedagógicas, personales, cognitivas y psicológicas; enmarcadas en situaciones de índole familiar, material y cultural determinadas por el contexto. Como situación social el fracaso escolar, también contiene unas causas. Estas son numerosas y de diferentes orígenes, se enfocan en el docente: su formación, la manera en que enfrenta las diversas formas de aprendizaje, la motivación, etc.; el sistema educativo: sus insuficiencias inclusivas, las carencias materiales y estructurales; la escuela que desconoce las problemáticas sociales y culturales, las vivencias personales, las representaciones sociales y académicas que tienen los estudiantes; las problemáticas sociales y culturales: diferencias en el capital cultural, ambientes familiares patológicos y atrasados, la pobreza, analfabetismo de los padres, la marginalidad, la adscripción laboral temprana, entre otros factores; y el estudiante: falta de aprovechamiento de las oportunidades, su inteligencia, su auto concepto y su forma de aprender. Además se entienden como causas, en varios artículos aquello que también fue comprendido como fracaso escolar: niveles de repitencia, absentismo escolar, interrupción de los estudios, retraso, deserción etc. Además de las causas, en los documentos analizados, se han podido encontrar los efectos que el fracaso trae consigo, los cuales recaen en el estudiante, en la escuela y el sistema educativo en general, generando exclusión económica, social y laboral poniendo en riesgo la vida en común, la democracia, el progreso económico y social, simbolizando un estado de discriminación, desigualdad, y desventaja con relación a los logros aceptados socialmente. De igual forma se presentan efectos a largo plazo que afecta la inserción laboral óptima. El discurso que se ha tejido alrededor del fracaso escolar ha provocado que gobiernos como el colombiano se preocupe por uno de los factores que se le asocian con más fuerza en el país: La deserción. Preocupado por la situación, en 2011 el Ministerio Nacional encomienda a la Universidad Nacional de Colombia con la misión de recolectar información comprobable sobre la deserción en el país. Para tal fin se realizó la Encuesta de Deserción Escolar ENDE, la cual indagó sobre el problema teniendo en cuenta las dimensiones personal, familiar e institucional, marcando un momento decisivo frente al reconocimiento de un problema educativo con efectos profundos en los niños y jóvenes en edad escolar del país. Con base en sus resultados, el gobierno ha ido ejecutando desde entonces proyectos de alto impacto relacionados con la cobertura, abarcando diferentes aspectos relacionados con la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo, como la gratuidad para todos los estudiantes matriculados desde transición y undécimo grado en los establecimientos de educación oficial del país, el transporte, la alimentación, la disponibilidad de cupos entre otros. A nivel de Latinoamérica y el Caribe, se creó La Iniciativa Global por los Niños y Niñas Fuera de la Escuela que es impulsada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF y el instituto estadístico de la UNESCO, cuyo propósito apuntaba a “construir evidencias sobre la exclusión educativa (la cual es también un factor fuertemente asociado al fracaso escolar) e identificar estrategias de resolución que permita la plena realización del derecho a estar en la escuela y lograr aprendizajes de calidad.” (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO] y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2012, p. 7.) El informe regional que abarca 31 países, da a conocer una base para comprender y solucionar el fenómeno de la exclusión educativa (como factor asociado al fracaso escolar) teniendo en cuenta los perfiles de cada región. El fracaso escolar como objeto de investigación Todo lo anterior muestra cómo, sobre el fracaso escolar, se han formado un conjunto de representaciones de las situaciones reales vividas en los sistemas educativos, versando su comprensión sobre objetos (hechos) concretos cuyos rasgos, configuraciones y disposiciones lo hacen un elemento sensible en todas sus manifestaciones. De esto se desprende el hecho de que este fenómeno se caracterice por una plasticidad que se supedita a la diversidad de criterios que cada sistema construye a su alrededor. Frente a esto Lévi- Strauss (1960, p.10) hace la siguiente apreciación: “Es imposible discutir sobre un objeto, construir la historia que le ha dado origen, sin saber, ante todo, lo que él es; en otras palabras sin haber agotado el inventario de sus determinaciones internas” Pero ¿Qué significa que exista un discurso sobre el fracaso escolar que versa su comprensión sobre objetos concretos? Significa en primer lugar, que se está pensando el fracaso escolar desde sus evidencias, desde aquello que es posible observar, cuantificar; desde lo que ya se sabe. Segundo, que el fracaso escolar es una síntesis de numerosas determinaciones, y que sobre este no hay un consenso, todos los artículos manifestaban diferentes formas de comprenderlo, incluso diferentes maneras en un solo artículo. Tercero, que del fracaso escolar no se puede tener una noción adecuada pues su estudio se ha quedado en la observación y experimentación de sus caracteres más visibles. Y cuarto que el fracaso escolar es una cosa (un hecho social), cuyos estudios no fundan una ruptura con los datos inmediatos de la experiencia, solo es un reflejo de la realidad. Como ya se mencionó, en los artículos se aprecian distintas formas de identificar el fracaso escolar y una gran cantidad de relaciones que se dan a su alrededor, que, aunque parece explicar el fenómeno, no logran una ruptura total con lo ideológico, presentando un aparente saber sobre aquel y no un conocimiento científico. En este sentido Althusser (1968) afirma que: Estas representaciones no son conocimientos verdaderos del mundo que representan. Pueden contener elementos de conocimiento, pero siempre integrados y sometidos al sistema de conjuntos de estas representaciones […] que es un sistema […] regido por una falsa concepción […] de los objetos (p.49). En tanto más se nombran esa enorme cantidad de realidades asociadas al fracaso escolar, más ambiguo es y más lejos se está de comprender sus determinaciones internas; y por consiguiente más difícil será ponerlo en forma enunciados (en forma elementos teóricos) de conocimiento abstracto formal. A este tipo de construcciones sociales Charlot (2008) los ha denominado objetos del discurso u objetos sociomediáticos que según él, son atractivos ideológicos sin ninguna función analítica, pero que se convierten en categorías evidentes que con el tiempo refuerzan la noción a la cual se refiere, transformándose, como en caso del fracaso escolar, en una clave inmediata para interpretar, por ejemplo, lo que sucede en la escuela y fuera de ella según la situación que se le asocie. Lo anterior no significa que no haya un interés por saber sobre el fracaso escolar, y tampoco que los investigadores erren a propósito sobre la construcción de sus objetos de investigación, al contrario el solo hecho de publicar un artículo sobre este tema, ya indica que ha habido un interés sobre el tema, tan es así, que como se dijo antes, los textos exponen una búsqueda fundamentada teóricamente. No obstante, los resultados son políticos más no enmarcados en el saber disciplinar. En ese sentido Bourdieu (citado por Jiménez 2011, p. 42) explica que se “imponen como objetos científicos, que estando enraizados en el sentido común, reciben la aprobación del la comunidad científica y del público” Dicha aprobación tiene una cara institucional, donde la investigación se torna con ciertos caracteres políticos, que pone a la actividad investigativa bajo parámetros específicos que no siempre contribuyen al saber disciplinar. Una forma de institucionalizar el saber es con las publicaciones. De alguna forma ese “nuevo” conocimiento tiene que circular, y una manera es a través de las revistas indexadas cuyas características ya han sido enunciadas. Pese al rigor que estas revistas implica, es permitido afirmar que los artículos cuentan con la calidad esperada. Según lo expuesto a lo largo de este texto algunos investigadores edifican sus pesquisas sobre falsos o engañosos problemas de investigación, como los llama Braunstein (1980); o, como diría Charlot (2008) sobre objetos sociomediáticos. Aun así son evaluados, aprobados y publicados por su “valor” científico. Las investigaciones que se presentan en los artículos que constituyen la fuente documental de esta investigación, de una u otra forma presentan evidencias que conforman la noción de este objeto sociomediático; cubren prácticas y experiencias que se inscriben en las diversas relaciones que se dan en los sistemas educativos, y pueden ser usadas como soporte para comprender el conjunto de fenómenos al que se ha llamado fracaso escolar, sus “conceptos empíricos versan sobre las determinaciones de la singularidad de objetos concretos” (Althusser, 2011, p.77) haciendo que la formación social denominada fracaso escolar pueda calificar como existente. Se entiende que estos conceptos empíricos no son simplemente una cantidad de datos tomados tal cual de la realidad, también son el resultado de un proceso de conocimiento con ciertos niveles de elaboración, partiendo (como se dijo antes) de las sociologías de la reproducción dando fundamentación sobre unos conceptos teóricos que han hablado sobre objetos formales abstractos, pero que con el tiempo se han ido acomodando a los discursos que los medios y la sociedad misma han considerado como fracaso escolar, sino (quizá) la correcta interpretación de lo que dichas sociologías postularon. Pese a la importancia de las sociologías de la reproducción y de sus significativos hallazgos frente a la manera de explicar el fracaso escolar, existe una necesidad teórica de alcanzar un conocimiento menos general de lo que este encierra, y que se comprenda desde la teoría en sentido estricto como la llama Althusser, para abandonar por un lado la idea de que una formación social como el fracaso escolar se puede conocer por sí misma desde su estado de realidad, y por otro, la inminente necesidad de encontrar un objeto formal que pueda ser abordado desde los conceptos teóricos y que pueda en suma, dar comprensión al conjunto de fenómenos que nos interesa y que obviamente son concretos. Ese objeto como se ha mencionado no puede cimentarse sobre ejemplos reales que ilustra el fenómeno, no sobre el hecho de que en los sistemas educativos existan altos niveles de repitencia o deserción, o bajos puntajes en pruebas estandarizadas, o quizá una pobre inserción laboral; porque todo ello no son más que formas reales de poner en relieve algo que le sucede a muchos individuos dentro de un sistema. El objeto debe establecerse bajo otros parámetros, que deben ser obligadamente teóricos. Esa manera de abordar el objeto no puede ser escuetamente la enunciación de los elementos que pueden reconocerse del fracaso escolar a simple vista y de las teorías que han soportado durante mucho tiempo esa realidad. Debería ser la exposición organizada sistemática de la relación interna de los conceptos que determinarían una construcción teórica en sentido estricto, de lo que le subyace a este grupo de fenómenos. A pesar de los esfuerzos gubernamentales el fracaso escolar no es un asunto que se mira desde una perspectiva únicamente política, también ha sido analizado desde la academia por investigadores que se mueven en diferentes esferas, especialmente en la educativa. Es así como en las revistas indexadas podemos encontrar artículos cuyo asunto de interés es el fracaso escolar, en el marco de ciertas exploraciones que dan cuenta de la forma en que éste ha venido siendo comprendido por dichos investigadores. A continuación se mostrarán tres aspectos con relación a fracaso escolar, que obedecen a un esquema analítico cuyo propósito es poner en evidencia talantes de gran importancia respecto al fracaso escolar como objeto de investigación. Se pretende hacer un acercamiento epistemológico, una reflexión frente a los elementos políticos que enmarcan las investigaciones sobre el fracaso escolar; y su lugar en la escuela involucrando los efectos que ha tenido sobre diferentes ámbitos de la educación en el mundo. Hacia una epistemología del fracaso escolar Hablar de epistemología tiene implicaciones cuyo horizonte está relacionado con el saber, en tanto se pretende entender tanto los métodos como los fundamentos de algún objeto o ciencia en particular. La epistemología, en tanto pregunta por el saber, es el medio por el cual se discernirá en qué medida el fracaso escolar se aleja o se acerca más a un estado de sentido común y/o ideología, o a uno de carácter formalizado. Elementos que serán contrastados con los datos que las unidades de muestreo (los artículos de revistas indexadas) arrojaron. Empezaremos por indicar que varios de los artículos precisan la incapacidad para conceptualizar el fracaso escolar, a pesar del aspecto particular al cual se refieren a lo largo del mismo, poniendo en evidencia de antemano un primer problema frente a la comprensión del fracaso escolar como objeto formal de una investigación. Si no es posible definir, si no es posible dar un concepto sobre el fracaso escolar, difícilmente se podrá generar un conocimiento formal sobre lo que éste encierra. No obstante la complejidad del asunto, como se dijo anteriormente, en cada artículo se termina por abordar alguno de los fenómenos que hacen parte de, como diría Charlot (2008), ese conjunto de fenómeno a los que se les llama fracaso escolar, para formalizar su investigación. A continuación se enumeraran todos los elementos encontrados, que hacen parte del ramillete de posibilidades que el fracaso escolar encierra según los artículos analizados. Fracaso escolar: Un fenómeno, múltiples comprensiones El análisis de contenido permitió determinar que no existe un consenso con relación a lo que se entiende por fracaso escolar. Es así como las investigaciones presentan sobre qué aspecto del fracaso escolar procuran trabajar. De esta manera se puede observar que el fracaso escolar pueden ser diferentes situaciones como se mencionó antes, que se han venido relacionando por medio de diferentes discursos que se mueven en el campo de la educación. Las concepciones recurrentes en los artículos, que se relaciona directamente con la no obtención del título en la educación secundaria en un sistema formal, empiezan a dar pistas acerca de como el fracaso escolar, a pesar de no poderse determinar, se asume desde una perspectiva que tiene que ver con aspectos concretos de la realidad. Hablar de no obtener un título presenta de antemano un hecho, netamente sensible que no puede constituirse como un objeto formal, y que pueda generar un conocimiento sobre el asunto que nos atañe. Es, necesariamente, un dato empírico cuya finalidad es acentuar cada vez más el fracaso escolar como una realidad que se quiere connotar como objeto de investigación formal, pero que finalmente no alcanza esta condición. Otro aspecto con el que se relaciona el fracaso escolar en los artículos, tiene que ver con el abandono o la deserción escolar. Y otros no hacen énfasis en un solo fenómeno al que se le puede llamar fracaso escolar. Frente a esa forma de comprender un fenómeno como un conjunto de muchos elementos Charlot (2008, p. 24) dice que “una noción a la cual le hacemos decir tantas cosas y que remite a tantos procesos, situaciones y problemas, tan diferentes debería aparecer como borrosa y vaga” puesto que no puede decir, en últimas, nada acerca del fenómeno, tan solo puede encerrar en un mismo lugar muchos fenómeno que por sí solo podrían ser, incluso, estudiados. Cuanto más se diga sobre el fracaso escolar, más se acerca a la ambigüedad imposibilitando decir en un solo enunciado algo a lo que se le ha llamado de múltiples maneras, las cuales se asocian al fenómeno pero que en suma no pueden expresar una sola idea sobre este. En otras palabras, se puede decir muchas cosas sobre el fracaso escolar sin saber que Cuanto más sometida está la actividad a minivariaciones de la situación, mas inscripta está en el cuerpo, y más difícil será dar cuenta integralmente de ello bajo forma de enunciado. […] Por otra parte, la apropiación de enunciado por exhaustivo que sea, no es jamás equivalente al dominio de la actividad. (Charlot, 2008, p. 114) Así mismo Bachelard (1948, p. 86) afirma que “la objetividad se determina en la precisión y en la coherencia de los atributos, y no en la colección de objetos más o menos análogos.” No es posible determinar un conocimiento científico sobre el fracaso escolar, en principio, porque no se trata de enumerar situaciones que bajo efectos del sentido común se parecen ya que ponen en evidencia, en últimas, un estado negativo, de un sujeto con respecto a su situación escolar, pero eso no implica que se esté comprendiendo algo sobre el fenómeno. El espíritu científico no puede satisfacerse ligando pura y simplemente los elementos descriptivos de un fenómeno con una sustancia sin esfuerzo alguno de jerarquía […] puesto que esto se convierte en un obstáculo que impide un conocimiento científico sobre aquello que se quiere conocer (Bachelard, 1948, p. 86) Se puede apreciar que los autores de los artículos, admiten que lo que se teje alrededor del fracaso escolar son construcciones discursivas, en las que ciertas prácticas y situaciones se expresan para dar cuenta de la suma de ciertas situaciones tan evidentes dando cada vez más peso y permitiendo que se dé la naturalización de la idea de fracaso escolar como problema, pasando de unas palabras a otras sin restricciones. Toda la evidencia que conforma las nociones de estos objetos sociomediáticos, cubren prácticas y experiencias que se inscriben en diversas relaciones sociales que pueden ser usadas como soporte para comprender algo, sin embargo estos pueden ser ideológicos o basados en conceptos empíricos para que determinada formación social (como el fracaso escolar) pueda calificar como existente. El conjunto de fenómenos llamado fracaso escolar no solo es indeterminado conceptualmente, sino que se basa principalmente en las construcciones discursivas, convirtiéndolo en un objeto sociomediático que se han venido hilando a lo largo de los años en el marco de la educación moderna. Dichas construcciones tiene sus raíces en conceptos empíricos que se han reforzado ideológicamente a través del tiempo. Mostrando un camino que muestra la forma en que una ideología se impone con evidencias muy bien establecidas (los niños se van de la escuela, tienen bajo rendimiento, no se gradúan, repiten cursos, etc.) en los discursos de los medios de comunicación, de los docentes y de los investigadores, creando un “sistema de ideas y representaciones que dominan el espíritu del hombre o de un grupo social.” (Althusser, 1968, p. 128) Los discursos sobre el fracaso escolar parten de las sociologías de la reproducción de los años sesenta y setenta, dando fundamentación sobre unos conceptos teóricos que han hablado sobre objetos formales abstractos, pero que con el tiempo se han ido acomodando a los discursos que los medios y la sociedad misma han considerado como fracaso escolar, sin (quizá) la correcta interpretación de lo que dichas sociologías postularon generando una confusión entre posición y origen. La confusión dada entre posición y origen da un sentido diferente a lo que Bourdieu explicaba respecto a las relaciones entre las posiciones de los padres y las de los hijos. Ya que la posición es aquella que se ha tomado por diferentes circunstancias que pueden o no depender del individuo, en cambio el origen es aquel que es inherente a este y no depende de sí mismo sino de factores externos que son posibles entender (frente al fracaso escolar) en términos de carencias que puede incorporar una base de causalidad. Lógicamente estos no son los únicos fundamentos ideológicos que sostienen los artículos la mayoría de ellos presentan dificultades con relación a sus referentes. Se pudo evidenciar que muchos de ellos citan a autores a través de las citas que otros han hecho sobre estos en distintos artículos, apropiándose de las comprensiones han hecho sobre aquellos, sin remitirse a los textos originales para hacer una interpretación propia. Por otra parte, se evidenciaron casos en los que los autores de las unidades de registro utilizadas en esta investigación, estriban en las coincidencias que ciertos investigadores han tenido con otros con relación a lo que el autor del artículo ha considerado como fracaso escolar. Desde este punto no es difícil darse cuenta que hay autores que pretenden un respaldo para su investigación que parece sostenerse únicamente por lo que han dicho otros investigadores sin que esto pueda ser demostrado desde un punto de vista analítico. “la única autoridad que la ciencia admite es la demostración; una proposición científica es válida con este respaldo […] a nadie se le ocurre en términos científicos proponer una teoría de la que la mayoría tenga la razón.” (Zuleta, 1974, p 14-15) El fracaso escolar: La Dificultades en su construcción como objeto formal dado el énfasis de lo político Esa dificultad con la que nos encontramos para construir una discusión sobre el saber y la forma como se construye, relacionada con la pregunta por el fracaso escolar, se muestra como un camino cuyo final es un abismo. Esto sucede no solo por lo expuesto anteriormente, sino por aquello que quiere ser estudiado por los investigadores con relación a este, la forma en que ellos quieren abordarlo y por los objetivos que se trazan en sus exploraciones. Generalmente aquello que los investigadores proponen como objeto tiene una estrecha relación más con el hacer y no tanto con el saber; por lo cual las investigaciones responden a la manera en que ha de ser contrarrestado o en qué forma puede ser neutralizado el fracaso escolar, entendido en sus múltiples manifestaciones, en determinados sistemas educativos nacionales. En los artículos se pueden encontrar ejemplos acerca del hecho de que el fracaso escolar es una realidad tangible propia del aparato educativo, donde confluyen asuntos relacionados con la política, y es posible que estos permitan justificar la importancia que tienen para los investigadores, abordar temas como el fracaso escolar, pero también dan pie para argumentar que éste se está abordando con fines en gran medida políticos y muy poco, con fines de acercarse a la elucidación del fenómeno más allá de los datos empíricos que puedan recoger las investigaciones. Esto se puede discutir aun más cuando se despliegan expresamente los fines de las investigaciones que conforman el corpus documental. Se denota un afanoso interés por evaluar las diferentes formas en que distintos sistemas educativos han afrontado el fracaso escolar, por enumerar las diferentes formas de comprenderlo, o mostrar que el fracaso existe en tanto se hace cierto en sus diferentes manifestaciones (frente a casos específicos o generales). No así por apropiarse de un conocimiento que vaya más allá de las expresiones concretas del fenómeno, hasta llegar al punto de poner por encima de lo abstracto, lo concreto como si la realidad por sí misma propiciara conocimiento sobre sí. En la manera en que están expresados algunos enunciados en los artículos, se puede inferir la importancia que se le otorga los hechos concretos que el fracaso escolar permite detallar, más que a los asuntos que tienen relación con los aspectos teóricos. Cabría la pregunta por lo “riguroso” en la investigación. También es posible afirmar que todos los artículos tienen como propósito comprender, analizar, explorar, aportar, discutir, debatir, etc., las políticas, programas, experiencias que estos consideran importantes en el estudio de ese conjunto de realidades llamado fracaso escolar; con relación al individuo, a las familias, o a los sistemas, etc. Así mismo se puede decir que no logran, en últimas, abordar sus objetos desde perspectivas alejadas de los datos concretos. Fines dirigidos hacia un saber práctico Algunos artículos exponen investigaciones que tienen que ver con un saber basado en la experticia, que se alejan considerablemente del saber disciplinar, sugiriendo poco interés en el saber, dejando de lado propósitos esclarecedores frente al asunto al que han querido referirse (el fracaso escolar), poniendo a la luz una situación contradictoria frente al hecho de que la investigación, como camino que conduce al conocimiento, se está llevando a cabo trazando objetivos que se plantean, en su gran mayoría, en términos de la relación con el hacer y no con la del saber. Los objetos, objetivos y recomendaciones de estos artículos obedecen a una perspectiva que tienen que ver con el saber hacer, y con esa manera en que es posible actuar para que el fenómeno del fracaso escolar desaparezca o que por lo menos se atenúe. Se pretende debatir, prevenir, describir y valorar programas, producir conceptos etc., sobre objetos que son concretos como las repercusiones del fracaso escolar, la forma en que ciertas políticas han actuado sobre el fenómeno, entre otras. En el caso, por ejemplo, de artículo EL fracaso escolar desde una perspectiva psicoeducativa: Hacia una reconceptualización relacional, (Terigi, 2009) se listan algunas interpretaciones que se han hecho sobre el fracaso escolar con el propósito de proponer un concepto, pasando por alto que estas interpretaciones se fundamentan en datos concretos, los cuales difícilmente se acercarán a enunciados teóricos. Sobre esto Althusser (1968) afirma que los datos empíricos atienden a objetos reales cuyo conocimiento concreto no permitirá más que el conocimiento sobre sí mismos, pero no sobre otros objetos reales. Así no se logrará un discurso teórico que pueda generar conocimiento sobre otro objeto real. En otras palabras, trabajar sobre el fracaso escolar tal como se presenta, no llevará más que a un conocimiento concreto de este, que no propiciará conceptos teóricos que puedan explicar otras concreciones sociales como lo hacen los planteamientos teóricos. Por otra parte, las recomendaciones formuladas por los investigadores siempre apuntan a acciones concretas relacionadas con prácticas, contenidos y políticas. La meta es “hacer algo” para que la situación mejore, y no saber algo para cambiar eso que está generando la situación. Se recomiendan que, por ejemplo, se desarrollen nuevas prácticas docentes, nuevas políticas, nuevas acciones, pero no se menciona la posibilidad de hacer un acercamiento al saber, o que se analice teóricamente lo que le subyace al manojo de fenómenos denominados fracaso escolar. Fines dirigidos hacia un saber Instrumental Otros artículos refieren objetos, objetivos y recomendaciones que se relacionan con un conocimiento instrumental, cuyo propósito es hacer lo que hay que hacer sin ir más allá de de la acción que esto implica, acudiendo a diferentes disciplinas sin que esto requiera, necesariamente, un conocimiento de las mismas. Encontramos objetos de investigación que se vinculan fuertemente con la situación del fracaso escolar en el marco de la efectividad que las políticas han tenido sobre el problema, o las razones por la cuales algunos jóvenes no permanecen en la escuela, o aquellos que no alcanzan cierto nivel mínimo en pruebas estandarizadas. En este mismo sentido, los objetivos de las investigaciones, buscan analizar algunos elementos relacionados con sus objetos, como la pertinencia de las políticas implementadas, los factores, variables o causas que tienen incidencia en la aparición del fracaso escolar; ya no solo con la intención de hacer para atenuar el problema, sino con la intención de hacer para, de alguna manera, cumplir con unos mínimos que han sido establecidos bajo supuestos ideológicos que representan el deber ser de la escuela, ante todo en términos políticos, los cuales se encuentran en una esfera diferente a la del conocimiento. Las recomendaciones de estos artículos están encauzadas a que se establezca, de una vez y por todas, el buen funcionamiento de la escuela enmarcado en discursos de moda como el de la calidad, cuyo fin sea el impedir situaciones como la repitencia, o la deserción. Se apela a un hacer, que sin duda, procurará mejorar los números que permiten posicionar los sistemas educativos, a través de una “receta”; y sin embargo no se canalizan (nuevamente), hacia el saber. No constituye, necesariamente, introducirse en los aspectos inteligibles del problema, es decir, en la producción de un objeto abstracto formal que genere un conocimiento fuera de lo sensible, muchos investigadores “obran como si bastara darse un objeto dotado de realidad social para poseer, al mismo tiempo, un objeto dotado de realidad sociológica” (Bourdieu, 1975 p. 53). Si se piensa con detalle, estos planteamientos investigativos obedecen primordialmente a razonamientos claramente ideológicos o precientíficos, en tanto no son puestos bajo las dinámicas de la crítica y la explicación teórica, impidiendo que no se logre la ruptura epistemológica. Lo que se da, es una percepción ingenua de que se investiga, dado que los términos son los que el sentido común impone, para que al final no se genere más que un saber que no está cerca de lo disciplinar. Fines relacionados con la doxa Los artículos restantes, hacen sus apuestas investigativas con objetos, objetivos y recomendaciones partiendo de la manera en que se cree, que se puede solucionar el asunto del fracaso escolar, sujetas a las representaciones sociales, (la ideología), que afloran en aparatos ideológicos como la escuela, y que son indiscutiblemente de carácter social. Estas se identifican con asuntos que están ligados con el otorgar sentido y con las reflexiones que cada investigador logra hacer con respecto de su objeto sin que involucre, obligatoriamente, un conocimiento teórico sobre este. Los objetos referidos de estos artículos no se alejan de los planteados en los aspectos anteriores. Se estudiaron las representaciones, las conceptualizaciones sobre el fracaso escolar, las propuestas y reformas, y la situación de escolaridad temprana; cuyos objetivos discurren entre el discutir y el reflexionar acerca de elementos comunes entre diferentes sistemas, entre el analizar y el comprender las representaciones, los conceptos y las políticas etc., volviendo al hecho de que se ha creado una necesidad de analizar la realidad a partir de los datos sensibles que allí se encuentran; pero a ello se suma una forma de abordar su objeto que está muy ligado a la forma en que se ha venido entendiendo el fracaso escolar más desde las representaciones y el sentido que los sujetos, que participan o no, han venido construyendo alrededor del problema, sin que medie necesariamente el conocimiento teórico, más que como una manera de sustentar los datos encontrados que como un elemento de ruptura. Un ejemplo, es el que muestra el artículo EL impacto de las representaciones sociales de los actores educativos en el fracaso escolar el cual toma por objeto las representaciones que se dan en torno al fracaso escolar, (Aguado, Aguilar y González 2009) cuyo objetivo es brindar una perspectiva de impacto sobre las representaciones que tiene los alumnos sobre el fracaso escolar. En pocas palabras se toma como objeto lo que se creído que puede ser el fracaso escolar, para a través de este saber dado desde la doxa, cambiar lo que los estudiantes piensan del fracaso escolar. Nada más cercano al sentido común y más alejado del saber disciplinar. Se convierte, entonces, la investigación en un puñado de “opiniones primeras sobre hechos sociales que se presenta como una colección de juicios que son sólo prenociones formadas por la práctica y para ella”. Durkheim (1895) citado por Bourdieu (1975 p. 28) Así mismo las recomendaciones dadas en esos artículos reivindican la necesidad de legitimar prácticas a través de reflexiones que tienen que ver con el sentido que los investigadores dan a sus problemas. Estas no siempre se fundamentan en elementos teóricos sino en opiniones sobre lo que debería ser y hacerse frente al fracaso escolar, poniendo las investigaciones en una posición en la que predomina el sentido común y la ideología por encima del saber. Teniendo en cuenta que las opiniones se cimentan en las apariencias de saber, y aunque son ellas las que eventualmente podrían dar paso a la búsqueda del conocimiento verdadero sobre un objeto, no deben ser entendidas como fuente de conocimiento por sí mismas. En otras palabras, poner en práctica estas recomendaciones no garantiza ni la solución al problema, ni que se forje conocimiento teórico en sentido estricto. El fracaso escolar: efecto de la escuela moderna La democratización de la escuela ha traído consigo múltiples consecuencias que, en todo caso, no han sido siempre en beneficio de quienes hacen parte de ella. Si bien es cierto que la escuela moderna ha generado procesos de inclusión, no solo en el sentido de cobertura, sino en la implementación de innumerables modelos pedagógicos, también es cierto que entre más sujetos hacen parte de ésta, más difícil ha sido propiciar relaciones con el saber. En primer lugar porque ahora la educación tiene un carácter obligatorio y no de necesidad de comprender, y en segundo lugar porque ésta implica el ingreso masivo de individuos a un sistema que responde más, a unos intereses políticos relacionados con el sistema capitalista, que con aquellos que propenden por la apropiación del conocimiento sobre el mundo, como pudo haber sido hace siglos. Sí la escuela no existiera tal como se conoce hoy, es probable que el conjunto de fenómenos que se ha llamado fracaso escolar, tampoco existieran. De acuerdo con esto es pertinente recordar que la educación ha cumplido con diferentes objetivos en cada época de la historia occidental, que no siempre han estado al servicio del conocimiento. Si bien la educación en civilizaciones como la griega, pretendían hacer que el hombre se acercara más al conocimiento de su realidad, también han existido periodos de la historia en los cuales la educación ha cumplido con objetivos enfocados hacia otro tipo de conocimientos, tal vez instrumentales, los cuales se enmarcan en determinados momentos sociales y políticos, cuyos fines no están necesariamente dados al conocimiento científico, lo que ha dado pie para dar un estatus político a la escuela. No ha sido justamente la escuela la encargada (siempre) de estos propósitos, han sido otros lugares, otras instituciones las que han propiciado espacios de saber, como la universidad en sus inicios. No obstante con el paso del tiempo y la creciente intervención de los gobiernos (instaurados en la construcción de los estados nacionales) en la esfera educativa, se crea la necesidad de que todo ciudadano haga parte, por derecho, de la escuela y como consecuencia de esto se da la masificación de la educación, y tras esta la necesidad de organizar un currículo que de cierto modo ha venido visibilizando a aquellos sujetos que se adhieren con éxito, o sin él a los requerimientos de los sistemas educativos. En tanto se fueron instaurando paulatinamente unos segmentos educativos en donde se instituyeron la escuela primaria obligatoria, la secundaria y la universitaria en dialogo con los principios de la escuela nueva, se fueron divisando efectos que han venido recayendo, principalmente sobre el sujeto, pero también sobre la escuela y los propios sistemas educativos, principalmente por procesos sociales como la inclusión en masa a la escuela, de los individuos en su condición de ciudadanos. Si se piensa en los inicios, es necesario decir que los principios escolanovistas se centraron principalmente en la delimitación del currículo, en relación a la estructura, sus subdivisiones y las sistematizaciones en el espacio y el tiempo; así como en el conocimiento de la niñez que a su vez apoya la construcción curricular. Sin embargo la escuela nueva abanderada por Claparède encarnó pretensiones que iban más allá de lo meramente pedagógico por lo que sobrepasó las fronteras del campo de la educación para adentrarse en una esfera de compleja comprensión como la política. Esto puede ser referenciado claramente en el texto de Díaz (2015 p. 137) en el que se puede apreciar como a través del instituto Jean-Jacques Rousseau y su adopción de la Oficina Internacional de Educación (OIE) se introdujo el debate político sobre educación y pedagogía, convirtiéndose en “caja de resonancia de las nuevas ideas en pedagogía y las posibilidades que desde allí imaginaban para la escuela, en la perspectiva activa o nueva” Desde entonces los límites entre política, educación y pedagogía han sido más borrosos al punto de que hoy día no pueda ser posible la discusión educativa sin que estén de por medio políticas gubernamentales, que se alejan cada vez más del saber disciplinar, poniendo la educación al servicio de la política y de los fines de estado, y no la política al servicio de la educación que hagan de la escuela un espacio de saber. En este sentido el conjunto de fenómenos denominados fracaso escolar, se convierte en la evidencia sensible de la intrincada mezcla dada entre política, educación y pedagogía, que no tiene cotos, y sin embargo se pretende estudiar sin hacer una comprensión de lo que le subyace al fenómeno, trayendo como consecuencia decenas de investigaciones que no pueden dar cuenta de nada que este fuera de dicha mezcla. A manera de conclusión Entonces ¿cuál sería el camino que posibilite entender qué elementos abstractos permanecen bajo aquello denominado fracaso escolar? por lo pronto no se dará respuesta a este interrogante, pues esto implicaría un trabajo teórico de otro talante. Pero todo lo expuesto a lo largo de este documento nos permite mostrar en dónde radica el error que permite pensar, por ejemplo, que el fracaso escolar pueda ser un objeto formal que induzca a un conocimiento. Además nos esboza el camino para pensar en el conocimiento en qué medida se encuentra en términos del saber y en qué medida en términos políticos. En cuanto a la investigación Algunos investigadores que hacen parte de nuestra fuente documental tienen pistas acerca de lo que sucede frente a la forma en que podría mirarse el fracaso escolar para hallar respuestas frente a lo que pudiera ser un objeto abstracto formal. Sin embargo es posible darse cuenta que siempre hay un cuello de botella que no permite el paso a esa nueva forma de ver el asunto. Así mismo se ha podido encontrar que en algunos artículos manifiesten la imposibilidad de superar el problema a pesar de todos los esfuerzos realizados. Son los investigadores mismos, quienes dan testimonio de la poca probabilidad de dar soluciones concretas a un asunto, que entre otras cosas, no se ha puesto bajo conceptos teóricos. Aun así, la mayoría de los artículos no dejan retirar, que son las acciones concretas las que permitirán solucionar el problema. Lo cual pone al descubierto que el dificultad radica en el saber. Este aspecto en particular, nos remite a un elemento clave que Charlot (2008) ha revelado tras décadas de estudio con relación al saber. Este elemento es el deseo, el deseo de saber como motor que le da al sujeto, en tanto relación con el saber (que es a la vez conjunto de relaciones), la posibilidad de representarse el mundo en una red de significados construidos en el tiempo mediante la actividad. Mientras el investigador no posea un objeto de deseo, el deseo de aprender y de saber, sobre lo que da como resultado el fracaso escolar o cualquier otro fenómeno, difícilmente logrará desprenderse de objetos concretos, pues sus intenciones no serán las de saber sobre algo en particular, sino otras muy diferentes. Investigar es un acercarse al conocimiento científico, a ese que le permite al sujeto tener una postura frente a algo tras la construcción de objetos abstracto- formales y el que le permite emprender rupturas epistemológicas; investigar es una actividad cuyo móvil estría determinado por la dinámica interna del deseo de saber y cuyo fin sería el conocimiento de algún objeto como lo plantea Charlot (2008) independientemente de los valores materiales que eso conlleve. Por otra parte, no se puede negar que las investigaciones presentadas como corpus documental generan ciertos conocimientos, pero son conocimientos que versan sobre las experiencias de los investigadores, sobre las acciones que desde la política se han realizado para combatirlo (reformas y programas), sobre casos particulares de tal o cual sistema educativo, sobre las cifras que se mueven desde la medición estadística; todo esto en niveles funcionales, personales, contextuales o especializados. Sin embargo estos conocimientos no son suficientes en tanto no son capaces de cambiar dicha realidad, solo reafirman un hecho que tiene que ver con algo social, político y pedagógico, que no se sabe que es; por lo que no nos encontramos ante experiencias científicas, pues estas son experiencias que contradicen la experiencia común, en donde no se rectifican errores, base fundamental del pensamiento científico (Bachelard, 1948). Quedarse con aquello que es concreto, no genera más que conocimientos superficiales sobre lo que se estudia, para Marx (como se citó en Bourdieu 1975, p. 206) lo concreto “aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida […].” En definitiva no se puede estudiar el fracaso escolar, pensando en éste como un objeto formal, dado que este como conjunto de fenómenos no es más que la suma indiscriminada de diferentes hechos concretos que sólo son muestra de la realidad que todos pueden percibir sin ni siquiera haber pasado por procesos de investigación. En cuanto a la educación Frente a lo educativo, no es difícil interpretar los hechos. El panorama se ve totalmente intervenido desde la política. Desde la educación inicial hasta la última etapa de posgrado se encuentra atravesada por políticas nacionales e internacionales, que ya no obedecen a un ideario pedagógico como pudo haber sido a principios de siglo XX, sino a las expectativas de un régimen mundial que está a favor de la homogenización de los individuos frente a las ideologías dominantes. La escuela como institución, ahora más que nunca, cumple su papel como aparato ideológico del estado. Su condición masificadora y obligatoria, la pone como la principal reproductora de la “las relaciones de producción, es decir, de la relaciones de explotación capitalistas” (Althusser, 2011, p. 183) dejando su objetivo primario: el acercamiento con el saber; imponiendo prácticas que se ajustan a ideologías universales pensadas desde la realidad. Las cuales se hacen más tangibles cuando, por ejemplo, organismos internacionales como la UNESCO, o la UNISEF se acercan a los estados y profieren recomendaciones para que se logre la tan anhelada estandarización: el cumplimiento total de lo que se cree debe ser la escuela. En otras palabras se ofrece a cada nación la oportunidad de que haga lo que tiene que hacer para mantener un proyecto político que le permita estar a la par de los “mejores del mundo” Todos los sistemas educativos, en tanto sistemas hacen parte de la gran maquinaria ideológica que promueve ciertas maneras de estar en el mundo, y como sistemas cumplen con su papel de integradores, y para ello hay que volverse atractivo; entonces gobiernos como el nuestro ofrece gratuidad, alimento, transporte, y más tiempo en la escuela -como se apreció en el tercer capítulo- incluso a expensas del saber. Desde hace décadas estar en la escuela (en cualquiera de sus etapas) no es sinónimo de conocimiento –al fin de cuentas no es ella quien lo produce,- es sinónimo de, en el caso de primaria y secundaria, una especie de guardería en la que los padres dejan a sus hijos mientras trabajan; y en etapas de pregrado y posgrado una fábrica de títulos que permiten engrosar las estadísticas tanto para el sistema educativo en general, como para las instituciones en particular. Los efectos de la politización de la escuela se sienten fuertemente ahora más que nunca. Hoy asiste al colegio casi toda la población de los sistemas occidentales y otra parte importante asiste a la universidad y muchos logran titularse; sin embargo esto no significa que se haya pasado por un proceso de formación, sólo que el número de graduados ha aumentado cumpliendo con el objetivo político. Y como el objetivo es político vemos investigaciones publicadas en revistas indexadas hablando sobre el fracaso escolar y la manera de resolver que los estudiantes se queden el sistema, que se logren graduar, que no repitan, que no pierdan ninguna asignatura, en últimas consejos “prácticos” para que no desmejoren las cifras. Y la pregunta es ¿Eso ya no lo habían hecho los organismos internacionales? Claro que sí, y entonces ¿Qué hace un investigador? La pregunta por el saber queda nuevamente allí comprometida en procesos de pensamiento lejos de los avatares políticos, demostrando que las fronteras entre investigación educativa y la política son cada vez son más borrosas y más difíciles de vislumbrar. Referencias
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