Dialogo
entre docente y alumno: un asunto complejo
Angelica Cázares Alvarado
Resumen
Lo que se pretende en el
síguete texto es: introducir sobre los aspectos complejos en los que se encuentra el
profesorado, abordando las circunstancias fortuitas en las que los maestros ingresan a la
docencia, una aproximación de la forma en que el profesor va integrando elementos y
productos de la práctica docente, al tiempo que se reflexiona sobre el pensamiento de los
docentes, la comunicación como principal medio de la educación y el impacto de los
medios informativos a ésta, el lenguaje como dos mundos o culturas distintas.
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Lo que hace único al
hombre homo sapiens es su capacidad
simbólica (Sartori 1999:23) lo que indujo
Ernst Cassirer a definir al hombre como animal simbólico lo explica de la
siguiente manera:
El hombre no vive en un universo puramente físico sino en un universo
simbólico. Lengua, mito, arte y religión (
) son diversos hilos que
componen el tejido simbólico (
). Cualquier progreso humano en el
campo del pensamiento y de la experiencia refuerza este tejido (
).
La definición del hombre como animal nacional no ha perdido nada de
su valor (
) pero es fácil observar que esta definición es una parte total.
Porque al lado del lenguaje conceptual hay un lenguaje del sentimiento,
al lado del lenguaje lógico o científico está el lenguaje de la imaginación
poética. Al principio, el lenguaje no expresa pensamientos o ideas, sino
sentimientos y afectos. (1948, págs. 47-49).
Por lo que acorde a lo
expresado por Cassirer, entendemos entonces que el animal simbólico comprende todas las formas de la vida cultural del
hombre, y esa capacidad de expresarse del hombre, tiene que ver con el lenguaje o se ve
desplegado mediante esa serie de signos y sonidos significantes
que le permiten comunicarse, visto así se pudiera decir que los animales también lo
hacen, sin embargo el hombre es la especie de ser viviente, que reflexiona sobre lo que
dice, y no solo el comunicar, sino también el pensar y conocer sobre lo que dice, el
hombre es pues un animal simbólico caracterizado porque construye en y con el lenguaje,
ya que éste no solo es un instrumento del comunicar sino también del pensar (Sartori
1999:24-25).
Luego entonces en un
ejercicio de reflexión sobre el lenguaje y la comunicación en el quehacer del proceso
enseñanza-aprendizaje, nos permite conducirnos sobre la tarea del docente y su
conexión con los propios compañeros docentes y los alumnos, sobre las
dinámicas de comunicación y poder que se ejercen en el aula, tiene que ver con lo que
comunicamos y cómo se comunica: la forma, el estilo, el estar preparado o no
en la docencia, si además se agrega en el complejo proceso, el que en muchas de las
ocasiones resulta que la carrera de origen del docente no es la de profesor [1] además de abordar sobre la diversidad de
dinámicas que obliga ahora a los docentes a interactuar con medios tecnológicos con los
que hasta hace poco no eran utilizados como instrumento educativo.
La actividad pedagógica
en sí misma resulta compleja, más ahora que se encuentra en una especie de
recomposición obligada por las tecnologías utilizadas en los procesos de comunicación,
en donde el propio lenguaje ha cambiado, es pues ahora más que nunca cuando se abre una
brecha generacional marcada por las innovaciones electrónicas, los nuevos códigos de
acceso al lenguaje del alumnado entre otros.
El ingreso del maestro en
educación superior al magisterio y en particular las circunstancias en la que lo hace son
una parte importante que da cuenta de la construcción de la identidad docente.
La mayoría de los que hoy
son docentes de nivel superior, al terminar su carrera de origen, no encontraron trabajo
en su campo profesional, en estas circunstancias se les presente la oportunidad de dar
clases, ya que la docencia se presenta como una actividad intermedia en lo que
encuentro trabajo, y es así que muchos de ellos se van quedando a través del
tiempo en este escenario, o avanzando en el entendimiento y dominio de lo educativo.
Se reconoce el ingreso a
la actividad docente como un recorte, como algo complementario, como un trabajo que se
puede ligar al referente ya existente: la profesión
de base, es decir, no se le ve en un inicio como opción de vida, sin embargo, las
características de la actividad docente en el nivel superior favorecen el ingreso en
estas condiciones ya que: se pueden impartir pocas clases, acomodar los horarios, existe
un periodo largo de vacaciones, en resumen puede ser combinada con otras actividades.
En este contexto, es
posible decir que la mayoría de los docentes que laboran en el nivel superior tienen de
antemano una formación distinta a la docencia, es decir no es docente por elección
primaria, ya que no es su intención, llegan a la docencia por azar (Remedi
1989:16), provienen de otros campos de conocimiento alrededor de los cuales han ido
formando una intención de desarrollo profesional, con lo cual se han inscrito en un
gremio imaginado y avanzan en la construcción de una correspondiente identidad de la
profesión.
Cuando se inicia en el
ejercicio de la profesión, el maestro principiante en la educación superior, es influido
porque no considera a la tarea como difícil, inclusive llega a considerar la
labor como algo fácil de realizar, pero
luego en el salón de clases y una vez que se inicia el proceso de comunicación el asunto
no resulta nada sencillo, por lo menos no como se esperaba o le habían contado.
Por lo anterior, vale
decir que se requieren de aprender y desarrollar diversas habilidades en virtud de que
la acción comunicativa es el principal medio del que se vale la educación para
promover los cambios que pretende (Asensio 2004:149)[2] y en tanto que cuando la comunicación no fluye,
es decir no se tienen establecidos los mismos códigos de lenguaje -no idioma- entre profesor y alumnos, el
sentimiento es de frustración y fracaso, por lo que se tiene la sensación de estar en un
laberinto sin salida, ya que por una parte se encuentra alejado de la profesión de
origen, es decir para la que fue formado, y por otra, avanzando en la construcción de un
imaginario complementario en la práctica educativa, la práctica le va corroborando
el hecho de sobrevivir en la actividad de enseñar está ligado principalmente a la
resolución de problemas (Abraham:1986).
El docente se inicia con
poca información sobre las alternativas y las posibles soluciones a aplicar en
determinada problemática en el salón de clases, y el asunto de la responsabilidad de la
docencia no es paulatina, ya que se le exige lo mismo que al veterano con experiencia, es
decir los estándares de evaluación por parte del alumnado son los mismos, las encuestas
orientadas a la evaluación sobre la aptitud del docente es igual para todos los
profesores, no importa cuanta antigüedad y por lo tanto experiencia se tenga en la
práctica docente.
Considerando que algunos
teóricos se han preocupado por analizar, el conjunto de formalidades y requisitos que
debe satisfacer una pedagogía tecnológica la cual se interesa en los
problemas relacionados con la programación de unos contenidos, la codificación de las
informaciones, la utilización de unos u otros canales de transmisión, la eliminación de
ciertas perturbaciones o ruidos, la producción de correspondencias etc., bajo estos
ambientes educativos en las cuestiones mencionadas, que se recae solo en la actividad
comunicativa y planificadora con el fin de que los alumnos capten fielmente el mensaje.
(Asensio 2004:150).
Por lo que se pierde el
sentido relacional, el carácter de interacción abierta a contingencias, así como a las
determinaciones que impone cada sujeto por su condición de ser autónomo, olvidando en lo
que a comunicación se refiere, lo que se pretende transmitir y lo que se interpreta se
interpone la experiencia de cada individuo y los significados que de ella se derivan
(Asensio 2004:151). Acorde a lo expuesto por Asensio, y considerando la falta de
preparación del docente para las actividades que le son conferidas en su profesión, el
mecanismo de iniciación del profesor es de un continuo aprendizaje, el cual se encuentra
en torno al proceso de socialización de la docencia, que incluso lo puede conducir
quizás a su vocación verdadera: la docencia.
Una vez que el docente, se
imagina, se piensa como tal, es decir se reconoce en sí mismo como su vocación a la
docencia, luego entonces la pregunta es ¿Cómo es el profesor ideal?.
Una línea de
investigación, como posibilidad para analizar es el conocimiento práctico personal de
los docentes, como lo expresan Connelly y Clandinin (1995) es el cuerpo de
convicciones y significados conscientes o inconscientes que surgen a partir de la
experiencia, es personal, social, tradicional y se expresa en acciones personales.
Este es un conocimiento dirigido a la acción que trata de cómo hacer las cosas, y que
los profesores adquieren mediante la experiencia docente.
Es la experiencia del
docente, la que permite hablar de calidad de la enseñanza, ya que el profesor no solo
debe contar con los conocimientos necesarios de su materia, sino que también tiene que
ver con la forma en que los trasmite, tiene que ver con las formas de relación que
el profesor genere con sus alumnos, de que éstos manifiesten algo tan esencial en
educación y tan intratable desde el punto de vista tecnológico como lo es el deseo de
aprender (Asensio 2004: 151).
Aunado lo anterior, no es
posible ignorar que el avance de las tecnologías, de los medios electrónicos, los cuales
facilitan o crean una distancia entre el profesor y el alumno, sin embargo ya no es
posible pensar en la docencia sin considerar el acceso a la información que se tiene, de
alumnos que han crecido en este esquema, de palabras comunes, incorporadas al lenguaje
como por ejemplo: lo pueden consultar en internet, mándame un mail, la bibliografía la tienen en la página web,
etc., este esquema de nuevas dinámicas en la vida cotidiana escolar, van cambiando
o evolucionando día a día, y a lo que el docente es obligado a ingresar a
esa dinámica.
El progreso tecnológico
es una realidad, y en la medida en que ha aparecido y evolucionado, ha sido en ocasiones
temido e incluso rechazado, se reconoce que cualquier innovación molesta porque cambia
los órdenes ya constituidos y reconocidos, por el lenguaje, aunque no es posible
generalizar.
Lo que es cierto es que
nos encontramos en la era de la multimedia [3] en la cual como el nombre lo indica los medios de comunicación
son lo que se conoce como la era de la cibernética. [4]
Es en ese escenario en que
los procesos instruccionales, comunicativos o de enseñanza se encuentran inmersos en el
proceso educativo expuesto en el aula, por lo que acorde a lo expuesto por Asensio en
relación a que la pedagogía pretende además de una elaboración de conocimiento
teórico para la acción educativa, la que además resulta multidisciplinar, en virtud de
que contempla lo que acontece en la interacción entre un sujeto que ha de protagonizar un
desarrollo biológico, personal y social en un medio de características físicas y
culturales [5] en una continua evolución (1997:48).
Conviene señalar que el
acto de comunicar, mas allá del medio que sea utilizado escrito, verbal, no verbal,
electrónico- la comunicación es un proceso que persigue, antes que nada, influir
en el otro, modificar sus opiniones, sus estados de ánimo, sus valoraciones, sus formas
de actuar en definitiva (Asensio 2004:153).
Por lo que comunicar tiene
como fin la búsqueda que se responda de la misma manera, es decir, que se comunique la
respuesta, que exista una reacción, entender lo que se dice y actuar en consecuencia, por
lo que en el ejercicio del aula un profesor que pretende educar sin pretender influir
carece de sentido, por lo que el docente lo que espera del alumno es que éste se mueva
conforme a la instrucción que se le señala o se le propone y se orienta a lo previamente
pactado, como lo es el entendimiento de los roles, el que instruye o guía y el que
responde, sigue o se deja guiar.
Para que exista esta
negociación en la comunicación se reconoce el papel que juega cada una de las personas
que intervienen en los procesos comunicativos, queda claro que en el marco escolar, tiene
que ver con la aceptación y reconocimiento de lo ya establecido y sus respectivas reglas
y roles. Como lo son las escuelas, el papel y función del docente o profesor, así como
también el del alumno o estudiante.
El diálogo es lo que
surge en este proceso, tanto el de reconocimiento de los roles, de la institucionalidad y
las reglas establecidas y aceptadas, entendemos pues como diálogo a la manera de
conversar en las que las personas opinan sobre algún asunto, tema o conversan de manera
cordial. Para Asensio el diálogo va más allá de lo aquí expuesto, por lo que dice que
dialogar significa participar en una comunicación que se produce entre personas y
no entre ideas y menos aún entre máquinas que se contestan, tiene que ver más con
el comportamiento que implica a la totalidad del ser humano, porque se efectúa con toda
la corporeidad más aún que la palabra. (2004.188).
Luego entonces el diálogo
no solo tiene que ver con la palabra, sino con toda la composición del lenguaje, de los
símbolos, del no comunicar (el silencio), la expresión del rostro, el tono
de voz y los movimientos que se realizan, por lo que el diálogo solo puede darse entre quienes lo aceptan así, entre quienes
comparten el espacio y los intereses, y en la aceptación de sí mismo y de los demás.
El docente en el aula
¿instruye o dialoga?, una pregunta que se deja abierta para la reflexión en este
ejercicio de compartir el conocimiento, de aceptar y reconocer los saberes que cada uno de
los sujetos expone en el salón de clases, puede ser una de las formas en que el proceso
de enseñanza-aprendizaje se ve inmerso.
El diálogo supone, en
esencia el promover el acceso a la influencia de los conocimientos, emociones y
experiencias que lo hacen posible y que impiden en ocasiones el proceso al tiempo, por lo
que en el intercambio de ideas entre el docente y el alumnado, hacen que éstos queden
atrapados en las redes de un pensamiento rígido, autocrático y simplificador, por lo que
el aprender a dialogar equivale a orientarse en el camino de la ética y de la libertad,
del respeto y aceptación de los demás (Asensio 2004:190).
El diálogo es un
instrumento indispensable en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es más parece
impensable la ejecución del proceso sin el diálogo, el docente debe estar abierto a las
distintas formas de comprensión del lenguaje, de entender las distintas realidades
la suya, la del alumno(s), los tutorados- y de aceptarlas, de exponer la nuestra y
estar concientes de que no necesariamente encontraremos respuesta al mensaje que nosotros
enviamos, a mover o remover los recursos mentales sean cognitivos o emocionales con los
que disponen las personas.
Por lo expuesto en este
trabajo de reflexión, ¿podremos imaginar al docente ideal?, me parece que no, en virtud
de las transformaciones que se generan día a día en el campo de la docencia, los
descubrimientos tecnológicos, la evolución del quehacer educativo, las políticas que se
crean y se implementan acorde a las exigencias sociales, económicas y culturales.
Pero lo que si es posible
decir es que se reconoce a la experiencia del docente, sin embargo esta experiencia no es
el elemento único e indispensable que permitiría el éxito en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, sino que son una serie de elementos los que pudieran acercarnos a
la concepción de un docente ideal, o del docente que permite el desarrollo o crecimiento
educativo del alumno, mediante el reconocimiento de elementos que el docente puede
instrumentar, como lo son el reconocimiento de sí mismo en la tarea que realiza, la
comunicación entendida y explicada mediante la búsqueda del lenguaje que permita la
construcción de un diálogo con el fin de compartir el sentido del conocimiento
científico, de la vida misma, y sus valores.
Por lo anterior, es de
considerar que si bien es cierto que los docentes universitarios se ven envueltos en una
diversidad cultural y social así como su alumnado, también vale la pena la reflexión
sobre la implicación de que éstos son los que ayudan a formar al ciudadano, y esto
implica a la formación universitaria como un ejercicio complejo, en un mundo o época en
la que el conocimiento se encuentra o es visto como un instrumento de poder.
En consecuencia, si la
formación de los ciudadanos a partir de lo expuesto en este documento se hace cada vez
más compleja, por ende la profesión docente universitaria también lo es, la cual
además se incrementa a partir por el cambio de estructuras sociales, científicas y
educativas las cuales son las que permiten, dan sentido y dirigen las políticas
institucionales del sistema educativo.
Luego entonces en un
futuro no es posible imaginar el quehacer docente sin contemplar el contexto en que
transita o vive como lo es la reflexión de las formas en que se transforma la sociedad,
el conocimiento, la cultura, el arte y por ende con todos estos elementos los productos
que se arrojan convertidos en pensamientos.
Reflexionar sobre la
evolución social en su estructura material, institucional y formas de convivencia,
modelos y tipos de familias [6], de producción y distribución de la riqueza que refleja el
cambio en la manera de pensar, sentir y actuar de las nuevas generaciones, tanto del
alumnado como de su profesorado, lo que tiene que ver con los intereses generados a partir
de una sociedad de información y consumo, con cambio de valores y expectativas.
Ese contexto social
cambiante, con modificación de intereses y valores condicionan de cierta manera la
educación y se reflejan en una serie de fuerzas en conflicto, entre lo que se enseña,
entre la teoría el debe ser y el impacto de los medios de comunicación que
acompañan la transformación y lo que se es y se actúa en consecuencia por
lo que permite o ayuda a la transformación de organizaciones, y por consecuencia impacta
a las instituciones.
Por lo que en un
análisis, se debe contemplar a la formación no como algo exclusivo para los docentes,
sino de establecimiento de modelos participativos en la práctica de la educación, como
lo sería la elaboración y evolución de políticas de formación institucionales,
reflejados en programas permanentes que respondan al contexto social.
El contar con un país
democrático, como lo es México, permite crear en la universidad, los espacios de
resistencia y libertad intelectual suficiente que permite la intervención de autonomía
personal y profesional en las universidades, situación que permite establecer los
mecanismos de cambios que se requieran para adaptar y adoptar las políticas que en
formación docente convengan.
Sin embargo, el compromiso
es pues que la universidad en materia de formación docente requiere de una renovación
continua, que permita formar a profesores con estructuras universitarias distintas,
abiertas al cambio con el fin de responder las demandas sociales, para atender las nuevas
competencias, es decir la sociedad exige que los docentes sean profesionales en su
quehacer cotidiano, no es suficiente con ser especialista en el campo del conocimiento,
sino también de la forma de comunicarlo, de transmitirlo.
Por lo que para concluir,
consideramos que la forma de comunicar, transmitir y compartir
el conocimiento académico debe ser debatido, sobre sus estructuras pedagógicas, su
metodología, y su quehacer docente que responda a los retos sociales, en toda su
complejidad y acompañado de políticas que permitan hacer realidad al docente profesional
en el campo de especialización y enseñanza.
Bibliografía
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El enseñante es también una persona, Gedisa; España.
ASENSIO, Josep María
(1997) Biología y educación, Ariel; España.
ASENSIO, Josep María
(2004) Una educación para el diálogo, Paidós; España.
CASSIRER, Ernst (1948)
Saggio sulluomo, Milán, Longanesi, en Sartori, Giovanni (1997), Homo videns: la
sociedad teledirigida, Santillana.
CONNELLY, F y Clandinin,
D. (1995) citados en García Carlos M. (1995) El pensamiento del profesor,
Ceac.
PADILLA MUÑOZ, Ruth
(2007) La capacitación y actualización de profesores universitarios: un estudio de
caso, Universidad de Guadalajara. México.
REMEDI, E. et al. (1989)
Supuestos en la identidad del maestro: materiales para la discusión,
Departamento de Investigaciones Educativas, CINVESTAV, IPN. México.
REMEDI, E. et al. (1989)
Maestros, entrevistas e identidad, CINVESTAV, IPN. México.
SARTORI, Giovanni. (1997)
Homo videns: la sociedad teledirigida, Santillana. España. Reimpresión en
México marzo 1999 por Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A. de C.V.
[1] En una encuesta de carácter
informal en el Departamento de Políticas Públicas del Centro Universitario de Ciencias
Económico Administrativas de
[2] El apartado de Pedagogía y
Comunicación, Asensio dice que la comunicación es uno de los temas centrales en las
reflexiones pedagógicas, porque la comunicación es el elemento del que se vale para
promover los cambios que se proponen, además que todo lo que influye en la comunicación
humana influyen en dichos cambios con la posibilidad de que se produzcan secuencias de
desarrollo personal deseables.
[3] Por multimedia se entiende a la unificación
en un solo medio de la palabra escrita y hablada, además del sonido y la imagen.
[4] El término de cibernética fue acuñado por
Norbert Wiener para denominar el control y la comunicación en el animal y en la
máquina (es el título de su libre de 1948). Esencialmente, la cibernética de
Wiener trata de los mensajes de órdenes que el hombre da a la máquina, pero
también los que la máquina da a la máquina y los que ésta le devuelve al hombre. El
significado etimológico de la cibernética es arte del piloto; pero los
pilotos en cuestión son ahora los circuitos de órdenes y de control en las maquinas
electrónicas.
[5] Si además se considera ya como cultural o
parte de la vida a la multimedia.
[6] Reflexionemos el contexto social
en México, en razón de familias compuestas por dos miembros como lo son: parejas sin
hijos, madres solteras, parejas homosexuales con o sin hijos, entre otros, como por
ejemplo.