Sincronía Summer 2007


Dialogo entre docente y alumno: un asunto complejo

Angelica Cázares Alvarado


 

Resumen

Lo que se pretende en el síguete texto es: introducir sobre los aspectos complejos en los que se encuentra el profesorado, abordando las circunstancias fortuitas en las que los maestros ingresan a la docencia, una aproximación de la forma en que el profesor va integrando elementos y productos de la práctica docente, al tiempo que se reflexiona sobre el pensamiento de los docentes, la comunicación como principal medio de la educación y el impacto de los medios informativos a ésta, el lenguaje como dos mundos o culturas distintas.

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Lo que hace único al hombre “homo sapiens” es su capacidad simbólica (Sartori 1999:23)  lo que indujo Ernst Cassirer a definir al hombre como “animal simbólico” lo explica de la siguiente manera:

 

            El hombre no vive en un universo puramente físico sino en un universo

            simbólico. Lengua, mito, arte y religión (…) son diversos hilos que

            componen el tejido simbólico (…). Cualquier progreso humano en el

            campo del pensamiento y de la experiencia refuerza este tejido (…).

            La definición del hombre como animal nacional no ha perdido nada de

            su valor (…) pero es fácil observar que esta definición es una parte total.

            Porque al lado del lenguaje conceptual hay un lenguaje del sentimiento,

            al lado del lenguaje lógico o científico está el lenguaje de la imaginación

            poética. Al principio, el lenguaje no expresa pensamientos o ideas, sino

            sentimientos y afectos. (1948, págs. 47-49).

 

Por lo que acorde a lo expresado por Cassirer, entendemos entonces que el animal simbólico  comprende todas las formas de la vida cultural del hombre, y esa capacidad de expresarse del hombre, tiene que ver con el lenguaje o se ve desplegado mediante esa serie de signos y sonidos  “significantes” que le permiten comunicarse, visto así se pudiera decir que los animales también lo hacen, sin embargo el hombre es la especie de ser viviente, que reflexiona sobre lo que dice, y no solo el comunicar, sino también el pensar y conocer sobre lo que dice, el hombre es pues un animal simbólico caracterizado porque construye en y con el lenguaje, ya que éste no solo es un instrumento del comunicar sino también del pensar (Sartori 1999:24-25).

             

Luego entonces en un ejercicio de reflexión sobre el lenguaje y la comunicación en el quehacer del proceso enseñanza-aprendizaje, nos permite conducirnos sobre la tarea del docente y su “conexión” con los propios compañeros docentes y los alumnos, sobre las dinámicas de comunicación y poder que se ejercen en el aula, tiene que ver con lo que comunicamos y cómo se comunica: la forma, el estilo, el “estar preparado” o no en la docencia, si además se agrega en el complejo proceso, el que en muchas de las ocasiones resulta que la carrera de origen del docente no es la de profesor [1] además de abordar sobre la diversidad de dinámicas que obliga ahora a los docentes a interactuar con medios tecnológicos con los que hasta hace poco no eran utilizados como instrumento educativo.

 

La actividad pedagógica en sí misma resulta compleja, más ahora que se encuentra en una especie de recomposición obligada por las tecnologías utilizadas en los procesos de comunicación, en donde el propio lenguaje ha cambiado, es pues ahora más que nunca cuando se abre una brecha generacional marcada por las innovaciones electrónicas, los nuevos códigos de acceso al lenguaje del alumnado entre otros.

El ingreso del maestro en educación superior al magisterio y en particular las circunstancias en la que lo hace son una parte importante que da cuenta de la construcción de la identidad docente.

 

La mayoría de los que hoy son docentes de nivel superior, al terminar su carrera de origen, no encontraron trabajo en su campo profesional, en estas circunstancias se les presente la oportunidad de dar clases, ya que la docencia se presenta como una actividad intermedia “en lo que encuentro trabajo”, y es así que muchos de ellos se van quedando a través del tiempo en este escenario, o avanzando en el entendimiento y dominio de lo educativo.

 

 

Se reconoce el ingreso a la actividad docente como un recorte, como algo complementario, como un trabajo que se puede ligar al referente ya existente: la  profesión de base, es decir, no se le ve en un inicio como opción de vida, sin embargo, las características de la actividad docente en el nivel superior favorecen el ingreso en estas condiciones ya que: se pueden impartir pocas clases, acomodar los horarios, existe un periodo largo de vacaciones, en resumen puede ser combinada con otras actividades.

 

En este contexto, es posible decir que la mayoría de los docentes que laboran en el nivel superior tienen de antemano una formación distinta a la docencia, es decir no es docente por elección primaria, ya que no es su intención, “llegan a la docencia por azar” (Remedi 1989:16), provienen de otros campos de conocimiento alrededor de los cuales han ido formando una intención de desarrollo profesional, con lo cual se han inscrito en un gremio imaginado y avanzan en la construcción de una correspondiente identidad de la profesión.

 

Cuando se inicia en el ejercicio de la profesión, el maestro principiante en la educación superior, es influido porque no considera a la tarea como “difícil”, inclusive llega a considerar la labor como algo “fácil de realizar”,  pero luego en el salón de clases y una vez que se inicia el proceso de comunicación el asunto no resulta nada sencillo, por lo menos no como se esperaba o le habían contado.

 

Por lo anterior, vale decir que se requieren de aprender y desarrollar diversas habilidades en virtud de que “la acción comunicativa es el principal medio del que se vale la educación para promover los cambios que pretende” (Asensio 2004:149)[2] y en tanto que cuando la comunicación no fluye, es decir no se tienen establecidos los mismos códigos de lenguaje  -no idioma- entre profesor y alumnos, el sentimiento es de frustración y fracaso, por lo que se tiene la sensación de estar en un laberinto sin salida, ya que por una parte se encuentra alejado de la profesión de origen, es decir para la que fue formado, y por otra, avanzando en la construcción de un imaginario complementario en la práctica educativa, “la práctica le va corroborando el hecho de sobrevivir en la actividad de enseñar está ligado principalmente a la resolución de problemas” (Abraham:1986).

 

El docente se inicia con poca información sobre las alternativas y las posibles soluciones a aplicar en determinada problemática en el salón de clases, y el asunto de la responsabilidad de la docencia no es paulatina, ya que se le exige lo mismo que al veterano con experiencia, es decir los estándares de evaluación por parte del alumnado son los mismos, las encuestas orientadas a la evaluación sobre la aptitud del docente es igual para todos los profesores, no importa cuanta antigüedad y por lo tanto experiencia se tenga en la práctica docente.

 

Considerando que algunos teóricos se han preocupado por analizar, el conjunto de formalidades y requisitos que debe satisfacer una “pedagogía tecnológica” la cual se interesa en los problemas relacionados con la programación de unos contenidos, la codificación de las informaciones, la utilización de unos u otros canales de transmisión, la eliminación de ciertas perturbaciones o ruidos, la producción de correspondencias etc., bajo estos ambientes educativos en las cuestiones mencionadas, que se recae solo en la actividad comunicativa y planificadora con el fin de que los alumnos capten fielmente el mensaje. (Asensio 2004:150).

 

Por lo que se pierde el sentido relacional, el carácter de interacción abierta a contingencias, así como a las determinaciones que impone cada sujeto por su condición de ser autónomo, olvidando en lo que a comunicación se refiere, lo que se pretende transmitir y lo que se interpreta se interpone la experiencia de cada individuo y los significados que de ella se derivan (Asensio 2004:151). Acorde a lo expuesto por Asensio, y considerando la falta de preparación del docente para las actividades que le son conferidas en su profesión, el mecanismo de iniciación del profesor es de un continuo aprendizaje, el cual se encuentra en torno al proceso de socialización de la docencia, que incluso lo puede conducir quizás a su vocación verdadera: la docencia.

 

Una vez que el docente, se imagina, se piensa como tal, es decir se reconoce en sí mismo como su vocación a la docencia, luego entonces la pregunta es ¿Cómo es el profesor ideal?.

 

Una línea de investigación, como posibilidad para analizar es el conocimiento práctico personal de los docentes, como lo expresan Connelly y Clandinin (1995) “es el cuerpo de convicciones y significados conscientes o inconscientes que surgen a partir de la experiencia, es personal, social, tradicional y se expresa en acciones personales”. Este es un conocimiento dirigido a la acción que trata de cómo hacer las cosas, y que los profesores adquieren mediante la experiencia docente.

 

Es la experiencia del docente, la que permite hablar de calidad de la enseñanza, ya que el profesor no solo debe contar con los conocimientos necesarios de su materia, sino que también tiene que ver con la forma en que los trasmite, tiene que ver con “las formas de relación que el profesor genere con sus alumnos, de que éstos manifiesten algo tan esencial en educación y tan intratable desde el punto de vista tecnológico como lo es el deseo de aprender” (Asensio 2004: 151).

 

Aunado lo anterior, no es posible ignorar que el avance de las tecnologías, de los medios electrónicos, los cuales facilitan o crean una distancia entre el profesor y el alumno, sin embargo ya no es posible pensar en la docencia sin considerar el acceso a la información que se tiene, de alumnos que han crecido en este esquema, de palabras comunes, incorporadas al lenguaje como por ejemplo: “lo pueden consultar en internet, mándame un mail, la bibliografía la tienen en la página web, etc.,” este esquema de nuevas dinámicas en la vida cotidiana escolar, van cambiando o evolucionando día a día, y a lo que el docente es “obligado” a ingresar a esa dinámica.

 

El progreso tecnológico es una realidad, y en la medida en que ha aparecido y evolucionado, ha sido en ocasiones temido e incluso rechazado, se reconoce que cualquier innovación molesta porque cambia los órdenes ya constituidos y reconocidos, por el lenguaje, aunque no es posible generalizar.

 

Lo que es cierto es que nos encontramos en la era de la “multimedia”  [3] en la cual como el nombre lo indica los medios de comunicación son lo que se conoce como la era de la cibernética.  [4]

 

Es en ese escenario en que los procesos instruccionales, comunicativos o de enseñanza se encuentran inmersos en el proceso educativo expuesto en el aula, por lo que acorde a lo expuesto por Asensio en relación a que la pedagogía pretende además de una elaboración de conocimiento teórico para la acción educativa, la que además resulta multidisciplinar, en virtud de que contempla lo que acontece en la interacción entre un sujeto que ha de protagonizar un desarrollo biológico, personal y social en un medio de características físicas y culturales [5] en una continua evolución (1997:48).

 

Conviene señalar que el acto de comunicar, mas allá del medio que sea utilizado –escrito, verbal, no verbal, electrónico- “la comunicación es un proceso que persigue, antes que nada, influir en el otro, modificar sus opiniones, sus estados de ánimo, sus valoraciones, sus formas de actuar en definitiva” (Asensio 2004:153). 

 

Por lo que comunicar tiene como fin la búsqueda que se responda de la misma manera, es decir, que se comunique la respuesta, que exista una reacción, entender lo que se dice y actuar en consecuencia, por lo que en el ejercicio del aula un profesor que pretende educar sin pretender influir carece de sentido, por lo que el docente lo que espera del alumno es que éste se mueva conforme a la instrucción que se le señala o se le propone y se orienta a lo previamente pactado, como lo es el entendimiento de los roles, el que instruye o guía y el que responde, sigue o se deja guiar.

 

Para que exista esta negociación en la comunicación se reconoce el papel que juega cada una de las personas que intervienen en los procesos comunicativos, queda claro que en el marco escolar, tiene que ver con la aceptación y reconocimiento de lo ya establecido y sus respectivas reglas y roles. Como lo son las escuelas, el papel y función del docente o profesor, así como también el del alumno o estudiante.

 

El diálogo es lo que surge en este proceso, tanto el de reconocimiento de los roles, de la institucionalidad y las reglas establecidas y aceptadas, entendemos pues como diálogo a la manera de conversar en las que las personas opinan sobre algún asunto, tema o conversan de manera cordial. Para Asensio el diálogo va más allá de lo aquí expuesto, por lo que dice que dialogar significa participar en una comunicación que se produce “entre personas y no entre ideas y menos aún entre máquinas que se contestan”, tiene que ver más con el comportamiento que implica a la totalidad del ser humano, porque se efectúa con toda la corporeidad más aún que la palabra. (2004.188).

 

Luego entonces el diálogo no solo tiene que ver con la palabra, sino con toda la composición del lenguaje, de los símbolos, del “no comunicar” (el silencio), la expresión del rostro, el tono de voz y los movimientos que se realizan, por lo que el diálogo solo puede darse  entre quienes lo aceptan así, entre quienes comparten el espacio y los intereses, y en la aceptación de sí mismo y de los demás.

 

El docente en el aula ¿instruye o dialoga?, una pregunta que se deja abierta para la reflexión en este ejercicio de compartir el conocimiento, de aceptar y reconocer los saberes que cada uno de los sujetos expone en el salón de clases, puede ser una de las formas en que el proceso de enseñanza-aprendizaje  se ve inmerso.

 

El diálogo supone, en esencia el promover el acceso a la influencia de los conocimientos, emociones y experiencias que lo hacen posible y que impiden en ocasiones el proceso al tiempo, por lo que en el intercambio de ideas entre el docente y el alumnado, hacen que éstos queden atrapados en las redes de un pensamiento rígido, autocrático y simplificador, por lo que el aprender a dialogar equivale a orientarse en el camino de la ética y de la libertad, del respeto y aceptación de los demás (Asensio 2004:190).

 

El diálogo es un instrumento indispensable en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es más parece impensable la ejecución del proceso sin el diálogo, el docente debe estar abierto a las distintas formas de comprensión del lenguaje, de entender las distintas realidades –la suya, la del alumno(s), los tutorados- y de aceptarlas, de exponer la nuestra y estar concientes de que no necesariamente encontraremos respuesta al mensaje que nosotros enviamos, a mover o remover los recursos mentales sean cognitivos o emocionales con los que disponen las personas.

 

Por lo expuesto en este trabajo de reflexión, ¿podremos imaginar al docente ideal?, me parece que no, en virtud de las transformaciones que se generan día a día en el campo de la docencia, los descubrimientos tecnológicos, la evolución del quehacer educativo, las políticas que se crean y se implementan acorde a las exigencias sociales, económicas y culturales.

 

Pero lo que si es posible decir es que se reconoce a la experiencia del docente, sin embargo esta experiencia no es el elemento único e indispensable que permitiría el éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que son una serie de elementos los que pudieran acercarnos a la concepción de un docente ideal, o del docente que permite el desarrollo o crecimiento educativo del alumno, mediante el reconocimiento de elementos que el docente puede instrumentar, como lo son el reconocimiento de sí mismo en la tarea que realiza, la comunicación entendida y explicada mediante la búsqueda del lenguaje que permita la construcción de un diálogo con el fin de compartir el sentido del conocimiento científico, de la vida misma, y sus valores.

 

Por lo anterior, es de considerar que si bien es cierto que los docentes universitarios se ven envueltos en una diversidad cultural y social así como su alumnado, también vale la pena la reflexión sobre la implicación de que éstos son los que ayudan a formar al ciudadano, y esto implica a la formación universitaria como un ejercicio complejo, en un mundo o época en la que el conocimiento se encuentra o es visto como un instrumento de poder.

 

En consecuencia, si la formación de los ciudadanos a partir de lo expuesto en este documento se hace cada vez más compleja, por ende la profesión docente universitaria también lo es, la cual además se incrementa a partir por el cambio de estructuras sociales, científicas y educativas las cuales son las que permiten, dan sentido y dirigen las políticas institucionales del sistema educativo.

 

Luego entonces en un futuro no es posible imaginar el quehacer docente sin contemplar el contexto en que transita o vive como lo es la reflexión de las formas en que se transforma la sociedad, el conocimiento, la cultura, el arte y por ende con todos estos elementos los productos que se arrojan convertidos en pensamientos.

 

Reflexionar sobre la evolución social en su estructura material, institucional y formas de convivencia, modelos y tipos de familias [6], de producción y distribución de la riqueza que refleja el cambio en la manera de pensar, sentir y actuar de las nuevas generaciones, tanto del alumnado como de su profesorado, lo que tiene que ver con los intereses generados a partir de una sociedad de información y consumo, con cambio de valores y expectativas.

 

Ese contexto social cambiante, con modificación de intereses y valores condicionan de cierta manera la educación y se reflejan en una serie de fuerzas en conflicto, entre lo que se enseña, entre la teoría “el debe ser” y el impacto de los medios de comunicación que acompañan la transformación “y lo que se es y se actúa en consecuencia” por lo que permite o ayuda a la transformación de organizaciones, y por consecuencia impacta a las instituciones.

 

Por lo que en un análisis, se debe contemplar a la formación no como algo exclusivo para los docentes, sino de establecimiento de modelos participativos en la práctica de la educación, como lo sería la elaboración y evolución de políticas de formación institucionales, reflejados en programas permanentes que respondan al contexto social.

 

El contar con un país democrático, como lo es México, permite crear en la universidad, los espacios de resistencia y libertad intelectual suficiente que permite la intervención de autonomía personal y profesional en las universidades, situación que permite establecer los mecanismos de cambios que se requieran para adaptar y adoptar las políticas que en formación docente convengan.

 

Sin embargo, el compromiso es pues que la universidad en materia de formación docente requiere de una renovación continua, que permita formar a profesores con estructuras universitarias distintas, abiertas al cambio con el fin de responder las demandas sociales, para atender las nuevas competencias, es decir la sociedad exige que los docentes sean profesionales en su quehacer cotidiano, no es suficiente con ser especialista en el campo del conocimiento, sino también de la forma de comunicarlo, de transmitirlo.

 

Por lo que para concluir, consideramos que la forma de comunicar, transmitir y  compartir el conocimiento académico debe ser debatido, sobre sus estructuras pedagógicas, su metodología, y su quehacer docente que responda a los retos sociales, en toda su complejidad y acompañado de políticas que permitan hacer realidad al docente profesional en el campo de especialización y enseñanza.

 

 

Bibliografía

 

ABRAHAM, A. (1986) “El enseñante es también una persona”, Gedisa; España.

ASENSIO, Josep María (1997) “Biología y educación”, Ariel; España.

ASENSIO, Josep María (2004) “Una educación para el diálogo”, Paidós; España.

CASSIRER, Ernst (1948) Saggio sulluomo, Milán, Longanesi, en Sartori, Giovanni (1997), “Homo videns: la sociedad teledirigida”, Santillana.

CONNELLY, F y Clandinin, D. (1995) citados en García Carlos M. (1995) “El pensamiento del profesor”, Ceac.

PADILLA MUÑOZ, Ruth (2007) “La capacitación y actualización de profesores universitarios: un estudio de caso”, Universidad de Guadalajara. México.

REMEDI, E. et al. (1989) “Supuestos en la identidad del maestro: materiales para la discusión”, Departamento de Investigaciones Educativas, CINVESTAV, IPN. México.

REMEDI, E. et al. (1989) “Maestros, entrevistas e identidad”, CINVESTAV, IPN. México.

SARTORI, Giovanni. (1997) “Homo videns: la sociedad teledirigida”, Santillana. España. Reimpresión en México marzo 1999 por Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A. de C.V.

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] En una encuesta de carácter informal en el Departamento de Políticas Públicas del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, ante la pregunta de carrera de origen en la revisión de currículums vitae, ningún profesor tiene la formación básica de carrera como docente, algunos han tomado cursos aislados de formación docente, pero nada de manera “formal” es decir, currícular que le permita tener la instrucción pedagógica de enseñanza en cualquier modelo.

 

[2] El apartado de Pedagogía y Comunicación, Asensio dice que la comunicación es uno de los temas centrales en las reflexiones pedagógicas, porque la comunicación es el elemento del que se vale para promover los cambios que se proponen, además que todo lo que influye en la comunicación humana influyen en dichos cambios con la posibilidad de que se produzcan secuencias de desarrollo personal deseables.

 

 [3] Por multimedia se entiende a la unificación en un solo medio de la palabra escrita y hablada, además del sonido y la imagen.

 

 [4] El término de cibernética fue acuñado por Norbert Wiener para denominar el “control y la comunicación en el animal y en la máquina” (es el título de su libre de 1948). Esencialmente, la cibernética de Wiener trata de los “mensajes de órdenes” que el hombre da a la máquina, pero también los que la máquina da a la máquina y los que ésta le devuelve al hombre. El significado etimológico de la cibernética es “arte del piloto”; pero los pilotos en cuestión son ahora los circuitos de órdenes y de control en las maquinas electrónicas.

 

[5] Si además se considera ya como cultural o parte de la vida a la multimedia.

 

[6] Reflexionemos el contexto social en México, en razón de familias compuestas por dos miembros como lo son: parejas sin hijos, madres solteras, parejas homosexuales con o sin hijos, entre otros, como por ejemplo.

 

 

Sincronía Summer 2007