Sincronía Invierno 2000


Las ideas insurgentes y su difusión en la prensa del occidente mexicano: estudio de caso El Despertador Americano.

Carlos Fregoso Gennis


En el período inmediato posterior a la invasión del territorio español, sobrevino una serie de inquietudes tanto en las esferas ilustradas como en la población en general, sobre los destinos de las tierras americanas y los súbditos de las colonias españolas en este continente.

Tales inquietudes dieron origen a diversas tácticas, muy particularmente la propagación de la lucha en el ámbito ideológico, donde la prensa jugo un papel preponderante para los bandos contendientes.

La relevancia del periodismo revolucionario independentista, si bien es múltiple, su raíz principal fue la de constituirse en fuente permanente de contacto entre los ideales insurgentes y diferentes sectores y actores sociales; es por su mediación como se logra trasmitir códigos, representaciones sociales y patrones culturales a los que aspira constituirse la anhelada nueva nación mexicana. Este acceso de comunicación también permitió la creación del espacio de lucha ideológica, justificación y reivindicación de la insurgencia criolla; en contraposición con la prensa preocupada en su control y concentrada en su ubicación, sujeta a tendencias comerciales - económicas, y con vínculos determinados a grupos de interés (como hoy la conocemos).

La prensa insurgente es más humana, pudiéramos decir casi artesanal; busca el contacto con lo que llamaríamos opinión pública, y más allá del contacto pretende congraciarse y satisfacer a dicho público lector. La importancia de la prensa como medio informativo y su impacto en la sociedad aun está por explorarse en sus diversas facetas, sin embargo se puede considerar un medio extraordinario de contacto entre insurgentes y conglomerado social, así como espacio de expresión entre los diferentes actores.

No solo los insurrectos echan mano de la prensa escrita para abogar por su causa; En realidad fueron las fuerzas opositoras a estos, es decir los realistas quienes en primer término, emplean este recurso como arma para desacreditar la lucha independentista en las colonias. Es a partir de las primeras noticias del levantamiento insurgente, cuando aparece como reacción el empleo de este medio informático bajo la forma de pequeños escritos, los cuales se distribuyeron copiosamente entre la población: "[…] desde la ciudad de México las principales corporaciones realistas (Universidad, Consulado, Arzobispado, Santo Oficio) lanzaban un diluvio de impresos para desacreditar y aplastar en el terreno moral religioso y político, a la revolución y a su primer caudillo" (1) . Muchas son las variantes: excomuniones, acusaciones de herejía, desinformación sobre la situación real, argumentos a favor de la continuación del régimen, etc.

Múltiples fueron los artifugios de los que se valió el bando realista para calmar la euforia que levantaban el movimiento revolucionario independentista. De entre ellos, el que se utilizó con más profusión fue la prensa, misma a la que no tuvieron acceso los insurgentes en los inicios de la lucha.

Tales circunstancias dieron origen a una serie de escritos y manifestaciones fomentadas por los bandos enpugna y los representantes de las diferentes corrientes de opinión. En tales escritos se buscaba que junto con los razonamientos a favor de la posición asumida, éstos fuesen propuestos por gente de peso social que debido a su prestigio moviera a los indecisos hacia la posición que dicho personaje representaba, un ejemplo en el caso del bando realista se sabe que: "Mando publicar el virrey y se imprimieron a expensas de la universidad unas reflexiones del Dr. D. Luis Montaña, médico que gozaba de mucha reputación" (2).

La falta de acceso al medio impreso por parte de los insurgentes, era una desventaja fuerte en el terreno de la lucha ideológica, de ahí que Hidalgo lanzara prioritariamente una la réplica a la propuesta del régimen monárquico a través de manuscritos que eran colocados en las puestas de los templos, para hacerlos accesibles al pueblo en general: "Por no haber imprenta en Valladolid (3) […] se pusieron ejemplares manuscritos del manifiesto en las puertas de los templos, y luego que llegó Hidalgo a Guadalajara lo imprimió (4)".

Es hasta su llegada a la ciudad de Guadalajara cuando los insurgentes libran el camino para llegar a este importante medio de difusión, el contar con una imprenta a su disposición permitió a las fuerzas independentistas apoyarse en el poderoso recurso para extender la revolución a través de la palabra escrita.

En aquella época no había [imprentas] más que en Méjico, Puebla, Veracruz y Guadalajara, y todas habían estado sin excepción en poder del gobierno, quien había hecho uso de ellas para cambiar la revolución con todo género de escritos. Ahora esta terrible arma se volvía contra los que la habían empleado, é Hidalgo aprovechándola estableció un periódico titulado el "Despertador Americano (5)".

Gracias a la imprenta de Guadalajara, fue posible reproducir la réplica de Valladolid en la que se propone un régimen democrático de gobierno: "Establezcamos un Congreso Nacional que se componga de representantes de todas las ciudades, villas y lugares del reino, que teniendo por objeto principal mantener nuestra santa religión, dicte leyes suaves, benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo (6)". Se hace además la defensa de los insurgentes en especial de Hidalgo sobre las acusaciones de la inquisición; así como numerosas ploclamas y otros papeles que permitieron difundir los ideales insurgentes.

El periodismo insurgente emerge como resultante de una necesidad de difusión ideológica y propósitos de lucha del movimiento independentista además de dar a conocer las acciones de guerra.

Dadas las condiciones de extrema censura bajo la que se encontraba cualquier documento escrito durante la etapa colonia [recordemos que todo material impreso era escrupulosamente supervisado por el Consejo de Indias para fin de ser autorizado su ingreso al Nuevo Mundo]; Es el Despertador Americano como periódico insurgente, quien irrumpe en el escenario social del occidente mexicano y fractura el sistema político al escapar de la vigilancia civil y eclesiástica. Conforma en sí mismo un medio y un fin de contacto, de comunicación entre la insurgencia y la opinión pública, sin intermediarios o censura alguna: "El periodismo insurgente es la primera manifestación del alma libre de la Nueva España. Antes de El Despertador Americano ningún periódico, ninguna publicación de la clase que fuera, había escapado al rigor de la censura (7)".

Es Hidalgo el primer caudillo latinoamericano que utiliza el instrumento de la prensa escrita periódica en su lucha, al fundar en Guadalajara El Despertador Americano y designar como director al también religioso Francisco Severo Maldonado. A partir de él, todos los grandes líderes de la independencia utilizarían el periodismo como instrumento de lucha; arriban así a un cambio de mentalidad hacia la consecusión de la libertad de pensamiento y expresión.

El Despertador Americano constituye por ello, una obra de importancia primaria, en el conocimiento historiográfico mexicano durante la etapa revolucionaria, por su intención y promoción de un nuevo paradigma del hombre americano, así como el antecedente inmediato del devenir del pensamiento liberal mexicano del siglo XIX.

Los textos del Despertador Americano pretenden proyectar una ideología de lucha, su discurso busca explicar las circunstancias por las cuales se llegó al enfrentamiento armado; legitima esta lucha y termina promoviendo la colaboración de la sociedad.

En el diario insurgente se condena con razones y con hechos, lo absurdo de las condiciones sociales del régimen colonial imperante, la importancia de abrir la mente y la organización social, económica y política, a nuevas posibilidades de desarrollo; busca así mismo proyectar una imagen positiva de la insurgencia americana y un juicio condenatorio a las acciones españolas aplicadas en América. Por su contenido y particulares características el Despertador Americano constituye un testimonio vivo donde los propios protagonistas de la insurgencia plasmaron y dieron a conocer su punto de vista sobre el escenario histórico en el que estaban inmersos. "Sus autores no las escriben [las obras] en un mundo abstracto, sino en un mundo histórico que tiene su cultura y su tiempo (8)".

En la región donde surge la edición del Despertador Americano, se fermentaban las condiciones apropiadas para el ejercicio de la discusión, la presencia de una opinión pública integrada por ciudadanos respetables –pudientes- criollos y mestizos con una formación suficiente para leer y discutir los contenidos de los escritos, que en aquellos tiempos se distribuían no sin dificultades, pero de manera frecuente. Asimismo, existía, como ya se comentó, una imprenta artesanal que se encontraba en uso al arribo de los insurgentes a la ciudad de Guadalajara; esto les permitió disponer de este importante recurso de penetración, al que anteriormente no les había sido posible tener acceso

Los espacios públicos de discusión en Guadalajara y su región, así como en otras latitudes americanas, eran generalmente los salones y las tertulias, -como lo ha señalado acertadamente Edmond Cros- las boticas y barberías, donde en ocasiones acudían los propios insurgentes disfrazados de forasteros, a entablar las discusiones en torno a los asuntos de interés público.

Las circunstancias particulares bajo las cuales surge el Despertador Americano son que una vez establecido Hidalgo en Guadalajara, hacia noviembre de 1810, se presentó ante él, Don Francisco Severo Maldonado para ofrecer sus servicios a la causa independentista: "no para obtener un mando militar o pedir elementos e instrucciones para sublevar una región (9)", puesto que no era soldado ni pretendía serlo; sus armas eran la palabra y la pluma y eso ofrecía al Cura de Dolores.

Hidalgo, conocedor del prestigio de Maldonado, no vaciló en encargarle, como ya se dijo antes, una de las tareas delicadas del movimiento: la publicación de un órgano de difusión del ideario de la insurrección: El Despertador Americano, titulo que expresaba el sentir de la insurgencia: salir del letargo que durante tanto tiempo se padecía.

Los investigadores coinciden en señalar las penalidades y dificultades que la edición de un periódico acarrea y que necesariamente Maldonado tuvo que enfrentar; mas su tenacidad y decidido afán de hacer triunfar sus ideas, las ideas de la insurgencia, lo sacaron avante.

En la capital novogalaica, Guadalajara, por la actual avenida Alcalde (antes Sto. Domingo) en el número 225, finca tradicionalmente conocida como "la casa de los perros" por poseer su fachada superior dos magníficas figuras de lebreres finamente talladas en cantera, existía el único taller de imprenta, propiedad de Don José Fructo Romero, mismo que había adquirido de Don Mariano Téllez Girón, que según se dice, fue el introductor de este importantísimo medio de comunicación en la capital de la Nueva Galicia, amparado por la real cédula del 10 de agosto de 1792 (10).

El dominico Fray Francisco de la Parra, compadre e íntimo amigo de don José Fructo Romero, fungió como mediador entre éste y Maldonado, para que los talleres fueran facilitados a la causa independentista, ya que el fraile también era fervoroso partidario de ella (11).

No obstante las enormes dificultades que implicaba la publicación de un periódico, dadas las deficiencias de los elementos con que entonces se contaba, Francisco Severo no se amedrentó ante nada y poniendo en juego su tenacidad y afán de hacer triunfar la insurrección, logró dar vida al Despertador Americano.

Tal es el origen del primer periódico insurgente de México.

El doctor José ángel de la Sierra, a la sazón Rector del Colegio de San Juan Bautista, catedrático de la Universidad y del Seminario, de quien Francisco Severo fue alumno en las aulas universitarias, llegó a ser el colaborador inseparable de Maldonado. Se ha llegado a decir que el señor Sierra escribió uno de los siete números del Despertador Americano (12). Versión semejante corre en torno a don Francisco López Rayón, pero solo en el primer caso se tienen pruebas que lo confirman.

El 20 de diciembre de 1810 aparecía en Guadalajara el primero de los siete números del periódico. Los seis posteriores lo hicieron en el siguiente orden: los números dos y tres el 27 y el 29 de diciembre de 1810, respectivamente; los números cuatro, cinco, seis y siete, los días 3, 10, 11, y 17 de enero de 1811. Tuvieron el carácter de urgentes o extraordinarios los números tres y seis.

Al precio "exorbitante de dos reales (13)" se agotaban rápidamente los dos mil ejemplares que en cada edición se tiraban. Frases de reproche y proclamas se entremezclaban en los iniciales párrafos del primer número del Despertador. La invasión de España por las fuerzas napoleónicas era el punto medular del texto; Fernando VII y España eran vejados y sus colonias protestaban, o en apariencia eso se mostraba –dijera Silva Hersog, pequeños engaños-. Por tanto se presentaba la alternativa de doblegarse a Francia o independizarse.

Para aquellos tiempos el efecto multiplicativo que la imprenta ofrecía sobre un escrito original resultaba imponente y sumamente favorable para la propagación de la causa insurgente en las diferentes esferas sociales, así lo manifestaron los partidarios de la independencia al expresar: "El auxilio de la imprenta nos es quizás de mayor necesidad que las bocas de fuego(14)".

Efímera fue la vida del Despertador Americano, pero no por eso menos importante. Apenas si se terminaba de imprimir la séptima edición, el jueves 17 de enero de 1811, cuando irónicamente Hidalgo sufría la derrota definitiva que las fuerzas realistas comandadas por el astuto militar realista Calleja le infligieran en Puente de Calderón, distante apenas unas decenas de kilómetros de Guadalajara. Contados ejemplares de este número salieron del taller de imprenta, ya que la distribución de esta fecha no se efectuó y presumiblemente solo ejemplares de prueba o de archivo se conservaron para la posterioridad. Al conocerse la noticia de la derrota, los talleres se cerraron, pero sin recoger los ejemplares del número siete y otros valiosos documentos periodísticos.

El testimonio vivo que nos proporcionan los siete números editados del Despertador Americano, nos permiten conformar parte del cuadro históricos acontecido en el México de la primera insurgencia, ponen al descubierto los temores, la incertidumbre, pero también el empuje y el coraje de afrontar los obstáculos que plantea una revolución de dimensiones independentistas.

Es importante considerar que al momento de surgir, el que ha sido el primer periódico insurgente de México, la ideología revolucionaria adquiere un aspecto formal y dirige su mensaje a los estratos cultos o por lo menos alfabetas de la sociedad en busca de su apoyo.

Como testimonio permite indagar de que manera la prensa constituyó una representación de la realidad en un momento tan conflictivo, que cimbró todas las estructuras de la sociedad, distintivo en conflagraciones de esta naturaleza.

El objetivo de este trabajo pretende resaltar el papel que jugo la prensa escrita así como otros medios impresos en la formación de una sociedad que opina de manera creciente en los atisbos de un país independiente. Cabe reiterar que una vez que los números del periódico veían la luz, la edición se agotaba rápidamente; lo que deja de manifiesto la avidez de información e interés por conocer el ideario insurgente y sus promotores.

Es con el surgimiento del periódico insurgente como se da la transformación de hombre de armas a hombre de ideología a través de la palabra escrita. Dirigen su discurso patriótico a una naciente opinión pública que efervescente, comenzó a jugar un papel legitimador de dicho discurso, asumiendo la posición de la voluntad del pueblo.

Así, la imprenta del medio cultural, pasa a constituirse como tribuna de combate ideológico, sentando las bases para la tan enarbolada "libertad de imprenta"; dando línea además a los futuros grupos en el poder sobre la importancia de la alfabetización y el recurso de la información como arma política así como la necesidad de un pueblo ávido de información y así lograr una participación más consciente en los asuntos regionales y nacionales.

NOTAS

1. Ernesto Lemoine, Hidalgo y los inicios del movimiento insurgente, en Historia de México, Ed. Salvat, t.8, México 1978, p. 1687

2. Lucas Alamán, Historia de México, Ed. JUS S.A., México 1968, pp. 254

3. Pese a ser la cuarta en importancia, la ciudad de Valladolid, no contaba con imprenta debido a políticas del gobierno colonial, que no deseaban que sus colonos se ilustrasen.

4. Agustín Rivera y Sanromán, El joven teólogo Miguel Hidalgo y Costilla. Anales de su vida y de su revolución de Independencia, Universidad Michoacán, México 1987, p. 119

5. Lucas Alamán, op. cit., pp. 60-61

6. Ernesto Lemoine, op. cit., p. 1687

7. Miguel y Vergés, José María, La Independencia Mexicana y la Prensa Insurgente, El Colegio de México 1985, p. 11.

8. Dn. José Guerra, Historia de la Revolución de Nueva España (documento facsimilar), Ed. Eufesa, México 1981, p. 4

9. Paulino Machorro Narvaéz, Francisco Severo Maldonado, un pensador jalisciense del primer tercio del siglo XIX Ed. Polis. México 1938, p. 17

10. Alfredo Corona Ibarra, Memorias y Revista de la Academia de Ciencias (Antigua Sociedad Científica Antonio Alzate) Tomo LIX nos. 1-2 México 1960, p. 180.

11. Juan B. Iguíniz, Disquisiciones Bibliográficas. El Colegio de México. México, 1943, p. 139.

12. Juan Hernández Luna, Imágenes Históricas de Hidalgo, Ed. U.N.A.M., México 1954, p. 74.

13. Alfredo, Corona Ibarra, Tiempo Ambiente y Obra de Fco. Severo Maldonado. Memorias y revista de la Academia Nacional de Ciencias, (antigua Sociedad Científica Antonio Alzate). 75 Aniversario Tomo LIX N.° 1-2 México, D.F. 1960, p. 186.

14. Miguel I. Vergés, La independencia Mexicana y la prensa insurgente, Ed. INEHRM, México 1985, p. 17

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

Alamán, Lucas, Historia de México, Ed. JUS S.A., México 1968

Corona Ibarra, Alfredo, Memorias y Revista de la Academia de Ciencias (Antigua Sociedad Científica Antonio Alzate) Tomo LIX nos. 1-2 México 1960

Corona Ibarra, Alfredo, Tiempo Ambiente y Obra de Fco. Severo Maldonado. Memorias y revista de la Academia Nacional de Ciencias, (antigua Sociedad Científica Antonio Alzate). 75 Aniversario Tomo LIX N.° 1-2 México, D.F. 1960

Fregoso Gennis, Carlos, Francisco Severo Maldonado, Ed. UNED, México 1984

Guerra, Dn. José, Historia de la Revolución de Nueva España (documento facsimilar), Ed. Eufesa, México 1981

Hernández Luna, Juan, Imágenes Históricas de Hidalgo, Ed. U.N.A.M., México 1954

Iguíniz, Juan B., Disquisiciones Bibliográficas. El Colegio de México. México, 1943

Iguíniz, Juan B. El Periodismo en Guadalajara 1809-1915. Ed. Universidad de Guadalajara. Guadalajara, 1955.

Lemoine, Ernesto, Hidalgo y los inicios del movimiento insurgente, en Historia de México, Ed. Salvat, t.8, México 1978

Machorro Narvaéz, Paulino, Francisco Severo Maldonado, un pensador jalisciense del primer tercio del siglo XIX Ed. Polis. México 1938

Montes de Oca, José G. Un colaborador de hidalgo y el proceso de un periódico. Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etniología. Tomo I, 4.° Epoca.México. 1922.

Razo Zaragoza, José Luis y Cortés, El Despertador Americano; Primer Periódico Insurgente, Ed. IJAH, México 1989.

Rivera y Sanromán, Agustín, El joven teólogo Miguel Hidalgo y Costilla. Anales de su vida y de su revolución de Independencia, Universidad Michoacán, México 1987

Vergés, Miguel, La independencia Mexicana y la prensa insurgente, Ed. INEHRM, México 1985

Villaseñor y Villaseñor, Ramiro. El Despertador Americano, Primer Periódico Independiente de México, nació en Guadalajara. Guadalajara, Jalisco. México, 1947.


Regresar Sincronía Invierno 2000

Regresar Sincronía Indice General