MILITARISMO,
DEMOCRACIA Y CONFLICTO POLÍTICO EN LA VENEZUELA DE HUGO CHÁVEZ (1998-2002)[i]
Juan Eduardo Romero
La Universidad del
Zulia-Venezuela
RESUMEN
Se pretende abordar el estudio de las relaciones entre el poder civil y el militar
en el gobierno de Hugo Chávez, a partir de su llegada al poder en diciembre de 1998, para
ello se analizan las condiciones históricas del desarrollo del militarismo en América
Latina y Venezuela, para enmarcar los procesos sucedidos en el sistema político
venezolano en los últimos años. Se estudian los planteamientos que constituyen la
doctrina política del chavismo, basados en los señalamientos hechos por el sociólogo
argentino Norberto Ceresole y la forma como dichos planteamientos son articulados en el
accionar público del Presidente de Venezuela y sus allegados. Se concluye estableciendo
que el desenvolvimiento conflictivo que experimenta la democracia venezolana, esta
asociado a la modificación de las condiciones sociopolíticas que caracterizaron al
sistema populista venezolano durante el período 1958-1998, y la creciente beligerancia y
protagonismo adquirido por los nuevos actores políticos y algunos sectores de las fuerzas
armadas nacionales.
Palabras
Claves: democracia, militares, Chávez, partidos políticos, conflicto
MILITARISM,
DEMOCRACY AND POLITICAL CONFLICT IN THE
SUMMARY
This paper studis the relations between civil and military power in the
government of Hugo Chávez, from his coming to power in December of 1998;
the historical conditions of the development of militarism in Latin America and
Venezuela are analyzed, to establish a framework of the changes in the
Venezuelan political system in the last few years. The paper studies the foundations of
the political doctrines of chavismo, based on work already done by
Argentine sociologist Norberto Ceresole and the form in which these foundations are
articulated in the public actions of the President of Venezuela and his close
associates. The conclusion establishes that the unfolding conflict
experienced by the Venezuelan democracy, is associated with the
modification of the sociopolítical conditions that characterized the
Venezuelan Populist system during 1958-1998, and with the increasing
belligerence and protagonism acquired by new political actors and some sectors of
the national Armed Forces.
Key
words: the political democracy, military, Chávez, parties, conflict
1.
MILITARES,
ESPACIO PÚBLICO Y DEMOCRACIA EN VENEZUELA (1958-1998)
1.1.
LOS
ANTECEDENTES DE LAS RELACIONES CIVILES Y MILITARES EN AMÉRICA LATINA (SIGLO
XIX-PRINCIPIOS DEL SIGLO XX)
En
la historia de Latinoamérica los militares siempre han jugado un papel primordial en la
configuración de sus sistemas políticos. Este axioma es una consecuencia del
desenvolvimiento adquirido por los caudillos en los procesos de independencia, sucedidos
en los primeros años del siglo XIX. Cuando se produce la crisis del sistema colonial
español (Lynch, 1982) surgen de las cenizas del sistema social un nuevo actor: el
caudillo[ii],
entendido como un líder popular ligado al binomio relaciones sociales/factores de
producción. Es él quién encarna la transición del antiguo régimen a una sociedad
premoderna, en donde los valores y representaciones que caracterizaron el mundo colonial
no tenían la misma significación. Atrás quedaron los enunciados en torno a la igualdad
y la participación en el nuevo orden, y se abría paso una sociedad estructurada
alrededor de la dominación ejercida mediante el control de la tierra, los hombres y los
recursos productivos (Prato,1991).
Entre
el siglo XIX y XX, se dibuja en América Latina un Estado Nacional caracterizado por un
modelo de crecimiento económico de tipo primario-exportador y dependiente de los mercados
externos, conjuntamente con una sociedad
jerárquica, dominante y autoritarista, donde se presenta una alianza estratégica entre
los actores hegemónicos
(terratenientes, comerciantes exportadores, financistas, funcionarios públicos y
jefes militares, que imponen el orden) que conforman un sistema que acrecienta
constantemente su poder y dominación sobre el resto de la sociedad toda
(Kaplan,1989:69-74), creando con ello frecuentes enfrentamientos por el control de los
excedentes de producción generados por el sistema económico (Lenski,1993).
La
estructura del Estado Nacional, requirió para su funcionamiento, una serie de procesos de
organización colectiva y política económica, a través de los cuales el sistema
productivo heredado de la estructura colonial es mantenido en sus funciones explotadoras.
Asimismo, requirió de un orden político-institucional en el cual se conjugaban la
oligarquía - surgida del proceso de independencia y posterior repartición de propiedades
coloniales - y las fuerzas armadas, estructuradas con la misión de dar fin a la anarquía
y el caudillismo, característicos de la primera y segunda mitad del siglo XIX en toda
Latinoamérica (Kaplan,1989).
El
proceso de concentración de poder económico y social, la inamovilidad social y la
perpetuación de las estructuras de control y dominación sobre la población, hicieron
posible la extensión de un modelo de dominación en el cual los factores de fuerza
entre ellos los grupos armados en torno a los caudillos- ejercieron acciones coactivas
destinadas a lograr el convencimiento mediante la amenaza o el uso real de la violencia[iii].
En esta dinámica, el cacique, el caudillo, tienen a su disposición una intrincada red de
acólitos obedientes y sumisos, asociados a él por relaciones de producción y
subordinación sustentado en la explotación de la mano de obra ligada a la producción
agrícola (Rouquié,1984). En esa estructura de dominación y control, eran comunes los
enfrentamientos entre los diversos sectores hegemónicos por el control de la producción
y por el mantenimiento del status quo generados
por el Estado Nacional, ello explica las sucesivas condiciones de enfrentamiento civil y
militar que caracterizaron la historia de América Latina durante todo el siglo XIX.
Por
otra parte, el hecho que el mantenimiento del frágil equilibrio político de los Estados
Nacionales en el siglo XIX, se realizó a través de la mediación de la fuerza armada de
los caudillos o grupos armados, nos explica la sujeción o el mimetismo del elemento civil
al dominio militar. Era lógico suponer, en ese orden inorgánico que era el
Estado Nacional decimonónico, la preponderancia adquirida por el factor militar en la
articulación y control social de una estructura fragmentada y plagada de contradicciones
y enfrentamientos, al respecto Alan Rouquié señala:
evidentemente,
el golpe de Estado militar se inscribe en la dinámica de un Estado orientador y árbitro
entre los sectores integrantes de la sociedad, al servicio del status quo susceptible de ser reordenado e
incluso trastornado de arriba abajo con tal de garantizar lo esencial: las relaciones de
dominación, la exclusión social y/o política (1984:51)
Esta
influencia histórica, generada por la subordinación coactiva[iv]
del elemento civil al militar, marcó la dinámica de desenvolvimiento del Estado Nacional
en América Latina, motivando un fenómeno que se caracterizó por la progresiva ausencia
del ciudadano en el espacio público, producto del hecho que la participación que
es la base de la ciudadanía- quedó secuestrada a través del control militar ejercido
por los caudillos históricos.
1.2.
RELACIONES ENTRE EL PODER CIVIL Y MILITAR EN LA ESFERA PÚBLICA. VENEZUELA SIGLO XIX-PRIMERA
MITAD DEL XX.
Con
la Crisis de la Sociedad Colonial, a principios del siglo XIX, se genera una dinámica que
produce el surgimiento del Estado Nacional a partir de las provincias agrupadas en la
denominada Capitanía General de Venezuela, dando origen a un proceso que sustituyó el
principio legitimador de la estructura colonial, que estuvo sustentada en la figura del
Rey, por otra que tuvo como centro pívot el concepto de nación (Carrera Damas, 1986).
Esa sustitución requirió un orden estructural, que asumiera la difícil transición del
orden imperial a la nueva república premoderna, que hiciera posible asegurar una
estructura de poder interno donde las clases dominantes criollas, surgidas triunfantes del
proceso de independencia, conservarán y/o ampliarán los privilegios y beneficios dados
por el control absoluto de las relaciones de poder.
Sin
embargo, este proceso implicaba estructurar acuerdos mínimos en relación a la
articulación de los diversos factores de poderes locales y regionales, en la
construcción de un orden supraestructural, que facilitará la participación
de todos en el usufructo de los excedentes de producción, derivados del comercio agro
exportador (Iturrieta, 1993). Para ello se generó un proceso de integración alrededor
del denominado Proyecto Nacional, que tuvo amplías dificultades expresadas en los
frecuentes enfrentamientos de clase entre los sectores hegemónicos dominantes (Lombardi,
1985).
Lo
característico de este proceso, fue el enfrentamiento violento, a partir de las
estructuras de poder local y regional, sustentados en las formas de apropiación y
explotación de los factores de producción, que seguían manteniendo los patrones y
formas de explotación característicos de la sociedad colonial (Carvallo y Hernández,
1984). Hasta bien entrado el siglo XIX, para ser más específicos hasta 1864, con la
firma del Tratado de Coche[v],
que da fin a la Guerra Federal, no se produce una verdadera unificación de los factores
de poder interno de la sociedad venezolana, propiciando una integración territorial que
había sido esquiva en la primera mitad del siglo XIX (Carrera Damas, 1997:80-90), y que
no se concretaría hasta aproximadamente la tercera década del siglo XX.
Entre
ambos momentos queda establecido el problema que el caudillismo genera en la estructura de
poder interna de la sociedad venezolana. La excesiva incidencia del elemento militar en el
mantenimiento del orden institucional, generó un proceso de progresivo deterioro de la
participación del factor civil, en la estructura política en Venezuela, pues hacer
política era entendido como el hacer la guerra (Caballero,1995) y era así,
porque la política no se comprendía en el sentido que lo explicaba Hanna Arendt:
el hacer juntos entre diversos(1999), por el contrario, la política era
participar en el único espacio público de debate para el siglo XIX y principios del XX:
el enfrentamiento entre caudillos en un campo de batalla.
Este
proceso tiene una explicación en el campo de la filosofía política. Y esta relacionado
al concepto de la esfera pública que:
se refiere a un espacio jurídicamente privado en el
que individuos sin estatus oficial buscan persuadirse los unos a los otros por medio de la
argumentación racional y la crítica en torno a asuntos de interés general. Además
de ser el vehículo ideal de comunicación de lo público civil, la discusión crítica
racional tiene el importante propósito de controlar e influir la formación de políticas
en las instituciones jurídicamente públicas del Estado. Por otra parte, en términos de
su ideal (inevitablemente contrafactual), la esfera pública es universalmente accesible,
incluyente, y está a salvo de las deformaciones del poder económico y político y del
estatus social (Arato y Cohen, 1999) resaltado nuestro.
Este
concepto es esencial para entender el problema del militarismo[vi]
en Venezuela, pues al no existir en el transcurso del siglo XIX y en buena parte de la
primera mitad del XX, una esfera pública consolidada, en donde los individuos pudieran
discutir los asuntos públicos, por estar estos bajos el control social-
militar y hegemónico de los factores de poder ligados a las formas de tenencia de la
tierra, se entró en una circunstancia donde el ciudadano como realidad y concepto-
no tenía ningún valor, pues a este se oponía el concepto del orden ,
derivado de una relación de obediencia y sujeción a la autoridad militar, a través de
la amenaza del uso de la fuerza armada. Al no existir esa esfera de acción social, donde
se debatiera el desarrollo de los procesos sociales, políticos y económicos se generó
un accionar que giro alrededor de las decisiones tomadas por los grupos de control y
dominación, es decir, no existió intermediación entre la toma de decisiones y los
individuos a quienes afectan esas decisiones.
La
inexistencia de ese espacio, debe ser comprendida dentro de una óptica más amplía,
derivada del hecho que la estructura misma del Estado Nacional implementado a partir del
gobierno de Antonio Guzmán Blanco en 1870[vii],
y las modificaciones introducidas por el Castrismo-gomecismo[viii]
desde 1899 hasta 1935, insistían en una centralización de las decisiones a través de
mecanismos de control y subordinación, que en nada contribuían a la ampliación de los
espacio públicos de acción del ciudadano, por el contrario, procuraron su control y
secuestro, por parte de las élites políticas-militares[ix].
Este
proceso de división entre lo que Alfredo Ramos Jiménez (1998) denomina la sociedad
política y la sociedad civil continúo hasta bien entrado la segunda mitad del siglo XX,
y la superación de esa diferencia en el desarrollo, sólo estaría acompañado por la
consolidación de la participación de calle dada en Venezuela a partir de 1936 y la
creciente irrupción de los partidos políticos modernos (Caballero, 1988) modificando las
condiciones de la vida pública en el país.
Esa
escasa consolidación de la sociedad civil[x],
generó que la sociedad política venezolana -hasta los inicios de la democracia
representativa en su primer intento entre 1945-1948- estuviera dominada por el control que
el elemento militar ejerció sobre ella[xi].
Algunos autores (Dávila, 1989) hablan de democracia restringida para ejemplificar la poca
o nula consolidación del accionar ciudadano en el espacio público en la 1era mitad del
siglo XX.
El
gobierno de López Contreras[xii]
(1935-1941), así como el de Isaías Medina Angarita (1941-1945) hicieron especial
hincapié en mantener al mundo militar privilegiado en su atención por parte del Estado
Nacional, tal como queda demostrado en la alocución inaugural de Medina Angarita en mayo
de 1941:
Las
instituciones armadas nacionales, acreedoras a la gratitud pública porque, abnegada y
decorosamente extrañas a todo cálculo material, cumplen misión de primer orden en el
servicio de la Patria, recibirán de mi gobierno protección solícita, como que en
acrecer su capacidad técnica, elevar al máximo su nivel moral, dotarlas de los recursos
que exige su constante perfeccionamiento
(Suárez,1977:11).
Esta
atención de los mandatarios nacionales, se mantendría en el período comprendido entre
1945-1958[xiii],
y fue así por el hecho del papel resaltante jugado por las FFAA, como custodios de las
armas, en el mantenimiento de la paz y la estabilidad política
1.3.
LAS
FFAA, POLÍTICA Y DEMOCRACIA EN VENEZUELA (1958-1998).
La
instauración del sistema político de conciliación (SPC) en 1958, significo la
modificación del papel hegemónico representado por las FFAA durante la 1era mitad del
siglo XX. El establecimiento de la democracia populista, le asignó a las FFAA una
subordinación al poder civil que no se había presentado con anterioridad, dada la
capacidad expresada por los militares para incidir en el establecimiento, derrocamiento o
mantenimiento de un gobierno[xiv].
El
SPC, estaba basado en el cumplimiento de tres condiciones básicas: a) la búsqueda del
consenso entre los actores políticos preponderantes; 2) la erradicación del conflicto en
la formulación de las políticas de Estado y 3) el avance a partir de un programa
nacional de consolidación de la estructura económica y social venezolana (Romero,
2002a:231).
Toda
la sustentación del sistema estaba sustraída al cumplimiento de una serie de pactos,
esenciales para lograr el mantenimiento del clima de convivencia político: 1) el
avenimiento obrero-patronal del 24 de abril de 1958; 2) el Pacto de Punto Fijo, del 31 de
octubre de 1958; 3) el programa democrático mínimo, del 6 de diciembre de 1958 y 4) el
Convenio entre la república de Venezuela y la Santa Sede (Bracho, 1992:113).
El
Pacto de Punto Fijo, incluyo explícitamente a las FFAA, tratando con ello de desmontar la
estructura de poder, establecida en el período comprendido entre 1952-1958, durante la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Ese intento de los partidos firmantes del Pacto de
subordinar la autoridad militar al gobierno de los civiles, tuvo sus resistencias
manifestadas en sectores que dentro de las FFAA se negaban a someterse a las normas de
institucionalización fijadas por los actores políticos[xv],
que quedarían manifestados en los sucesivos alzamientos militares del Carupanazo,
Barcelonazo, Porteñazo y el Guairazo[xvi]
sucedidos todos en el período 1962-1963.
El
gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1963), intento desde un principio una política con
dos objetivos claves: 1) acoplar a las FFAA al nuevo orden institucional democrático y 2)
obtener el apoyo tácito de los comandos generales de las FFAA a su gestión de gobierno[xvii].
Para
ello, adelantó una serie de acciones destinadas a cumplir sus objetivos, a través de la
implementación y dictado de instrumentos jurídicos, que restringieron el campo de
acción de los militares a la autoridad civil, específicamente a la autoridad del
Presidente de la República, procurando con ello dar al traste con la injerencia del
sector militar en la vida política venezolana[xviii].
Esas medidas, se concretaron en dos instrumentos jurídicos: La Constitución Nacional de
1961 y La Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas (Romero et al, 1999:33-34), que estableció
a través del Artículo 131 y el Artículo 5to[xix]
respectivamente, la obediencia debida de las autoridades militares a la autoridad del
Presidente de la República. Con esas bases jurídicas, y una política de apoyo
financiero a las FFAA, el gobierno de Rómulo Betancourt y de Raúl Leoni, logra encauzar
a los militares en la aceptación de su subordinación al poder civil[xx].
Al
respecto, Machillanda (1988) habla de una serie de etapas en el proceso de transformación
del papel de las FFAA en la sociedad política venezolana: a) encaje del
componente militar al sistema político venezolano (1958-1973), caracterizada por la
asimilación de las FFAA a las nuevas condiciones políticas, determinadas por la
incidencia de la sociedad política sobre la dinámica del sector militar; b)Etapa de
diferenciación en las relaciones civil-militar del sistema político venezolano
(1974-1992), donde las FFAA aprenden a desenvolverse según las funciones y
obligaciones establecidas en las normas jurídicas venezolanas. En esta etapa comienza a
ejecutarse el Programa Andrés Bello[xxi],
que condujo a una creciente profesionalización de los sectores militares, en áreas como
la medicina, las ciencias políticas, el derecho, entre otras.
La
última etapa, de antipolítica en las relaciones entre el poder civil y militar
(1993-1998), estaba marcada por los efectos que la crisis del sistema político proyecto
sobre las FFAA, especialmente las consecuencias de la división surgida a raíz de los
intentos de golpes de Estado generados en 1992. Romero et al (1999) sugieren una nueva
etapa, denominada democracia cívico-militar, que puede estar caracterizada por cuatro
elementos, a saber: 1) militarización de la política; 2) personalización de la
política; 3) intimidación de las instituciones caducas pero democráticas y 4) ruptura
del equilibrio de poderes a favor del Ejecutivo[xxii].
Es
importante, entender los efectos que tuvieron los intentos de Golpe de Estado sobre la
dinámica política de la democracia venezolana. Cuando se produce la sublevación militar
del 4 de febrero de 1992, se da fin a la condición esencial que constituyó el Pacto de
Punto Fijo: la búsqueda y mantenimiento del consenso entre los actores políticos y las
elites hegemónicas. La finalización de una relación pura coincidencia o cooperación[xxiii]
dio paso a otra de puro conflicto[xxiv]
(Rey, 1998:211), en donde todos los estratos de la sociedad venezolana se encontraron
inmersos. Lógicamente esta situación también afecto la dinámica misma de las FFAA en
el pacto societal, pues a partir de ese momento quedo evidenciado la resistencia de un
sector importante de las fuerzas armadas, a seguir formando parte de las relaciones de
conciliación clientelar características del sistema político.
El
4 de febrero de 1992, tiene varios significados dentro del proceso venezolano: 1) marca la
disolución del acuerdo de convivencia consensual del estamento militar con la democracia
populista, 2) es, sin lugar a dudas, un fracaso militar, tanto desde el punto de vista del
diseño, como del desenvolvimiento del intento; 3) el fracaso militar, no obstante,
produce a largo plazo el éxito político perseguido: permite la transición
socio-política; y 4) ratifica los términos conceptuales que catalogamos como
tecnopolítica, entendida como la extrapolación del campo político al funcionamiento
comercial del mercadeo. (Tabla n°1)(Romero, 2001d:211)
El
SPC experimentó, a partir de los sucesos del febrero y noviembre de 1992, una consecuente
modificación en sus planteamientos iniciales, iniciándose un proceso de transición
política[xxv],
que se mantiene hasta el día de hoy, caracterizado en líneas generales, por una pérdida
gradual de la capacidad social de Estado para satisfacer las demandas de los ciudadanos,
un deterioro de las identidades políticas del venezolano, el agotamiento de los partidos
históricos, entre otros aspectos críticos (Caballero, 2000).
Es en este contexto de crisis y cambio histórico, dentro del cual debe ser
entendido el fenómeno chavista[xxvi],
que de alguna forma produce el retorno de los militares a la política en Venezuela,
conjugado con el deterioro de los sistemas de representación de los partidos históricos
venezolanos[xxvii]
(AD, COPEI, MAS),
La
transición experimentada por el SPC, ha generado la creación de nuevos códigos simbólicos, que han
transmutado la política y la democracia en Venezuela, y particularmente Hugo Chávez ha
modificado esos códigos y representaciones de la política, introduciendo temas como el
cambio radical[xxviii],
haciendo uso de los símbolos patrios y el bolivarianismo como ideología política,
rompiendo discursivamente con la realidad temporal precedente[xxix],
empleando para ello la estructura de poder creada alrededor del Polo Patriótico[xxx]
y el Movimiento Quinta República (MVR)[xxxi],
aparato político con amplía influencia en su seno de sectores militares y civiles
diversos (Arvelo Ramos,1998). A partir de 1998, se asiste a un proceso de desplazamiento
de la elite política, que durante 40 años -1958-1998- había hegemonizado para sí el
poder en Venezuela, iniciándose una vía de cambio[xxxii],
que contaría no sólo con nuevos actores políticos, sino con una ingeniería
institucional del Estado a partir de la convocatoria a un proceso constituyente.
2.
RELACIONES
ENTRE EL PODER CIVIL Y MILITAR EN EL GOBIERNO DE HUGO CHÁVEZ (1999-2002)
La
llegada al poder de Hugo Chávez en diciembre de 1998, estuvo precedida por un amplio
debate acerca de la democracia, los actores políticos y el cambio dentro del SPC, que
giró en torno a la conveniencia o no para la sociedad venezolana de convocar una
Constituyente (Romero 1999b, 2002d), destinada a crear una nueva Carta Magna y renovar el
sistema político.
Para los actores políticos en pugna tanto
los que apoyaban la propuesta (Polo Patriótico), como quienes lo adversaron (AD, COPEI,
Proyecto Venezuela)- la discusión se estructuró en torno al planteamiento de Chávez en
el proceso electoral:
Chávez
llega a expresar concretamente la sintomatología de la crisis institucional. El discurso
sobre la Constituyente propone una vía para la renovación, que toma como base esa
propuesta. La Constituyente pensada y razonada, desde su óptica, es la mejor manera para
superar las graves contradicciones de la sociedad venezolana. Es en esta parte que el
discurso de Chávez se transforma en un comentario que es dicho, es decir, que es objeto
de reproducción por parte del colectivo: sus ideas serán las que marcarán la pauta de
la discusión política en los meses previos al proceso electoral de 1998, tanto para
manifestar rechazo a sus ideas como para establecer un apoyo a las mismas (Romero et
al, 2001c).
Esa
crisis del SPC, se expreso concretamente, en la estructura de funcionamiento del
denominado Polo Patriótico, que resulto una amalgama de sectores tan diversos como
contradictorios[xxxiii]
, tanto civiles como militares, pero quizás lo más delicado para los observadores del
proceso político venezolano, radicaba en el hecho que el chavismo vino acompañado por
una creciente manifestación física y objetiva- del elemento militar, en
sustitución de lo civil. [xxxiv]
Ese
comportamiento encuentra su explicación en el hecho que las estructuras político
partidistas en Venezuela, habían sido factor esencial en la intermediación social entre
el Estado y la sociedad civil, pero esa capacidad de los partidos de transformarse en
voceros y catalizadores de respuestas sociales, disminuyo ostensiblemente en el transcurso
de la década de los 90, a través de una desafiliación del ciudadano con las estructuras
militantes de los partidos (Cuadro II).
Como consecuencia de ello, la estructura partidista
que llevo a Chávez al poder carecía de una base estructural, típica de los partidos
políticos de la segunda mitad del siglo XX venezolano, y como derivación lógica, esa
debilidad fue complementada a través de una estructura que se consolido en torno al
elemento militar, que adquirió un protagonismo social nunca antes visto, al
salir de los cuarteles[xxxv],
para asumir la responsabilidad de la intermediación que como agentes históricos
cumplieron los actores políticos tradicionales (AD, COPEI, MAS).
|
Los militares se transforman, en el planteamiento de Hugo Chávez, en la cuña
catalizadora de la organización del pueblo, a través de una asociación del elemento
civil y el militar, este aspecto constituye la base esencial del chavismo, que es aceptado
y repetido por los sectores que lo apoyan, tal como lo señala Isaías Rodríguez[xxxvi]
en una entrevista al diario El Nacional:
En cuanto al partido cívico-militar, pienso que si es importante tratar de
incorporar a un sector que durante algún tiempo estuvo retraído. No hay razones para que
se le divida y se le coloque en otro lado, y así como los civiles tenemos necesidad de
aprender a convivir con los militares, los militares también deben aprender a convivir
con nosotros, a los fines de que se sienta que hay un solo proyecto y una sola manera de
expresar la responsabilidad de conducir el país (El Nacional,03/01/2000).
Pero
no todos lo sectores de la vida pública en Venezuela comparten la doctrina[xxxvii]
del chavismo, en torno a una alianza civil-militar. Para algunos sectores de la oposición
a Chávez, este protagonismo de los militares retrotrae al país a circunstancias
históricas superadas, en donde los caudillos y jefes militares imponían su criterio
sobre los civiles, generándose el riesgo del retorno de un autoritarismo que se asocia a
un Estado Totalitario, tal como lo indica Simón Alberto Consalvi, dirigente de AD y ex
canciller de la república:
Pero cuando unos militares activos se lanzan a
optar por cargos políticos, como ocurrió en el estado Cojedes, y desde las alturas del
poder se postula que "se reformará la Constitución para que los militares activos
opten a cargos de elección popular", la respetabilidad (como la confiabilidad) de
las Fuerzas Armadas se pone en serio riesgo,
Esto equivaldría volver atrás.
Volver al siglo XIX, o a los tiempos de Juan Vicente Gómez, épocas en las cuales si no
se era general no se era nadie, y se titulaban generales sin ser militares. ¿Qué
habría sido de Antonio Guzmán-Blanco si se queda con el título de licenciado o de
letrado; si un buen día el astuto no comprende que sin los soles de general no llegaría
a ninguna parte, y no pasaría de hacerle discursos al mariscal Falcón? ¿Es que alguien
piensa que el licenciado Guzmán-Blanco habría llegado a ser el Ilustre Americano por el
camino de las leyes o de las letras, y a dominar la política durante tres décadas?
(El Nacional, 05/03/2000). Resaltado nuestro
La
posición del ex canciller, sí bien puede ser capciosa por el origen político de quién
lo señala y su manifiesta oposición a Chávez, no deja de tener validez, más aun cuando
otros actores más comedidos como el historiador y periodista Jesús Sanoja Hernández,
reconoce ese mismo peligro en el chavismo, que cada vez con mayor frecuencia, a partir de
diciembre de 1999, colocó militares activos y retirados en posiciones decisivas de la
gerencia pública:
Chávez, más que Pérez Jiménez, ha
distribuido cuadros militares a gusto y regusto en la administración pública, al tiempo
que insuflado aliento castrense a su proyecto de nación. Lo que ha sucedido en Pdvsa,
luego en CVG y, con signo diferente, en Citgo, apunta hacia la sobre valoración de lo
militar, así sea con el alegato de sus éxitos en la carrera y de sus virtudes
académicas, y hacia la devaluación del civil y la descalificación de la
meritocracia (El Nacional 27/10/2000).
No
hay duda que la presencia militar en el Alto Gobierno de Hugo Chávez es significativa, la
Revista PRIMICIA en un reportaje aparecido en marzo de 2002, habla de cerca de 370
oficiales formando parte de la Administración Pública, encontrándose entre ellos desde
tenientes hasta Generales de División activos como retirados- que constituyen la
base funcional de la estructura del Estado en los actuales momentos.
La
presencia de elementos militares en el gobierno de Hugo Chávez, se dio desde su
instalación en febrero de 1999, a través del nombramiento del Coronel (Ej) retirado Luis
Alfonso Dávila[xxxviii],
como presidente del Congreso Nacional hoy denominada Asamblea Nacional- y era así,
pues el nombramiento era parte de la concesión hecha a uno de los sectores que perviven
dentro del chavismo: los militares que formaron parte de la conspiración previa y
posterior al intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992.
Los
militares, son dentro del planteamiento del Chavismo, una formula necesaria para completar
el desarrollo del proyecto de país esbozado desde la campaña electoral de 1998, como
parte de la aplicación de lo señalado por el sociólogo argentino Norberto Ceresole,
quién de alguna manera se constituyo en una referencia para el desarrollo del proceso
político posterior a la instalación de Chávez en el poder, cuando se dio inicio a una
serie de acciones destinadas a desplazar del ejercicio del poder en forma
democrática- a los partidos históricos venezolanos, mediante el proceso constituyente en
sus distintas etapas de ejecución[xxxix].
La
transformación de las FFAA, en un instrumento de mediación y apoyo político, para la
ejecución del denominado Proyecto Bolivariano[xl],
se inicio operativamente con la inserción de los militares retirados en la estructura de
poder del chavismo, pero continuará a través de la reforma constituyente ejecutada desde
la instalación de la ANC, y con la introducción de modificaciones en la estructura legal
vigente de la democracia populista (1958-1998). Parte de esa reforma, estaba contenida en
la propia Constitución Bolivariana, que establecía en su artículo 328, un nuevo rol
para las FFAA[xli],
más allá de las labores tradicionales de seguridad y defensa, agregándole ahora, la
obligación de participar en la consolidación del modelo político implementado con el
ascenso de Chávez:
Artículo
328. La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional,
sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y
soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la
defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación
activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y la ley
(Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, 1999).
Adicionalmente
a esta misión de las FFAA, se agregó una modificación sustancial en lo que fue el papel
de subordinación del estamento militar, establecido en la Constitución de 1961, que
estableció el carácter no beligerante y apolítico de los militares, aspecto que fue
modificado mediante el Artículo 330, que les concedió el derecho al sufragio en la
elección de las autoridades en Venezuela: Artículo 330. Los o las
integrantes de la Fuerza Armada Nacional en situación de actividad tienen derecho al
sufragio de conformidad con la ley, sin que les esté permitido optar a cargo de elección
popular, ni participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo
político(Constitución Nacional, 1999).
Esta
alteración de la representación social, que tradicionalmente había experimentado el
estamento militar, desde 1958, significó una mayor presencia de los militares en el
espacio público venezolano, causando ese hecho estupor y asombro, aparte de la
preocupación de algunos representantes de la sociedad civil, por el aparente dominio de
la política ejercido por Chávez a través de las FFAA[xlii].
Lo
que sucede, a nuestro modo de ver, es una confusión entre el empleo de los militares y el
militarismo[xliii].
El primero de estos aspectos, implica en el caso venezolano- una nueva
funcionalidad de las FFAA, determinado por las condiciones de agotamiento de la función
de intermediación social de los actores históricos tradicionales del sistema político
venezolano: los partidos. En ese caso, los militares, sobre todos los pertenecientes o
surgidos a partir de la aplicación del Plan Andrés Bello (1974), han sentido el deber de
intervenir activamente en el desarrollo social, y esa intervención, sin lugar a dudas, ha
sido aupada desde el propio gobierno de Hugo Chávez; como una manera de compensar la
carencia de solidez organizativa en la estructura del MVR[xliv].
El
problema surge cuando se considera que existe la posibilidad, dada la incidencia que
dentro del MVR tiene el sector militarista duro, derivado de la formación del Movimiento
Bolivariano 200, desde el año 1982, que el elemento militarista adquiera mayor
preponderancia dentro de la estructura de poder del partido de gobierno( Martínez,
2002:131-161).
Es esa dinámica de desplazamiento, en donde el
estamento militar juega un papel protagónico, como instrumento político en la
concreción de la toma del poder en Venezuela, que ha sido explicada a través de las
tesis de Norberto Ceresole.
2.1.
LA TESIS DE CERESOLE: CONFLUENCIA DEL PUEBLO-CAUDILLO-EJÉRCITO.
Los
planteamientos teóricos de Norberto Ceresole, están contenidos esencialmente en lo
que respecta al proceso venezolano- en su obra Caudillo, Ejército y pueblo: la Venezuela del
Comandante Chávez (2000), en ella introduce una teoría interesante: el proceso
venezolano debe ser visto dentro de un contexto de cambio en los escenarios de desarrollo
de la democracia en Latinoamérica, a través de la cual se superan las condiciones
históricas que había adquirido en la tradición política, mediante la cual el eje
concéntrico del hacer en el Estado estaba conformado alrededor del
desenvolvimiento de los partidos políticos.
En la tesis de Ceresole, esa gravitación que en la
democracia se producía alrededor de los partidos políticos, pasa en esta nueva etapa
posdemocracia- a estar asentada en la relación líder-pueblo, que es la resultante
en el caso venezolano de una militarización de la política, generada en primera
instancia en los acontecimientos del 27-28 de febrero de 1989[xlv]
y continuada en los intentos de golpe de Estado de 1992, para consolidarse con el triunfo
electoral de diciembre de 1998:
Una persona física, y no una idea abstracta o
un «partido» genérico, fue «delegada» por ese pueblo para ejercer un
poder. La orden popular que definió ese poder físico y personal incluyó, por supuesto,
la necesidad de transformar integralmente el país y re-ubicar a Venezuela, de una manera
distinta, en el sistema internacional. Hay entonces una orden social mayoritaria que
transforma a un antiguo líder militar en un caudillo nacional. La transformación de
aquel líder en este caudillo hubiese sido imposible de no haber mediado: 1) el golpe de
Estado anterior no consumado y, 2) de no haberse producido la decisión democrática del
pueblo de Venezuela del 6 de diciembre de 1998. Es una decisión democrática pocas veces
vista en la historia moderna lo que transforma a un líder «golpista» en un jefe
nacional. Hubo decisión democrática (6 de diciembre de 1998) porque antes hubo una
militarización de la política (27 de febrero de 1989 y
su contraparte inexorable, el 4 de febrero de 1992).
Esas tres fechas están íntima e indisolublemente unidas. (Ceresole, 2000) (www.documento)
¿Cómo debemos entender la militarización de la política?. Según Ceresole, es
una consecuencia de la perdida gradual de lo político restringido al
desenvolvimiento de la intermediación partidista, y que en el caso venezolano, se da
mediante una concentración de la voluntad general en la figura del líder
carismático: Chávez. Señala, que esa articulación de líder carismático, surgido de
las fuerzas armadas con el pueblo, carece de una parte ideológica, y esta basado en una
identificación surgida de la extrapolación de la identidad del caudillo con el
colectivo-pueblo.
La tesis de Ceresole, establece una progresividad en el desarrollo de la hegemonía
del Chavismo. Sostiene que en los inicios del movimiento, la estructuración de los
cuadros militares iniciales se hizo sobre la base de funcionamiento del liderazgo
carismático de Chávez, yuxtapuesto ese liderazgo sobre los rasgos de radicalidad y
reformismo por otra parte, de los diversos miembros civiles y militares nucleados en torno
al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200:
Definitivamente no hubo un «partido»
verticalizado o militarizado detrás del proceso sino, sobre todo, la voluntad indomable
de una persona física: el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Las disidencias más
importantes las que luego se fueron reproduciendo hasta el mismo día de hoy
las tuvo Chávez con muchos de sus propios compañeros de prisión, un grupo significativo
de oficiales «moderados». Como la radicalidad política no fue la ideología de todo el
grupo militar insurgente, sino de una minoría dentro de ese grupo, las tensiones
comenzaron a aflorar muy pronto dentro de los alzados ya encarcelados (en Yare y en San
Carlos). Los sectores más «moderados» buscaron muy pronto una alianza con el gobierno
de Rafael Caldera (Ceresole, 2000).
Lo
interesante de esta primera etapa, en la construcción del liderazgo de Chávez, está en
el hecho de la amalgama entre los elementos de radicalización política de un sector de
militares y civiles, con otros actores que dentro de las FFAA y la sociedad civil
propugnaron por un cambio sistemático de la dinámica política establecida por el
sistema de pactos constitutivos de la democracia consensuada, lo que permitió la fácil
extensión y aceptación de la propuesta del Chavismo a una población civil anhelante de
romper con las relaciones de dependencia establecidas con los actores provenientes de los
partidos tradicionales.
La
explicación de ese proceso debe buscarse en la progresiva pérdida de la capacidad de
intermediación del partido político como fuente generadora de respuestas sociales
exigidas por la población, a la corrupción generalizada del sistema, a la pérdida de
credibilidad en los hombres y las instituciones, en la situación económica, entre otros
factores citados (CUADRO III)[xlvi]
Para Ceresole, esa debilidad de las fuerzas sociales en la sociedad venezolana hizo
posible la aceptación de la figura de Chávez y del tipo de liderazgo y cambio propuesto
por él, en donde el pueblo ocupa un lugar central en su propuesta, que lo diferencia del
tipo de lugar asignado al pueblo en otros discursos políticos de lideres de la democracia
venezolana[xlvii].
En el discurso de Chávez, se estructura una identificación y protagonismo entre él y el
pueblo, que permite la construcción de una relación de mismidad que genera
el convencimiento y facilita al caudillo su relación con el colectivo-pueblo[xlviii]:
Es
un proceso único. El pueblo de Venezuela generó un caudillo. El núcleo del poder actual
es precisamente esa relación establecida entre líder y masa. Esta naturaleza única y
diferencial del proceso venezolano no puede ser ni tergiversada ni mal interpretada. Se
trata de un pueblo que le dio una orden a un jefe, a un caudillo, a un líder militar. Él
está obligado a cumplir con esa orden que le dio ese pueblo. Por lo tanto aquí lo único
que nos debe importar es el mantenimiento de esa relación pueblo-líder. Ella está en el
núcleo del poder instaurado. Es la esencia del modelo que ustedes han creado. Si ella se
mantiene, el proceso continuará su camino; si ella se rompe el proceso degenerará y se
anulará una de las experiencias más importantes de las últimas décadas.
(Ceresole, 2000).
El mandato establecido por el pueblo de Venezuela, en las elecciones de diciembre
de 1998, proveen a Chávez, según la tesis de Ceresole, de una orden que lo
obliga a adelantar un verdadero cambio en las relaciones societales, determinado por la
articulación de tres elementos básicos: líder, pueblo y el ejército. Esos tres
elementos establecen una relación asociativa que los nutre y protege mutuamente. Por una
parte, la naturaleza del liderazgo del chavismo proviene de un origen popular, que le
otorga una base de legitimidad poco común en los procesos democráticos, al mismo tiempo
ese apoyo popular le permite una base de sustentación política que debe ser reforzada
por la construcción de una organización política que resulta de la confluencia de los
elementos radicales militaristas surgidos a la luz de la conspiración del 4 de
febrero- y los sectores civiles dispuestos a profundizar la transición del modelo
democrático consensuado al posdemocrático, en donde se le asigna un mayor protagonismo
simbiótico a lo civil y lo militar:
Personalmente
estoy convencido de que el presidente Chávez deberá terminar de pulverizar, en un plazo
de tiempo relativamente corto, al viejo y corrupto sistema político venezolano y a
prácticamente todas las instituciones que lo articularon en el tiempo «democrático»
del Pacto de Punto
Fijo. Ello significa que las circunstancias que se avecinan lo obligarán a asumir
de una manera cada vez más explícita un liderazgo personal sobre la
totalidad del proceso venezolano. Los acontecimientos internos lo obligarán (y no
sólo simbólicamente) a llevar el uniforme militar con cada vez mayor frecuencia, porque
sólo un «partido» cívico-militar podrá actuar con eficacia ya está actuando
como situación de facto entre el líder y la masa. (Ceresole, 2000)
(Subrayado nuestro)
Lógicamente,
el planteamiento del Ceresolismo señala un elemento de modernización en la dinámica de
las relaciones entre el estamento militar y la sociedad civil, que produce como todo
proceso modernizador conflictividad y movilidad social por aceptación o rechazo[xlix].
En el caso venezolano, le asigna al estamento militar una función estratégica en el
diseño institucional resultante del triunfo en el proceso constituyente, que culminó en
diciembre de 1999, con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (CRBV); a través del cual el estamento militar pasa a constituirse en el brazo
ejecutor de una política asistencialista, como compensación al escaso desarrollo de las
estructuras agrupadas en torno al Polo Patriótico y como un vehículo primordial en la
construcción de una hegemonía que excluye a los sectores propietarios no comprometidos
con la posdemocracia:
La
forma que adopta en cambio el modelo venezolano, es el de la unidad
nacional, el de la confluencia pueblo-ejército. Esto quiere decir que ese modelo
podría ser el origen en el tiempo de una nueva época. A diferencia del
modelo «democrático» neoliberal, el proceso venezolano plantea una exclusión justa y
necesaria de nuevo tipo: la exclusión de las minorías oligárquicas. El
neoliberalismo, en cambio, excluye y destruye a las mayorías y a su marco nacional. En el
plano geopolítico el espacio -, el modelo venezolano tiene una sola alternativa de
supervivencia: su proyección hacia el resto del mundo hispano-americano. Estamos así en
el punto de una doble convergencia: histórica y geopolítica tiempo y espacio. Es
por eso que estar en Venezuela, hoy, es estar con algo más que con Venezuela: es estar en
el posible origen de la Patria Grande, nuestra vieja esperanza de todos nosotros.
(Ob.cit) (subrayado nuestro)
De
su planteamiento, se desprende el hecho que ese modelo de la posdemocracia venezolana,
puede erigirse como un factor de emulación en toda Latinoamérica, pues implica una
respuesta a las condiciones cambiantes del sistema-mundo, al mismo tiempo que plantea una
visión estratégica ante el fenómeno de la globalización y su impacto sobre todos los
agentes sociales grupos económicos, fuerzas armadas, organizaciones civiles, entre
otras- del entorno latinoamericano. Asimismo, resulta problemático la ejecución del
planteamiento de Ceresole, pues conlleva un cambio en el papel que tradicionalmente ha
cumplido, no sólo la sociedad venezolana en el campo de las relaciones internacionales,
si no las mismas fuerzas armadas en el escenario post guerra fría, tal como él mismo lo
afirma:
En
la base del proceso orientado a lograr un alto grado de protección para los cambios que
se realizarán en Venezuela está el trabajo para «internacionalizar» -en todo el
espacio hispanoamericano- la figura carismática de Hugo Chávez. Ello obedece a un
principio esencial de la Estrategia: la respuesta más eficaz a las agresiones externas
será el incremento del propio poder (la única respuesta al poder es el poder). A partir
de la sucesiva ampliación de ese liderazgo originalmente venezolano, las agresiones
provenientes de otras áreas del mundo podrán ser amortiguadas con mayor eficacia y,
paralelamente, las necesidades de Venezuela en Europa y los EUA, sobre todo
podrán ser resueltas con mucha mayor «liquidez». Se trata, en definitiva, de
incrementar el poder de Venezuela en el mundo, que hoy es, en un sentido estricto,
in-significante. (Ob.cit).
Se
deduce, por lo tanto, que el modelo ceresoliano, en su aplicación al caso Venezuela,
conlleva una creciente conflictividad que se expresa en la superación de la
institucionalización que había caracterizado al sistema político de conciliación por
una parte partido, Estado-Nación, agentes sociales- y por la otra, al rol asignado
a la confluencia ejército-pueblo-caudillo y finalmente al impacto que a nivel de la
comunidad internacional adquiere Venezuela, a partir de los nuevos referentes derivados de
su aplicación al contexto mundial.
3.
CONFLICTO,
BELIGERANCIA Y OPOSICIÓN DE LOS MILITARES AL CHAVISMO (2001-2002)
El
planteamiento de Ceresole, le asigna al ejército un rol primordial en la nueva estructura
establecida a partir de la llegada al poder de Chávez, en diciembre de 1998. Desde un
principio se observaron dificultades, en cuanto a la articulación de los factores
provenientes del estamento militar y comprometido con el MBR-200, en la intentona del 4 de
febrero de 1992; y los sectores civiles que progresivamente se sumaron al proyecto
bolivariano. Entre uno y otro factor, subsiste una diferencia esencial: la radicalidad del
proceso político que debe asumirse. Para los militares, es esencial desmontar lo más
pronto posible todo el aparato institucional del SPC, y esa acción debe conllevar el
desplazamiento de los actores hegemónicos tradicionales, conjuntamente con una ruptura de
las normas corporativas de entendimiento político. Por su parte, el elemento civil
sostiene de alguna manera la necesidad de avanzar progresivamente con el proceso de cambio
radical, sin romper drásticamente con los factores de poder aún vigentes en la
estructura societal venezolana.
Esa
contradicción entre los dos factores básicos en la estructura del chavismo, había sido
establecida por el mismo Norberto Ceresole, quién afirmó:
Es así que el chavismo tiende ahora a escindirse entre los «establecidos»,
que buscan potenciar las tendencias «moderadas» (neoliberales) de los últimos tiempos,
y los «radicales», que buscan reconstruir los elementos fundadores del movimiento
militar. Es así que por ahora dentro de la política interior
venezolana, no se plantea la búsqueda de una alternativa a Chávez. Los grupos chavistas
más ortodoxos intentan una acumulación de poder para lograr constituirse en apoyaturas
para que Chávez pueda evadirse algún día no muy lejano de un compromiso
que fue necesario adquirir. El límite de esta política es, naturalmente, la guerra
civil. El otro sector es el que acepta complacido las decisiones de continuidad. Ambas
facciones aún no están absolutamente escindidas, en el sentido de que
ambas buscan la legitimidad del «paraguas carismático». Unos para reforzar las
decisiones de continuidad; otros para intentar revertirlas. Todos buscando el amparo del
líder.
La
fracción continuista pretende convertir a Chávez en un nuevo actor de un viejo libreto.
Pretende orientarlo en la dirección de «ganar tiempo»; impulsándolo, con pretendida
sigilosidad, hacia el plano de la falsa astucia, fingiendo que, por esa vía, al final, se
logrará engañar al enemigo (Ceresole,2000) (subrayado nuestro)
El
radicalismo, del cual habla Ceresole, está referido a un dinamismo asignado a la
institución castrense que establece un distanciamiento con el tradicional rol, que dentro
de la Doctrina de Seguridad y Defensa[l],
se les otorga a los militares en Latinoamérica. La ejecución práctica del planteamiento
de Ceresole, referido a los militares en Venezuela, permitió la estructuración de un
mayor protagonismo asignado a las Fuerzas Armadas, que se tradujo en una mayor presencia
en el espacio público, mediante el cual los ciudadanos comenzaron a ver a los militares
participar en políticas de asistencia social, tales como organización de clínicas
móviles, mercados populares, ferias de producto, reparación de instituciones públicas
escuelas, hospitales, dispensarios, entre otras- y en donde, el elemento civil
quedo reducido a espectador del accionar social de los militares[li].
Esa
situación, que formó parte del diseño estratégico de la posdemocracia ceresoliana,
generó en primera instancia un rechazo en
factores de la sociedad civil, que llamaron la atención acerca de los
peligros de esa acción, al respecto es importante señalar lo expresado por
Joaquín Marta Sosa, periodista y docente de la Universidad Central de Venezuela, quién
indicaba en un artículo publicado por El Nacional (04/11/1999):
No
es un proyecto constitucional específicamente militarista (se refiere al proyecto
chapista), pero aísla de tal manera al mundo militar de la institucional-civil que, en
nombre de la bolivarianísima unidad cívico-militar, la fuerza armada queda ubicada en
una situación tal de intangibilidad que la hará más proclive a la práctica militarista
que a la de fortalecer las relaciones democráticas entre la sociedad y la organización
castrense. Y ante esta posibilidad recordemos que el perjuicio mayor lo sufrirán,
como siempre, el crédito y la respetabilidad de los militares, pues los privilegios
siempre terminan pagándose a un precio muy alto. ( resaltado nuestro)
Si
bien resulta cierto, que los primeros en señalar preocupación por el rol protagónico
asignado a los militares en el diseño institucional del proyecto bolivariano fueron los
civiles, estos se limitaron a establecer la base de esa doctrina militarista, a través de
la cual pasaban estos de ser custodios del orden a actores políticos de
primer orden, aspecto esté que entrañaba un grave peligro para la dinámica democrática
de la sociedad venezolana. Por su parte, en el estamento militar no se producían mayores
controversias, por lo menos entre 1999 y el 2001, etapa en la cual el chavismo construyó
los procesos de construcción de una nueva hegemonía y completo la transición política
iniciada con su triunfo electoral de diciembre de 1998[lii].
Sin
embargo, el hecho que no se produjo manifestaciones públicas de rechazo a la política de
vinculación del estamento militar con el poder civil gobernante, no significó que no
existiera malestar en las fuerzas armadas. Indudablemente ese malestar existió, sólo que
las circunstancias políticas a través de las cuales el chavismo domino ostensiblemente
el panorama de la opinión pública entre diciembre de 1998 hasta noviembre de 2001[liii],
pudo incidir sobre la ausencia de un pronunciamiento público de miembros de las FAN
acerca del papel asignado a ellas por el chavismo.
Será
posterior a esa fecha, cuando la oposición comienza un proceso de sistematización de una
política de resistencia a la conformación hegemónica del Polo Patriótico y de Chávez,
sobre todo a través del llamado a paralización general efectuado el 10 de diciembre de
2001[liv],
con la anuencia de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV)[lv]
y FEDECAMARAS[lvi],
que colocó al gobierno en una posición defensiva y marcó el despertar de
los sectores opuestos al chavismo[lvii].
Los
acontecimientos posteriores al 10 de diciembre de 2001, marcan el inicio de la
manifestación pública del conflicto generado por el proceso de modernización
institucional inaugurado con la llegada al poder de Hugo Chávez en diciembre de 1998, a
partir del cual comienza a gestarse una dinámica signada por la conformación de una
fuerza social[lviii],
que agrupa a diversos sectores de la oposición[lix],
quienes en base a una gran movilización social desarrollan una política de
resistencia civil al chavismo.
Esta
situación modificó el panorama político, debido al hecho que la oposición adquirió la
iniciativa en el accionar popular, basado en el apoyo obtenido a través de las
organizaciones sociales tanto de FEDECAMARAS como la CTV. Se asistió a una movilidad
social extraordinaria, entre el llamado a paralización general del 10 de diciembre de
2001, hasta el momentáneo derrocamiento de Hugo Chávez en abril de 2002[lx].
Este
contexto de movilización y de debilidad institucional, producto del accionar de las
fuerzas sociales en pugna, generó las condiciones propicias para que se manifieste la
disidencia existente en el sector militar, con las políticas del presidente Hugo Chávez.
A nuestro entender, las controversias
desatadas desde noviembre de 2001, hasta los actuales momentos, deben ser entendidas como
una consecuencia de la discusión entre la aplicación de dos modelos distintos de lo
democrático. Por una parte, el propugnado por las fuerzas sociales agrupadas en lo que se
denomina el chavismo, que sostienen un modelo de democracia radical,
caracterizado por la maximización de la participación popular, el conflicto y el
disenso, la resistencia a reeditar el sistema factual de pactos interelites, y la
ocupación sistemática de los espacios de acción popular, y otro modelo, que denominamos
consensual o formal donde importan las instituciones, los procesos y los procedimientos
que rigen la toma de decisiones (Bobbio, 1997:451).
En
el accionar de las fuerzas sociales en pugna, se observan las implicaciones de ambos
planteamientos en su desenvolvimiento en el campo de lo político, pues por una parte la
oposición insiste en el peligro de la movilización popular generada por el gobierno, y
lo hace sobre la base de la creciente beligerancia adquirida por las fuerzas del Polo
Patriótico y por la otra, el chavismo llama la atención acerca de la ampliación del
alcance de la participación popular en la democracia venezolana. Lo interesante, de esta
pugnacidad radica en la circunstancia de haber sido extrapolada al campo de los militares.
Eso quedo evidenciado en el planteamiento realizado por un grupo de militares de la
Aviación, la Armada y la Guardia Nacional, en los días iniciales de febrero de 2002,
cuando en diversos actos hechos públicos, se pronunciaron en contra de la dinámica
asignada por el gobierno a los militares. Uno de los primeros en hacerlo, fue el Coronel
de la Aviación Pedro Soto, quien se manifestó públicamente los primeros días del mes
de febrero de 2002, señalando que el gobierno de Hugo Chávez atentaba contra la
democracia instaurada en Venezuela a partir de 1958:
La
libertad de expresión es uno de los símbolos y es uno de los pilares fundamentales de
cualquier democracia. Donde no hay democracia puede haber cualquier cosa menos democracia.
La libertad debe ser defendida por todos los venezolanos, en todos los planes del quehacer
nacional. En un gobierno donde el Presidente maneja el Tribunal Supremo de Justicia,
maneja la Asamblea Nacional, maneja las Fuerzas Armadas, en su intención, no se puede
decir que hay democracia (Soto, 2002) (www.documento
) (resaltado nuestro).
El planteamiento del Coronel, causo un revuelo en la prensa nacional e
internacional, por ser ellas una muestra concreta del descontento en el seno de las FAN
con las políticas desarrolladas por el Chavismo. Subyace en los señalamientos de Soto,
una doctrina que establece que: a) el gobierno de Chávez es profundamente
antidemocrático; b) ideológicamente el gobierno intenta implantar elementos foráneos
referidos a la idea de establecer un régimen comunista y c) Chávez intenta secuestrar la
participación de los venezolanos. No sería este el único planteamiento realizado por
militares en contra del gobierno de Chávez, pues en los últimos días del mes de febrero
le tocó al General Ejército Guaicapuro Lameda, quién fungía como presidente de
Petróleos de Venezuela hasta ese momento. Sus señalamientos giraron en torno a los
mismos temas planteados por el Coronel Soto, eso es, el gobierno de Hugo Chávez está
utilizando a las FAN para sus propios fines y propósitos, y por lo tanto, se estaba
generando un gran daño a la estructura de funcionamiento del componente militar y a la
democracia misma con ese accionar:
Me
preocupa comentarios que he escuchado de manera pública, creo que no tengo espacio en el
Ejército hoy día, no puedo regresar al Ejército, no me siento en condiciones de
comandar una parte de esa organización cuando su Comandante en Jefe ejerciendo el rol de
presidente de un partido ha dicho públicamente que la revolución cuenta con aviones,
tanques y cañones y que no es en sentido figurado. Y yo me pregunto como general de esta
República cuál es el enemigo, a quién vamos a combatir, a quién le vamos a disparar,
contra quién vamos a usar los tanques, los aviones y los cañones. Prefiero que hoy me
llamen cobarde por retirarme del Ejército a tener que comandar una brigada o una
división para ponerla al servicio de una parcialidad política que dispara contra el
propio pueblo. Creo que lejos de honrar la memoria de nuestros libertadores que
construyeron ese Ejército la humillaría, con todo el dolor me retiro de la organización
para la cual me preparé toda la vida, llegué a la posición de General y lamentablemente
no la pude ejercer pero creo que las circunstancias me obligan a hacer el sacrificio
personal y a vestir hoy el traje de civil para manifestarme libremente porque lo que estoy
diciendo hoy no me atrevería a decirlo con el uniforme militar porque creo que le
estaría haciendo un flaco servicio a las Fuerzas Armadas dándole un mal ejemplo a mis
subalternos. (Lameda, 2002) (www.documento)
Ahora
bien, lo indicado por el Gral. Lameda, debe ser visto en un contexto de frustración de
las expectativas[lxi]
creadas dentro del sector castrense en relación con el proceso de cambio institucional
iniciado por Hugo Chávez, donde los militares esperaban que se terminara con un rol que
les había sido asignado, desde su institucionalización y sometimiento al poder civil a
partir de 1958, que los obligo a transformarse en factores de disuasión de cualquier
manifestación política contraria al gobierno de turno, operando por lo tanto los
militares, como brazo ejecutor de los anhelos y manifestaciones de poder de los actores
políticos tradicionales. Cuando el chavismo, por las mismas circunstancias de debilidad
político organizativa del Movimiento Quinta República (MVR) transformó a las FAN en un
operador político de las acciones públicas destinadas a lograr la adhesión social del
colectivo a través del Plan Bolívar 2000 y la progresiva utilización de los militares
en otras funciones, se produjo esa crisis de expectativas, que explican los múltiples
pronunciamientos de miembros del estamento
militar en los años 2001-2002.
Al
unirse, en el contexto de la transición política en Venezuela, una creciente crisis de
expectativas con las condiciones de una oportunidad política se ha generado un conflicto
de gran magnitud, que tiene como uno de sus ejes articuladores a los militares.
Al
respecto Chalmers Johnson ( 1966:45-47) citado por Lorenzo Cadalso, señala que los
conflictos se producen en cuatro grandes fases: a) desequilibrios sistemáticos en la
sociedad, b) intransigencia de las élites a la hora de admitir reformas. Ello genera
desequilibrios psicológicos personales que conducen al surgimiento de un movimiento
subcultural; c) pérdida de legitimidad de las élites gobernantes y d) un acontecimiento
fortuito desencadena la revuelta.
En el caso del conflicto político experimentado por
la sociedad venezolana, a partir de los meses de noviembre de 2001 y febrero-abril de
2002, se tiene el hecho que durante el año 2001 se han generado una serie de
desequilibrios en diversos ámbitos: en el político,
manifestado en la división interna en la estructura de poder del Polo Patriótico,
en una creciente discusión acerca del diseño de la política del chavismo y la relación
con la oposición; en lo económico por la contracción de la actividad económica, que se
evidencio mediante una reducción de las Reservas Internacionales entre noviembre y
diciembre, la caída del PIB y el aumento del índice de precios al consumidor entre
septiembre y diciembre del 2001 (Cuadros IV, V y VI) y en lo institucional, expresado por
la movilización en contra de las Leyes Habilitantes.
La
disputa por el contenido de las Leyes Habilitantes, señalo la tozudez del gobierno de
Hugo Chávez para discutir su contenido con los factores de poder representados en
FEDECAMARAS, creando esa intransigencia el momento propicio a la oportunidad política
para generar el conflicto, manifestado en el llamado a paralización general del 10 de
diciembre de 2001. La reacción del gobierno, los crecientes llamados y provocaciones del
presidente Hugo Chávez en contra de FEDECAMARAS[lxii],
aunado al fracaso de algunas de las gestiones destinadas a desarrollar una política
económica coherente, fue lo que llevo a militares como el Gral. Lameda a manifestarse
abiertamente en contra del presidente, criticando las diversas medidas implementadas desde
el Estado y que en su parecer no han rendido los efectos esperados, creando así una
progresiva pérdida de legitimidad, expresada en el disenso de los militares:
Durante
sus tres años de gestión, Señor Ministro, la conducción general de este país ha sido
política e ideológica, por tanto su economía es hoy confusa y ambigua.
Que
hemos visto en este tiempo:
·
Un
plan Bolívar de quien hoy día nadie defiende o prepara las acciones para completar las
fases Patria o Nación. Por lo que en su concepción general podremos contar no mas de un
30% de éxito contra un 70% de fracaso por omisión. A ello debemos sumar que su
prolongación en el tiempo, distrae a las Fuerzas Armadas de su misión principal e impide
el fortalecimiento de las instituciones que deben asumir sus responsabilidades para dar el
resultado esperado. Ministro ¿Qué pasó con la reorganización y eficiencia prometida
por un nuevo esquema de gobierno?
·
La
constituyente económica, un esfuerzo costoso que no ha concretado en resultados o
beneficios. Ministro ¿Qué pasó?
·
La
sobremarcha: una promesa de resultados para el 24 de diciembre de 2000, cuando los
ministros se tomarían una semana de vacaciones. A este respecto el Banco Central de
Venezuela debió transferir 1.5 billones de Bolívares a la tesorería nacional. El
programa no se cumplió y la plata no está en la tesorería. Ministro ¿Qué pasó?
Señor Contralor General de la República habrá algo que preguntar.
·
Un
desarrollo de Parques Industriales que debería generar empleo y producción para lo cual
se hizo un esfuerzo en giras y puestas en marcha y todavía no vemos resultado. Ministro
¿Qué pasó? (Lameda, 2002) (www.globovision.com)
Para
los militares, como para una parte del país nacional, el gobierno de Hugo Chávez no ha
logrado cumplir con las expectativas creadas desde su ascenso al poder en diciembre de
1998, esta percepción está especialmente arraigada en sectores de la clase media[lxiii],
para quienes el chavismo ha fracasado en su acción de gobierno y es responsable de la
situación de precariedad que experimentan (Cuadro VII-VIII). Esa percepción, encaja
dentro de lo expresado por Lorenzo Cadalso cuando señala que:
La frustración de expectativas puede darse,
evidentemente, en cualquier colectivo social, pero, sobre todo cuando éstas son de poder
y status, se perciben con mayor rotundidad en los estratos intermedios de la sociedad,
entre los grupos que se encuentran cercanos a la élite social y con la que aspiran a
equipararse. No en vano, buena parte de los conflictos y muy especialmente de las grandes
revoluciones han sido liderados por lo que llamamos clases medias, patriciado urbano y
profesionales liberales
(2001:36-37)
Esta
frustración de las expectativas, aunado a la sensación de la inviabilidad de salidas que
satisfagan los intereses de las fuerzas sociales agrupadas en la oposición que a
partir de Agosto de 2002 se constituyó en Coordinadora Democrática- es lo que ha hecho
factible la estructuración de un cuadro de conflicto social[lxiv],
en donde el estamento militar, como parte de una clase media con deseos y anhelos paso a
jugar un rol importante en los procesos de discusión política experimentados en
Venezuela desde finales del año 2001.
Los
pronunciamientos de los militares continuaron durante todo el mes de febrero y marzo de
2002, incrementando de esa manera la percepción de pérdida de legitimidad y apoyo del
gobierno de Chávez. Uno de los casos más significativos, de la disidencia abierta de
ciertos sectores militares a las políticas del Gobierno, vino dada por el Contralmirante
Carlos Molina Tamayo, que el 18 de febrero de 2002 manifestó su oposición abierta al
presidente de la República, al declarar:
En
consecuencia, protesto enfáticamente la actitud complaciente de algunos miembros del
Tribunal Supremo de Justicia, de la Asamblea Nacional, de la Fiscalía General, de la
Defensoría del Pueblo, de la Contraloría General y del Poder Electoral que violenta
nuestros principios constitucionales. Asimismo manifiesto públicamente mi rechazo a la
conducta violatoria de la Constitución de la República de Venezuela por parte del
presidente Chávez y su régimen; mi rechazo al control ejercido por el presidente Chávez
sobre el Poder Legislativo y el Poder Judicial; mi rechazo a la permanente actitud del
presidente Chávez de dividir al pueblo venezolano; mi rechazo al sostenido deterioro de
las relaciones internacionales con nuestros aliados tradicionales a cambio de buscar
vínculos con gobiernos no democráticos; mi rechazo a la falta de un Estado de Derecho;
mi rechazo a la comprobada y peligrosa relación entre el presidente Chávez y algunos de
sus ministros con la guerrilla terrorista colombiana; mi rechazo a la corrupción y mal
manejo de los recursos del Estado para financiar objetivos políticos totalitarios y
enriquecer a altos personeros del Gobierno; mi rechazo al constante enfrentamiento en
contra de todos los sectores de la sociedad venezolana con la intención de destruirlos e
instaurar una tiranía de extrema izquierda; mi rechazo al desequilibrio fiscal.
(Molina Tamayo, 2002) (www.globovision.com)
18/02/2002.
Todos
estos pronunciamientos, aunado a las manifestaciones públicas de amplios sectores de la
sociedad venezolana, fueron incrementando las condiciones del conflicto social en nuestro
país, a través de un creciente debate que copo la opinión pública entre febrero-abril
de 2002. En ese lapso, la oposición política a Chávez continúo avanzando en una
dinámica que propendió a la unificación de voluntades y esfuerzos entre sí para
oponerse y buscar una salida del poder del chavismo.
Esta intención quedo demostrada a través de la
firma en el mes de marzo de 2002, del llamado Pacto de Gobernabilidad
CTV-Fedecamaras-Iglesia[lxv].
De forma tal, que se asistió a una yuxtaposición de diversas condiciones que hicieron
posible el recrudecimiento del conflicto social, manifestado rotundamente desde la
paralización del 10 de diciembre de 2001.
En
el caso de Venezuela, los grupos estructurados en oposición a Chávez, fueron sumando
voluntades por disponer de tres elementos esenciales a nuestro modo de ver: a) autonomía
intelectual, entendido como un conjunto de ideas, políticas, ideológicas, con las que
interpretan los problemas a los que se enfrentan, y que en este caso quedaron recogidos en
el Pacto de Gobernabilidad; b) un ambiente socio-político con unos niveles mínimos de
intolerancia, que se manifestó en el número creciente de manifestaciones tanto violentas
como pacíficas, experimentadas por el gobierno de Hugo Chávez entre el 2000 y el 2001
(Cuadro IX), que facilitaban la movilidad social y c) la capacidad organizativa del grupo
opositor dirigente, manifestada en acciones ejecutadas con mayor frecuencia y efectividad,
y que viene dada esencialmente por la estructura organizativa tanto de FEDECAMARAS como la
CTV, que se han constituido en los pilares fundamentales de la oposición a Chávez.
Todas
esas expresiones, aunada a los pronunciamientos de los militares y a la situación
fortuita del conflicto con los Trabajadores de Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA)[lxvi],
a partir de febrero de 2002, se sumaron para crear una situación detonante de la crisis
manifestada en los sucesos de abril[lxvii],
donde producto de una serie de factores propios de las condiciones de desarrollo de
los conflictos sociales[lxviii]-
se asistió a la ejecución de un golpe de Estado atípico, que involucro a los militares.
En
los sucesos de abril 11 al 14- quedó evidenciada la incidencia e implicaciones de
la creciente beligerancia política de las FAN, en el proceso histórico venezolano, al
manifestarse abiertamente en contra de las decisiones del presidente de la república Hugo
Chávez[lxix],
y al propiciar una desobediencia abierta a la autoridad superior[lxx],
propiciando las condiciones para generar un golpe de Estado no tradicional, en donde los
militares incidieron en la instauración de un civil en sustitución del presidente
legítimamente electo[lxxi].
El
pronunciamiento efectuado por un grupo de militares, debe ser visto en el marco de un
proceso de ruptura del equilibrio socio-político,
entendido como una pérdida gradual de los mecanismos de autorregulación que limitan los
efectos negativos de un determinado cúmulo de procesos estructurales (Lorenzo Cadalso,
2001:194-195), y que en los sucesos de abril fue facilitada esa ruptura del equilibrio,
por la alteración de las relaciones entre las fuerzas sociales en pugna, que se saltaron
los mecanismos institucionales del sistema partidos, órganos de representación
popular, estructuras jurídicas, opinión pública- para solucionar sus diferencias.
Aunada a la alteración del panorama político, generada por la movilización
multitudinaria hacia el Palacio de Miraflores el día 11 de abril, que resulto en un acto
de provocación-respuesta[lxxii]
bajo el cual actúo el estamento militar movilizándose a través de la desobediencia
abierta, que constituye a decir de Rey (2002) una forma de intervención a través de
proposiciones que revisten una amenaza real o ficticia- al poder civil, que mediante
el chantaje pueden desencadenar cómo efectivamente ocurrió- la sustitución del gobierno civil por otro. En
cualquier circunstancia, lo que ha quedado evidenciado son los enormes efectos
conflictivos que ha generado en la estructura social venezolana, la cada vez mayor
beligerancia política de las FAN, más aún cuando observamos con preocupación los
sucesos ocurridos recientemente en la capital de Venezuela, Caracas, desde el día 22 de
octubre de 2002, cuando un grupo de militares entre los que se encuentran algunos
de los que se pronunciaron el 11 de abril(Cuadro X)- se declararon en un sitio público
la Plaza Altamira- en desobediencia legítima al gobierno de Chávez, a través de
un llamado que constituye en sí una amenaza al desarrollo democrático en el país.
A manera de
Conclusión.
El acceso al poder de Hugo Chávez, en diciembre de 1998, ha propiciado un proceso
de modernización de la sociedad venezolana, caracterizado por una transición de una
concepción formalista o consensuada de la democracia, a otra más dinámica y radical,
caracterizada por la movilidad social. Este proceso derivó en la implementación de una
serie de cambios estructurales, en el sistema político venezolano, en los actores
sociales y políticos, en las estructuras institucionales y en las estructuras simbólicas
de representación de las ideas, que ha permitido el recrudecimiento del conflicto social,
donde se han constituido unas fuerzas sociales cuya pugnacidad ha quedado evidenciada en
los sucesos generados entre noviembre de 2001 hasta los actuales momentos (noviembre
2002). En esa pugnacidad han intervenido tanto como objeto de preocupación, como
sujeto ejecutor- el estamento militar, que en el planteamiento político del chavismo,
debe constituirse en el operador del cambio modernizador, a través de una mayor presencia
en el espacio público, no obstante que dicha presencia derive en una mayor movilidad
social de las FAN, con las implicaciones de aceptación o rechazo que ha tenido al asumir
esta nueva función. Las FAN, se han constituido en uno de los actores más dinámicos en
el sistema político venezolano, manifestando con ello la enorme crisis de representación
de las identidades de los partidos políticos tanto los tradicionales (AD-COPEI-MAS), como
los más modernos o recientes (MVR, Primero Justicia, Proyecto Venezuela, PPT), que no han
sabido canalizar en un contexto de conflicto social un liderazgo, que les permita
direccionar una salida válida para los actores o fuerzas enfrentadas. Las FAN,
constituyen de hecho en la actividad política venezolana actual, el elemento clave para
dilucidar los clivajes de gobernabilidad/ingobernabilidad, democracia/autoritarismo,
libertad/represión, ante los vacíos generados por la crisis del sistema democrático venezolano[lxxiii].
Por otra parte, resulta indudable que en Venezuela se asiste a una crisis de las
expectativas creadas por la transición iniciada por Hugo Chávez, que ha afectado a todos
los actores sociales, incluyendo por supuesto, a las mismas FAN, que han hecho cada vez
más públicas sus observaciones por aceptación o rechazo- al proceso
socio-político. Las oportunidades que desde el punto de vista del análisis de las
ciencias sociales tiene el proceso venezolano, son muchas, derivadas de los múltiples
lecturas derivadas de una aproximación a la comprensión de las dinámicas experimentadas
en el sistema político desde 1998 hasta los actuales momentos. En el conflicto social que
vive Venezuela en las actuales circunstancias, y que han obligado a los organismos
internacionales a intervenir Organización de Estados Americanos (OEA), Centro
Carter y Programa de las Naciones Unidas para el >Desarrollo (PNUD)- se observa una reconstitución de los mecanismos
simbólicos, no sólo de la democracia, sino de sus actores, instituciones y operadores
claves, que generan una gran movilidad social, que no ha logrado ser encauzada por las
estructuras mismas del sistema establecido por el chavismo a partir de la probación de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV).
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Cuadro
II. Evolución de las lealtades partidistas hacia los partidos tradicionales (AD, COPEI y
MAS) (1983-2000). Fuente: Molina (2000:42)
1983 |
1993 |
1998 |
2000 |
|
Militantes/simpatizantes
AD,COPEI y MAS |
35.3%
(628) |
27.8%
(398) |
14.0%(205) |
10.8%(161) |
Casos
Válidos |
1778 |
1435 |
1458 |
1490 |
Casos
No Válidos |
11 |
64 |
42 |
10 |
Total
Casos |
1789 |
1499 |
1500 |
1500 |
Cuadro
III. Causas de la crisis destacada en el cuestionario y otras mencionadas por la élite.
Fuente: Njaim, Combillas y Alvarez (1998:107)
CAUSA |
N°
de veces citada |
Corrupción |
10 |
Partidos |
9 |
Situación
económica |
8 |
Falta
de participación |
7 |
Distribución
del ingreso |
5 |
Intervencionismo
estatal |
5 |
Mal
funcionamiento de los servicios |
4 |
Política
económica del gobierno |
3 |
Pérdida
de credibilidad en los hombres y las instituciones |
3 |
Paquete
económico |
2 |
Vacío
de liderazgo |
2 |
Carta
de intención con el FMI |
1 |
Falta
de representatividad |
1 |
Hipercentralismo
del modelo político y económico |
1 |
Pérdida
de esperanza |
1 |
Falta
de control en política de inmigración |
1 |
Pérdida
de sentido de la dignidad del hombre |
1 |
Cuadro
IV: Índice de Precios al Consumidor Sep-Dic 2001. Fuente: Banco Central de Venezuela.
CUADRO
V. PRODUCTO INTERNO BRUTO POR ACTIVIDAD ECONÓMICA (III Y IV TRIMESTRE 2001). FUENTE.
BANCO CENTRAL DE VENEZUELA
|
2001
(*) |
||||
ACTIVIDADES |
Año |
2do.sem. |
IV
Trim |
Ene./Sept. |
III
Trim |
|
|
|
|
|
|
CONSOLIDADO
|
600,488 |
305,540 |
154,092 |
446,396 |
151,448 |
ACTIVIDAD
PETROLERA |
158,563 |
79,113 |
39,254 |
119,309 |
39,859 |
ACTIVIDAD
NO PETROLERA |
424,961 |
217,513 |
110,877 |
314,084 |
106,636 |
Minería |
5,166 |
2,521 |
1,262 |
3,904 |
1,259 |
Manufactura |
85,240 |
43,215 |
21,731 |
63,509 |
21,484 |
Electricidad y Agua |
11,371 |
5,831 |
2,941 |
8,430 |
2,890 |
Construcción |
33,610 |
19,277 |
10,750 |
22,860 |
8,527 |
Comercio |
49,182 |
24,946 |
12,599 |
36,583 |
12,347 |
Transporte y Almacenamiento |
20,453 |
10,426 |
5,047 |
15,406 |
5,379 |
Comunicaciones |
18,886 |
9,736 |
4,840 |
14,046 |
4,896 |
Instituciones Financieras y Seguros |
6,528 |
3,286 |
1,676 |
4,852 |
1,610 |
Bienes Inmuebles y Servicios Prestados |
|||||
a las Empresas |
68,593 |
34,147 |
16,971 |
51,622 |
17,176 |
Serv. Comunales, Soc. y Personales y |
|||||
Produc. de Serv. Priv. No Lucrativos |
39,880 |
19,929 |
10,015 |
29,865 |
9,914 |
Produc. Servicios del Gobierno General |
46,522 |
23,020 |
11,526 |
34,996 |
11,494 |
Resto 1/ |
43,803 |
23,274 |
12,586 |
31,217 |
10,688 |
Menos: Servicios Bancarios Imputados |
4,273 |
2,095 |
1,067 |
3,206 |
1,028 |
DERECHOS
DE IMPORTACIÓN |
16,964 |
8,914 |
3,961 |
13,003 |
4,953 |
CUADRO
VI. RESERVAS INTERNACIONALES Y TIPO DE CAMBIO (NOV-DIC 2001). FUENTE: BANCO CENTRAL DE
VENEZUELA.
FECHA |
RESERVAS
INTERNACIONALES |
|
TIPO
DE CAMBIO Bs/US$ (3) |
|||||
BCV |
FIEM (1) |
TOTAL
(2) |
COMPRA |
VENTA |
||||
|
|
|
|
|||||
(Millones
de US$) |
||||||||
|
|
|
|
|
|
|
|
|
31/12/2001 |
12,295 |
6,227 |
18,522 |
762.00 |
763.00 |
|||
28/12/2001 |
12,424 |
6,226 |
18,650 |
756.25 |
757.25 |
|||
27/12/2001 |
12,561 |
6,226 |
18,787 |
755.25 |
756.25 |
|||
26/12/2001 |
12,599 |
6,225 |
18,824 |
755.25 |
756.25 |
|||
24/12/2001 |
12,694 |
6,225 |
18,919 |
754.25 |
755.25 |
|||
21/12/2001 |
12,673 |
6,225 |
18,898 |
753.75 |
754.75 |
|||
20/12/2001 |
12,713 |
6,224 |
18,937 |
751.75 |
752.75 |
|||
19/12/2001 |
12,749 |
6,224 |
18,973 |
751.75 |
752.75 |
|||
18/12/2001 |
12,574 |
6,223 |
18,797 |
751.00 |
752.00 |
|||
17/12/2001 |
12,667 |
6,223 |
18,890 |
750.25 |
751.25 |
|||
14/12/2001 |
12,832 |
6,223 |
19,055 |
749.50 |
750.50 |
|||
13/12/2001
b/ |
13,047 |
6,222 |
19,269 |
749.00 |
750.00 |
|||
12/12/2001 |
12,197 |
7,116 |
19,313 |
749.00 |
750.00 |
|||
11/12/2001 |
12,095 |
7,115 |
19,210 |
749.00 |
750.00 |
|||
10/12/2001 |
12,201 |
7,115 |
19,316 |
748.00 |
749.00 |
|||
07/12/2001 |
12,292 |
7,114 |
19,406 |
747.50 |
748.50 |
|||
06/12/2001 |
12,392 |
7,113 |
19,505 |
747.00 |
748.00 |
|||
05/12/2001 |
12,490 |
7,112 |
19,602 |
746.50 |
747.50 |
|||
04/12/2001 |
12,323 |
7,113 |
19,436 |
745.75 |
746.75 |
|||
03/12/2001 |
12,378 |
7,112 |
19,490 |
745.50 |
746.50 |
|||
30/11/2001 |
12,472 |
7,111 |
19,583 |
745.50 |
746.50 |
|||
29/11/2001 |
12,631 |
7,110 |
19,741 |
744.75 |
745.75 |
|||
28/11/2001 |
12,678 |
7,108 |
19,786 |
745.00 |
746.00 |
|||
27/11/2001 |
12,742 |
7,106 |
19,848 |
744.75 |
745.75 |
|||
26/11/2001 |
12,765 |
7,106 |
19,871 |
744.50 |
745.50 |
|||
23/11/2001 |
12,829 |
7,105 |
19,934 |
744.25 |
745.25 |
|||
22/11/2001 |
12,867 |
7,105 |
19,972 |
744.00 |
745.00 |
|||
21/11/2001 |
12,867 |
7,105 |
19,972 |
744.00 |
745.00 |
Cuadro
VIII. Encuesta Consultores 21. Febrero 2002. Calificación del Gobierno de Hugo Chávez
(Muy bueno/bueno). Fuente: www.globovision.com/encuestas
Cuadro. IX. Alteraciones del orden público. Fuente: www.globovision.com
MANIFESTACIONES |
PACIFICAS |
VIOLENTAS |
2.000 |
2.001 |
2.000 |
2.001 |
LABORALES |
508 |
681 |
2 |
14 |
ESTUDIANTILES |
48 |
118 |
169 |
259 |
SOCIALES |
26 |
165 |
1 |
3 |
TOTAL |
582 |
964 |
172 |
276 |
Cuadro
X. Militares disidentes en la Plaza Altamira a partir del 22 de Octubre de 2002. Fuente: www.globovision.com
Listado
de Militares Disidentes |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
AUTOR: ROMERO JIMÉNEZ JUAN EDUARDO. Profesor
e Investigador Agregado de la Universidad del Zulia(LUZ), Maracaibo- Venezuela. Licenciado
en Historia con estudios de postgrado en Historia Contemporánea de Venezuela. Cursante
del doctorado en Ciencias Políticas de LUZ. Co-investigador responsable del Laboratorio
de Investigación Transdisciplinario del espacio Público (LITEP) de la facultad de
Ciencias económicas y sociales de LUZ. Coordinador de extensión de los departamentos de
Historia y periodismo Impreso, en las escuelas de educación y comunicación social de
LUZ. Es autor de las obras Historia del Municipio Baralt (1996),La Constituyente,90 días
y cinco diarios (1999) y co-autor de las obra colectiva Poder y Mentalidad en España e
Iberoamérica (Madrid, 2000).Ha publicado artículos arbitrados en revistas nacionales e
internacionales. Especialista en historia política contemporánea.
Tel. Oficina: 58 0261 7596253
Tel fax: 58 0261 7596253 o 7545893
Tel.Casa: 58 0261 7534192
Correo electrónico: romerji@starmedia.com o romero_juane@cantv.net
[i]
Este artículo forma
parte de un adelanto de investigación del Proyecto Espacio Público, militarismo y
participación en Venezuela (1998-2001), adscrito al LITEP y financiado por el Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico (CONDES) de la Universidad del Zulia.
[ii]
Con respecto a
las características del caudillismo en Latinoamérica
puede consultarse el trabajo de Alfonso Dietmann (1976) denominado El personalismo
negroafricano y su paradigma latinoamericano: el caudillismo. En relación al mismo tema
del caudillo es relevante el estudio de Domingo Irwin (1985) referido al caudillismo en
Venezuela en la 2da mitad del siglo XIX.
[iii]
Es lo que John Galbraith (1985) ha dado en llamar Poder Condigno, que es empleado como un
instrumento del ejercicio del poder, entendido este en un sentido weberiano, es decir,
como la capacidad de un individuo o grupo de individuos de cambiar la voluntad de otros.
[iv]
Cuando hablamos de subordinación coactiva, nos referimos a un tipo de relación de
dominación, en donde los factores hegemónicos presionan a través de la amenaza del uso
de la violencia a los actores por dominar, logrando con ello la sumisión
obediente y por lo tanto, el control social tan ansiado. Lógicamente se
desprende de esa relación toda una discusión acerca de la legitimidad del mandato y la
forma como se articulan las relaciones políticas en el espacio público.
[v] Cfr. Manuel Vicente
Magallanes (1972)
[vi]
Lo entendemos como un movimiento social que puede llegar a constituir un régimen
político, en el cual los militares, sobrepasando los límites de su función, transforman
los valores y las actitudes que les son propias, convirtiéndolas, elevándolas al ápice
de la jerarquía categorial, en una filosofía y hasta en una Razón de Estado. De ahí al
establecimiento del estamento militar como clase dominante no hay sino un paso. Por su
parte Bravo Abreu (1999:27) lo entiende como
una expresión que señala la
intromisión política de grupos civiles y castrenses comprometidos para favorecer la
asunción y ejercicio del poder por militares. Es una actitud que rebasa y distorsiona el
origen y la misión de las Fuerzas Armadas, ya que da participación en el ámbito
político a una institución que, por definición y esencia, debe ser de orden
estrictamente apolítica y no deliberante.
[vii] Al respecto se puede
consultar a Polanco Alcántara (1989), Hurtado Salazar (1990).
[viii]
Cuando hablamos de Castrismo-gomecismo, lo hacemos para ejemplificar lo que a nuestro
criterio constituye una unidad de interpretación histórica, no reconocida por la
historiografía tradicional en Venezuela. Tradicionalmente los historiadores venezolanos
han hablado separadamente del Castrismo el gobierno de Cipriano Castro 1899-1908- y
del gomecismo gobierno de Juan Vicente Gómez 1908-1935- señalando con eso una
diferencia inexistente. Ambos dieron inicio a la integración política del Estado
Nacional, consolidaron el Ejército como mecanismo para lograrlo y dieron fin al
caudillismo decimonónico, siendo estas tres características comunes, las que nos
permiten refrendar esa unidad de la que hablamos.
[ix]
En el período comprendido entre 1899 y 1958, la incidencia del elemento militar en la
política en Venezuela se reflejo en el hecho que todos los presidentes con excepción de
Rómulo Gallegos (1947-1948) y Germán Suárez Flamerich (1950-1952), fueron caudillos
militares sin formación (Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez) o bien venían de la
estructura organizacional fundada por Cipriano Castro al crear la Academia Militar, tal es
el caso de los presidentes Eleazar López Contreras (1935-1941), Isaías Medina Angarita
(1941-1945), Carlos Delgado Chalbaud (1948-1950) y Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).
Esa presencia militar, refleja el autoritarismo característico del sistema
político venezolano en la 1er mitad del siglo XX, y como consecuencia, la reducida
participación de organizaciones surgidas de la sociedad civil, estructuradas a través de
partidos políticos. En ese período no se puede poner en duda la hegemonía y el peso
específico que adquiere la estructura militar en la vida política en Venezuela.
[x]
Al respecto Rsdel, Franskerbel y Dubiel (1999) señalan que la sociedad civil aparece como
asociación múltiple de sujetos de derecho privado fuera del espacio político
republicano.
[xi]
De los 70 años de historia de la República de Venezuela en el siglo pasado a
partir de 1830, seis años y cuatro meses fueron de gobiernos presididos por civiles. Los
63 años y ocho meses restantes, fueron de gobiernos presididos por militares
De las
52 presidencias que ha tenido Venezuela en los 169 años que van de 1830 a 1999, 17 han
sido ejercidas por civiles durante 53 años, y 35 presidencias han sido ocupadas por
militares, durante 116 años Jorge Olavaria. El Nacional 18-06-2000
[xii]
En su programa político conocido como el Programa de Febrero, López Contreras anuncia
que:
Nuestras fuerzas armadas constituyen hoy una de las instituciones mejor
organizadas de la colectividad nacional
El gobierno está dispuesto a que esa
tradición se afirme y se acreciente, mediante los perfeccionamientos que piensa
introducir en las fuerzas de tierra, mar y aire (Guzmán Pérez,1983:112)
[xiii]
El Golpe del 18 de octubre de 1945, significó la asociación entre una estructura
organizada en el seno de las FFAA denominada Unión Patriótica Militar (UPM), y un
partido político Acción Democrática fundado en 1941-, con el objeto de tomar el
poder, como efectivamente lo concretaron. La UPM, señalaba en sus bases programáticas
que
ese movimiento militar está destinado a encabezar un movimiento de
concentración nacional contra el actual estado de cosas (Suárez,1977:70). La UPM
mantendría su influencia en el proceso político venezolano hasta el 23 de enero de 1958,
cuando se produce el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez.
[xiv]
Debe recordarse que entre 1936 y 1945, sostuvieron en el poder a López Contreras y Medina
Angarita. Con el golpe de 1945, se convirtieron a su vez en el gran elector, aspecto que
quedo demostrado en el derrocamiento del gobierno legítimamente elegido de Rómulo
Gallegos (1947-1948). Por otra parte, el derrocamiento mismo de Marcos Pérez Jiménez
(1952-1958), fue una consecuencia de la pérdida de apoyo en las FFAA, denotada en los
alzamientos del 1 de enero y del 23 de enero de 1958, que finalmente produjeron su salida
del gobierno y del país. Para una mayor información puede consultarse la obra Golpes de
Estado en Venezuela (1945-1992) coordinada por Jesús Sanoja Hernández (2001)
[xv]
Al respecto del descontento de las FFAA, es necesario señalar lo dicho por Agustín
Blanco Muñoz en la obra La Conspiración
Cívico-militar: Guairazo, Barcelonazo, Carupanazo y Porteñazo, donde establece que:
a inicios de la década violenta (1958-1968) hay un grupo de militares que se
encuentran descontentos por el curso que han tomado los acontecimientos. Muchos de ellos
se sienten en la práctica desplazados de la posibilidad de obtener la parte del
botín democrático que les corresponde. En buena medida han sido colocados en
sitios que no les correspondían y por ello de algún modo se consideran una especie de
desempleados (1981-6)
[xvi]
Para una mejor comprensión de estos diversos movimientos cívicos militares confróntese
las obras de Blanco Muñoz (1980,1981,1991ª,1991b,1994,1997ª,1997b)
[xvii]
No se debe olvidar el profundo sentimiento anticomunista presente en las FFAA, durante las
décadas de los 40 y 50. En ese sentido, muchos de los oficiales con jerarquía dentro de
las FFAA en Venezuela para 1958, habían crecido con la representación de Rómulo
Betancourt como comunista y revoltoso; generándose un rechazo hacia su figura, tal como
lo expreso el Vicealmirante Carlos Larrazabal a Agustín Blanco(1981) para el
momento (año 1959) el oficial de mayor graduación- : Mira, en el 59 nosotros
tuvimos en Miraflores una reunión del Alto Mando Militar y el Ministro de la defensa para
determinar la conducta a asumir en atención a
los resultados electorales. Y cuando analizamos el caso de Betancourt yo tuve que ponerme duro y decir: la Marina tiene
un 40 por ciento que acepta la presidencia de Betancourt. Y era mentira, porque el 80 por
ciento no lo podían ver
[xviii] Según Machillanda (1988)
hasta 1958, el poder militar en Venezuela se confundió con el poder político y la
participación del sector militar en la política desplazaba a los civiles del poder ante
la incapacidad de éstos de organizar un sistema político-social que subordinara a los
militares a sus objetivos políticos.
[xix]
El Art. 131 de la Constitución de 1961, establece que:
La autoridad militar y civil no podrán ejercerse simultáneamente por un mismo
funcionario, excepto por el Presidente de la República, quién será, por razón de su
cargo, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales. El Art.5to de la Ley
Orgánica de las Fuerzas Armadas (LOFAN) indica que: Las Fuerzas Armadas son
esencialmente obedientes y no deliberantes, estarán al exclusivo servicio de la
República y se regirán en lo relativo a su organización y funcionamiento por esta
Ley
[xx]
El Diario El Nacional (www.documento), señala en un
artículo lo siguiente: A finales del gobierno de Leoni se alcanzó un modelo de
articulación civil-militar caracterizable en: a) definición de las Fuerzas Armadas como
institución apolítica y con un papel fundamental en el resguardo de la integridad del
sistema, b) el deslinde de su papel político viene dado formalmente por unas normas
legales complementadas sustantivamente por unas reglas no escritas y un proceso de
socialización política, y c) se garantiza su desarrollo profesional y su estabilidad
socioeconómica. (19-04-1999)
[xxi]
El Programa Andrés Bello, fue introducido como un mecanismo institucional para
incrementar la profesionalización de las FFAA en otras áreas distintas al de las
>Ciencias y Artes Militares. Ello permitió a un grupo de militares acceder a las
universidades nacionales en procura de una formación en áreas alternativas a su función
militar. Este proceso de profesionalización, será vital para la comprensión de las
dinámicas posteriores a los intentos de golpe de Estado de 1992, por cuanto buena parte
de los militares complotados, accedieron a este Plan de Formación, teniendo otra visión
de la función militar dentro del contexto social. Al respecto Yépez Daza (2002:35)
afirma:
una de las razones que han dado para explicar el origen de la
rebelión militar del 4 de febrero, fue la modificación de la curricula de la Escuela
Militar, que fue reemplazado por el Plan Educativo Andrés Bello. Un diseño
curricular que elevaba a nivel universitario la formación de los oficiales y los
convertía en líderes, consustanciados con los valores
democráticos y existenciales contenidos en el preámbulo de la constitución de
1961
[xxii]
Estos escenarios de alguna forma se han cumplido tal como será establecido más
adelante en este trabajo- a través de una serie de acciones que deben ser comprendidas en
un contexto de crisis del sistema político establecido a partir del proceso de
convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, iniciado con su instalación en agosto
de 1999, cuando se adelanto una serie de cambios significativos en las relaciones de
poder. Al respecto pueden consultarse los trabajos de Romero 1999b, 2000, 2001ª, 2001b,
2001c, que brindan una perspectiva más detallada de estas dinámicas históricas en
Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez.
[xxiii]
Entendida como aquella donde no existe un conflicto de intereses entre las unidades, pues
un mismo bien o una misma decisión satisface simultáneamente a los deseos de ambas, de
modo que siguiendo cada una de ellas sus propios intereses ayuda al propio tiempo a la
otra a lograr los suyos.
[xxiv]
Son aquellas situaciones en las que la satisfacción de los deseos o intereses de una
unidad, sólo pueden lograrse negando la satisfacción de los deseos o intereses de la
otra unidad.
[xxv]
Se entiende como
un período concreto en el que se llevan a cabo diferentes
procesos tendientes a instaurar una poliarquía; estos procesos concitan la puesta en
marcha y el cumplimiento de una serie de reglas de juego mayoritariamente aceptadas
(Alcántara Sáez, 1995: 216). Para un estudio de la transición política en Venezuela,
en el período 1998-2001, puede consultarse a Romero et al (2002c).
[xxvi]
Entendido como
la dinámica política creada alrededor de quienes apoyan las
propuestas de Hugo Chávez Frías, caracterizado este apoyo por posiciones extremas en
relación con los que llegaron a ser los parámetros del consenso de la democracia
populista. El Chavismo sostiene la necesidad de superación del funcionamiento político
centrado en la distribución de los beneficios entre los actores hegemónicos
(Romero, 2002ª:237)
[xxvii]
Al respecto se pueden consultar los trabajos de Molina y Pérez 1996, 1999, López Maya y
Lander 1999, Vaivads 1994.
[xxviii] Al respecto consultase el
trabajo de Molero, Lourdes (1999,2002)
[xxix] Cfr. Romero 2001ª.
[xxx]
Por Polo Patriótico (PP), se entiende en Venezuela al conjunto de partidos políticos que
apoyan a Hugo Chávez desde las elecciones de noviembre y diciembre de 1998. Con su
denominación se hace uso de un referente simbólico asociado al pasado histórico de la
independencia. Entre los partidos que forman parte del PP se encuentran: el Movimiento al
Socialismo (MAS), Patria para Todos (PPT), Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el
propio partido de Hugo Chávez, el MVR.
[xxxi]
Para Teodoro Petkoff, político y fundador del MAS, el partido de Chávez es un amasijo de
viejos militantes de izquierda y militares: El MVR, casi toda la parte civil del
MVR,
, es una aglomeración de viejos izquierdistas, náufragos de todos los partidos
de izquierda
Y el ala militar proviene de unas Fuerzas Armadas que han sido un foco
de corrupción colosal en la vida venezolana (2000:26).
[xxxii]
Ese cambio, es entendido por Hugo Chávez como superación del Puntofijismo, refiriéndose
con ello al acuerdo suscrito entre los principales partidos políticos en 1958 AD,
COPEI, URD- que aseguraba la gobernabilidad necesaria para asumir la transición de la
dictadura a la democracia. El propio Hugo Chávez ha manifestado al respecto: El
Pacto de Punto Fijo va a morir, tiene que morir y queremos que muera en paz. Va a morir en
paz a pesar de que, por supuesto, reaccionan, tienen estertores, pero va a morir y tiene
que morir y yo invito a todo venezolano a que piense en eso. Hay que enterrar a ese
Pacto de Punto Fijo y que jamás, en nuestro país vuelva a ocurrir lo mismo. (Chávez, 1999) (www.documento)
(resaltado nuestro)
[xxxiii]
En el PP, coincidieron el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el partido Patria para
Todos (PPT), este último resultante de una de las divisiones del primero. Adicionalmente
conviven sectores de izquierda, ligados al proceso guerrillero de los 60 y finalmente
militares retirados, como activos- provenientes
del denominado MBR-200.Jesús Sanoja Hernández, indica en su columna del diario El
Nacional que: La circunstancia de Chávez haber llegado a Miraflores por el voto,
con la añadidura de que lo hizo a través de un partido de "nuevo tipo", tiñó
de civil la concepción puramente militar de años atrás, no obstante que ya entonces
eran entrañables sus vínculos con grupos civiles de la ex guerrilla y de la oposición
al modelo puntofijista (El Nacional,20/10/2000)(www.el-nacional.com )
[xxxiv]
Con el arribo al poder de Hugo Chávez en 1998 la presencia militar se ha acentuado
alcanzando cuotas superiores a la de los gobiernos anteriores del período democrático. Cada
día más militares son incorporados a la administración pública ocupando cargos de
alto, medio y bajo nivel. Recientemente vivimos la última oleada de oficiales llamados a
funciones en el Gobierno, o rotándose a nuevas posiciones (Salamanca Luis, El
Nacional 05/11/2000) Resaltado nuestro
[xxxv] De Corso (2001: 154) indica (que) de hecho, los militares se han convertido en el segmento hegemónico de la tecnoburocracia, de la cual depende el gobierno para materializar y darle consistencia al llamado proceso el gobierno actual está tratando introducir una nueva variable al modelo económico rentista. Esa nueva variable, o mejor dicho variante, es la intervención masiva de los cuadros superiores de la reorganizada Fuerza Armada en la dirección del aparato económico-financiero público nacional
[xxxvi]
Abogado Laborista, profesor de Postgrado en la Universidad del Zulia. Ha ocupado cargos
relevantes desde 1998: senador electo en noviembre de 1998, miembro de la Asamblea
Nacional Constituyente entre julio y diciembre de 1999,Vice-presidente de la República
durante el año 2000-2001, Fiscal General de la República hasta los actuales momentos.
[xxxvii] La doctrina se entiende como el reconocimiento de unas mismas verdades o que se asumen como tales- y la aceptación de una cierta regla de conformidad con un discurso asumido como válido. Esas reglas que se asumen con la doctrina permiten establecer una relación entre el sujeto y su enunciado, que incide en la trasmisión del discurso. ¿Cómo ocurre ese proceso? Funciona en la medida que la doctrina a través de esas reglas suministra los enunciados a partir de los cuales hablan los sujetos, logrando la adhesión propia y extraña (Romero et al, 2001b:58-59)
[xxxviii]
El mismo Dávila, justificaba en una
entrevista concedida al diario El Nacional, esta presencia de los militares al expresar:
El ministro del Interior y Justicia, Luis Alfonso Dávila, considera que el hecho de
que se haya incrementado la presencia de militares
en el Ejecutivo es un indicio de que el gobierno del presidente Hugo Chávez busca borrar
las fronteras entre el sector castrense y los civiles, que "nos tuvieron alejados
durante mucho tiempo de los intereses del país".Dávila respondió a versiones de
prensa en las que se critica el afianzamiento militar en altos cargos públicos, lo cual
justificó al sostener que en Venezuela no debe haber división entre militares y civiles. (El Nacional 24/10/2000) (www.el-nacional.com)
[xxxix] En un documento denominado La Propuesta de Hugo Chávez: una revolución democrática, se señala lo siguiente: Esta revolución pacífica pasa por un Proceso Constituyente el cual consta de varias fases:1) Activación del proceso; 2) Fase contractual; 3) Fase Convocatoria de la Asamblea; 4) Fase Asamblearia; 5) Fase Ejecutiva (aplicación de la nueva Constitución Nacional) (Chávez,1998:6)
[xl] Cuando hablamos de Proyecto Bolivariano, nos referimos al planteamiento formulado por el chavismo en relación a la superación de las condiciones características de la democracia consensuada, que prevaleció en Venezuela entre 1958-1998. Entre otras cosas, el proyecto bolivariano implico la modificación del diseño de la política exterior venezolana, una nueva estructura institucional de conformación de los poderes públicos- mediante la adición del Poder Moral, el ciudadano y el electoral-, el establecimiento de la figura del vice-presidente; que se constituye en especie de jefe de gobierno, entre otros aspectos. En su denominación como Proyecto Bolivariano, queda planteada una representación simbólica relevante, en tanto se hace uso de un elemento histórico la figura de Bolívar y todo lo que representa- para justificar la hegemonía adquirida a partir de diciembre de 1998.
[xli] Manrique (2001:171) establece lo siguiente, en relación a los cambios introducidos en las funciones de la FAN en la Constitución de 1999: Además de ampliar las funciones y responsabilidades de la Fuerza Armada a todas las actividades de la vida social venezolana en competencia con los civiles, la Constitución del 99, hace una distribución de responsabilidades en materia militar entre los diversos poderes del Estado que reduce al mínimo el control de la materia militar por parte del poder legislativo.
[xlii] Al respecto Aníbal Romero (2002:24) expresa lo siguiente: De tal manera que el equívoco de la Revolución Bolivariana, en lo que toca a los militares, se ha transformado en paradoja, o, sería mejor decir, en varias de ellas. Para empezar, de haber sido concebido por Hugo Chávez como un instrumento de la revolución, la FAN empieza a devenir en palanca de sostén del poder personal de un presidente seriamente acosado por sus desaciertos, y por la ausencia de una obra de gobierno capaz de satisfacer las aspiraciones creadas entre 1997 y 1998 en vez de ser ahora (las FAN) ese partido político destinado a llevar a cabo una revolución, como lo pensó el sociólogo Ceresole y aparentemente lo asumió Hugo Chávez, la FAN empieza a jugar un papel esencialmente conservador en la política nacional, en vista de la multiplicación de los conflictos e intensificación de las tensiones político- sociales.
[xliii] Irwin (2001:249) lo define como una situación política en la cual el sector militar de una sociedad dada por una suerte de metástasis invade ésta, llegando a dominar todos los aspectos fundamentales de la vida social.
[xliv] Una estructura que pone de relieve un sistema donde las decisiones de selección de dirigentes o de posiciones políticas son tomadas de forma personal limitando así la institucionalización del MVR y subrayando su carácter personalista. De este modo, las bases no son integradas en los órganos de decisión del partido e incluso estos están inhabilitados para funcionar en la realidad (Martínez, 2002:138). Puede consultarse el trabajo de Pereira (2001), que señala el carácter personalista y rígido del MVR, y que aporta elementos para comprender el funcionamiento del Chavismo a través de su aparato político.
[xlv] Conocido como el Caracazo, fue una reacción a las medidas económicas dictadas por el presidente Carlos Andrés Pérez, destinadas al ajuste del Estado de Bienestar, mediante una serie de políticas neoliberales. La población se manifestó en contra a través de una revuelta popular, que produjo finalmente una gran cantidad de muertos algunos autores hablan de más 1000- producto de la represión policial y militar desatada para controlarlo. Puede consultarse a Prato (1989), Kornblith (1989), Civit y España (1989), Carvallo y Maya (1989), para un estudio más detallado del proceso.
[xlvi] Todos lo datos citados en este cuadro han sido tomados de Njaim, Combillas y Álvarez (1998), quienes realizaron un estudio de opinión inmediatamente después de ocurridos los sucesos del 4 de febrero de 1992, cuando Hugo Chávez conjuntamente con otros militares y civiles intento derrocar al gobierno de Carlos Andrés Pérez a través de un golpe de Estado.
[xlvii] Para un estudio detallado del papel del pueblo en el discurso político democrático en Venezuela puede consultarse el Trabajo de Méndez y Morales (2002:333-360), en donde se resalta el mayor protagonismo asignado en el discurso de Hugo Chávez al pueblo-ciudadano, en comparación con los discursos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera. De las mismas autoras puede consultarse el trabajo denominado La democracia venezolana en el discurso de los líderes tradicionales (2001:9-39) publicado en la Revista utopía y praxis latinoamericana. Año 6. N° 14. Septiembre de 2001.
[xlviii] Un estudio más detallado de ese proceso de construcción identitaria a través del discurso político, puede ser vista en la obra de Molero y Franco (2002), en donde se recogen diversos estudios a propósito de las IV Jornadas de Análisis del Discurso Político celebradas en Maracaibo en Octubre de 2001.
[xlix] Para una mejor aproximación a los conflictos y al dinamismo de los procesos de modernización, resulta útil la obra clásica de Samuel Huntington, El orden político en las sociedades en cambio, donde señala que el cambio económico y social amplían la conciencia política, multiplican sus demandas, ensanchan su participación. Estos cambios socavan los fundamentos tradicionales de la autoridad y las instituciones políticas tradicionales, y complican tremendamente los problemas de la creación de nuevas bases de asociación e instituciones políticas que unan la legitimidad a la eficacia. Los ritmos de movilización social y el auge de la participación política son elevados; los de organización e institucionalización políticas, bajos(1991:16). Puede consultarse también el estudio de Lorenzo Cadarso (2001) que aborda el análisis teórico de la conflictividad social.
[l] Al respecto Manuel Bravo Abreu (1999:37) señala: El papel de guardián del orden político ( asignado por la Doctrina de Seguridad y Defensa) es legitimado por una importante argumentación que ha sido persuasiva para muchos ejércitos y para los dirigentes de la política norteamericana. Las fuerzas armadas no se consideran modernizadoras de la sociedad ni programan la existencia de un nuevo orden político. Son más garantes y depuradoras del orden existente.
[li] Herbert Koeneke (2002:96-97) señala al respecto: la conformación del sector militar en términos opuestos a lo que fue su organización y funcionamiento a partir de 1958, se recogió de manera formal en el artículo 328 de la Constitución de 1999 Tres elementos fundamentales que distinguen esta conceptualización de la contenida en la Constitución de 1961 merecen ser resaltados. El primero de ellos es que se omite como característica de la institución armada su no deliberancia, tal como se contemplaba previamente. Con ello queda legalizada la confrontación y el debate político interno. El segundo es la inclusión, como parte de su misión institucional, de la participación activa en el desarrollo nacional. <con este añadido, alineado con la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) de acuerdo con la cual no puede haber seguridad sin desarrollo, por lo que los militares son no sólo responsables por el primero, sino también por el segundo-, se incentiva el desempeño por los uniformados de tareas tradicionalmente asignadas a la burocracia civil. Por último, la nueva definición corporativa como una institución ( en singular) de cuatro fuerzas, en lugar de la de 1961, contenida en el artículo 132, que hacía referencia a las Fuerzas Armadas Nacionales ( en plural), hace más evidente y expedita la supeditación al Presidente de los militares.
[lii] Para un estudio detallado de la construcción hegemónica del chavismo como fuerza política en Venezuela, en el período 1998-2000, puede consultarse el trabajo de Romero, Juan (2002e). Asimismo pueden consultarse los trabajos de Zago (2002), Villegas (2002) y Abreu (2002), que estudian los conflictos generados entre Chávez y los medios de comunicación, en su disputa por la hegemonía en la opinión pública de Venezuela.
[liii] En este período el accionar del chavismo estuvo concentrado en alcanzar la ocupación de los espacios de acción pública que antes estaban bajo el control de los actores políticos tradicionales. Progresivamente fueron avanzando en una dinámica que intentó estructurar una hegemonía en todos los ámbitos políticos y sociales- de Venezuela. Romero (2002e:85) señala que: El proceso iniciado con la candidatura de Hugo Chávez en 1997, propendió al establecimiento de una democracia significativamente diferente a la existente en Venezuela entre 1958-1997, es así porque se parte de un escenario de acción inter-elites que no está basado en el consenso, sino en el desarrollo de una acción de lucha continua, producto de la modificación de las condiciones históricas y políticas que le daban sentido al sistema político de conciliación (SPC) Se asiste entre el año 2000 y 2001 a una sistemática preponderancia del Polo Patriótico, canalizada por la incapacidad de los partidos de oposición (primero Justicia, AD, Convergencia, Proyecto Venezuela) de generar una resistencia ante los errores políticos del gobierno
[liv] El 10 de diciembre de 2001, FEDECAMARAS conjuntamente con la CTV convocó una paralización general de las industrias y comercios que según cálculos de los organizadores superó el 88%, en protesta a la promulgación de las denominadas Leyes Habilitantes, que fueron un conjunto de leyes entre las que resaltaban la de Tierras e Hidrocarburos, que fueron elaboradas sin la participación de las estructuras corporativas (partidos, sindicatos, asociaciones de propietarios y comerciantes).
[lv] La CTV, es una estructura gremial-sindical que agrupa la mayoría de los sindicatos de trabajadores en Venezuela. Su control ha sido tradicionalmente ejercido por el partido Acción Democrática (AD), que se ha opuesto decididamente al gobierno de Hugo Chávez, desde su llegada al poder en 1998. Su actual presidente Carlos Ortega, proviene del sector petrolero y es un activo militante de esa organización política. Es quizás la organización que más férreamente se ha opuesto al chavismo.
[lvi] Es la organización que agrupa la mayoría de los comerciantes, propietarios e industriales de Venezuela. Tradicionalmente ha jugado un papel preponderante en la vida política venezolana, dada su incidencia sobre el desarrollo de cualquier política económica. Su expresidente, Pedro Carmona Estanga, fue el encargado de liderar el llamado a Huelga General del 10 de diciembre de 2001, y fue uno de los líderes en los acontecimientos que produjeron la salida del poder momentánea- de Hugo Chávez entre el 11 y 1l 13 de abril de 2002.
[lvii] Siguiendo a Lorenzo Cadarso (2001:84-95) creemos que ese despertar de la oposición se debió a lo que el autor denomina una oportunidad política, entendida como unas condiciones políticas que favorecen una rebelión, que es la base del conflicto social. En el caso de Venezuela, esa oportunidad vino dada por el conflicto generado por la promulgación de las Leyes habilitantes entre octubre y noviembre de 2001, que dejaron al descubierto la potencialidad de los actores políticos opositores a Chávez, de constituirse en una fuerza social de envergadura capaz de erigirse como opción al chavismo. Ese proceso fue posible por cuatro factores distintos: a) la apertura del sistema político chavista, que a pesar de todo lo señalado por los medios de comunicación, ha permitido la expresión de la oposición a través de los causes formales del sistema y no ha atentado contra ese fenómeno; b) el grado de inestabilidad de la elite chavista, que ha estado signada por divisiones, escisiones y fracturas que han debilitado su capacidad operativa de respuesta política ante el conflicto experimentado en Venezuela desde finales del año 2001; c) los apoyos obtenidos por la oposición de parte de la elite chavista escindida del gobierno, manifestada en la creciente importancia adquirida en la Coordinadora Democrática por el grupo Solidaridad Ernesto Alvarenga, Alejandro Armas, Luis Miquilena, entre otros- que fueron operadores políticos claves en el Polo Patriótico y ; d) La excesiva tolerancia del chavismo ante los pronunciamientos de la oposición, en muchos casos profundamente antidemocráticos, como quedo evidenciado los días 12 y 13 de abril de 2002.
[lviii] Huntington (1991:19-20) la define como un grupo étnico, religioso, territorial, económico o de status
[lix] La oposición en Venezuela, se ha organizado en la denominada Coordinadora Democrática (CD), constituida por tres sectores bien definidos: a) los partidos políticos que han perdido su hegemonía AD, COPEI, MAS- o que han surgido a partir de la crisis de los partidos históricos Proyecto Venezuela y Primero Justicia- ; b) el Frente Institucional Militar (FIM), que agrupa a una serie de militares formados en la escuela tradicional, en donde las FFAA encajaron en el juego democrático y que se oponen al papel asignado por el chavismo a los militares y c) las asociaciones civiles o grupos sociales, entre los que cabe señalar a las Organizaciones Queremos Elegir, Nulidad Decreto 1011, Ciudadanía Activa, Asamblea de Educación; que han venido sugiriendo políticas de movilidad social para oponerse al chavismo. De esos tres grupos que conforman la CD, el último constituye el único realmente propositivo en cuanto sugiere un accionar político más allá de la simple salida de Hugo Chávez del poder, por su parte los otros dos grupos ven el problema únicamente referido a la permanencia en el poder del actual presidente de la república.
[lx]
Desde el 10 de diciembre de 2001, hasta el 15 de abril de
2002, cuando regresa Chávez al poder en Venezuela, se produjo la movilización para
conmemorar el 23 de enero de 1958 cuando se instauró la democracia populista-
organizada por la oposición y otra por el gobierno, la movilización en conmemoración
del 4 de febrero de 1992 organizada por el gobierno, entre el 7 y 12 de febrero se produjo
una disidencia abierta de un grupo de militares de la Fuerza Aérea, la Armada y la
Guardia Nacional, el 27 de febrero se produjo una concentración recordatoria de los
muertos del Caracazo en 1989, el 5 de marzo los sectores opositores a Chávez la
Iglesia, los partidos tradicionales AD-COPEI, FEDECAMARAS y la CTV- firman un Pacto para
la Gobernabilidad que no incluye al gobierno, entre marzo y abril se producen protestas de
los empleados de Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA), la principal empresa de petróleo
del país, que culmina con una paralización general entre el 9 y 11 de abril, como
preludio de las acciones que condujeron a la renuncia bajo coacción del presidente
Chávez. Para mayores detalles de lo ocurrido entre noviembre de 2001 y abril de 2002,
puede consultarse la página web de Globovisión (http://www.globovision.com/eltema/2002.04/recuento/recuento3/index.shtml)
[lxi] Cadalso (2001:34) la define como la divergencia entre lo que un grupo social espera y cree merecer recibir y lo que realmente obtiene unconflicto, , surge cuando ante unas expectativas en creciente aumento se produce una coyuntura que las convierte en irrealizables. O dicho de otro modo: usualmente existe una distancia tolerable entre lo esperado objetivo del grupo social- y lo recibido realidad social- , pero que se supera en determinadas coyunturas concretas, es entonces cuando surge el conflicto.
[lxii]
En una de sus alocuciones, producto de los
acontecimientos conflictivos del mes de abril, llego a expresar, refiriéndose a
FEDECAMARAS lo siguiente: El asunto esencial es que estas cúpulas oligárquicas, es que
estas cúpulas podridas y corruptas con sus aliados, sobre todo los medios de
comunicación social con algunas excepciones y las cúpulas enriquecidas de Fedecámaras,
y las cúpulas de los partidos políticos del Pacto de Punto Fijo, y sus aliados, lo
importante que debemos saber es que está en marcha una conspiración para tratar de
derrocar al gobierno bolivariano y revolucionario. Eso sí es lo importante.
(Chávez,2002)
[lxiii] Recalcamos este hecho, pues los estudios de opinión elaborados hasta los actuales momentos noviembre 2002- señalan al chavismo como la principal fuerza política, con apoyos que oscilan entre el 25 y 30%, apoyos provenientes esencialmente de sectores pertenecientes a los estratos C, D y E, que constituyen cerca del 82% del electorado venezolano. De tal forma, que la oposición que motoriza el conflicto se ha estado nutriendo esencialmente de los sectores medios, cuya crisis de expectativas los ha hecho alejarse del chavismo y sus políticas.
[lxiv]
Entendido como que debe
ser entendido como un proceso de interacción contenciosa entre actores sociales que
comparten orientaciones cognitivas, movilizados con diversos grados de organización y que
actúan colectivamente de acuerdo con expectativas de mejora, de defensa de la situación
preexistente o proponiendo un contraproyecto social (Lorenzo Cadarzo, 2001:12)
[lxv]
Firmado el 05 de marzo de 2002, indicaba en su presentación lo siguiente: Pueblo de
Venezuela. Señoras y señores. Unir al país, rescatar el diálogo social y, adoptar las
medidas pertinentes para progresar en paz y en democracia. Fedecámaras y la
Confederación de Trabajadores de Venezuela, le propone al país un acuerdo
democrático.Estamos en una verdadera emergencia nacional, y necesitamos encauzar cambios
hacia el futuro de manera civil, democrática y constitucional.Ante la incertidumbre
creciente, los claros signos de ingobernabilidad, los riesgos que se ciernen sobre la
estabilidad democrática y la negativa oficial a propiciar los entendimientos necesarios
para que el país avance.La CTV y Fedecámaras hemos decidido dirigirnos a la nación,
para promover y conformar equipos de trabajo que elaboren a corto plazo las bases
programáticas de un acuerdo democrático.Es fácil coincidir en la denuncia de los
principales problemas que arrastramos, pero el esfuerzo actual debe concentrarse en
diseñar las estrategias para producir repuestas y soluciones a mediano y largo plazo, y
lograr consensos en los diversos sectores y actores principales para llevarlo a cabo, es
imprescindible una visión compartida.Por eso el acuerdo programático al que aspiramos,
no es un plan de técnicos que sea bueno en sí, sino que debe ser un acuerdo social, que
logre la movilización de sectores y de actores diversos (Pacto para la
Gobernabilidad, 2002) (www.globovision.com/documentos)
[lxvi] Cuando se produce la renuncia del Gral. Guaicaipuro Lameda, como presidente de PDVSA, se nombra una nueva Junta Directiva presidida por el Dr. Gastón Parra, profesor jubilado de la Universidad del Zulia y experto en el tema petrolero. Dicho nombramiento, junto al del nuevo grupo de directores, generó que dentro de la empresa se iniciara una protesta por la naturaleza de ese nombramiento, alegando que se violentaba la denominada meritocracia, entendida por los trabajadores de PDVSA como el respeto al sistema de ascensos de la industria. Por ello, desde el 22 de febrero hasta la paralización general de la industria petrolera a partir del 4 de abril, se agrega un elemento más en el conflicto social, que desencadenaría los factores detonantes del golpe de Estado del 11 de abril de 2002.
[lxvii] Una lectura interesante, por su planteamiento teórico y su postura crítica, lo constituye el trabajo de Juan Carlos Rey (2002), denominado Consideraciones políticas sobre un insólito Golpe de Estado, en donde afirma Se trata, en verdad, de un insólito golpe de Estado, que se caracteriza por la mala conciencia y la hipocresía de quienes participan en él, que se niegan a reconocer su verdadera naturaleza de los hechos. Las razones de tal negativa pueden ser muchas y algunas parecen obvias. Como hemos señalado, en Venezuela la idea de golpe de Estado ha adquirido un significado valorativo adverso y reconocer que se ha participado en uno puede tener como consecuencia quedar sometido al desprecio o al odio público e, incluso, ser objeto de sanciones penales.
[lxviii] Siguiendo con los planteamientos de Lorenzo Cadalso (2001:180-195), los factores que desencadenan un conflicto de gran magnitud serían: a) la negativa del grupo dirigente a aceptar reformas de sus políticas, y en el caso venezolano se manifestó por la oposición del gobierno a discutir con la CTV y Fedecamaras las Leyes Habilitantes; b) los cambios estructurales que causan desequilibrios en la dinámica de reracionamiento de las élites, que en el caso del chavismo se expresó en una nueva relación de fuerzas caracterizadas por el desplazamiento de los actores políticos tradicionales (partidos políticos, corporaciones); c) la división del grupo dirigente, que al carecer de un sentido coherente y cohesionado socialmente, ha dado muestras de debilidad, que se han concretado en errores políticos que han contribuido a incrementar el clima de enfrentamiento; d) la acción autónoma de algunos órganos del Estado, entendido como la capacidad de algunas organizaciones administrativas estatales para crear dinámicas de funcionamiento autónomos frente a las influencias de la élite gobernante, y que han quedado evidenciadas en las decisiones tomadas por instituciones como el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el Consejo Nacional Electoral y algunos gobernadores y alcaldes, que se han resistido a través de sus acciones a algunas políticas implementadas por el gobierno de Hugo Chávez, tal es el caso de la decisión del TSJ de agosto de 2002, que estableció que no habían meritos para juzgar por rebelión a los militares implicados en los sucesos de abril de 2002; y e) la irrupción de nuevas ideas y procedimientos, que han permitido una creciente convocatoria a la desobediencia civil y social, a la resistencia pacífica como instrumento de lucha; logrando con ello captar buena parte del voluntarismo de amplios sectores de la clases media.
[lxix]
El contralmirante Daniel Comisso (2002)
indicaba en la interpelación de la que fue objeto, luego de la restitución del
presidente Hugo Chávez, lo siguiente, en relación al pronunciamiento hecho por él y
otros militares respecto a los sucesos de abril: Y la ejecución de acciones
decididas y enérgicas en función de neutralizar la evidente escalada de eventos, por lo
cual podíamos inferir que en vez de aliviar la presión seguramente se produciría un
recrudecimiento de las posiciones. Esto ya nos había hecho pensar sobre la posibilidad
de hacer un pronunciamiento de oficiales, generales y almirantes sugiriendo al Alto Mando
Militar la no militarización de PDVSA y la no ejecución de las acciones radicales que se
recomendaban, puesto que con ello se propiciaría un estallido social. (resaltado
nuestro)
[lxx]
El Gral. Div. Efraín Vásquez Velasco.
Comandante General del Ejéricto, señalo en su interpelación su postura en relación a
la negativa de obedecer las órdenes emanadas del presidente de la república para activar
el Plan Ávila: A eso de las 8 de la noche llegué al regimiento Agustín Codazzi,
sin otra intención que llamar a la tranquilidad a la población y ofrecerle nuestra
disposición de protegerle sus vidas y resguardar sus bienes.Asimismo informar que el
ejército no saldría a reprimir al pueblo y que la unidad de tanques que estaba fuera del
Fuerte Tiuna había sido ordenado su regreso, es aquí cuando me entero que ha habido más
de 15 muertos y cerca de 200 heridos de balas.La indignación era general e intolerable y
lo continúa siendo. Allí decidimos fijar una posición institucional ante los terribles
sucesos de ese día 11 de abril y para deslindar a la Fuerza Armada Nacional de los
crímenes cometidos por fanáticos y francotiradores. (Velasco, 2002)
[lxxi]
Rey (2002) expresa en relación al papel de los militares en el golpe de estado del 11 de
abril lo siguiente: La noche del 11 de abril el Comandante del Ejército había
anunciado que al día siguiente se darían a conocer los integrantes de la junta
provisional de gobierno. La sorpresa fue grande cuando ese día en Miraflores, se
constituyó el gobierno provisional. En las
tradicionales actas constitutivas de los gobiernos de facto, conocidas en la historia de
Venezuela, los representantes de las fuerzas armadas, que las suscriben, tras explicar
las razones que los llevaron a deponer al gobierno civil, proceden a nombrar un gobierno
provisional colectivo, integrado por los principales comandantes militares, al que
eventualmente se incorporaban algunos civiles. Pero en el presente caso tal tipo de acta
fue sustituida por un insólito
decreto, suscrito solamente por una decena de civiles que se decían representar al
pueblo de Venezuela, en el que se designa un gobierno provisional unipersonal a cargo de
otro civil, Pedro Carmona, con el cargo de Presidente de la República y al que se
confieren los poderes más absolutos. Los autoridades militares no solo no suscribieron
ese decreto, sino que ni siquiera estuvieron presentes en la ceremonia de firma del mismo
y de juramentación del nuevo presidente. Tal ausencia no debe ser interpretada como
una falta de apoyo al gobierno provisional (en el decreto se dice que cuenta con el
«respaldo de la Fuerza Armada» ), sino como un torpe intento de ocultar la intervención
que las fuerzas armadas habían tenido en la deposición del Chávez y en el nombramiento
del nuevo gobierno. (resaltado nuestro)
[lxxii] Se entiende como una consecuencia surgida de la incomunicación entre las fuerzas sociales, que conlleva a que los actos de cada una de esas fuerzas sean interpretadas como una provocación inaceptable para el oponente, de tal forma que este responde con otros actos que son igualmente percibidos como inaceptables (Lorenzo Cadalso, 2001:198). Es ese el caso de la desviación de la marcha convocada el 11 de abril, de su destino inicial la sede de PDVSA- a su destino final: el Palacio de Miraflores, centro simbólico del poder del chavismo. La provocación efectuada por la oposición, de llegar al mismo Palacio, fue acompañada por una reacción del chavismo y las fuerzas sociales agrupadas en torno a él, que derivó en un enfrentamiento cuyas consecuencias aun experimentamos los ciudadanos en Venezuela.
[lxxiii] En esto coincide con nosotros Manrique (2001:179), que afirma: De esta manera, se invierte la direccionalidad de la relación civil-militar en el sistema político venezolano, ahora son los militares activos y en retiro- quienes están legitimados para adoptar decisiones que comprometen a toda la sociedad en su conjunto.