Sincronía Fall/Otoño 2001


LA MENTALIDAD DE LOS PRIMITIVOS CRISTIANOS ROMANOS EN TORNO A LA HOMOSEXUALIDAD EN EL PRIMER SIGLO DE LA ERA CRISTIANA.                                                                                  J. Enrique Peláez Malagón


                                                                                                           

                                                                              SUMARIO

 

 

 

1.      INTRODUCCIÓN

 

Preliminares

Metodología

 

2.      LA CUESTIÓN BÍBLICA Y DOCTRINAL EN TORNO A LA HOMOSEXUALIDAD

 

Referencias en el Antiguo Testamento

Referencias en el Nuevo Testamento

 

3.      LA CUESTIÓN FILOSÓFICA EN TORNO A LA HOMOSEXUALIDAD

 

A)    Los planteamientos griegos

B)     Los planteamientos romanos

 

4.      LA CUESTIÓN LITERARIA EN TORNO A LA HOMOSEXUALIDAD

 

A) Los planteamientos griegos

                        B) Los planteamientos romanos

 

1. INTRODUCCIÓN

 

            PRELIMINARES:

 

            Sin minusvalorar otro tipo de aproximaciones a la historia del pasado, la historia de las mentalidades, esto es, de las creencias, visiones y cosmovisión de la realidad circundante que tiene un pueblo, nos parece no solamente sugerente, sino además una manera rica y vital de poder comprender como vivían y como pensaban unas gentes sin cuya obra colectiva no hubiese existido ni la economía ni la política, aproximaciones éstas tan caras a buena parte de los historiadores.

 

En este sentido los trabajos de Boswell, Las bodas de la semejanza y Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad[1],  sobre las mentalidades en la Antigüedad y en la Edad Media alrededor de algunos comportamientos sexuales específicos, abrieron la puerta al estudio de este tipo de mentalidad en el pasado, y a constatar cómo el estudio que hasta la fecha se había hecho a lo largo de la historia ha sido más que una investigación objetiva, una construcción ideológica falseada con el fin de justificar históricamente una serie de postulados defendidos en la actualidad por algunos sectores religiosos, políticos e incluso intelectuales.

 

Es por todo ello que nos proponemos realizar el presente estudio con el fin de poder clarificar y acercarnos más a la visión que sobre la homosexualidad tenían los ciudadanos romanos cristianos en el primer siglo de la era cristiana. Para ello en primer lugar trataremos de realizar un acercamiento a la moralidad sexual a través de la propia literatura de este pueblo (la Biblia), esto requiere un análisis del texto a un nivel pragmalinguístico (sin menospreciar aunque dejando un poco de lado análisis semánticos o histórico-críticos que creemos que sólo en determinadas cuestiones muy específicas pueden llegar a ser útiles) Este análisis nos permitirá, del mismo modo apreciar los cambios semánticos y morfológicos en algunas palabras clave de los textos bíblicos que los han conformado más para justificar determinada moral a posteriori que para reflejar la moral o la ética primigenia al respecto. En segundo lugar y teniendo en cuenta que la Biblia no era la única fuente literaria de unos individuos que vivían dentro del ambiente clásico, haremos referencias a otras literaturas contemporáneas que nos permitan aportar más datos de cómo era entendida la homosexualidad por los cristianos en la época estudiada.

 

METODOLOGÍA DEL ESTUDIO:

 

En primer lugar se comenzará con un estudio de las referencias bíblicas (AT y NT) a la sexualidad, tratando de indagar en su terminología primitiva (hebreo para AT y griego para NT) así como la posterior traducción al latín por medio de la Vulgata y de ahí a los idiomas modernos (castellano), Una vez fijado el término, tratar de buscar su semántica primitiva contextualizándolo en las diversas situaciones políticas, sociales o filosóficas en el que éste se dio. (Como ya he señalado, en principio no es nuestra intención realizar ningún tipo de análisis histórico-crítico, aunque alguna referencia será inevitable) Finalmente tratar de realizar una serie de conclusiones basadas en una lectura pragmalinguística que nos lleven a tratar de comprender las concepciones que frente al hecho homosexual existían en la antigüedad judeo-cristiana.

 

Al margen de la literatura bíblica, el contexto cultural romano del primer siglo de la era cristiana, viene marcado por la filosofía y la literatura del momento, por este motivo se realizará un acercamiento a estas cuestiones analizando como se plasma el hecho homosexual en la literatura y filosofía clásica.

 

2. LA CUESTIÓN BÍBLICA Y DOCTRINAL EN TORNO A LA

    HOMOSEXUALIDAD

 

Ciñéndonos exclusivamente a una visión doctrinal analizaremos en el AT y NT las argumentaciones doctrinales sobre el tema, base ideológica de la mentalidad moral en materia sexual de los primeros cristianos

 

A)     REFERENCIAS EN EL  ANTIGUO TESTAMENTO:

 

En primer lugar tenemos una serie de referencias en el AT sobre comportamientos homosexuales que es de suponer que los primeros cristianos habrían de tener en cuenta habita cuenta que los libros judíos pasan a formar parte de su literatura y de su historia, estas referencias serían las siguientes:

 

La primera palabra a la que haremos referencia será la de sodomía:

               

                Tal vez sea una de las palabras que con más frecuencia aparece en la Biblia, unas 48 veces distribuidas por todos sus libros. El origen de la palabra lo encontramos  en el Gn. 19:1-29 dentro de un determinado contexto en el que se cuenta cómo Dios envía a unos ángeles a Sodoma, éstos aceptan la hospitalidad de Lot y se quedan en su casa, el pueblo de Sodoma, por su parte, cuando se entera de la noticia, llega a casa de Lot con la intención de que les entregue a sus invitados con el fin de “conocerlos” y violentarlos.[2] A partir de este momento cierta tradición intertestamentaria y más tarde eclesial entenderá que el “pecado” de los habitantes de Sodoma eran los “vicios” sexuales que es de suponer cometían (por que a decir verdad no se llegó a cometer nada). Esta tradición en la interpretación pasa a la cultura occidental y así por ejemplo podemos leer en dos diccionarios al uso la siguiente definición del término:

 

Sodomía.

De Sodoma, antigua ciudad de Palestina, donde se practicaba

todo género de vicios deshonestos.

1.       f. Concúbito entre varones o contra el orden natural.[3]

                 

Sodomita.

Õ De Sodoma, ciudad de Palestina.

Ö (De «Sodoma», por los vicios atribuidos a los naturales de

esta ciudad. Adj. y n.) Se aplica a la persona que comete sodomía.[4]

 

Sodomía.

Relación libidinosa entre personas del mismo sexo, o contraria en

Cualquier forma a la naturaleza.

(V. «*perversión sexual».)[5]

 

            Pero más que las interpretaciones tradicionales nos interesa detenernos en el texto. En él nada se dice sobre que se practicase ningún tipo de relación (los ángeles no se dejaron) y tampoco informa de cualquier otro tipo de relación que se hubiese mantenido en el pasado, es más,  la totalidad del pueblo de Sodoma quiere “conocer” y violentar ( violar y hacer daño)[6] a los (para ellos) extranjeros, no una minoría de un 1% o un 10% sino todo el conjunto del pueblo quiere claramente romper las leyes de la hospitalidad semítica y atacar a los extraños. Tanto es así que el propio Lot horrorizado ofrece a cambio a sus hijas (“que no conocen varón”) consintiendo así que antes violen a éstas que hacer daño a sus invitados.[7] Que finalmente este comportamiento sea condenado por el biblista utilizando la alegoría de una destrucción del pueblo por “bolas de fuego y azufre” nos dice más a favor de una condena de la violencia o de la falta de hospitalidad que una condena hacia unas relaciones consentidas de mutuo acuerdo sean estas del tipo que sean.[8]  Es más, haciendo una relectura del Génesis en su totalidad, podemos observar cómo inmediatamente antes del relato de las dos ciudades castigadas por Dios aparece el relato de la hospitalidad de Abraham cuando hospeda a los tres ángeles[9], con lo que la inclusión de Sodoma por parte del redactor del Génesis es más una figura que sirve de contraposición y que se utiliza como contraste resaltando de esta manera aún más el buen comportamiento del Patriarca.[10] En la misma línea didáctica encontraríamos el relato del levita Efraim[11] quien no encontraba hospitalidad en Gabaa hasta que un anciano residente extranjero (como Lot) le acoge en su casa, una vez allí una multitud de hombres de la ciudad se agolpan en la puerta pidiendo que salgan los extranjeros para poder “conocerlos”, por lo que el anciano se encuentra en la obligación de ofrecer a su hija a cambio del respeto para con sus invitados. Los paralelismos como se puede observar son bastante significativos, no obstante ninguna tradición patrística o eclesiológica posterior trató de darles unas connotaciones sexuales.

 

            Esta idea además es la que se recoge en las restantes 48 referencias bíblicas[12] sobre la palabra sodomía, siempre unida a la crítica hacia la falta de hospitalidad. Ejemplo de ello puede ser el siguiente texto de Ezequiel:

 

“Mira cual fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: Tuvo

gran soberbia, hartura de pan y gran ociosidad ella y sus hijas.

No dio la mano al pobre, al desvalido; se ensombrecieron e

hicieron lo que a mis ojos es abominable, y cuando le vi, las

quité de en medio...” [13]

 

            E incluso adentrándonos en el NT podemos observar como las palabras de Jesús al respecto ahondan en la idea de hospitalidad:

 

“Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo

de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de

vuestros pies. En verdad os digo que más tolerable suerte

tendrá la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del Juicio que

aquella ciudad.” [14]

 

            Como se puede observar, cualquier tipo de crítica nace más de una condena hacia la falta de caridad (en un sentido teológico) que hacia cualquier tipo de genitalidad.[15] Incluso se puede aludir en el Eclesiástico y en el Libro de la Sabiduría a los sodomitas acusándoles de pecado de orgullo pero nunca relacionándolo con lo sexual.[16]

 

            El mismo Boswell realizando una aproximación paralinguistica al término “conocer” (palabra motivo de toda la controversia) observa cómo de las 943 apariciones en el AT, tan sólo 10 son específicamente al conocimiento carnal, de esta manera se puede llegar a entender como los habitantes de Sodoma querían “conocer” a aquellos que traspasan las murallas de la ciudad sin el conocimiento de los ancianos  (suggewmeqa avntoiz)  bastande diferente a los verbos que se

utilizan para hacer referencia a las hijas de Lot (egnwsan / cresasqe) que tienen

una clara connotacion sexual.

 

            Llegados a este punto y para terminar con Gn., 19, tendríamos que hacer referencia al cuando y por qué del cambio de actitud por el que se termina adscribiendo el relato a una cuestión sexual, la explicación estaría en una serie de factores políticos, religiosos, sociales y económicos que se dan en la Alta Edad Media y que conforman una determinada moral sexual, moral que realizará una relectura de la Biblia tratando de buscar argumentos en los que apoyarse, no dudando para ello de falsear por medio de malas traducciones aquellos aspectos de la Biblia que pudieran ser especialmente significativos para sus fines. A este respecto y dado que un análisis escaparía del todo a los objetivos de nuestro trabajo, que se centra en un análisis de la literatura contemporánea que era leída por los primeros cristianos, (y por que la cuestión ya ha sido investigada con anterioridad), remitimos al lector al capítulo cuarto de la obra de Boswell “El nacimiento de la intolerancia”[17] en donde se explica el surgimiento de esta nueva moral.

 

En el Deuteronomio aparece otra alusión a la sodomía:

 

“No haya rameras entre las hijas de Israel ni sodomita entre

 los hijos de Israel”[18]

 

            Esta traducción es la que más se consolida en las Biblias protestantes, de hecho la edición de Valera lo es, su origen, en nuestra opinión, debe de estar en una mala traducción de los originales hebreos a los que recurren los protestantes para realizar sus “biblias” diferenciadas de las católicas, quienes frente a los términos Kadesha para el femenino y kadesh para el masculino, traducen este último como sodomita a falta de encontrar un apelativo mejor para referirse al hombre que “vende” su cuerpo no por dinero, sino en un extraño trueque religioso. De hecho hoy traduciríamos kadesh como “prostituto cúltico” gracias a nuestros conocimientos de las sociedades antiguas, algo bastante inalcanzable para unos traductores protestantes del siglo XVI.

 

Es de suponer que estos traductores tratando de evitar a la Vulgata en donde podemos encontrar el anterior pasaje como:

 

             “Nom erit meretrix de filiabus Israel, nec scortator de filiis

   Israel”[19],

 

no tienen en consideración la traducción de San Jerónimo como de kadesh como scortator, o simplemente piensan que scortator (hombre prostituído) es un sodomita sin otro tipo de clarificación.

 

            En otras ediciones de la Biblia, católicas éstas, tal vez por seguir más al pie de la letra al mencionado santo, podemos leer lo siguiente:

 

“Ningún hombre ni ninguna mujer Israelita deberá

consagrarse a la prostitución practicada en cultos paganos”[20]

 

“No habrá hieródula entre las israelitas, ni hieródula entre

 los israelitas”[21]

 

            De esta forma el texto se centra más en una condena hacia prácticas cúlticas paganas que hacia una condena de orientaciones sexuales específicas.

 

No obstante sí existe en la Biblia una referencia directa hacia las relaciones del mismo sexo entre hombres, ésta se puede encontrar en dos versículos diferentes del Levítico:

 

                                    “No te ayuntarás con hombre como con mujer, es una

abominación”[22]

 

“Si uno se acuesta con otro como lo hace con mujer,

ambos hacen cosa abominable y serán castigados con

la muerte; caiga sobre ellos su sangre”[23]

             

            En el mismo sentido y con las mismas palabras se expresan todas las demás Biblias consultadas incluidas las protestantes. Todas ellas son traducciones directas de la Vulgata en donde textualmente podemos leer:

 

                                     “Cum masculo noncommiscearis cuitu femineo, quia

abominatio est.”[24]

 

“Qui dormierit cum masculo coitu femineo, uterque

operatus est nefas, morte moriantur: sit sanguis eorum

super eos.”[25]

 

¿Se puede decir en este punto que sí existe una moral sexual israelita que condena y en los términos del Levítico la homosexualidad?

 

            Para poder contestar a esta pregunta tendríamos que situarnos en el origen de este libro, y por extensión en el origen del Pentateuco. Este conjunto de libros o “rollos” (Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio), llamado Torá por los Judíos y Ley de Moisés por los primitivos cristianos tal y como lo denomina el AT, encierra cinco tradiciones y cronologías diversas[26]: Por un lado tenemos El Documento Yahvista (Y), llamado así porque el Génesis llama a Dios Yahvé. Fue redactado durante el reinado de Salomón o un poco después por unos escribas del reino de Judá. El documento Elohista (E) que llama a Dios Elohim, nació hacia el año 750 a.c. en el reino norte, poco antes de su caída. Estos dos documentos terminarán fusionándose hacia el 700 a.c. formando el texto Jehovista (JE) que mantiene su tradición en Judá. El cuarto documento es el denominado Deuteronomista  (D) redactado bajo el reinado de Ezequías. Finalmente El Documento Sacerdotal (P), también llamado La Ley de santidad nació durante el destierro de Babilonia (587-538 a.c.) y encierra fundamentalmente lo que hoy conocemos como Levítico. Finalmente todos estos documentos terminan agrupándose en uno solo hacia el año 400 a.c. al que los judíos dieron el nombre de Torá.[27]

 

Puestas así las cosas nos encontramos con un libro, el Levítico redactado por los sacerdotes durante el cautiverio del pueblo de Judá. En este contexto los sacerdotes intentarán por todos los medios conseguir que la tradición se mantenga aún en las penosas circunstancias en las que se encuentran, para ello elaboran un conjunto de normas y de ritos que marquen la diferencia externa entre ellos y el pueblo al que está sometidos. De esta forma podemos decir que el Levítico está constituido por tres leyes: Ley sobre los sacrificios, Ley de la pureza y Ley de la santidad, y por una referencia a la historia del pueblo en clave salvífica de su Alianza con Dios. El cumplimiento de las tres leyes marcaba sin duda el sometimiento a un ritual distintivo de cualquier otro pueblo. Todos estos rituales se elaboran con la intención de hacer cumplir el Génesis en cuanto al mandato divino (Gn., 1:28): Sed fecundos, multiplicaos, llenad la tierra, someted, dominad)[28], verbos que además son especialmente relevantes en el caso de estar dominados por los babilonios.[29] (Están dominados, sometidos, sin tierra...).

 

            En este contexto la tradición sacerdotal consideraba a las relaciones entre hombres como no reproductivas[30] y por lo tanto malas para el pueblo, esto es constituían una abominación, esto es una (en hebreo) “toevah”, una impureza, una contaminación pagana (de hecho la misma palabra toevah sirve para designar ídolo). Por todo ello, práctica no reproductiva y contaminación las leyes levíticas lo prohíben.[31]

 

            Una vez aclarado el significado de la prohibición, tendríamos que preguntarnos cómo influye (si es que lo hace) en los primeros cristianos, si afecta de algún modo a su moralidad. La respuesta desde un punto de vista teológico es negativa: En el concilio de Jerusalén (49 d.c.) Tras duros debates tal y como se nos cuenta en Los Hechos de los Apóstoles[32], se decide que los cristianos, en su nueva Fe no están obligados a cumplir los prefectos del levítico, incluida la circuncisión o el respeto al Sabat, para ellos la Nueva Ley era la que anunciaba Jesucristo[33] (Ley que estaba escrita en los Evangelios)  las que las cuestiones de pureza o impureza física quedaban de lado frente a la pureza espiritual o del alma tal y como lo refería San Pablo[34]. La utilización del Levítico como argumento es más una cuestión de la exégesis medieval que de la antigua y siempre bajo unos prejuicios e ideología determinados.[35]

 

            Como colofón creo que puede ser significativo citar un ejemplo aparentemente homo erótico que aparece en la Biblia, ello no significa que este tipo de relaciones estuviesen consentidas, pero sí nos puede dar una idea de la cierta naturalidad de ciertos planteamientos, naturalidad que relacionaría más al pueblo hebreo con la realidad histórica circundante. Este ejemplo es el de las relaciones entre el rey David y Jonatán, ocurre en la época en la que la relación varonil entre guerrero y amante era común y, además, noble. El triángulo trágico de pasión, celos e intrigas políticas entre Saúl, Jonatán y David, es una franca expresión de amor entre personas del mismo sexo:

 

“... ¡Angustiado estoy por ti, Jonatán hermano mío!,

¡Con cuanta dulzura me trataste!, para mí tu cariño superó

al de las mujeres...”[36]

 

            El autor bíblico indudablemente, está al tanto de la varonil belleza clásica de David:

 

“...era rubio, de hermosos ojos y muy bella presencia”[37]

 

En un relato de amorosa lealtad:

 

“...el alma de Jonatán se apegó a la de David y le amó

Jonatán como así mismo (...) Jonatán hizo pacto con

David pues lo amaba como a su alma...”[38]

 

            Con encuentros furtivos:

 

“...me iré y me ocultaré en el campo (...) ven vamos al

campo (...) tu vienes al mismo sitio donde te escondiste

el día aquel y te colocas junto a esa piedra...”[39]

 

            Besos y lágrimas:

 

                                    “... ambos se abrazaron y lloraron, derramando David

muchas lágrimas...”[40]

 

            Pacto de guerrero y amante que David mantiene hasta la muerte de Jonatán:

 

“...Jonatán juró una vez más a David por el gran amor

que le tenía, pues le amaba como a su propia vida...”[41]

 

            B) REFERENCIAS EN EL NUEVO TESTAMENTO:

 

            Pero si el AT no era una sólida base doctrinal para los primeros cristianos, sí lo era el NT, en él podemos rastrear las alusiones que a esta cuestión se hace referencia:

 

            Una de las palabras que aparecen en la Biblia es la alusión a la “carne extraña”:

 

            Es el término que el libro de Judas (Jds.:7) utiliza para referirse a cuestiones directamente sexuales, en este sentido y ya que aludimos a la traducción que de una palabra concreta se hace y no a un relato extenso, citaremos varias ediciones de la Biblia que pueden resultar sugerentes:

 

“Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas,

que de igual modo que ellas, habían fornicado

yéndose tras carnes ajenas, fueron puestas para

escarmiento, sufriendo la pena del fuego perdurable.”[42]

 

            Esta es la tradición más clásica por parte de una traducción tildada en muchos casos de conservadora que desde un punto de vista exclusivamente oficial católico es superada por las traducciones de la Biblia de Jerusalén (tomada por la Iglesia como la mejor erudición de los biblistas católicos), aquí el texto es el siguiente:

 

“Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las

ciudades vecinas, que como ellos fornicaron

y se fueron tras una carne diferente...”[43]

 

            Es de señalar que existe una nota en el versículo citado en donde se comenta que la “carne diferente” a la que se hace alusión no es humana puesto que el pecado había sido el de querer abusar de los ángeles, cuestión que anteriormente hemos referido.

 

            De hecho creemos que ambas traducciones se ajustan bastante bien a lo que se escribe en la Vulgata:

 

“Sicut Sodoma, et Gomorrha, et finitimae civitates

simili modo exfornicatae, et abeuntes post

carnem alteram, factae sunt exemplum, ignis aeterni

poenam sustinentes”[44]

 

            No puedo decir lo mismo de otras traducciones al uso en donde se puede llegar a leer lo siguiente:

 

“También Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas

 se entregaron a las inmoralidades sexuales, y se

dejaron llevar por los vicios contra la naturaleza...”[45]

 

O incluso:

 

                                    “... habiendo ido en pos de vicios contra naturaleza...”[46]

 

            Parecido a:

 

                                    “... dejándose arrastrar por relaciones contra la naturaleza...”[47]

 

            Habida cuenta que la epístola de San Judas fue escrita originariamente en griego habremos de recurrir a éste para sacar algo en claro. Así y siguiendo las indicaciones del argentino Renato Lings[48] a las que anteriormente Boswell había trazado caminos para su investigación, así el término preciso es el de sarkoz eteraz (idéntico al carnem alteram de la Vulgata).

 

            La gran pregunta que quedaría por resolver es cómo ciertos eruditos han efectuado el paso de “sarkós héteras” al de “contra la naturaleza”, cuando ni por análisis lingüístico ni por contextualización histórica obtendríamos algo parecido.

 

            Por otro lado están las palabras de san Pablo (a priori eludo darles traducción), éstas se encontrarían en los siguientes textos:

 

“...no os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los

adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los

ladrones, ni los avaros (...) poseerán el reino de Dios.”[49]

 

“...la ley no es para los justos sino para los que carecen

de religión, para los parricidas (...), para los fornicarios y

sodomitas...”[50]

 

            las palabras que nos ocupan, afeminados y sodomitas para el primer texto y sodomitas en el segundo son traducidas en otras Biblias como:

 

-- “Blandos” para afeminados y  “los que se echan con varones” para sodomitas[51]

 

-- “Homosexuales” en los tres casos según traducción de la Biblia de Jerusalén[52] 

 

            Intentando buscar un origen lingüístico a toda esta cuestión, habremos de recurrir a la Vulgata, en donde podemos leer los siguientes términos:

 

-- “...neque moles (...) neque masculorum concubitores” en 1 Cor., y “masculorum concubitoribus” para 1Tim.,[53]

 

            De todo ello podemos deducir una buena traducción, pero dado lo impreciso del término hemos de retroceder a la versión griega original, tal y como lo escribió Pablo de Tarso, así encontramos que todos estos términos se reducen a dos, uno de ellos es palakoz, y la otra es arsenokoitai, respectivamente “blando” y “varón-camas”. Desde el momento en el que Boswell[54] dedica un capítulo en su libro denominado “La lexicología en San pablo” no es mi intención repetir aquí lo que ya este autor ha dejado claro tan sólo recordar como el término de “blando” es extremadamente ambiguo y tal vez se refiera a “débiles en la Fe”, problema que le interesaría mucho más al Apostol[55]. El segundo término se trata de una palabra inventada por Pablo (no existe referencia en la literatura griega de la época a esa palabra, existiendo otra serie de nombres en griego para designar relaciones entre hombres bien sean pedagógicas, eróticas o puramente sexuales). Las razones de la invención las busca Boswell en la intención del autor de referirse a algo diferente ¿Ridiculización de un erastes que ocupa el papel de un erómeno?[56], ¿algo relacionado con la prostitución cúltica?[57], realmente es muy difícil de saber, y no es mi intención entrar en el debate que se limitaría, por otra parte, a repetir las ideas del autor que he citado, en todo caso, creo que la carga de la prueba recae en quien lanza la primera hipótesis, con lo que aquellos que traducen el término por homosexual habrían de explicar y defender sus argumentos.

 

            Finalmente hay una calificación en San Pablo de las relaciones entre hombres, directa y específica, esta es la de relación contra natura

 

            Este término lo encontramos en la Epístola a los Romanos expresado en estos términos:

 

“...igualmente los varones, dejando el uso natural de

la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos

por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas,

y recibiendo en sí mismos el pago debido a su extravío.”[58]

 

            Todas las versiones de la Biblia consultada se expresan en similares términos, nacidos de la traducción latina de San Jerónimo:

 

“...Relicto naturali usu feminae...”[59]

 

            El vocablo, el de uso natural o no natural, nace del griego fusin/ para fusin. Con lo que tendríamos que hablar del concepto de naturaleza/natural en la Antigüedad (no en la filosofía actual como algunos intentan hacer). Del valor normativo o no, de lo “natural” en la teología de San Pablo. Si la condena, que se está refiriendo a una determinada práctica, se puede generalizar o no a la condición de homosexual. Si como práctica que es, es condenable por otros motivos ajenos a las relaciones entre personas (violación, prostitución cúltica...). Todo esto teniendo siempre en cuenta que el concepto de “ley natural” se origina más de mil años después de la carta del Apóstol, y que en todo caso lo opuesto a natural (normal) es “poco frecuente” y no antinatural. Todas estas cuestiones junto con un análisis semántico y paralingüistico de los términos lo afronta Boswell en su obra[60], con lo que en todo caso remitimos al lector al libro en cuestión y eludimos volver a repetir ideas ya sugeridas. Por nuestra parte y frente a lectura del citado versículo, sí hacer una serie de consideraciones al respecto:

 

            La primera de ellas, la tomamos de E. Miller[61]: Pablo habla de varones que hacen lo mismo, pero con otros varones (sexo anal). El “así mismo” que vincula 1:26 y 1:27, no refiere, entonces, al concepto moderno de orientación sexual, sino, en todo caso, a la práctica de sexo anal por parte de parejas heterosexuales y varones entre sí. Siento este tipo de práctica “impura” (diferente a pecaminosa).

 

            La segunda consideración nace del término paulino de “impuro”, término unido al de “ley” y por tanto desde una perspectiva judía haría referencia solamente a aquellos actos que imposibilitan la entrada en el “Templo”[62]. A medida que nos adentramos en la carta de Pablo, vemos como va exponiendo (deconstruyendo) su argumento, y así desde una perspectiva cristiana señalará que “nada hay de suyo impuro”[63]. Circunstancia que vuelve a ocurrir en La carta a Tito:  “Todo es limpio para los limpios”[64]. En este sentido el “todo” (omnia de la Vulgata, traducido directamente del griego) pasa a convertirse inexplicablemente en algunas ediciones  en “todos los alimentos”[65], con lo que se imposibilita de esta forma valorar el verdadero sentido de las palabras de pablo.

 

            La tercera consideración es la utilización de para fusin, más adelante en la misma Carta a los Romanos, en otro contexto bien diferente:

 

“Porque si tu fuiste cortado de un olivo silvestre y

contra naturaleza injertado en un olivo legítimo...”[66]

 

            Pablo se está refiriendo a la actuación Divina, la que no se ajusta a naturaleza, por tanto Dios está actuando contranatura. De ahí es presumible pensar, a mi juicio, que la actuación contra la naturaleza, o contra el “orden natural” de las cosas, no es en sí un pecado.

 

            Otra consideración al respecto, es que apelando a las actitudes judías en el citado Rom., 1:24-27, Pablo habla de los actos sexuales de los gentiles  como hechos que implican estigma social y pérdida de honor. Sin embargo más adelante[67], Pablo se gloria en la Cruz  como lo hizo en Gálatas[68] , demostrando que es precisamente en la Crucifixión de Jesús (la experiencia más vergonzosa imaginable) donde Dios cumplió nuestra  Redención. De aquí que los cristianos puedan “jactarse”[69] de su Salvación lograda a través de un acto vergonzoso. Peden mantener una esperanza que “que no expone a la vergüenza”[70].

 

            Comentar como los comentaristas paulinos[71] están cada vez más de acuerdo en que el argumento sutil y profundo de san pablo, que apela alternadamente a los lectores judíos y gentiles, solamente alcanza su meta en la llamada a la hospitalidad mutua, y a dejar de lado los prejuicios tradicionales:

 

 “Así pues, recibiros los unos a los otros como también

Cristo nos recibió, para Gloria de Dios”[72].

 

Una negativa de hospitalidad al modo de Sodoma no debe caracterizar a las cinco Iglesias de Roma. Los judíos podían mantener sus tradiciones sobre las prácticas gentiles impuras, pero no podían imponer tales distinciones a los gentiles convertidos.

 

            Finalmente señalar una frase apodíctica de Pablo a partir de la cual se deben entender todos sus restantes comentarios:

 

“Porque toda ley se resume en este sólo mandato:

  Ama a tu prójimo como a ti mismo”[73]

 

            Puestas así las cosas y como conclusión se puede llegara decir que doctrinalmente hablando no existía ningún tipo de norma en materia sexual que condenase la homosexualidad en tiempos de los primeros cristianos, en todo caso la existencia de la interpretación de los prefectos levíticos en clave de “impureza” en relación a ciertas prácticas entre hombres,  tema de la impureza, en todo caso, que se zanja definitivamente en el Concilio de Jerusalén a propuesta de Pablo cuando se dictamina que ningún gentil convertido estaba obligado a seguir las tradiciones y códigos judíos. Habrá que adentrarnos en el pensamiento teológico medieval para ir encontrando diversas ideas y argumentaciones que harán referencia a las Escrituras para justificarse, elaborando así un código moral que afectó (y afecta) a Occidente pero que por lo que se ve pasó inadvertido para los propios protagonistas de la Historia. [74]

 

            Tal y como se hizo en el apartado anterior, creo que puede ser ilustrativo la inclusión de algún ejemplo del NT que nos hable de cierta normalidad en las relaciones homoeróticas con el fin de poder ilustrar mejor la idea de que en el origen del cristianismo no existía una condena hacia este tipo de comportamiento. El ejemplo al que haremos referencia es el de Cristo y el centurión Romano:

 

“...Estaba a punto de morir un siervo de cierto centurión

que le era muy querido. (...) Y respondiendo el centurión,

dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo;

di sólo una palabra y mi siervo será curado (...) En verdad

os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe.”[75]

           

            Las traducciones de la Biblia han utilizado el término siervo para indicar la relación que éste tenía con el centurión, no obstante en la Vulgata se hace referencia en estos términos “puer meus”[76]. Tal vez esto no aclare demasiado las cosas salvo la idea de que si se tratase de un “hijo” el término utilizado sería el de “filium”, por lo que hemos de suponer que se está refiriendo a un muchacho “muy querido” [77]  (qui illi erat pretiosus). Como Lucas escribe en griego tenemos que ir a la fuente si queremos algo más de claridad, allí la palabra es “pais” cuya traducción sería la de “muchacho esclavo”, con lo que el centurión busca ayuda en Jesús para su ¿muchachito esclavo muy querido?, algo que no es de extrañar si pensamos además que otra de las traducciones posibles del término es la de “niño amado”, o más concretamente lo que hoy denominamos erómeno. El hecho finalmente de que Cristo alabe la Fe del centurión y no tenga que decir nada de sus relaciones personales creo que es significativo[78] y que nos habla de esa normalidad en las relaciones entre hombres de la antigüedad que la historiografía ha intentado romper o cuando no falsear. 

 

 

3.      LA CUESTIÓN FILOSÓFICA EN TORNO A

LA HOMOSEXUALIDAD:

 

            Antes de abordar la filosofía romana creemos necesario comentar unas breves notas referidas al pensamiento clásico griego, en la medida en que éste se constituirá en parte fundamental de la filosofía romana, cuando no la única con algunas variaciones.

 

            A) LOS PLANTEAMIENTOS GRIEGOS:[79]

 

            Somos conscientes que reducir toda la filosofía griega a tres filósofos, por muy importantes que ellos sean, es casi como hacer una reducción al absurdo, no obstante y habida cuenta que “casi” o “nada” pueden añadir otros y a razones de espacio para este estudio nos centraremos en los siguientes:

 

*La filosofía de Sócrates:

 

            Un acercamiento al pensamiento de Sócrates en esta materia (casi como en cualquier otra) topa de entrada con las “malas” traducciones y comentarios que de su obra se han hecho, ya que era escandaloso para la posteridad reconocer la homosexualidad y la pederastía en quien se le consideraba uno de los padres de la filosofía cuando no una prefiguración de Cristo por parte de la Iglesia. Además el hecho de que su obra se conozca fundamentalmente a través de Platón quien por su parte trata de presentar un Sócrates casto e incorruptible, sublimando así la imagen del maestro tal y como pone de manifiesto E. Cantarella[80], no ayuda a la hora de acercarnos al pensamiento socrático. No obstante sí podemos acercarnos al menos de una manera significativa por medio de otros autores o analizando con mayor objetividad lo escrito por su discípulo Platón:

 

            En primer lugar sabemos por medio de las fuentes coetáneas que la continencia sexual que pregonaba era sólo uno de tantos aspectos del rigor que Sócrates creía indispensable, en todos los sectores de la experiencia, para alcanzar la plenitud del ser, era un modelo de vida que se inscribía en la aspiración general del control de sí mismo. Así se entiende que Jenofonte en los Memoriabilia ponga en boca de Sócrates:

 

 “...la bestia salvaje que se llama joven en flor (...)

 más peligrosa que el escorpión, porque inyecta

 un veneno que hace enloquecer a su víctima...”[81]

 

 Esta resistencia a los amores físicos es hacia los hombres: de la resistencia a las mujeres no se dice nada ya que éste era un problema que no se le presentaba:   

 

 “oh, Critón, que alguien la saque de aquí y se la lleve a casa”[82]

 

 Dirá al referirse a Jantipa que se echa a llorar al visitarlo en la cárcel poco antes de morir.

 

            Como es de suponer, si hay resistencia es que hay tentación: Sócrates declara por medio de Jenofonte que

 

 “...no recuerdo en la vida un momento en el que no haya

                 estado enamorado”[83];

 

En el Menón de Platón queda trastornado por las “bellezas ocultas” de Cármides que en un cierto momento cree entrever:

 

“...Entonces ocurrió (...) tambaleándose mi antiguo aplomo

(...) intuí lo que había dentro del manto y me sentí arder

y estaba fuera de mí...”[84]

 

            Por todo ello podemos decir que Sócrates tiene un objeto de tentación: los muchachos, a los que hay que resistirse desde un punto de vista físico (no intelectual ni espiritual):

 

“El que amase el cuerpo de Alcíbiades, no querría

verdaderamente a Alcíbiades, sino a algo que le pertenece”[85];

 

“Tener relaciones con una persona que ama tu

cuerpo más que tu alma es algo infame”[86].

 

            Está claro desde este momento que hay una atracción intelectual (entre otras que hay que dominar) por los muchachos, esta relación intelectual necesita un marco en el que desarrollarse y este marco viene dado por la pederastía[87] institucionalizada en la que y a través de ella se podía dar ese traspaso de sabiduría entre el maestro y su discípulo.

 

*La filosofía de Platón:

 

Platón parte de una concepción mítica sobre el origen del hombre que conlleva unas implicaciones teológicas, cosmológicas y antropológicas sumamente complejas: el origen del ser humano está en un ser andrógino que tenía tres sexos (hombre+hombre, hombre+mujer, mujer+mujer), los dioses al dividirlos formaron hombre y mujeres que a lo largo de su vida tenderán a buscar su otra mitad; así explica el origen de la homosexualidad, relación superior frente a la de aquellos que buscan el sexo contrario (mujeriegos, adúlteras...) tal y como se describe en el Banquete[88].

 

Esta concepción puede parecer paradójica con otras reflexiones del filósofo sobre la homosexualidad en donde entre otras cosas la califica de “relaciones contra natura” (para fusin)[89], tal circunstancia es matizada por E. Cantarella[90] y P. Veyne[91] quienes consideran que el término está haciendo referencia a lo artificial, sin las connotaciones peyorativas que encierra el concepto en la actualidad. De la misma forma cuando Platón se refiere a esta cuestión en sus Leyes, critica un comportamiento no reproductivo que estaría en contra (por inútil) de lo que piensa para su ciudad ideal. Otro tanto podríamos decir de  la crítica a la violencia sexual (sin connotaciones morales y para todo tipo de relación[92]).

 

Esta ambigüedad aparente también se da en lo que respecta a la pederastía[93]: por un lado sus poesías de amor a muchachos y por otro el Fedro en donde se habla de resistencia al erasta[94], resistencia que más se debería a resaltar el espíritu frente al eros más que una condena al hecho en sí.

 

*La filosofía de Aristóteles:

 

            Tradicionalmente se ha unido al filósofo al lado de una condena de la homosexualidad, condena que hay que situarla en su contexto: Para Aristóteles la única razón de la sexualidad es la procreación (no el eros), de ahí que todo lo que no se realizase en aras del Oikos (elemento central del proyecto político aristotélico) era inútil y por esta razón condenable. Es más, las críticas “morales” a tal placer se centran en los que se dedican a éstas prácticas por costumbre y no por naturaleza[95] de aquellos que ocupan un papel pasivo en la relación (de los activos no se dice nada). En cualquier caso tal y como se refleja en su Ética a Nicómaco[96], tal crítica moral es comparable a la que se hace de quienes se comen las uñas o se arrancan los cabellos.

 

            Por lo que respecta a la pederastía podemos hablar de una crítica total dada su inutilidad para la sociedad ideal que pregona.

 

*Conclusiones a los planteamientos griegos:

 

            Como conclusión a todo este apartado de filosofía griega podemos concluir que en un primer momento la pederastía estaba bien vista, e incluso era superior a cualquier tipo de relación heterosexual, ideas que llegan a su auge social y filosófico en el siglo V a.c.; con el tiempo el concepto cambió, como es recogido en parte por Platón y fundamentalmente Aristóteles, las razones de este cambio se podrían resumir en las siguientes: En primer lugar como causa institucional la crisis de la institución pederástica que con los siglos se va convirtiendo más en prostitución que en docencia, en segundo lugar como causa social la crisis motivada por la guerra del Peloponeso que deja diezmada a la juventud (se necesita procrear) en tercer lugar, un hincapié filosófico más en cuestiones de amor metafísico que en el físico y finalmente el papel que tuvo Roma, al final del helenismo cambiando la mentalidad a este respecto al que se aludirá más adelante.

 

            Finalmente subrayar que la crítica hacia la pederastía y la homosexualidad que se hace al final del clasicismo no conlleva la satanización que más tarde se hará de ellas utilizando, manipulando y sacando de contexto las argumentaciones tanto de Platón como de Aristóteles.[97] 

 

            B) LOS PLANTEAMIENTOS ROMANOS:

 

                En la filosofía romana sí se da una diferenciación clara entre la pederastia y las relaciones entre hombres. Por lo que respecta a la primera, se ha argumentado siempre cómo los romanos asimilaron toda la cultura griega, en este caso, la cuestión pederástica, también trataron de imitarla pero con desigual fortuna; Y es que las circunstancias en Roma eran otras bien distintas: por un lado existía una legislación concreta con el derecho familiar que limitaba, sino impedía, la pederastía con los hijos de las familias nobles, por otro en Roma se dio una revalorización del matrimonio dentro de la sociedad; por otro la existencia de jóvenes esclavos a los que se les podía someter sexualmente a voluntad hacía que resultase más fácil recurrir a ellos que enzarzarse en un cortejo de resultado incierto. No quieremos decir con esto que desapareciese la pederastía, ésta seguía ejercitándose bajo prostitución o esclavitud como pone de manifiesto M. Foucault[98], queremos decir que la pederastía como institución en la educación[99] desapareció[100] o quedó relegada a una reducidísima élite cultural. Eva Cantarella nos habla ampliamente del origen de este especial modo de entender la pederastía cargando el acento en la herencia etrusca más que en influencias griegas[101].

 

Mientras que la pederastía no significó para los griegos ninguna forma decadente ni corrupta; fue, por el contrario, una manifestación curiosa pero auténtica  del mismo espíritu que los llevó a sus más grandes e inmortales realizaciones; la admiración por la vida y la belleza. Tan auténtica y lógica para ellos como artificial y corrupta para otros pueblos que intentaron practicarla. En Roma, la marcada influencia griega provocó una imitación de las costumbres pederastas; pero no pasó de un vicio corrupto de las clases ilustradas, motivo de burlas y escarnio para la mentalidad del común de la población. Al realizar Julio César en el senado, la defensa del rey Nicomedes (con quien se murmuraba que había tenido una relación pederasta en su juventud) y al hacer referencia a los favores y dádivas que de este rey había recibido, se levantó Cicerón y le respondió: No menciones, por favor, estos temas, pues todos sabemos aquí lo que tú le diste a Nicomedes, y lo que él te ha dado a ti”. Esta cáustica respuesta no hubiera tenido sentido en Grecia.

 

Más tarde, (en teoría) con la llegada del cristianismo, la pederastía fue condenada y perseguida como práctica monstruosa. Pudiendo hablar de su total y completa desaparición según nos refiere la historiografía tradicional.[102] No obstante la aparición en los últimos años de las ya citadas obras de Boswell[103], han abierto una línea de investigación tan sugerente como apasionante: Su tesis en líneas muy generales vendría a argumentar por lo que a la pederastía se refiere, que en los primeros años del cristianismo existía una tolerancia hacia el hecho (según casos también). Esta situación sólo iría desapareciendo con los siglos, siendo las visiones historiográficas de los últimos siglos las que no han creado una falsa imagen de condenas y prohibiciones hacia un hecho en principio aceptado. Tesis ya comentada, pero que se puede aplicar con igual fortuna a la cuestión de la pederastía.

 

Centrándonos ya en las relaciones entre hombres, éstas no son objeto de ninguna filosofía en particular[104], limitándose en la mayoría de las veces en referir textos griegos al respecto. Tan sólo a nivel de obras literarias podemos rastrear ciertos planteamientos que analizaremos más adelante.

 

4.      LA CUESTIÓN LITERARIA  EN TORNO A

      LA HOMOSEXUALIDAD:

 

            Como en el caso anterior y dada la influencia griega en la literatura romana comenzaremos describiendo someramente la situación en Grecia:

 

A)    LOS PLANTEAMIENTOS GRIEGOS:

 

            Parecida evolución y tratamiento ha hecho la literatura del fenómeno que la filosofía, esto es, su íntima relación con la pederastia. La diferencia tal vez estribe con que contamos con documentos más antiguos.

 

            Intentando organizar cronológica y temáticamente todo el material, haré referencia a los siguientes periodos:

 

*La literatura homérica (época oscura)

 

            La primera circunstancia que nos llama la atención es la ausencia de alusiones directas a este respecto de las que carece tanto la Iliada como la Odisea. ¿Cómo se encuadra esta circunstancia frente a la idea de la pederastía como un hecho griego antiguo?: las razones habría que buscarlas en el interés por parte de Homero en no ser especialmente explícito en mostrar unas relaciones homosexuales entre personas de la misma edad más que entre maestros y discípulos. Esto lo podemos intuir al leer las historias de Aquiles y Patroclo que van más allá de una simple amistad tal y como los griegos de siglos posteriores entendieron y aceptaron, tal es el caso de Esquines en su Contra Timarco[105] en donde se elogia esta relación. En cualquier caso los griegos posteriores no se cuestionaron el asunto, en todo caso, se discutía sobre quien de los dos era el erómeno y quien el erasta[106]. En este sentido señalar que Homero nos presenta en todo caso a dos amantes, el papel pederástico de su relación sería más un añadido posterior para poder justificar tal relación desde el momento en el que la pederastía es aceptada no tanto así el papel pasivo de un adulto libre en una relación homosexual, máxime si el “sometido” es nada menos que un héroe mitológico[107].

 

*La literatura lírica (época arcaica y principios del clasicismo)

 

Entiendo por literatura lírica, una poesía escrita para ser cantada, acompañada de flauta o de lira, y, por lo tanto, dotada de un ritmo musical que servía para expresar los sentimientos individuales de un poeta (lírica monódica) o colectivos de todo un pueblo (lírica coral); En este sentido, en cuanto canto de un sentimiento individual, no puede dejar pasar de largo el reflejo de los amores pederásticos, y así Solón, Alceo, Anacreonte, Teognis Ibico o Píndaro, cantarán las delicias de este amor en sus versos[108]. Recogemos como ejemplo un fragmento de la obra de la Antología de Teognis:

 

“...Joven, no causes a mi corazón un dolor cruel y

que el amor que te tengo no me arrastre a la morada

de Perséfora; teme la ira de los dioses y el juicio

de los hombres y ten para mí  sentimientos favorables...”[109]

 

            De todos estos poemas podemos sacar una serie de características comunes que nos muestran el valor cultural que tenía la pederastía así como las reglas de ética sexual por la que se regía: En primer lugar el amor unía a un adulto y a un muchacho por la belleza (léase virtud), en segundo lugar esta relación no era puramente sexual, se buscaba más un compañero con el que vivir una vida ( o parte de ella), en tercer lugar el chico ha de resistirse y así propiciar un cortejo, finalmente llega la aceptación lo cual es un honor para el amado.

 

            Todas estas características (previas al clasicismo) nos hablan de una tradición pederástica antes incluso de legislarse.

 

*La literatura narrativa (época clásica y helenística)

 

            Sin tratar de realizar un análisis exhaustivo de todos los escritores del momento, nos detendremos en la obra de Jenofonte y más concretamente en El Banquete. Allí podemos leer:

 

“...un muchacho que se une a un hombre no goza,

 como una mujer, las alegrías del amor, sino ayuno,

 contempla a un borracho de amor. Ninguna maravilla,

 entonces, que se le ocurra despreciar al amante...”[110].

 

Al igual que pasó con la filosofía llega un momento en el que motivado por una serie de causas ya aludidas, se empieza a ver la pederastía como algo malo (en el sentido de utilidad social no moral), la literatura será un reflejo de este cambio, cambio que se da en otros niveles, así cuando Jenofonte está argumentando todo esto lo hace en un contexto de rebatir todas y cada una de las ideas platónicas (la pederastía sería entonces una más).

 

*La literatura al final del helenismo

 

            En este momento destaca la figura de Plutarco[111]. Este escritor realiza su obra Sobre el amor en el siglo I d.c. y en ella recoge el amor entre hombres y entre mujer y hombre como frutos de un mismo origen y por tanto sin la existencia de nada contra natura (artificial)[112], es más al referirse a la Vida de Pelópidas,  exalte las virtudes del batallón Tebano y vea en ello una serie de virtudes públicas de un altísimo valor en comparación con las virtudes privadas (el matrimonio entre otras) que son inferiores[113].

 

            Pero Plutarco no es el único autor de esta época existen otros como Aquiles Tacio, el Pseudo Luciano, Eratóstenes, Caricles... que sin embargo siguen menospreciando la pederastía y el amor hacia los muchachos[114].

 

            Muchos de estos autores están dentro del ámbito cultural romano por lo que se hace difícil poder hablar de evolución griega sobre la pederastía o de influencias romanas en el concepto de amor en la Grecia antigua.

 

            B) LOS PLANTEAMIENTOS ROMANOS:

           

            En este apartado trataremos de referirnos a una serie de autores latinos, el primer grupo es el integrado por los llamados líricos elegiacos, poetas republicanos en cuyos versos plasmaron y cantaron a las relaciones entre hombres.

 

            La primera reflexión que nos podemos hacer es preguntarnos si el contenido de su obra homoerótica responde a planteamientos propios y de la cultura romana, o bien si se trata de unas meras copias de poemas griegos. La métrica alejandrina está claro que es una copia de modelos helenos a los que trataban de emular, pero el tema, si bien es el mismo que en Grecia, nos informa que tuvo que ser del agrado desde el momento en el que lo asumen como propio, en este sentido la novedad introducida por la influencia helena se debe más a estilo e incluso al mismo hecho de plasmar en poesía unos sentimientos que a los sentimientos u opciones sexuales practicas por los romanos. Esta es a grandes rasgos la tesis defendida por Cantarella[115] que llega a estas conclusiones tras revisar toda la literatura del momento y analizarla.

 

            De cualquier forma sea por influencias extranjeras, sea por el propio comportamiento de los romanos, lo cierto es que la literatura lírica elegiaca romana adoptará como uno de sus temas las relaciones entre hombres, o precisando un poco más, las relaciones entre un “Vir” y un “puero”[116], así podemos leer las relaciones y los amores entre Catulo y Juvencio[117] en sus cármenes, entre Tíbulo y Marato[118] o entre Propercio y su amor Gallo[119] en sus respectivas composiciones elegiacas. Es además en estas composiciones en donde podemos leer la manera en la que éstas se llevaban a cabo, siendo todo el ritual bastante próximo al griego, esas reglas pederásticas no escritas por las que se fijaba la edad del muchacho, el cortejo, los regalos, la enseñanza, el final de la relación... [120], (algunos de estos textos están reproducidos en la citada obra de Cantarella  a la que remitimos al lector).

 

            Al margen de estos poetas líricos otros autores, del mismo modo, reflejaron esta cuestión en sus obras, así por ejemplo podemos referirnos a Lucrecio, quien en su De rerum natura, postula la similitud de todas las relaciones sexuales, siendo lo verdaderamente importante tenerlas, no dando importancia al sexo del objetivo de esas relaciones[121]. Ovidio, quien preferirá a las “puellae” antes que a los “pueri”, si bien justifica en demasía esta elección en su Ars amatoria[122]. Horacio, reflejando en su obra su amor por Ligurino[123]. E incluso Virgilio, quien nos ha legado en sus obras las bellas historias de Euríalo y Niso en La Eneida[124], y de Coxidón y Alexis en la Segunda Égloga[125]. Los primeros soldados enamorados como los del Batallón Tebano y los segundos jóvenes pastores que demuestran su amor dentro del género de la literatura bucólica.

 

            Pasando a la sátira, el tema no fue abandonado, pudiendo ver en ella un claro reflejo de las mentalidades de la época en cuestiones sexuales, Marcial,  nos mostrará estas relaciones como normales dentro de las relaciones humanas en sus epigramas[126], y Juvenal haciendo gala de un sarcasmo mayor y más feroz, nos muestra la naturalidad de este tipo de relaciones, si bien se ríe e ironiza en torno a la hipocresía que rodea a todo este tipo de situaciones, y sobre todo a la renuncia de ciertos adultos a su “papel viril”, siendo en muchos casos el “puero” el que había de tomar la posición activa en esta relación, Juvenal nos habla en sus sátiras de los motivos (vicio, dinero, moda)[127] siendo estas circunstancias las que provocarán su escarnio y su condena, condena que más adelante la sociedad civil hará suya proscribiendo este tipo de relaciones (el papel pasivo de el adulto).

 

            Finalmente hacer alusión a los carmina priapea en donde estos temas aparecen con frecuencia, así como a los graffiti, sobretodo los encontrados en Ponpeya, en donde aparecen curiosas inscripciones latinas como “te pedicabo”, irrumare volo” o “pedicatur qui leget”[128], son toda una muestra de la cierta “normalidad” que se tenía en la sociedad romana en materia sexual.

 

 

 



[1] Ambas ed. Muchnik, Barcelona, 1993 y 1996 respectivamente.

[2] No creemos oportuno transcribir el texto completo dada su extensión, en cualquier caso remitimos al lector al citado capítulo y versículos para que lo coteje con el resumen que se ha realizado.

[3] D.R.A.L.E., Academia, Madrid ed. Vigésima, voz sodomía.

[4] María Moliner, Diccionario de los usos del español, Gredos, Madrid, 1980, voz sodomita

[5] Ibid..., voz sodomía.

[6] Vuelvemos a remitir al lector a Gn. 19:1-25, con el fin de que observe en su conjunto las motivaciones del pueblo de Sodoma quien quiere a todas luces hacer daño, herir o incluso torturar a los extranjeros. En este sentido la alusión a “conocer” que en la Biblia se interpreta como relación sexual, es más una forma de violación, otra manera de hacer daño, bastante diferente de una relación sexual placentera y consentida.

[7] Circunstancia ésta difícil de entender si se considera a los asaltantes como homosexuales, con lo que se vuelve a redundar en la idea de que lo que pretende el pueblo es hacer daño a los nuevos visitantes más que a mantener un específico comportamiento entre personas del mismo sexo. A este mismo respecto la Biblia de Jerusalén en una nota al capítulo señala como en aquella época el honor de las vírgenes era menor que el sagrado deber de la hospitalidad

[8]En este mismo sentido se podría incluso apuntar la idea de Daniel Helminiak, What the Bible really says about homosexuality, Alamo Square, San Francisco, 1997, p.III. en la que sugiere que aún en el hipotético caso que hubiese una condena hacia la homosexualidad, ésta se referiría únicamente a la que los habitantes de Sodoma querían cometer y no se puede tomar, por extensión, a todo tipo de relaciones homosexuales; de la misma manera que cuando el profeta Natán (en 2 Sm, 12) condena al rey David por su adulterio con Betsabé y el asesinato se su esposo, se está condenando algo particular y macabro, hecho que a nadie se le ocurriría extrapolarlo y afirmar que el profeta Natán está condenando todas las relaciones heterosexuales.

[9] Gn, 18.

[10] La interpretación del texto como alusión a la falta de hospitalidad y a la falta de caridad ha sido tenida en cuenta por los eruditos religiosos desde 1955, D. Bailey (Homosexuality and the western Cristian Tradition, Longmans, London, 1955) fue el primero, pero más tarde la asumieron otros como Jhon McNeill y Marvin Pope, a este respecto remito al lector a la obra de Boswell Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad, Muchnic, Barcelona, 1993, p.118 y notas de las pp. 470 y ss. En donde se hace una detallada referencia a la historiografía de esta interpretación. Desde el punto de vista patrístico al texto hacemos referencia a la obra de Matthieu Collin, Abrhán, col. Cuadernos bíblicos, n1 56, p.54.

[11] Jue., 19:22ss.

[12] Todo lo cual nos indica que los redactores de los diferentes libros de la Biblia sí comprendían el verdadero sentido del relato del génesis, por lo que se habrá de buscar en otro tipo de literatura y tradición la asociación entre sodomita y homosexual.

[13] Ez, 16:48-51

[14] Mat. 10:14-15, en parecidos términos se expresa en Lc. 10:11-12.

[15] En este sentido remitimos a Dt., 29:23, 32:32; Is., 3:9, 13:19; Jr., 23:14, 49:18, 50:40; Lam., 4:6; Am., 4:11; Cef., 2:9; Mt., 10-15; Lc., 17-29; Rom., 9:29; 2Pe., 2:6; en donde se vuelve a incidir en lo mismo y que eludimos trascribir por no hacer el trabajo demasiado redundante.

[16] Eclo 16:8; Sab 19:13-14; libros además sólo incluídos en el Cánon por los católicos (Judios y protestantes los rechazan al considerarlos apócrifos)

[17] Boswell, op. Cit., p. 289 y ss.

[18] Biblia, Versión de Reina Valera, Dt, 23:17-18.

[19] Vulgata,t Dt., 23:17-18.

[20] Sagrada Biblia, BAC, Dt., 23:17:18

[21] Biblia de Jerusalén, Dt., 23:17-18

[22] Sagrada Biblia, BAC, Lev., 18:22

[23] Sagrada Biblia, BAC, Lev., 20:13

[24] Vulgata, op. Cit., Lev., 18:22

[25] Vulgata, op. Cit.Lev., 20:13

[26] Existen varias hipótesis sobre el origen y evolución de la Torá, tal vez la más conocida y aceptada, pese a varios puntos de controversia, es la llamada hipótesis documentalista de gran éxito entre 1950 y 1970 y que en la actualidad con algunas modificaciones se constituye en el centro de las demás hipótesis. Como no es el caso de entrar en la polémica acepto de entrada la mencionada hipótesis tal y como la defiende Etienne Charpentier en la obra El Antiguo Testamento, Verbo Divino, Stella, 1998, pp. 35 y ss.

[27] Un mayor análisis de toda esta cuestión así como un intento de separar los documentos para poderlos estudiar por separado y contextualizarlos mejor pudiendo hacer un análisis histórico crítico de los mismos lo encontramos en la obra de Jacques Briend, El Pentateuco, Col. Cuadernos Bíblicos, nº13, Verbo Divino, Stella, 1997.

[28] Todos estos mandatos han sido ampliamente analizados y estudiados por William Countryman, Génesis de la sexualidad: ¿Qué nos dice de la homosexualidad la narración bíblica sobre la Creación?, Sigla, Buenos Aires, 1994. En donde se pone de manifiesto la diferencia entre “normas” y argumentaciones fabuladas y generalizadas en torno a la Creación: Se fabula para lo general, ideas de un pasado fantástico que puedan explicar algunas cosas del presente. Algo parecido a las mitologías, que “ayudan” a explicar el cosmos a un pueblo pero que carecen de un valor normativo, y que nadie en la Antigüedad aplicaba y extraía modelos de comportamiento para condenar a los que no los siguiesen al pie de la letra.

[29] De hecho la tesis documentalista considera una que esta parte del Génesis fue escrita por los sacerdotes en tiempos del cautiverio que la añadieron al relato de la Creación. Jacques Briend, op. Cit. pp. 54 y ss.

[30]Daniel Helminiak, op. Cit. P.7, argumenta como razones para la prohibición de este tipo de comportamiento el hecho de que la “sodomización” de un hombre a otro era algo degradante en la Antigüedad y por lo tanto algo que no se correspondería con el mandato divino de amar al prójimo. Siendo para él más una prohibición de “dañar” a otro ser humano más que prohibición de relaciones consentidas. El hecho además de que en la Antigüedad existiesen prostituciones cúlticas, le lleva a pensar que la prohibición es también más para referirse a prácticas paganas que a relaciones personales. Por lo que una verdadera traducción sería que Dios condena las prácticas paganas y daño a otros hombres. Sus argumentaciones son verdaderamente interesantes y ahondan en las hipótesis planteadas por Boswell (op. Cit. p. 124) cinco años atrás; pero desde nuestro punto de vista no compartimos esta opinión y nos inclinamos más a pensar en una prohibición es expresa a la homosexualidad (sin menospreciar las anteriores ideas) ya que lo fundamental en un pueblo en cautiverio es la perpetuación de ese mismo pueblo. 

[31] Así podemos entender como si un hombre violenta a un muchacho (Lev., 18:20) se condena tanto a uno como a otro sin importar la “moralidad de los actos”, tan sólo la contaminación sufrida al margen de la idea de culpabilidad.

[32] Hch., 15

[33] Cfr., Lortz, Joseph, Historia de la Iglesia, Vol. I, ed. Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 76 y ss. En el mismo sentido se expresa la tradicional Historia de la Iglesia de la BAC, Llorca, , B. Et al, Historia de la Iglesia, Vol. I, ed BAC, Madrid, 1976, pp. 88 y ss.

[34] Sin extendernos en citas, remitimos a este respecto al lector a Gal., 5:1-2; Gal., 3:22-25; Tit., 1:14-15 como ejemplos del pensamiento de Pablo, cuyos comentarios los podemos leer en Eichholz, G., El evangelio de Pablo, Sígueme, Salamanca, 1977, p.30 y ss. ; Meeks, W., El mundo social del apostol Pablo, Sígueme, Salamanca, 1988, p.IV; y más concretamente en Cothenet, E., La carta a los Gálatas, Col. Cuadernos Bíblicos, nº 34, Vervo Divino, Stella, 1985, p.2.

[35] Todo lo referente al Cristianismo en la Alta Edad media en donde se va conformando una determinada moral sexual viene ya estudiado por Boswell en la obra a la que hemos estado haciendo referencia. Motivo por el cual remitimos al lector y eludimos adentrarnos en un problema que se escapa del ámbito cronológico que nos hemos propuesto.

[36] 2 Sam., 1:26

[37] 1 Sam., 16:12

[38] 1 Sam., 18: 1-5

[39] 1 Sam., 20: 1-23

[40] 1 Sam., 20:41

[41] 1 Sam., 20: 17

[42] Sagrada Biblia, BAC, 1969, Jds,7. (Edición a cargo de Nácar y Columga utilizando versión directa de las lenguas originales)

[43] Biblia de Jerusalén, 1975, Jds,7.

[44] Vulgata, Jds, 7. (utilizo la edición BAC de 1951)

[45] Dios habla hoy. La Biblia versión popular, 1963, Jds,7.

[46] La Biblia, versión de Reina Valera, 1970 (la primera edición data del siglo XVI), Jds.7.

[47] El libro del Pueblo de Dios, ediciones Paulinas, 1987, Jds.7.

[48] Lings, Renato, Las traducciones bíblicas y la homofobia, Otras ovejas, Buenos Aires, 1996, p.6

[49] Sagrada Biblia, BAC, 1Cor., 6:9

[50] Sagrada Biblia, BAC, 1Tim., 1:10

[51] La Biblia, edición de Reina Valera, 1Cor., 6:9; y 1Tim., 1:10 respectivamente.

[52] Biblia de Jerusalén, cap. y ver. Supra.; Término el de homosexual netamente contemporáneo y que es difícil imaginar que existiese en la Antigüedad. La primera vez que aparece en las Biblias al uso es a partir de la Revised standart version del NT en 1946, que intenta realizar una traducción bíblica con un lenguaje más actualizado y científico.

[53] Vulgata, c. y v. Supra.

[54] Boswell, op. Cit, c. “Lexicología y San Pablo”.

[55] En este sentido, por nuestra parte, hacer referencia a la obra de Michel Bouttier et al. Vocabulario de las epístolas paulinas, col. Cuadernos Bíblicos, nº88, Verbo Divino, Stella, 1996, pp.21 y ss. En donde analizando los significados de “debilidad” se identifican exclusivamente con la Fe.

[56] Si bien la pederastia como institución en la enseñanza clásica griega no era objeto de escándalo, sorpresa o desaprobación, ésta debía de adecuarse a una serie de reglas no escritas (edad del amante y el amado, regalos, papeles eróticos...) el quebranto de estas normas podía ser objeto de burla ya que de alguna manera su ruptura significaba romper con el principio pederástico, a este respecto remitimos a la obra de Eva Cantarella Según natura, la bisexualidad en el mundo antiguo, Akal, Madrid, 1991 quien dentro de su capítulo segundo dedicado a la época clásica dedica un subcapítulo (el 5) a “Las infracciones de las normas sobre la edad, las infracciones y la ley”, todo claro está referido a la pederastía.

[57] En este mismo sentido, señalar como lo hace Violaine Vanoyeke, La prostitución en Grecia y Roma, EDAF, Madrid, 1991, cómo en la decadencia de Grecia, ciertas actuaciones otrora reconocidas ahora, en los últimos tiempos griegos, son risibles (capítulo II al hablar de la prostitución sagrada de Corinto)

[58] Sagrada Biblia, BAC, Rom., 1:26-27.

[59] Vulgata, Rom., 1:27.

[60] Boswell, op cit. pp. 136 y ss.

[61] Miller, James E., “Pederasty and Romans 1:27”, en Journal of the American Academy of Religion, nº 65 (1997), pp. 861-866.

[62] Un análisis de los conceptos “ley” y “templo” y su relación con lo “puro-impuro” lo podemos ver en Michael Bouttier, Vocabulario de las epístolas paulinas, op. Cit., pp. 40 y 63 respectivamente.

[63] Rom., 14:14-20

[64] Tit., 1:15

[65] Dios habla hoy, La Biblia versión popular, Tit., 1:15

[66] Rom., 11:24

[67] Rom., 3:21-26

[68] Gal., 6:14

[69] Rom., 5:2,3,11

[70] Rom., 5:5; idea también recogida y de una manera similar desarrollada en Heb., 12:2

[71] Eichholz, G., El evangelio de Pablo, Sígueme, Salamanca, 1977; Meeks, W., El mundo social del apostol Pablo, Sígueme, Salamanca, 1988; Cothenet, E., La carta a los Gálatas, Col. Cuadernos Bíblicos, nº 34, Vervo Divino, Stella, 1985, o Michael Bouttier, Vocabulario de las epístolas paulinas, col. Cuadernos bíblicos, nº 88, Verbo Divino, Stella, 1996.

[72] Rom., 15:7

[73] Gal., 5:14

[74] En esta línea las investigaciones llevadas a cabo y publicadas por la Journal of the American Academy of religion, así como las exégesis (mejor dicho: investigaciones sobre exégesis bíblicas no reconocidas por la jerarquía eclesiástica) llevadas a cabo desde la facultad de Teología Ecuménica de la Universidad de Tubinga, apuntan en la misma dirección.

[75] Lc., 7:2-10 ; similares términos podemos encontrar en Mt., 8: 5-11,

[76] Vulgata, Mt., 8:6, “qui illi erat pretiosus”, añade Lucas (Lc., 7:2)

[77] En opinión de E. Cantarella, op. Cit. pp. 160 y ss., el amor hacia los “pueri” hay que entenderlo en clave de relaciones homosexuales que practicaban los romanos a imitación de la pederastía griega.

[78] De igual forma puede llegar a ser significativo el que este texto sea uno de los que son recogidos por el documento “Q”, lo cual nos da una idea de que este relato no ha sufrido modificaciones y se le consideró como muy significativo, tanto como para ser incluido en los primeros documentos cristianos (anteriores a los Evangelios y a las Cartas Apostólicas) de los que hoy al no quedar nada de ellos sólo nos podemos aproximar a través de análisis y reconstrucciones lingüísticas. Para la reconstrucción que a nosotros nos  interesa, remito al texto nº 15 (Qs, 15) (una de las ediciones que lo han publicado es la de Burton, L.M., El Evangelio perdido. El Documento Q, Martínez Roca, Barcelona, 1994, p. 97. 

[79] La homosexualidad y en la pederastia están íntimamente relacionadas en el mundo griego, por lo que es muy difícil separarlas, es más la relación entre hombres, desde un punto de vista filosófico, sólo encuentra su razón de ser en la mayoría de los casos en la pederastia, de ahí que para el caso griego me refiera en muchas ocasiones indistintamente a una u otra.

[80] Cantarella, Eva, Según natura... op. cit., p. 80

[81] Jen., Mem., I, 3-13. Todas las citas de las fuentes primarias griegas y romanas que se van a citar en las próximas notas han sido obtenidas (y en su caso cotejadas) de la colección Los clásicos de Grecia y Roma de más de cien volúmenes editada por Planeta Agostini, en 1995. Somos conscientes de la existencia de otras traducciones y comentarios algunos de ellos mucho mejores, pero por razones de accesibilidad, operatividad e incluso de uniformidad no han sido consultados. A partir de este momento se entenderá que para todas las notas a pie de página de las fuentes primarias se ha utilizado (o cotejado según los casos) la antecitada colección. 

[82] Plat., Phaed., 60ª.

[83] Jen., Symp., 8,2,

[84] Plat., Charm., 155 c-e.

[85] Plat., Alcib. I, 131 c.

[86] Jen., Symp., 8,23.

[87] Sobre la cuestión de la pederastia en la Grecia Clásica, sus reglas, ritos y leyes, además de la obra de E. Cantarella ya mencionada anteriormente, remitimos a tres obras más, una es la de Boswell, Las bodas de la semejanza, Muchnik editores, Barcelona, 1996, y la otra es la de Rodríguez Adrados, Sociedad, amor y poesía en la Grecia Antigua, Alianza, Madrid, 1995; también Licht, H., Sexual Life in Ancient Greece, Constable, London, 1994. 

[88] Cfr., Plat., Symp., 189d-192e. En esta misma obra (181 b-c), considerará sublime el amor entre hombres (Afrodita Urania) y vulgar el mixto; y en 178b-e, habla de los amantes masculinos en tonos elogiosos.

[89] Plat., Leg., 636c.

[90] Eva Cantarella, op. cit. p.88

[91] P. Veyne, L´omosexualità a Roma, Turín, 1983 (citado por E. Cantarella)

[92] Si bien es cierto que algunos autores como Friedo Ricken, Filosofía de la edad antigua, Herder, Barcelona, 1990, p. 117, hacen mucho más hincapié en la crítica, tratando de extraer de ella un cierto contenido moral.

[93] En este sentido es significativo el artículo de Maiztegui Casas, “Socrates, Platón y la Homosexualidad”, en Nueva Historia, nº10, Noviembre de 1977, pp.15 y ss.

[94] Plat., Phaedr., 240c-d-e.

[95] Aristot., Et. Nic., VII, 6, 1148b.

[96] Aristot., Et. Nic., VII, 5, 3-5.

[97] A este respecto la obra de Michel Foucault, Historia de la sexualidad, Siglo XXI, Madrid, 1995, nos habla de cómo la Iglesia desde la Edad Media o la sociedad burguesa desde finales del s. XVIII, mediatizaron esta filosofía reinterpretándola a conveniencia.

[98] Foucault, M., Historia de la sexualidad, Siglo XXI, Madrid, 1995. Cap. Referido a “los muchachos” t.III, pp. 174 y ss.

[99] A este respecto Quintiliano en su Institución oratoria, cap. II, nos previene sobre el tipo de maestro para los hijos, poniendo en guardia a los lectores sobre ciertos abusos que se podrían llegar a cometer en la educación.

[100] Michel Foucault más que desaparición habla de desprobletatización de la cuestión, que al dejar de ser ya importante queda relegada de aparecer en los textos tanto literarios como filosóficos. (op. cit. p. 174 y ss.). Sus argumentos son más teóricos y filosóficos en la interpretación de textos que positivistas, por lo que creemos que en último caso es más una cuestión de convencimiento personal que de pruebas irrefutables a este respecto.

[101] Cantarella, Eva, op. cit. p. 129 y ss. (segunda parte del libro)

[102] En esta línea tradicional se encontraría la obra de Marrou, H.I., Historia de la educación en la Antigüedad, Akal, Madrid, 1985.

[103] Boswel, John, Cristianismo, tolerancia social y Homosexualidad, Muchnik editores, Barcelona, 1992. y Las bodas de la semejanza, Muchnik, editores, Barcelona, 1996.

[104] En alguna ocasión se ha dicho que Grecia filosofó y Roma legisló, no sé hasta que punto es cierta esta aseveración, si es cierto sin embargo, que frente a la ausencia de textos filosóficos al respecto existe abundante material sobre legislación ad hoc, material que es analizado concienzudamente por Eva Cantarella en la obra a la que he hecho mención con anterioridad como la “misteriosa” lex Scatinia, documento al que constantemente se hace referencia en la historiografía tradicional y que sin embargo nadie ha podido estudiarlo ya que no ha llegado hasta nosotros. El tema legislativo romano puede llegar a ser en algunos casos como en este apasionante, no obstante creo que no entra de lleno en el objeto de nuestro trabajo y en principio eludimos cualquier alusión a él y remitiendo, en todo caso, al lector a la citada obra y a la extensa bibliografía que en ella aparece.

[105] Esqu., c. Tim., 139.

[106] Esquines dirá que el erasta es Aquiles (c. Tim., 142) mientras que Platón que Patroclo (Symp., 180a ). La tesis de Platón vendrá avalada por las representaciones pictóricas en las que aparece Patroclo con barba (símbolo de su mayor edad).

[107] Sobre las relaciones homosexuales en las obras homéricas véase M. Clarke, y G. Perrotta, ambos citados y comentados por Eva Cantarella, op. cit. p. 27 y ss.

[108] Por razones de espacio no citamos algunos de estos versos, sólo señalar que una pequeña selección se encuentra reproducida y comentada en las obras de E. Cantarella, op. cit. pp. 29 y ss. y J. Eslava Galán, Amor y sexo en la Antigua Grecia, ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1997, pp.99 y ss. Si bien un análisis más riguroso y exhaustivo de los mismos (abarcando todas las temáticas) los podemos leer en la obra de F. Rodríguez Adrados, Líricos griegos. Elegiacos y yambógrafos arcaicos, Labor, Barcelona, 1959.

[109] Teog. Ant. II, 1295-1298. 

[110] Jen., Symp., 8, 21-22.

[111] Ampliamente estudiada (por lo que a sus planteamientos pederásticos se refiere) por M. Foucault, op. cit. lib. III, c.5.

[112] Plut., Amat., 766d-767e.

[113] Plut., Pelop., 18.

[114] Ejemplo de algunos fragmentos los podemos leer en la Antología latina que cita Eva Cantarella, op. cit., p102 y ss.

[115] E. Cantarella, op. Cit. pp. 160 y ss.

[116] En principio puede darnos la impresión de que los  “viri” y “pueri” responden al mismo tipo de relación que se establecía entre el erasta y el erómeno, no obstante si la hay, sólo es un vago recuerdo ya que las relaciones romanas en este sentido fueron más de dominación y fuerza que de preocupación por la formación “integral” del “pais”. Por lo tanto si tanto el “pais” como el “pueri” son objeto de las “atenciones” de un adulto, la gran diferencia (que marca que una cosa no tenga que ver nada con la otra) es el tipo de relación que se establece entre ambos.

[117] Cat., Carmen 99.

[118] Tib., I, 7-9.

[119] Prop., I, X-XIII.

[120] Reglas a las que ya hemos hecho alusión y que vienen descritas en la obra de Eslava Galán, J., Amor y sexo en la Antigua Grecia, Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1997, pp. 75 y ss. Quien a su vez las recoge (copia) de Licht, H., Sexual Life in Ancient Greece, Constable, London, 1994, pp. 55 y ss.

[121] Lucr., De rerum natura, IV, 1052-1056.

[122] Ov., Ars amat, II, 683-688

[123] Horac., Ep., II, 11.

[124] Virg., Aen, IX, 182 y ss.

[125] Virg., Ecl, II, 7 y ss.

[126] Marc., 8, 12 y ss.

[127] Juven., 2, 9 y ss.

[128] Verbos “irrumare” y “pedicare” así como otras muchas palabras traducidas por N.J. Adams, The latin sexual vocabulary, London 1982,  y recogidos por Cantarella, op. Cit. p. 191. Términos que desgraciadamente no han querido contemplar los diccionarios latinos al uso (Blanquez. A., Diccionario latino-español, Sopena, Barcelona, 1975)

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