Elsa Dorado de Revilla


Nacida en Oruro en 1931, Elsa Dorado de Revilla tuvo una niñez y juventud intensas y misteriosas, vinculadas a sus cuentos, reales e imaginarios, de las minas bolivianas. Esta obsesión se trasladó a su producción literaria; la mayoría está relacionada con este tema.

Empezando en el año 1963, la autora pasó diez años en el campo minero de Quechisla, ubicado en el sur de Bolivia, y fue durante esta época que escribió los cuentos que forman la colección titulada Filón de ensueño, publicada en 1977. En 1994, publicó otro libro de cuentos titulado Las bacterias no hacen huelga. A través de sus cuentos la autora cumple con la misión cabal de transmitir, en que medida de esfuerzo, sacrificio y estoicismo, aportan los mineros al progreso de la patria. Sus cuentos son testimonio de la época en que vive, mensajeros de un mundo real donde la ficción y la fantasía, ponen muy poco o nada, a la dura realidad de las minas. La temática de sus cuentos se nutre del entorno que le rodea, la zona del altiplano boliviano, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, rodeada de una cadena de montañas. Con la publicación de sus libros, no sólo intentó acercarse a la gente, dando testimonio de su época, sino también de despertar el interés humano universal, por el sector más agredido de la sociedad que es: el minero.

Elsa Dorado Revilla vive en La Paz con su esposo, el Dr. Hugo Revilla Valenzuela, donde sigue escribiendo y donde se desempeña como presidenta de una institución cívica-cultural que se llama Centro de Acción Orureña.


Sus dos colecciones de cuentos enfocan la vida de los mineros. ¿De dónde surgió el interés por los mineros bolivianos?

Yo he nacido en un hogar donde siempre la minería ha sido punto principal, mi abuelito era contratista minero, ha trabajado toda su vida en las minas, luego mi papá ha sido un destacado ingeniero de minas, el ingeniero Jorge Dorado Banda, que faccionó el primer plano catastral de las minas de Bolivia y ha sido jefe departamental de minas de Bolivia durante 35 años. Está enterrado en el mausoleo notables de Oruro, donde se elabora la minería. Entonces, yo he crecido escuchando siempre los aspectos relacionados con la minería, términos como ¨mojón¨, ¨pertenencia minera¨, ¨Cerro Grande¨, ¨Berenguela¨, ¨Mutún¨. De este último, de niña pensaba que era un monstruo, y después cuando he crecido he llegado a conocer que era la mina de manganeso y hierro más grande de Sudamérica. Entonces, yo pienso que ha sido esa influencia del hogar; luego, ya casada con mi esposo, el doctor Hugo Revilla Valenzuela, he tenido oportunidad de vivir diez años en las minas, y lo que para mi había sido simple nombres cuando niña, cuando joven, luego se convirtió en una vivencia al estar cerca de esa gente minera, al conocer sus preocupaciones, al conocer su trabajo, su esfuerzo, porque un tiempo la minería ha sido el sostén de la economía de Bolivia. Todo ha estado fundamentado en la minería, entonces para mí realmente era algo tan hermoso vivir en las minas, poder compartir con la gente, ayudarles, diez años maravillosos para mí, que han transcurrido como si fuera un año, porque compartía con gente que tiene el valor, el estoicismo de una roca, pero con corazones tan sensibles, tan dulces como las rosas de los valles que rodean las minas. Yo pienso que ha sido eso, luego de ver el secreto de la mina, su avaricia, su fecundidad, porque unas veces muestra las vetas, otras veces las oculta. Entonces la gente tiene que estar alrededor de esos cambios, puede haber una suerte de encontrar una veta, puede haber una desgracia de no encontrarla nunca en la vida, entonces en cierta forma, el hombre se arriesga, juega como una ruleta de la vida dentro de la mina, y luego se juega no solamente su suerte, sino su vida. Es una gente esforzada, no hay dinero que pague el trabajo del minero, no hay dinero que compense a un ser humano de vivir lejos de la naturaleza, del aire, de la luz, del sol, encerrado; en minas que muchas veces tiene que entrar a gatas, arrastrándose como un reptil, por parajes que son muy bajos, como la mina la ratonera, que está detrás del Yumani. Entonces es un trabajo muy esforzado, no hay en el mundo un trabajo más duro que el trabajo de las minas.

 

¿Podría referirse al papel que cumple la mujer en la mina?

La mujer en la mina juega un papel muy importante dentro de su familia. Primero como compañera o esposa del minero, es una mujer heroica que tiene que sostener una lucha diaria, contra la pobreza, las enfermedades y privaciones, ser como la ¨Mujer fuerte del Evangelio¨, pese a su fragilidad física, ser la fuerza que ayude y aliente a su compañero. No le exige nada, es estoica, vive al día, sin temer un futuro, en el cual tal vez ella sola tendrá que mantener a su hijos. Su misión es dar amor, atención a su familia, alentar al minero para hacer más llevadera su existencia, siempre precaria, frágil ante lo inesperado, una avalancha en la mina, un derrumbe, todo puede ser, morir hoy o mañana. Son pocos los mineros que llegan a ancianos, la mayoría muere muy joven. Por ello, muchas veces la mujer y el minero se embriagan, y como bien expresa la poetisa boliviana doña Mery Monje Landívar: ACon una botella de alcohol, buscan un pedazo de cielo@, quieren evadirse por unos momentos de la dura realidad de sus vidas.

Yo tuve una experiencia muy interesante, hablé con una señora, esposa de un minero con seis niños pequeños, le pagaban al esposo la semana y todita la familia se iba a beber, los más grandes bebían, los niñitos abandonados. Entonces yo la visité a la señora y le dije: "Por qué bebe? Por qué no ahorran un poco, por qué no guardan el dinero?" Y me dijo: "No, no señora, el que se beba", yo le hablo en las mismas palabras vulgares de la mujer, "el que se beba, que se tome porque yo no sé si mañana él va a salir vivo o lo van a sacar, van a sacar sus huesos en un talego, por eso ahora que él beba, que él aproveche, porque no importa". "Y tú, ¿cómo va a quedar mañana con los niños?" le pregunté. "No importa, yo voy a pisar barro, pero él, que se tome, que se beba..." La filosofía de esa mujer tan heroica de ayudarlo a luchar a su esposo, de vivir en ese trabajo tan duro, sin exigirle nada, para mí era algo admirable.

En el aspecto laboral, la mujer de las minas, un tiempo hace más de 30 años, se desempeñaba como ¨palliri¨, que consistía en golpear trozos de mineral, con un combo muy pesado de casi dos kilos de peso, para ir separando el mineral pegado a la roca. Felizmente que este trabajo ya ha sido erradicado, gracias a tecnología moderna. En Bolivia en el año 1932-33, cuando sostenía guerra con Paraguay defendiendo el Chaco rico en yacimientos petrolíferos, de los cuales quería apropiarse Paraguay, al ser reclutados los hombres para ir a defender a la patria en peligro, fueron las mujeres de la minas, que por primera vez, en la historia de la minera boliviana (y juzgo del mundo), ingresaron a trabajar en las minas, reemplazando a los mineros.

 

De sus cuentos, me interesa especialmente el que titula "La vida prestada" porque relata el sacrificio de un minero por su compañero. ?Qué puede decirnos respecto a este cuento? ¿Surgió de un hecho verdadero?

Ya lo dijo un gran escritor español, Miguel de Unamuno: "Yo soy yo, con mis circunstancias, porque que yo soy según la circunstancia de mi vida". Sí, yo viví esa circunstancia, de estar muy cerca de todos estos dramas de la gente minera. Mi esposo, asesor legal de la empresa y luego gerente de relaciones industriales en Quechisla, al retornar de su trabajo diario, me narraba hechos sorprendentes, de todo lo acontecido en las minas. Entonces yo tomo un tema de la vida real y alrededor tejo un trama; esto ha sucedido en la realidad. Había este hombre pobre que no tenía ni atención medica, llegó muy enfermo y el amigo condolido le prestó su tarjeta de atención médica. Lamentablemente, el amigo muere, pero como estaba registrado bajo el nombre del otro, entonces el otro ya no tenía que aparecer, tenía que desaparecer del campamento. Entonces realmente no solamente le presta su tarjeta, le presta su vida, le presta su personalidad. Se ven esos dramas tan grandes, para nosotros pequeños, pero para ellos toda una vida; me impresionó muchísimo realmente, como llega en cierta forma la abnegación, el cariño de amigo, de no medir nada y correr el riesgo de, inclusive prestarle todo sin ver, sin pensar en las consecuencias. De allí nació este cuento de la vida prestada, no porque el minero es muy solidario; dentro de la pobreza que ellos pasan, nunca hay un minero que a otro le niega algo, por más pobre que sea, siempre tiene algo para darle a su compañero.

 

Otro cuento que es de mi interés titua: "Las bacterias no hacen huelgas". ¿Cuáles fueron las motivaciones para escribirlo?

  Bueno, las circunstancias de la vida me llevaron, por el trabajo de mi esposo, al otro lado del mundo, a Alemania, a la República Federal de Alemania, donde residimos cuatro años. Durante nuestra estadía en Bonn, recibimos la visita de una Delegación de Ingenieros de COMIBOL, que seguirían un estudio de "Reactivación de minas agotadas a través del sistema de inoculación de bacterias". El tema era interesante, especialmente para mi persona tan amante del tema minero, y junto a los ingenieros seguí el curso. Libreta en mano, anotaba todo lo que escuchaba, había algunos aspectos técnicos que luego en casa los ingenieros me explicaban. Era sumamente interesante, un método de activación de minas agotadas que ya en muchos países, especialmente en el Japón, habían sido puesto en práctica. Este método también está siendo empleado en Bolivia. El sistema dentro de la tecnología era admirable, pero algo me inquietó, la evidencia de que esta tecnología empleada en las minas, con el tiempo desplazaría al obrero, al minero, poniendo al hombre "ser supremo de la creación" en segundo plano. Poniendo el ejemplo de la mina La Esperanza de mi cuento "Las bacterias no hacen huelgas", de una mina de cien trabajadores, al adoptar el sistema de "inoculación de bacterias", sólo precisan veinte obreros, los ochenta restantes son retirados de su trabajo y se inicia para ellos, la agonía de la desocupación, con sus consecuencias tan negativas para su economía, para su vida. El minero ignora otro trabajo que no sea el realizado dentro de las minas, no se ha preparado para otra ocupación, por ello el drama de su retiro de su fuente de trabajo, la mina, es para él muy negativo. Es este aspecto que planteó mi cuento "Las bacterias no hacen huelgas", un alegato contra la tecnología muy avanzada, que anula al hombre. La tecnología, pienso, debería estar al servicio del hombre, no contra el hombre.

 

Los personajes de sus cuentos son muy bien personirficados, el lector siente afinidad por ellos, puede identificarse con ellos. ?También Ud. siente alguna relación personal con ellos al crearlos?

  La pregunta es muy interesante. El escritor, al dar vida a sus personajes, se identifica plenamente con ellos, les da algo de su ser, a su vez, los personajes le trasmiten sus vivencias, es una especia de transmutación. Es lo que me acontece cuando escribo mis cuentos. Vivo plenamente al personaje que creo, para mí no sólo es un nombre, sino un ser pleno de vida. Por ello en la calle muchas veces me parece ver a Dionicio Yucra, o Rosita Tarquina, la palliri, ¨El ángel minero¨, Francisco Huayta, u otros personajes que se escapan de las hojas del libro y toman una identidad propia. Tal vez sea un poco ostentoso el decirlo, pero siento que el escritor es un poquito Dios, porque crea, da vida a seres, pueden ser éstos seres atormentados, o plenamente realizados, pero plenos de vida.

 

¿Qué proceso sigue para crear los personajes?

Como dice un poeta nuestro, el más destacado Franz Tamayo, Ael escritor crea sufriendo@. Es un proceso donde el escritor, el poeta, está lleno de sensibilidad, vive plenamente lo que va creando y ello le demanda un gran esfuerzo no sólo físico, sino intelectual. Como escritora lo más difícil es para mí el iniciar un cuento, frente a las páginas en blanco me siento como una persona que se va a tirar a una piscina, no sé si voy a poder nadar, si me mantendré a flote. Pero cuando ya ordeno mis ideas, en base al argumento que ha surgido de la realidad o de la fantasía, plena de vivencias, compongo el cuento o el poema según mi estado de ánimo, ya nada puede detenerme en mi trabajo. Escribir es para mí una bella aventura, una emoción muy grande donde están mezclados sentimientos, experiencias y nuevos conocimientos que trae aparejada la correspondiente investigación sobre un tema técnico o histórico. Para escribir mi cuento ALa mujer mina@, tuve que seguir un curso de mineralogía y leer muchos libros sobre la utilización de minerales y metales en la orfebrería, cosmética e industria.

 

Qué es lo que espera mostrar al mundo a través de sus cuentos que tienen por temática la vida de los mineros?

A través de mis cuentos, deseo difundir el rudo regateo de las minas, el estoico papel del minero y de la ¨palliri¨, sensibilizar a la gente para que aprenda a valorar y respetar a estos trabajadores que con su esfuerzo sostienen la economía de Bolivia. Pienso que la misión del artista, el poeta y el escritor además de crear belleza, ha de ser la de ¨dar testimonio de su tiempo¨, mostrar la realidad de los hechos, en muchos casos denunciar las injusticias. Mis cuentos son un mensaje que quiere llegar al corazón y al sentimiento del mundo. Con el paso del tiempo, ahora que sensiblemente las minas se van agotando, ya que la minería es un bien ¨no renovable¨, mi libro Filón de ensueño llega a ser la historia de la minería de Bolivia, testimonio de un pasado glorioso donde minas como Chorolque, Tatasi, Tasna, Huanuni, San José, Colquiri y muchas otras más, marcaron el apogeo de la minería. El poblado de Portugalete que se levantaba al amparo de la riqueza argentífera del cerro San Gregorio, que en la época de la colonia fue importante productor de plata, casi al igual que el Cerro Rico de Potosí, el famoso Sumack-Orko, en mi libro buscarán la reminiscencia de toda esta riqueza minera, trasuntada en los cuentos: "La mujer mina", "Mutún", "La lora", "Portugalete", "El ángel minero", "La vida prestada". Este libro se constituye en un testimonio, en herencia de una etapa que ya ha pasado puesto que, lamentablemente, la minería ya está, en cierta forma, agotada.

 

¿Se siente Ud. pionera en el campo de la creación literaria referente al tema minero y especialmente al de la condición de las mujeres en las minas?

Dentro de la narrativa boliviana, son muy pocas las escritoras que cultivan el tema de las minas, puedo decirle que casi soy la única. En el género poético hay muchas y excelentes poetisas que han dedicado sus poemas al minero. Tenemos el ejemplo de doña Yolanda Bedregal, Alcira Cardona Torrico, que compuso un poema muy dramático titulado ¨Carcajada de estaño¨, también la poetisa Mery Monje Landívar tuvo un acierto al describir la mina y el trabajo de subsuelo con su poema ¨Minero¨. Muy poco se decía del trabajo de la mujer en las minas hasta que el año 1970 cuando compuse mi poema ¨Romance de la madre minera¨, un emotivo poema que narra la labor y la tragedia de las madres ¨palliris¨. Este poema impactó por su mensaje pleno de humanidad ante la fatalidad que viven estas mujeres, al realizar su labor de machacar el mineral al pie de los cerros en los campamentos mineros. Este poema ha sido teatralizado, es interpretado por destacadas declamadoras y declamadores. Ha recibido el primer premio en el Concurso Nacional de 1970, dedicado a la madre. Mi poesía y mi narrativa tienen como tema central la mujer y su trabajo en las minas. Siempre trato de destacar el aporte de la mujer dentro de la minería. Para un libro que tengo en preparación: La participación de la mujer en la historia de Oruro, realicé un estudio sobre la participación de la mujer en veinte y cuatro facetas y una de ellas, la más importante, es La mujer dentro de la minería.

 

Ha notado usted alguna influencia suya en otras autoras en cuanto a la temática que utiliza?

Sí. El año 1970 gané el segundo premio nacional de poesía, con el poema "Bolivia no tiene mar." Hasta esa época no se manifestaba la mujer, guardaba el dolor de no tener mar, pero no lo decía. Yo declamaba ese poema donde iba, y me hacían repetir, y era como una tarjeta de presentación para mí. En Naciones Unidas cuando viajé a Estados Unidos, también hice mi declamo por el mar; parece que influyó mucho porque empezaron también a escribir muchas señoras sobre el tema marítimo, manifestando lo que sentían, lo que más antes estaban guardando callado. Todo lo que se inicia es difícil, pero también todo lo que se inicia, todo lo que nace es hermoso porque tiene la ternura de una cuna, la dulzura de un niño. Entonces pienso yo que en cierta forma ha habido mucha influencia, inclusive éste ha sido poema escenificado, también el de La Libertadora Juana A. de Padilla ha sido escenificado, lo han llevado a la televisión. Sí, ha habido bastante influencia.

 

¿Debido a sus fuertes personajes femeninos, ¿se considera Ud. feminista?

Sí, es posible que a través de mi narrativa, cuando me refiero a los personajes femeninos, esté reclamando para ellas, un incremento de los derechos sociales y políticos de la mujer, en el lugar donde vive y trabaja.

 

¿Como autora, ¿no se siente Ud. en desventaja en cuanto a las editoriales y/o a la publicación de sus?

Absolutamente no. Más bien han sido los editores que me han invitado y persuadido a publicar mis libros. También, han sido hombres, personalidades masculinas, poetas, intelectuales, académicos de la lengua, que han publicado comentarios sobe mis cuentos, muy elogiosos y alentándome para que continúe escribiendo. Por ejemplo, Don Jaime Martínez Salguero ha hecho crónicas muy lindas, ha hecho un estudio de mi libro. Entonces como le digo, yo siempre he recibido más que todo estímulo, especialmente de los hombres.

 

¿Es la literatura feminista tradicional en Bolivia, o es algo que recientemente está surigendo entre las autoras?

En Bolivia siempre ha existido una literatura feminista, desde la precursora de los derechos de la mujer; la escritora y educadora Doña Adela Zamudio Ribero en sus obras defendió a la mujer y solicitó para ella su verdadero sitial dentro de la sociedad. Actualmente esta posición se ve acentuada por la narrativa de jóvenes escritoras, que de acuerdo a la época contemporánea, ponen sus libros al servicio de la superación de la mujer. Inclusive ha empezado a aparecer unas anotaciones en las paredes, donde hablan mucho de la mujer, de la superación, del feminismo. Recién se está mostrando eso en forma textual escrita y es el tema general casi en todas las revistas, en todos los periódicos donde escriben; pero yo voy notando algo, que esas crónicas son escritas por personas un poco resentidas, resentidas como puedo decir, con algo que no han podido cristalizar, algo que no han podido lograr.

 

¿Existe interés en Bolivia por lo que escriben las mujeres?

Bueno, hay un reclamo siempre, de que por qué la mujer no escribe más. Por un lado hay un reclamo que por qué la mujer no se manifiesta más, pero también por el otro lado hay cierta represión. Entonces, son cosas muy diferentes; por un lado dicen que la mujer no se realiza, que la mujer no escribe, que la mujer no se prepara, pero cuando la mujer se expresa, la prensa no publica. Es una situación muy especial; yo pienso que se va a solucionar, especialmente en la parte de difusión, cuando las mujeres tengan un periódico dirigido por mujeres, sostenido por ellas.

 

¿Por qué cree Ud. que hay tanto interés en obras latinoamericanas de otros países?

Me parece que en Latinoamérica, estamos atravesando una etapa de nacionalismo, de un retorno a nuestras raíces ancestrales, acentuándola en estos momentos con la celebración del Decenio de los pueblos indígenas, declarado por Naciones Unidas (1994-2004), programas culturales, exposiciones de instrumentos nativos, intensificación del aprendizaje de lenguas nativas, inclusive algunas de ellas como el aymara, el quechua, el guaraní, están como materia dentro de las universidades. No hay niño, joven o adulto que no aprenda a interpretar instrumentos nativos, como un sentimiento colectivo de amor a lo nuestro. Esta rica fuente cultural nativa e histórica constituye rico filón para la inspiración de artistas, poetas, intelectuales, que a través de sus obras, transmiten una temática deslumbrante, una "realidad fantástica" de la cual habla el escritor García Márquez. Es esta corriente de nuevas sensaciones, de nuevos estilos y de nueva temática, las que atraen al culto pueblo extranjero, muchos de sus artistas e intelectuales, al igual que a los de Europa, vienen a buscar inspiración en América, tierra de la esperanza, y también de las bellas realidades. La variedad de su naturaleza, exuberante o árida, la increíble topografía de sus ciudades y la diversidad de sus grupos étnicos, hacen en América un mosaico de variedades culturales.

 

¿Es importante para Ud. que sus obras sean traducidas a otros idiomas?

No hay nada como un idioma para acercar a la gente o para separarla. Poder entenderse es el principio de la integración, en la cual está empeñando todo el mundo. Ahora se está viviendo la integración; hay integración cultural, integración económica, ha venido este gran integrador que ha sido el libertador Simón Bolívar, desde ahí, desde el año 1826 que hizo él primer congreso anfictiónico de Panamá, se ha hablado mucho de la integración pero es a través de la literatura, a través de la cultura, de la difusión de la cultura que se puede crear una verdadera integración. Dicen que "lo que no se conoce, no se ama", para que amen mi obra literaria, es necesario que la conozcan. A uno le gusta siempre mostrar, las obras son como hijos nuestros, entonces que el hijo sea conocido fuera con todas sus facetas, todas sus bondades, todas sus partes negativas, hay que difundir esas obras. Entonces, conocer las obras de una persona es conocer un poco esa patria.

 

¿Cuál es la relación existente entre Ud. y otras autoras bolivianas y latinoamericanas?

En el plano nacional, a través de encuentros de poetas o escritores que se realizan periódicamente en Bolivia, exposiciones de libros, etc., compartimos con las escritoras bolivianas. También a través de la lectura de su narrativa o poesía publicadas en la prensa, se crea un vínculo al igual que a través de cartas. En el plano internacional, tengo la suerte de mantener correspondencia con varias escritoras de Latinoamérica, desde el año 1984 en que organicé la Primera Exposición Bibliográfica de la Mujer Panamericana de Bolivia. Organicé dicha exposición para mostrar visualmente todo lo que producen las mujeres en el campo de las letras. Se realizó en la Casa de la Cultura "Franz Tamayo de La Paz". Recientemente en la ciudad de Cochabamba se ha organizado el PEN CLUB, institución cultural que preside la destacada escritora doña Gaby Vallejo, lo que permitirá un mayor intercambio cultural entre las escritoras de Bolivia.

 

¡Ve Ud. grandes diferencias entre la temática y el estilo de las autoras bolivianas y los de otras autoras latinoamericanas?

Todo escritor pone en sus obras literarias las características del mundo que le rodea. Pese a estas diferencias que pueden presentarse, por el momento histórico por el cual atraviesa un país o una región: guerras como en Centro América, desastres naturales como en México, Venezuela, etc., yo analizo a través de la lectura de obras de escritoras latinoamericanas, que algo nos identifica y hermana la búsqueda de un mundo mejor, sin pobreza, enfermedades, ni desigualdades en las oportunidades de progreso. Estos sentimientos humanitarios, los reflejamos tanto las escritoras de mi patria como de todo Latinoamérica. Nuestra narrativa se basa en tres aspectos que mueven el mundo: al amor, el hambre y la muerte.

 

Sus cuentos, como los de muchos otros autores latinoamericanos, tratan de una realidad muy cruel, muy deprimente. ¿Ud. cree que ésta sea una característica muy común de la literatura latinoamericano, y si es así, ¿por qué?

Una de las misiones del escritor es dar testimonio del mundo que le rodea, por ello, pese al mundo interior en que vive el intelectual, no puede sustraerse de la realidad y en muchos casos su obra literaria recibe la influencia del mundo que le rodea, puede ser éste hostil, lleno de contradicciones, diferencias sociales, o fuertes impactos políticos, todo ello se reflejará en su narrativa. Pero también, como en Bolivia, recibirá la noble inspiración de las otras benéficas inspiraciones plenas de romanticismo, amor a la naturaleza, a la tecnología. No se puede generalizar la narrativa latinoamericana, es muy diversa y variada. Muchas veces el escritor no puede sustraerse de la narrativa pesimista, especialmente en la época contemporánea que estamos atravesando, una etapa de "reclamos, de incomprensión, de inconformismo". Son pocos los escritores que vencen esa corriente y escriben obras placenteras y alentadoras. Lo ideal será que el escritor de cualquier latitud de la tierra, por más que viva en medio de la tragedia, de la miseria, a través de la alquimia de su inspiración y de su sensibilidad, transforme esa realidad, y la restituye a los lectores en una obra plena de optimismo y esperanza.

¿Cómo ve el futuro de la literatura boliviana?

Me parece que se va incrementando; últimamente se está volcando los ojos a Bolivia como país de la esperanza y de bellas realidades. Pienso que con las nuevas generaciones de jóvenes escritores talentosos vamos a tener un futuro muy amplio, muy fecundo, porque se está creando una nueva literatura en Bolivia.

 

¿Qué planes tiene para su futuro como autora?

Yo sueño realmente con cristalizar todavía dos libros que tengo, uno sobre la mujer orureña que es de tema histórico y el otro sobre los niños héroes de Bolivia. Cristalizando esas dos obras me voy a sentir ampliamente realizada, porque con ellas voy a poder cumplir con la mujer patriota, la mujer trabajadora. Donde yo nací es una tierra muy dura, en la cual la vida es realmente muy sacrificada, tanto que mucha gente ya ha salido de ella; hay que compensar en alguna forma. Luego los niños héroes de Bolivia no tienen un puesto dentro de la historia, ni un monumento; no tienen ese reconocimiento. Yo he solicitado a las autoridades ya durante quince años la erección de monumento a los niños héroes de Bolivia. Mi vida literaria gira en la culminación de esas dos obras, porque ahí va a estar toda la historia de un pueblo, de Oruro, y va a estar también toda la historia de la infancia, de los niños héroes en época de guerra y en época de paz.

La Paz, febrero de 1996 y abril de 1998  

 

La vida prestada

Prendido a la falda del cerro cuyas entrañas guardan el rico yacimiento mineral, se alza, desde su humilde pequeñez, el campamento minero, depositario del pulso humano que mide el paisaje cordillerano desde los tiernos ojos de los niños, hasta el abrazo rotundo del hombre.

Las luces mortecinas de las viviendas, asemejan luciérnagas estáticas que buscan dar calor a la fría noche. Una improvisada campana rompe con su tañido el silencio, marcando a golpes el tiempo.

El viento danza en el dombo del cerro y baja, juguetón, por las sinuosos callejuelas, mientras la noche avanza y entran las sombras, contenidas apenas por ligeros indicios de luz en las esquinas. Desafiando al frío y urgidos por el relevo en la faena, los mineros de la tercera punta se dirigen a la mina, silenciosos, como pretendiendo no desvelar el sueño de sus seres queridos.

Cuando la última pisada se pierde en la noche, una sombra se desliza, furtivamente, por entre las desiertas callejuelas. Es Ascencio Yucra, que amparado por la oscuridad se dirige a su hogar ya que su situación le obliga a salir sólo de noche, temeroso de que alguien lo reconozca por cuanto hace un mes que en el campamento todos lo consideran muerto. Recuerda con amargura como una especial circunstancia lo llevó a la angustia que hoy vive; analiza su vida mientras se va deslizando con el cuerpo pegado a las descascaradas paredes. Su existencia siempre estuvo marcada por la tragedia: huérfano de madre desde los seis años, abandonado por su padre a muy tierna edad, entró a trabajar en la mina como Achivato@= mientras sus amigos se entretenían en los juegos infantiles, él ya conocía la dureza de ganar el pan de cada día haciendo de la mina su segundo hogar, donde el "boyar" de la veta o el preparar un "pique de reconocimiento" dirigido por los técnicos, constituían los acontecimientos más gratos de su infancia y de su juventud.

Si su madre era para él algo indefinido, una dulce sonrisa en un rostro prematuramente envejecido, o una tumba en un lugar desolado, su padre era sólo un nombre junto al insulto soez proferido a media noche en cambio, la mina era lo único real, tangible, en su vida. Cuántas veces había apoyado la afiebrada cabeza junto a las duras roquedades, como buscando el regazo materno...Cuántas veces, al recibir el bautizo de la copajira, en los oscuros parajes le parecía escuchar, entrelazadas, las voces de su madre y de la mina.

Ya adulto, conoció los sentimientos de amistad y de amor. Un amigo, Esteban Huayta, que junto al "acullicu" en los momentos del "pijchu", fue su maestro, el único que puso en su alma juvenil el conocimiento de la vida, el sentimiento que mueve a los hombres, la ciencia del bien y del mal, un amigo que reemplazaba a los padres que la vida le había negado. Después, llegó el amor... Rosalía se convirtió en el bálsamo que colmó su inmensa sed de ternura; posteriormente, cuatro hijos completaron su felicidad duramente lograda.

Cuando su existencia transcurría plácidamente en el aspecto emocional, pese a las limitaciones económicas a que le obligaba su bajo salario, llegó al campamento su amigo de la juventud, Esteban Huayta, que tras largos años de ausencia retornaba envejecido prematuramente, castigado por la vida llena de privaciones y de esfuerzo; el robusto mocetón que tanto guiara a Ascencio, se había transformado en un hombre enjuto, enfermo y amargado por la falta de trabajo.

En su pequeña vivienda acogieron al amigo y noche tras noche, se angustiaban al escuchar su tos con ahogos que estremecían su débil cuerpo, mientras escupitajos de sangre flemosa manchaban el modesto lecho.

Condolido por la situación de su amigo, con el propósito de aliviar en algo el mal que le aquejaba, Ascencio urdió una estratagema: solicitó del servicio médico de la empresa una papeleta de atención médica a su nombre e hizo que Esteban fuera al hospital para ser atendido en su lugar. Era tan grande la cantidad de mineros que mantenía la empresa que juzgó difícil cualquier duda ante la presentación de dicha papeleta, más aún si no existía un control mediante carnet sanitario con una fotografía que identificara al enfermo. Aliviado por haber podido colaborar al amigo de su vida, lo inquietó un tanto el saber que Esteban no había retornado al hogar después del la revisión médica, donde, normalmente, les dan algunas drogas para medicinarse en domicilio; ya en la noche, Rosalía se enteró que habían hospitalizado al enfermo dada la gravedad de su caso, lo que obligó a Ascencio a quedarse en casa, ya que su tarjeta de trabajo estaría con el registro de "baja médica". En la noche, toda vez que podía hacerlo, Ascencio salía con el rostro cubierto por un grueso chal con el propósito de saber algo de Esteban; de pronto vino la tragedia: se aproximó al pizarrón que habitualmente colgaban en la puerta del nosocomio para información de los familiares y posterior aviso a la Gerencia y leyó su nombre: ASCENCIO YUCRA, FALLECIDO. Quiso gritar, decir que no era él, que el hombre fallecido era otro, mas el grito murió en sus labios al comprender que no podría aclara su situación sin comprometer su labor de tantos años en la empresa.

Luego vino la angustia, la notificación del hospital a la presunta viuda, el velorio, el sepelio... la sorpresa de los compañeros de trabajo al enterarse del fallecimiento y, después, su vida en la clandestinidad para no revelar la verdad de lo ocurrido, ya que comprendía que, dadas las circunstancias, sólo dañaría a su esposa e hijos al dejarlos sin sustento. Cuántas veces Ascencio estuvo tentado de presentarse a la Gerencia y, humildemente, confesar su falta, pero conocía el carácter del Gerente, su rigidez inflexible ante las situaciones humanas y creía sentir la reacción que éste tendría ante tan grave falta, la ignominiosa boleta de retiro por infracción a la Ley y, luego, la imposibilidad de conseguir trabajo en otro distrito.

Cada día que pasaba, la situación se tornaba de más difícil solución; Rosalía había sido citada a la Gerencia, donde le informaron que se había dado orden para el pago de indemnización por tiempo de servicios y del subsidio de defunción que correspondía a tres mensualidades del total ganado en jornales por el difunto, recomendándole, a su vez, que inicie de inmediato el trámite de renta ante la Caja de Seguridad Social, con la ayuda del Abogado de la empresa quien, como "buena nueva", le hizo entrega del memorándum de contratación de su hijo Antonio, un muchacho físicamente hábil que lucía una juventud orgullosa de haber servido a su patria en el ejército hasta hacía pocos días. Rosalía sentía en el pecho la vergüenza de faltar a su conducta siempre honesta pero temía por el futuro de sus hijos, por la seguridad de Antonio que ingresaba al trabajo en reemplazo de su padre, de acuerdo a una costumbre de la empresa. Se sentía impotente ante una realidad dolorosa y calló... Calló humildemente, calló porque la bondad de su esposo lo arrastró al doloroso encuentro con algo que jamás había presentido, calló ante el miedo de todo y por todos y asintió con su silencio la "muerte" de su esposo.

En las noches, cuando amparado por las sombras Ascencio llegaba a su hogar, escapando por unas horas de su escondite ubicado en el interior de una mina abandonada, analizaba con su esposa su situación; si confesaba la verdad a sus superiores, corría el riesgo de hacer despedir a su hijo y su familia perdería los beneficios que ya recibía por su "muerte", callarse, suponía dejar el campamento ya que no podría vivir mucho tiempo oculto sin que dejaran de percatarse de su presencia; tendría que partir solo, en busca de trabajo, antes de llevar con él a su familia.

Esta verdad lo hería y aún antes de marchar experimentaba la dolorosa sensación de ausencia. !Cuánto había cambiado su situación!; sus hijos menores lo creían muerto, no podía acariciarlos y los veía sólo cuando estaban dormidos y, con su esposa, un ligero y nervioso beso en sus breves visitas nocturnas, constituía toda su relación. La vida estaba allí, en su hogar, a su alcance, llena de promesas palpitantes... Y no podía tomarla encontrándose extrañamente condenado a su propio exilio.

Nunca había dado importancia a su nombre ya que se consideraba "uno más" en la apretada fila de estoicos mineros que, día tras día, se perdían entre las fauces del estaño. Jamás se imaginó que la suplantación de personalidad para favorecer al amigo, constituía un delito penado con tan drástica sanción. Aprendía una dura lección al saber que la identificación era intransferible, aún en trance de ver que peligra la vida del prójimo, tan pobre como él mismo o aún más. El hombre--decía para sí, amargado--debe luchar tan solo por lo suyo.

Noche antes había hablado con Rosalía sobre la necesidad de dejar el campamento e ir a otras minas en busca de trabajo. Sabía que era muy difícil comenzar de nuevo, siendo un hombre ya maduro cuya edad se vislumbraba en las canas que pintaban sus sienes; no podría presentar certificado de trabajo sin despertar curiosidad sobre los motivos por los que abandonó su anterior cargo; 35 años de trabajo el ALa Salvadora@, era mucho tiempo para olvidar todas las costumbres fuertemente arraigadas en su vida; consideraba la mina más que una fuente de trabajo, su hogar, su mundo, en plena conciencia de propiedad que da el derecho de haber compartido largos años en el sortilegio de sus socavones, palpando diariamente sus ásperas roquedades, recorriendo el laberinto de sus galerías subterráneas que para él no tenía secretos, doliéndose por el cansancio de la mina al ver su cuerpo perforado por los taladros para preparar los "tiros."

Ascencio andaba desalentado y no atinaba a encontrarse a sí mismo en la búsqueda de esa fuerza que siempre tuvo para enfrentarse a la vida; un sollozo estalló en su garganta ante la evidencia ineludible de la felicidad que había perdido. Llegó a su hogar cuando apenas nacía el día y las estrellas desdibujaban su formas como testigos luminosos del parto de la noche que engendra claridades.

Ni un alma asoma por las calles estrechas y bajas del campamento; parece ser que los únicos habitantes son los perros escuálidos que olisquean, pacientemente, entre los montones de basura. Apenas un murmullo junto a la puerta de la pequeña vivienda y una silueta se perfila entre las sombras aún levemente heridas por la luz tenue del nuevo día; es Ascencio Yucra que, con paso vacilante, doblado por el dolor de la partida más que por el frío atenazante del amanecer, desanda el camino que sus pasos de niño recorrieron hacen 43 años atrás; lo acompaña el recuerdo del llanto de su esposa angustiada por su alejamiento y la imagen querida de sus hijos que, dormidos, sonríen con la inocencia de sus cortos años. Mira con devoción el cerro "La Esperanza", grabando en la memoria la silueta del coloso, brutalmente petrificado en la mañana que comienza a despuntar.

Se va, dejando su hogar, su alma...y el llanto cae como señal de adiós sobre las piedras, mientras los baldes del andarivel --pulso del campamento-- que incansables transportan el alimento mineral a la voraz boca del ingenio, parecen entonar un réquiem para el hombre que en bondadoso gesto de amistad prestó su vida.


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  Bibliografía de Elsa Dorado de Revilla  

Antologías de cuento

Filón de ensueño. La Paz: Litografías e Imprentas Unidas, S. A., 1977.

Las bacterias no hacen huelgas. Oruro: Offset "Alea" Ltda., 1994.

 

Cuentos antologados

"La lora". Cuentistas bolivianos. Oruro: Universidad Técnica de Oruro, 1968. 39-46.

"La vida prestada". Narrativa minera boliviana. Ed. René Pastor Poppe. La Paz: Ediciones Populares Camarlinghi, 1983. 118-123.

 

Cuentos traducidos al inglés

"The Parrot". Fire from the Andes: Short Fiction by Women from Bolivia, Ecuador, and Peru. Eds. Kathy S. Leonard and Susan E. Benner. Albuquerque: University of New México Press, 1998. 26-31. Traducción de Kathy S. Leonard.

 

Otros

La libertadora, Juana Azurduy de Padilla: Guerrillera de la independencia americana. La Paz: Impresa Gráfica Alianza, 1980.

 

Libros inéditos

Participación de la mujer en la labor social y cultural de Oruro. (Tema histórico).

El niño boliviano en la dimensión del heroísmo. (Reseña histórica).

Anfora de ternura. (Poemario).


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