Sincronía Invierno 1996


Analisis del argumento del sueño en la primera meditacion de Descartes

Enrique Uribe Avín

Catedrático del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guadalajara.


El propósito de este ensayo es elaborar un análisis epistemológico del argumento escéptico del sueño que nos presenta Descartes en su primera Meditación para así indagar y conocer el carácter que tiene la duda cartesiana así como la función que desempeña en su investigación.

Con el argumento del sueño, AS, Descartes trabaja sobre su proyecto de la determinación de lo que podría denominarse el ámbito o la extensión de lo que supuestamente es nuestro conocimiento con relación al que creemos tener. Aquí Descartes recurre a un argumento escéptico como un recurso válido, y en este sentido está trabajando en el terreno de la metodología, con pretensiones de establecer así lo que él consideró como el verdadero conocimiento. Desde el punto de vista epistemológico, esta argumentación revela problemas como el de nuestro conocimiento del mundo exterior y el de fundamentar todos nuestros conocimientos. En el AS el problema central es el de llegar a establecer un sustrato confiable para referirnos al conocimiento sensible, en virtud, como dice Descartes, de que nuestros sentidos nos engañan frecuentemente. El AS se refiere a la carencia de un criterio confiable para establecer nuestro conocimiento del mundo exterior. Así, si el pensamiento onírico es equivalente con el pensamiento en vigilia, se hace imposible saber distinguir entre ambos, llegando así a una situación inasequible para establecer un criterio razonable que nos permita referirnos al mundo exterior. En razón de esta equivalencia que nos lleva a dudar, y de que el conocimiento se da sólo despierto, Descartes plantea su argumento. Con un concepto muy peculiar de la duda, que nodeja de ser un saber de algo, de la falta de razones para creer,como es el caso, Descartes logra su empresa. Es este el punto de partida al que quiere llegar Descartes conscientemente, ya que su propósito se apoya en un recurso metodológico que se convierte en el punto de partida para llegar al conocimiento. El no sé nada cartesiano es un sé algo. Aquí podemos apoyarnos en la lógica formal y hablar de la siguiente manera: la proposición no puedo conocer porque no estoy despierto implica (porque es equivalente a) no puedo conocer a menos que esté despierto. El estar despierto es condición necesaria, pero no suficiente, para conocer.

Descartes presenta en su primera meditación el argumento escéptico del sueño, el cual tiene un particular interés para nosotros por introducirnos en la epistemología cartesiana.

¿Cuál es el plan de Descartes para fundamentar nuestro conocimiento del mundo exterior?

Descartes se comporta como un escéptico para poder así dar respuesta a los argumentos escépticos. Pareciera decirnos que para un argumento escéptico, otro argumento más escéptico.

¿Cómo situarnos en un terreno firme donde podamos fundamentar sólidamente nuestro conocimiento sensible?

Descartes nos previene del conocimiento verosímil como punto de apoyo para la contemplación de la verdad.

¿Cómo podemos distinguir el pensamiento onírico del pensamiento en vigilia? Aunque Descartes se refiere a una parte propia del dominio del pensamiento onírico: ". . . soy un hombre y, como tal, suelo dormir, y representarme en sueños las mismas cosas, o incluso a veces aún menos verosímiles, que las que éstos se figuran cuando están despiertos." (1) Se refiere a lo que tiene una correspondencia de representación con los objetos de nuestro mundo exterior, ya que los sueños nos llevan a pensar cosas que no están en ninguna parte.

En este argumento Descartes trata de establecer una línea segura de demarcación que nos permita saber si estamos soñando o estamos despiertos. Establecer criterios que satisfagan el pensamiento en vigilia, pero no los pensamientos de los sueños. Descartes nos habla de la indistinguibilidad entre el pensamiento del sueño y el de la vigilia, como si existiera un continuo de lo observable a lo inobservable. Aunque ciertamente hay una transición entre el pensamiento onírico y el pensamiento en vigilia cualquier discurso sobre una continuidad desde el primero al segundo es, ostensiblemente, un desacierto. Esto, en virtud de que no saber si se está dormido o despierto implica una imposibilidad de nuestro conocimiento del mundo exterior y, desde luego, la posibilidad de su conocimiento. Y como para Descartes el criterio de verdad se sustenta en la evidencia, y ésta deberá cumplir con los atributos de claridad y distinción, entendidos por Descartes como un criterio para ser usado en decidir qué creer, dicho criterio se desvanece al no poder establecer una línea de demarcación que rompa con la continuidad entre los dos tipos de pensamiento mencionados. De ser el caso, esto nos llevaría a una dicotomía por demás necesaria que dé cabida al criterio de evidencia, y con él poder saber si se está dormido o despierto en determinado instante; esto nos permitiría alejar de nosostros la duda, y con ella toda falsedad; ya que si puedo determinar si estoy despierto, puedo determinar que puedo conocer. Y, a partir de aquí podré ejercer mi facultad de la voluntad y con ella la de juzgar; pero considerando siempre razones suficientes. Sin embargo, en el nivel de la percepción no es posible saber si se está dormido o despierto, por lo que hay que buscar la solución a este continuo de otra manera. Descartes parte de esta situación de imposibilidad del conocimiento del mundo exterior hacia una sustentación que nos garantice el conocimiento. Llega a establecer la "línea de demarcación" entre el supuesto continuo y con esto llega a saber que cuando está en posibilidad de conocer, no está dormido.

Si para Descartes el estar despierto es condición sine qua non para saber sobre el mundo exterior, ¿cómo saber cuando estoy en ese estado? Descartes nos dice que hay muchas cosas de las que no se puede dudar aunque procedan de los sentidos: "que yo estoy aquí ahora, sentado junto al fuego, vestido con bata, con este papel entre las manos, . . . " (2) Luego compara este pensamiento con el pensamiento onírico diciendo: ". . . muy frecuentemente el sueño me persuade de aquellas cosas cotidianas: "que yo estoy aquí, que estoy vestido con una bata, que estoy sentado junto al fuego, cuando estoy desnudo en la cama." (3) Y agrega: ". . . para el que duerme no son tan distintas estas cosas." (4) En razón de que los sueños lo engañan haciéndole creer que está despierto; lo que lo lleva a concluir que ". . . la vigilia no puede distinguirse nunca del sueño con indicios ciertos, . . . ya que ahora nos dedicamos a buscar la verdad, dudaremos ante todo de las cosas sensibles o imaginables. . . " (5) por dos razones: primera, . . ." porque a veces nos hemos dado cuenta de que los sentidos son engañosos. . . "; (6) segunda, ". . . porque diariamente nos parece sentir o imaginar en los sueños innumerables cosas que no están en ninguna parte; . . . " (7). Por todo esto podemos dudar de las cosas sensibles. Aquí Descartes especifíca su universo de discurso excluyendo las cosas que por su tamaño o por la distancia a la que se encuentran de nosotros, muy pequeñas o muy distantes, escapan de nuestro campo visual, por una parte, o nos hacen ver los objetos de otra manera; por ejemplo, un objeto que tiene bordes y esté anguloso nos puede parecer, a una distancia considerable, sin bordes. En la conciencia de la duda nuestra existencia queda excluida, de algo tenemos que partir en la sustentación de nuestro conocimiento del mundo exterior.

La duda de Descartes no apunta a las cosas más simples y generales, de las que no puede dudar pues ". . . tanto si estoy despierto como si duermo, dos y tres suman cinco,. . ."(8). La duda de Descartes en este argumento del sueño se centra en la existencia de los objetos físicos o cosas materiales. Como lo muestra la conclusión del argumento del sueño:

La justificación es como sigue:

Análisis lógico de esta versión del argumento del sueño: Los enunciados (1) y (2) son hipótesis. (3) se sigue de (1) y (2) y Modus ponens. (5) se sigue de (3) y (4) y Modus ponens. Como se ve, este argumento es válido en cuanto a su forma. Descartes usa el arguento para mostrar que él no puede distinguir con certeza entre sueños y percepciones óptimas, y que estas últimas pueden ser dudosas. La premisa o hipótesis (1) es ante todo una creencia básica de Descartes, por lo que no está obligado a aclarar su verdad, sino a creer (1). Esta creencia sustenta la razón para dudar que él pueda distinguir entre el sueño y la vigilia. No está diciendo, desde luego, que así están las cosas, sino que le parece que así están las cosas. Está tratando de describir la naturaleza sensorial. Acerca de esto no se puede equivocar. "Me parece que p" no es un estado del mundo, sino de su propia creencia, es parte de su mente. Descartes no se puede equivocar en cómo el mundo le parece a él. Ahora bien, para justificar una creencia es indispensable dar buenas razones para creer que su contenido es probablemente verdadero. Si el saber que estar dormido impide el conocimiento del mundo exterior, es de suponerse que una vez probando que no estoy dormido, que estoy despierto, puedo referirme al mundo sensible indubitablemente.

En este argumento Descartes se propone subrayar la importancia de los fundamentos del conocimiento sensible y del conceptual o formal.

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Notas

(1) Meditaciones metafísicas. R. Descartes. "Primera meditación". Página 16.

(2) Íbid

(3) Íbid

(4) Íbid

(5) Principio de la filosofía. R. Descartes

(6) Íbid

(7) Íbid

(8) Íbid

 

Bibliografía

1. Benitez, Laura. El mundo en René Descartes. UNAM México, 1993. Capítulos I - IV.

2. Cottingham, J. Descartes. UNAM México, 1995. Cap. 2.

3. Dauler, Wilson Margaret. Descartes. UNAM México, 1990. Cap. I.

4. Descartes, R. Meditaciones metafísicas. Edit. Gredos. Serie: Clásicos No. 3. Madrid,

1987. Primera meditación.

5. Dancy, Jonathan. Introducción a la epistemología contemporánea. Editorial Tecnos.

Madrid, 1993. Cap. 1.

6. Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía. Alianza diccionarios. Madrid, 1979.

7. Stroud, Barry. El escépticismo filosófico y su significación. FCE. México, 1991.

Caps. I y II.

8. Williams, Bernard. Descartes: el proyecto de la investigación pura. UNAM, México,

1985. Cap. 7.


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